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Eros y escritura

Una interpretación sobre la influencia de la


escritura en la concepción del Eros actual

Seminario II
Carrera Licenciatura en Filosofía
Escuela de Humanidades
Universidad Nacional de San Martín

Matías Amaya
Introducción

No es necesario señalar que la reflexión sobre Eros lleva el mismo tiempo


produciéndose que la reflexión filosófica. Podríamos atrevernos a decir que su aparición
es anterior a esta última, y hasta hacerla arkhé fundamental de la filosofía, tal como lo
esboza Platón en palabras de Diotima. Es un vasto territorio que debe, a fines de poder
culminar en algún momento el presente trabajo, ser circunscripto a unas pocas de sus
variables posibles. La relación entre el deseo y el saber es una de las relaciones posibles
de Eros con la experiencia humana, y claramente constituye un tema particularmente
pertinente para la disciplina filosófica. También lo es toda relación con el otro derivada
de la conceptualización del erotismo propio de lo humano.

De la inmensa bibliografía sobre el tema, hemos optado por utilizar como guía el
excelente ensayo de Anne Carson titulado Eros, El Dulce-Amargo, y resaltar las
implicancias que ha tenido en la aparición de Eros como tema la invención de la
escritura alfabética. Lejos de reducirse a un simple detalle histórico, este desarrollo
técnico parece haber iluminado ciertas zonas de la experiencia erótica: un cambio de
cosmovisión y de concepción del mundo permitió la aparición de categorías con las que
nace toda una reflexión que tiene como protagonista las sensaciones personales, y
abandona el mundo épico del relato oral. Y aún más, se establecen los principios de una
subjetividad que nosotros, como herederos de la modernidad, damos por supuesto. Eros,
en definitiva, es el causante de ese límite que vemos en nosotros, que nos separa del
mundo y de los otros. Para ello, las consideraciones de Bataille en El Erotismo
constituyen, en su manera de pensar la finitud de los sujetos y la infinitud del Ser y la
Muerte, una suerte de hodos para comprender las consecuencias de esta mutación.

Las herramientas históricas a utilizar son dos textos ya clásicos sobre el tema: tanto
Bruno Snell y su Discovery of the mind (utilizamos una traducción al inglés) como
Havelock con La musa aprende a escribir son considerados justamente como
fundadores de esta reflexión que ve en la historia una forma de comprender la génesis
de la concepción de hombre que nosotros hemos recibido. Particularmente, nos
ocuparemos del tercer capítulo del libro de Snell, que trata sobre el aporte de los poetas
líricos a esta subjetividad que nacía en la Grecia antigua. Su preocupación refiere
principalmente a la mutación conceptual de estos últimos respecto de Homero, quien
pertenece a la tradición oral anterior a la aparición de la escritura alfabética. Por otra
parte, Havelock nos ilustra también sobre la mutación material y estructural que ocurre
en el lenguaje al crearse el alfabeto griego, además de sus consecuencias conceptuales.
A él pertenece la tesis de que un lenguaje con soporte material y visual, como lo es la
escritura griega posterior al siglo VII a.C., condiciona a una forma de ver el mundo
distinta de la que constituía su entorno oral anterior. Carson es subsidiaria de considerar
que esta es una de las condiciones fundamentales de la preeminencia de Eros entre estos
primeros poetas no épicos, frente a su evidente segundo plano en la tradición anterior.

Nuestra intención consiste entonces en explicar la relación entre el desarrollo histórico


ocurrido en la Grecia posterior al siglo VII a.C. y la puesta en juego del pensamiento
sobre Eros, destacando los paralelismos y analogías, y esbozando una posible génesis
que ayude a comprender las grandes implicancias que tiene este modo de pensar el
mundo, un mundo que ha devenido erótico.

Deseo y falta

El deseo es siempre falta. Por ello es que el amante solo puede querer aquello que no
posee. Recordemos rápidamente el Banquete platónico y su caracterización del filósofo
como amante de la sabiduría. El filósofo es más humilde que el sofista (sofistes designa
originariamente al sabio), y por ello se asume como deseante, puesto que desea obtener
la sabiduría que aún no posee. Asume una distancia que lo separa del saber. La distancia
y la percepción del propio límite que es causa de la humildad son dos características
fundamentales de la caracterización del deseo. Solo un dios puede atribuirse para sí la
perfección y la sabiduría. En el juego entre la perfección de la divinidad y la
imperfección del hombre (en un sentido griego) nace la reflexión erótica. Y la
imperfección está asociada con la finitud y la muerte, mientras que los dioses, ambrosia
mediante, viven eternamente.

Bataille comprende esto, y ofrece una explicación al respecto. La falta es estructural a


estos seres discontinuos que somos, frente a la continuidad propia de la muerte. El
erotismo es la clave para comprender al hombre en su discontinuidad. La comprensión
del límite del propio hombre que encontramos en Platón, también puede hallarse aquí,
pero ampliado a todo ser discontinuo: “entre un ser y otro ser hay un abismo, hay una
discontinuidad”1, nos dice el autor. Eros es una relación entre dos o más seres. ¿Qué hay

1
G. Bataille, El Erotismo, Buenos Aires, Tusquets Editores, 2015, p. 17.
entre ellos? Un espacio, una falta. El contacto de un ser discontinuo con el mundo,
paradójicamente, se nutre de esa imposibilidad del contacto total.

Pero también hay otra falta que es más fundamental. Eros demuestra su poder en un
ámbito más esencial para el sujeto individual. No solo hay separación entre los distintos
seres, sino entre ellos y su propia desaparición, entre su discontinuidad y la continuidad
del Ser. El ser (como ente) perece, el Ser permanece. Bataille sostiene que la actividad
erótica es una búsqueda psicológica independiente del fin natural dado en la
reproducción y del cuidado de los hijos. A pesar de ello, nos dice que el “sentido
fundamental de la reproducción es la clave del erotismo”2. La reproducción busca la
perpetuación de la especie, una suerte de inmortalidad, de continuidad divina. Los seres
discontinuos mueren, la especie persiste. Por ello la relación con la muerte es esencial a
esta reproducción y es en esta perspectiva donde “la muerte tiene el sentido de la
continuidad del ser”3.

Lo que se busca finalmente es la continuidad que consideramos diferente a nuestra


discontinuidad. En relación a esto dice el autor: “El paso del estado normal al estado de
deseo erótico supone en nosotros una disolución relativa del ser, tal como está
constituido en el orden de la discontinuidad.”4Pero hay que remarcar también que esta
distancia debe mantenerse si no se quiere desaparecer en la indiferencia de la
continuidad. Nuestra existencia como seres discontinuos requiere necesariamente que la
distancia fundamental, no ya la distancia entre seres sino entre finitud e infinito, se
mantenga, o solo quedará la muerte: “se trata de introducir, en el interior de un mundo
fundado sobre la discontinuidad, toda la continuidad de la que este mundo es capaz”5.

Resumamos rápidamente la postura de Bataille. El erotismo es una actividad propia de


seres discontinuos, que entienden que hay un abismo que los separa de los otros y, ante
todo, los separa del Ser y la muerte. Ese abismo, que llamamos falta en varias
ocasiones, demuestra los límites del individuo, como consecuencia de la tensión entre la
búsqueda de inmortalidad y de continuidad (y por ello de la muerte), y la supervivencia
de la discontinuidad propia del ser individual.

2
Ibíd., p. 16.
3
Ibíd., p. 17.
4
Ibíd., p. 22.
5
Ibíd., p. 23.
Carson también interpreta a Eros como una falta, como “el límite de la carne del yo y
entre tú y yo”6. Pero suma una particularidad a su concepción. El amante es quien crea
el hueco, no hay falta alguna en esencia. Al verse imposibilitado de alcanzar su objeto,
concibe que carece de algo. Ella continúa: “El deseo de un objeto que nunca supo que le
faltaba se define, mediante un cambio de la distancia, como el deseo de una parte
necesaria de sí mismo”7. Hay un momento que sella un antes y un después, y que será el
comienzo de una nostalgia de la continuidad perdida. Podríamos arriesgarnos a decir
que la experiencia individual de Eros puede situarse en un punto particular de la historia
de ese individuo, y que también funciona como momento iniciático. Aquel momento
inaugura una concepción de sí mismo basado en esa carencia.

La autora recurre a los líricos, los primeros poetas en utilizar una nueva tecnología que
se establecía poco a poco en la sociedad de la Grecia post-homérica. Este momento
histórico particular es caracterizado por esta conciencia nueva que constituye pensar al Commented [P1]: No se entiende la frase.

Eros, y con él, a la individualidad y discontinuidad propia de estos seres que llamamos
humanos.

La época de los poetas líricos

Situémonos rápidamente en la época de estos poetas. Provienen de una tradición épica,


con sus métricas, con sus temas, con una serie de características culturales propias.
“Homero educó la Hélade” es probablemente una opinión generalizada todavía en la
época de Platón. ¿Qué tipo de mundo es este, educado por Homero?

Primero, unas consideraciones sobre qué es la tradición. Havelock sostiene lo siguiente


sobre la estructura de la tradición y sus instrucciones:

“Las instrucciones deben poseer una estabilidad. Se deben repetir de generación


en generación, y se debe garantizar que la repetición sea fiel; de lo contrario, la
cultura pierde su coherencia y, con ello, su carácter histórico como cultura”8

Debe existir una cierta estabilidad, una suerte de archivo que se mantiene a lo largo de
las generaciones de aquellos que pertenecen a una cultura para que esta exista

6
A. Carson, Eros el Dulce-Amargo, Buenos Aires, Fiordo, 2015, p. 49.
7
Ibíd., p. 54.
8
E. Havelock, La musa aprende a escribir. Reflexiones sobre la oralidad y escritura desde la Antigüedad
hasta el presente, Buenos Aires, Paidós, 1996, p. 103.
efectivamente. Esto solo es posible mediante el uso de una tecnología que permita
mantener el lenguaje, plano del sentido y significación cultural, enraizado en la
memoria de cada uno de los integrantes de la comunidad. La memoria, en una
comunidad oral, es el lugar donde se inscriben las experiencias y, lenguaje mediante, se
comparten. Para poder lograrlo, el lenguaje debe necesariamente ritualizarse, y en
palabras del autor, “de alguna manera se hace formalmente repetible como un ritual en
el que las palabras permanecen en un orden fijado”9. La repetición es la clave de la
memorización. Pero no puede tratarse de algo absolutamente fijado, un orden
inalterable, puesto que los requerimientos sociales, culturales y políticos se modifican
con las circunstancias. El autor sigue: “Lo que se requiere es un método de lenguaje
repetible que, sin embargo, sea capaz de cambiar el contenido para expresar diversos
significados”10. El método técnico utilizado es la rima. Y los responsables de la
manutención de esta memoria, mediante la rima, son los poetas. Havelock sostiene
entonces que la poesía “era originariamente el instrumento funcional de
almacenamiento de información para un uso ulterior” . Hay otra cualidad que favorece
11

la memorización, aquella que hoy en día consideramos preeminente en la poesía actual,


al punto de considerarla solo un divertimiento: se trata del placer. 12 Tanto la rima, como
el relato narrativizado, mediante el placer facilitan la memorización. El contenido
entonces de estas estructuras rimadas serán las acciones de los personajes de la
narración.

Los poetas líricos son responsables de una nueva concepción de la realidad. Rompen
sistemáticamente todas las estructuras de la poesía épica. En primer lugar, la temática
sobre la que tratan cambia radicalmente. Como nos dice Snell, “they speak about
themselves and become recognizable as personalities”13. Son los primeros en expresar
las problemáticas de la experiencia personal. Ante la afirmación de la existencia de la
pluralidad de opiniones, elemento que ya podía ser visto en algunos fragmentos
homéricos, son pioneros en poner su opinión por encima de estas otras. Safo resalta en

9
Ibíd., p. 104.
10
Ibíd., p. 105.
11
Ibíd., p. 105.
12
Havelock sostiene que la poesía tenía entonces una labor alejada del simple disfrute ocioso, puesto que
constituía una forma de mantener funcionando a la estructura política, social y económica de
comunidades desarrolladas, ocupando el espacio de los documentos escritos en las sociedades
alfabetizadas.
13
B. Snell, The Discovery of the Mind: The Greek Origins of European Thought, New Haven, Harper,
1953, p. 44.
uno de sus poemas que de entre todas las posibilidades, la suya es la que prevalece. En
una traducción posible de este poema, escribe:

Some say an army of horsemen is the fairest thing on the black earth,

others an army of footsoldiers, and others a navy of ships— but

I say the fairest thing is one I love.14

Aquí, al privilegiar a su amada, pone en un segundo plano elementos que constituyen lo


más valioso para la tradición. Los recursos militares, baluartes de virtud y poder, quedan
relegados ante su valiosa posesión. Arquíloco también participa en este distanciamiento
con la cultura imperante. En un fragmento de un poema, escribe: “Myself I saved from
death; why should I worry about my shield?”15. Si tomamos en cuenta la regla espartana
de no regresar sin escudo, una regla que privilegia el honor del conjunto ante la
individualidad, podemos entender en su extensión el movimiento que Arquíloco realiza
al escribir esta idea. La vida personal pasa a un primer plano. Esto tiene su paralelismo
en el hecho de que los poetas ya no hablan de acontecimientos en un papel de
espectadores, como en la épica, sino que describen su propia experiencia.

En esta ruptura con la tradición anterior, aparecen nuevas formas de concebir la


realidad. Estas formas proceden de la puesta en juego de los sentimientos de los poetas,
de los que derivan nuevas interpretaciones del mundo. En relación con esta cuestión,
Snell sostiene que “it should not surprise us that the cognizance of individuality and the
communal establishment of the polis are contemporary events; for to be a citizen is not
the same as belonging to a mass of retainers”16. Los poetas líricos proponen mundos
nuevos, que posibilitan que el individuo sea partícipe de la construcción conjunta de una
nueva cultura.

Arquíloco escribe un poema en el que expresa un deseo de que alguien sufra una vida de
miserias, señalando al final que esta persona alguna vez había sido su amigo. Snell nos
dice al respecto:

14
Citado en ibíd., p. 47.
15
Citado en ibíd., p. 49.
16
Ibíd., p. 69.
This poem too represents his reaction to an event which turned out contrary to his
wishes; again his injured feelings are more than subjective resentment; not merely
friendship, but a sense of justice is at the bottom of his indignation.17

Si consideramos que el valor de las propias experiencias se ve elevado por los líricos,
comprendemos porque puede el poeta unir un impedimento de cumplir sus deseos con
un elemento de otro orden como puede ser la justicia, asociada con lo divino y eterno.
La justicia, como sabemos, terminará siendo uno de los temas predilectos de la obra
platónica. Unir una experiencia individual con algo del orden de lo divino, esto es lo
propio de Eros. Para que sea posible que Bataille considere que la muerte y el ser son
accesibles por medio de la experiencia erótica, debe necesariamente existir esa
indignación de Arquíloco y el gesto de privilegiar por sobre todo la justicia para con
uno.

Por su parte, Safo es responsable de una concepción del Eros que requiere de una cierta
distancia, tal como lo expresa el filólogo alemán al decir que la poetisa “had derived her
idea of the nature of the beauty from her unhappy longing for a distant companion.”18
Esta noción, como hemos dicho en el apartado anterior, constituye uno de los elementos
que se considera propio de Eros.

Estas nuevas interpretaciones se condicen con la aparición de una nueva tecnología que,
en opinión de Havelock, cambia el paradigma sobre el mundo.

La creación de la escritura alfabética

Contemporánea a los poetas líricos hace su aparición la escritura alfabética. Si bien ya


existían otros tipos de escritura, la escritura que aparece en Grecia a principios del siglo
VII posee características que la hacen única. Esta escritura, debido a que logra
reproducir fielmente todos los sonidos del habla, se convierte en una herramienta idónea
para la conservación de la tradición, aquella que anteriormente dependía de un habla
ritualizada y rítmica para conservar la estabilidad necesaria de la cultura. Pero esto no
ocurre sin también ser causa de un cambio de percepciones, tal como lo expresa
Havelock:

17
Ibíd., p. 54.
18
Ibíd., p. 52.
En éstas se conserva ahora la memoria de almacenamiento, cuya custodia se ha transferido
del lenguaje oral a las letras, con lo cual dicha memoria se vuelve abiertamente reconocible
como «memoria», precisamente porque las letras en cuanto artefactos han objetivado la
memoria haciéndola visible.19

Producto de esta innovación, no solo el mundo es concebido de otra manera, sino la


misma tradición. Volveremos en un momento a estas consecuencias.

La adaptación por parte de los griegos no fue inmediata, sino que se dio
progresivamente a lo largo de los siglos. Todavía en el siglo IV existían funcionarios
denominados ‘mnemones’, o memorizadores, típicos de sociedades ágrafas que precisan
de especialistas para conservar oralmente una cronología del pasado. Que la escritura
habría aparecido como herramienta para la memoria puede ser establecido por sus
primeros usos, las inscripciones en objetos. Como dice Havelock:

se trataba de hacer constar los nombres y/o las identidades de las personas efectivamente
relacionadas con el objeto en el presente o en el futuro. Las muestras epigráficas del grupo
primitivo son todas de esta clase; además están escritas en forma métrica. Trasladan
simplemente a caracteres alfabéticos una práctica personal de la oralidad primaria.20

La escritura permitía entonces que la relación entre el propietario y el objeto perdurara


en el tiempo, y tan solo con el soporte de la nueva tecnología del alfabeto. Si bien en un
principio no compitió con la tecnología oral, el experto británico comenta que, debido a
su capacidad de “transcribir fluidamente y sin ambigüedades toda la gama del discurso
oralmente conservado”21, terminó siendo adoptado por la sociedad.

Respecto de las consecuencias de la aparición de la escritura griega que mencionamos,


Havelock es claro enunciando que encierran en sí un supuesto:

Una teoría especial de la escritura griega encierra la proposición de que nuestra


manera de usar los sentidos y nuestra manera de pensar están relacionados, y que en la
transición de la oralidad griega a la escritura griega los términos de esa relación se
alteraron, con el resultado de que las formas de pensamiento se alteraron también y

19
Havelock, op. cit., p. 114.
20
Ibíd., p. 120.
21
Ibíd., p. 126.
permanecieron alteradas desde entonces, si las comparamos con la mentalidad del
oralismo22.

Si aceptamos este supuesto, algo que podría ser considerado simplemente como una
innovación práctica, que facilitaba un trabajo de afirmación cultural, se enriquece
nuestra comprensión de la transformación ocurrida en el seno de las polis griegas. Commented [P2]: No me queda clara esta frase.

Uno de los cambios más evidentes consiste en que de un medio acústico se trasladaron a
un medio que privilegiaba lo visual, lo cual otorgaba una ventaja decisiva para el
desarrollo de otro tipo de reflexión. Al nivel de la estructura, la sintaxis narrativa es
cambiada por una que podríamos llamar de tipo lógica. El verbo “ser” poco a poco
comienza a aparecer en su valor copulativo, elemento que no es posible encontrar en
Homero. Havelock considera que Hesíodo es el primero en desplazarse de un lenguaje
narrativo a uno un poco más “abstracto”. Recordemos que uno de los grandes temas de
su obra es la idea de Justicia (Diké). Ya no posee el nombre de Zeus, sino que se erige
como tema independiente. El autor inglés nos dice:

Los primeros inicios de la revolución alfabética se dan con la creación de un tema


como sujeto de un «discurso», hecha posible por la transformación del habla
memorizada y conservada acústicamente en «artefactos» visibles conservados
materialmente y susceptibles de reajuste23.

Desde el momento en que el artefacto escritura entra en escena, la multiplicidad de las


nociones de Diké que pueden encontrarse son revisadas desde una “mirada” más global
que las engloba como tema, que puede tomarse el tiempo de pensarlas. El fluir propio
de lo oral, al visualizarse, puede ser manipulado de nuevas maneras. Al respecto,
Havelock comenta que “el ojo lector ha sido capaz de percibirlas como situadas en un
fluir oralista que ha quedado fijado por escrito mediante el alfabeto; se lo puede mirar,
leer y «escudriñar hacia atrás»”24. Incluso, según el especialista, el lector “podía
contestar con un comentario propio y tal vez novedoso”25. Recordemos que, como
dijimos anteriormente, la opinión y experiencias propias fue lo que los poetas líricos
comenzaron a poner en sus obras. Pero ocurre algo curioso: se da una paradoja, ya que
en simultáneo con esta alabanza a la experiencia personal, ocurre que por primera vez el

22
Ibíd., p. 135.
23
Ibíd., p. 140.
24
Ibíd., p. 140.
25
Ibíd., p. 148.
lenguaje es separable del hablante. “Solo cuando el lenguaje está escrito se hace posible
pensar acerca de él”,26 dice el autor inglés, y continua más adelante: “ya no era una
función de mí como hablante sino un documento dotado de existencia independiente”27.
Esta paradoja es solo aparente, puesto que, como enuncia casi al final Havelock,
“cuando el lenguaje se separó visualmente de la persona que lo hablaba, entonces
también la persona, fuente del lenguaje, adquirió contornos más nítidos, y nació el
concepto de individualidad”28.

Estos cambios ocurrieron en términos generales en una concepción del mundo en todas
sus facetas. Nos queda aún por analizar sus consecuencias en la conceptualización de
Eros.

La escritura y el borde

Habíamos hablado anteriormente de la interpretación de Eros como falta. Y también


habíamos mencionado en el apartado anterior que la escritura, al separar el lenguaje del
hablante, le permite a éste último delimitarse como individuo. Lo que la escritura
permite es que el individuo encuentre sus bordes. Y al hacerlo, efectúa un acto
típicamente erótico. Carson nos dice: “La experiencia de Eros como falta alerta a la
persona sobre los límites de sí misma, de otras personas, de las cosas en general”29.
Enseguida veremos la relación entre escritura y borde.

La falta de Eros es comprendida como expropiación, puesto que, como dice la escritora,
“al cuerpo le roba miembros, sustancia, integridad, y deja al amante, esencialmente,
convertido en menos”30. Eros es pensado desde la materialidad del cuerpo, vive en ese
espacio entre el amante y el amado: “Al extenderse para alcanzar un objeto que se da
cuenta que está por fuera y más allá de sí mismo, el amante es incitado a notar ese yo y
sus límites”31. El deseo cambia al amante: al poner en evidencia su discontinuidad,
señala la falta. Pero también le hace vislumbrar un mundo distinto.

Carson también ve en la contemporaneidad entre la aparición de la escritura y los poetas


líricos algo a tener en cuenta. Aclara que “las culturas orales y las culturas alfabetizadas

26
Ibíd., p. 151.
27
Havelock 151.
28
Ibíd., p. 152.
29
Carson, op. cit., p. 49.
30
Ibíd., p. 54.
31
Ibíd., p. 54.
no piensan, perciben ni se enamoran del mismo modo”32. La composición literaria, en el
pasaje de una cultura oral a una cultura escrita, se ve modificada. La palabra pasa a ser
el eje de la composición, no ya fragmentos extensos y fosilizados, como los que
podemos ver en la Ilíada y Odisea, sino la palabra conservada en los grammata. El
poeta puede salirse de esa condición estructurada por la métrica oral, que como vimos
antes, debe necesariamente repetirse una y otra vez para poder ser recordada. La
escritora continúa un poco más adelante: “A medida que el mundo audio-táctil de la
cultura oral se transforma en un mundo de palabras en papel donde la vista es la
principal portadora de información, empieza a darse dentro del individuo una
reorientación de las habilidades perceptivas”33. Para un individuo en una sociedad oral,
la completa apertura hacia el entorno es condición para un óptimo estado de conciencia
y alerta; un intercambio fluido de impresiones y respuestas sensoriales es necesario para
la vida física y mental. Cerrarse al mundo sería contraproducente a la propia vida del
individuo. La autora comenta la contraposición con una cultura escrita:

La lectura y la escritura requieren enfocar la atención mental en un texto por medio del
sentido de la vista. A medida que un individuo lee y escribe gradualmente aprende a
bloquear o inhibir lo que captan sus sentidos, a inhibir o controlar las respuestas de su
cuerpo a efectos de dirigir la energía y el pensamiento hacia las palabras escritas. Se
resiste al ambiente externo por medio de la distinción de lo propio interno 34.

Carson considera que, si los individuos comienzan a concebir su cuerpo y sus sentidos
de manera distinta, esto tendrá consecuencias en la vida erótica. Para quienes han
establecido una distancia para con el mundo, toda influencia exterior asumirá un lugar
importante a considerar. Por ello, no es casual que Eros sea pensado como expropiador,
como directamente afectando la materialidad del propio cuerpo, perturbando ese
direccionar voluntario de la energía y el pensamiento. Debido a tal condición es que
precisamente los poetas líricos, al estar expuestos a la novedad tecnológica de la
escritura alfabética, son los primeros en efectuar una meditación sobre el yo, sobre todo
en el contexto del deseo erótico.

Carson hace luego un análisis de un poema de Arquíloco. Solo resumiremos los


elementos que ella entiende aparecen en tal poema. Éste parece estar compuesto al

32
Ibíd., p. 67.
33
Ibíd., p. 68.
34
Ibíd., p. 69.
detalle: “cada palabra, sonido y acento está colocado con un propósito”35, nos dice la
autora. La posibilidad de revisar una y otra vez algo escrito parece ser una explicación
plausible para esto. Continúa un poco más adelante: “las palabras están ordenadas para
reflejar la fisiología del momento”36. La métrica mixta, unidades dactílicas y yámbicas,
combinadas con determinados usos de consonantes y vocales, imitan una acción del
deseo típica, primero Eros muestra la continuidad, luego arroja al amante al mundo y su
discontinuidad. El poema culmina cuando Eros le roba al poeta su pulmón. Carson ve
en este final abrupto una interpretación posible: “ausente el órgano de la respiración, el
habla es imposible”37. Si bien señala que probablemente se trate de un poema
incompleto, la interpretación deja ver la estrecha relación entre la estructura del escrito
y las experiencias corporales. Estructuras sintácticas y rítmicas se corresponden con
momentos de Eros; vocales y consonantes, por su parte, corresponden con la idea que
busca transmitir la palabra específicamente seleccionada.

Los poetas liricos no desechan la tradición, sino que la reutilizan para sus propósitos
según comenta la especialista: “Las fórmulas épicas de fraseo y ritmo impregnan la
poesía lírica, pero están desarmadas y ensambladas de distinta manera, con formas y
junturas irregulares”38.

Mas adelante, la autora escribe lo siguiente: “Un texto escrito separa las palabras unas
de otras, separa las palabras de su entorno, separa las palabras del lector (o del escritor)
y separa al lector (o al escritor) de su entorno”39. Recordemos que la caracterización de
la discontinuidad del hombre de Bataille guarda similitudes con esta descripción.
Separación de las palabras y discontinuidad entre los distintos seres son comparables,
puesto que uno aísla unidades de sentido, el otro los distintos entes del mundo. Pero aún
más interesante es la separación entre lector y entorno, como separación entre los seres
discontinuos y la continuidad de la muerte. La escritura permanece (recordemos que las
primeras inscripciones en objetos eran los nombres de los propietarios) pero el lector y
el escritor perecen. La escritura puede ser, entonces, un camino a la inmortalidad.

35
Ibíd., p. 72.
36
Ibíd.
37
Ibíd., p. 73.
38
Ibíd., p. 78.
39
Ibíd., p. 76.
Carson no se ocupa de este tema, pero trae a consideración la separación de las palabras
en otro sentido: “El hecho de que las palabras tengan bordes es una percepción de lo
Commented [P3]: Falta referencia. Recordá usar “Ibíd., p. X.”
más vívida para quién las escribe o las lee”. Sobre todo, lo es para alguien como Si es la misma página que la cita inmediatamente anterior, entonces
sólo “Ibíd.”
Arquíloco, educado en la tradición oral y que accedió probablemente en algún momento
avanzado de su carrera a esta nueva tecnología. En la oralidad no hay separación de
palabras, solamente una vez escritas se pueden notar los bordes de estas.

Como habíamos dicho anteriormente, la escritura alfabética permite reproducir


gráficamente y a la perfección los fonemas de una lengua. Para saber la estructura de un
fonema, detengámonos por un momento en los componentes del ruido lingüístico. La
autora nos dice que está compuesto de dos elementos:

(1) un sonido (que se produce por la vibración de una columna de aire en la laringe o
en la cavidad nasal cuando se la expulsa más allá de las cuerdas vocales); (2) el
comienzo y la interrupción de ese sonido (mediante la interacción de la lengua, los
dientes, el paladar, los labios y la nariz). Las acciones que dan comienzo y detienen los
sonidos, que pensamos como «consonantes», no pueden producir ningún sonido por sí
mismas40.

Se precisa de un acto mental específico para pensar la consonante. El segundo elemento,


entonces, es una abstracción inventada por los griegos, una abstracción que el oído no
puede oír y la voz no puede decir. Según la poeta canadiense, es por ello que el alfabeto
pone a los griegos en una situación excepcional para la reflexión sobre los límites, los
bordes y los espacios y, por lo tanto, la que versa sobre Eros:

el alfabeto que utilizaban es un instrumento único. Su singularidad surge directamente de


su poder para marcar los bordes del sonido. Ya que, como hemos visto, el alfabeto griego es
un sistema fonético singularmente dedicado a representar cierto aspecto del acto discursivo,
a saber, el comienzo y la interrupción de cada sonido […]. La relevancia erótica de este
hecho es clara, porque hemos visto que el eros está vitalmente alerta a los bordes de las
cosas y hace que los amantes los perciban41.

La consonante insiste en la realidad de ese borde abstracto, así como el amante insiste
en la falta provocada por su deseo; una es tan real como la otra. La invención de la
pluma a partir del kalamos da cuenta de la importancia que le daban los griegos al

40
Ibíd., p. 82.
41
Ibíd., p. 84.
comienzo, final y contorno de las letras. A diferencia del “pincel” de junco egipcio, la
pluma generaba una línea delgada que no dejaba irregularidades. Y era necesario prestar
cuidado al comienzo y final de cada letra, puesto que mantener la pluma quieta dejaba
un punto de tinta acumulada en el papiro, arruinando así los límites precisos de las
letras. Carson concluye: “Es posible sostener, entonces, considerando la manera en que
escribían y las herramientas que utilizaban, que los lectores y escritores antiguos
concebir el alfabeto griego como un sistema de contornos o de bordes”42. Podemos ver Commented [P4]: ¿Concebían? Supongo, pero como es una cita
mejor chequeá.
con qué claridad se nos presenta ahora la relación entre escritura y Eros: ambos versan
sobre el límite, el límite del yo y del otro.

Conclusión

Hemos trazado un recorrido posible en la reflexión sobre Eros. Creemos que estudiar
desde la mirada histórica el desarrollo de la noción de individualidad y la aparición de la
escritura arroja luz sobre nuestra concepción actual del deseo. La historicidad remarca
lo arbitrario de ciertas concepciones y la posibilidad de que éstas también se modifiquen
con el tiempo. Los poetas líricos tomaron las riendas de su tiempo y pasaron a la
historia por ser los primeros en concebir un mundo erótico. Si Snell tiene razón, y
debemos a Safo el pensar actualmente el deseo como distancia, el futuro está abierto a
que nuevos Eros hagan su aparición, que nuevas Safos reconfiguren las relaciones
eróticas.

Por lo pronto, creemos que el humilde objetivo del trabajo ha sido cumplido, aunque de
manera imperfecta. Una reflexión más extensa es necesaria sobre el tema. Sin embargo,
por ahora nos contentamos con haber señalado cómo la mutación mental producto de la
aparición de la escritura parece tener mucho que ver con la concepción de los bordes y
límites del cuerpo, nociones indispensables del Eros y la individualidad actual. El ser
discontinuo y la palabra separada en la escritura son los gemelos que han fundado el
gran Imperio del Eros. Solo queda estar atentos a la siguiente gran fundación.

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Ibíd., p. 91.
Bibliografía

Bataille, Georges; El Erotismo (Traducción de Antoni Vicens y Marie Paule Sarazin),


Buenos Aires, Tusquets Editores, 2015.

Carson, Anne; Eros el Dulce-Amargo (Traducción de Mirta Rosenberg y Silvina López


Medin), Buenos Aires, Fiordo, 2015.

Havelock, Eric; La musa aprende a escribir. Reflexiones sobre la oralidad y escritura


desde la Antigüedad hasta el presente (Traducción de Luis Bredlow Wenda), Buenos
Aires, Paidós, 1996.

Snell, Bruno; The Discovery of the mind: The Greek Origins of European Thought
(Traducción de T.G. Rosenmeyer), New Haven, Harper, 1953.

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