El Cementerio de los Ingleses
Una de las visitas obligadas en la zona es el Cementerio de los Ingleses. Lugar donde se produjo una de las catástrofes marinas más importantes en A Costa da Morte. El barco de la armada inglesa Serpent, naufragó una noche de temporal dejando más de ciento setenta y cuatro muertos.
El Cementerio de los Ingleses
Una de las visitas obligadas en la zona es el Cementerio de los Ingleses. Lugar donde se produjo una de las catástrofes marinas más importantes en A Costa da Morte. El barco de la armada inglesa Serpent, naufragó una noche de temporal dejando más de ciento setenta y cuatro muertos.
El Cementerio de los Ingleses
Una de las visitas obligadas en la zona es el Cementerio de los Ingleses. Lugar donde se produjo una de las catástrofes marinas más importantes en A Costa da Morte. El barco de la armada inglesa Serpent, naufragó una noche de temporal dejando más de ciento setenta y cuatro muertos.
de Camelle, lugar donde se encuentra el museo del alemán, Manfred, y que quedó destruido por el vertido del petrolero Prestige. Cuando llegué al pueblo tuve la impresión de entrar en una pequeña aldea costera, donde el tiempo y la premura que- dan a sus puertas. La paz y tranquilidad que se vive en sus calles y zonas próximas al puerto llama la atención del viajero. Durante breves minutos ob- servé desde el interior del vehículo el aspecto que presentaba aquel pequeño núcleo de población.
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Eran las primeras horas de la mañana. La escasa
presencia de turistas por sus calles hace que esta minúscula aldea viva de espaldas al trasiego que suponen los meses de verano. Me llamó la aten- ción un puesto de venta ambulante de ropa y las dos mujeres que intentaban regatear el precio de unas prendas, por lo que decidí seguir con interés aquella transacción económica. Incluso este mo- mento de tensión comercial se vive en Camelle de forma muy distinta. En una parte del puerto, tres niños jugaban tirando piedras al agua y con cierta apatía me regalaron una irónica sonrisa. Al acer- carme al museo del alemán, pude comprobar lo que tantas veces había leído en documentos e in- formaciones que aparecen en la Web. La extrava- gancia de este curioso personaje, que murió de tristeza al ver destruida su obra por el petróleo, aparece reflejada en lo que ha quedado de su tra- bajo. La única conclusión a la que pude llegar es que este hombre era un amante de la naturaleza y el mar. Jugaba con elementos naturales para dar forma a un mundo que emanaba de su interior y que le hacía libre como las gaviotas que surcaban
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su minúsculo y extravagante paraíso. Desde Ca-
melle seguí la carretera que va en dirección a la vi- lla de Camariñas, ciudad por excelencia del encaje de bolillos. Aquí es obligado visitar su museo y comprar algún detalle para obsequiar a los amigos. Después de realizar algunas compras, me senté en una tasca próxima al puerto para comer. Un pe- queño paseo por las calles del pueblo y, de nuevo, me puse en carretera para visitar Cabo Vilán. Aquí tuve un nuevo encuentro con el mar de A Costa da Morte. Las imágenes que descubrí desde este enclave extraordinario volvían a ser impactantes. El faro está integrado en las rocas, y el acceso a sus instalaciones se hace siguiendo un largo túnel que hay excavado sobre las piedras. Aunque el día estaba tranquilo, me llamó la atención la fuerza que el viento adquiere en estos lugares. Mi pró- ximo objetivo era visitar algunas de las playas que se encuentran perdidas entre los acantilados de la zona. La playa de Trece es un impresionante espa- cio natural ubicado entre abruptos acantilados. Decidí bajar hasta el arenal y pasar allí cierto tiempo de recogimiento. Como siempre, dejé que
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las impactantes imágenes de esta obra de natura-
leza me embriagaran con sus olores y sonidos. Una de las visitas obligadas en la zona es el Ce- menterio de los Ingleses. Para llegar a este enclave hay que seguir una pista de tierra mal acondicio- nada, pero es el precio que hay que pagar para adentrarse en el lugar donde se produjo una de las catástrofes marinas más importantes en A Costa da Morte. El barco de la armada inglesa Serpent, naufragó una noche de temporal dejando más de ciento setenta y cuatro muertos. Como recuerdo a este fatídico acontecimiento se levantó un pe- queño monumento en la zona, próximo al mar. Desde aquí se pueden apreciar las formaciones ro- cosas que se adentran en las aguas, lo que hace que sea un lugar muy peligroso para la navegación. Cuando me sorprendieron las primeras luces de la noche, decidí que era el momento de regresar a la casa de turismo rural. Lo que estaba viviendo en A Costa de Morte, las experiencias y sensaciones que estaba descubriendo con cada nuevo encuen- tro con esta naturaleza tan salvaje y agreste, iban a dejar en mí un recuerdo imborrable.