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El origen de las cábalas

¿Nunca te preguntaste porque muchas personas hacen la señal de la cruz cuando está a punto
de despegar un avión? ¿O por qué insisten en juntarse siempre con las mismas personas
cuando arranca el mundial? ¿Por qué muchos se sienten más seguros al usar las mismas
lapiceras en los exámenes?
A muchos puede parecerles ridículo, pero las llamadas cábalas tienen un significado oculto y
un origen que se remonta a mucho tiempo atrás. A un tiempo indefinido, a un tiempo en el
que el sol y la luna son uno, a un tiempo en el que no existen barreras que impidan la
comunicación entre los hombres, a un tiempo en el que los animales y los humanos conviven
en paz.
Según cuenta la historia, un hombre era capaz de cualquier cosa por conquistar a la mujer de
su sueños. Caminaba todos los días sólo para verla. Escalaba hasta la rama más alta de un
viejo sauce y se dedicaba a observar con atención todos los movimientos de la muchacha.
Desde cómo sonreía cada vez que regaba las flores que se asomaban entre los pastizales,
hasta como tarareaba una dulce melodía mientras la suave brisa jugaba con su pelo.
Él sabía perfectamente que nunca sería el afortunado que la tuviera entre sus brazos, sabía
que aquellos ojos miel jamás lo mirarían como él deseaba. Sabía que el destino tenía algo ya
preparado para la joven, sabía que ella sólo era capaz de sentir amor por la naturaleza. Pero
no dudaba en caminar una gran distancia todos los días, incluso aguantando el dolor que las
piedras le producían en los pies.
Todos los días la misma rutina, se despertaba, subía la montaña y cruzaba el río por el
interminable puente de madera que allÍ lo esperaba. Además, aprovechaba para lavarse los
pies después del arduo recorrido; y para terminar, arrojaba una piedra al río para dejar su
huella, para que todos sepan que nunca dejaría de ver a esa muchacha que lo volvía loco.
La rutina no lo aburría ni un poco, nada más importaba, cuando se trataba de verla. Pero la
desesperación y las ansias le jugaron en su contra. No dejaba de soñarla, ni de desearla y
necesitaba verla cuanto antes. Por ello, una mañana ventosa, despertó impaciente y
emprendió viaje,tal como lo hacía siempre. Aunque los deseos prohibidos de verla, lograron
que olvidara completamente arrojar una piedra al río.
Completamente enamorado y cegado por sus pensamientos, se decidió a cruzar el puente de
todas formas, pero lo que no sabía era que aquel elemento que lo ayudaba a acercarse a su
amada todos los días, desaparecería debajo de sus pies, a mitad de camino.
El esfuerzo que todo su cuerpo realizó para llegar a la orilla de nuevo, no fue suficiente; y el
agua lo terminó por cubrir completamente.
La romántica pero trágica historia, fue difundida por todos los habitantes de la zona y, luego
de oírla, todos comenzaron a creer en los pequeños detalles, en aquellas acciones que son
capaces de hacer la diferencia cuando se lo necesita.
- Rocio Andereggen 5to B

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