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Organización del libro

Marx fue un lector prodigioso. Estaba familiarizado con los escritores de la


antigüedad clásica y la Ilustración. Dado que no se trataba de corrientes intelectuales
monolíticas, pudo adquirir bastante familiaridad con diferentes perspectivas
filosóficas desarrolladas en la antigüedad y, luego, fueron recicladas, depuradas y
reemplazadas, desde finales del siglo XVII en adelante. Estaba familiarizado, sobre
todo, con los argumentos que aportaron los citados autores y con las formas en las
que se insertaron en las tradiciones y los patrones culturales y políticos de su
momento.

El capítulo 1, «La Ilustración y la antropología», examina cómo la naturaleza


y luego la sociedad humanas fueron poco a poco planteadas históricamente, desde
la década de 1670 en adelante, culminando con El espíritu de las leyes de Montesquieu,
la Historia natural de Buffon y el Discurso de los orígenes de la desigualdad de Rousseau,
publicadas alrededor de 1750. Todos ellos, trabajos innovadores que tuvieron una
influencia muy importante en escritores posteriores. Se puede decir que pensadores
de la escuela económica escocesa, como Adam Smith, y también filósofos europeos
como Kant, Herder y Hegel entraron en un diálogo intenso con la dialéctica histórica
y la antropología crítica diseñada por Montesquieu, Buffon y Rousseau. En la
universidad de Göttingen, a finales del siglo XVIII, cristalizó una perspectiva
antropológica que combinaba lo empírico y lo filosófico. Creemos que ello fue muy
importante porque sirvió como modelo para la reforma universitaria en Europa y
en otros lugares, sobre todo en la Universidad de Berlín, donde Marx fue estudiante
a finales de 1830.

El capítulo 2, «La antropología de Marx», perfila los principales rasgos de su


antropología filosófica, la organización física de los seres humanos, la importancia
del conjunto de relaciones sociales, la diversidad e historicidad de las sociedades
humanas y la relevancia de la praxis en la producción, reproducción y
transformación de tales comunidades. A diferencia de Rousseau, Hegel y otros,
Marx no distinguió entre el carácter físico y el moral de los seres humanos y de esta
manera separó la historia humana del dominio de la naturaleza. Vio una interacción
dialéctica entre un sustrato biológico (como la organización física o tangible del
cuerpo, que dota a todos los miembros de la especie humana con determinadas
potencias) y el conjunto de relaciones sociales que forman la vida diaria en los
mundos en los que los individuos sociales viven y adquieren la conciencia en
comunidades históricamente determinadas. Así, la naturaleza humana no
solamente es vista históricamente sino que también cobra un sentido plural. La
visión del mundo de Marx fue profundamente historicista, y la historia implicaba el
desarrollo interconectado de los seres humanos, el conjunto de relaciones sociales
(sociedades) y la naturaleza misma. Finalmente, el capítulo considera la noción de
praxis en Marx, el rasgo más característico y básico de los seres humanos y por medio
del cual establecen relaciones con los objetos del mundo y con otros seres humanos.

El capítulo 3, «Los seres humanos naturales», considera las bases de la


concordancia y evaluación positiva de Marx con respecto a El origen de las especies de
Charles Darwin (1859/1964). Tales bases incluyeron la refutación de Darwin de los
argumentos teleológicos en ciencias naturales, su adopción de una noción del campo
históricamente contingente, su relación con la variación y su visión de que los
organismos individuales son la consecuencia de interacciones con el medio
ambiente. Esto proporcionó un fundamento a partir del cual considerar con
precisión las conexiones reales o potenciales entre las posiciones materialistas y las
naturalistas adelantadas por Marx y Charles Darwin en el siglo XIX, un proceso que
iniciado por Joseph Fracchia, Richard Lewontin, David McNally y otros en los
últimos años. Este capítulo estudia conceptos elaborados por Marx en 1840 y que
pulió en trabajos posteriores: la organización física de los seres humanos, la
objetivación (cómo llegaron a conocer el mundo a través de la experiencia sensorial
mientras vivían en grupos sociales que transformaban en mundos humanos una
naturaleza y un mundo sociocultural preexistentes) y los modos de ser o las
condiciones de que disponían (las capacidades y restricciones subyacentes en esos
cuerpos pensantes). El trabajo es un proceso somatizado, como lo son los
instrumentos de trabajo —como la mano—, el sistema de percepción humano, el
cerebro y las estructuras anatómicas asociadas a él —como el habla—. Usando este
marco conceptual, así como también el ensayo de Engels (1876/1972) El papel del
trabajo en la transformación del mono en hombre, se examina el registro fósil humano
con el objetivo de distinguir la interacción de los modos de ser o disposiciones
cambiantes y estructuras anatómicas, el surgimiento de prácticas, como la
fabricación de herramientas, y el lenguaje, y cuál habría podido ser su origen.

El capítulo 4, «Historia, cultura y formación social», explora la propuesta


alternativa desarrollada por Marx, desde finales de 1850 en adelante, a la evolución
social de los teóricos de la Ilustración del capitalismo agrario o las visiones
teleológicas de Hegel sobre el desarrollo de la mente humana y el despliegue de la
subjetividad libre. Marx se centró también en la historicidad del individuo y en las
relaciones sociales más que en una naturaleza humana que pudiera ser reducida a
dimensiones psicobiológicas o espirituales exclusivamente. Desde su punto de
vista, los rasgos distintivos de la humanidad: la inteligencia creativa realizada a
través, y manifestada en, el trabajo, la sociabilidad, el lenguaje, la cultura, la
producción de valores de uso (productos que satisfacen necesidades humanas) y la
creación de nuevas necesidades, nunca fueron atemporales ni perpetuos, sino que,
por el contrario, fueron constituidos, reproducidos y transformados en contextos
históricos determinados. Marx comenzó su análisis de cómo las sociedades
produjeron las condiciones materiales para su propia reproducción con la
producción misma y no mediante el intercambio, la oferta y la demanda o la
distribución de los escasos recursos (puntos de partida para los economistas
políticos clásicos). Usando el concepto de modo de producción, llevó a cabo una
interpretación alternativa sobre el desarrollo de las relaciones de propiedad sin
tener en cuenta las de las comunidades primitivas basadas en el parentesco. En
efecto, planteó que no todas las sociedades concretas de la historia progresaron de
la misma manera ni pasaron a través del mismo desarrollo de los modos de
producción. Aquí, nosotros examinamos tanto el marco teórico bosquejado por
Marx como lo que los arqueólogos e historiadores han contribuido a la clarificación

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