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Los idiotas que creían serlo.

Por: Laura Sofía Narváez Pérez


Ingeniería civil
Semestre I
Universidad de Cartagena
El objetivo de entretenimiento que tiene una película sea cual sea su género no
siempre es el efecto que esta tiene en los espectadores, y no siempre es una mala
señal. Generalmente cuando una película entretiene y es bien recibida por el público
llena las expectativas, y las mismas solo son superadas por filmes capaces de hacer
que el público además de entretenerse, reflexione y cuestione situaciones que
mueven fibras. La película titulada "Los tres idiotas" es de esas últimas gracias a
una trama que se debate entre el drama, las risas y la tensión y a tres personajes
que ilustran diversas lecciones de vida.
Una escuela de ingeniería no es el espacio idóneo para hacer mentes mecánicas y
Rancho, el protagonista lo tiene muy claro. Su astucia e innegable sabiduría lo
hacen el personaje principal más que por el libreto mismo de la historia. Sus dos
amigos, Raju y Farhan (con quienes completa el trío estrella) no tienen
precisamente su misma concepción de la vida y son devastados por sus decisiones,
algo que se observa a diario en el entorno. Los tres aspiran al título de ingeniero en
una institución dirigida por Viru, un hombre retrograda, mediocre y mecanicista que
presiona a los estudiantes a aprender como si solo tuvieran la capacidad de
almacenar información en su cabeza. Este resumido panorama permite hacer
alusión a la realidad actual, por lo menos en Colombia para hablar con seguridad.
Para nadie es en secreto que el sistema educativo solo aparenta querer formar
grandes personas y profesionales porque es evidente la poca importancia que se le
da a el asunto. Nuevos grandes ingenieros, abogados, médicos, etc. representan
nuevos gobernantes o sea el fin de la oligarquía infinita y esto es lo que quienes
están en el poder quieren evitar. La dinámica es: el docente dicta la cátedra, hace
un examen en ocasiones para aplicar habilidades adquiridas en el proceso y en
otras irresoluble, por último, resuelve una calificación que promediada con las
calificaciones de las demás asignaturas arroja el aclamado promedio, el mismo que
convirtió a Chatur (compañero de los personajes) en un cerebro que no razonaba,
sino que memorizaba. Anexo a esto hay más situaciones lamentables. Estudiantes
que aprueban por salir del paso para ganar un sueldo producto de un oficio que
terminarán odiando o quizá se detendrán en el camino frustrados por no disfrutar de
lo que eligieron para aprender por estar distraídos obteniendo notas de gente
supuestamente excepcional; o los que simplemente por cualquier motivo no tienen
carácter para decidir por sí mismos lo que quieren ser y todo solo por complacer a
personas que quizá sin intención alguna los conducen más rápido al fracaso y
muchas veces optan por el suicidio como sucedió cuando un estudiante se quitó la
vida solo porque el director le negó la posibilidad de mostrar un simple proyecto, y
es muy simple comparado con el valor de una vida. Estas dos situaciones se aplican
a Raju y Farhan respectivamente y se muestran como callejones sin salida. Pero
Rancho quien además de cuestionar notablemente el sistema educativo y ser
castigado muchas veces por ello logra impulsarlos a ver por otras alternativas que
al final de la trama logra ponerlos en el lugar que siempre quisieron.
Por otra parte, él que siempre fue muy asertivo logró muchas cosas producto de su
entusiasmo por la vida y de su inteligencia, sin muchas palabras siempre logró
demostrar grandes cosas, encontrar el amor, formar una verdadera amistad,
aleccionar a un hombre prepotente que creía ser la cima de todo y cambiar el rumbo
de la vida de personas que se creían idiotas.
Bien decía San Agustín "Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos".

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