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La guerra: "No aguanta la vida/ por eso se esconde en la muerte..." Residente.

PUNTO DE VISTA

LA GUERRA ES UNA CAJA DE PANDORA


Por Ricardo Villa Sánchez.

Alguna vez leí en Multitud, que la guerra se está convirtiendo en el principio


organizador básico de la sociedad, y la política simplemente en uno de sus medios
o disfraces. Quizás por ello, en algunos países que anhelan un mundo unipolar,
dicen que a cada generación le corresponde una guerra que, en los últimos tiempos,
sólo la han ganado en el cine y la televisión, quizás también en las eufemísticamente
llamadas Redes Sociales y, por supuesto, en las cuentas encriptadas, en paraísos
fiscales, de las grandes corporaciones de la recuperación, después de que, tras
“restaurar” la Paz, la libertad, la democracia y tantas palabras con muchos
significados e intereses, logran a costa de muchas vidas inocentes, sus victorias
pírricas, sus fines perversos.

En ese atributo de la guerra permanente, sea cual sea su injustificada justificación,


valga la redundancia, en la banalidad del mal, en medio del autoritarismo y el
totalitarismo, meten al congelador a la democracia. Necesitan reprimir a quienes se
opongan, callar las voces de rechazo, los ecos de indignación e imponer el nuevo
orden social global. Primero llegan los vampiros, sedientos de sangre, repartiendo
botines, mensajes de respaldo, sonrisas de halagos, pero con discursos bélicos
velados, luego traen a sus gorilas para apretar las sogas, con las botas en el cuello,
siguen los piratas, para saquear sus riquezas, con la patente de corso del
gobernante de turno, y cuando se estabiliza la cosa, entran los de cuello blanco, a
remangarse la camisa para gozar de lo conquistado, para asumir el control. Muchas
veces, con el apoyo de las élites locales o de la clase emergente, como en la teoría
del capataz, cuando en las grandes haciendas ponían al más fuerte de los esclavos
a vigilar a sus hermanos o en el Gueto de Varsovia, cuando los Nazis le daban la
escarapela de colaborador a uno más de los sitiados, los que muchas veces pueden
más que unos cuantos, y acaban por traicionar, maltratar, u obrar de manera
arbitraria, contra su propio pueblo. Remember, la guerra siempre demanda una
estructura jerárquica, con disciplina de perros y obediencia al nuevo orden, al líder
que vence, a la escritura del nuevo relato de la historia.

Las guerras son como una Caja de Pandora. Siempre es fácil empezarlas, pero no
se sabe nunca cómo terminan. Quizás por eso, El Padrino decía que en la guerra el
más astuto, sobrevive y se hace rico. Países prósperos, gobernados por líderes
carismáticos fetichistas, con la aureola del ego hasta el cielo, que rayaban la línea
del quicio, pero en los que hubo hasta hambre cero, derrotaron al analfabetismo, a
la muerte a temprana edad, a epidemias, hasta alcanzaron a preservar y a rescatar
una gran riqueza cultural, simbólica, una autodeterminación que los enorgullecía
ante el mundo, después de la invasión, ante los ojos de la sociedad en su conjunto,
en vivo y en directo, como en el Circo Romano, la gente vio cómo se desvanecía su
legado, entre el ruido y la furia de los bombardeos, cuando fueron extirpadas sus
ilusiones, por la ocupación violenta de las guerras “justas”. Hoy se ven, después de
los combates, de su colonización en la sombra, en la más completa miseria,
desesperanza y dolor.

Quienes buscan distraer la atención de la gente, sobre el inevitable desastre, las


cadenas de odio y venganzas interminables, la pobreza que devendrá, cuando en
ese estado de guerra global, como dice Negri, se desvanezca la distinción
tradicional entre la guerra y la política, cuando esto pase, cuando no se tenga nada
ante los ojos, los que queden por ahí, sepan que no tendrán donde esconderse,
simple y llanamente, porque no lo habrá. ¿Eso es lo que quieren? Perdónalos señor,
no saben lo que hacen.

Peleas entre hermanos es mejor no meter la mano, decían las abuelas. Son las
peores confrontaciones. Ojo, después de las tinieblas de las cortinas de humo, viene
la luz. Siempre hay espacio para el diálogo. Nunca hay respuestas suficientes para
el amor. A veces es más fácil pelear, que llegar a un acuerdo. En todas las
ocasiones, hay alternativas, lo único que resta es intentarlo. Nada se pierde, pero,
si no se trata, se puede perderlo todo.

@rvillasanchez

Santa Marta, DTCH, 22 de febrero de 2019.

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