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EL TEATRO ROMÁNTICO EN INGLATERRA

El teatro Romántico Inglés inicia con un aspecto tranquilo y sereno. Tiene el


romanticismo de un país burgués e íntimamente constitucional, que en lo moral no
proclama ningún tipo de rebelión violenta, y que en el aspecto político y social se
retracta con horror de la simpatía que ha sentido por la Revolución Francesa
naciente, ya que ésta, de tener reivindicación de libertad, pasa a ser feroz, a la
muerte y a la sangre.

Pero esta serenidad no iba a durar mucho, George Byron (1788-1824) llega con
una rebelión salvaje. Siendo aún joven deja Londres y se embarca en ser un
vagabundo de Europa y Oriente.

Era audaz, de carácter rudo, acostumbraba viajar con un séquito de matones,


caballos, perros entre otros animales, envuelto en el manto ideal de su melancolía
incurable y su repugnancia por el vacío de la vida, sosteniendo su obra de escritor
con la teatralidad de su vida y valiéndose de su fascinación de poeta muy joven

Su obra maestra es “Caín” (1821), ya que sus otras obras eran catalogadas como
que tendían a la hinchazón, a la concepción abstracta, con poco relieve en las
escenas y los caracteres.

El espíritu romántico se vislumbra en su “Caín”, donde él protagonista es ahora un


héroe, un pesimista y desilusionado de Dios y de la vida misma que se cuestiona
el objetivo de su existencia ya que irremediablemente debe terminar en la
oscuridad de la muerte.

El Romanticismo, melancólico pero a menudo confiado en Alemania, filantrópico


en Francia, cristiano y moderado en Italia, por Byron fue visto en Inglaterra como
satánico y Byron, a diferencia de Schiller que “era un ángel bueno”, quiso ser su
Lucifer.

Otro autor de la época fue Percy Bysshe Shelley, amigo y admirador de Byron. Él
era un adorador de la belleza clásica, buscaba el ideal estético helénico, artista de
una espléndida juventud, es un romántico ya que tiene una actitud rebelde contra
la vieja regla moral, social y religiosa. No se deja guiar ante ninguna ley y orden,
lleva una máscara de anarquía íntima, contra la cual se lanza convencido,
románticamente, de que el poeta tiene una misión espiritual.

Fue, predominantemente con estos autores, cómo el Romanticismo invadió a la


tranquila Inglaterra, Byron incluso fue considerado como uno de los poetas

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modernos más ilustres, el más grande entre los ingleses después de
Shakespeare.

EL TEATRO ROMÁNTICO EN FRANCIA

El Romanticismo se abría paso entre los cambios de poder en Francia aunado al


acontecimiento de la consolidación de la nueva clase dirigente creada por la
Revolución, la burguesía laica y liberal, que lentamente transformarían la vida en
Francia y tendrían ideales políticos y morales que despertarán ecos, admiradores
y partidarios en Europa.

El terreno para el Romanticismo lo había preparado las innovaciones del


académico y clasicista Voltaire, e incluso más con Rousseau. La gran revelación
del alma romántica Francesa se tuvo con el libro “Madame de Staël de
l’Allemagne”, libro que ofrece instantáneas de Alemania con un maravilloso
lenguaje, literatura y filosofía fabulosa, muy lejana a estereotipos y prejuicios que
prevalecían – y que no han desaparecido del todo- en esos tiempos. Prohibido y
destruido por Napoleón en Francia ya que podría “educar a un pueblo” y volverlo
inconquistable.

Pero el máximo exponente del Romanticismo en Francia es sin duda Victor Hugo,
él escribe en 1827 el prólogo a “Cromwell”, donde proclama los principios de lo
que será la nueva escuela en forma del Romanticismo, es una forma de dejar al
texto dramático como un mero pretexto y puntualizar cada una de sus ideas y
pasiones en un prólogo que figura como un “Arte Poética” de la época. Proclama
la desaparición de los géneros, todo es “Drama” sin más regla que el sentimiento y
la pasión. No se someterá a la restricción de las reglas y preceptos, la libertad es
la bandera con la que se navegará este nuevo mar. Pero su primera batalla teatral
llegaría en 1830 con “Hernani”, donde desde su primer representación hubo toda
clase de incidentes en el “Teatro de la Comedia Francesa”.

Al autor le falta el sentimiento de la intriga, de la acción, donde quiere ser


misterioso, se vuelve ingenuamente novelesco o pueril. Su riquísimo
temperamento, su prodigiosa vena oratoria, sus enormes cualidades de creador
de contrastes y de imágenes, lo convirtieron en un retórico fecundo, un poeta
lírico, un prosista de extraordinaria riqueza; pero no lograron hacerlo un poeta
dramático, era pasión desbordada, como las ideas que defendía, no pudo sentar
en realidad mucho de sus ideales.

Otro gran exponente Alejandro Dumas, quién antes de que Victor Hugo llegara a
escena ya representaba su primer drama “Henri III et sa cour” (1829), lleno de

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ecos de Shakespeare, de Goethe, de Schiller y de Walter Scott. Es el autor típico
del drama popular, acción que no da tregua, protagonista simpático, intriga de
sorpresa, pasión soberana y psicología sumaria. Logra rescatar al “primer actor”
que es héroe, rebelde y vengador, salva la vida de la mujer amada, lucha con los
viles que la persiguen, la conquista gloriosamente o, si muere, desaparece en un
halo de ferviente deploración: su muerte es una glorificación.

Él no sería recordado como un poeta a diferencia de Alfred de Vigny, la visión del


Conde de Vigny no era optimista como la de Victor Hugo, él era un hombre
desolado y toda su obra fue el poema del hombre que, enamorado del sueño, está
desilusionado de la triste realidad. Su éxito del teatro Romántico llega con
“Chatterton” (1835), drama acerca del poeta inglés que se suicidó en Londres,
aquí la negación romántica se lleva al extremo: el joven héroe es el poeta que vive
de sueños, contra el mundo hipócrita, que le niega la posibilidad de existir, una
clara proyección del autor.

Por otro lado tenemos a Alfred de Musset que su nuevo frescor, entre travieso y
melancólico es su secreto del éxito. El Romanticismo fue verdaderamente la
abolición del “estilo noble” para él, pomposo, oratorio, la reducción de la poesía
lírica a la charla, aparentemente cercana a la prosa, en un lenguaje ágil y común,
un poco descuidado ya a veces hasta impropio, aun así lleno de una gracia sutil
entre alegre y pensativa, además fue el primero en usar la indicación: “La escena
es donde se quiera mientras los trajes sean graciosos”.

Como podemos ver, el estilo Romántico es el mismo, aun cuando veamos que la
libertad de los autores es mucha y sus visiones variadas, desde la pasión
desbordada por libertad pasando por la melancolía y el drama humano para
acabar con lo fresco, alegre y gracioso. Se convirtió en un lenguaje universal
buscando la reivindicación del arte a través de la libertad.

EL TEATRO ROMÁNTICO EN RUSIA

La introducción de este nuevo modelo fue toda una revolución, ya que se autorizó
como lengua literaria el hasta entonces poco cultivado idioma ruso. El precursor
de este cambio fue el escritor Alejandro Pushkin acompañado de Gogol,
Dostoievski y Tolstoi.

Ya sea por sus barreras culturales, religiosas e incluso geográficas, Rusia no tenía
el esplendor que ya se veía en Occidente, recordemos que era agitado por las
nuevas corrientes filosóficas e ideas políticas. Pero en el siglo XIX, saturado de
aspiraciones reprimidas, cuando la inteligencia Rusa, al no poder tener la

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suspirada libertad política, encuentra una salida en la creación de la gran poesía,
de la gran novela y de un Teatro importante.

Hay que esperar hasta 1823, año en que aparece una comedia sabrosa y
significativa: “La desgracia de ser inteligente” de Alejandro S. Gridoedov (1785-
1829). Esta obra ya anuncia anticipadamente lo que será la técnica típica del
futuro Teatro Ruso. Pero no pasó de una comedia fresca y novedosa, fue hasta
que Alejandro S. Pushkin (1799-1837) aparece que se consigue expresar el
espíritu contradictorio de sus conterráneos como él, que pasó de una inicial y
sensual voluntad de escribir al pesimismo más desolado, y del gusto casi popular
de la vida cantada y saboreada con voluptuosidad, a una aspiración íntimamente,
si no formalmente, religiosa y cristiana. Su obra maestra es “Eugenio Oniegin” que
poco a poco termina convirtiéndose en no solo la poesía de una época y de un
pueblo sino de todas las almas y todas las edades.

La lectura de Pushkin incluía a Shakespeare, la suprema virtud de éste está en la


franca verdad con que ha representado a infinitos tipos humanos con la concisa
expresión de sus pasiones.

Pushkin declarando, como todos los Románticos, que repudiaba las viejas
convenciones para inspirarse en la verdad y que había adoptado un arte que pudo
calificarse de “romántico-realista”, el simple realismo fue la meta, en la novela y el
Teatro, del más grande escritor Ruso contemporáneo suyo: Nicolás V. Gogol
(1809-1852). La verdad fue lo que más impresionaba en sus obras, tales como
“Las almas muertas” y/o “El inspector general”.

Otro autor, que en una serie de comedias pintó a la sociedad y la vida de su


tiempo, fue Alejandro N. Ostrovski. En conjunto logra ofrecer cuadros llenos de
color, de vivacidad y de humanidad, su representación se guía por el intenso
supremo de parecer verdadera, aun cuando esté complementada por lo grotesco y
caricaturesco.

Con “El huracán” logra darse a conocer también en Europa, con la que regresa el
antiguo estigma de una palabra olvidada: pecado, el regreso al terror religioso.

Otro autor destacable es Fëdor Dostoievski (1821-1881) que dio a Europa y al


mundo un ciclo de obras en las que también se expresa, con arte desigual, la
dolorosa alma rusa, a veces alucinada, a veces epiléptica, pero formidable.

Posteriormente aparece el que vendría a ser el más grande escritor ruso y uno de
los más grandes de la humanidad: León Tolstoi (1828-1910). Rico, soñó en el
ideal de la pobreza; orgulloso, se propuso el ideal de la humildad; sensualísimo.
Convencido de que el mal y el dolor del mundo son producto de la sociedad y sus

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leyes; civiles y eclesiásticas, excomulgó al Estado y a la Iglesia; rechazó toda
constricción; declaró que eran ilegítimos la soberanía, los tribunales, la milicia, se
lanza contra el arte, afirmando que el único objeto del escritor debe ser el moral,
una moralidad que sea accesible a todos.

“Ana Karenina”, “Resurreción” son algunas de sus novelas, sería pecado no


mencionar su obra maestra “Vlast’ tmy” en el cual se regresa a la religiosidad
originaria del Drama.

La grandeza de Tolstoi está en su potencia elemental; en su humanidad hecha de


alma y de carne; en su intriga simple y compleja, cruel, terrible y edificante. Los
polos opuestos se suman en uno mismo para brindarnos una reproducción fiel de
la humanidad extrema.

GOETHE Y SU NUEVA MANERA DE PENSAR

En 1786 Goethe hace un viaje por Italia, su estancia en este país, que dura dos
años, deja huellas imborrables en su espíritu. El poeta, quién ya estaba influido
fuertemente por la manera de interpretar que divulgó Winckelmann, Italia le revela
el secreto de la armonía grecolatina y la esencia del clasicismo. Repudia incluso
de sus propios orígenes románticos, sus predilecciones por la Edad Media.
Reniega de los primitivos y excomulga lo gótico.

Gracias a esta epifanía surgen la refundición de “Ifigenia en Táuride” y “Torquato


Tasso”, ambas obras proporcionales, armoniosas, con la naturaleza de la simetría
griega, donde Ifigenia no encontraría la salvación en ningún otro lado más que en
ella misma.

FAUSTO ANTES DE GOETHE

En 1587 el librero Johann Spies, de Frankfurt, publica una historia llamada “La
historia de von D. Johann Fausten”, de un autor desconocido presuntamente
proveniente de Espira, esta versión se conoce como el “El Fausto de Spies”, no
tiene una gran calidad literaria pero si una recepción buena con el público. Esta es
la primera historia donde se narra la historia del mítico Dr. Fausto y su pacto con
Mefistófeles.

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BIBLIOGRAFÍA

D’Amico, Silvio. “Historia del Teatro Universal Tomo III”. Ed. Losada.
1954.

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