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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.
Tamar Pitch
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COLECCIÓN CRIMINOLOGÍAS
-I-
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

Directores
MARY BELOFF - MÁXIMO SOZZO
Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales, UBA
Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales, UNL RESPONSABILIDADES
LIMITADAS
Actores, Conflictos
y Justicia Penal

Traducción de Augusto Montero y Máximo Sozzo del original en


italiano (Responsabilitá Limítate. Attori, Conflitti, Giustizia Penale,
Feltrínelll, Milano, 1989) Incluyendo los cambios y adendas realiza-
dos por la autora en la revisión para la edición en inglés de 1995.

Buenos Aires
Primera edición: junio 2003
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345 Pitch, Tamar


PIT Responsabilidades limitadas. Actores, conflictos y justicia
penal.
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ÍNDICE
a
1 ed. - Buenos Aires, Ad-Hoc, 2003.
320 p.; 23x16 cm.
ISBN: 950-894-384-X
Presentación de la colección ................................................. 9
I. Título -1. Derecho Penal.
Prólogo .................................................................................. 13
Prefacio a la edición en castellano.......................................... 31
Premisa .................................................................................... 35

1. Procesos y productos del control social. Uso y abuso


de un concepto .............................................................. 39
DIRECCIÓN EDITORIAL 1. Regulación, conformidad, consenso, coerción ........... 41
Dr. Rubén O. Villela 2. Los méritos y deméritos del dualismo: hacia una
definición...................................................................... 48
3. El sistema de justicia penal y otros sistemas de
Copyright by AD-HOC S.R.L. control social: un debate reciente ............................. 51
Dirección, Administración y Correspondencia: 4. La peligrosidad social: una cuestión de límites 55
Viamonte 1450 - TeL/Fax: 4371 -0778 / 4371 -6635
C1055ABB Buenos Aires, República Argentina 5. Peligroso o tratable: una alternativa que no es
E-mail: info@adhoc-villela.com rígida ......................................................................... 59
Sitio: www.adhoc-villela.com 6. Peligrosidad social, subjetivización e imputación
Librería virtual: www.editorialadhoc.com de responsabilidad .................................................... 61
7. Dicotomías ................................................................... 62
Printed in Argentina
Derechos reservados por la ley 11.723 2. Estudiando la "cuestión criminal". El objeto de la cri-
ISBN: 950-894-384-X minología y la responsabilidad de los criminólogos . 65
1. La paradoja de la responsabilidad ........................... 65
Esta edición se terminó de imprimir en Junio de 2003 en Gráfica Laf s.r.l., 2. Una socialización de-subjetivizada ............................. 69
Loyola 1654 (C1414AVJ) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
3. Criminologías ........................................................... 71
6 RESPONSABILIDADES LIMITADAS. ACTORES, CONFLICTOS... ÍNDICE 7
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4. Variantes de realismo.................................................... 79 7. Diferentes maneras de ser víctimas ........................... 151


4.1. La criminología como epidemiología.................. 79
4.2. El criminólogo como reformador ........................ 83 8. Las "víctimas" y la política de los derechos .............. 157

5. La cuestión de la desviación juvenil ............................... 161


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5. Los abolicionistas: la criminología como desmis-


tificación ..................................................................... 88 1. Una justicia diferente .................................................. 162
6. ¿Cuestión criminal o cuestión penal? ....................... 89 2. La delincuencia juvenil en Italia ................................ 165
3. De la corrección a la reeducación ............................. 168
3. Investigaciones radicales, políticas "no fundadas" ..... 93
1. Grande es la confusión bajo el cielo: el estado de 4. La relación/conflicto entre el Tribunal de Menores
la criminología italiana .............................................. 93 y las agencias asistenciales territoriales .................... 173
2. Cómo estudiar la cuestión criminal ............................. 100 5. Justicia de los derechos o justicia de las necesi-
2.1. ¿Qué es la cuestión criminal? ............................ 100 dades: ¿unfalso dilema? ............................................. 181
2.2. Causas y políticas ............................................. 103
2.3. Un problema de punto de vista .......................... 106 6. Responsabilidad ¿de quién?.......................................... 186
2.4. Cuestiones de responsabilidad .......................... 111
2.5. Constreñimientos y responsabilidad .................... 115 6. Responsabilidad penal y enfermedad mental. Justicia
penal y psiquiatría reformada en Italia ........................ 189
2.6. Argumentos sociológicos para un derecho penal
mínimo................................................................. 121 1. Premisa. Problemas políticos y cuestiones teóricas 190
2. El dilema del psiquiatra forense: ¿quién es su
4. ¿Mejor los jinetes que los caballos? El uso del potencial
cliente? ......................................................................... 200
simbólico de la justicia penal por parte de los actores
en conflicto ..................................................................... 125 3. Elecciones riesgosas ................................................. 205
1. Cruzadas simbólicas y procesos de victimización 126 4. El dilema del juez: ¿castigar es curar?......................... 208
2. La ambivalencia de las movilizaciones contem- 5. Los dilemas de la psiquiatría en el territorio: ¿cas-
poráneas .................................................................... 131 tigar es curar?............................................................... 213
3. La producción del sí mismo como actor y la cons- 6. Riesgos y peligros ..................................................... 221
trucción de los problemas sociales............................... 132
7. Soluciones diferentes, problemas nuevos .................. 223
4. La solución penal y sus consecuencias ...................... 135
5. La demanda de crimtnalización como solución 7. De la opresión a la victimización. El debate sobre la
provisoria de la ambivalencia de los actores co- ley Merlin ...................................................................... 229
lectivos contemporáneos .............................................. 139
1. Premisa ....................................................................... 230
6. De la opresión a la victimización: el desplaza-
miento de la cuestión de la responsabilidad de 2. ¿Abolir la regulación o abolir la prostitución? . 232
la sociedad al individuo ............................................. 144
3. Libertades civiles y defensa social ............................ 241
4. De oprimidas a víctimas .............................................. 247
8 RESPONSABILIDADES LIMITADAS. ACTORES, CONFLICTOS...
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8. De la victimization a la autonomía. Las mujeres, el fe-


minismo y la ley sobre la violación ................................ 251
1. A modo de prólogo......................................................... 252
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2. ¿Violencia o sexo? ......................................................... 255


3. Veinte años de lucha ...................................................... 260
PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN
4. Sexualidad y cruzadas morales...................................... 262
5. Legislando sobre los cuerpos de las mujeres . . 263 "Criminologías" es una colección que pretende reflejar la
producción intelectual contemporánea que se genera en este
6. El miedo a los varones ................................................ 269 campo del saber complejo y polivalente al cual, por las razones
7. Pietà l'è morta: derecho de género .............................. 274 que apuntamos luego, elegimos denominar en plural.
El término "criminología" se ha empleado desde el siglo XIX
8. Breves instrucciones para el uso del pensamiento —cuando fue acuñado—, para hacer alusión a una "ciencia/dis-
feminista italiano ......................................................... 278 ciplina científica" autónoma, que mediante la utilización del
"método científico", pretendía producir conocimiento verdade-
9. Responsabilidad y sujetos .......................................... 282 ro sobre un objeto difícil de asir y denominado de manera difu-
10. Menos derecho............................................................... 287 sa, cambiante, por su propia imposibilidad de ser definido: el
"delito", el "hombre delincuente". Diversas tradiciones intelec-
9. Una política de la soberanía ............................................. 295 tuales del siglo XX, desde la década del '30 —los textos de
Sutherland sobre el "delito de cuello blanco" o las elaboracio-
1. Igualdad, diferencia y derecho penal ......................... 295 nes de Rusche-Kirchheimer sobre la vinculación entre "pena y
2. Para una política de la soberanía .............................. 299 estructura social"— comenzaron a deconstruir esta concepción
positivista al poner en tela de juicio cada uno de los argumen-
tos con los que había sido construida y sostenida por décadas.
Bibliografía............................................................................... 305 En particular, a partir de la década del '60 —gracias al decisivo
trabajo de los llamados "teóricos del etiquetamiento"— los con-
fines de "hacer criminología" se vuelven cada vez más sinuosos
y borrosos. Esto da cuenta de una creciente fragmentación que
está dada por la pluralidad y diversidad de vocabularios teóri-
cos y exploraciones empíricas sobre una multiplicidad de pro-
blemas que se asocian, directa o indirectamente, con la "cues-
tión criminal".
Se trata ahora, pues, de abarcar esta actividad intelectual
que atraviesa fronteras que antaño se planteaban como infran-
queables, al abrirse a los múltiples desarrollos de la teoría so-
cial, la que, por otro lado, se ha acelerado aún más en los años
'80 y '90. De allí que actualmente sólo se pueda pensar este es-
pacio de reflexión en plural como miríada compleja de visiones
que se entrecruzan y alimentan y cuestionan recíprocamente.
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CAPÍTULO 1
PROCESOS Y PRODUCTOS DEL CONTROL SOCIAL.
USO Y ABUSO DE UN CONCEPTO

El concepto de control social tiene una larga y controverti-


da historia no sólo al interior de la sociología, cuyo desarrollo
refleja con exactitud, sino también de la ciencia política, la an-
tropología y la psicología social. No es mi intención retrazar
esta historia. Antes bien, en un libro cuyo foco central de aten-
ción es el sistema de justicia penal, me gustaría seleccionar, a
través del análisis de algunas de las aplicaciones del concepto,
las formas en que puede ser usado para situar al sistema de
justicia penal y para entender aspectos de éste que hasta ahora
han estado más bien ocultos en la literatura italiana.
Control social es un concepto importado del mundo anglo-
parlante y su uso corriente, tanto en el discurso de la vida coti-
diana como en el de las ciencias sociales, es relativamente re-
ciente en Italia. Me ocuparé en el capítulo siguiente de los que,
considero, son los aspectos específicamente italianos del estu-
dio del delito y del sistema de justicia penal. La sociología ita-
liana, en general, parece haber tratado sólo periféricamente cues-
tiones que en otras tradiciones intelectuales se encuentran bajo
el rótulo de control social. Mejor dicho, tales cuestiones han
sido construidas de un modo diferente y por lo tanto discuti-
das bajo rótulos diferentes. Esto tiene que ver con la interac-
ción entre una tradición cultural específica y el desarrollo par-
ticular de cuestiones que en otras culturas son interpretadas a
través de la categoría de control social.
El término "control social" deriva de una tradición de filo-
sofía y teoría política cuyas raíces descansan en el marco de
una compleja democracia descentralizada con una diversidad
étnica y cultural. En tal contexto, ha desempeñado tareas dife-
rentes y hasta contradictorias. Ha formado las bases tanto de
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un relato de las variadas formas de autorregulación del siste- 1. Regulación, conformidad, consenso, coerción
ma social como de las dinámicas de integración social en una En un famoso artículo, Morris Janowitz (1975) se pronun-
sociedad multiétnica. Obviamente, me estoy refiriendo aquí a ció en defensa de una connotación "alta" que, en sus palabras, el
los Estados Unidos, donde la categoría de control social no sólo concepto de control social tenía en la tradición sociológica clási-
fue acuñada por primera vez (por E. A. Ross), al menos como
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ca. Los orígenes macrosociológicos del término, sostenía


un concepto central en sociología, sino que fue adoptada den- Janowitz, han sido sucesivamente banalizados para identificar
tro de los más diversos modelos teóricos, funcionando como los procesos micro, o bien los procesos psicosociales involucra-
una descripción y como una respuesta a cuestiones políticas, dos en la inducción de los individuos a la conformidad con las
sociales y culturales que cambiaban tanto a través del tiempo normas sociales. Esta supuesta banalizacion, en realidad, ya está
como entre campos de estudio específicos. implícita en la propia transformación del problema del orden
El concepto de control social teoriza el problema del or- social en el del control social. No es, de esta manera, tanto una
den social en términos fundamentalmente antihobbesianos. cuestión de trivialización como de privilegio de una de las varias
Como tema central de la ciencia social europea a lo largo de líneas posibles de investigación implícitas en esa transformación.
un siglo, la cuestión del orden estaba planteada en Europa Por supuesto, la elección de los microprocesos de control social,
en términos de una relación entre individuo y sociedad bási- o bien el énfasis exclusivo puesto sobre éstos, identifica orienta-
camente conflictual y en la que la naturaleza humana de nin- ciones teóricas particulares diferentes de las que se seguirían
gún modo se consideraba completamente determinada social- con un énfasis sobre el aspecto llamado "macro" de la cuestión.
mente. Existe así un doble dualismo, detectable de maneras En un sugestivo análisis, Melossi (1983) sitúa la emergen-
diferentes tanto en Durkheim como en Freud, que tiende a cia de la problemática del "control social" en dos transiciones
oscurecerse en la reconceptualización del problema del or- interrelacionadas: una transición histórica, desde los Estados
den social en términos de control social. Es el consecuente absolutistas posfeudales y liberales clásicos decimonónicos a
agotamiento de este dualismo lo que ayuda a explicar la con- los Estados de la compleja democracia moderna, y una transi-
tinua transición, en la tradición norteamericana en ciencias ción teórica, desde las ciencias de la política y el derecho a las
sociales, desde los niveles macro a los niveles micro de con- ciencias sociales. Cuando el orden social es contemplado como
trol social: desde la regulación del sistema social a la induc- un resultado natural de la interacción libre de fuerzas económi-
ción del individuo a la conformidad social. Es este agotamien- cas en que el papel del Estado se reduce al de un garante —un
to, finalmente, lo que explica la extensión semántica y los modelo, como señala Melossi, tanto normativo en la forma de
múltiples usos de la contrapartida del control social: el con- la ideología del laissez faire, como intervencionista al asignar
cepto de desviación. a la organización política la tarea de remover toda resistencia
El concepto de control social es, como he señalado, de al desarrollo capitalista—, el Estado mismo es percibido sólo
importación relativamente reciente dentro de la cultura intelec- como derecho, esto es, como aquello que garantiza jurídica-
tual italiana. Está siendo utilizado hoy con una frecuencia sos- mente los "derechos naturales" del ciudadano burgués. Pero
pechosa: sospechosa, en mi opinión, porque revela poco cono- cuando se plantea el problema de un derecho que no sólo refle-
cimiento de los debates de los que el control social era y es je, sino que también intervenga en el funcionamiento del mer-
objeto. Hasta no hace mucho tiempo, la mayoría de las pregun- cado, tal sistema de derecho no puede ser entendido simple-
tas que están siendo ahora formuladas en términos de control mente como la expresión de la sociedad civil, sino que refiere
social eran teorizadas de otras maneras: como cuestiones rela- directamente a "el Estado" como una entidad institucional
cionadas con el poder, la dominación y la hegemonía. ¿A qué éticamente superior.
nuevas demandas y/o cambios de puntos de vista teóricos co- El despliegue de la democracia durante los siglos XIX y XX a
rresponde el desarrollo del concepto de control social? través de la ampliación de la ciudadanía política y del reconocí-
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miento e institucionalización del conflicto social, disolvió la teóricas de origen europeo, como la fenomenología, a tenden-
unidad del Estado ético y desplazó el problema del orden so- cias posteriores derivadas de la Escuela de Chicago —p. ej., la
cial hacia nuevos terrenos y nuevos cuerpos del saber. Estas etnometodología y la teoría del etiquetamiento) como al estruc-
circunstancias constituyeron la base para el desarrollo de la tural funcionalismo.
sociología europea. Pero fueron especialmente las ciencias so- El tercer aspecto concierne a la semántica de orden y con-
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ciales norteamericanas las que afrontaron estos temas desde el trol. Reteorizar el problema del orden social como un proble-
punto de vista del control social. Esto, de acuerdo con Melossi, ma de control social implica un desplazamiento del acento des-
se debió a la tradición antiestatalista de la teoría política esta- de los mecanismos de gobierno "de" acciones, cuya naturaleza
dounidense, y a un ambiente cultural signado por el pragmatis- social es anterior e independiente de esa regulación, hacia pro-
mo y por su atención sobre los aspectos activos y procesuales cesos de intervención "en" eventos cuya naturaleza social sólo
de la experiencia humana. El problema del orden social, o de es un derivado de tal intervención. Este cambio involucra una
cómo la cohesión ética y la organización social surgen de modo subjetivización y una despolitización del proceso de control.
no coercitivo, es transformado en el problema del control so- Deviene subjetivo en el sentido de que el control se refiere a
cial. intervenciones de algo o alguien orientadas —o interpretables
Me gustaría enfatizar tres aspectos de esta transformación. por referencia— a objetivos y valores. Es despolitizado porque
Primero —éste es el aspecto subrayado por Melossi—, la susti- estas intervenciones son generales y dispersas, y su análisis
tución, en la tradición sociológica norteamericana, de Estado parte de la pregunta "cómo funcionan", más que de aquella acer-
por control social, contrastando con la tradición europea en la ca de "qué tipo de orden producen".1
que aquel concepto retiene su centralidad. Una de las conse- En Europa, como en los Estados Unidos, lo que interesa
cuencias más interesantes de esta sustitución, me parece, es la son los aspectos no coercitivos de la producción de orden social.
descentralización. Los lugares de producción del orden social Pero donde, como en Europa, el Estado retiene la centralidad,
se multiplican, difunden y dispersan fuera de cualquier jerar- estos aspectos sólo pueden ser entendidos como basados en la
quía. Esto plantea un problema fundamental: explicar, identifi- dominación. Cuando, por otro lado, el control social sustituye
car o reforzar la coherencia entre las variadas formas de con- al Estado, este basamento tiende a desaparecer. Nuevamente,
trol social en ausencia de un proceso central, jerárquicamente pueden ser identificadas dos consecuencias generales de estos
coordinado. diferentes enfoques. La primera tiene que ver con la identifica-
El segundo aspecto se relaciona con la atenuación, en el ción en sí misma del objeto de análisis. Gran parte de lo que en
concepto de control social, del conflicto entre el individuo y la la tradición sociológica norteamericana es analizado a través
sociedad, entre la naturaleza humana y la cultura. La teoría del de la categoría de control social, en la tradición europea es
interaccionismo simbólico, que toma sus fundamentos de la
psicología social de G. H. Mead (1966), a su vez estrechamente
1
vinculada a la filosofía pragmatista, concibe a la personalidad Son las dificultades ínsitas en los conceptos de "interés universal" y "con-
como un producto de la interacción comunicativa y, en conse- senso general" las que han contribuido, en la tradición norteamericana, a
privar a la categoría de control social de sus connotaciones críticas y le han
cuencia, como completamente social. Esto no significa una des- conferido un papel casi exclusivamente descriptivo de los procesos asocia-
aparición de la tensión entre individuo y sociedad; la naturale- dos a la producción y reproducción de consenso. Pero su traducción a tér-
za de esa tensión cambia de modo tal que ya no presupone una minos microsociológicos (los procesos de inducción de actores a la confor-
irreductibilidad fundamental de uno con respecto al otro. El midad con las normas sociales) tiene que ver también con la dificultad de
interaccionismo simbólico es una corriente teórica y metodoló- identificación unívoca de la "autoridad pública" junto con los problemas
asociados con el establecimiento de relaciones jerárquicas entre agencias
gica que atraviesa toda la tradición sociológica norteamerica- situadas en forma diversa en los subsistemas de la sociedad en general
na. En diversas interpretaciones y desarrollos inspiró tanto a (véase también Fine, 1987 y, sobre la cuestión de la relación entre desor-
la Escuela de Chicago (y, en conjunción con otras corrientes den y control, véase Marconi, 1979).
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materia de la ciencia política, la sociología política y la sociolo- den entonces ser analizados no como un presupuesto, sino como
gía de las organizaciones. En otras palabras, la reflexión euro-
un producto de continuas negociaciones. El control social, en
pea tradicional sobre la cuestión del orden ha enfrentado los
problemas de la integración social como problemas institucio- esta perspectiva, deviene una propiedad de cualquier interacción.
nales y políticos, más que como problemas de conformidad y Es auto-control, o bien el proceso de internalización por el "sí
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desviación. mismo", de las actitudes de otros por medio de la confrontación


La segunda consecuencia es que el control social, en la tra- con y las adaptaciones a estas actitudes. El control social proce-
dición norteamericana dominante, indica un proceso generativo de de la autorreflexión sobre los efectos de la interacción.2
—como opuesto a represivo—. Distintas escuelas teóricas ven Es este carácter negociado de las normas lo que desapa-
al control social como productor de conciencia, personalidad, rece en el estructural funcionalismo. El Parsons de El sistema
identidad, organización, implicando procesos complejos de in- social (Parsons, 1965) resuelve el problema hobbesiano del
teracción. orden en términos radicalmente antihobbesianos. Si el orden,
El control social involucra, en consecuencia, no sólo los que es tomado aquí como consenso, es lo que la teoría tiene
macroprocesos de organización e integración social, sino tam- que explicar, ésta lo hará sólo tomando al consenso mismo
bién los microprocesos que inducen a la conformidad indivi- como su presupuesto. El consenso —esto es, la orientación
dual o que, para decirlo de otro modo, producen consensos o colectiva por medio de valores compartidos— es un prerre-
significados compartidos como resultado final. El énfasis so- quisito funcional del sistema general de acción. En consecuen-
bre los aspectos procesuales y productivos del control social cia, no es realmente el proceso de construcción de consenso
está acentuado en aquellos tipos de análisis que se focalizan en lo que la teoría se propone analizar, sino más bien cómo este
las dinámicas de producción de significado. Es menos evidente consenso se mantiene y reproduce. La interpenetración de la
en aquellos en que los significados compartidos —el consen- personalidad y los sistemas culturales tienen lugar a través de
so— son tomados de manera explícita como punto de partida. la completa internalización de valores por la personalidad.
Entre los primeros están los modelos interpretativos derivados Estos valores constituyen, entonces, la estructura motivacional
de la versión clásica del interaccionismo simbólico, enraizada de la personalidad. Ésta es, podría decirse, una solución cir-
en la psicología social de G. H. Mead, mientras que entre los cular. Carece de la dinámica autorreflexiva y del anclaje en
segundos es preeminente el estructural funcionalismo desarro- una situación específica característicos de la psicología
llado por Merton y Parsons. interaccionista. Lo que se pone en evidencia aquí es el "sí mis-
En la psicología social de Mead, el "sí mismo" es formado mo" completamente social (véase entre otros, Giddens, 1979)
y transformado por el sujeto individual en un proceso de a tal punto que, como ha sido señalado, no se puede hablar de
autorreflexión sobre los modos en que imagina que es percibi- acción en Parsons, sino más bien de comportamiento o de con-
do por los otros. La relación con otros es, en consecuencia, ducta, completamente determinados por expectativas norma-
constitutiva del "sí mismo" hasta el punto en que éste, a través tivas de rol. Los procesos de socialización son, a la vez, proce-
de un proceso de interpretación, adopta actitudes de otros en sos de control social. El mecanismo prototípico de control
situaciones específicas. El proceso fundamental en funciona- social "secundario" o respuesta a la desviación es, para
miento aquí es el de la comunicación por medio de símbolos y, Parsons, la psicoterapia como modelo de una relación que in-
principalmente, por el lenguaje. El énfasis está puesto en el tenta reconstruir las orientaciones motivacionales hacia valo-
aspecto autorreflexivo de la interacción. Este proceso de res perdidos por medio de una técnica que hace uso delibera-
autorreflexión deja lugar para la interpretación de lo que hace
posible la comunicación: el compartir símbolos y significados.
Este proceso de interpretación es el aspecto dinámico de la in- 2
Para una bibliografía sobre la sociología etnometodológica y fenomenológica,
teracción. Los significados compartidos —el consenso— pue- véanse Giglioli, Dal Lago, 1983; Pitch, 1982.
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do de aquellas actitudes de separación y apoyo sostenido, tí- cial fue planteada como producción de motivaciones para la
picas de un proceso de socialización exitosa.3 acción, más que como censura y sanción de comportamientos.6
En la tradición sociológica norteamericana, en consecuen- Por contraste, la adopción del concepto de control social
cia, el concepto de control social describe un campo4 de proce- por una perspectiva teórica caracterizada por alguna forma de
sos e instituciones en las que el sistema de justicia penal —en dualismo tiene resultados diferentes. Aquí, el control es inter-
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realidad, el derecho mismo— ocupa un lugar periférico y resi- pretado como un proceso de prohibición e interdicción o como
dual.5 Son aquellos procesos e instituciones de intervención la producción de motivaciones "inauténticas", o ambas cosas al
"experta" que, haciéndose cargo de aspectos del comportamiento mismo tiempo. En los tres casos es dado por supuesto que la
social definidos como problemáticos, refuerzan y sustituyen a fuente del control es exógena, ya sea para el sistema social como
las agencias de socialización primaria. Su modo de operación tal, bajo la forma de "naturaleza" o de ambiente, o bien como
es una repetición de las formas de socialización. Muy tempra- aquella área de lo social que está dominada y colonizada. El
namente (véase Ross, 1922 y el subsiguiente desarrollo de la efecto es reubicar la difusión del control social como un proce-
Escuela de Chicago), y al mismo tiempo en que estas institucio- so que es extraño o sobredeterminado con respecto al actor
nes se desarrollaban y multiplicaban, la cuestión del orden so- individual, o denotar por control sólo aquellos procesos
exógenos que intervienen para alterar formas supuestamente
"autogobernadas" de regulación que son luego concebidas como
3
Si la articulación de control social en términos de terapia está situada en expresivas de las necesidades e intereses reales de los actores
un contexto político y cultural caracterizado por el pleno desarrollo del involucrados. En este escenario teórico el sistema de justicia
Estado de bienestar, existe un precedente de la misma, que caracterizaría penal, aún más que el derecho, es central.7 Partiendo de la
como "rooseveltiano" (véase Merton, 1972, Parte II, Caps. VI y VII), en el
que el control social identifica más bien los mecanismos de management centralidad del sistema de justicia penal y de la lógica de cen-
de la tensión entre la "estructura social" y la "estructura cultural". En am- sura, sanción y represión que le son imputadas, otros procesos
bas versiones del estructural funcionalismo (parsoniana y mertoniana) el de control social, situados en otros lugares y operando con di-
control social es antes que nada el productor de motivaciones para la ac- námicas diferentes, son entendidos como procesos auxiliares
ción. Pero en el tratamiento de Merton esto no excluye los aspectos coerci-
tivos, y es esta versión la más utilizada por la sociología de la desviación. que funcionan para producir motivaciones inauténticas o que
4
La perspectiva funcionalista ha sido recuperada por dos tradiciones dife- censuran comportamientos por otros medios.8
rentes. La primera, la sociología de la desviación, ha enfatizado aquellos
aspectos relativos a la relación entre actor y sistema, construida como la
relación entre el individuo y la sociedad. La segunda tradición se ha pre- 6
ocupado más por la dimensión sistémica, por el problema de una ordena- En Ross el derecho ya desarrolla una función de este tipo. Para la relación
ción jerárquica de normas en una situación de diferenciación de roles. Si entre este enfoque y la influyente escuela de jurisprudencia sociológica,
la desviación es un resultado de la carencia de vínculos motivacionales con véase White, 1956.
7
valores consensuales, la diferenciación de roles no origina en sí misma los En los lugares en que el derecho penal puede, de hecho, ser interpretado
conflictos que producen desviación y, en consecuencia, aquellos valores como el garante principal de las libertades fundamentales, el sistema de
son también reguladores y armonizadores de roles. Aquí, el control social justicia penal en su rol de distribuidor de castigos y de selector de indivi-
designa todos los mecanismos de integración intra e inter-sistémica que duos para que padezcan el castigo se presta más fácilmente a una interpre-
contribuyen a la estabilización de una jerarquía de normas. Uno de tales tación en términos de censura y represión.
8
mecanismos es el derecho y son sobre todo los sociólogos del derecho quie- Esto es diferente del concepto de disciplina elaborado por Foucault (1976),
nes han seguido esta dirección. Tal desarrollo es particularmente relevante quien subraya la productividad del "poder". Los discursos y las prácticas
en Luhmann. Véase Bredemeier, 1962; Friedman, 1975; Luhmann, 1977 y disciplinarias no se agotan en el Estado y sus aparatos, sino que operan
1978; Parsons, 1962; y para el debate italiano véase entre otros, De Nardis, sobre todos los planos de lo social, constituido simultáneamente como
1988; Febbrajo, 1975; Ferrari, 1980 y 1987; Martinelli, 1988; Torneo, 1981; objeto de conocimiento y destinatario de prácticas disciplinarias específi-
Treves, 1987. cas. También para Foucault la disciplina no emana desde un centro, no
5
Si el derecho puede, de hecho, ser observado como un mecanismo de con- tiene un sujeto y no es entendible en términos de censura, aunque su inter-
trol social, es más en su función de "interpretación" y estabilización de pretación por los sociólogos de la desviación y los llamados criminólogos
normas sociales que en la de distribución de sanciones. críticos de la década del '70 haya cambiado su sentido en esta dirección.
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Estos dos abordajes del control social tienen que ver más de las áreas tradicionales de lucha. En estos conflictos, el tér-
con las diferentes culturas políticas de las que emanan que con mino "desviación" se prestó, y fue frecuentemente utilizado por
alguna diferencia significativa en la importancia de las institu- los protagonistas, para describir e integrar una diversidad de
ciones punitivas y en las dinámicas de poder en las sociedades conflictos en un marco de referencia común: el hecho de com-
norteamericana y europea, aunque, por supuesto, estas cultu- partir una subjetividad antagónica común o una situación de
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ras surgen de experiencias diferentes del conflicto y su gestión. opresión a la que la clase trabajadora daba significado y expre-
Es suficiente pensar en el keynesianismo y el "New Deal", por sión práctica. "Control social" servía, de este modo, para iden-
un lado, y en el fascismo europeo, por el otro. Sin embargo, tificar una gama de procesos e instituciones mucho más exten-
actualmente estas dos interpretaciones coexisten en países con sa que la invocada por la categoría de "represión". La atribución
configuraciones políticas similares y una proliferación compa- de control social devino un arma para actores involucrados en
rable de instituciones especializadas, orientadas a la interven- conflictos que "descubrieron" modos y lugares de opresión has-
ción y a la asunción de responsabilidades con respecto a pro- ta ese momento desconocidos, o denunciaron como opresivas
blemas sociales. En realidad, el segundo abordaje —europeo— condiciones y situaciones sociales hasta ese momento conside-
del control social alcanzó una popularidad considerable en los radas normales.
Estados Unidos en las décadas de '60 y '70. En este período lo La segunda razón para la popularidad de la terminología
que se produjo fue, por un lado, la adopción del concepto de de control social es que ha permitido la coexistencia de institu-
control social en los debates sociológicos y políticos europeos ciones custodiales, como las prisiones, los hospitales psiquiá-
y, por el otro, la penetración de modelos dualistas en el am- tricos, etc., con formas más descentralizadas de organización y
biente sociológico norteamericano. Es precisamente este pro- con enfoques de los problemas sociales orientados al tratamien-
ceso de interpenetración de dos tradiciones el que ha sido con- to, que son tomados como aspectos diferentes de una estrate-
ducente para una elaboración de un concepto de control social gia unificada. Sin embargo, aunque esto resultó en una actitud
referido a procesos e instituciones que son, simultáneamente, crítica y desconfiada hacia la descentralización, con frecuencia
totalizantes y opresivos. condujo a aquellos principalmente vinculados con el sistema
de justicia penal a acordar a éste un papel central y fundamen-
tal en la formación de los nuevos procesos.
2. Los méritos y deméritos
Los paradigmas dualistas de control social recogen los
del dualismo: hacia una definición
puntos de vista de los actores de los conflictos sociales, pero
Por un largo tiempo, las dos interpretaciones del control pretenden fundarlos en algún lugar externo (la naturaleza, las
social han sido representativas, la primera de una teoría con- necesidades "reales", los deseos "no reprimidos", las contra-
sensual y la segunda de una teoría conflictual de la dinámica dicciones del sistema, etc.), desde los cuales pueden ser deri-
social. La literatura sobre esta cuestión es enorme (véase la vados los significados "reales" de estos puntos de vista. Los
bibliografía en Pitch, 1982) y se refiere a un contexto de debate, paradigmas dualistas hacen posible la identificación de "pun-
hoy bastante pasado de moda, típico de los primeros años de la tos de resistencia", que permiten atribuir racionalidad a los
década del '70. conflictos y tener en cuenta las dinámicas de poder. Pero con-
La penetración de, al menos, la terminología de control flicto e interacción continúan siendo dinámicas abstractas, y
social y desviación en la sociología italiana —que siempre ha los dos polos de la dicotomía —los actores y sus necesidades
tenido un horizonte teórico fuertemente dualista— se debe, me "reales", por un lado; el sistema de control social, por el otro—
parece, a dos factores principales. De un lado la explosión, desde permanecen mutuamente irreductibles, consignándoles a am-
los últimos años de la década del '60, de un amplio espectro de bos en consecuencia un status a priori que niega en sí mismo
conflictos sociales que involucraron a actores sociales previa- una lectura en términos de conflicto e interacción. Los resulta-
mente desconocidos y que tuvieron lugar completamente fuera dos finales no pueden ser sino dos: voluntarismo o determinis-
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mo. Por un lado, un conflicto eterno entre actor y sistema; por ―o sus efectos— depende en gran medida de la emergencia de
el otro, la colonización total del actor por parte del sistema. actores que, reclamando una subjetividad política y social autó-
No es necesario, sin embargo, encontrar el punto de vista noma, denuncian como formas de control o como obstáculos para
del actor en una relación externa y causal con respecto al con- la obtención de esa subjetividad esferas de actividad hasta ese
flicto y la interacción sociales. El punto de vista del actor es, momento experimentadas y vividas como neutrales.
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por el contrario, en sí mismo un producto del proceso de inte- En este libro estoy interesada en algunos de los grupos
racción y su demanda de racionalidad puede ser validada sólo sociales e instituciones que interactúan con el sistema de justi-
en ese contexto. La "externalidad" del control social para el ac- cia penal como parte del proceso de articulación de ideas y estra-
tor tiene que ser entendida como algo dinámico. No es simple- tegias basadas en definiciones de lo "bueno" y lo "normal".
mente un proceso de resistencia a la imposición sino que más Sostendré que cualquiera que en el presente quiera enten-
bien, es construido dentro de la dinámica de conflicto e der la producción de control social debe tener en cuenta, al me-
interacción con fuerzas que son percibidas como produciendo nos, tres áreas o tipos de procesos. Primero, aquellos relaciona-
conformidad e imponiendo constreñimientos. Esta interacción dos directamente con el derecho y el sistema de justicia penal,9 y
conduce, a su vez, a la producción de nuevas normas, límites y con la psiquiatría y las instituciones psiquiátricas (hasta el mo-
definiciones de "normalidad". mento, áreas privilegiadas en la literatura italiana sobre este tema,
En un modelo de este tipo el concepto de control social se como veremos). En segundo lugar, aquellos imputados a agen-
enriquece, más de lo que se empobrece, por su ambigüedad. Al cias involucradas en la distribución de servicios y recursos (ta-
hacer posible interpretar procesos diferentes —de socialización les como la asistencia de la salud, los beneficios sociales), en la
y coerción— en términos de la producción de motivaciones, nos medida en que estas operaciones contribuyen a las articulacio-
permite observar cómo esferas distintas de la vida social y com- nes de las nociones de "bueno" y "normal" y se basan en éstas.
petencias institucionales diversas se interrelacionan y super- Tercero, aquellos relacionados a las actividades de grupos y
ponen. También nos permite hacer referencia, al mismo tiem- movimientos sociales como productores de nociones de "bueno"
po, a una organización social particular y a la experiencia e y "normal", en su confrontación con tales instituciones.10
interpretación de esa organización.
Esta concepción del control social ha evolucionado en el 3. El sistema de justicia penal
contexto del Estado de bienestar intervencionista. El concepto y otros sistemas de control social: un debate reciente
cumple dos funciones interconectadas. Primero, sirve para iden-
tificar aquellos procesos que producen simultáneamente "con- Los principales interlocutores del debate sobre la naturale-
senso" y "coerción", o bien uno o lo otro —dependiendo del punto za, orientación y significado de las políticas de control social con-
de vista desde el que son analizados—. En segundo lugar, exhi-
be las interconexiones entre procesos que operan de diferentes 9
Existe también un área ya estudiada bajo la categoría de "justicia informal"
maneras y con diferentes objetivos: la intervención sobre el (en particular, los sistemas independientes y privados de vigilancia y con-
"abandono" y la pobreza, las políticas de salud, la psiquiatría, trol), que abarcan desde las fuerzas de policía privadas, los sistemas de
control y autocontrol de las grandes compañías, hasta los estudios por
y las políticas criminales y de orden público. parte de los pluralistas legales de los mecanismos internos de justicia y
Definir a estos procesos como procesos de control social es disciplina en organizaciones particulares, como las profesiones o el ejérci-
una elección: pueden también ser analizados en otros términos. to. Véanse R. L. Abel, 1982; Cain, 1985; Ogliati-Astori, 1988; Shearing-
Stenning, 1985; Scraton-South, 1984; Spector, 1981.
El control social no identifica un objeto específico sino que consti- 10
Esta área es el terreno, no sólo de las llamadas "cruzadas morales", sino
tuye un punto de partida conceptual. El estudio de qué procesos también de la autoorganización para afrontar problemas comunes (p. ej.,
son en distintas ocasiones identificados como control social, por Alcohólicos Anónimos). Muchas asociaciones actúan tanto en el nivel de la
otro lado, ayuda a entender la transformación y el desplazamien- política como en el plano de las relaciones con las agencias de asistencia
social y a través de grupos de autoayuda (tales como los parientes de
to de los conflictos sociales. Lo que es identificado como "control" toxicodependientes, enfermos mentales, etc.).
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temporáneo son, todavía, los sociólogos y criminólogos que ob- y la descarcelación (Scull, 1977), puestas en práctica particu-
servan al control social como las instituciones y procesos que larmente en el área de la "delincuencia juvenil" por medio de la
definen y gestionan la desviación (Cohen, 1985). Esta definición, elaboración de esquemas de diversion, haciendo máximo uso
como he sostenido en otro lado (Pitch, 1988), es tautológica y de la probation y del servicio comunitario.11
además asume una centralidad del delito y la justicia penal que Esta época de reformas, sin embargo, fue juzgada con ex-
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otorga coherencia y unidireccionalidad exageradas a las fuentes trema severidad. Desde la "izquierda", sus efectos fueron de-
y a la producción de control social. Es útil, no obstante, repasar nunciados como conducentes a una difusión del control y la
este debate una vez más, a causa de su importancia para delimi- vigilancia hacia nuevas áreas y poblaciones hasta ese momento
tar el presente terreno de discusión e investigación. excluidas. La descentralización y el involucramiento de la co-
En el centro de este debate está la interpretación de los munidad fueron vistos como la extensión de un control "blan-
cambios que tuvieron lugar durante los años '60 y "70. En estos do" que no reemplazaba a la segregación y la custodia, sino que
años, aunque de diferentes maneras y en grados diversos en dis- se les sumaba produciendo como resultado la "ampliación de
tintos países, evolucionó un discurso dominante de y sobre la red" de intervenciones institucionales burocráticas (véase
el control social, aparentemente unido en su focalización sobre la Cohen, 1988),12 y además erosionaba las áreas tanto del con-
descriminalización, la desinstitucionalización, la descentraliza- flicto y del debate políticos legítimos como de los espacios pri-
ción y la territorialización. No obstante, las polémicas y los dis- vados e individuales.
cursos en torno al control social eran, en realidad, un reflejo de Esta lectura pesimista, evidente en gran parte de la litera-
procesos diversos y contradictorios que estaban ocurriendo en tura anglosajona, está asociada con la introducción de un mo-
las diferentes situaciones nacionales. delo teórico derivado del marxismo dentro de los paradigmas
En los Estados Unidos y en Gran Bretaña el "nuevo discur- tradicionales de la sociología del control social. Basado en una
so" del control social (Cohen, 1985) emergió en el contexto del tipología tradicional del conflicto, este enfoque es incapaz de
Estado de bienestar desarrollado, y tomó la forma de una críti-
ca a sus resultados opresivos y disciplinarios. Sin embargo,
inicialmente dio por supuesto un horizonte de permanente in- 11
En Italia, los discursos y proyectos de desinstitucionalización coincidieron
cremento en el gasto público. Es un discurso caracterizado por —como ha sido destacado— uno como motor del otro, con la onda de
la tolerancia y la permisividad (para Gran Bretaña, véase NDC, antiautoritarismo simbolizada por el 1968 (Pitch, 1982, Introducción). El
debate se focalizaba particularmente en torno al derecho y a la psiquiatría.
1980), ejemplificado por el apoyo a las alternativas al encierro, No existiendo vocabulario sociológico autónomo del cual extraer conceptos y
la descriminalización de los "delitos sin víctimas" y la análisis, la literatura anglosajona fue saqueada para proveer un lenguaje
desinstitucionalización psiquiátrica, junto a exhortaciones a para proyectos políticos que oscilaban entre el maximalismo "revoluciona-
la tolerancia de la "diversidad" y de los estilos de vida no con- rio" y el reformismo "modernizador". Las casi contemporáneas campañas
de "ley y orden" y la promulgación de legislación de emergencia dieron lugar
formistas. Esto involucró una defensa de los derechos indivi- a un debate en el que la defensa de los derechos civiles y el debido proceso
duales contra el welfare state paternalista y "terapéutico", y chocaron con fuertes tendencias sustancialistas, apelando tanto a temas de
tomó la forma de una reorientación de las políticas del welfare seguridad y a la ideología de la rehabilitación formulada, por ejemplo, en las
hacia la participación de los clientes, la descentralización y el reformas penales italianas de los '80 (véase la Ley Gozzini de 1986), como a
la flexibilidad del castigo en respuesta a las necesidades del individuo.
control comunitario (véanse Nelken, 1985; Scull, 1982). Éstas 12
Las propuestas y proyectos de deslegalización, el desarrollo de formas de
fueron consideradas las bases para una resocialización no te- resolución de conflictos fuera del sistema de justicia penal dirigidas a in-
rapéutica, liberada de connotaciones disciplinarias y apta para crementar la participación directa de los ciudadanos y remover los largos
responder a las necesidades definidas por los clientes. Este tipo procedimientos legales formales que supuestamente alienan a muchos de
de propuesta de políticas de welfare encuentra un reflejo en reclamar sus derechos, no parecen haber evitado resultados similares. Esto
es especialmente cierto con respecto a los grupos y estratos sociales cultu-
sociología, en el trabajo de los teóricos del etiquetamiento. En ralmente desfavorecidos (véase Abel, 1979 y 1982). Una crítica de la tesis
el área de la justicia penal, los temas fueron la despenalización de la extensión del control disciplinario puede verse en Bottoms, 1983.
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interpretar las nuevas modalidades de control social, que son de management de las prisiones es parte de esta lógica.13 La
ahora cada vez más importantes. Considera que las formas de otra cara de la moneda parecería ser la diseminación de un
control progresivamente menos represivas y orientadas más control "blando", informado por las perspectivas terapéuticas
técnica y administrativamente invaden, inexorablemente, todo y tratamentales, descentralizado y basado en la comunidad,
aspecto de la vida social, encontrando poca resistencia. La di- orientado hacia "el resto": pequeños ofensores, delincuentes
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mensión conflictual es tenida en cuenta sólo hasta el momento juveniles considerados como una población capaz de ser resca-
en el que las políticas sociales se traducen en leyes, pero sus tada y resocializada a través de la educación y la rehabilitación
efectos son luego interpretados como triunfos sustanciales del (véase Pavarini, 1986).
"poder". Lo que este modelo es incapaz de captar —un punto al
cual nos referiremos frecuentemente más adelante— es la trans-
formación producida por la expansión de la cultura del welfare: 4. La peligrosidad social: una cuestión de límites
en particular, el continuo e irreversible descenso del umbral de En la literatura sobre el sistema de justicia penal, la reno-
acceso legítimo a una respuesta social y política para temas e vada fortuna de la categoría "peligrosidad social" es interpreta-
intereses hasta el momento considerados como "naturales". da como el resultado de la crisis de la estrategia de reforma
Una progresiva desnaturalización ha ocurrido, uno de cu- penal. Es verdad, por cierto, que la peligrosidad social como
yos síntomas es, entre otras cosas, un marcado incremento en concepto está disfrutando de una nueva y creciente aceptación.
el uso simbólico de la justicia penal con respecto a áreas tales Funciona ahora como una legitimación para la incapacitación,
como la administrativa y la económica, donde funciona como como el criterio de clasificación dentro de la prisión misma y
una legitimación de nuevos intereses. Éste será el tema del entre las estrategias custodiales como tales y las políticas de
Cap. 3. control "blando". La peligrosidad social resurge en oposición al
Desde la "derecha" política, por otro lado, el welfare y las modelo de la "rehabilitación". Puede, en consecuencia, funcio-
reformas políticas inspiradas por él fueron denunciadas como nar como una clave para la lectura de las actuales políticas de
inútiles, ineficientes y costosas. En los Estados Unidos, los po- control y como un patrón desde el cual juzgar las teorías libera-
líticos del neoliberalismo defendieron un retorno al estricto les y de "izquierda" prevalecientes. Como la criatura ilegítima de
retribucionismo en términos de defensa social. Las campañas la crisis de las políticas del welfare, esta idea renovada de peli-
de "ley y orden", motivadas de maneras diferentes en distintos grosidad ha perdido las connotaciones biológicas positivistas que
países (en Italia, terrorismo, drogas y crimen organizado; en acarreaba originalmente y adquirido connotaciones que facilitan
Gran Bretaña, crimen callejero; véase Hall et al., 1978; y luego la extensión de su uso (De Leonardis, 1988). Funciona como
los disturbios en los ghettos negros, véase Lea-Young, 1984), una categoría residual: todo lo que no es apto para ser sujeto a
rechazaron tanto las "nuevas" estrategias de resocialización tratamiento o rehabilitación es, por esa razón, peligroso.
como las "viejas" estrategias de reeducación y rehabilitación.
Esto será discutido en el Cap. 2.
Una caracterización particularmente sugestiva del escena- 13
rio presente es provista por la metáfora de la "bifurcación", a Las reformas en las prisiones italianas de 1975 y 1986, por ejemplo, intro-
dujeron una diferenciación entre prisioneros peligrosos y rehabilitables.
través de la cual se observa un desplazamiento creciente de las Los primeros tienen denegado el acceso a los beneficios penitenciarios y
políticas de control social en dos direcciones separadas. Por un reducciones de sentencias de los que gozan estos últimos y son sujetos a
lado, el desarrollo de regímenes explícitamente represivos, un "régimen especial". Las reformas de las prisiones italianas sufren un
custodiales y segregativos, simbolizados por una prisión pronunciado movimiento oscilatorio en el marco del clima político general,
purgada de cualquier ilusión reeducativa y orientada directa- que influye fuertemente en si son o no implementadas y en qué medida. Su
lógica, sin embargo, es inspirada por la reeducación, basada en la diferen-
mente a la incapacitación de un núcleo duro residual de ciación entre lo reeducable y lo socialmente peligroso (véase Di Lazzaro,
ofensores intratables. La diferenciación como el nuevo modelo 1988; Mosconi-Pavarini, 1988).
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No obstante, la metáfora de la bifurcación (predominante La del circuito es una metáfora que subraya no sólo la in-
en las interpretaciones de "izquierda" de las políticas de con- terdependencia, sino también el continuo intercambio entre el
trol social), al partir desde el punto de vista del sistema de sistema de justicia penal y el sistema del welfare y su funciona-
justicia penal, sólo recoge aquellos aspectos de la peligrosidad miento a través de un proceso de referencia recíproca. Este
social contemporánea que la legitiman inmediatamente. Es des- modelo asume, sin embargo, que el sistema de justicia penal
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plegada, en otras palabras, para describir y gestionar fenóme- funciona como el punto de llegada y clasificación, como sostén
nos retratados como irremediablemente inmunes a cualquier indispensable del circuito completo y, en última instancia, como
forma de rehabilitación o control blando: el terrorista, el mafioso el productor de modelos de control custodial y segregativo.
y aquellos por definición no rehabilitables en virtud de estar Este circuito de ninguna manera es pacífico. Es útil retener
conscientemente en conflicto con las reglas del pacto social. de la metáfora de la bifurcación la noción de tensiones existentes
Desde este punto de partida, la literatura procede a interpretar entre las diferentes formas de control. Son precisamente estas
la extensión de la categoría de peligrosidad social para incluir a tensiones, más aquellas internas a las agencias del welfare, las
los "violentos" y a los "ofensores realmente serios" (Bottoms, que producen la peligrosidad social. Es necesario, antes que nada,
1977) como una forma de minimizar los costos —económicos y recordar que las agencias del welfare están principalmente inte-
simbólicos— del modelo de la encarcelación. Esto permitiría a resadas en la redistribución de recursos. La producción de con-
este último relegitimarse como la estrategia de último recurso trol es secundaria y es un subproducto de los aspectos normati-
para hacer frente a conflictos sociales reducidos a o represen- vo y disciplinario del proceso de distribución. En lo que concierne
tados por "grupos seleccionados de locos y malos" (Bottoms, a las agencias del welfare, su rol en la pacificación y normaliza-
1977, 87), mientras las medidas de descarcelación, despenali- ción de conflictos, en el management de las privaciones y de los
zación, supervisión en la comunidad, serían extendidas a todas disturbios sociales y en la traducción de éstos a problemas de
aquellas categorías de ofensores para quienes las teorías patología individual, está inextricablemente conectado con el rol
situacionales todavía conservan alguna plausibilidad. de estas agencias en la producción y difusión de derechos socia-
Pero esta lectura en términos de bifurcación no recoge la in- les. Esta última, bajo la forma de respuestas a las necesidades,
terdependencia de la rehabilitación-reeducación con la peligrosi- es su función principal y legitimante. Estas necesidades son, por
dad social. Al retener una centralidad teórica para el sistema de supuesto, administrativamente predefinidas por el sistema del
justicia penal corre el riesgo de asumir la autolegitimación de éste welfare, que interactúa luego con las necesidades tal como las
como una descripción de sus operaciones reales. La metáfora de ha definido. Cuanto más rígida la predefinición de necesidades,
la bifurcación imputa al sistema de justicia penal la producción más problemáticos y contradictorios los efectos de la interac-
de procesos que, en realidad, tienen sus orígenes en otro lado. Al ción con ellas.
acentuar la separación entre el sistema de justicia penal y otros Existen, en consecuencia, muchos factores que determi-
sistemas que producen control, la metáfora no recoge la natura- nan en la práctica el funcionamiento del rol normalizador de
leza residual de la categoría de peligrosidad social e identifica su las agencias del welfare. Desde el planeamiento, la formación y
origen al interior del sistema de justicia penal. La bifurcación es la implementación de políticas hasta la interacción entre los
más bien la criatura de la crisis del sistema de welfare, y sus servicios que involucran (Micheli, 1986), entre estas mismas
orígenes deberían ser buscados al interior del "circuito" de las agencias y el sistema de justicia penal, entre los servicios y sus
agencias de welfare. Este cambio de focalización implica la adop- clientes, este funcionamiento es el resultado de conflictos y ne-
ción de un modelo diferente de interpretación. Cuando es gociaciones. La peligrosidad social es uno de los productos
visualizada desde el punto de vista de las agencias del welfare, posibles de estos procesos, cuya contracara es un nuevo tipo
la metáfora de un "circuito" (transinstitucionalismo) parece más de subjetividad.
adecuada que la de la bifurcación para comprender el universo Dado que la peligrosidad viene a ser lo que subsiste, resiste
de las instituciones productoras de control. o escapa a la red de las agencias del welfare, todo lo que no
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puede ser administrado o es irreductible a las reglas operativas e1 abandono de lo que ellas definen como disturbios sociales y
de estas agencias, muchos de estos fenómenos aparecen como que son como tales, reenviados al sistema de justicia penal.
"abandono". El abandono tiene, sin embargo, dos caras. Por un En el segundo caso, la situación es más compleja. Los límites
lado, indica un fracaso del sistema y, en consecuencia, forma las entre el abandono y la peligrosidad son sutiles y móviles y el
bases de una crítica de las políticas del welfare. Por el otro,
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público usa ambos términos, a menudo simultáneamente, en


designa un lugar de resistencia a la intervención institucional. conflictos con las agencias del welfare, como en los casos en que
Puesto que el abandono no es sólo el resultado de inadecuaciones
el abandono es denunciado como la fuente de la peligrosidad
del sistema sino también el de la ingobernabilidad de los proble-
mas, tiende a presentarse bajo la forma de "disturbios sociales". social o cuando se requiere a los servicios sociales que inter-
De esta manera, el abandono deviene interpretado como peligro- vengan por razones de defensa social (véanse, p. ej., las luchas
sidad social. en torno a los temas de la toxicodependencia y la enfermedad
Si el abandono dirige la atención a las responsabilidades mental).
de las agencias del welfare y evoca un modelo de la tutela, la
peligrosidad social dirige la atención al sistema de justicia pe- 5. Peligroso o tratable: una alternativa que no es rígida
nal y evoca el modelo de la custodia. Cuando el acento se coloca
sobre el abandono, la peligrosidad social es reconfigurada en La interpretación de la peligrosidad, analizada más arri-
términos terapéuticos, apropiados para demandas de y experi- ba, hace posible una lectura de las dinámicas de control social
mentos en un tipo de control social "comunitario", a su vez res- capaz de recoger el proceso de cambio y reubicación de los con-
paldado por medidas custodiales. Estas estrategias buscan le- flictos.
gitimación a través de una apelación al derecho del individuo La centralidad de la cuestión criminal o, mejor dicho, como
de recibir asistencia y al deber del Estado de proveerla, aun en veremos en los próximos capítulos, la traducción de la cues-
contra de los deseos del cliente (me refiero al debate sobre la tión criminal como una cuestión penal, en gran parte de la so-
toxicodependencia, el tratamiento obligatorio, la comunidad ciología anglosajona y de la criminología crítica, condujo a una
terapéutica). Cuando, por otro lado, el acento está puesto so- descripción superficial de los escenarios, frecuentemente refle-
bre la peligrosidad social, entonces el abandono adquiere una jo de aquellos retratados por la sociología de los '60. La inter-
cualidad indisolublemente asociada con estilos de vida, actitu- pretación pesimista a la que me he referido considera a la sali-
des y culturas (Pizzorno, 1986). Los gitanos y las minorías da del sistema de justicia penal (en la legislación anglosajona)
étnicas son percibidos y definidos como socialmente peligro- de ciertos delitos sin víctimas —aborto, homosexualidad, pros-
sos precisamente sobre estas bases. El hecho de vivir o prove- titución, toxicodependencia, algunas formas de delincuencia
nir de áreas social y culturalmente deprimidas, con una alta juvenil— no ya como un éxito de las políticas de descriminali-
tasa de delitos, como algunos barrios de Palermo y Nápoles, zación asociadas con la izquierda en los '60,14 sino como el
está asociado también con la peligrosidad social. Estas carac- resultado de políticas conservadoras dirigidas hacia la patolo-
terizaciones del abandono conducen a demandas de seguridad gización de los conflictos. Desde este punto de vista, el sistema de
cuyo foco es el sistema de justicia penal. justicia penal aparece, al menos, como el lugar en el que los
Existe también otra forma de observar la dialéctica aban- conflictos son reconocidos como tales y en el que los indivi-
dono-peligrosidad. Estos dos términos pueden ser entendidos, duos involucrados en ellos retienen el status de actores cuyas
por ejemplo, como instancias en un conflicto entre las agencias
del welfare y el sistema de justicia penal, y entre el circuito
completo de instituciones y el público. En el primer caso, la 14
Sobre la crítica de la noción de "éxito" en las reformas, sobre la base de la
ausencia de soluciones custodiales por parte de las agencias comparación con sus objetivos reconocidos, véase Cohen, 1988, y más en
del welfare puede ser usada por estas agencias para justificar general, Donolo-Fichera, 1988.
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motivaciones deben ser tenidas en consideración.15 El movi- alguna atención a la "conciencia" y, en consecuencia, algún re-
miento de back to justice ("retorno a la justicia") está inspirado conocimiento del status del ofensor como actor es más recupe-
por una preocupación por el respeto de las libertades civiles, rable en el universo de la terapia y de otros servicios dirigidos
que se consideran amenazadas por los modelos rehabilitadores hacia el "monitoreo" de las clases medias, que en el regreso al
de respuesta a los problemas sociales. El regreso a los mode- castigo al que están sometidos los grupos socialmente desfavo-
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los retribucionistas puede, entonces, ser invocado en el nom- recidos.


bre de la protección de los derechos de los individuos, y la jus- En Italia, sin embargo, se presenta un cuadro algo más
ticia penal puede ser considerada el lugar en el que las confuso (y es por lo menos hipotetizable que la adopción de un
motivaciones de los actores se toman seriamente, en vez de ser punto de partida conceptual descentrado del sistema penal da-
reducidas a meras expresiones de patologías. ría, en alguna medida, diferentes resultados si fuera aplicado a
Sin embargo, el retorno de un énfasis sobre el castigo, evi- los Estados Unidos). En Italia, el sistema psiquiátrico-asistencial
denciado durante la década del '80 en los Estados Unidos (y de es un área compuesta caracterizada por la coexistencia e inte-
manera diferente en Italia), estuvo fundado no tanto sobre la racción de servicios públicos, semipúblicos y privados, cuyos
protección de las libertades civiles como sobre la necesidad de clientes potenciales no son fácilmente distinguibles sobre la base
la defensa social, y terminó haciendo irrelevantes no sólo las de características sociológicas y que, en realidad, circulan en-
causas socioculturales de la criminalidad sino también las moti- tre las instituciones (presumiblemente con estrategias diferen-
vaciones individuales de los ofensores (véanse los llamados cri- tes, dependiendo de los distintos recursos personales). Ade-
minólogos realistas de derecha, tratados en Platt-Takagi, 1978). más, si concebimos a la peligrosidad social (y a la defensa
De acuerdo con Cohen (1983), la pareja peligrosidad-de- social), al mismo tiempo, como producto residual del "circui-
fensa social significa, precisamente, la vuelta a modelos con- to" y como maniobra en el conflicto, los dos modelos de control
ductistas, indicando un desplazamiento significativo desde la (cuerpo y mente, incapacitación e intervención sobre causas
centralidad de la mente hacia la centralidad del cuerpo. Este sociales y motivaciones individuales) se presentan inextricable-
desplazamiento, resultado de la crisis de la ideología rehabili- mente conectados. Cada uno interactúa, o mejor constriñe y
tativa, es funcional a políticas criminales cuyo objetivo realista desafía continuamente al otro, tanto al interior del sistema pe-
(de acuerdo con sus sostenedores) no es la eliminación de las nal como dentro del sistema socio-psicoasistencial. Ciertamen-
causas del delito, ni la reeducación o la rehabilitación del te, ellos no identifican poblaciones sociológicamente distintas
ofensor, sino volver inofensivos a los delincuentes (naturalmente, (véase De Leonardis, 1988).
a aquellos que pudieron ser atrapados). De acuerdo con Cohen,
estas políticas se justifican a sí mismas, precisamente, en tér- 6. Peligrosidad social, subjetivización
minos de la necesidad de la defensa social para hacer frente a e imputación de responsabilidad
la peligrosidad y se focalizan sobre grupos sociales desfavore-
cidos, mientras la cuestión de la motivación y, en consecuencia, Me gustaría retomar la cuestión de la relación entre
de la reeducación y de la rehabilitación retienen su relevancia subjetivización y peligrosidad social. En realidad, parece ejem-
en lo relacionado con la desviación de la clase media. En con- plificar las dinámicas y contradicciones de una imputación de
traste con los liberales del back to justice, Cohen sostiene que responsabilidad iniciada por el Estado de bienestar. Lo que de-
viene construido como peligrosidad es, precisamente, lo que se
presenta como ingobernable e intratable. La intratabilidad pue-
15
Los modelos liberal y de "retorno a la justicia" están comprendidos por de, como he sostenido, ser tematizada como una deficiencia
esta lectura. Uno puede rastrear elementos valorativos similares en el re- por parte de las instituciones o como una característica intrín-
nacimiento del formalismo como una forma de garantismo en Italia. Para seca del fenómeno. En ambos casos está en juego una imputa-
más detalles, véase el próximo capítulo.
ción de responsabilidad. En el primer caso, la ideología del
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welfare es llevada a sus consecuencias extremas y se transfor- sabilidad, libertades civiles y derechos sociales, para la com-
ma en un arma en el conflicto con las propias agencias del prensión de las políticas contemporáneas de control social.
welfare: si todos los problemas son tratables en principio, en- Quiero evitar lo que me parece que ha sido un problema persis-
tonces aquellos que no son tratados ya no pueden ser conside- tente en las evaluaciones "progresistas" de estas políticas y aún
rados naturalmente resistentes al tratamiento, sino el resulta- más en las valoraciones "progresistas" de las políticas de welfare
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do de la ineficiencia, inactividad, perversidad o mala fe de las y su crisis presente: la oscilación entre la defensa de las medi-
instituciones responsables. En el segundo caso, la intratabilidad das de welfare dirigidas a la intervención en las causas de los
es construida como una forma de resistencia voluntaria. Esta problemas sociales y la denuncia de estas medidas como opre-
construcción es el medio por el que las agencias del welfare sivas y erosivas de las libertades individuales. Esta oscilación
defienden y legitiman los límites de sus propias competencias. es traducida, cuando las políticas de control social son el blan-
La intratabilidad es construida como el rechazo subjetivo al co principal, en explosiones periódicas de entusiasmo por la
tratamiento. deslegalización, la desinstitucionalización, etc., rápidamente
Éstos son los temas que plantea la peligrosidad social ac- sucedidas por lamentos que reclaman un regreso al imperio de
tualmente. En realidad, el conflicto entre las agencias y entre la ley.
las agencias y los usuarios es disputado al interior de la cultu- Sostendré también que estas dos posiciones son indicati-
ra y la política del welfare. Las agencias del welfare no son vas de diferentes maneras de concebir el status del actor indi-
libres para declarar una condición como naturalmente intratable vidual y de sus relaciones con la "sociedad", que a su vez dan
sin que otras agencias y/o los clientes presenten la intratabili- lugar a formas diferentes de teorizar la relación entre las res-
dad de esa misma condición como un fracaso de la agencia que ponsabilidades individuales, sociales y políticas.
la ha definido de esa manera. En los capítulos sucesivos argumentaré que lo que estamos
La resistencia y la indisponibilidad frente al tratamiento afrontando hoy es, en realidad, un retorno complejo y controver-
denotan figuras de peligro diferentes de las tradicionales, ca- tido de la problemática del actor y sus derechos, en oposición a
racterizadas por estar sobredeterminadas (típicamente el loco, la del "sistema social" y sus contradicciones estructurales. Pero
el delincuente habitual, el criminal nato). Para el sistema penal este regreso ocurre en el contexto de una cultura de welfare
las nuevas figuras son el terrorista, el mafioso, y el criminal desarrollada, en la que las "necesidades" son crecientemente
"violento". Tienen sus correlatos en figuras menos explícitamente traducidas en derechos sociales, que de este modo sirven de
amenazantes, menos conscientemente enemigas, del lado del base para nuevas demandas, conflictos y formas de organiza-
welfare, en toda el área definida, por una parte, por el fracaso ción.
de las agencias y, por la otra, por las demandas y reclamos no La incertidumbre institucional, que es el resultado no sólo
satisfechos de los clientes. El contexto de conflicto viene a defi- de la crisis del welfare, sino también del modo en que esta
nir el área de peligrosidad: un área asociada no tanto con una crisis es interpretada por los actores institucionales y sociales,
condición particular como con las vicisitudes cambiantes del es un rico campo para la investigación del significado y la di-
conflicto. Pero en este sentido el área de peligrosidad adquiere rección de las políticas contemporáneas de control social. Pero
precisamente ese grado de autonomía subjetiva que la hace esta incertidumbre institucional puede ser atrapada sólo si nos
impredecible, ingobernable y así, en cierto modo, antagónica. libramos de redes dicotómicas y usamos, en cambio, modelos
que nos permitan ver las conexiones (y, en consecuencia, los
7. Dicotomías
conflictos) entre las diferentes instituciones y agencias, y entre
las instituciones y agencias y los actores sociales. A la inversa,
Deseo cuestionar, y éste es un tema constante en este li- esta exploración de las políticas de control social puede tam-
bro, la utilidad de dicotomías tales como cuerpo y alma, reha- bién volverse un instrumento con el que interrogar el status
bilitación y castigo, justicia penal y welfare, libertad y respon- actual de los actores sociales y políticos. Sostendré que lo que
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está en el centro de las políticas sociales y las cuestiones políti-


cas presentes es, precisamente, el tema de la responsabilidad.
Pero este tema puede ser y es planteado de maneras diferentes.
Puede ser construido para denotar el regreso a la escena de
actores abstractos sólo titulares de derechos "negativos" o la
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aparición en escena de actores "enraizados" que requieren una


lectura diferente de la relación entre libertad y responsabili-
dad.
Como abordo estos temas desde el punto de vista de la CAPÍTULO 2
"cuestión criminal" (un lugar inusual —admitidamente descen- ESTUDIANDO LA "CUESTIÓN CRIMINAL".
trado— desde el cual mirarlos y también un uso inusual de la
EL OBJETO DE LA CRIMINOLOGÍA
cuestión criminal en sí misma), conservo la noción de control
social precisamente por su ambigüedad, por las posibilidades Y LA RESPONSABILIDAD DE LOS CRIMINÓLOGOS
que ofrece para escapar de redes dicotómicas.
Existe actualmente un difundido cuestionamiento de la
noción de responsabilidad. Los temas a los que este término
remite son muchos y diversos, y es importante no confundir-
los. En este capítulo intentaré confrontar la reemergencia del
tema de la responsabilidad al interior de los campos del saber
interesados en investigar la naturaleza del delito. Esta reemer-
gencia está, como buscaré demostrar, relacionada con cambios
socioculturales de vasta importancia, de los que la crisis de
estas disciplinas es sólo un aspecto —y además marginal—.
Esta crisis refiere al desarrollo de un campo de incertidumbre
institucional que uno trata de enfrentar —tanto en éste como
en otros casos— por medio de un, no siempre cuidadosamente
considerado, vocabulario "ético". La cuestión de la responsabi-
lidad está, por otro lado, estrictamente conectada, como se
observará, con las maneras de definir, concebir y estudiar la
llamada "cuestión criminal".

I. La paradoja de la responsabilidad
La responsabilidad es una cuestión (de filosofía) moral y
remite a las consecuencias de una acción por las que alguien
puede responder. Eso implica, antes que nada, un contexto des-
naturalizado. No es necesario que el resultado de una cierta ac-
ción sea concebido como querido intencionalmente: es necesa-
rio, no obstante, que el sujeto de esa acción sea considerado
capaz de actuar intencionalmente y que la acción misma sea ob-
servada como una de las alternativas disponibles para el sujeto.
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Hablar de una responsabilidad "objetiva" no significa imputar tencional de la sociedad y constituye actores involucrados en
las consecuencias de una cierta acción al designio consciente de proyectos de cambio social de acuerdo con fines prefijados. El
un actor, pero implica de todos modos que el actor debe y puede reduccionismo naturalista extremo nunca es, en realidad, una
responder por ellas. Las consecuencias de una acción pueden posición dominante, y nunca implica realmente el rechazo de la
ser no queridas o imprevistas, pero para hablar de responsabili-
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intervención. A lo sumo, resulta en una paradoja: la ausencia


dad estas consecuencias tienen, precisamente, que ser referibles de la capacidad de responsabilidad por parte de algunos indi-
a una acción (o serie de acciones) en lugar de a eventos conside- viduos implica que otros asuman la responsabilidad de neutra-
rados naturales o a comportamientos visualizados como com- lizarlos. El conocimiento de un (supuesto) determinismo que
pletamente determinados por el instinto. Esto significa que la vincule ciertas características biológicas a ciertos tipos de com-
"responsabilidad" sólo puede existir en un universo desnaturali- portamientos sociales puede solamente, a su vez, implicar el
zado. Justamente, vivimos en un universo cada vez más desna- imperativo político de hacer algo, de modo que las causas bio-
turalizado, de una manera no muy diferente a la de aquellos hom- lógicas del comportamiento social negativamente valorado sean
bres llamados "primitivos" para quienes ningún evento era tomadas bajo control o, en el peor caso, que los "portadores"
independiente de la acción humana (Douglas y Wildavsky, 1983). de estas características sean eliminados. Y la política es el lu-
Todas las "visiones del mundo" que han dominado los últimos gar de la responsabilidad. En un sentido, el primado del para-
dos siglos han contribuido, de una u otra forma, a esta desnatu- digma determinista, como quiera que sea declinado, está inex-
ralización. El resultado ha sido la extensión del campo de apli- tricablemente conectado con la extensión de la esfera tanto de
cación de la imputación de responsabilidad. La secularización y la asunción como de la imputación de responsabilidad. La con-
la supremacía del conocimiento científico, lejos de tener como ciencia produce poder, pero sobre todo produce la conciencia
resultado el dominio de un naturalismo neutral con respecto a de poder, que a su vez implica el imperativo de activar el poder
los valores en lo relacionado con las relaciones humanas y las de acuerdo con un proyecto u objetivo.
relaciones entre los seres humanos y su ambiente natural y so- La mirada naturalizante produce política y es el producto
cial, han conducido, por el contrario, a la consideración de estas de ésta. Así, como un ejemplo obvio, la irresponsabilidad del
relaciones y de este ambiente como productos de la acción hu- delincuente descarga responsabilidades sobre los criminólo-
mana. La extensión de la capacidad humana para intervenir en gos y sobre quien tenga que decidir cómo mantener el orden
las circunstancias naturales y sociales de la vida y la conciencia público. Si las causas de los eventos son cognoscibles —y co-
de su poder, implican la multiplicación y diversificación de pre- nocidas—, los eventos mismos ya no se tornan inevitables. Y
guntas concernientes a los objetivos, los medios, los efectos y la esto lleva consigo la obligación de elegir si permitir o no que
legitimidad de la intervención en sí misma. La naturaleza devie- tengan lugar.
ne socializada y politizada, al mismo tiempo que lo social es es- En otro sentido, la supremacía del paradigma cientificista
tudiado como si fuera "natural". Lo que quiero sostener es que introduce un debate explícito sobre la atribución de responsa-
aun (más bien, sobre todo) el paradigma positivista del siglo XIX, bilidad, los requisitos sobre los que tal atribución debe, o pue-
no sólo no negaba, sino por el contrario, reforzaba y multiplica- de, estar fundada y sobre los grados de libertad humana (cien-
ba las posibilidades de extensión de la esfera de la responsabili- tíficamente determinables). Es necesario distinguir entre este
dad. Si el determinismo del vínculo lineal entre causa y efecto en debate y las implicancias y consecuencias generales —cultura-
el conocimiento científico de la naturaleza no admite inferencia les, políticas y sociales— a las que la supremacía del paradig-
subjetiva y excluye a la naturaleza del horizonte de fines y valo- ma cientificista ha dado origen (y de las que es un producto). El
res, permite —y realmente está orientado hacia— la extensión hiperdeterminismo sociológico y biológico de ciertas formula-
del control humano sobre la naturaleza. ciones, enfoques e interpretaciones (al interior de mi propio
El mismo vínculo, como un concepto clave para la inter- campo: el conductismo skinneriano o la idea continuamente
pretación de lo social, produce estrategias para el control in- recurrente del delincuente como tal por naturaleza), no sólo no
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extingue sino, en realidad, brinda sustento a la socialización y to por parte de los "criminólogos" como por parte de las insti-
politización del universo humano y, por esto, a la multiplica- tuciones e individuos que cumplen las tareas de definición, se-
ción de las cuestiones de responsabilidad. lección y administración de los delincuentes. El status de aquélla
La crisis presente del paradigma cientificista o, mejor, las está estrictamente conectado con el status de ésta. Digo los cam-
paradojas a las que han dado lugar las innovaciones científicas pos del saber interesados en la investigación de la cuestión cri-
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y tecnológicas, han intensificado y hecho explícitas las cuestio- minal (en adelante, por brevedad, agrupados bajo el término
nes de responsabilidad y alentaron un fuerte retorno de la di- general "criminología") en particular, porque son disciplinas que
mensión moral en el discurso público. ¿Quién decide los lími- están inextricablemente conectadas con preocupaciones prácti-
tes entre la vida y la muerte ahora que estos límites se han cas y políticas, y ninguna tiene, ni reclama ya, autonomía algu-
vuelto tan inciertos?, ¿quién decide cuándo comienza la vida na con respecto a cómo su objeto de estudio es construido den-
humana y cuándo deberíamos empezar a protegerla?, etcétera. tro de la lógica de instituciones concretas y cuyos objetivos de
No se trata, entonces, de recorrer —una vez más— la his- conocimiento son también, inmediatamente, objetivos que es-
toria del debate científico y cultural sobre las concepciones del tán relacionados con políticas o son productores de políticas.
actor, trazando los límites entre las interpretaciones determi-
nistas y voluntaristas de la acción humana. Esta historia se
intersecta con, es producida por y ella misma produce, políti- 2. Una socialización de-subjetivizada
cas e intervenciones orientadas por proyectos, nuevas obliga- El escenario en el que nos hemos movido por, al menos,
ciones y nuevos derechos. Y, algunas veces paradójicamente, dos siglos ha sido, entonces, un escenario crecientemente so-
también la conciencia de todo esto trae como consecuencia nue- cializado. Subrayaría dos componentes fundamentales de la
vos actores sociales y políticos, nuevas demandas, nuevos con- cultura de nuestro siglo, de los que tanto su influencia como su
flictos... crisis pueden ayudar para una lectura del modo en el que el
Puede ser pertinente, por otro lado, leer la historia del de- tema de la responsabilidad es replanteado en el presente. Me
bate científico desde un punto de vista que problematice las refiero al marxismo y a lo que llamaría, más bien imprecisa-
diversas posiciones, interpretando su interacción con las con- mente, la cultura del welfare (que adeuda mucho al marxis-
secuencias sociales y políticas que ellas prefiguran explícita o mo), o mejor, la cultura producida por la extensión del Estado
implícitamente. Será, entonces, más fácil observar la relación de bienestar. Ambos enfatizan la dimensión histórica y social
cambiante entre la atribución y la asunción de responsabili- de la existencia humana, proclamando la naturaleza social (y,
dad, por un lado, el significado asignado al término en sí mis- en consecuencia, histórica) del "mal" —injusticia, opresión, en-
mo y, por el otro, cómo la limitación del campo de su imputa- fermedad, pobreza, etc.—. En realidad, como veremos, es la
ción puede implicar una extensión del campo de su asunción. propia atribución de injusticia y opresión lo que torna proble-
La responsabilidad tiene, en consecuencia, una doble face- máticas condiciones sociales que serían de otro modo vividas
ta: como una cuestión de responsabilidad social, se refiere a como naturales. Aquello que es social es evidentemente el pro-
las causas y funciones del fenómeno social; y como una cues- ducto, complejo, de la acción humana. Implica simultáneamen-
tión de responsabilidad individual con respecto a la sociedad y te una imputación y una asunción de responsabilidad. Por más
a otros individuos, se refiere al status de actores. difícil que sea reconstruir la cadena de "causas" del presente,
En la medida en que los campos del saber interesados en la suposición es no sólo que es posible, sino que el resultado
la investigación de la cuestión criminal en particular están com- toma la forma de acciones identificables, con cualquier grado
prometidos (aunque un discurso análogo se aplica a todas las de intencionalidad, que han producido la situación presente y a
ciencias sociales), ninguna discusión de los criterios para la las que pueden contraponerse otras acciones para limitarlas,
atribución de responsabilidad al "delincuente" puede evitar una contenerlas o reorientarlas. Los sujetos activos de estas accio-
discusión simultánea sobre la asunción de responsabilidad, tan- nes, tanto como el ritmo de éstas (véase Jonas, 1984), son iden-
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tificados de manera diferente en el marxismo y en lo que he corresponden con las "buenas intenciones" de aquellos que los
llamado la "cultura del welfare". Pero lo que es análogo, si bien formularon; las "respuestas" institucionales obedecen a su pro-
más acentuado en el marxismo, es que la racionalidad no es pia lógica, aparentemente indiferente a las demandas a las que
tanto una propiedad del actor individual —o colectivo— como deberían responder y a los esfuerzos de aquellos que trabajan
del proceso histórico como tal. Los actores entienden comple- en su interior.16
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tamente lo que han hecho sólo después de haber actuado. Sus Nuevamente, es necesario distinguir entre el debate cientí-
acciones están determinadas por la historia (por las consecuen- fico y filosófico al que esta doble crisis ha dado origen y el aná-
cias de las acciones que las han precedido) y son capaces de lisis de cómo ha sido percibida y teorizada en la cultura más
intervenir en la historia; cuanto más libre y efectivamente ac- amplia. Obviamente, me limito al debate científico sobre los
túan, más desarrollado es su conocimiento de los modos de de- temas y problemas en torno al "delito" o a lo que llamaré la
terminación. Los actores son sólo en parte responsables por lo "cuestión criminal".
que son, pero en el proceso de empezar a entender las condicio-
nes de su existencia son crecientemente responsabilizables por
su futuro. En consecuencia, no son impotentes ni omnipotentes. 3. Criminologías
Este status de racionalidad limitada del actor, en contras-
Por "criminología" comprendo a los diversos saberes que
te con un proceso histórico al que le es imputada toda la res-
se encuentran bajo los títulos (académicos) de sociología de la
ponsabilidad, ha dado lugar, dependiendo de las circunstan-
desviación, del control social, de la delincuencia juvenil, del
cias, a una formulación en términos ya sea de impotencia o de
derecho penal, etc., que enfocan distintos aspectos de la "cues-
omnipotencia. La omnipotencia toma la forma de una disconti-
tión criminal". Postergo para más adelante una discusión del
nuidad revolucionaria producida por el actor colectivo victorio-
significado de este concepto y de qué, en mi opinión, más allá
so, o la de un mejoramiento continuo producido por una plura-
de los rótulos académicos, implica en lo referente a enfoques
lidad de actores (colectivos o individuales) que intervienen de
teóricos y metodológicos. Aquí me gustaría trazar, brevemente,
manera consciente en las condiciones reales de su vida. La im-
ciertos aspectos de la historia del estudio de la cuestión crimi-
potencia, por el contrario, retrata a la discontinuidad revolucio-
nal a lo largo de los últimos veinte años. Mi reconstrucción es
naria más como el producto de la racionalidad del proceso his-
aproximada y parcial, porque ahora estoy interesada solamen-
tórico, que del actor colectivo consciente; o un escenario en el
te en ciertos aspectos de esta historia (pero véanse Baratta,
que la pluralidad de actores portadores de saber es absorbida
1982; Cohen, 1985; Facciolo, 1984; Pavarini, 1981; Pitch, 1982).
y escondida dentro de los aparatos, instituciones y sistemas
El debate predominantemente anglosajón, a lo largo de la
que devienen autónomos con respecto a los actores y usurpan y
década del '60 y la primera mitad de la del '70, puede ser ca-
perfeccionan su saber. En esta segunda formulación tenemos
racterizado —aproximadamente— como dominado por dos ten-
todavía un universo socializado, pero es un universo en el que
la asunción y la atribución de responsabilidad no identifica ac-
tores sino más bien procesos, mecanismos que son comprendi-
16
dos sin referencia al hecho de que sean el producto de acciones La discusión sobre el "éxito" de las reformas, sobre las relaciones entre las
(intencionales o no). políticas y su implementación, objetivos y-consecuencias, la lógica de las
instituciones y las acciones de los profesionales, ha dado origen a una lite-
La crisis reciente de los dos paradigmas involucra a am- ratura demasiado rica y diversa como para ser citada aquí. Me limito a
bas versiones. El actor colectivo, protagonista de la transfor- indicar dos textos significativos: Donolo-Fichera (1988) —y la amplia bi-
mación, es fragmentado y descentrado, y se descubre que el bliografía allí contenida— y Douglas (1986). La discusión, en la medida en
proceso histórico está privado de racionalidad intrínseca algu- que concierne a la prisión y al sistema de justicia penal, es tan vieja como
la prisión misma, como observa Foucault. Sobre las variadas interpretacio-
na. Los proyectos de reforma e ingeniería social producen nue- nes del "fracaso" de la prisión y de las reformas que han estado comprome-
vas preguntas y nuevos problemas, y sus resultados nunca se tidas con ésta desde el principio, véase Cohen- Scull, 1983 (esp. Cap. 1).
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dencias. La primera, tradicional, construye al delito como un la socialización, internalizados en el sistema de la personali-
problema social dado-por-descontado, con respecto al cual la dad. Desde un punto de vista estrictamente técnico, entonces,
tarea es establecer las causas rastreando las interacciones com- el actor es responsable por las consecuencias de sus acciones:
plejas entre factores sociales, económicos, culturales y psicoló- sabe qué está haciendo y por qué. Al mismo tiempo, no es res-
gicos. El problema del delito es, en definitiva, una cuestión so- ponsable por sus motivaciones, en cuanto éstas son objetivos
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cial, tiene sus raíces en procesos sociales y debe ser tratado culturalmente definidos que no pueden sino haber sido pasiva-
como tal. Pero se revela a través del comportamiento "criminal" mente internalizados. Tampoco es responsable por el hecho de
de individuos. Como ha sido notado (véase Cap. 1), existen al que —típicamente en el caso del delincuente— se encuentra en
menos dos versiones principales de esta tendencia: una, por una posición social que hace que llevar adelante sus motivacio-
así decirlo, "rooseveltiana", en la que la criminalidad es consi- nes por vías legales o legítimas sea difícil o imposible. En esta
derada un proceso de adaptación normal (racional con respec- interpretación de la criminalidad no hay "inocentes". Existe una
to a sus objetivos) a una situación social estructuralmente responsabilidad política general de intervenir para atenuar o
anémica; y una versión de welfare consolidado, en la que la eliminar las condiciones generadoras de "anomia".19 Existen
criminalidad es considerada una adaptación irracional a responsabilidades institucionales "locales" concernientes a una
interacciones patológicas previas (Merton, 1971; Parsons, 1965). situación específica: un barrio en particular, por ejemplo. Exis-
A causa de que la primera versión, aún más que la segunda, ha te la responsabilidad individual del ofensor; pero ésta, compa-
representado largamente en sus distintas formulaciones al en- rada con la responsabilidad de la "sociedad" es, simplemente,
foque teórico dominante y ha contribuido a la construcción de podría decirse, una cuestión técnica: un síntoma de que las cosas
un sentido común generalizado, será conveniente estudiar más no funcionan y de la necesidad de intervención social y política,
cuidadosamente la forma en que plantea las cuestiones de "res- tanto a nivel social como a nivel del ofensor individual, tanto
ponsabilidad". dentro como fuera de la prisión. En consecuencia, la responsa-
El delincuente17 no es anormal ni es enfermo.18 Sus accio- bilidad limitada del delincuente implica una responsabilidad
nes y motivos deben ser interpretados a través de los mismos "social" más extensa, pesada y articulada, en el sentido doble
procesos que los comportamientos no delictivos. El problema de que el delito tiene "causas" sociales y de que la "sociedad"
es desplazado, en consecuencia, al status del actor (no es acci- tiene, entonces, la obligación de asumir la responsabilidad por
dental que el delincuente y el desviado ocupen este lugar cen- las consecuencias del delito y por la remoción de sus causas.
tral en la sociología norteamericana: es precisamente porque En lo que respecta a la segunda versión, el status del de-
se ofrecen como material sobre el cual construir el tipo ideal de lincuente es equivalente al del enfermo. Esto significa que el
actor). El actor es realmente "racional", pero su racionalidad delincuente no puede ser considerado responsable por sus ac-
es "instrumental" y concierne a la elección de medios eficientes ciones. Tiene, sin embargo, la obligación de colaborar con su
para fines que están dados en el sistema cultural y, a través de propia cura (véase Parsons, 1965, Cap. X) y tiene que haber
instituciones adecuadas para curarlo. El "fracaso" en cualquier
aspecto puede resultar en un pronunciamiento de irrecupera-
17 bilidad del ofensor y/o en el rechazo por inútiles de las estrate-
El uso del pronombre masculino aquí es deliberado. En el nivel empírico,
tanto como en el teórico, él delincuente es masculino (además de ser joven, gias de control social orientadas a la terapia.
pobre, frecuentemente negro). Sobre la relación entre los estereotipos del
delincuente y las actividades selectivas de las agencias de justicia penal,
véase: Chapman, 1971. 19
En el sentido que Merton y tras él la mayor parte de los sociólogos de la
18
Ya en Durkheim (1963) la normalidad social del delito es sostenida, en desviación norteamericanos atribuyen a este concepto: el resultado de una
polémica con Garófalo y en general con la escuela positivista italiana: aun mala integración entre el sistema de objetivos y normas y la estructura
cuando el status de normalidad del individuo delincuente permanece to- social (para una discusión y una bibliografía sobre este concepto y su uso
davía ambiguo. entre los sociólogos de la desviación, véase Pitch, 1982).
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Estas dos versiones de la criminología tradicional están acuerdo con los modos de operación prevalecientes de las ins-
basadas y han contribuido al desarrollo de políticas sociales tituciones —construyéndolo, por ejemplo, como un tema médi-
y penales inspiradas por conceptos tales como rehabilitación y co o penal—, y estabilizando y reproduciendo las característi-
resocialización, y han penetrado, en combinaciones variadas, cas de los actores en términos de carreras desviadas, reincidencia
habitual, etc. Es esta reacción institucional, entonces, la que es
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en el sentido común de las agencias creadas para implementar


estas políticas. "responsable" del problema, no tanto en términos de tener que
La segunda tendencia se afirma, precisamente, en un con- hacerse cargo de él como en el sentido de ser responsable por
texto de welfare state consolidado y, como he sostenido en el las consecuencias negativas de la construcción del problema
Capítulo 1, puede ser interpretada como una crítica a las con- como tal.
secuencias patologizantes y desresponsabilizantes de las polí- Existen, por lo menos, dos aspectos que deben ser subraya-
ticas de welfare. Construye el tema del delito como el resulta- dos aquí. Los análisis en términos de consecuencias perversas,
do de la interacción entre acciones desviadas y reacciones a pesar de haber dado lugar continuamente a un "pesimismo"
institucionales. A causa de que la criminalidad es considerada que toma, como veremos, formas diferentes tanto en la "dere-
el resultado final de procesos sociales e institucionales de con- cha" como en la "izquierda", ha sido también el resultado de in-
trol social, el análisis es desplazado desde las "causas" del acto tentos de reclamar islas de libertad en una sociedad considera-
delictivo al examen de estos procesos de interacción (me refiero da cada vez más colonizada y administrada. La desconfianza en
a los llamados "teóricos del etiquetamiento": Becker, 1987; el plan, en las grandes instituciones centralizadas, en el proyec-
Erikson, 1962; Kitsuse, 1962; Lemert, 1951, 1981; y Goffman, to totalizante, es articulada en el lenguaje tradicional del libera-
1963, 1968; Matza, 1976). Mi interés aquí recae sobre aquellos lismo norteamericano como el individuo contra la gran burocra-
aspectos de este enfoque que fructificaron dentro de la "cultura cia (véase Cassano, 1971). Pero esta desconfianza traduce
alternativa" de los '70, dejando fuera de consideración, en con- también la nueva experiencia de una contradicción entre las pre-
secuencia, la variedad de formas diferentes en las que este en- tensiones de un control institucional totalizante y las mayores
foque general se desarrolló. posibilidades de una definición autónoma del sí mismo. Estos
El énfasis de esta tendencia estaba, por un lado, en las análisis surgen dentro del Estado de bienestar y dan valor a sus
consecuencias no deseadas y perversas de las políticas sociales recursos económicos y culturales. Destacan la inteligencia y la
y penales en relación a sus objetivos y, por el otro, en la impo- competencia del actor individual y confían a sus capacidades
tencia del actor individual frente a los aparatos y mecanismos reflexivas y comunicativas la resolución de las controversias y
que imponen sobre él una definición de la situación de la que los conflictos, que para ser tal debe ser lo más cercana posible a
no puede escapar. La cuestión de las consecuencias perversas la experiencia vivida por los actores mismos, sean ellos los ope-
revela los límites de la racionalidad en el control de los eventos radores de las agencias de control social o sus clientes.20 De este
sociales y sienta las bases de una crítica a la ilusión de omnipo- modo, sólo por medio de la deconstrucción de las definiciones
tencia. Por otra parte, el actor es construido como localmente rígidas y totalizantes establecidas (y, por lo tanto, de sus inter-
competente, en el sentido de que lo que él hace y cómo se perci- venciones), irrelevantes en las situaciones locales, es posible de-
be y define a sí mismo es el resultado normal de procesos volver a los actores la responsabilidad por sus propias acciones.
interactivos en situaciones específicas. Las consecuencias de la
acción son luego atribuibles a una pluralidad de actores involu- 20
crados en la definición de la situación. En el caso del "delin- De aquí derivan las propuestas, proyectos y políticas de desinstitucionali-
zación, descentralización del control, deslegalización, territorialización, que
cuente", las consecuencias a analizar no son tanto las que re- son analizadas por Cohen, 1983. De la crítica al trabajo social profesional
sultan de la acción ilegal en sí, como las que derivan de la con su orientación hacia la terapia y la asistencia surgieron las experien-
reacción institucional a aquélla. Es esto último lo que constru- cias y proyectos de trabajo comunitario: para un análisis véase, Bailey y
ye el "problema", amplificándolo, fijándolo y remodelándolo de Brake, 1975.
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La contracara de todo esto es la construcción del actor (el lógica operativa y de la práctica concreta de las agencias de
desviado, el criminal) como víctima: no tanto de la injusticia control social.
social como del poder/saber de las instituciones. El conflicto Esta interpretación vincula los procesos identificados por
destacado es entre el actor individual (el ciudadano, portador los teóricos del etiquetamiento con una configuración particu-
de derechos civiles) y "el sistema".
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lar del poder, asociada con un sistema socioeconómico especí-


Durante la década del '70, en Inglaterra, en Alemania, en fico. Las consecuencias de estos procesos, entonces, no eran
Italia21 y también en los Estados Unidos, esta tendencia vino a perversas en relación a sus objetivos: por el contrario, eran
converger con una orientación variadamente influenciada por completamente coherentes, si no con las intenciones explícitas
el marxismo. La llamada "criminología crítica" asumió formas de los legisladores, con la lógica de poder implícita, oculta. En
y produjo resultados diferentes en relación con las distintas po- consecuencia, la cuestión era descubrir esta lógica, mostrar
líticas, culturas y coyunturas de los distintos países (véase Ba- cómo la cuestión criminal es reproducida inalterada, cuales-
ratta, 1982; Greenberg, 1977, 1981; NDC, 1980; NDC/CSE, 1979; quiera sean las políticas en curso que la definen y administran,
Taylor, Walton, Young, 1975; Pitch, 1983; Platt/Takagi, 1981; y si los mecanismos básicos, la estructura de poder y la distribu-
las revistas: La Questione Crimínale, en Italia, Crime and So- ción de recursos socioeconómicos se mantienen intocados. La
cial Justice, en los Estados Unidos, y Deviance et Société, en naturaleza problemática de los actos seleccionados como crimi-
Francia). Ciertamente, no es correcto considerar, como algunos nales, no sólo para la colectividad sino también para aquellos
autores (véase Young, 1986), a la criminología crítica como un que los cometen, no era negada: eran leídos como "síntomas" de
paradigma coherente y unificado. Lo que intento examinar aquí privaciones, como "resultados necesarios" de necesidades, o
son algunos de los temas que, en los '70, ingresaron en la cul- como expresiones distorsionadas de conflictos. El delincuente
tura de la "izquierda" y hasta en el sentido común de las agen- era una doble víctima: de las condiciones sociales injustas y de
cias de control social —aunque, en mayor medida, en el nivel un sistema injusto de justicia penal.
de los discursos que en el de las prácticas (véase Cohen, 1983)—, El delincuente deviene aquí el símbolo de la opresión y,
llegando a influenciar los objetivos y las autopercepciones de consecuentemente, la vanguardia de la rebelión. En ambos ca-
los operadores. sos, sin embargo, el ofensor es sólo parcialmente responsable
La cuestión criminal era concebida como el resultado de de lo que hace. Su acción, perfectamente racional en el sentido
una doble selección: la primera, a nivel de las acciones a ser técnico, revela en sí misma la respuesta inadecuada y, en algu-
criminalizadas (o de los bienes jurídicos a ser protegidos); la nos aspectos, irracional a su situación. A la limitada racionali-
segunda, operando a nivel de los individuos a quienes atribuir dad del delincuente corresponde la racionalidad oculta del
el status de delincuente. Las dos selecciones respondían a ne- proceso de dominación, cuya dinámica continúa sin ser obser-
cesidades precisas de dominación y su reproducción. La crimi- vada, a pesar de las "buenas intenciones" de los reformadores.
nalidad era considerada como un "bien negativo", distribuido Esta interpretación deja espacio para una variedad de pro-
desigualmente pero no arbitrariamente. Los miembros de las puestas políticas. Aun cuando la solución "óptima" para la cues-
clases inferiores son seleccionados como delincuentes, tanto tión criminal estaba confiada a cambios sociales y políticos ge-
porque el derecho penal es construido para cuidar los intere- nerales, la intervención a nivel de la política penal y social no se
ses de las clases superiores como por el funcionamiento de la rechazaba.
Los proyectos específicos frecuentemente adolecían de esta
21 tensión entre objetivos "reformistas" y "revolucionarios", tensión
Diferente, al menos en parte, es la situación en Francia, donde el debate
teórico es fuertemente influenciado por Foucault. Véase, no obstante, la que estaba muchas veces destinada a caer en el pesimismo. Mien-
revista Deviance et Société, fundada en 1976 y conectada, al menos ini- tras estos proyectos tenían en cuenta lo que consideraban no
cialmente, con las tendencias orientadas a la criminología crítica y a la tanto como fracasos sino como consecuencias necesarias de las
sociología crítica del derecho. políticas penales y sociales en el Estado de bienestar, se situaban
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ellos mismos, sin embargo, dentro del contexto creado por es- Porque si uno atribuye al delincuente sólo una racionalidad li-
tas políticas y tendían a disminuir, atemperar y, en el mejor de mitada y a las agencias de control una racionalidad indirecta,
los casos, articular con una finalidad resocializadora (entendi- independiente de proyectos conscientes e intenciones, es el ac-
da como el incremento de los recursos culturales y económicos tor colectivo, ya sea en la variante reformista o revolucionaria,
el que es considerado, por lo menos potencialmente, en posi-
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disponibles para el individuo "delincuente" y de la colectividad


de la que él formaba parte) las medidas de control social ción de desarrollar soluciones óptimas y perseguirlas conscien-
(despenalización, descriminalización, descarcelación). temente.
El escenario cambió considerablemente durante los siguien- Es precisamente esta última suposición la que ha entrado
tes quince años. Los supuestos detrás de la expansión de las más profundamente en crisis —ya sea como la fragmentación y
medidas del welfare state, por un lado, y de la posibilidad de dispersión del sujeto histórico colectivo, como el fracaso de las
una transformación revolucionaria, por el otro, entraron en cri- reformas a gran escala, o como la desaparición de la idea de la
sis. Antes de describir cómo esta doble crisis fue reflejada en racionalidad intrínseca del proceso histórico—. Es dentro de
las políticas sobre el delito, me gustaría hacer algunos comen- este horizonte que la cuestión de la responsabilidad vuelve a
tarios generales sobre las criminologías de los '60 y '70. Estas emerger. Señala, en primer lugar, un nuevo interés en cuestio-
criminologías comparten tanto una atribución de racionalidad nes éticas —o mejor, una traducción de cuestiones políticas en
al actor como un reconocimiento de las limitaciones de esta cuestiones éticas que, al menos en parte, se ha debido a la cre-
racionalidad. Las consecuencias de las acciones ilegales son ciente percepción de las dramáticas limitaciones de la raciona-
determinadas por un complejo de interacciones y/o circunstan- lidad política, por un lado, y a las consecuencias perversas del
cias que las colocan fuera del control consciente de quienes las desarrollo tecnológico, por el otro—. Pero en la medida en que
cometen. Más bien, ellas remiten a las acciones de aquellas ins- aquí nos interesa, la resurrección del debate sobre la responsa-
tituciones y actores que entran en estas interacciones desde una bilidad se relaciona también con un despliegue y una percepción
posición de poder o que han contribuido a la producción de diferentes de los conflictos, con un cambio en la autocompren-
estas circunstancias. Las interacciones claves son, en conse- sión de los actores. La literatura criminológica y sociojurídica
cuencia, las existentes entre el "delincuente" y estas institucio- ha reflejado e intentado interpretar estos cambios. Sin embar-
nes y actores, más que aquellas existentes entre el "delincuen- go, partiendo en su mayoría únicamente desde los resultados
te" y sus "víctimas". Las acciones delictivas en este contexto de los cambios específicos producidos en las políticas penales
son consideradas ejemplos o síntomas de una condición eco- y de control social, esta literatura usualmente refleja una ca-
nómica, social, cultural y política general caracterizada por una rencia de reflexividad y profundidad que no es la menor entre
dominación de una clase por otra (u otras). El status de "delin- los malestares actuales de los criminólogos. Veamos ahora el
cuente" es un caso particular del status de "oprimido". La na- estado actual de la criminología.
turaleza de esta opresión cambia entre las diferentes
criminologías, lo que resulta no sólo en la necesidad de recoger 4. Variantes de realismo
estrategias diferentes para combatirla, sino en la identificación
de diferentes sujetos de la lucha. Sin embargo, en todas ellas 4.1. La criminología como epidemiología
existe la convicción de la doble tarea de la criminología: por un
Tres enfoques diferentes compiten en el debate contempo-
lado, la producción de programas para la intervención política
ráneo fuera de Italia. Por supuesto, esto es una simplificación
e institucional y, por el otro, la deconstrucción de la cuestión
porque existen muchas otras posiciones. Verdaderamente, la
criminal, es decir, el desmantelamiento teórico y práctico de
característica del debate presente es la copresencia de tenden-
los saberes y de las instituciones que la han construido.
cias diferentes cada vez menos claramente situables como co-
Las criminologías de los años '60 y '70 contribuyeron a
rrientes unificadas. No obstante, los tres enfoques que van a
una percepción de la omnipotencia de los actores colectivos.
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ser referidos aquí son adecuados para la tarea de describir las reduce costos como de sus efectos disuasivos. La política del
formas principales en las que la crisis previamente subrayada "merecimiento justo" (just deserts) no es augurada sólo por los
está siendo reflejada dentro de la criminología. conservadores: durante los primeros años de la década del '70
Dos de estos enfoques se definen a sí mismos como "rea- estuvo en el centro de un paquete de recomendaciones del
American Friends Service Comittee Working Party (1971), una
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listas". Esta autodefinición es polémica: significa que los pro-


blemas de la criminalidad (veremos pronto qué es lo que son) organización liberal vinculada a la defensa de las garantías ju-
deben ser considerados "reales", verdaderos, serios y, además, rídicas y de los derechos civiles, considerados amenazados por
que la intención es contribuir a la creación de proyectos y me- medidas que incrementaban el área de discreción, arbitrarie-
didas que sean realistas en el triple sentido de no utópicos, dad y desigualdad en la implementación de las penas.23 Lo que
implementables y adecuados a su propósito. es común a los críticos de la "derecha" y la "izquierda" es la con-
El primer tipo de realismo, elaborado de formas diversas, cepción del delincuente como un actor consciente. Donde la
ha influenciado en gran medida, si no las políticas concretas, al "izquierda" insiste en que la respuesta penal sea respetuosa de
menos el debate en torno a la cuestión criminal en los Estados la personalidad del delincuente —y en que sea una respuesta a
Unidos (véanse Platt-Takagi, 1977; Greenberg-Humphries, 1981). la acción antes que una respuesta al autor—, rechazando el pro-
Ha sido interpretado como perfectamente coherente con las es- yecto de reformarlo, la "derecha" reenfatiza la noción de disua-
trategias de Reagan dirigidas a la reducción del Estado de bien- sión. No tiene sentido, y es de todos modos imposible, cambiar
estar y, más en general, como el producto de una tendencia cre- a los delincuentes, pero ellos pueden ser desalentados por la
ciente a la administrativización de la política. Un realismo de amenaza de un castigo severo, cierto y rápidamente impuesto.
derecha, conservador, orientado a la defensa del orden público La izquierda atribuye al castigo el propósito de retribuir "mo-
que, sin embargo, no es extraño a la recuperación de temas libe- ralmente" el mal (la pena merecida). La derecha atribuye al
rales tradicionales.22 Las políticas retributivas, en realidad, son castigo el propósito de "aterrorizar" pero, una vez impuesto, el
sostenidas como respuesta a un problema caracterizado en tér- de neutralizar o incapacitar (véanse p. ej., Von Hirsch, 1975;
minos de "peligrosidad social" (véase también Cap. 1). Van den Haag, 1975; Wilson, 1975).
Las políticas inspiradas por estrategias de rehabilitación La cuestión criminal deviene, una vez más, el problema de
son denunciadas como inútiles y costosas. Mientras las críticas los criminales. Pero las motivaciones y las condiciones sociales
de "izquierda" se focalizan sobre las tendencias terapéuticas y que producen "delincuentes" ya no son de interés. Las "causas"
autoritarias de la rehabilitación, este tipo de "realismo" procla- del delito, por largo tiempo en el centro del análisis y del deba-
ma que la inutilidad del modelo rehabilitador está evidenciada te, buscadas en la psicología, en las condiciones sociales o en el
por las tasas crecientes de delitos, la reincidencia, etc. Lo que trabajo de las agencias de control, dejan de ser el objeto de
se defiende, entonces, es un regreso y una intensificación de la investigación. La tarea de los criminólogos es la identificación
estrategia de la retribución, apoyada tanto en términos de que de las medidas adecuadas para contener y limitar el peligro
constituido por la criminalidad.
22
Cohen (1988) distingue dos corrientes. La primera es inspirada por el con-
servadurismo tradicional que enfatiza la supremacía de la ley y el orden y
23
llama a un reforzamiento de las instituciones de la justicia penal basado en El regreso de las penas fijas y determinadas es apoyado por el American
la idea de que el delito es causado por una ausencia de autoridad y de que Friends Service Comittee contra el sistema "correccional", del que la sen-
el castigo sirve como disuasión. La segunda corriente, managerial, legiti- tencia indeterminada es un instrumento y un símbolo fundamental. Un
ma las políticas represivas en términos de una ideología de la eficiencia y debate breve sobre el "modelo correccional" en los Estados Unidos puede
de los resultados. Ambas corrientes de la "derecha" son, por otro lado, de encontrarse en Pavarini (1983); un análisis de la "cooptación" del proyecto
acuerdo con Cohen, nada más que articulaciones del modelo liberal que civil libertario de retorno a la sentencia determinada por argumentos y
forma la base de las orientaciones dominantes en el estudio y el manage- políticas neoconservadoras puede encontrarse en Greenberg-Humphries
ment del problema del delito. (1981).
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Sin embargo, cualquier proyecto de intervención implica trasfondo familiar, la educación, el empleo, la medida de la in-
alguna teoría de la naturaleza y las condiciones en las que el teligencia, etc. El riesgo es mensurable estadísticamente, y la
delito surge, y es típico de estos realistas el eclecticismo o una tarea del criminólogo deviene en identificar las categorías de
asociación de teorías diferentes con una preferencia decisiva individuos en riesgo. La criminología deviene, pues, en epide-
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hacia aquellas que insisten en factores psicológicos, biológicos miología.


o aun genéticos (véase Wilson-Herrnstein, 1985). Epidemiólogo y/o administrador, el criminólogo realista está
Existe una contradicción aparente en estos enfoques. Por sobre todo involucrado en una polémica contra las filosofías
un lado, insisten en la existencia del delito como resultado de del welfare state. Sus propuestas de intervención, no afecta-
una elección individual, independiente del contexto social y cul- das por referencias a motivaciones y causas (no está interesado
tural y, por tanto, característico de individuos de alguna mane- en "curar" al delincuente ni en actuar sobre las causas del deli-
ra orientados al "mal" (en estas "teorías", obviamente, el delito to) están de acuerdo y refuerzan un sentido común originado
recobra un status ontológico: aquello que es ilegal lo es porque en las promesas incumplidas del welfare: la sociedad de nin-
es universalmente reprobado y, en consecuencia, es malo en sí gún modo está involucrada, los delincuentes son tales porque
mismo). Por el otro, esta orientación puede ser determinada y eligen serlo (o por naturaleza). En la cultura más amplia la con-
controlada científicamente, no está distribuida casualmente. cepción del actor como sobredeterminado por la estructura
Esta contradicción es, en realidad, funcional con respecto a dos social (que es una consecuencia perversa de la filosofía del
objetivos. Aunque puede decirse que la "sociedad" no es res- welfare) parece ser reemplazada, particularmente entre algu-
ponsable del delito (y, en consecuencia, que las medidas repa- nos grupos sociales, por el redescubrimiento del individuo cul-
radoras o reformadoras no tienen sentido), se sostiene tam- pable, malvado por elección o por naturaleza, lo que invoca una
bién que la sociedad puede combatirlo científicamente. Aquí el respuesta severa, punitiva e incapacitadora. Esta exigencia pue-
eclecticismo tiene vía libre para brindar sugerencias para polí- de, ciertamente, ser interpretada como un síntoma del males-
ticas diferentes, todas igualmente legitimadas por un discurso tar general, una sensación incrementada de inseguridad social,
en términos de defensa social o de protección del orden. cuyas raíces son múltiples y variadas. Sin embargo, otra inter-
La disuasión y la incapacitación son visualizadas como pretación es posible, como lo mostraré luego.
soluciones a un problema que, al no estar causado socialmen-
te, no está azarosamente distribuido en la sociedad. La catego- 4.2. El criminólogo como reformador
ría de peligrosidad social deviene, una vez más, central (véanse
Bottoms, 1977; Mauri, 1988) aunque privada ahora de sus ca- El llamado "nuevo realismo de izquierda", en sus formula-
racterísticas tradicionales (véase Cap. 1). Ya no describe una ciones programáticas predominantemente británicas,25 se con-
criminalidad anclada en características biológicas,24 más bien sidera a sí mismo el hijo arrepentido de la criminología crítica.
denota la copresencia de una multiplicidad de factores que im- Como todos los hijos arrepentidos, estaba abrumadoramente
plican "riesgo". Las decisiones que consideran la cantidad y el preocupado, al menos inicialmente, por distanciarse de su ma-
tipo de pena, por ejemplo, pasan a depender de la peligrosidad dre, hacia quien no ahorraba duras críticas. Algunas de estas
social del ofensor formulada como una estimación de la proba- críticas, más allá de una animosidad que llevó a los realistas
bilidad de su continuación en su actividad delictiva, derivada de izquierda a mezclar indiscriminadamente lo bueno con lo
de elementos diversos como el sexo, la edad, el grupo étnico, el

25
24
Existe, sin embargo, también una versión estadounidense. Véanse, por ejem-
Si bien hay teorías que todavía vinculan a la criminalidad con algunos as- plo, las ediciones de la revista Crime and Social Justice, nos 18, 1982 y
pectos de la "naturaleza humana", sea el cromosoma "doble X", tendencias 19, 1983, dedicadas a una revisión de la criminología crítica en una direc-
anormales agresivas o cosas por el estilo. ción "realista".
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malo, son pertinentes, pero sobre todo sirven como un indica- nocidas en la medida en que se corresponden con los proyectos
dor de lo que ha cambiado. del criminólogo-reformador. Las víctimas, en este programa,
Los realistas de izquierda ingleses (véanse Lea-Young, 1984; tienen un status incierto. Primero, son tales independientemente
Matthews-Young, 1986; Young, 1986) critican una de las conse- del hecho de que se definan o perciban a sí mismas o actúen
cuencias a las que han conducido, en su opinión, los enfoques como víctimas.27 Pero especialmente, están dotadas de autori-
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radicales, particularmente de la izquierda, a saber: que no es el dad y conciencia sólo para definir el problema —autoridad y
delito el problema, sino el modo de reaccionar frente al "delito". conciencia que, en realidad, les son negadas cuando se trata de
Esto ha llevado a los criminólogos a una fuga de la etiología hacia formular "soluciones".
los Campos Elíseos de la crítica de la ideología, o, en el mejor de Una política reformista tal como la formulada por los rea-
los casos, de la sociología del derecho penal. Pero un escape de la listas de izquierda no puede escapar a estas contradicciones.
etiología, de acuerdo con los realistas, es también una renuncia a El proyecto, el plan, la solución, son resultados prefigurados
las reformas, al conocimiento para el cambio, a la contribución en un paradigma analítico en el que el comportamiento delicti-
para la "solución" de los problemas. En realidad, esto significa vo procede de causas sociales (pobreza, discriminación, des-
una convergencia con los criminólogos-administradores y las ten- empleo, etc.) mediadas por la percepción subjetiva de la "priva-
dencias hacia una impostación de la cuestión criminal en térmi- ción relativa". Claramente, y no por casualidad, el realismo de
nos puramente manageriales. Comprender, como ingrediente in- izquierda resucita elementos de análisis y estrategias socialde-
dispensable de las políticas reformistas, implica entonces, de mócratas, acrecentándolos con una dimensión cultural y sub-
acuerdo con los realistas de izquierda, investigar las causas —del jetiva que actúa como una intermediaria entre la pobreza y la
delito más que de la cuestión criminal— porque es el delito lo que "delincuencia".
constituye, antes que nada, el "problema". Es precisamente aquí Este retorno a una perspectiva analítica y política mertoniana
que los realistas de izquierda se distancian de la criminología crí- refleja una preocupación por el pesimismo que caracteriza a la
tica —acusándola de un rechazo idealista a reconocer que el deli- situación actual. Las políticas represivas hacia el delito impulsa-
to es, sobre todo, un problema para las clases pobres y margina- das por los conservadores y el rechazo a formular políticas por
das, donde éste nace y donde tiene lugar en su mayor parte—. parte de los radicales, son respuestas diferentes a la misma cosa:
Este reconocimiento es acompañado por una nueva estrategia de el "fracaso" de las políticas de rehabilitación y resocialización
atención a las "víctimas" del delito. De acuerdo con los realistas —para los conservadores, meras ilusiones costosas, y para los
de izquierda, el criminólogo debe "tomar seriamente las necesida-
des de la gente" y eso significa aceptar las demandas de seguridad
vidualmente distribuidos o deducidas de charlas de bar, más que de acti-
y de defensa social a las que estas necesidades dan origen. tudes concretas frente a los "delincuentes". No existen sólo diferencias que
En realidad este programa esconde una contradicción, co- resultan de la modalidad de relevamiento, sino diferencias resultantes de
mo he sostenido en otro lugar (Pitch, 1986). Escuchar las "ne- opiniones que cambian dependiendo del contexto y de las circunstancias.
cesidades de la gente" es, en general, un proceso selectivo. La naturaleza problemática de las encuestas de opinión y su inadecuación
Sólo son escuchadas aquellas necesidades que se correspon- para revelar la voluntad "popular" ha sido destacada, entre otros, por
Baratta, 1985, p. 451.
den con la estrategia de reformas que el criminólogo ya tiene en 27
Regresaré a esto en el próximo capítulo. Es evidente, sin embargo, que el
mente. Es decir que, por un lado, se asume que las "necesida- status de víctima no es una condición natural, o mejor dicho, no es inhe-
des" pueden ser directa y literalmente deducidas de las deman- rente a todo dolor, sino que es un status atribuido o asumido, que acarrea
das de la "gente".26 Por el otro, estas necesidades sólo son reco- una cierta autopercepción y una cierta interpretación de la situación
"victimizante". Ser una víctima implica la representación de un papel, con
expectativas tanto de quien deviene así definido como de quien define a
26 alguien como una víctima. Está claro que este proceso de definición puede
Las demandas de la "gente" serán diferentes si son articuladas por grupos ser, y frecuentemente es, objeto de negociación y conflicto y no es indife-
organizados o recogidas por los sociólogos a través de cuestionarios indi- rente quién define a quién, ni con qué objetivo (véase Miers, 1983).
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radicales, Instrumentos que amplían la extensión de la interven- sus consecuencias en el tema de la responsabilidad. Tanto en el
ción institucional y patologizan los conflictos. caso de la criminología crítica como en el de la criminología
Mientras que este retorno a Merton no escapa a las aporías "reformista", la reintroducción de las víctimas (del delito) en la
ya expuestas para su modelo, se encuentra con contradicciones discusión implica una focalización sobre aquellas consecuen-
adicionales cuando pretende poner el punto de vista de la vícti- cias producidas por las acciones de ciertos individuos sobre
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ma en el centro de las preocupaciones del/de la criminólogo/a y las vidas de ciertos otros. Existe, en efecto, en este nivel una
de las políticas que él/ella defiende. En el modelo mertoniano, localización de la atribución de responsabilidad que es, sin
el punto de vista implícito desde el cual observar el tema del embargo, frustrada por la exigencia del criminólogo de conferir
delito era la "sociedad" en general. Aquí, en cambio, el delito status de verdad a las percepciones de las víctimas. De este
tiene un status doble: es, al mismo tiempo, un acto ilegal y lo modo, tenemos dos racionalidades más bien limitadas (la del
que algunos grupos sociales consideran como un daño. Los ofensor y la de la víctima) y una racionalidad absoluta (la del crimi-
nuevos realistas se proponen a sí mismos como los intérpretes nólogo realista). El ofensor delincuente es responsable por sus
de las "verdaderas necesidades" de los grupos sociales que ellos acciones, pero actúa basado en una percepción de la situación
consideran oprimidos, explotados y marginados. Es precisa- que, a su vez, tiene sus raíces en situaciones sociales. No obs-
mente el punto de vista de estos grupos lo que ellos reclaman tante, no debe ser considerado "determinado" por esto último,
adoptar cuando proclaman como "reales" los problemas que enfatizan los realistas de izquierda (observando esta hipótesis
estos grupos construyen como tales. Éstas son las víctimas "rea- como la base del fracaso de las políticas socialdemócratas). Sin
les", victimizadas doblemente por sus condiciones sociales y por embargo, como los realistas no proveen una teoría de la perso-
el delito. A la interacción entre la "sociedad" y el delincuente es nalidad ni una teoría de la acción, su invocación de la privación
sumada aquélla entre el delincuente y sus víctimas. Esto, sin relativa como un vínculo conector entre las condiciones socia-
embargo, implica una elección que no es reconocida como tal. El les y el comportamiento puede sólo ser entendida en línea con
criminólogo-reformador adopta algunos puntos de vista y al atri- lo que ya hemos visto con respecto la teoría de la anomia de
buirles un fuerte status de realidad sobre la base de su perte- Merton. Finalmente, la víctima —o, mejor, una cierta categoría
nencia a grupos oprimidos, se mueve dentro de un horizonte de víctimas— está ciertamente en posición de definir el proble-
teórico que, en primer lugar, asume que existe un dispositivo ma, y en realidad es el único sujeto que está autorizado a ha-
cognitivo para la identificación no ambigua de los "oprimidos", cerlo, pero no está en posición de identificar la solución, a me-
además de la autoidentificación de los actores interesados; y nos que posea el mismo modelo teórico-político que el
en segundo lugar, asume que el punto de vista expresado por criminólogo.
los oprimidos es "verdadero", como una traducción literal de En resumen, es este último el depositario de un saber que
sus necesidades "reales" y, además, que es naturalmente "pro- lo coloca en posición de elegir los puntos de vista de las vícti-
gresista" —presumiblemente porque está de acuerdo con algu-
mas correctas. Este saber es, por lo tanto, construido en torno
nos tipos de racionalidad histórica teleológicamente orientada.
a un modelo teórico-político en el que las "causas" y las inter-
No me extenderé en la aporía de este enfoque y de las polí-
ticas inspiradas por él.28 En lugar de eso, me gustaría enfatizar pretaciones de los "actores" son, en realidad, deducidos de y
ajustados a las "soluciones" que el modelo mismo prefigura. Se
trasluce una vez más que la atribución de una responsabilidad
28
Es al menos curioso, por ejemplo, que sobre la cuestión de la prostitución "limitada" al delincuente implica la asunción de una responsa-
se llegue a la propuesta de criminalizar al cliente en nombre tanto de aque- bilidad amplia por parte del criminólogo. Aquí, sin embargo,
llos que consideran a la prostitución un delito contra la mujer (incluyendo, las "limitaciones" del delincuente no evocan solamente políti-
en este sentido, una fuerte corriente de feminismo anglosajón), como de cas de rehabilitación. El mejoramiento de las situaciones so-
aquellos (presumiblemente, la clase trabajadora) que la consideran un pro-
blema social, una fuente oculta de degradación para la calidad de vida en ciales y culturales que producen la delincuencia no excluye la
sus comunidades. Véase Box-Grainger, 1986. respuesta de la justicia penal. De hecho, ésta no sólo es deman-
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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

dada con frecuencia por las víctimas en su rol de proveedora de mas serían puestos en posición de resolver sus "conflictos" per-
protección y compensación, sino que también está legitimada sonalmente en un proceso de comunicación cara a cara en el
como una respuesta que tiene en cuenta y confirma la naturale- que los problemas "reales" de ambos retendrían su especifici-
za no patológica, no irracional de las motivaciones de los actos dad y significación. La cuestión de las causas del delito —o,
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

delictivos. En comparación con las víctimas "verdaderas", los más bien de los problemas y conflictos que son así etiqueta-
ofensores criminales son "víctimas" sólo en parte. Ellos de nin- dos— es puesta entre paréntesis. El criminólogo no está direc-
guna manera son inocentes. tamente interesado en ellas, sino que está empeñado en un pro-
yecto de deconstrucción del producto simbólico y discursivo
del sistema de justicia penal, que es al mismo tiempo un pro-
5. Los abolicionistas: yecto de construcción de una comunidad de actores razona-
la criminología como desmistificación bles. El interés en las causas, no obstante el origen marxista de
En el polo opuesto de los realistas, al menos en las inten- muchos abolicionistas, sería incoherente con un programa teó-
ciones declaradas de ambas posiciones, están los llamados "abo- rico hermenéutico que caracteriza, más o menos explícitamen-
licionistas". Esta tendencia, en su mayor parte europea, con te, al discurso abolicionista. Crítico de la ideología y al mismo
predominio en Europa del Norte (Christie, 1985; Hulsman, tiempo involucrado en la construcción de relaciones comunita-
1982, 1983; Mathiesen, 1974, 1983; Scheerer, 1983; y para rias, el criminólogo abolicionista oscila, de manera no completa-
una discusión italiana, Marconi, 1982; Pavarini, 1985), lleva el mente diferente de sus "adversarios" realistas de izquierda, en-
modelo del etiquetamiento a su extremo. Brevemente, los abo- tre el libertarianismo y la pedagogía. Mientras los realistas de
licionistas sostienen que el "delito" no sólo es una etiqueta ar- izquierda deciden que los problemas reales son lo que (cierta)
bitrariamente impuesta, sino una etiqueta que, en realidad, sólo "gente" dice que son, los abolicionistas, al tiempo que restituyen
sirve para ocultar y agravar los conflictos expropiándoselos a a las "víctimas" el status de protagonistas, asumen de facto la
los participantes. Ellos no discuten la existencia de las situa- tarea de explicarles cuáles son los verdaderos problemas.
ciones problemáticas, discuten la adecuación de la respuesta El actor de los abolicionistas, sea víctima o "delincuente",
en términos de justicia penal. Sostienen, por el contrario, que es infinitamente razonable: es, por lo tanto, responsabilizable.
tal respuesta, que comienza con la imposición de la etiqueta de Puede y debe ser puesto en posición de reconocer y luchar con
delito sobre ciertos actos y conflictos, en sí misma constituye las consecuencias de sus propias acciones y, de ese modo, con-
trolar directamente la situación. Esto es posible si puede
un problema más serio que los actos y los conflictos que inten-
impedirse que las estructuras burocráticas e impersonales in-
ta resolver. El criminólogo tiene la tarea de demostrar esta te-
tervengan en la situación y la expropien a los participantes.
sis, es decir, de revelar las funciones reales del sistema de jus-
ticia penal y de describir sus consecuencias perversas. Si el
realismo de izquierda implica una política socialdemócrata con 6. ¿Cuestión criminal o cuestión penal?
el típico énfasis sobre los proyectos de reforma, las propuestas
del abolicionismo son más compatibles con una política El problema de qué es la cuestión criminal y cómo es cons-
"movimientista", "verde", vagamente anarquista (véase Marconi, truida por las teorías criminológicas, es (como luego veremos)
central para una comprensión de cómo es planteada la cues-
1983), en la que la resolución de conflictos es confiada a meca-
tión de la responsabilidad.
nismos y procesos de y en la "comunidad" en la que tienen lu- En contraste con las sociologías de la década del '60, la
gar. También en este enfoque las víctimas asumen un papel cen- criminología crítica, el abolicionismo y los dos realismos, en
tral: son visualizadas como expropiadas e ignoradas por el común con la llamada "criminología tradicional" (clínica, posi-
sistema de justicia penal, cuya abolición les otorgaría, en con- tivista), asignan un papel central al sistema de justicia penal.
secuencia, un protagonismo nuevo y diferente. Ofensores y vícti- Esta centralidad es asignada a priori, en lugar de tener el sta-
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son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

tus de una hipótesis que deba ser verificada. Más bien, dicha da en consideración sólo si es tenida en cuenta su diversidad y
centralidad es, de varias maneras, constitutiva de la cuestión si la centralidad del sistema de justicia penal asume el status de
criminal misma o, más exactamente, esta última tiende a ser una hipótesis antes que continuar siendo una presuposición no
construida como una cuestión penal. En la criminología crítica examinada.
y el abolicionismo el tema del control social, desarrollado por En este capítulo he expuesto dos cosas. En primer lugar,
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

la sociología anglonorteamericana de la desviación y el control, bosquejé brevemente la centralidad de la "responsabilidad" en


es concebido dentro de un modelo teórico en el que el control sus distintos sentidos, tanto para las ciencias sociales como
social es asimilado a la dominación y la dominación, a su vez, para las lecturas de sentido común de las relaciones entre los
pasa a adquirir las tradicionales connotaciones europeas de seres humanos y entre los seres humanos y el mundo. Aunque
negación, prohibición y represión. En esta operación, la pri- las cuestiones explícitas de responsabilidad han permanecido
sión y el sistema de justicia penal devienen centrales, represen- sumergidas en el pasado reciente, en el presente han vuelto a la
tando la manifestación más clara y evidente del poder represi- superficie poderosamente y son un tema dominante de los dis-
vo del Estado y/o de las clases dominantes. Sobre esta base es cursos públicos y políticos. Dentro de las ciencias sociales, esto
construido todo el tema del control. Las relaciones entre el sis- toma la forma de un nuevo cuestionamiento del problema del
tema de justicia penal y otras agencias a las que puede ser im- actor. En segundo lugar, usé la "responsabilidad" como una lente
putada la producción de control social es, entonces, o bien ig- para leer los enfoques recientes y contemporáneos sobre el de-
norada, o visualizada desde el punto de vista de la prisión. La lito y el control social.
cuestión criminal se transforma así en cuestión penal, pero en Antes de continuar con estas cuestiones, e intentar deli-
el marco de una perspectiva que dilata el peso y la importancia near mi propio enfoque, haré una breve desviación al interior
de esta última (véase Cap. 1). de la historia reciente de las "criminologías" italianas. Esto es
En lo que concierne a los dos tipos de realismo, la cues- necesario porque esta historia es claramente diferente a las his-
tión criminal está constituida, aunque de maneras opuestas, torias de las criminologías británica y norteamericana, aunque
por las definiciones y prácticas desplegadas por el sistema de parece converger con ellas en el momento en que emergió una
justicia penal, recuperando el delito, de este modo, un status "criminología crítica". En realidad, esta historia puede ser de
"natural". Puede decirse, en efecto, que en todos estos enfoques interés más general, precisamente porque esa convergencia,
lo penal y lo criminal coinciden. Para la criminología crítica y el desde puntos de partida tan diferentes, podría arrojar nueva
abolicionismo es criminal lo que el sistema de justicia penal luz sobre los problemas y paradojas encontrados por las
define como tal; para los dos realismos, aquello que el sistema "criminologías críticas".
de justicia penal define como criminal es lo que es en verdad
"criminal" —o bien, universalmente percibido como dañoso y
reprobable.
Esta coincidencia acarrea efectos reduccionistas y distor-
sionantes simultáneos. Si es metodológica y teóricamente
reduccionista confinar la cuestión criminal al interior de los
límites del sistema de justicia penal, es, además, una distor-
sión ver al sistema de justicia penal desde la perspectiva am-
plia de la cuestión criminal. Parecería —y lo argumentaré me-
jor más adelante— más productivo considerar constituida a la
cuestión criminal por una diversidad de procesos, no todos
reconducibles al funcionamiento del sistema de justicia penal,
y cuya interacción, frecuentemente conflictiva, puede ser toma-

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