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Cristianismo y Mundo

Contemporáneo
Mistagogía Ignaciana

1. La “experiencia de Dios” como centro de la


vida de san Ignacio
¿Qué es mistagogía?

n Es un término utilizado por los


Padres de la Iglesia como
sinónimo de catequesis, o
explicación de los contenidos de
los misterios (Mysterion,
sacramentos) de la fe.
n Su sentido en espiritualidad parte
de su traducción etimológica: μυειν
(myein “cerrar” [los labios]) y
γωγος (gōgos “conducir”).
n Dicho en otras palabras es una
didáctica espiritual que pretende
conducir al creyente al encuentro
con el Misterio, es decir, con
Dios.
2
La fe cristiana como mistagogía

n La fe cristiana es
fundamentalmente una

mistagogía,

un camino práctico vivencial


que ayuda a los creyentes a
acercarse al Misterio,
introduciéndolos en la vida
de Dios, como experiencia de
comunión. En esto consiste
nuestra salvación, nuestra
sanación.
3
Fe como actitud de vida

n Ser cristiano no significa solamente aceptar


una serie de proposiciones doctrinales (si
bien estas son un referente indispensable).
n Es ante todo una experiencia, UNA MANERA
DE PERCIBIR EL MUNDO, UNA SENSIBILIDAD
PARTICULAR (una “estética”, como gustaba
de llamarla Urs von Balthasar); desarrollada
por la asidua intimidad con Dios que se
revela como fuente de amor infinito e
incondicional.
n Esta intimidad se origina de manera
particular en la participación cotidiana en la
oración como comunicación con Dios. Esta
intimidad está llamada a ser tal que el
creyente se perciba “inhabitado” por
Dios, con-formando con Dios.
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Algunos elementos del proceso mistagógico

1. PREÁMBULO: presentación del programa para hacerlo inteligible,


razonable, deseable.
2. REHABILITACIÓN DE LA SENSIBILIDAD CONTEMPLATIVA. Crecimiento en la
actitud de correcta atención/percepción.
3. PRINCIPIO Y FUNDAMENTO: conocer lo que es el proyecto de Dios para
el ser humano, nuestra identidad desde la Revelación.
4. CONVERSIÓN Y PERDÓN: Desde el encuentro con el Inocente,
reconocerme en Él, contrastarlo con mi realidad. Recibir de Él el
perdón y la reconciliación (sanación). Reencontrar el Corazón y
aprender a vivir en él.
5. DISCIPULADO: El “conocimiento interno” del Señor como camino para
reconocer la Vocación Personal (discernimiento).
6. MANTENER (defender, madurar) LA LIBERTAD DEL CORAZÓN y
consolidar la Vocación Personal.
7. VIVIR LA SANTIDAD desde el dinamismo del Amor kenótico (En todo
amar y servir, no como propósito sino como manera de ser).
Los Ejercicios Ignacianos como Mistagogía

PRINCIPIO Y FUNDAMENTO (establecer el sentido y dirección del proceso)


n 1ª Semana: Reconocer la propia situación de enfermedad (pecado) y
ser sanado de ella (Encuentro con el Inocente, perdón y redención)
LLAMAMIENTO DE CRISTO: El Señor nos invita a seguirlo, a estar con Él
para aprender a vivir como Él.
n 2ª Semana: DISCIPULADO, “conocimiento interno del Señor Jesús
para más amarlo y mejor seguirlo”.
PROCESO DE ELECCIÓN: Con Cristo y desde Él descubrir y elegir la
Vocación Personal
n 3ª Semana: Constatar la profundidad de nuestro Amor por Cristo
acompañándolo por su pasión y muerte. Confirmación de la elección.
n 4ª Semana: Vivir la gracia de encontrarnos con el Resucitado y
recibir de Él nuestra misión. También confirmatorio de la elección.
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR: constatar que vivimos insertos en
el Amor infinito e incondicional de Dios.
La “ilustración del Cardoner”

De la Autobiografía de San Ignacio


n 30. 5º. Una vez iba por su devoción a una iglesia, que estaba poco
más de una milla de Manresa, que creo yo que se llama sant Pablo, y
el camino va junto al río; y yendo así en sus devociones, se sentó un
poco con la cara hacia el río, el cual iba hondo. Y estando allí sentado
SE LE EMPEZARON ABRIR LOS OJOS DEL ENTENDIMIENTO; y no que viese
alguna visión, sino ENTENDIENDO Y CONOCIENDO muchas cosas,
tanto de cosas espirituales, como de cosas de la fe y de letras; y
esto CON UNA ILUSTRACIÓN TAN GRANDE, que le parecían todas las
cosas nuevas. Y no se puede declarar los particulares que entendió
entonces, aunque fueron muchos, sino que recibió UNA GRANDE
CLARIDAD EN EL ENTENDIMIENTO; de manera que en todo el discurso de
su vida, hasta pasados sesenta y dos años, coligiendo todas cuantas
ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aunque
las ayunte todas en uno, no le parece haber alcanzado tanto, como
de aquella vez sola. Y esto fue en tanta manera de quedar con el
ENTENDIMIENTO ILUSTRADO, que le parecía como si fuese otro
hombre y tuviese otro intelecto, que tenía antes.
Características de la Experiencia de Dios

n EXPERIENCIA, según su significado etimológico, viene del latín experientĭa,


de la raíz indoeuropea per-, tratar, probar, arriesgar[se], herirse,
marcarse (v. gr. “pe[r]ligro”) con el prefijo ex- fuera, fuera de, ir en busca
de, es decir, aprendizaje [conocimiento] por prueba personal.
n La experiencia de Dios es básicamente dejar de atender a un “sí mismo”
(del ego) para empezar a prestar atención al Otro, cuya Presencia y
comunicación nos transforma, nos “hiere”, nos “marca”. Es recibir un
don/entrega, es “Dios dándose”.
n Es razonable: presenta notas que la hacen verosímil y reclaman nuestra
ratificación. Es “inconfundible”, no se parece a otra experiencia.
n Dios siempre está ahí. Lo captamos por encontrarnos en un “estado
teopático”, la ACTITUD TEOLOGAL.
n La iniciativa de la experiencia de Dios viene de Dios, nos corresponde
prepararnos para “acoger” la iniciativa divina.
n El encuentro con Dios no es encontrarnos con un objeto. No es el fruto
de un discurso o un pensamiento. No hay un objeto “Dios” que
experimentemos.
Experiencia de Dios como Presencia en
Relación
n Experimentar a Dios es un estar/ser-con, de vivir-con. Se centra en
la percepción de una Presencia en relación con nosotros,
omnipresente pero nunca obvia.
n En ella se experimenta que lo más profundo e íntimo de nosotros
mismos nos viene de Otro, es una donación (es Dios). San
Agustín: “Oh belleza antigua siempre nueva, estabas dentro de mí y yo
estaba fuera de mí.”
n No es experiencia de un “soy” frente a un “eres” sino de un “somos”, o
mejor aún de un “siendo juntos” sin división, pero sin confusión: “YO
SOMOS”, “NOSOTROS SOY”.
n Dios nos integra a su propio dinamismo de “amor que se entrega,
amor que recibe, amor que se comparte”; respetando nuestra
identidad, capacitándonos para ser nosotros mismos al máximo con
Dios y desde Dios.
n Gal 2:20: “VIVO, PERO NO VIVO YO [SOLO], CRISTO VIVE EN MÍ”
Moisés y la Zarza (Ex. 3:1-15)

Algunos símbolos presentes:


n La zarza ardiente que no se
consume: Es un símbolo que
representa el contacto con aquel
que sostiene todo lo que existe.
En su cercanía lo que normalmente
tendría que desparecer permanece.
n Al preguntarle su nombre contesta
con el tetragrama sagrado “YHWH”,
que hace referencia a la raíz verbal
de “ser” o “estar”. Se suele traducir
como “Yo soy”, pero podría
traducirse también como “siendo”, o
mejor aún “EL QUE SIENDO SOSTIENE
A TODO LO QUE ES, QUE DE ÉL RECIBE
LA EXISTENCIA”.
YHWH, “Yo soy”

n La prohibición de pronunciar el
nombre sagrado (sustituirlo por
Adonai), hace referencia a la
INVITACIÓN PARA ACCEDER A UNA
y no caer en la trampa
EXPERIENCIA
de conformarse con un concepto.
n No se trata de captar un concepto
sino de EXPERIMENTAR UN
ENCUENTRO.

n Todos estamos invitados a


encontrarnos con YHWH, la
Presencia de Dios en nuestro
Corazón. Cuando nos acercamos a
esa llama, a su misterio de Amor,
percibimos como desaparece
muestra inseguridad. Estamos en
terreno sagrado
El Señor desea dárseme

n 1°. El primer punto es traer a la


memoria los beneficios recibidos de
creación, redención y dones
particulares, ponderando con mucho
afecto cuánto ha hecho Dios
nuestro Señor por mí y cuánto me
ha dado de lo que tiene y como de
igual manera el mismo Señor desea
dárseme en cuanto puede según su
ordenación divina. Y con esto
reflexionar en mí mismo,
considerando con mucha razón y
justicia lo que yo debo de mi parte
ofrecer y dar a la su divina majestad,
es a saber, todas mis cosas y a mí
mismo con ellas, así como quien
ofrece afectándose mucho:
Tomad, Señor, y recibid…

n Tomad, Señor, y recibid


toda mi libertad, mi
memoria, mi
entendimiento y toda mi
voluntad, todo mi haber y
mi poseer; Vos me lo
distes, a Vos, Señor, lo
torno; todo es vuestro,
disponed a toda vuestra
voluntad; dadme vuestro
amor y gracia, que ésta me
basta.
Dios habita en las creaturas

n 2°. El segundo mirar cómo Dios


habita en las criaturas, en los
elementos dando ser, en las
plantas vegetando, en los animales
sintiendo, en los hombres dando
entender; y así en mí dándome ser,
animando, sintiendo, y haciéndome
entender; asimismo haciendo
templo de mí siendo criado a la
similitud e imagen de su divina
majestad; otro tanto reflexionando
en mí mismo, por el modo que está
dicho en el primer punto o por otro
que sintiere mejor. De la misma
manera se hará sobre cada punto
que se sigue.
Dios trabaja y labora por mí

n El tercero considerar cómo Dios


trabaja y labora por mí en todas
cosas criadas sobre la haz de la
tierra, esto es, se comporta
como quien trabaja (id est,
habet se ad modum laborantis).
Así como en los cielos,
elementos, plantas, frutos,
ganados, etc., dando ser,
conservando, vegetando y
sintiendo, etc. Después
reflexionar en mí mismo.
Todos los bienes y dones descienden de arriba

n El cuarto: mirar cómo todos los


bienes y dones descienden de
arriba, así como la mi medida
potencia de la suma e infinita de
arriba, y así justicia, bondad,
piedad, misericordia, etc., así
como del sol descienden los
rayos, de la fuente las aguas,
etc.
n Después acabar reflexionando
en mí mismo según está dicho.

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