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“La inmigración coreana en Buenos Aires”

Lic. Carolina Mera - Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias


Sociales, Universidad de Buenos Aires –
carolinamera@yahoo.com, cmera@mail.fsoc.uba.ar

Historia de la Colectividad Coreana de Buenos Aires


A partir del año 1965 puede hablarse de una inmigración coreana en Argentina.
El número de población de Corea del Sur alcanzó su punto máximo en el año 90, llegando
a 42000 personas. La mitad de esta población llegó entre los años 1984 y 1989,
instalándose principalmente en la Provincia y en la Ciudad de Buenos Aires. En el año
2000 /2001 la cifra ascendía a 25000 personas, mientras que en la actualidad no superaría
las 20.000 personas. 1
Los primeros coreanos que llegaron a Argentina lo hicieron en 1956 y 1957. 13 militares
norcoreanos, prisioneros de guerra a quienes se les dio la opción de emigrar a otro
continente.
A partir de 1962 llegarán al país pequeños grupos aislados, formando parte de una
corriente migratoria de desplazamiento hacia América Latina 2 . Se instalarán en Brasil,
Bolivia, Paraguay, Chile. Algunos llegarán por tierra a Argentina.
De esta manera, cuando en 1965 llega el “Boys Ben”, primer barco de inmigrantes
coreanos cuyo destino final de desembarco era Argentina, ya había familias coreanas en
nuestro país.
En 1965, llegan numerosas familias, que se asentarán en CAMPO LAMARQUE, Rio
Negro. Coorporación Coreana de Desarrollo de Ultramar (KODCO). 1971 adquiere tierras
en Luján, Provincia de Buenos Aires, donde se instalará una granja para la cría de gallinas
y cerdos y cultivo de legumbres. 1977 KOCDO establecen en la Provincia de Santiago del
Estero, la Colonia CAMPO ISCA YACU, donde se establecerán 16 familia.
Si bien la Colonias se instalan en el interior del país, veremos que ya en esa época
empezarán a establecerse algunas personas aisladamente en la Capital.

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Esto responde tanto a la característica de desplazamiento y reemigraciones de esta migración, como al
factor de expulsión que representó la recesión económica de los años 90, y la inestabilidad institucional,
política y económica en el 2001.
2
En 1962 se da una corriente migratoria de 30000 coreanos hacia América Latina: a Brasil, Argentina,
Paraguay y Bolivia. (Kim Ill Soo, 1981)

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Entre 1970 y 1978 llegan al país, aproximadamente 2800 personas (500 familias) para
establecerse en áreas rurales.
Las colonias no prosperaron porque la mayoría de los migrantes nunca antes habían
practicado actividades agrícolas ni rurales (a pesar de que era uno de los requisitos para la
emigración) y porque se trataba de regiones poco desarrolladas, con infraestructura
precaria y pocos servicios educativos y sanitarios. Terminaron movilizándose hacia las
zonas urbanas y grandes ciudades para dedicarse a actividades comerciales.
En Abril de 1985 se firma en Buenos Aires un Acta de Procedimiento para el ingreso de
inmigrantes coreanos a la Argentina. Las características fundamentales que se desprenden
de dicho documento son: el lugar de asentamiento podrá ser en cualquier parte del
territorio Nacional con excepción de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, y la
exigencia de un depósito bancario para comprobar la solvencia económica del grupo
familiar. Debían depositar antes del otorgamiento de las visas, 30.000 dólares en el Banco
de la Nación Argentina en Nueva York a nombre de los emigrantes, monto que
permanecerá en un plazo fijo durante 60 días en la Casa Central de dicho Banco en Buenos
Aires. Entre los años 1984 y 1989 se otorgarán más de 11.000 permisos a familias.
El flujo migratorio que llega entre los años 84/89 disponen de capital de inversión.
Emigran de una Corea moderna e industrializada.
La década del 90 significó para la Colectividad coreana un crecimiento cualitativo y una
disminución cuantitativa. No hubo entrada de nuevas olas migratorias sino expulsión. Sólo
casos aislados de reagrupamiento familiar y algunos casos de hombres solteros y solos.
Este último dato es llamativo ya que desde el principio se trató de una migración familiar.
Desde mediados de 1990 llegan al país coreanos-chinos. Son ciudadanos chinos,
provenientes de la región de Yanbian pero que en la Ciudad de Buenos Aires se integran
más a la colectividad coreana. Hablan coreano, comen comida coreana y se reconocen
como tales. Van a las iglesias coreanas y trabajan en comercios y talleres de coreanos.

Características de la instalación
Los migrantes coreanos adoptan una fuerte tendencia a reagruparse para todas las
actividades sociales. Crean una red de solidaridades basadas en lazos afectivos fundados en
la “identidad étnica” construida históricamente en el contexto argentino.

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Los primeros emprendimientos se dirigían hacia colonias rurales, pero el fracaso de las
mismas fomentó el desplazamiento hacia las ciudades.
En Buenos Aires, se establecen en barrios precarios de la ciudad (villas de emergencia de
Retiro, Bajo Flores, etc.). Con el tiempo se van concentrando en un unos pocos lugares de
la ciudad. La concentración en un barrio coincide con el inicio de las actividades de
producción textil y entonces sí, a medida que mejora la situación económica, se
desplazarán hacia calles de la zona de un nivel medio, hasta llegar a Baek-ku o barrio
coreano.
En 1966 se funda la Iglesia Unión Coreana en Argentina, primer Iglesia evangélica coreana
en el país, y la Asociación de Coreanos en Argentina. En 1967 se abre el primer taller textil
de propietarios coreanos. En 1969 se funda la Iglesia Chae-Il (una de las mas grandes)
En 1970 se abren los primeros comercios de ropa de propietarios coreanos en el Barrio de
Once y crecerán cuantitativamente. Se ponen en circulación semanarios y periódicos en
coreano.
En los 80’s hay un gran crecimiento económico en el área textil: fábricas, talleres,
comercios al por mayor y menor. Se crea la Asociación de Comerciantes Coreanos.
La vida comunitaria experimenta un proceso de crecimiento cualitativo acelerado, se
consolidan las asociaciones existentes y surgen nuevas como la Asociación de
Profesionales Universitarios Coreanos, Asociación de Universitarios Coreanos en
Argentina, Medicina Integral Koreana, Instituto Coreano Argentino, nuevos periódicos,
Centro de Informacion de la Cultura Coreana en Aargentina, Asociación de escritores, etc...
También en Baek-ku: todo tipo de comercios, la mayoría de los cuales tenían hasta hace
muy poco tiempo, los carteles y mensajes en coreano: panaderías con productos típicos,
video-clubes donde los videocasetes tienen las etiquetas de los títulos en coreano, casas de
modas, salones de belleza, peluquerías, dentistas, garajes, vidrierías, talleres mecánicos,
supermercados con productos con embalajes coreanos, casas de arroz, restaurantes,
pescaderías, agencias inmobiliarias, casas de computación, casa de regalos, una librería y
una biblioteca con sistema de alquiler de libros, casa de fotografía, el Golf Shop, la
Confederación Argentina de TAE KWON DO, estudios contables, una farmacia,
compañías de Remises, agencia de viaje y turismo, casa de computación, etc.
Ademas de los restaurantes, bares y cantobares, iglesias, Asociaciones, medios de
comunicación (diarios y radio) y comercios varios.

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Sociabilidad
Se trata de una migración familiar que facilita la red de información y transmisión del
“saber-hacer” y vivir típicos de la Argentina.
Las iglesias evangélicas y la iglesia católica coreana son las instituciones más importantes,
social y culturalmente. Son iglesias de características conservadoras, que tienen ramas en
Corea o en EEUU, donde se tiende a enfatizar el nacionalismo y a reforzar las virtudes de
los valores tradicionales coreanos. En general el culto es en coreano y los ministros,
pastores y sacerdotes, son entrenados en Corea o en Los Estados Unidos. Funcion:
necesidades espirituales, y funciones seculares. Centro de la vida comunitaria, en los
encuentros en la iglesia, se hacen amigos, se cambia información sobre trabajos, negocios,
servicios, escuelas para chicos, etc.
La organización de la familia coreana está marcada por las diferentes ideologías que
atravesaron el pensamiento tradicional de Corea a lo largo de la historia: chamanismo,
budismo, confucianismo, y más tarde el cristianismo, que se cristalizan en una suerte de
sincretismo ideológico.
La familia extendida, característica del modelo patriarcal confuciano tradicional, da paso a
la familia nuclear moderna, que solo cubre las funciones primarias dejando cada vez más
las funciones secundarias para otras instituciones.
Las relaciones de parentesco que en el sistema tradicional se basaban únicamente en la
línea paterna, se ven multiplicadas en contactos más frecuentes con la familia materna. Los
padres entienden que muchas veces el amor afectivo de las hijas es mejor que el amor por
deber de las hijas políticas.
Los ancianos pierden el rol de sabios y guías que tenían tradicionalmente, a causa del no
conocer los nuevos lenguajes, manejo del espacio, tiempos, formas de pensar y las nuevas
situaciones, esto los ubica en una situación de inferioridad con respecto a los otros
miembros de la familia, especialmente los más jóvenes.
Los hijos adquieren mayor importancia ya que pueden comunicarse fluidamente,
facilitando así, el proceso de comunicación de la familia hacia el exterior.
Es la mujer quien mediatiza las diferentes posiciones garantizando la continuidad de los
valores étnicos. Es por esta razón que si bien ella cambia muchos comportamientos, sigue
respetando y reproduciendo el modelo tradicional. Ciertas prácticas tradicionales

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conservadoras (como los casamientos arreglados, la prioridad de un hijo varón, su
dedicación a las tareas domésticas, etc.) son muchas veces aceptadas por las mujeres, pero
en el contexto de la migración deben ser comprendidas como parte del proceso de
construcción del grupo étnico; esto es, de una solidaridad comunitaria basada en los
valores de una identidad positiva frente a los valores culturales diferenciales que se
imponen negativamente.
En el ámbito laboral, la mayor parte de la actividad económica se concentra en la pequeña
y mediana industria textil, y en el comercio de indumentaria, mayorista y minorista.
En general, protagonizaron un acelerado proceso de crecimiento economico, que se debe a
la organización social que predomina en la comunidad, a una rígida disciplina de trabajo, y
a los sistemas de ayuda intracomunitarios.
Gran parte de estos comerciantes poseen títulos profesionales en una amplia gama de
disciplinas como dentistas, farmacéuticos, contadores, historiadores, artistas, entre otros.
Pero por la dificultad en el idioma, especialmente la imposibilidad de revalidar los títulos,
terminan en los negocios.
También en el sistema educativo constatamos una inserción exitosa. Prueba de esto es la
presencia de estudiantes coreanos en los mejores colegios y universidades de Buenos Aires,
así como también en la diversidad de profesionales de origen coreano en diferentes
ámbitos públicos y privados.

Conflictos
Con la llegada masiva de inmigrantes coreanos en 1984, aparece en el discurso local un
fuerte sentimiento de rechazo hacia esta colectividad y se degrada rápidamente la imagen
que de estas personas se tenía.
Si en un primer momento eran trabajadores, inteligentes y honestos, ahora serán
explotadores, oportunistas e invasores.
Esta imagen negativa influye en la construccion del grupo, sobre todo entre los jovenes que
sienten mas las actitudes discriminatorias y menosprecio de la cultura de sus padres. Asi,
muchos jóvenes se averguenzan de muchas de las costumbres practicadas en la casa, en
algunas entrevistas es recurrente el tema de la vergüenza de invitar amigos a sus casas por
el hecho de que sus padres no hablan bien el castellano, o el no comer comida coreana para

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evitar el olor y por tanto el rechazo de los no coreanos. Sacarse los zapatos antes de entrar
a la casa los ridiculiza frente a sus compañeros de clase.
Se hace cada vez más evidente la necesidad de discutir los modelos de aceptación y
valoración de las diferencias culturales.
El sentido común del imaginario social es internalizado por los niños y jóvenes
fundamentalmente a través del sistema educativo y de los medios de comunicación, donde
las costumbres y valores de la cultura hegemónica son impuestos como patrones
universales, descalificando a muchas de las otras culturas que en ese escenario conviven.
En este proceso, las diferentes asociaciones e instituciones de la comunidad son
promotoras de la invención de la identidad étnica del grupo.
Los mecanismos que afirman la identidad de los miembros del grupo, se basan en la
valoracion y transmision de ciertos trazos culturales tradicionales, como la conciencia de
un origen común. En este sentido, la diferencia cultural actúa como elemento funcional a la
organización y existencia del grupo étnico.
Son las iglesias las encargadas de transmitir los valores que articulan la identidad del grupo,
especialmente la sangre, lengua, la historia y cultura de Corea. Para la primer generación
de inmigrantes, es un lugar de encuentro informacion y recreación, mientras que para sus
hijos es la aproximación a la tradición de sus padres y abuelos.

Intensidades en la filiación étnica


Diferencias entre quienes participan de la vida comunitaria y quienes no.
Constatamos que las personas que participan activamente de la vida comunitaria
revalorizan mas los símbolos y discursos que desde el interior del grupo signan la
“coreaneidad”. Estos hacen de la identidad étnica un valor positivo y reasegurador del
individuo y del grupo. Para estos es muy importante que los hijos mantengan el idioma,
valoren y respeten ciertas pautas de comportamientos tradicionales -hablar con los mayores
usando la forma de cortesía, o llamando a las personas por su titulo o el rol en la familia,
(onni, nuna, hyon, etc.) y no por el nombre-, coman comida coreana y por sobre todo que
se relacionen con personas del grupo.
Quienes no participan o lo hacen esporádicamente, son una minoría dentro del grupo y en
general son jóvenes de menos de 30 años. Privilegian los aspectos de la mirada del
discurso mediático local, donde en general se resaltan los indicadores del nivel de

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integración: manejo del español, tener amistades “argentinas”, comer como argentinos. En
estos casos la identidad étnica es vivida como una carga negativa que los posiciona en
condiciones de inferioridad frente a los “otros”.
Para estos, en cambio, ser coreano forma parte de una historia familiar heredada y que no
necesariamente se continua en Argentina. No hay una adhesión ni sentimiento de
pertenencia al grupo, y por lo tanto no se respetan las pautas fundamentales que hacen a la
cohesión del mismo. Para estas últimas personas, comer, hablar, saber vivir como un
coreano, no se plantea en relación a la actualidad, sino al origen coreano. Esta herencia
familiar, en el actual contexto, es distanciada de la vida cotidiana para lograr una óptima
integración en esferas no comunitarias.
Los jóvenes que no participan activamente del grupo étnico, consideran los valores
tradicionales que reivindican los adultos y ancianos como los mayores obstáculos para
alcanzar una exitosa integración en Argentina y por esta razón buscan alejarse de sus
grupos de pertenencia primaria e insertarse individualmente en la vida porteña. (y no ser
estigmatizados negativamente). Esto se realiza con un costo afectivo muy alto.
Debemos establecer la estrecha relación que existe entre el discurso de estas personas y el
proceso de escolarización en Argentina, donde priman los valores que privilegian la
homogeneidad cultural nacional en torno a los ejes que han marcado la construcción del
Estado Nacion Argentino.

A modo de Conclusion. Diversidad cultural o asimilacion?


Mientras que los del segundo grupo tienden a adoptar líneas argumentativas que justifican
de alguna manera los discursos homogeneizadores, (como por ej. “tenemos que hablar
castellano porque estamos en Argentina”, o admitir que si el olor de la comida molesta a
los argentinos entonces deben intentar no comerla), los del primer grupo tienden a adoptar
posiciones más cercanas a modelos que privilegian la diversidad y convivencia cultural.
Hay una exigencia por ser reconocidos como diferentes y valorados como tales.
Esto plantea el problema de la aculturación o asimilación de las culturas minoritarias. La
relación entre la conformación de una “identidad étnica” minoritaria y el imaginario social
global que pretende asimilación de los particularismos culturales, se plantea hoy como un
problema político y académico que requiere ser debatido.

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Es en los espacios étnicos donde se readaptan las antiguas normas y valores; y desde donde
se negocia su identidad.
Asi, los espacios creados por la colectividad posibilitan el surgimiento de una “identidad
coreana-argentina”, producto o resultado de la identidad coreana ideal (mantener la misma
sangre y 5000 anios de historia y cultura) y la identidad coreana en Argentina, contextual e
histórica, marcada por la experiencia de la diferencia y la discriminación, por el rol de las
iglesias, por la actividad comercial textil mayoritaria, por la recesión económica, por los
otros grupos con los que interactúa. Negociada por el grupo en el espacio público, y por la
persona en cada uno de los espacios en que transita su vida cotidiana.
No puede hablarse de una identidad coreana en Argentina, sino de una multiplicidad de
posiciones de los sujetos. Cada persona elabora en su interior una suerte de negociación
entre ambas culturas, de acuerdo a las expectativas y a las posiciones alcanzadas.
Hay quienes reniegan de su identidad étnica y se “asimilan” al modelo hegemónico,
llegando en algunos casos a rechazar su propia familia.
Hay quienes rechazan la cultura de Argentina y no hacen ningún esfuerzo en aprender ni el
idioma ni las pautas de comportamiento. En general esto se basa en un fuerte menosprecio
de la cultura local o incapacidad de contacto.
Pero sobre todo, hay una infinidad de posiciones intermedias entre ambos extremos.
Quienes mantienen amigos y ámbitos separados, quienes lo hacen por épocas, quienes
conviven en ambos, quienes van a Corea, vuelven, se desplazan en búsqueda de su lugar.
Es más, cada persona puede transitar a lo largo de su vida por diferentes etapas. Es por esa
razón que insistimos sobre el concepto de identidad relacional, para entender las relaciones
interculturales que existen en el escenario de Buenos Aires.
Una de las características de migrantes coreanos que llegaron a América Latina, fue el alto
porcentaje de reemigración hacia otros países como Canadá, EEUU, Mexico.
Los grupos no existen inmóviles, fijos y estables, como tampoco la percepción que de ellos
se tiene. Se existe en situaciones determinadas históricamente.

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