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—Cuentos y relatos—
Unión Latinoamericana de Escritores, A. C.
NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI
—Cuentos y relatos—
Diciembre de 2012
NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI
—Cuentos y relatos—
PRESENTACIÓN 9
PRESENTACIÓN
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
SIEMPRE ANTEQUERA
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Enrique Aguirre Huacuja
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La menor de las tres era Putla, la más bella, la más graciosa, que
conjuntaba en su ser candor y voluptuosidad, ingenuidad y
liviandad, su mirada imantaba la de los demás, rezumaba su figura
pura sensualidad y despertaba en la mayoría ese inefable
sentimiento dual de veneración y deseo de posesión, de instinto y
de sacralización.
Putla era la personificación de las pulsiones hacia el deseo en
una armónica carnalidad, fresca, cachonda, lozana, fruta de
sabrosos jugos, flor de todos los efluvios, piel de excitantes poros,
de redondeces mórbidos y pliegues lúbricos, insinuada en sus
sonrisas y acompasada cadencia en su andar.
Dentro de los vínculos que las unían predominaba uno, el
principal, émulas de las Gredas, lo que compartían no era un ojo y
un diente, sino la capacidad orgásmica mediante la excitación
clitórica, bastaba con que una de ellas, sin que, necesariamente,
estuvieran las otras dos presentes, estuviera dentro, sobre, o bajo
alguna circunstancia propia y pertinente que provocara esa
fisiológica explosión, para que en las otras se desencadenaran
similares y espontáneas situaciones. No podía haber secretos
entre ellas, lo supieron desde que el capullo de su pubertad se
abrió en el jardín insondable de lo erótico y quizá aun antes ya que,
sus tareas, asignadas por la abuela, en parte para auxiliarla, en
parte para entrenarlas, les produjeron esa precocidad que si bien
puede ser desfavorable para algunas infantes, supieron ellas, a
veces pragmáticas, a veces solidarias y otras con hedonista afán,
trocarlas en múltiples favores y ventajas. Se adaptaron fácilmente
en ese terreno fértil que significaba el comercio itinerante del placer
realizado y consumado en las carpas.
Su desarrollo en esos escenarios articuló las más de las veces
sus peculiares características con su desempeño laboral, las dos
mayores aplicaban, cuando querían y podían, sus filias potenciales
en el ver o en el oír, según se tratara el caso, sobre todo si estas
acciones se aplicaban en situaciones eróticas, ellas alcanzaban
sus mayores disfrutes con la orientación exclusiva o complemen-
taria a su particular cualidad.
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Enrique Aguirre Huacuja
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que era algo muy propio e íntimo a lo que no debían tener acceso
los demás, aunque bien podrían haberlo explotado como un
atractivo más de los muchos que ya tenían a los que se sumaban
los que la práctica de su oficio les había brindado. Había otra razón
y, lo que en un inicio fue una simple intuición, poco a poco, se fue
percibiendo y aclarando, sin que lo supieran de facto y que la
reserva de su abuela Zaachila no pudo ocultar con suficiencia. Por
alguna ignota situación ellas eran las depositarias de una maldición
cuyo origen pudo haber sido provocado por Zaachila, ¿porqué,
cuándo, y quién había sido el autor o la autora?, no lo sabían de
cierto y, aunque les daba curiosidad de vez en vez, se dedicaban
más a utilizar este vínculo beneficiosamente que sufrirlo como
némesis destinada a ellas desde algún inexplicado motivo y
proceder.
Lo anterior hubiera quedado así para ellas de no ser porque
sucedieron varios hechos que desentrañaron las causas de esta
extraña vinculación.
Resultó que de las tres hermanas la que más reflejó el
parecido con su abuela fue precisamente Putla, con el mismo
garbo y zandunguero donaire, pero ampliadas en ella la belleza,
gracia y armonía tanto en formas cuanto en detalles, podría decirse
que la nieta era una versión corregida, mejorada y acrecentada de
la abuela, razón por la cual un eventual cliente tomó cara de
asiduidad en el negocio una vez que conoció a Putla, provocando,
con su frecuente presencia, suspicacias, resquemores, esquiveces
y pundonores en la abuela quien, recluida en sus aposentos,
indirectamente se enteraba de lo que sucedía por lo que Mitla y
Etla le contaban. Esta situación llegó a un punto culminante en el
momento en que se enteró de que el interesado le había ofrecido a
Putla “sacarla de trabajar” para que viviera con él a cambio de
cumplirle todos sus caprichos con la condición de que nunca se
separaran. Quizá todo hubiera estado muy bien, pensó Zaachila,
salvo por dos cosas, una, que también daba qué pensar a Putla, si
entre los caprichos consentidos también se incluirían aquellos por
los que existía proclive afición y singular ejecución por parte de la
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LA LUMBRE EN MOVIMIENTO
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Alfredo Alcántar Camarena
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Alfredo Alcántar Camarena
1905
Julián Camargo y Hermelinda Gutiérrez se habían encontrado
en Otatán, el rancho del padre de ella, en donde se cultivaba caña
blanca y maíz de temporal. Ella recogía clavellinas a la orilla de
una barranca, él pasaba como a cien metros conduciendo la
diligencia cargada de mercancías con rumbo al pueblo de Amatlán.
Ella quinceañera, él de dieciocho años. Al encuentro de miradas
siguieron las sonrisas y el saludo cortés de “buenos días” que
ruborizó a la joven Hermelinda. A partir de esa mañana ella iba al
borde del barranco y Julián pasaba a la misma hora intentando
encontrarla de nuevo, para saludar de palabra y quitándose el
sombrero. Esos encuentros mañaneros de miradas y sonrisas
culminaron en noviazgo y en petición que los padres de Julián,
Juanita y Ambrosio hicieron a los padres de Hermelinda,
Reducindo y Julia María. En diciembre se casaron en la parroquia
del pueblo. Se impuso el rito católico tradicional que los abuelos
maternos de Hermelinda habían traído con vestimenta y todo de la
vieja Galicia o de Castilla.
1910
El tren llegaba puntual a las ocho de la noche. Desde el año
anterior traía noticias de un partido opositor al gobierno. Se
repartían volantes en la estación firmados por un tal Madero;
hacendado del Norte que afirmaba que no debía haber una
reelección otra vez. Los dueños de haciendas y sus empresas
necesitaban un gobierno diferente, moderno, que les garantizara
libertad en sus propiedades .Y asegurar la venta de sus productos
agrícolas, ganaderos y fabriles para fortalecer no sólo las
haciendas, sino los pueblos y ayuntamientos libres. Los
hacendados vivían conformes con la policía rural del gobierno que
protegía sus privilegios contra la inconformidad de los peones sin
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Alfredo Alcántar Camarena
1912
Julián Camargo y Julián Armenta con sus respectivas mujeres
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1913
Silvano Camargo era ya un reconocido partidario de Pancho
Villa un general del Norte que había apoyado a “Maderito”, como le
decían en el pueblo, para que fuera presidente. Una temporada se
alejó para enlistarse directamente en la División del Norte y volvió
en el 14 uniformado de “dorado” y armado con pistola y dicen que
un Winchester. Su hermano Julián le aconsejaba no ostentarse
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Alfredo Alcántar Camarena
1915
Este fue el año del hambre. Morían los recién nacidos, los
niños pedían leche y pan. Los adultos colectaban hierbas,
tomatillos silvestres, tlacuaches, armadillos, liebres, y decían que
hasta tortugas de los charcos y pescados bagres de los arroyos
para llevar algo de alimento. No hubo cosechas. El maíz y el frijol
escaseaban. No producían leche suficiente las vacas ni las cabras.
El tren llegaba con escasas cargas de naranjas y plátanos que
eran repartidas por los vecinos de la estación y los mozos de la vía.
Los gavilleros se multiplicaban. Ya había grupos armados hasta en
los valles más tranquilos. Decían que los mineros de El Amparo y
La Mazata también se rebelaron siguiendo el ejemplo de los
norteños de Cananea años antes. Todo estaba revuelto. La gente
de los pueblos y las rancherías extrañaba la paz y el orden que
imperaban antes de 1910. Soportaban la pobreza y el exceso de
trabajo mal pagado con mercancías de las tiendas de raya de los
viejos Villarregia pero en paz. Sin armas; sin enfrentamientos ni
muertos por violencia. En el Norte, decía Silvano Camargo el
General Villa repartía furgones de maíz, de frijol y calabazas para
la gente de su comarca y sus soldados.
La estación del tren era un lugar de reunión de gente forastera.
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1918
Con todo y el hambre y las calamidades de su forma de vida y
los grupos armados recorriendo los caminos o llegando un tren
entero a la estación, la gente sobrevivía y los Julianes perdieron
algunos hijos, pero seguían naciendo más. Camargo tenía varias
hijas, Armenta dos hijas y cinco hijos.
Y este fue el año de la peste. Muchos adultos murieron por la
Influenza española. También morían algunos niños. Pero esta fue
una epidemia que mató a gente joven que había sobrevivido a los
pleitos entre villistas, carrancistas y estradistas. Cada familia tenía
difuntos, ya fuera niños, jóvenes o adultos que empezaban a criar a
sus familias.
Julián Camargo perdió en la epidemia dos hijas, dos hermanas
y dos cuñados. Como era un hombre de familia y el hermano varón
mayor, se hizo cargo de los hijos de su hermana Isaura que murió
junto a su marido en la epidemia. Dejaron en la orfandad a tres
varones y tres mujeres. Así aumentó con seis la familia de Julián y
de Hermelinda. Y además seguían teniendo hijas. Para este año ya
tenían cuatro. Y tres de su hermana María que también quedó
viuda a causa de la influenza. El día entero no bastaba para hacer
turnos de trabajo. Entonces era necesario, para asegurarse una
paga, repartir el correo por las rancherías, entregar gacetas
informativas, propaganda de villistas y carrancistas, atender las
demandas del gobierno establecido, llevar a los curas y a veces a
soldados desde la estación del tren hasta las más apartadas
comunidades. Para ello llevaba siempre su cinturón de culebra con
el fin de portar aseguradas sus monedas de plata y a veces alguna
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Alfredo Alcántar Camarena
1926
Las noticias que llegaban por el tren ya fuera de palabra o en
gacetas y periódicos comunicaban que la tranquilidad había
retornado al país. Los revolucionarios estaban acabados. Sus
generales más belicosos: Zapata y Villa habían sido eliminados y
Carranza había logrado organizar el gobierno para seguir adelante
en la reconstrucción de todo. Pero en los pueblos las bandas de
gavilleros seguían asaltando en los caminos y era frecuente ver
colgados hasta en los postes del cableado del telégrafo.
Julián Camargo usaba cada vez más la carreta grande tirada
por cuatro mulas para hacerse cargo por orden de la autoridad
municipal de recoger por las comunidades las armas y la gente que
deseaba cambiar de residencia buscando mejores condiciones de
trabajo. Fue nombrado regidor de Policía del H. Ayuntamiento e
inspector de los caminos y rancherías. Era conocido y bien
aceptado por la gente y hasta los bandoleros respetaban su
trabajo.
Román Villarregia era el patrón de las haciendas que
colindaban con el estado de Nayarit. Sus tierras eran vastas y los
grupos de campesinos se organizaban para exigir los deslindes
necesarios y formar comunidades agrarias. Las misas de espigas
se celebraban en pleno campo sembrado y por la noche. Así se
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Alfredo Alcántar Camarena
1943
Después de un romance pueblerino que incluyó las visitas a la
casa de la novia para hablarle por una ventana, y pasar por la calle
galopando sobre un alazán estupendo para impresionar a las
muchachas, el cuarto hijo de Julián Armenta, por cierto ya dueño
de parcelas y ganado, se casó con la quinta hija de Julián Camargo
cuya viuda vendió las mulas, las carretas y diligencias y se quedó
con unas cuantas cabezas de ganado.
Bertín Armenta, el hijo de Julián, heredó el interés de su madre
por la lectura y la lucha por las tierras; de su padre la voluntad de
trabajar la tierra y obtener más parcelas.
Nati Camargo, la hija del otro Julián, el carretero, heredó de su
padre también la lealtad a sus causas y al trabajo. De su madre la
devoción religiosa que venía desde sus ancestros ibéricos y la
entrega incondicional y constante al cuidado de sus hijos y de su
marido. En sus mañanas de trabajo doméstico entonaba canciones
de moda por entonces con una grata voz que había educado en el
coro de la iglesia.
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Patricia Romana Bárcena Molina
SÉ QUE VENDRÁS
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Patricia Romana Bárcena Molina
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Patricia Romana Bárcena Molina
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Patricia Romana Bárcena Molina
MADRE-ABUELA
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Patricia Romana Bárcena Molina
NO DEJA DE LLOVER
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ME LO CONTÓ UN PAJARITO
Chelo Boom
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Chelo Boom
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LA MUDANZA DEFINITIVA
Chelo Boom
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Chelo Boom
RECADO URGENTE
Chelo Boom
Ahimsa: No violencia
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Cuijas: especie de lagartija blanca translúcida
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CUERPOS DE AGUA
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Chelo Boom
LA NIÑA Y EL GLOBO
Chelo Boom
Querida nieta:
Tu cercana adolescencia me inclina a pensar que pronto
aparecerá un jovencito que provoque en ti emociones descono-
cidas, ilusiones propias de tu edad que deseo con todo mi corazón
puedas manejar y hacer de ello un feliz aprendizaje, por eso te voy
a contar un cuento para que, extrapolándolo, entiendas mejor sus
implicaciones.
No había nada más perfecto: ella lo tenía a él y él la tenía a
ella. Eran la pareja ideal. Él estaba para cumplir sus deseos; ella
para quererlo y cuidarlo.
Se encontraron por primera vez en el parque. Ella lo escogió
entre todo aquel manojo de globos. Él parecía esperarla, era el
único de aquel color, el diferente que con un movimiento pendular
decía: “Estoy aguardándote”
Lo tomó con el cuidado que él merecía, lo ató a su muñeca con
un nudo corredizo y se fueron con la certeza de eternidad. Lo
fugaz, lo perecedero no estaban en su lenguaje.
Pasearon, jugaron y el atardecer los sorprendió inmóviles, en
silencio, contemplando las flores. Al anochecer, se lo llevó a su
casa y se durmió pensando en él.
Él se quedó pegado al techo muy cerca de la puerta de su
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Chelo Boom
EL ARRECIFE RECOBRADO
Chelo Boom
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Chelo Boom
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IDENTIDAD
Chelo Boom
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Chelo Boom
HURACÁN ISADORA
Chelo Boom
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Chelo Boom
regreso.
Diablo de José, ¿de ónde agarra tanta juerza? Han de ser las
calenturas y yo con la eda no puedo andar apriesa. Ojalá que la
gente no stuviera tan ocupada y lo apararan, porque no puedo
darle alcance y menos hacerlo regresar. No creo que lo haga entrar
en razón.
—José, José, aguárdame.
Hay Jesús ya me lleva una cuadra pus ¿onde se va a meter?
¡Por fin se detuvo! Pero ¡¿Cómo se le ocurre?! ¿Qué dice? Apenas
loigo. ¿Qué dice?
—Zacil, Zacil ya llegué, ¡Qué bonita estás Zacil! Dame tu
mano...
—Ya se cayó, pos ¡cómo iba a aguantar! Y yo que no lo voy a
poder cargar
—José despierte, vámonos para el refugio.
¡Ah que tantiada! Mire nomás. Pos no se jué a morir en el
mismisimo baldio que dejó el “Gilberto” cuando se llevó su casa
con to y mujer.
Zacil: princesa en maya
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Rodolfo Cisneros Márquez
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Rodolfo Cisneros Márquez
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Rodolfo Cisneros Márquez
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María Judith Damián Arcos
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con tonterías.
Se sostenía, se contenía como gato de barrio ante la actitud
represiva del otro y se aguantaba. Así finalmente guardó silencio y
dejó al otro hablar todas las loqueras que se le ocurrieron.
De pronto me llamó la atención que parara la Flecha Roja en
Petaquillas, a unos cuantos kilómetros de Chilpancingo, aunque
eso no tenía nada de raro pues no era camión numerado, lo que
llamó mi atención fue que bajara el chofer y hablara con unas
personas.
Tanto hemos oído de robos en los autobuses de las diversas
rutas de la república y de aquí mismo de la región, que ya para
entonces pensé: “y si el chofer estaba de acuerdo con éstos y
fueran unos ladrones”. Pero nada salía de la normalidad, subieron
algunas personas. Y un hombre de apariencia estudiantil que
abordó el autobús ahí mismo se sentó junto a nosotros en el
asiento en que íbamos. Por un momento descansé, entre el
borracho y yo estaba este muchacho que funcionaría como un
parapeto humano. El borracho se separó y se acomodó en la otra
ventanilla.
El recién llegado me preguntó si veníamos juntos.
—Cuando subimos, sus cosas ya estaban aquí. —Le dije por
toda respuesta.
Para entonces ya habíamos pasado Palo Blanco, y
empezamos a subir a la sierra. Yo estaba un poco cansada y
entrecerré los ojos con la esperanza de descansar. El muchacho
del suéter a rayas negras y rojas que estaba junto a nosotras
empezó capotear al par de borrachos.
Llegamos a Tierra Colorada. Unos pasajeros bajaron y otros
subieron. El caso es que quedó lleno el autobús. El borracho
chalupero se sentó en el asiento adelante de mí y el otro junto a la
ventanilla. En los asientos de la otra hilera iba un muchacho que
había subido en Petaquillas. Y junto a él se había sentado una
mujer con una gran bolsa y un buen número de pepsivasos, con
pepsibatman, pepsipintados de muchos colores. Como buen
borracho el defensor de las madres tomó uno de los vasos y al
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María Judith Damián Arcos
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LOS NAGUALES
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María Judith Damián Arcos
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María Judith Damián Arcos
EL ZARCO LÓPEZ
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María Judith Damián Arcos
quienes me encontré?
—¿Ahora mismo? —asintió el Zarco López con un movimiento
de cabeza—, pues deben ser mi esposa y mi sobrina Felipa, quien
está ahora con nosotros de visita.
Y sin transición volvió a su asunto el panadero.
—¿Le envío entonces la fruta de horno a la señorita que me
dijo?
—No, no. Por favor no lo haga. Quiero que me haga Usted el
grandísimo favor de dárselo a su sobrinita Felipa.
Sorprendido quedó el panadero por la petición del casi anciano
Zarco López, quien por aquel entonces contaba con más de
sesenta años.
Por su cuenta, camino de la iglesia Felipa preguntó a su tía:
¿Tía quién es ese viejito tan bonito? Es el Zarco López, le contestó
la tía. Un señor muy importante por aquí.
Con este encuentro se inicia el cortejo de José de Jesús López
Preciado a Felipa Peregrina (aproximadamente 1875-?). De su
matrimonio nacieron dos hijos y una hija: José (1892-1951),
Antonio (aproximadamente 1894-?) y Dolores López Peregrina
(aproximadamente 1896-?). Poco duró la vida de la pareja, a los
diez años de vivir juntos la muerte le llegó al Zarco López, quien ya
andaba por los setenta años. Demasiados años para esas épocas.
En el límite de los siglos XIX y XX.
Felipa, hecha una matrona en plenos veinticinco años, tuvo
que hacerse cargo de la situación de su viudez. No faltaron las
complicaciones. Los primeros hijos del Zarco López, hombres
mayores que Felipa, reclamaron todas las propiedades de su padre
dejando en la indigencia a Felipa con sus tres pequeños. Fue una
vergüenza para ella después de ser casi la dueña del poblado no
tener ahora ni para comer ni vestir a sus niños. Esa pena no iba a
soportarla frente a la cara de tantos conocidos. Así que se fue de
San Martín a Aguascalientes (¿o Zacatecas?) y por allá consiguió
empleo de cocinera con una familia de franceses muy ricos.
Estos franceses la quisieron mucho. Primero fue la cocinera de
la casa, después poco a poco al ver sus patrones que sabía
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María Judith Damián Arcos
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José Antonio Durand Alcántara
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—Sí amo…
Y siempre que yo decía “Sí, amo…”, fingía una voz
cavernosa que me provocaba ardor en la garganta.
—Adelante con el beso, cumple mis órdenes —dijo Papo.
—Sí amo…
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EL EXILIADO
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AGUA SALADA
I. Salvador
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Jorge Enrique Escalona del Moral
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Jorge Enrique Escalona del Moral
IV. El encuentro
Cuando Salvador vio por primera vez a Minerva supo del poder
hipnótico de la belleza: ella tenía diecisiete años y un cuerpo
esculpido provocativamente por la naturaleza. Cada que ella iba a
la tienda, él se perdía en los ojos color miel de la chica, la cual
después de platicar con el muchacho, invariablemente terminaba
llevando despensa gratuita a su casa. Después de tres meses de
asedio, ella aceptó ser novia de Salvador. Dicen que el dinero y el
amor no pueden ocultarse, pues desde ese día Salvador estaba de
mejor humor, chiflaba, cantaba y hacía con muy buen ánimo las
tareas. ¿Y ora que te traes muchacho? Es que estoy rete contento
padrino, ya es mi novia la Minerva. Don Julián miró con envidia a
su ahijado y recordó de inmediato la redondez de los senos de la
joven.
Una tarde, don Julián vio entrar a Minerva y quedó hechizado
unos instantes por las hermosas piernas de la joven. ¿No está
chavita don Julián?. No, fue a un mandado. ¿Conque ya duraste
con el muchacho?, nomás no dejes que se sobrepase, ya sabes
que puedes tener lo que quieras de este negocio, le dijo mientras la
tomaba de la cintura. Nomás pasa a la bodega pa que veas lo que
hay. Como otras ocasiones ella entró. Él bajó la cortina, se acercó
a Minerva, la desnudó, recorrió esa piel fresca y bebió de cada
poro. Así, padrino y ahijado disfrutaron de la piel de la muchacha.
V. El hogar
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VI. La herencia
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Jorge Enrique Escalona del Moral
EL UNÍPEDO
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Jorge Enrique Escalona del Moral
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LA VUELTA
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Enrique Flores Amastal
ESA NOCHE
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Enrique Flores Amastal
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POR TI
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Enrique Flores Amastal
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CUI LU TANG
Ángeles Gaos
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Ángeles Gaos
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Ángeles Gaos
Ángeles Gaos
Tiempo remoto
Todo mi pequeño ser quedó en suspenso, la tinta se había
derramado sobre el libro abierto de papá. Miré la mancha
horrorizada y al oír voces por el pasillo corrí a ocultarme bajo la
mesa camilla del cuarto de estar. Con la respiración entrecortada y
los ojos tan abiertos como podía, esperé... se oyó la voz de papá :
—Chela, por favor ven.
Sin querer, al dejar los periódicos sobre la mesa se conoce
que el tintero estaba mal cerrado y se ha derramado la tinta sobre
el libro que estaba consultando. Sonaron los tacones de mamá por
el pasillo :
—Aquí traigo el secante y por si no fuera suficiente, el talco.
Poco a poco me atreví a salir de mi escondite y, discretamente,
huí a mi recámara.
¡ UF!
Tiempo pasado
Tenía yo, ¿qué serían... veinte años? Me encontraba parada
junto a la mesa repleta de bibelots de la esposa de mi director de
tesis, cuando incomprensiblemente mi mano, que sostenía un vaso
con un resto de refresco, se aflojó por si sola y el vaso cayó sobre
la mesa rompiendo una de las figuras de cristal. Mi primer impulso
fue correr y en mi memoria busqué la mesa de mi refugio. Gracias
a Dios tuve suficiente tiempo para recoger la figurita, meterla en mi
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Tiempo presente
Hoy, he vuelto a ver la mesa camilla. Está arrinconada en el
cuarto de los triques. La he encontrado más pequeña de cómo la
recordaba, tenía las faldas recogidas y se veía desvalida. Pasé la
mano con cariño por ella, sonreí a la niña que fui y al recuerdo de
mi infancia. Hace mucho que no he sentido la necesidad de
esconderme, puedo tener coraje o desesperación, pero sé que no
hay mesa para refugiarme, ya no hay tiempo para observar el
mundo, porque el mundo, soy yo.
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EL PROVERBIO
Jann W. Gates
PROVERBIO
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Jann W. Gates
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Jann W. Gates
Un niño y su pueblo
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Nubarrones
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El primer día de enero de 1999 Cippy CrazyHorse recibió el honor
y la responsabilidad de servir como vicegobernador del pueblo
durante un año. Los gobernadores necesitan dedicar todo de su
tiempo al servicio del pueblo. —Será un año memorable— pensó
Cippy.
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En la madrugada —de un día del año 1999— tocó alguien a la
puerta. Susan CrazyHorse abrió. Vio a dos policías. Llamó a su
esposo.
—¿Qué pasó? —dijo Cippy.
—Disculpen, por favor —respondió uno de los hombres—.
Hubo un accidente… a cinco kilómetros al otro lado de la presa…
dos jóvenes en uno de los autos… Moses Crazyhorse no
sobrevivió… su primo Quintana tampoco sobrevivió… nadie
sobrevivió.
—¿Por qué? —preguntó Waddie, el hermano menor en el
undécimo año de su vida.
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En el pueblo Cochiti se dice que el espíritu de un viejo que murió
va lejos del pueblo y reside, invisible y tranquilo, en el bosque de
las Montañas de Jemez. El espíritu de un joven, después su vida
física, queda cerca del pueblo, a veces muy cerca de su familia,
invisible y presente.
Waddie me explicó:
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Jann W. Gates
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
tradiciones.
En el último curso sobre la historia mundial, exploré con la
duodécima clase el tema: Nuestro Dilema Moderno y el Futuro
Social. Como le fascinan a Waddie las posibilidades en el futuro. Él
escribió:
“Tenemos modelos diferentes para un futuro positivo. ¿Cuál
queremos manifestar? La situación en nuestro mundo hoy nos tira
una pelota curvilínea en este juego para entender nuestro futuro
colectivo.
“He confrontado esta pregunta muchas veces en mi vida que
es relativamente breve. Sí, soy un Americano Nativo que vive en el
corazón de una reserva indígena. Sí, he estudiado. Sí, también me
he sacrificado mucho. Habría preferido quedarme en el pueblo y
hacer lo que mis ancestros habían hecho: cultivar el maíz, cazar. . .
pero no puedo hacerlo. ¿Por qué? Hoy la vida no es fácil: nos
enfrentamos con muchas obligaciones económicas, necesitamos
viajar largas distancias a nuestros lugares de trabajo. Siempre he
estado inclinado a la vida tradicional. Es mi preferencia. Pero
vivimos en el año 2006. Mis deseos no son razonables. Mi mundo
ideal es un sueño que desapareció en la década de los treinta del
siglo pasado.
“¡Pero mire! Nuestro mundo del futuro es nuevo, crece más y
más, puede estimularnos. Es un mundo que está esperando ser
explorado, amado, transformado. Debo tratar de comprenderlo,
porque este mundo impactará mi vida cada día. Estoy listo para
confrontar los peligros, las oportunidades y mi futuro. Podré
aprender y enseñar al mundo de mis experiencias. ¡Vayamos!”
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Jann W. Gates
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DANZANTES DE LA NAVIDAD
A la familia CrazyHorse
y al Pueblo Cochiti
A mi ahijada Siena
y a mis nietos, Jack y Rob
¡Ahora empieza!
Saluda el sol.
Despierta el viento.
Provoca la tierra.
Mandan
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Jann W. Gates
Jann W. Gates
2012.11.11 Distrito Federal, México
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UNA PROMESA
A mi padre.
Raíz de mi todo, espejo de mí mismo,
el mejor de los ejemplos
y el peor de mis fantasmas.
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César Raúl González Bonilla
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César Raúl González Bonilla
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César Raúl González Bonilla
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César Raúl González Bonilla
sin trabajo y con una esposa que mantener. Por esto, un amigo le
recomendó que visitara al Dr. Góngora Triai en Puerto Progreso,
quien requería de un farmacéutico.
Por su parte, una vez que las aguas comenzaron a sosegarse,
don Leovigildo comenzó a viajar regularmente a Motul para atender
sus negocios. Primero regresaba a Mérida una vez por semana,
después cada dos semanas, más tarde una vez al mes, hasta que
un día ya no regresó con su esposa Victoria. Se quedó en Motul
cuidando sus negocios y a sus dos amantes, hasta que se
desvaneció en el tiempo. Federico, en cambió, se trasladó a Puerto
Progreso y en octubre de 1924 tuvo a su primer hijo, a quien puso
el nombre de Wilfrido, en memoria de su amigo de la infancia,
fusilado apenas al lado de su hermano Felipe Carrillo Puerto.
Federico resultó ser un excelente aprendiz de farmacéutico,
pues era meticuloso y organizado. Tenía una libreta en la que
anotaba con mucho detalle la sintomatología de los pacientes y las
fórmulas magistrales de los médicos. De tal manera que escribió su
propio tratado de Medicina Interna y al poco se convirtió en el
doctorcito, más por su corta estatura que por su juventud, y desde
entonces ejerció el oficio de curandero.
Todos los mediodías Wilfrido salía a recibir a su padre, cuando
escuchaba el retintín ocasionado por el chocar de las botellas, que
el farmacéutico siempre cargaba en su saco blanco que como
cascabeles anunciaban su llegada. Después de comer y dormir la
siesta recostado en una hamaca, se dirigía nuevamente a la
farmacia con el tintineo de las bolsas de su saco blanco.
Fueron días felices los de la infancia del niño Wilfrido en
Puerto Progreso, ahí cursó la escuela primaria y pasaba las tardes
jugando a la pelota en las calles de la ciudad, mientras las señoras
preparaban chocolate con agua y se sentaban a beberlo muy
caliente a sorbitos, en la puerta de sus casas, de altísimos techos,
para tomar el sereno, agitar rítmicamente los abanicos, conversar
sobre los vecinos y apaciguar un poco el tremendo calor.
A partir de 1924, comenzó una nueva etapa de calma,
prosperidad y crecimiento de la industria henequenera, proveyendo
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César Raúl González Bonilla
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César Raúl González Bonilla
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César Raúl González Bonilla
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PRESAGIO
DE VECINAS Y BEATAS
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Vicente Irigoyen Veloz
murió anteayer?
—Pus la mera verdá, pa qué le digo que sí, si no.
—¿Ya ve?, a todos nos llega la hora. Se le vinieron los años
encima y se quedó quietecito y muy serio, como pajarito, con sus
alas rotas y sus ojotes bien grandotes como tecolote, porque ya ve
austé que era rete rabo verde el pinchi viejo.
—No blasfeme doña Meche, acaba de confesarse y de
comulgar y ya está con sus palabrotas.
—Pero si es la puritita verdá, como dice mi nieto Jelipito, sin
albur ¿Eh?; el pinchi viejo era rete bien cabrón, o ¿No?
—Pus eso dicen, pero a mí no me consta porque eso sí doñita,
probe, probe pero muy honrada.
—Pus cómo le va a constar, si ya es veterana de mil batallas,
pero pregúntele a las muchachitas que se le atravesaron en el
camino y verá austé lo que le dicen. Si casi las embarazaba con la
pura mirada, que hasta bizco se quedó el ojete.
—Ave María purísima, usté sí que se va ir direitito al averno.
—Pus mire, a mis años y con lo friolenta que soy, bien me
caería un calentón con el cuernudo ese ¿No cree usté?
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Vicente Irigoyen Veloz
LA LLAMADA
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LÓGICA PURA
FIN DE SEMANA
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Vicente Irigoyen Veloz
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ALONDRA
AMARGO DESPERTAR
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Vicente Irigoyen Veloz
EL DÍA ESPERADO
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INVOCACIÓN
Ya casi son las seis de la tarde y sigo aquí, bajo el árbol de esta
triste noche, desarmado de toda mi impaciencia después de dos
horas de desesperar por que salga Cecilia para ir al cine. Para
colmo de los moles, la llovizna de hace rato, convertida ahora en
un torrencial aguacero de los mil bomberos, me tiene como sopa a
pesar de todos mis esfuerzos por guarecerme. Nada más falta que
venga un perro o peor aún, ¡que se haya iniciado el diluvio
universal!
Cinco días después en medio de la oscuridad se escuchaba
una voz suplicante: ¡Señor!, solo bromeaba. Ya pasó otra noche y
sigo aquí, en la copa del triste árbol, desesperado por que el nivel
del agua sigue subiendo y la lluvia, ¡ni para cuándo termine!
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Vicente Irigoyen Veloz
METAMORFOSIS
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LA CACERÍA
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Vicente Irigoyen Veloz
POST MORTEM
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“Ya estuvo suave ¿No? La mera verdá han sido muchas sorpresas
en el día y yo tengo riarto sueño. ¡Vieja, vieja!, dale su itacate a
esta bola de gorrones y mándalos a dormir el sueño eterno o
donde se te dé la gana, pero que ya dejen de enchinchar. Hay
mañana será otro día”
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Vicente Irigoyen Veloz
EL CÍCLOPE
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ESPERANZA
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José David Murillo Sánchez
CONVERSACIONES
Cuando los soles hablan entre sí, se cuentan lo que sus planetas
hacen, es por eso que los vemos titilar. Algunos son aburridos e
inventan historias de cuando vivían solitarios, otros relatan
aventuras de la evolución de sus iluminados.
Nuestro sol es callado y nunca habla con sus similares, sin
embargo hoy es posible que converse cómo la luna le ha sido infiel
con Neptuno, pues no pienso guardarle el secreto.
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
ÉL Y ELLA
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José David Murillo Sánchez
LA DECISIÓN DE FUMAR
Quiere
relacionarse
conmigo
No Si
Acepto
Espero a que
termine, ansioso Observamos las
de fumar otra vez colillas en el suelo.
Las diferentes
marcas de cigarro
hacen notar nuestro
secreto, pero
ninguno lo revela
Simbología
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Tengo una extraña Cada mañana quiero
atracción desde que la conversar con la mujer Ella se sienta en el
conocí que trabaja conmigo escritorio contiguo
Espero ansiosamente el
siguiente día
Simbología
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José David Murillo Sánchez
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Agenda de un día complicado
No hay Yo
Drogas Familia
relación
Rápido
ascenso Convenio Cenas
con mi jefe aburridas
en Navidad
PRESENTE Y PASADO
Esperas
Nocturnas
Trabajo
Pareja
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José David Murillo Sánchez
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José David Murillo Sánchez
Tiempo
Parejas
Dependencia
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Oda a mi mejor amigo
Él Él
Él Él
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Familia
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Hermanos
José David Murillo Sánchez
Papá Mamá
3 0
Yo
El marcador depende principalmente de los argumentos
relacionados al dinero disponible en casa
Mi pensamiento
Cuando el
gato me Soccer,
rasguñó el Metas no influenciado
ojo Sexo cumplidas por mi padre
Metas
cumplidas
Relación de
pareja
Dormir Familia defectuosa
Especio
dejado en
blanco a Conocimientos
propósito Fumar generales
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AIRES DE SENECTUD 1
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Tere O’Reilly de Lozano
AIRES DE SENECTUD 2
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AIRES DE SENECTUD 3
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Tere O’Reilly de Lozano
MERCADOTECNIA
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DE MORRALLAS AL PLÁSTICO
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Tere O’Reilly de Lozano
ALAS DE MARIPOSA
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
FRUTOS TROPICALES
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Tere O’Reilly de Lozano
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
EMERGENCIA, EMERGENCIA…
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Tere O’Reilly de Lozano
REVÉS Y DERECHO
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Tere O’Reilly de Lozano
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Gloria Pérez Pacheco
EL LLAVERO
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
EL ÚLTIMO DESEO
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Gloria Pérez Pacheco
EL TUNEL
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
EL COLOR DE LA ALEGRÍA
193
Gloria Pérez Pacheco
194
NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
195
Gloria Pérez Pacheco
ENCUENTRO
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197
Gloria Pérez Pacheco
SAN MIGUELITO
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
DOÑA PERFECTA
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Gloria Pérez Pacheco
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
UN BUEN CONSEJO
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Gloria Pérez Pacheco
LA MUDANZA
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Gloria Pérez Pacheco
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CACERÍA EN LA SELVA
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Gustavo Ponce Maldonado
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EL CÍRCULO
A cualquier hora
y en cada lugar me seguía
algo así como un vigilante
de mi celosa conciencia
a donde quiera que fuera
su voz con toda intención
me decía “es tu culpa”
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Gustavo Ponce Maldonado
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Gustavo Ponce Maldonado
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Gustavo Ponce Maldonado
De regreso a la tierra
ya flagelado en mis huesos
por no sentir a Isabela en mi piel
en un último esfuerzo
subí a la montaña
para buscar su belleza
en una noche de octubre
entonces llegué
a la orilla de un acantilado
las estrellas reflejaban
mi sombra a lo lejos
la luz de la luna jugaba
con las olas del mar
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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Jorge Quintanar
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Jorge Quintanar
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Jorge Quintanar
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Jorge Quintanar
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Jorge Quintanar
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Jorge Quintanar
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MODIFICANDO REFRANES
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Manuel F. Rico Bernal
BEBÉ GRANDOTE
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
LA HIJA DE LA FELICIDAD
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Adela Rojas Ramírez
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Adela Rojas Ramírez
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Adela Rojas Ramírez
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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Adela Rojas Ramírez
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Adela Rojas Ramírez
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
Esta no era una vez. Eran muchas veces. Esta no era una voz. Era
una multitud de voces que repudiaba a la Instancia de Legalización
de Goleadores por permitir el trofeo los que cometían faul. Este no
era un presidente, eran muchos presidentes que reencarnaban en
la misma Liga de Partidos de Futbol que metía el mismo tipo de
goles a nombre del mismo equipo. Este no es un cuento, son
varios cuentos que se integraron en el mismo discurso. Pero, sobre
todo este no es el mismo público de los gritos y aplausos a los
premiados, o tal vez sí. Sin embargo, es el mismo lugar donde se
publicita incluso en las telenovelas. Había una vez, un gran
goleador... Y las porristas gritan la misma porra. La gente tiene
prohibida otras diversiones, a no ser que las inventen.
Así sonaba por el micrófono la voz al lado del Estadio de la
Liga Azul-Granada. De pronto, un rayo se incrustó en medio del
estadio. La multitud acalló los gritos, enmudecida por la sorpresa,
ensordecida por el estallido. Cuando se repusieron, pensaron que
era el Jefe de Premios que había decidido otro ganador para que
no perdiera las divisas apostadas en el Banco de Trofeos de Oro y
Plata. Sin embargo, cayeron otros rayos disparados por invasores
de otra liga, que no querían comprar a los jugadores, porque de
esos se podía hallar a montones porque no necesitaban jugar bien,
sino al apreciable público que había sobrevivido por mucho tiempo
pagando para aplaudir los falsos goles, comiendo restos de comida
enlatada, de bebidas cancerígenas, vistiendo camisetas y zapatos
plastificados y todavía con ganas de gritar hasta con sus hijos. Se
planeaba inducir y exportar a ese público y a las porristas a otro
país por las ganancias considerables.
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DOÑA AMALIA
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Amauri Sarmiento Barrios
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Amauri Sarmiento Barrios
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Amauri Sarmiento Barrios
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Amauri Sarmiento Barrios
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Amauri Sarmiento Barrios
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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María Elena Solórzano
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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María Elena Solórzano
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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María Elena Solórzano
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
LOS MERCADOS
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María Elena Solórzano
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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María Elena Solórzano
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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María Elena Solórzano
FOTÓGRAFO AMBULANTE
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
EL TRAGAFUEGOS
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María Elena Solórzano
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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Acerca de los autores
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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Acerca de los autores
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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Acerca de los autores
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
271
Acerca de los autores
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
Jorge Quintanar
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Acerca de los autores
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NARRATIVA EN MISCELÁNEA VI —Cuentos y relatos—
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