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Desde mediados de abril, una serie de violentas marchas y protestas se han llevado a
cabo en varias ciudades de Nicaragua. ¿La razón?
Sin embargo, las manifestaciones parecían tener una razón aún más profunda. En los últimos
años, los nicaragüenses han demostrado su preocupación por el poder que tiene el actual
gobierno de Ortega, ya que su ambición de perpetuarse al mando, junto con su familia, ya no
es una novedad.
¿Por qué sufre Nicaragua y cuál es la apreciación del conflicto por parte de su gente?
Conversamos con tres nacionales que nos dieron su aguda opinión.
Establecía un incremento en el pago que realizan los empleados al seguro social desde
un 6,25% a un 7%, y que los jubilados tendrían que aportar un 5% de su pensión en concepto
de cobertura de enfermedades a partir del 1 de julio.
De acuerdo a los manifestantes, esta medida iba a aumentar la pobreza y a dificultar las
condiciones de vida de la mayoría del país. Sin embargo, el gobierno aseguró en ese
momento que las reformas eran necesarias para salvar al Instituto Nicaragüense de
Seguridad Social de la quiebra.
Pero la situación se fue de las manos cuando el Estado respondió con una fuerte represión a
las protestas, lo que finalmente aumentó al máximo la tensión en Nicaragua. Clases
suspendidas, enfrentamientos con la policía, tomas y quemas, fueron algunas de las
consecuencias. Incluso hubo canales de televisión que fueron cerrados por el gobierno.
Si bien todo comenzó como una reacción a un tema puntual, algunos analistas nicaragüenses
han llegado a afirmar que las demandas ahora apuntan contra el presidente Ortega (quien
ejerció como presidente entre 1979 y 1990 y retomó la presidencia en 2007 hasta ahora) y su
esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo (sí, vicepresidenta). Aunque las marchas y protestas,
se calmaron durante un tiempo, la tensión seguía en el ambiente.
La iglesia católica ha actuado como mediadora clave del conflicto. El Obispo Auxiliar de la
Arquidiócesis de Managua, Silvio José Báez, un personaje clave en la defensa del pueblo
nicaragüense, fue tajante en catalogar al actual gobierno como una dictadura. "Hace muchos
años que en Nicaragua vivimos en dictadura. Nos han coartado la libertad de expresión,
han intimidado la sociedad, este Gobierno ha irrespetado los derechos humanos", dijo y
agregó que Ortega y Murillo se han “instalado en el poder de manera absoluta".
La ONG explica que el objetivo de este régimen “no es solo controlar los poderes ejecutivo y
legislativo, sino también los medios de comunicación, el poder judicial, la sociedad civil, los
puestos de mando de la economía y las fuerzas de seguridad”.
Como relata el historiador nicaragüense Mateo Jarquín en el diario The New York
Times, Ortega se ha apoyado en “alianzas tácitas con la élite empresarial y el liderazgo
conservador de las Iglesias católica y evangelista, que, hasta los recientes disturbios,
habían apoyado y legitimado al régimen en nombre de la paz social y la estabilidad
económica”, pero que sin embargo, el precio que ha tenido que pagar el país ha sido
demasiado alto. ¿Qué ha hecho Ortega?
Jarquín asegura que en sus últimos 11 años al mando de Nicaragua, Ortega ha cooptado
todos los poderes del gobierno, se apropió de las instituciones del Estado y de las
fuerzas de seguridad. Además, ha logrado mantenerse en el poder con un sistema electoral
de partido único, después de haber roto “todos los candados constitucionales a la reelección”
(en Nicaragua, desde 2014 que existela reelección indefinida). Por último, advierte que
además de instalar a su esposa como vicepresidenta, ha estado preparando y posicionado a
sus hijos para el futuro liderazgo del gobierno.
La situación empeora
Ya han pasado casi tres meses y medio desde que comenzaron las protestas y la situación no
ha mejorado. La represión ha dejado cifras lamentables. Se han registrado más de 300
muertes, segúnla Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de las cuales más de 20
son de menores de edad (hay grupos que manejan números más altos que los de la CIDH).
También hay cientos de desaparecidos, miles de heridos y varios detenidos.
Para calmar los ánimos, le han pedido en reiteradas ocasiones a Ortega que adelante las
elecciones para marzo de 2019, pero él se ha negado a hacerlo. "Las reglas no pueden venir
a cambiarlas de la noche a la mañana simplemente porque se le ocurrió a un grupo de
golpistas. Si los golpistas quieren llegar al gobierno que busquen el voto del pueblo", dijo.
Además, aseguró que hacerlo crearía “inestabilidad, inseguridad y empeoraría las cosas".
Otro punto que ha causado molestia y temor, es que en medio de todo este conflicto, se
aprobó una ley contra el lavado de activos, financiamiento al terrorismo y la proliferación
de armas de destrucción masiva. El punto complicado, es que la ONU teme que uno de sus
artículos (el 394) sea muy “vago” y permita incluir bajo la definición de terrorista a personas
que solamente están ejerciendo su derecho a manifestarse.
Mariangeles D. Lindo (33), se sumó a las marchas desde el primer día. Se organizó con
amigos y en estos meses han estado preocupados de trabajar en conjunto organizando más
marchas, protestas, llevando medicamentos a los heridos y alimentación, entre otros.
“El país se levantó de una manera inimaginable, en tres meses hemos visto la verdadera cara
del gobierno, un gobierno opresor, hipócrita y sanguinario, hemos visto torturas y
asesinatos todos los días, encarcelamientos arbitrarios e ilegales. Cinismos a nivel nacional e
internacional”, asegura. Aunque dice que también esto ha permitido ver a un país que se
ha unido y ha sido solidario con la población.
Los nicaragüenses que se oponen al gobierno de Ortega, temen ser perseguidos. Ella nos
explica que tienen miedo de salir y que hay un toque de queda impuesto de manera indirecta.
Así lo confirma un ciudadano de Managua (38), quien prefiere mantener su identidad en
reserva. “Después de las 8 pm la ciudad es un pueblo fantasma”, dice.
Y agrega: “es claro que los nicaragüenses queremos un cambio. Se debió dar en el 2011 pero
él [Ortega] ha modificado la Constitución tres veces desde el 2007 para ajustarla a su sed de
poder. Tenemos ocho años de ataques, de persecución, de extorsión y de violencia, pero esta
vez es diferente, porque él subió el tono y no pudo evitar que se hiciera más público”.
“En estos tres meses han aflorado todas estas condiciones de injusticia y corrupción, que
inflamado por la bestial e irracional represión, ha producido un resentimiento generalizado,
pues nadie escapa de padecer alguna injuria”, asegura un tercer ciudadano que también
reserva su nombre.
Mariangeles cuenta que a diario se escuchan noticias de policías que detienen automóviles
para inspeccionarlos y que también le revisan los celulares a periodistas y
ciudadanos para confirmar si apoyan o no las protestas. “Si tienes algún tipo de mensaje o
grupo te detienen”, asegura. A quienes se van presos, no los están dejando tener sus propios
abogados, les imponen uno.
Un futuro incierto
Claramente, nadie sabe cómo terminará o continuará la situación de Nicaragua. “Hay
incertidumbre en el qué pasará, cuándo acabará y cómo acabará, lo que genera un miedo
constante o inestabilidad emocional de los ciudadanos. Pero paralelamente el conflicto ha
generado una unión nunca antes vista. La ciudadanía, sin importar tu creencia religiosa,
género, estrato social y hasta posición política, nos hemos unido. Y la solidaridad ha mostrado
que todos estábamos inconformes y que seguimos inconformes”, nos cuenta la
ciudadana nicaragüense.
La resolución recibió 20 votos a favor de parte de: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas.
Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Guyana, Honduras,
Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Santa Lucía, y Uruguay.