You are on page 1of 18

Guía para Trabajar la Autoestima

en Consulta [+ infografía]
Tiempo de Lectura: 19 minutos
Publicado en 9 marzo, 2017 por Estefania Mónaco

¿Quieres conocer todos los secretos para trabajar la autoestima en


consulta? ¿Quieres conocer las técnicas más eficaces para ayudar a
tus pacientes a mejorar su autoestima? Con esta guía descubrirás
las claves fundamentales del tratamiento psicológico de la
autoestima, así como los aspectos y características fundamentales
para reconocer a un paciente con baja autoestima. En definitiva,
encontrarás una guía práctica y completa para detectar problemas
de autoestima en tus clientes y aprender a abordarlos en consulta.

Última Actualización: 2 de Julio de 2017

Este artículo está escrito por la psicóloga Estefania Mónaco.

A veces pienso que vivimos en una sociedad exigente. Atender nuestro


aspecto físico, pretendiendo alcanzar unos estándares de belleza casi
imposibles. Ser el mejor en el trabajo, porque si no rendimos lo suficiente,
hay varios esperando ocupar nuestro puesto.

Conseguir likes en Facebook, matches en Tinder, retweets de nuestras


publicaciones más ingeniosas. En definitiva… me da la sensación de que
detrás de tanto narcisismo hay una carencia de amor propio.

Nos dedicamos mucho a nuestra imagen externa, pero poco a nuestra parte
más profunda.

Llevándolo al terreno de la terapia, me doy cuenta de que muchos pacientes


tienen una autoestima bastante pobre. No se perdonan no alcanzar dichos
estándares, se critican a sí mismos, se comparan destructivamente con los
otros, se menosprecian.

Teniendo en cuenta que la autoestima es un pilar fundamental en lo


que somos, creo que es importante trabajarla de forma prioritaria con los
pacientes que lo necesitan.

Seguro que más de una vez habrás oído a alguien decir cosas como “me falta
autoestima”, “no me quiero” o “no me valoro lo suficiente”. Incluso, algunos
pacientes acuden a consulta directamente con la demanda de
aumentar su autoestima.

La autoestima es un término que se ha trasladado de la psicología al lenguaje


coloquial y, cuando esto ocurre, puede acabar difuminándose su significado o
confundiéndose el concepto.

Como psicólogo/a es fundamental que tengas muy claro qué


significa tener baja autoestima y cuáles son sus repercusiones en la vida
cotidiana de nuestros pacientes.

Antes de Empezar…
Antes de meternos de lleno en la práctica clínica de la autoestima, es
importante aclarar que una autoestima débil no es como un tumor que “se
extrae” y se soluciona el problema.

Más bien, una pobre autoestima hace metástasis en la persona, se expande


afectando a varias o todas las áreas de su vida, haciendo más o menos mella
en función de la gravedad del problema.

Por eso, es importante entender la baja autoestima como un


problema global, imposible de separar del funcionamiento general de la
persona (sus emociones, sus pensamientos, su conducta, sus opiniones, sus
relaciones, sus hábitos, sus motivaciones y proyectos…).

Así, la intervención con la baja autoestima debe ser integral,


atendiendo todos los aspectos que se están viendo afectados. Trabajándolos
en consulta también estamos trabajando con la autoestima, aunque de forma
indirecta.

Si quieres saber más sobre el tratamiento psicológico de la autoestima

¿Cómo saber si mi paciente tiene una baja


autoestima? Signos de alerta
En algunas ocasiones la falta de autoestima se hace totalmente evidente en el
discurso del paciente, cuando éste es peyorativo e insultante hacia sí mismo
(“soy un inútil”, “es normal que nadie me quiera”, “odio mi cuerpo”…).

Sin embargo, otras veces la falta de autoestima es mucho más sutil y tendrás
que estar alerta para captar los pequeños detalles que te indiquen que la
autoestima es un tema pendiente en tu paciente.

Comparto contigo algunas de las conductas que hacen saltar mis


alarmas:

Tiene la costumbre de compararse con los demás, a menudo


ensalzando las cualidades o habilidades de otras personas (bien con
cierto matiz de envidia o bien con pesar por sentirse inferior, menos
válido) y menosprecia las propias.
Para tu paciente, un éxito sólo es válido cuando otra/s persona/s
se lo reconocen o halagan. Si nadie se entera, o si los demás no lo
consideran un logro, es como si no hubiera existido.
De manera repetida elige relaciones (amistades, parejas…) que
son claramente dañinas para sí mismo/a. Una frase que me gusta
mucho, dice “recibimos el amor que creemos merecer”.
Le resulta excesivamente difícil tomar decisiones. La sensación es
que “nunca da el paso”, busca excusas, lo alarga, lo evita, se pone
impedimentos o limitaciones para evitar decidir.
Es muy influenciable por la opinión de los demás y se mueve
constantemente en búsqueda de la aprobación externa, tanto de los seres
más queridos como de la sociedad en general.
“Autoboicotea” sus propios planes. A veces da la sensación de que
necesita “autocastigarse”, no suele permitirse el disfrute, ni el placer por
el placer.
Siempre prioriza otras cosas antes que a sí mismo: el trabajo, los
hijos, la pareja, la familia, las labores del hogar, las amistades… En ese
caos de prioridades, por unas cosas o por otras, las necesidades de la
persona siempre quedan en último lugar y, por consecuencia,
insatisfechas.
No cuida su salud (ni parece importarle). Por ejemplo: tiene una
conducta alimentaria perjudicial, hábitos destructivos (dormir poco,
fumar, beber, drogarse), no sigue recomendaciones médicas o ni siquiera
acude al médico, etc. Sin embargo, la salud no es un tema que parezca
preocuparle, “de algo habrá que morirse” decía un paciente mío. Esta
forma de dañar su propio cuerpo está relacionado con el autocastigo que
comentábamos antes, propio de la baja autoestima, sentir que no merece
la pena dedicarse esos cuidados.
No cuida su imagen o se preocupa excesivamente por ella. Éste
es un punto controvertido porque una imagen descuidada no es
necesariamente signo de baja autoestima (puede ser por otras causas
diferentes). Aún así, la estética es al fin y al cabo, nuestra cara externa
ante los demás.

Si te llama la atención la imagen descuidada de tu paciente (higiene


dudosa, pelo despeinado, ropa manchada…) te recomiendo explorar
la autoestima física de tu paciente. Y, ¡ojo!, muy importante: una
imagen muy cuidada, no es tampoco garantía de una autoestima
sana. A veces, ocurre incluso todo lo contrario, las personas con una
autoestima muy pobre intentan compensar con una estética perfecta
en cada mínimo detalle, llegando a convertirse en una obsesión en
algunos casos.

Cuando tu paciente habla de su pasado se enfoca en los fracasos, en


aquello que le ha salido mal, en lo que no pudo conseguir, en lo que
le criticaron… Le cuesta hablar o directamente no tiene en cuenta sus
éxitos, o los aspectos positivos de su pasado y su presente.
Su comunicación no verbal transmite inseguridad: voz muy
bajita o casi inaudible, no mira a los ojos al hablar, se expresa con
nerviosismo…

Cómo trabajar la autoestima en Consulta paso


a paso
A continuación conocerás cuáles son los 6 pasos fundamentales para
trabajar la autoestima en la consulta.

1. Delimita el Problema de tu Paciente

Las 5 áreas fundamentales de la autoestima son estas:

1. Física
2. Social
3. Familiar
4. Emocional
5. Académica/Laboral

Lo primero que debes hacer es averiguar dónde está el problema y


delimitarlo.

¿La baja autoestima está afectando a todas las áreas de la vida de tu


paciente o sólo a algunas? ¿Tal vez se focaliza únicamente en una de las
áreas?

También es importante que explores la manera en que el problema de


baja autoestima está afectando a tu paciente.

¿De qué manera interfiere en su vida?

2. Encuentra el origen de la baja Autoestima

Nada viene de la nada.


El siguiente paso para trabajar con la autoestima de tu paciente es que
comprendas por qué esa persona tiene baja autoestima.

Siempre hay un porqué, o más bien, un conjunto de factores que le han


llevado a este punto.

Para encontrar el origen de la baja autoestima, es necesario que explores


a fondo su infancia y su adolescencia.

Es en estas etapas cuando vamos construyendo nuestra propia identidad, en


función de lo que nos dicen nuestros padres que somos y de lo que nosotros
mismos vamos descubriendo.

Frecuentemente, un problema de autoestima tiene origen en unos padres que,


por unos motivos u otros (excesivo trabajo, enfermedad, pocas habilidades
parentales, estrés…), no han estado lo suficientemente disponibles para sus
hijos, especialmente como una figura de cariño y protección.

Así, si no aparece otra persona que le aporte esa seguridad y ese amor (otro
familiar, un maestro, un hermano…), el niño aprende a convivir con esa
limitación de afecto que él mismo no es capaz de aportarse, porque con esa
edad la necesita de otras personas externas que le cuiden.

El niño crece y se hace adulto, pero el patrón sigue funcionando de la misma


manera: quien necesito que me quiera no siento que me quiera lo
suficiente, ni yo tampoco lo hago (no me han enseñado a hacerlo), por lo
tanto, busco ansiosamente en los demás que me aprueben de la forma que
sea, para cubrir así mi propia carencia.

Aquí tienes algunas ideas de preguntas que puedes trabajar con tu


paciente para explorar el origen de su baja autoestima, adaptándolas
a tu propio estilo:

¿Hay algún hecho significativo que marcara tu infancia o


adolescencia?

Situaciones como bullying, separación paterna, emigración, violencia


doméstica, abusos…
¿Qué relación tenías de niño y adolescente con tu madre? ¿Y
con tu padre?

Explorar si era una relación de apoyo, donde las figuras paternas están
disponibles y se forma un apego seguro, o por el contrario, son figuras
que provocaron inseguridad e inestabilidad.

¿Qué críticas hacían tus padres sobre ti?

Algunas de esas críticas el niño las introyecta, es decir, las “traga sin
masticar”, definiéndose a sí mismo en base a esas críticas que recibió en
la infancia.

¿Cómo te transmitían tu madre y tu padre el cariño que


sentían por ti?

Invita al paciente a que exprese de forma concreta esos gestos de amor,


ya sean palabras, hechos, detalles, etc. A menudo encontrarás en el
paciente falto de autoestima que estas muestras de amor fueron muy
limitadas, o no fueron suficientes.

¿Cómo te describirías a ti mismo cuando eras niño? ¿Y cuando


eras adolescente?

Profundizar tanto en las características de personalidad como en su


desempeño en las diferentes áreas de la vida de un niño: escolar,
familiar, social, artística, deportiva…

Si llegas a la conclusión de que tu paciente tuvo una infancia sana, sin


acontecimientos excesivamente desestabilizadores y con un afecto estable por
parte de sus figuras paternas, ya tienes una pista importante: el problema es
reciente.

En ese caso, tendrás que explorar dónde está el origen, cuándo fue que
comenzó a desconfiar de sus propias capacidades y valía personal: ¿tal
vez un trabajo que le sobrepasaba? ¿unos estudios en los que no se sentía
capaz? ¿una pareja que le menospreciaba? ¿una amistad dañina?…
Cuanto más reciente sea el problema que ha socavado su autoestima,
menos enraizado estará.
3. Abrir la Caja de Pandora de los Pensamientos y
Emociones

Para poder hacer espacio a los pensamientos y emociones nuevas, primero


hay que sacar las viejas, que están ocupando demasiado espacio.

Ocurre que las personas con baja autoestima suelen tener un


diálogo mental constante, generalmente no exteriorizado, a veces incluso
inconsciente, en el que se reprochan a sí mismos, se critican, se insultan, se
recuerdan su falta de valía, se burlan, etc.

Este “automachaque” no es visible para los demás, pero es un hilo musical


permanente en la cabeza de tu paciente.

Son los llamados pensamientos automáticos negativos. Son automáticos


precisamente porque resultan incontrolables para el paciente.

Él no decide ponerlos en marcha, sino que simplemente “están ahí desde


siempre” y no se sabe muy bien por qué.

El objetivo de este tercer paso es que tu paciente se haga


consciente de estos pensamientos automáticos negativos que
tiene constantemente sobre sí mismo.

Para eso, pídele que se observe. Sin intentar cambiar nada, ni


intentar frenarlos. Simplemente, que esté atento a cuándo su mente pone
en marcha este “hilo musical”: qué cosas se dice a sí mismo, cómo se las
dice (con qué tono, qué palabras usa), ante qué situaciones…

Esta primera toma de conciencia es un paso fundamental e imprescindible.

Para solucionar un problema es necesario conocerlo a fondo,


introduciéndonos en el “núcleo duro” del malestar.

Ejercicio para Casa: Registro de Pensamientos Automáticos


Negativos

Proponerle al paciente que compre una libreta y que cada vez que se
detecte teniendo un discurso automático negativo hacia sí mismo, lo
apunte. El registro debe contener los siguientes datos:
Fecha

Situación (¿Qué ha pasado? Por ejemplo, se me quema la comida)

Pensamiento (¿Qué he pensado? Por ejemplo, pienso “soy un inútil, con


32 años y no sé ni freír un huevo”)

Emoción (¿Qué he sentido? Por ejemplo, siento enojo hacia mí mismo


por no haber estado más atento. Ojo: no confundir sensaciones o
sentimientos con pensamientos. Cuando el “siento” va seguido de un
“que”, no estamos hablando de una emoción sino de un pensamiento. Por
ejemplo, “siento que no valgo para nada” no es una emoción, es un
pensamiento. Una emoción sería: “me siento impotente”)

Conducta (¿Qué hago? Por ejemplo: tiro la comida quemada y me


quedo sin comer, ya da igual, se me ha quitado el hambre).

Ejercicio en Terapia: Darle rienda suelta al demonio

Es importante que realices este ejercicio sólo con personas que


observas que ya tienen previamente un diálogo destructivo
hacia sí mismas, aunque no lo exterioricen.

No es recomendable realizarlo con personas que no tienen


previamente ese “automachaque”, porque entonces, las estarías
invitando erróneamente a focalizarse en su parte más negativa.

Comienza diciéndole a tu paciente que todos tenemos una especie de


“demonio” en un lado del brazo que dice cosas negativos sobre nosotros
mismos, sobre nuestros aspectos más negativos y que comenta nuestra
vida cotidiana haciéndonos sentir mal. Incluso aunque a veces pensemos
que no es del todo cierto lo que este demonio está diciendo, ese
pensamiento está ahí presente.

Este ejercicio consiste en “darle rienda suelta al demonio”. Debes ser tú


quien lance inicios de frases para que tu paciente los complete
libremente, como si fuera este “demonio interno” quien contestara.

Cuantos más finales aporte a cada frase, mejor. Pídele al paciente que
intente contestar ajustándose a la realidad de los pensamientos que
normalmente tiene en su vida cotidiana, sin exagerar ni tampoco
minimizar.

Algunos de los inicios de frases que puedes lanzarle para que complete
son éstos, más los que se te ocurran a ti:

“Soy (un/una)…”
“Me molesta de mí…”
“Me doy rabia cuando…”
“Siempre me he comportado como…”

Este ejercicio funciona porque es una forma, para ti como terapeuta, de


explorar qué es lo peor que corre por la mente de tu cliente. Le
dará pie a hablar y a profundizar en temas como la culpa, el miedo, o el
rencor.

Para el paciente también será útil exteriorizar todo aquello


que normalmente funciona como un “machaque sordo”. Poner
en palabras estos pensamientos y decirlos en voz alta es, en sí mismo, un
primer paso que impacta.

Como terapeuta, es importante que juegues con la reestructuración cognitiva


para ayudar al paciente a darse cuenta de la irrealidad de esos pensamientos,
la falta de sentido o de justificación concreta para pensar de esa manera.

Éstas van a ser sesiones complejas para el paciente y también para


ti como profesional, porque como terapeuta tendrás que gestionar de
forma adecuada los ataques que el paciente va a desplegar hacia sí
mismo, procurando que no se vayan de las manos y se conviertan en algo
contraproducente.

Un consejo: no dejes que tu propio miedo a perder el control de la


situación te haga cortar al paciente, interrumpirle, suavizar la situación,
consolarle o ninguna otra conducta que pretenda aplacar su emoción por
evitar tu propio malestar.

4. Trabajar con las Fortalezas


El paciente con baja autoestima se desenvuelve fácilmente por el
terreno de lo negativo sobre su persona: sus defectos, carencias, errores,
críticas.

Sin embargo, les suele resultar complicado cambiar el foco hacia lo


positivo: cualidades, éxitos, habilidades, gustos.

Cuando la terapia ya está un poquito más avanzada, ésta va a ser la


clave: trabaja poquito a poco, para que la persona aprenda a verse con
unos ojos diferentes.

El principal objetivo de esta fase de la terapia es que la persona


aprenda a tratarse desde el respeto y desde el amor a sí
mismo,cambiando su diálogo mental, hasta hacerlo más suave y
cariñoso.

Para eso, lo primero que debes hacer es lograr que el paciente realmente
recupere ese amor por sí mismo que, o bien ha perdido, o bien nunca ha
tenido.

Para que una persona se quiera a sí misma, de forma auténtica y


realista, tiene que conectar con aquellas partes que le gustan de sí
misma, con las cosas que se le dan bien, con los logros que admira de sí
misma, con los momentos de bienestar en soledad. De esa forma, el
cariño surgirá de forma natural y no impuesta.

Piensa en aquellas personas a las que más quieres. ¿Por qué las quieres?

Les tienes cariño porque te gusta cómo son, admiras lo que hacen, porque te
aporta bienestar compartir tiempo con ellas.

Quererse a uno/a mismo no debe ser una imposición: “tienes que quererte
porque eres el único que va a estar ahí toda tu vida”. Eso está muy bien, pero,
¿cómo querer a alguien a quien rechazo? ¿Cómo quererme a mí mismo, si no
me gusto?

Ejercicio para Casa: Test de Fortalezas

Una forma de explorar las fortalezas personales es rellenar de forma


online un cuestionario muy completo, el Cuestionario VIA de fortalezas
personales.

Los resultados de este cuestionario dan pie al trabajo posterior en


terapia y son realmente útiles para que tu paciente introspeccione y
comience a conocerse a sí mismo en su lado más positivo.

Ejercicio en Terapia: Mi lado bueno

Este ejercicio lo puedes realizar en terapia y consta de los siguientes


pasos:

1. Cualidades + Habilidades

Tu paciente debe realizar una lista, lo más amplia posible, de:

(1) sus cualidades (características positivas de su personalidad y de su


aspecto físico)

(2) sus habilidades, es decir, lo que se le da bien hacer. Pueden ser


cosas muy sencillas y cotidianas, no hacen falta grandes virtudes
superheroicas ni grandes dotes.

En función de las resistencias que tengan, para algunos pacientes va a


ser más complicado que para otros realizar estos listados.

Nunca caigas en la manipulación del paciente cuando éste dice “no se me


ocurre nada”, “no tengo cosas buenas”, “nada se me da bien”. No des el
ejercicio por acabado, ni pases a lo siguiente, hay que sostener esos
primeros momentos de blanco mental.

Si le resulta muy difícil, sugiérele que recurra a otras personas


cercanas para que le ayuden a elaborar los listados. Incluso tú
mismo, como terapeuta, puedes aportar alguna cualidad positiva que ves
en tu paciente y quieres recalcar.

También puedes recurrir a momentos pasados de su vida en los


que tu paciente se sentía mejor.

A menudo los pacientes dicen cosas como “yo cuando era joven era muy
echada para adelante, pero ahora todo lo contrario”, “antes de perder el
trabajo yo era muy divertido, siempre estaba haciendo bromas, pero
ahora ya no soy así”. Yo siempre les digo que si en algún momento de su
vida fueron algo, esa virtud está ahí, en alguna parte de ellos, ¿o acaso
fueron poseídos por otra persona? Sólo hay que rescatar y desenterrar
esas virtudes que nos hemos ido dejando por el camino.

2. Ejemplificar y concretar

Pídele a tu paciente que elabore uno o dos ejemplos concretos


para cada una de las cualidades que enumeró antes y en los
que se vea reflejada esa virtud.

Concretar siempre es importante para bajar a la tierra y no quedarte en


el terreno mental, que es tan ambiguo.

Por ejemplo, una cualidad que la gente dice muy a menudo “soy muy
amiga de mis amigos”. ¿Qué es ser muy amiga de mis amigos? Nadie lo
sabe.

Concretar esa cualidad en ejemplos claros y cotidianos, te ayudará a


clarificar la ambigüedad.

Por ejemplo, “cuando mi amiga Marta me dice que necesita hablar, yo


dejo lo que estoy haciendo y la llamo”, “soy buena guardando los secretos
de mis amigos”, “se me da bien pararme y escuchar a mis amigos, sin
juzgarles”.

3. Elaborar un perfil

Tu paciente ha de elegir o tiene que elegir las tres cualidades


principales y las tres habilidades principales que le definen,
aquellas con las que se siente más identificado, las que más le gustan, las
que más se cree, las que más utiliza en su día a día, aquellas a las que le
puede sacar mayor partido.

Esas tres cualidades y tres habilidades esenciales son seis


herramientas que va a llevar debajo de su brazo en cada
decisión y en cada paso cotidiano.
Ejercicio en Terapia: Recuperar el Amor propio

Ésta es la parte contraria y que complementa el ejercicio de “dar rienda


suelta al demonio”. Consiste en que el paciente complete estas frases:

“Me gusta ser…”


“Valoro de mí…”
“Me quiero porque…”
“Me siento bien cuando yo (hago, digo, pienso)”…

5. Pasar a la Acción

Recuerda finalizar siempre la terapia con un paso a la acción. En esta fase


terapéutica final, el objetivo es que tu paciente empiece a tratarse con
más cariño.

Esto significa aprender a reconocer sus propias necesidades,


necesidades que dependan de sí mismo y no de los demás o del
entorno y aportárselo de forma autónoma.

Para ello, es importante que tu paciente se plantee estas dos preguntas:

¿Qué necesito?
¿Cómo me lo puedo dar?

Ejercicio en Terapia: Planning de Momentos Agradables

Este ejercicio consiste en invitar al paciente a (re)descubrir y


recopilar todo aquello que le gusta hacer, todo aquello con lo que
disfruta, desde cosas troncales en su vida hasta pequeños placeres.

Por ejemplo: “me gusta tocar la guitarra”, “disfruto cocinando mis platos
favoritos”, “un pequeño placer es llegar a casa, descalzarme y ponerme
música un rato”.

Es perfectamente válido que el paciente tenga momentos agradables o


pequeños placeres compartidos con otras personas (“tomarme un café
con mi amiga”, “jugar con mi hijo”, etc.), y son muy importantes en la
lista, aunque también es necesario que algunos de esos momentos
agradables sean en soledad, sin depender de nadie ni nada externo, más
que de sí mismo.

Logra que el paciente elija aquellos puntos de la lista que vea


más viables o que le apetezcan más y que los introduzca en su
vida cotidiana, a través de un planning de actividades agradables.

Estas actividades o pequeños placeres tienen que tener la misma


importancia que las obligaciones, decidiendo cuánto tiempo al día o a la
semana quiere dedicarse a aportarse bienestar.

Cuando la persona comienza a dedicarse el tiempo, el cariño,


el respeto y el placer que realmente se merece, la autoestima se
ve fortalecida, y con ella el bienestar, el optimismo y la salud mental.

Ejercicio en Terapia: Las 3 Metas

Una forma de lograr que tu paciente coja las riendas de su


propia vida es ayudarlo a elegir tres metas realistas y que las
ponga en marcha en su vida a corto plazo.

Es interesante que estas metas sean de diferentes áreas de la vida (social,


personal, hábitos, salud, laboral, académica…). Estas metas tienen que
tener las siguientes características:

Realistas (objetivos accesibles y viables, no simplemente sueños o


idealizaciones)
Muy bien definidas (qué es exactamente lo que me propongo
conseguir)
Concretas (qué cosas concretas voy a hacer para conseguirlo, qué
pasos voy a seguir)

En este punto, enfoca la terapia hacia esos objetivos propuestos orientando y


ayudando a tu paciente para los alcance, ya que le aportarán bienestar a su
vida y fortalecerán su autoestima.

6. Finalizar la Terapia

¿Cómo sabrás cuándo finalizar la terapia? Cuando veas en tu paciente los


rasgos de una autoestima sana.

Una persona con la autoestima sana…

Demuestra en su comunicación no verbal (rostro, gestos, tono de voz,


forma de expresarse, etc.) que se siente satisfecha con su vida.
Habla con tranquilidad tanto de sus logros y cualidades, como de sus
defectos y puntos a mejorar.
Es capaz de dar y de recibir halagos y otros gestos positivos
Está abierto a las críticas constructivas y es capaz de reconocer sus
propios errores, dejando a un lado comportamientos perfeccionistas.
Transmite serenidad, naturalidad y espontaneidad.
Siente apertura y motivación ante nuevas experiencias.
Sabe cómo aportarse momentos de placer y lo hace con frecuencia.
Tiene capacidad de disfrutar de la alegría y el bienestar y también
se permite las emociones negativas.
Su diálogo mental no es destructivo sino positivo, se envía mensajes
de ánimo y aprecio.
Se comunica de una manera asertiva con los demás.
Prioriza sus necesidades antes que la aprobación de los otros.

Consideraciones finales sobre el Trabajo de la


Autoestima en Consulta
La autoestima no es algo unidireccional. El “cómo me siento”
afecta a “cómo me comporto” (“como me siento poco atractiva, no quiero
quedar con chicos”). Pero también funciona a la inversa: el “cómo me
comporto” afecta a “cómo me siento” (“si quedo con chicos a los que les
gusto, me sentiré más atractiva”). Por eso, una buena forma de aumentar
la autoestima de tus pacientes es animarles a hacer algo diferente que se
convierta en un refuerzo positivo para ellos.

Tener un buen vínculo terapéutico o alianza con tu paciente es un


aspecto clave para que la terapia con los problemas de
autoestima tenga éxito. El cariño y la aceptación que tú sientas hacia
tu paciente, es algo que se transmite. Contar con ese cariño le va a dar
seguridad y le ayudará a quererse a sí mismo un poco más. Desde mi
punto de vista, si tú como terapeuta no llegas a ver la parte positiva de tu
paciente y no le aprecias por quién es, será imposible que le ayudes a
mejorar su autoestima.

¡No caigas en las trampas que el paciente se pone a sí mismo!


El paciente se pone trampas como estas: explicaciones, argumentos,
excusas, justificaciones… que pueden sonar muy lógicas, pero a menudo
no son realistas. Por ejemplo, “como comida chatarra porque no tengo
tiempo de cocinarme nada”, cuando realmente está utilizando ese
tiempo, por ejemplo, en ver la tele, y puede redistribuirse de una forma
más adecuada. Cree siempre lo que dice tu paciente, pero siempre siendo
consciente de que su forma de ver las cosas es una perspectiva. Tú estás
ahí para aportar un punto de vista diferente.

Para trabajar con la autoestima de tus pacientes es muy importante


que tengas bien trabajada tu propia autoestima. ¡Los psicólogos y
terapeutas también somos personas! Para poder ayudar a nuestros
pacientes hace falta un trabajo de crecimiento personal muy extenso.
Aquí tienes 7 claves para mejorar tu autoestima.

Infografía sobre cómo trabajar la autoestima


en consulta
Aquí tienes la infografía que resume los 6 pasos fundamentales que has de
seguir para trabajar con la autoestima en tu consulta. Para descargar esta
inforgrafía y todas las demás DESCARGAS GRATUITAS, pulsa sobre la
imagen para suscribirte a Psiky. Si ya estás suscrito, accede al enlace que
recibiste al suscribirte.
¿Tienes alguna duda o sugerencia o hay alguna cosa que no haya
incluido en este artículo y no entiendes cómo se me ha podido
olvidar? Déjame un comentario en este mismo post y te prometo
que te responderé cuanto antes.

Si te ha gustado esta artículo te agradecería que la compartieras en las redes


sociales con tus colegas psicólog@s. Gracias de antemano !

You might also like