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Algunas partes del cerebro se activan ante la expectativa de una recompensa, mientras que
otras partes del cerebro responden ante estímulos negativos, como la expectativa de sufrir un
daño
Si inviertes en una bolsa en detrimento de otra, y la otra sube más, experimentarás una
sensación de arrepentimiento que irá en proporción a las ganancias adicionales que la otra
alternativa haya generado
La idea de saltar del tren cada vez que una opción alternativa comienza a generar mejores
resultados es una garantía casi total para conseguir peores resultados.
La neurociencia ha realizado enormes avances durante los últimos 20 años. Ahora entendemos
las estructuras principales del cerebro y podemos registrar las señales eléctricas que emiten las
“células cerebrales” o las redes de células. La tecnología de imágenes de resonancia magnética
funcional (fMRI) nos permite monitorizar la actividad cerebral, lo que, a su vez, nos permite
controlar qué partes del cerebro “se encienden” cuando las personas toman decisiones
financieras.
Los experimentos de las neurofinanzas están ayudando a los investigadores a entender cómo
las diferentes partes del cerebro participan en diferentes tareas. Por ejemplo, en 2005 Camelia
Kuhnen y Brian Knutson usaron resonancias magnéticas funcionales para analizar el cerebro de
personas que tenían que tomar decisiones financieras en las que intervenían dos acciones y un
bono. Su investigación demostró que algunas partes del cerebro (especialmente el nucleus
accumbens) se activan ante la expectativa de una recompensa (léase ganancias financieras),
mientras que otras partes del cerebro (sobre todo la ínsula) responden ante estímulos
negativos, como la expectativa de sufrir un daño (léase pérdidas financieras).
En otro experimento realizado por Trujillo y Knutson, se mostró a un grupo de sujetos una foto
de una cara humana que podía expresar felicidad, temor o enfado. Los sujetos que vieron la
cara feliz mostraron un 30% más de tolerancia al riesgo, mientras que las caras de enfado o
temor, y he ahí lo interesante, animaban a los sujetos a elegir la “opción segura”.
Estos sorprendentes resultados sugieren que nuestro estado emocional puede tener una
influencia mucho mayor sobre las decisiones financieras de lo que muchos de nosotros
reconoceríamos
Además, sabemos que el córtex prefrontal es un área del cerebro que interviene en la
evaluación de nuestras decisiones y el impacto de estas elecciones puede desencadenar
potentes emociones. El neurobiólogo Antonio Damasio ha realizado varios estudios sobre la
forma en que nuestra toma de decisiones se relaciona con los diferentes procesos emocionales
del cerebro. Damasio descubrió que la actividad cerebral era diferente entre el
arrepentimiento y la decepción, por ejemplo. El arrepentimiento es la emoción que sentimos
cuando podemos comparar lo que hemos conseguido con lo que podríamos haber conseguido.
La decepción es diferente: es la emoción que sentimos cuando no estamos contentos con los
resultados obtenidos sin saber en realidad qué podría haber pasado si hubiéramos actuado de
otro modo. Los sentimientos de arrepentimiento suelen ser más duraderos.
En última instancia, esta estrategia para evitar el arrepentimiento está condenada al fracaso y
es el equivalente en el mundo de la inversión del perro que persigue su propia cola