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LOS LIBROS
DE LAS GAVIOTAS
© María Teresa Andruetto, de sus textos © Francisco Garzón Céspedes
Comunicación, Oralidad y Artes (COMOARTES),
Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE).
Director General: Francisco Garzón Céspedes
Asesora General: María Amada Heras Herrera
Director Ejecutivo: José Víctor Martínez Gil
Directora de Relaciones Internacionales: Mayda Bustamante Fontes
Directora de Extensión Cultural: Concha de la Casa.
Madrid / México D. F., 2014 / ciinoe@hotmail.com
Derechos reservados. Se autoriza el reenvío sólo por correo electrónico como archivo adjunto PDF.
No se autoriza edición o impresión alguna en papel u otros soportes sin permiso previo de la Editorial.
Se autoriza a las bibliotecas a catalogarlo para el público.
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http://ciinoe.blogspot.com
http://invencionart.blogspot.com
EXTRAVÍO
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En Oliva, Provincia de Córdoba, Argentina, pueblo donde me crié y sede del Asilo de Aliena-
dos Colonia “Dr. Emilio Vidal Abal”.
ca y apenas si sabía decir mi nombre me mandaron con un papelito
en la mano (un papel escrito por mi madre) a hacer una compra.
Supongo que porque era tan chica (o porque por primera vez me
habían mandado a hacer una compra) yo temía perderme. Así que
caminé mirándome los zapatos, en la creencia infantil –pero no de-
masiado lejana a la verdad– de que uno está donde están sus pies.
Y de tanto mirarme los pies, me distraje de otros menesteres y me
perdí. Me encontró el cartero, un hijo del Maestro Bono, me pre-
guntó si mi mamá se llamaba Cleofé, me cargó en el canasto de las
cartas que estaba adosado a su bicicleta y me llevó de regreso a
casa.
¿Qué tienen en común un hombre extraño, un enfermo y una
niña distraída? ¿Qué los separa? No sé si el recuerdo es tan vívido
para mí porque llevaba en la mano la letra de mi madre, o porque
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descubrí que era hija de una mujer que tenía un nombre extraño, o
porque quien me llevó a casa era el hijo del Maestro (había una sola
persona en mi pueblo de quien pudiéramos decir simplemente: el
maestro) o porque aquel hombre me puso en el canasto donde se
llevan los mensajes, o porque tuve conciencia por primera vez del
extravío. De hecho, “Extravío” es el nombre con que titulé un poe-
ma construido a partir de ese recuerdo, tantos años después.
Ya lo dice el lenguaje popular: hay que estar bien plantado,
hay que vivir con los pies en la tierra, por contraposición a andar
con la cabeza en las nubes. Oscilación entre el deseo de extraviar-
se y el esfuerzo por seguir pegado a la realidad. En ese oscilar que
a veces asusta, que a veces abisma, está el momento de creación.
Sé que hay límites entre la salud y la falta de ella (allí donde usted
nada, ella se ahoga, le habían dicho a Joyce –creo que se lo había
dicho Freud– en relación a su hija Lucía), pero ¿dónde están esos
límites?, ¿hasta dónde uno puede extraviarse y regresar cuando
quiere a casa? ¿Hasta dónde alguien que transporta las palabras
puede encontrarnos (o hacer que nos encontremos) y llevarnos
consigo en su canasto hasta donde estemos a salvo?
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MENTIR
¿Qué puede hacer una niña tímida, que tiene nariz grande,
piernas flacas, ropa deslucida y que se sabe invisible para sus
compañeras de grado? ¿Qué puede hacer esa niña a la que su ma-
dre ha contado cuentos cuando ella era la niña de la niña que hoy
es, sino leer, leer desaforadamente todo lo que hay en su casa? ¿Y
qué hay en su casa? Una mezcla de Twain y D´Amicis, de Steven-
son y Tagore, de Dumas y Olegario Andrade, de Collodi y Kempis,
una edición bellísima de El Quijote, varios Shakespeare en las edi- 8
ciones populares de Tor, una Divina Comedia, un Decamerón, mu-
chos libros sobre cooperativismo, muchas biografías y relatos de
viaje, una colección de literatura política argentina que tiene desde
Alberdi a Monteagudo, desde Moreno a Mansilla, con todo Sarmien-
to y todo Echeverría y, sobre todo, mucha y buena literatura infor-
mativa, enciclopedias, diccionarios, historias universales y argenti-
nas, historias de la música, del arte, de la fotografía, de la filatelia...
porque no era la literatura sino el conocimiento lo que primaba en la
casa y había que saber cómo se hace cada cosa, cómo está com-
puesto el universo, cómo se generó la vida en la tierra... porque los
libros tenían un sentido utilitario y tal vez no hiciera falta leer una
novela, pero cómo ignorar la evolución de la pintura desde Altamira
hasta Picasso. Y yo, la niña que yo era, iba por esos libros con el
mismo desparpajo, con la misma irreverencia con que transitaba por
las fotonovelas –Nocturno, Chabela, Idiliofilm– que había en la ca-
sa de mi amiga Rosa, o por las hojas teñidas de sangre de la revista
Así* en las que el carnicero envolvía la carne que me habían man-
dado a comprar. Todo tenía para la imaginación de mis ocho, diez
años, el mismo valor, porque yo iba por esos libros y diarios y revis-
tas, buscando historias para contar a mis compañeras de grado,
historias que, mentirosa, relataba como propias. Iba a la escuela
cada mañana y, en el recreo largo, me sentaba en un banco de ce-
mento, en el patio, y contaba algo que había leído el día anterior,
una historia que alargaba o modificaba a mi antojo, para agregar
suspenso o acabar a tiempo para regresar al aula. Ellas no sabían
que se trataba de episodios robados a los libros, y yo sentía por eso
una inmensa vergüenza, pero lo mismo contaba, como un vicio cu-
ya marcha no podemos detener, yo contaba. Lo que no había com-
prendido aún era que en aquellas historias narradas para que me
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quisieran mis compañeras de grado, yo estaba ejercitándome ya en
esta pasión, en este delicado hacer, en esto que Abelardo Castillo
llama el oficio de mentir.
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Difundida revista de crímenes, en el estilo de periodismo catástrofe, que circulaba en Argenti-
na en los años sesenta.
CALEIDOSCOPIO
Cuando tenía diez años fui a tomar unas clases de inglés con
un muchacho de mi pueblo. Amadeo se llamaba y estudiaba Letras
en la Universidad, en Córdoba, todo lo que me convertía en su ad-
miradora. El inglés, cómo decirlo, nunca fue mi fuerte. En la primera
clase, apenas comprobada mi dureza en la pronunciación, Amadeo
me dijo que tal vez podíamos leer entre los dos un pequeño libro.
¿Te gusta leer?, me preguntó. Mucho, dije, con orgullo. Leer era al- 10
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RESPONDE A
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
MARÍA TERESA ANDRUETTO
(ARGENTINA, 1954)
“HACEN FALTA
MUCHOS RELATOS
PARA CONSTRUIR UN RELATO”
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–¿Cuál es su personal definición de la narrativa como arte, como li-
novela. Por favor explique por qué elige hablar de la narrativa en general
Considero que la narrativa –el arte de contar– está presente en (casi) to-
donde constituye su columna, esencia y razón de ser, pero también lo está –en
demás visible, sino también en la poesía. Por muy experimental que sea un
ese núcleo esté muy soterrado. Creo que todo el arte de este mundo proviene
De entre todas las artes del narrar, el cuento y la novela tienen la particularidad
siempre presente– que un cuento o una novela no muestran una historia, unos
sucesos ni unos hechos sino que construyen una voz que nos habla acerca de
unos sucesos, unas historias, unos personajes, unos hechos. Así, como lecto-
res, nada vemos sino que oímos esa voz del texto –la voz del narrador– y de
ese modo –por ese camino– imaginamos. Lo que leemos está entonces teñido
de en la vida misma, cuando cada quien nos cuenta lo que le sucede. La inten-
leer, leemos al mismo tiempo que ciertos sucesos, las intenciones e impresio-
nes de una subjetividad que los trasmite. Ésa es para mí una de las razones
más fascinantes de escribir: ser otro, mirar el mundo desde ojos ajenos, intento
la condición humana.
de artificios en el lenguaje.
pueden explicar por la razón– que nos llevan a hacer lo que hacemos. Pero
una de ellas es, sin duda, el deseo de comprender a los demás y también el
ción, una muestra gratis de “la condición humana”), la escritura como un cami-
padre inmigrante que había dejado atrás todo lo que era suyo y –como necesi-
Me crié en una casa donde había mucha palabra, mucho relato, una
los, antiguos vecinos, muchos de ellos personas que no conocí pero quedaron
encontraba forma en las palabras, tanto que a veces el presente perdía im-
portancia ante la persistente revisita del pasado. Desde que recuerdo y segu-
personas que habían vivido en pueblos lejanos o habían venido hacía muchos
años a América, personas que habían llegado sin nada, o habían perdido o
mucho interés por escuchar acerca de esas vidas, se trata de un vicio, una
mi mamá solía decir poemas que sabía de memoria y que yo escuchaba co-
dos, como “Una linda mañana/ en el mes de abril/ yo encontré a mamita/ re-
Manzi y Sebastián Piana que ella adoraba: “Dormite mi niño Pedro/que está
su camello/Papá Baltasar…”
negra que sacaba a relucir los domingos, habaneras, polcas pero sobre todo
extraña su tierra… en fin, que desde temprano entendí –lo estoy advirtiendo
ahora, mientras contesto estas preguntas– que el mundo estaba hecho de pa-
do? ¿Por qué? ¿Cuándo leyó narrativa por primera vez y que recuerda al
respecto?
bros que me han impactado por ellos mismos y/o también por el momento en
que los encontré, porque hay lecturas que son más afortunadas en un momen-
to de la vida que en otro. En ese camino que lleva más de cincuenta años, al-
gunos hitos son Ficciones, Bestiario, Final de juego, leídos por primera vez
hacia los trece años; La bastarda, de Violete Leduc caído a mis manos por
ignorancia o azar hacia los quince; las memorias de Simone de Beauvoir leídas
res argentinos de la generación post Borges que entraron en escena hacia los
http://narradorasargentinas.blogspot.com
hubo libros. No se trataba de libros para niños, esa categoría de “lo infantil” me
bamos en la radio un programa que se llamaba “El cuento leído para usted”,
(había sobre todo libros “para saber”, más que ficción, la idea enciclopédica de
que había que saber un poco de todo para poder habitar en el mundo), recuer-
tro años o quizás menos, porque a los cinco, cuando ingresé a la escuela, ya
Upa, que esos dibujos llamados letras podían unirse y formar palabras, y que
esas palabras ahí escritas eran los nombres de las cosas. También tengo re-
cuerdos imborrables de las noches de los lunes, cuando mi padre tenía reunión
leer hasta quedar dormidas. A veces las lecturas eran episodios de Las aven- 21
turas de Tom Sawyer, La caballa del tío Tom, La isla del tesoro, Corazón,
Heidi, pero muchas otras eran fragmentos de novelas para grandes, o poemas
muy pequeñas para esos libros, de modo que pienso que tal vez era un modo
de poder leer ella lo que le gustaba y al mismo tiempo estar con nosotras, lo
sobre todo en la voz de quien nos leía. Sin embargo, toda esa abundancia de
relatos, no era todavía para mí literatura, era la vida misma que –suponía yo–
se presentaba de ese modo para todos, en todas las casas y en todas las fami-
lias. Recién más tarde, hacia la adolescencia, empecé a leer de otro modo,
consciente de que estaba leyendo literatura, y eso me produjo una nueva fasci-
mento las lecturas, los libros, los autores, las editoriales, comenzaron a orde-
o una novela?
Trato de ver las películas u obras de teatro como autónomas, más allá
otra cosa, de otro arte y por lo tanto necesita independizarse para alcanzar 22
me, porque creo que no se trata de hacer una copia sino de hacer otra cosa.
basada en un cuento de Isak Dinesen, que dirigió Gabriel Axel en los años
ochenta.
–Si tuviera que indicar siete puntos indispensables a los que debe
responder como arte literario una obra narrativa, ¿cuáles señalaría? ¿Se-
indispensable esa figura literaria, pero un narrador es, mucho más que la per-
sona verbal a través de la cual se ejerce el acto de contar, es –por sobre todo–
una conciencia a través de la cual pasan los hechos contados: la conciencia del
ticular modo de ver esos hechos, ya que las cosas nunca son lo que son de un
modo absoluto sino, como dice el refrán, “según el cristal con que se miran”. Un
algo que el cuento y la novela comparten. Luego hay generalidades que tam-
bién comparten, como que en ambos casos importa mucho la información (la
lector queda fuera del texto. Otro punto que a mi juicio comparten ambos géne-
todo o casi todo, desde las formas más clásicas hasta la más pura experimen-
tación y puede incluir muchas variantes (de estructura, temas, recursos, len-
guaje, varios narradores), es como una casa, que tanto lo es si tiene dos am-
En cuanto al cuento, lo primero que habría que decir es que hay muchos
tipos de cuento, algunos de forma y estructura más lineal y sencilla, como los
cuentos populares, los relatos maravillosos, las parábolas, por dar algunos
ejemplos, pero si hablamos del cuento contemporáneo, diría que exige un re-
Como mirar lo que sucede tras un marco de cuadro vacío y ver sólo lo que en-
tra en el marco, y dejar afuera el resto. La mirilla por donde vemos pasar una
historia. Es un género más austero, más sujeto a reglas, de algún modo más
exigente que la novela, y demanda fuerte unidad en todos sus aspectos. Aun-
que puede seguir derroteros muy diversos, siempre muestra una escena que
otra escondida, más secreta, que el lector lee entre líneas, a través de indicios
que cada tanto “van cayendo al relato”. La habilidad de un escritor, está en sa-
ber esconder con astucia una historia en los intersticios de otra. Se podría decir
que el cuento es un género metafórico, que da “la parte por el todo”: nos ofrece
dor de una obra narrativa? ¿Serían diferentes para un cuento que para
imagen que veo, un recuerdo que aparece de pronto, una frase que escu-
ro (qué buena escena para un cuento, qué frase para un poema, etc.). Aun-
procedimiento tiene más que ver con extender, extenderse, acumular mate-
rial, textos, ideas, comienzos de relatos, en un archivo depósito que voy al-
macenando mientras escribo o hago otras cosas, hasta que en algún momen-
to empiezo a revisar, limpiar, desarrollar ciertos fragmentos, imprimir, limpiar,
que voy descubriendo en esa masa informe una estructura. Si la intuición dice
gen que vi (un viejo que renguea en un semáforo; una mujer que se topa con
un muerto en una ruta, una escena entre dos mujeres en una peluquería, un
“Cuento del pianista”, “Cuento del viejo que renguea” y así…, en algún mo-
mento tal vez decida hacer con eso un cuento y entonces comienzo a traba-
sas, estoy muy acostumbrada a corregir, revisar, repensar lo hecho, pero tan- 25
determinados?
que tiendo más al drama. Aunque la ironía, que es una cierta forma del humor,
me visita –ella sí– más a menudo. Transito diversos géneros, me gusta el de-
safío de probar/probarme con los géneros, con las posibilidades y los obstácu-
los que presentan las formas. De todos modos, mi vinculación con ellos es dife-
el teatro es algo que he escrito casi siempre en relación con otros, en grupo o
biendo sola (y muy poco) a lo largo de los años, de la vida. Mis proyectos de
escritura, mis planes y mis pasiones, tienen siempre más que ver con la narra-
gir una de sus obras narrativas en el teatro o en el cine? ¿Espera que ar-
compete a mí controlar, aunque por supuesto que los resultados pueden gus-
tarme más o menos. Tengo algunas experiencias sobre eso, se han hecho cor-
los he vivido de ese modo, me halaga que los tomen, que haya personas inte-
qué ha sucedido con ellos, qué han provocado en esos lectores. Incluso tengo
por supuesto, pero no me interesa el halago vacío sino el que está fundamen-
tado. Respeto mucho la actividad del crítico, no soy de los que consideran 27
que el crítico antes que hablar mal de una obra, mejor vaya a escribir él. Creo
que cada uno tiene su lugar en el campo y que todos esos lugares son nece-
país es mucho más que sus escritores, es una construcción social que hacen
muchos protagonistas. De cualquier modo debo decir que me siento muy afor-
tunada por la respuesta que mis libros tienen en críticos, investigadores, do-
centes y lectores a secas. Con respecto a qué me gustaría expresar a los lec-
tores, me gustaría tocar el corazón del que lee y también hacerlo pensar,
ponerlo en cuestión.
vida una historia que constituye nuestra identidad: una narración singular, que
su vez ese relato que somos se alimenta de innumerables relatos que vamos
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Andruetto, María Teresa (Arroyo Cabral, Argentina, 1954). Escritora. Premio Iberoamericano a la
Trayectoria en Literatura Infantil y Juvenil SM. Se crió en Oliva, un pueblo de la llanura cerealera, en las
proximidades de un asilo de enfermos mentales que en tiempos de su infancia era considerado el más
grande de Sudamérica. Estudió Letras en los años setenta, en la Universidad Nacional de Córdoba, Ar-
gentina. Luego de años de exilio interno, terminada la dictadura en Argentina, fundó con un grupo de
colegas CEDILIJ, un centro especializado en literatura para niños. Trabajó en la docencia, en la formación
de mediadores de lectura y en talleres de escritura para adultos, niños y jóvenes, y realiza habitualmente
colaboraciones en diarios y revistas de su país y el extranjero. Ha publicado novelas, libros de cuentos,
poemarios, ensayos y obras de teatro para adultos, niños y jóvenes. En narrativa: Las novelas Lengua
Madre (Mondadori, 2010), La mujer en cuestión (DeBolsillo, 2009), Stefano (Sudamericana, 1997/Gran
Angular, SM, 2011), traducida al alemán como Stefanos weite Raise, Atlantis, Basel, 2003, y al gallego
Stefano, Galaxia, Vigo, 2009, Veladuras (Norma, 2004/SM México 2009), traducida al italiano como
Velature, ETS, Pisa, 2010, y Tama (Alción, 2003). En literatura para niños y jóvenes, entre otros muchos
títulos: El anillo encantado (Sudamericana, 1993), Huellas en la arena (Sudamericana, 1998), La mujer
vampiro (Sudamericana, 2000), Solgo (Edelvives, 2011), Trenes (Alfaguara, 2007), La durmiente (Alfa-
guara,2010), El país de Juan (Anaya, 2003), Campeón (Calibroscopio,2009), El árbol de lilas (Comuni-
carte, 2006), Agua cero (Comunicarte, 2007), El incendio (El Eclipse, 2008). En poesía: Palabras al
rescoldo (Argos, 1993), Pavese y otros poemas (Argos, 1998), Kodak (Argos, 2001), Beatriz (Argos,
2005), Pavese/Kodak (Del dock, 2008), Sueño Americano (Caballo negro, 2009) y Tendedero (CILC,
2010). Ha reunido su experiencia en talleres de escritura en dos libros realizados en colaboración, La
escritura en el taller (La Sombra de la Palabra, Anaya, 2008) y La escritura creativa en la escuela
(Comunicarte, 2011) y sus reflexiones sobre literatura en Hacia una literatura sin adjetivos (Comunicar-
te, 2009). Ha escrito obras de teatro y sus cuentos, poemas y conferencias circulan en numerosas anto-
logías, revistas y sitios virtuales. Obtuvo entre otras distinciones –además del reciente premio iberoameri-
cano de SM por vida y obra–: Premio Novela del Fondo Nacional de las Artes (Argentina), Lista de Honor
de IBBY, Becas de la Internationale Jugendbibliotek (Munich, Alemania), Secretaría de Cultura de la Na-
ción Argentina y Fondo Nacional de las Artes, Finalista de los premios Clarín, Sent Sovi/Ediciones Desti- 31
no, International Young Publisher of the Year Award, Edición Santillana/Universidad de Salamanca, Mejor
libro Bulletin Jugendliteratur & Medien, y en varias ocasiones White Ravens de la Internationale Jugend-
bibliotek, Destacados de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina) y Mejores Libros
del Banco del Libro de Caracas. En numerosas ocasiones, su obra ha servido de base para la creación
de otros artistas, para sus elaboraciones de libros objeto, cortometrajes, espectáculos poético-musicales,
coreografías, espectáculos de narración oral escénica, adaptaciones teatrales y otros muchos. Narran sus
cuentos numerosos narradores orales artísticos de España, Latinoamérica y el mundo. Modera el blog
http://www.narradorasargentinas.blogspot.com/ Más información en su web http://www.teresaandruetto.com.ar/
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ÍNDICE
LOS LIBROS DE LAS GAVIOTAS
EXTRAVÍO
MENTIR
CALEIDOSCOPIO
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TÍTULOS EDITADOS EN LA COLECCIÓN
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