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La solución, que utiliza además un sistema común de refrigeración para ambos componentes, permite ahorrar

espacio, reducir peso y abaratar costos, factores clave para los fabricantes de vehículos. La innovación de
Siemens permite generar de seis a siete litros de espacio adicional, elimina costos de cableados y reduce los
pasos de ensamblaje para producir el automóvil.

Desde 1879, año en que Werner von Siemens presentó la primera locomotora eléctrica en Berlín, esta
alternativa de propulsión fue empleada extensamente en transporte público (ej. trenes, subtes, tranvías,
trolebuses), pero con poco éxito en automóviles de pasajeros, mercado que fue dominado masivamente por los
motores de combustión interna.

Las razones para ello fueron diversas, pero tres son probablemente las principales: por un lado los motores de
combustión interna ofrecieron sostenidas mejoras en la performance de los vehículos (particularmente
velocidad); en segundo lugar, el petróleo fue durante el siglo pasado un combustible accesible; y por último, la
autonomía de estos vehículos era superior a la de los eléctricos, debido a las débiles baterías disponibles en
aquellos años.

Estos diferenciales van perdiendo paulatinamente vigencia, lo que junto a los avances tecnológicos actuales y
esperados permiten pronosticar un escenario hacia el 2050 en el que la mayor parte de los vehículos vendidos
en el mundo contarán con propulsión eléctrica.

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