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1.Vamos, ánclate.
Esta técnica no es apta para frioleras. Para hacer este ejercicio de mindfulness
deberás sostener un cubito de hielo en la mano hasta que se derrita. Deja que el
hielo derretido se derrame en tu regazo o en la mesa. Observa las sensaciones,
los sentimientos de incomodidad, los pensamientos y las emociones que vas
teniendo a medida que se presentan. Regístralos.
4. Salida de emergencia.
Sigue este paso a paso: Abandona lo que estás haciendo por un instante.
Realiza tres inspiraciones con atención plena. Pregúntate: ¿qué me está
pasando ahora mismo –en sensaciones físicas, en tus pensamientos,
emocionalmente–? Percibe y reconoce tu experiencia presente con una atención
bondadosa. Sigue respirando y continúa.
5. Desintoxicación digital.
¿En qué situaciones sueles mirar tu teléfono móvil? Analiza si lo haces antes de
salir de la cama, durante las comidas, mientras hablas con otra persona, en el
autobús de vuelta a casa... ¿En todas? Pasa un día sin tu móvil. Planea qué
harás. Anota cuáles son los impulsos que te piden mirar el teléfono. Y como
parte de este ejercicio de mindfulness, registra las cosas agradables que te han
ocurrido por prestar más atención en tu trayecto.
6. Déjalo ir.
Escribe en unos globos con helio todas las cosas de las que pretendes liberarte.
Sal al exterior, cierra los ojos y deja que los globos asciendan al cielo.
7. Alarma de la gratitud.
A lo largo del día pon una alarma cada 60 minutos. En cuanto suene te
recordará que has de mostrar agradecimiento el hecho de sentirse agradecido a
menudo se traduce directamente en una sensación de bienestar.
Si eres de las que tu mente se acelera cuando intentas dormir seguramente sea
porque al esforzarte tanto por dormirte el cerebro te mantiene despierto. Dormir
bien y vencer el insomino requiere seguir una serie de pautas saludables pero la
meditación también puede ayudarte. Abandónate a tus pensamientos. Deja que
surjan y se desvanezcan como nubes. Inspira y espira siguiendo su ritmo. Inspira
una, y otra, y otra vez.
Nuestra respiración es como una ola. Sube al inspirar y baja al espirar. Toma un
lápiz y dibuja olas a medida que respiras. La inspiración infunde energía en el
cuerpo, la espiración lo relaja. La inspiración activa el sistema nervioso simpático;
la espiración, el sistema nervioso parasimpático.
Coge una pequeña pieza de fruta con las manos. Pasa unos minutos
contemplando su color y textura, como si nunca la hubieras visto antes. Llévate la
fruta a la nariz, percibe su aroma y cómo es. Acerca la fruta a tu oreja, aprieta la
fruta ligeramente y escucha el sonido que produce. Siente la textura de la fruta,
cierra los ojos para sintonizar con el sentido del tacto de manera más profunda.
Siente la forma del objeto y su peso.
Túmbate boca arriba y dejando que tu espalda repose sobre una esterilla o una
manta. Separa ligeramente las piernas y deja que los pies descansen. Los brazos
están separados ligeramente del cuerpo con las palmas de las manos mirando
hacia arriba. Lleva toda tu atención al movimiento de la respiración en la zona
abdominal.
Cuando estés dispuesta, dirige tu atención hacia las sensaciones físicas del
cuerpo, especialmente las táctiles o la presión, allá donde el cuerpo entra en
contacto con el suelo o con la cama. Continúa concentrando tu atención en cada
parte de tu cuerpo: tus pies, el tobillo, las piernas, la ingle y la cadera. Siente
cómo llenas los pulmones e imagina que llevas esa respiración a cada parte
del cuerpo.
Una vez hayas finalizado la exploración del cuerpo de esta manera, expande tu
atención al cuerpo en su totalidad.
Pon un par de revistas en las dos patas traseras de la silla. Al poner la silla
inclinada ligeramente hacia delante harás que la espalda esté más recta de
forma natural. Coloca los pies planos en el suelo o, si la silla es demasiado alta,
sobre un cojín en el suelo.
Pon las manos sobre las rodillas con la palma hacia abajo o pon una mano sobre
la otra. Imagina que tu cabeza es un globo de helio. Deja que se levante de
manera natural y estira la columna vertebral sin tirar. Inclínate hacia delante y
hacia atrás unas pocas veces hasta que encuentres el punto medio de equilibrio.
Este ejercicio se suele realizar como una continuación del anterior. Cuando estés
lista, lleva la atención de los sonidos exteriores a tus pensamientos. Observa
cómo los pensamientos surgen y se van. En cuanto notes que tu atención se
enreda en un hilo de ideas, da un paso atrás con calma, alejándote de tus
pensamientos, y vuelve a observarlos en la distancia, en la medida que puedas.
Esta práctica busca generar compasión contigo y con los que te rodean.
Puedes ubicarte en cualquiera de las posturas anteriores. Cuando llegues a un
punto de concentración, visualiza a las personas que quieres alcanzar y repite
alguna de estas frases:
20. Ya que has logrado incorporar alguna de estas prácticas toma nota de
estos consejos para que tu día sea más pleno: