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Metodologías de trabajo en equipo

Una de las competencias clave en la etapa universitaria es, sin duda, el trabajo en
equipo. A ella van ligadas otras competencias tales como las habilidades en las
relaciones interpersonales, el reconocimiento a la diversidad y
multiculturalidad o el razonamiento crítico.

En la educación presencial nos resulta “fácil” potenciar el trabajo en equipo mediante la


propuesta de trabajos en grupo. Sin embargo, en la educación online o semipresencial nos
cuesta incluir trabajos de esta tipología porque los alumnos no se encuentran físicamente
en el mismo espacio.

Los alumnos de esta modalidad deben adquirir


las mismas competencias que sus compañeros
de la modalidad presencial
“La heterogeneidad es algo inherente a la naturaleza humana. Pretender combatirla,
anularla e, incluso, reducirla, es inútil. Es más útil buscar la forma de gestionar
la heterogeneidad, en lugar de pretender una homogeneidad imposible” Pujolàs, 2008

No debemos olvidar que los alumnos de esta modalidad deben adquirir las
mismas competencias que sus compañeros presenciales, por lo que es
fundamental proponer actividades en las que puedan desarrollar esta capacidad para
trabajar junto a sus iguales.

El trabajo en equipo puede aplicarse, metodológicamente, de diversas maneras. Las más


comunes son el trabajo en grupo, el aprendizaje colaborativo y el aprendizaje cooperativo.
A continuación, se explican brevemente cada una de ellas, de menor a mayor grado de
implicación de los componentes:

 Trabajo en grupo es el que se solicita a los estudiantes para que realicen una tarea entre
varios compañeros, sin más limitaciones que la propia entrega de la misma. En este caso,
los estudiantes suelen repartir el trabajo “en porciones” y después lo unifican para la
entrega final.

 Aprendizaje colaborativo es aquel en el que el resultado de la tarea no es una simple


repartición del trabajo, sino que se procura que cada estudiante del equipo aporte sus
mejores ideas para la conclusión efectiva de la tarea.
 Aprendizaje cooperativo conlleva el trabajo conjunto y consensuado de un equipo de
estudiantes para lograr el mejor resultado posible de la tarea tanto para ellos, como para
el resto de compañeros. Para conseguirlo, cada componente aporta lo mejor de sí mismo,
de tal manera que todos ganan.

De las tres metodologías de trabajo, en el presente curso se opta por la aplicación del
aprendizaje cooperativo, en adelante AC, pues es el que supone un mayor desarrollo de
las habilidades sociales de los alumnos, a la par que favorece el aprendizaje de todos los
miembros del equipo.

1. ¿Qué es el Aprendizaje
Cooperativo?
Tanto nosotros como nuestro alumnado debemos saber que el AC es una
metodología de trabajo en equipo que pretende mejorar las relaciones
interpersonales de los estudiantes. El objetivo es que desarrollen y mejoren
sus competencias sociales, y no tanto que adquieran contenidos concretos.

“El aprendizaje cooperativo es el empleo didáctico de grupos reducidos en


los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su propio aprendizaje
y el de los demás.” Johnson & Johnson (1999)

A través del AC cada alumno, como miembro de un equipo, aporta


sus conocimientos para que él y sus compañeros aprendan lo
máximo posible. De esta forma, logramos:

 Aumentar el rendimiento de todos los alumnos, pues tienen que esforzarse


por aprender y conseguir que sus compañeros aprendan.

 Establecer relaciones interpersonales entre los estudiantes que les permitan


respetar la diversidad, de tal manera que comprendan que todos somos
diferentes y eso nos hace mejor grupo.

 Motivar otras formas de trabajar que permitan adaptar los procedimientos


propios a los de los compañeros con el fin de obtener el mejor resultado
posible.
 Resumiendo

El AC es compatible con cualquier otra metodología de enseñanza. De hecho,


la mayoría de los métodos docentes recurren al AC para complementar la
formación del alumno, pues la manera más eficaz de lograr las competencias
descritas anteriormente.

El rol que adopta el profesor en el AC es el de orientador, que guía a cada


grupo para que consiga el mejor aprendizaje y media resolviendo los
conflictos que puedan surgir.

Los estudiantes, por su parte, son sujetos activos que deben potenciar sus
cualidades individuales para llegar a un fin común.

Elementos básicos del Aprendizaje Cooperativo

Según Johnson & Johnson (1999) existen cinco elementos básicos a la hora
de abordar una actividad a través del aprendizaje cooperativo. Éstos son la
interdependencia positiva, la responsabilidad individual y grupal, la
interacción estimuladora, las técnicas interpersonales y grupales, y la
evaluación grupal.

Interdependencia positiva
A la hora de proponer la tarea, ésta debe estar bien definida y ha de establecer unos
objetivos claros que todos los estudiantes deben conocer y comprender. De esta
forma, podrán ser conscientes de que el éxito del grupo supone el éxito personal.
Este compromiso es el que se conoce como interdependencia positiva.

Responsabilidad individual y grupal


Como grupo, los estudiantes han de tener claro los objetivos a alcanzar, siendo cada
individuo responsable de su propio trabajo, así como del trabajo final. El propósito
es fortalecer a cada miembro individualmente; se trata de que “los alumnos aprendan
juntos para poder luego desempeñarse mejor como individuos” (Johnson & Johnson,
1999, p.9).
Interacción estimuladora
Los alumnos, gracias a las relaciones que establecen, promueven el aprendizaje de
los compañeros. Así, han de compartir recursos, ayudarse, respaldarse y felicitarse.
De esta forma se fomenta, de nuevo, el compromiso con el grupo y se facilita la
consecución de los objetivos a alcanzar.
Si esta interacción es cara a cara, mejor. En las enseñanzas semipresenciales u online
es más complicado, pero se puede conseguir mediante las tecnologías de la
información y la comunicación, en adelante TIC.

Técnicas interpersonales y grupales


En este elemento cobra gran importancia el profesor, pues ha de guiar a los
estudiantes para que sean capaces de comunicarse, tomar decisiones y resolver
conflictos.

Evaluación grupal
El equipo ha de reflexionar sobre su práctica educativa y valorar si han sido capaces
de alcanzar los objetivos y en qué medida lo han logrado. Asimismo, deben valorar
si las acciones realizadas han sido eficaces, cuáles hay que potenciar, y cuáles es
preciso mejorar.

Características del Aprendizaje Cooperativo

Las características principales del AC son las siguientes:

 El número de componentes es variable.


 Los grupos pueden ser formados por el profesor, o bien por los propios
alumnos.
 Todos los alumnos reciben la información de la misma manera.
 Todos los componentes del grupo tienen que ponerse de acuerdo para llegar
a un criterio común.
 Todos los miembros del equipo interactúan entre sí durante el proceso.
 Se precisa el trabajo activo de todos los compañeros para que el resultado sea
satisfactorio.
 La carga de trabajo se reparte según las habilidades de cada componente.
 Todos los integrantes del equipo conocen el trabajo completo a la perfección,
no solo la parte que han realizado.
 Se obtiene una sola calificación por grupo, común a todos los alumnos que lo
forman.

Roles de los estudiantes en el Aprendizaje Cooperativo

Dada la heterogeneidad de los estudiantes, es importante que los


estudiantes adopten roles que vayan con su forma de ser y de actuar.
Gracias a los roles, todos los compañeros pueden esperar qué va a hacer
cada uno de los componentes del grupo, y también cuáles son sus
propias obligaciones.

Según Johnson & Johnson (1999), las ventajas de la asignación de roles


por parte del profesor suponen una reducción de la probabilidad de que
ciertos compañeros tengan una actitud demasiado marcada, bien sea
pasiva o dominante; la garantía de que todos los componentes
aprendan de las técnicas interpersonales y grupales; y favorece la
interdependencia entre los miembros, pues el docente se asegura de que
los roles son complementarios y además están interconectados.

En la enseñanza universitaria nos encontramos con grupos numerosos


con los que compartimos apenas unos cuatro meses. Más aún en la
modalidad online o semipresencial, donde ni siquiera vemos
físicamente a los estudiantes, resulta complicado que el docente asigne
roles a cada uno de los componentes de los equipos. Es por ello
preferible que sean los propios estudiantes los que determinen qué rol
pueden o quieren adoptar dentro del equipo.

Hay numerosos recursos para conocer el rol que una persona adopta
dentro de un grupo. Uno de ellos es el cuestionario elaborado por
la Dra. Meredith Belbín, Jefa de la Unidad de Investigación de la
Formación Industrial de Cambridge. Tras la elaboración del
cuestionario, se indica, de forma aproximada, el rol que cada persona
puede adoptar dentro de un equipo. Es importante saber que los roles
pueden cambiar según el desarrollo de la actividad o las circunstancias
en las que se vean inmersos los estudiantes.
2. ¿Cómo aplico el Aprendizaje
Cooperativo?
Ahora que conocemos qué es el Aprendizaje Cooperativo, veremos
cómo llevarlo a cabo en el “aula”.

Diseño de la actividad

Las actividades propuestas por los docentes difieren enormemente


según la rama de conocimiento en la que se esté trabajando. A pesar de
ello, siempre hay prácticas susceptibles de ser propuestas para ser
realizadas en grupo.

A la hora de diseñar la tarea, es importante comprender bien la


esencia del trabajo cooperativo: los alumnos tienen que ponerse
de acuerdo para lograr un fin común.

Partiendo de esta premisa, una buena manera de llevar a cabo el diseño


de la actividad, es mediante la técnica Design Thinking.

Esquema básico de la técnica Design Thinking


Una vez se ha diseñado la tarea a realizar mediante aprendizaje
cooperativo, es el momento de comunicar a los estudiantes la
consecución de la misma: objetivos de la misma, explicación de la
práctica a realizar y formatos de entrega, y también forma en que se va
a evaluar.

Formación de los grupos

Formar los grupos en el AC es uno de los aspectos más comprometidos.

Como se ha mencionado, en etapas previas a la universitaria, donde los


maestros conocen perfectamente a todos sus alumnos, se recomienda
que sea el docente quien establezca los grupos para que haya un reparto
equitativo de roles y los equipos estén equilibrados. En la enseñanza
universitaria, y más aún en la semipresencial, esta premisa resulta
complicada, por lo que el profesor debe actuar de forma que se
sienta cómodo.

En este sentido, Johnson & Johnson (1999) establecen que hay tres
modalidades de grupos en el aprendizaje cooperativo:

 Los grupos formales destinados a tareas que duran desde una hora a varias
semanas.
 Los grupos informales que van desde unos minutos hasta una hora.
 Los grupos de base cooperativo que funcionan en largos periodos de tiempo
o de forma permanente.

Maneras de formar los grupos en el aprendizaje cooperativo


En las enseñanzas online o semipresenciales lo habitual es que se
creen grupos formales, pues son los que se ajustan a la
disponibilidad temporal que tenemos. Hay dos pasos que rigen la
formación de los equipos: por un lado, la propia creación de los mismos,
y por otro el número de componentes.

Creación y dinamización de los equipos

Si ya conocemos al alumnado, podemos ser nosotros mismos los que


establezcamos los componentes que formarán cada equipo. En caso
contrario, podemos recurrir a formar los grupos de manera aleatoria, o bien
a que sean los propios alumnos los que creen sus propios equipos. Elegir una
u otra opción dependerá de lo que consideremos de forma personal.

En el caso de que nos interese que los estudiantes se acostumbren a trabajar


con cualquier persona, independientemente de que se conozcan o no,
optaremos por crear grupos de forma aleatoria. En este caso, es
recomendable que la práctica tenga una complejidad conceptual baja-media,
pues se trata de que los alumnos sean capaces de organizar el trabajo, aportar
lo mejor de sí mismos y terminar la tarea con éxito. Si el trabajo resulta
demasiado complicado, es más probable que terminen repartiéndolo, de tal
forma que no logramos que potencien las habilidades sociales.

Por el contrario, si queremos que los estudiantes se organicen por sí mismos,


les daremos libertad para crear sus propios equipos. En este caso, hay que
tener en cuenta una premisa, y es que el alumnado de la modalidad online o
semipresencial es más diverso que en las enseñanzas presenciales, y los
grupos de las diferentes asignaturas y cursos no suelen coincidir, pues lo
habitual es que se vayan matriculando de materias según sus circunstancias
personales y/o profesionales. Es por ello que se puede dar el caso de que
algunos compañeros se conozcan y otros no.

Al dar libertad en la creación de grupos, estamos dando una gran


oportunidad para que establezcan sus primeras relaciones intergrupales.

El foro del aula virtual es un buen medio para realizar presentaciones y que
vayan detectando posibles afinidades entre compañeros. Hay varias
dinámicas que se emplean en la dinamización de equipos de forma
presencial, que se pueden aplicar a semipresencial. En función de la
formalidad/informalidad que queramos adoptar, podemos optar por una de
las siguientes opciones, por una mezcla de ambas, o por determinar las
preguntas a responder de manera libre.

Si queremos otorgar un carácter formal, los alumnos comenzarán a


presentarse indicando su nombre, lugar de residencia, estudios previos,
profesión, motivación por la que están cursando estos estudios, cuánto
llevan aprobado y cuánto les queda por terminar, etc.

Si además queremos aportar un toque informal y desenfadado, se


pueden plantear preguntas del tipo comida favorita, un recuerdo de la
infancia, la elección de un súper poder, etc.

De esta manera, se está abriendo un gran abanico de posibilidades para


que comiencen a conocerse y puedan identificar con qué compañeros
podrían sentirse más cómodos trabajando en equipo.

Asimismo, podemos abrir un foro de discusión o debate en el que deban


dar su opinión, con el fin de indicar similitudes en la forma de pensar.
En este caso, se recomienda limitar el número de palabras para que no
se haga pesado leer todas las aportaciones. Un buen límite es la
extensión de un tuit, 140 caracteres.

En los foros se recomienda emplear 140 caracteres


Una vez se ha determinado la manera en que se van a crear los equipos,
es el momento de establecer el número de componentes.

Tamaño de los equipos

El tamaño de los equipos viene determinado por la naturaleza de la actividad


a realizar y los objetivos que queramos que con ella se consigan.
Antes de tomar la decisión es importante tener en cuenta que cuanto más
pequeño sea el grupo, más fácil resultará llegar a acuerdos, pero menos
diversidad de destrezas y capacidades a compartir y aprender habrá.

Se suele recomendar que el número de componentes oscile entre dos y


cuatro, aunque la experiencia dice que, en grupos de adultos, con cinco
personas el resultado también es óptimo.

Se aconseja que los equipos estén formados por el mismo


número de personas
Si la organización de grupos va a ser establecida por el profesor, o bien
de manera aleatoria, lo recomendable es que los equipos sean todos del
mismo tamaño: dos, tres, cuatro o cinco personas.

Si se opta por una ordenación libre de alumnos, se puede establecer un


número fijo de componentes, como en los casos anteriores, o bien,
permitir la elección de un número variable de alumnos, de tal manera
que demos libertad a que se organicen en grupos de dos a cinco
personas. Así, podrán decidir si prefieren trabajar más o menos
compañeros juntos.

Cada profesor elegirá la opción con la que se sienta más cómodo. Si no


tenemos mucha experiencia en el aprendizaje cooperativo, es posible
que sea preferible determinar un número fijo de alumnos por equipo,
pues aporta mayor seguridad. Según se vaya adquiriendo pericia, se
pueden ir probando diferentes combinaciones.

La tarea grupal en Aula Virtual

Ya tenemos la tarea diseñada y hemos decidido qué tipo de grupos


vamos a crear. Pero, ¿cómo lo gestionamos en el aula virtual? Lo vemos
en una serie de pasos muy sencillos de seguir.
 Crear los grupos en Moodle. Existe la opción de crear grupos de
manera automática, o bien de forma manual. Podéis consultar en este
manual cómo proceder.

 Comprobar que a cada estudiante le aparece en su perfil a qué


grupo pertenece. Este paso es importante para evitar que haya
errores, pues entregas y evaluación dependerán del equipo en el que se
encuentren.

 Añadir el buzón para la actividad. En el apartado de vuestro


campus donde estéis acostumbrados a subir las tareas, añadir una
nueva. Lo único en lo que difiere con respecto a las individuales, es que
se debe abrir el menú desplegable “Configuración de entrega por
grupo” e indicar “Sí” en las opciones de entrega por grupo.

 Avisar a los estudiantes que basta con que un miembro del


equipo envíe la tarea, puesto que el programa asigna la entrega y la
calificación a todos los componentes.

Canales de comunicación

El aula virtual nos proporciona un canal muy valioso, sobre todo a la


hora de conocer a nuestros estudiantes, pues a través de los foros
leemos la información que van aportando para formar los equipos. Con
la herramienta de correo estamos en contacto constante con ellos para
poder notificar cualquier circunstancia de forma general. Asimismo,
gracias a las sesiones de videoconferencia, nos comunicamos con los
estudiantes de manera verbal y visual, lo que facilita en gran medida la
resolución de dudas y la aclaración de contenidos.

Pero existen, además, otros canales para comunicar con los estudiantes,
y también para que ellos se comuniquen entre sí.

Canales de comunicación con alumnos

Si queremos comunicarnos con los estudiantes de un modo más social,


intercambiando noticias interesantes para la asignatura, evolución de
los trabajos o recursos de aplicación, una buena herramienta
es Facebook. Crear un grupo privado con los estudiantes facilita el
intercambio de esta información, pues es más accesible y directo.
Además, el grupo puede quedar para la asignatura, de tal manera que
años sucesivos otros alumnos se puedan beneficiar de las publicaciones
que hay en él.

#urjcmetodologías
Si las actividades de aprendizaje cooperativo están relacionadas con
situaciones actuales, se puede proponer a los estudiantes crear o utilizar
un hashtag de Twitter, e ir comentando cómo van desarrollando sus
trabajos, o información relevante que vayan encontrando.

Otra forma de mostrar los avances en su actividad es a través de


registros en un blog, de clase, de asignatura, o propio del equipo, o bien
en la aplicación MyDocumenta.

Canales de comunicación entre alumnos

Los estudiantes disponen de innumerables recursos tecnológicos para


ponerse de acuerdo a la hora de realizar los trabajos, por lo que la
comunicación no debería ser un problema a la hora de emplear el AC.

Por ejemplo, pueden emplear grupos de WhatsApp y videoconferencias a


través de Skype para comunicarse de un modo directo y eficaz.

Para intercambiar y almacenar archivos, pueden recurrir a plataformas


como Dropbox, One Drive o Google Drive.

Evaluación de los equipos


Como ya vimos, una de las características del AC es que la evaluación ha de
ser idéntica para todos los miembros del equipo. Esto tiene sentido porque
en el AC todos los componentes del equipo trabajan para conseguir el éxito
común, por lo que no se puede medir la cantidad de trabajo de cada alumno.

Es importante, como en toda evaluación, que los estudiantes conozcan de


antemano cuáles van a ser los criterios o ítems que van a guiar su evaluación,
puesto que así pueden centrar mejor la tarea y adquirir un aprendizaje
completo. Es por ello que a la hora de diseñar y plantear la actividad al
alumnado, se indiquen también los criterios de evaluación.

Evaluar a un grupo en Moodle no es diferente a evaluar una tarea


individual, el proceso a seguir es el mismo. Y además, directamente te ofrece
la posibilidad de aplicar la misma calificación a todos los componentes. De
ahí que no sea preciso que todos los estudiantes envíen la tarea, sino
únicamente un representante de cada equipo.

Además de la evaluación de la propia actividad, existen diversas maneras de


que el equipo se evalúe a sí mismo y a sus compañeros, en cuanto al
desarrollo de la tarea. Este aspecto es importante cuando aplicamos AC en
enseñanzas online o semipresenciales, pues no estamos presentes mientras
los estudiantes desarrollan el trabajo, y por tanto, no podemos saber en qué
medida aporta cada estudiante.

Algunas de las habilidades sociales que se valoran cuando se están realizando


prácticas de AC son la escucha activa, el respeto, el humor, el liderazgo, la
ayuda y la colaboración y la empatía. Al finalizar la actividad, se puede
solicitar a cada equipo que entregue una tabla de evaluación, similar a la de
la figura, en la que muestren si el aporte de cada uno de ellos ha favorecido
un buen funcionamiento del equipo.

Si el alumno ha desarrollado la habilidad, se escribe un 1, y si no, un 0. No se


trata tanto de ver qué ha hecho cada uno de manera individual, sino de cómo
las habilidades de cada uno han contribuido al éxito o al fracaso del grupo,
es decir, si la valoración final ha sido la máxima posible, o bien se ha quedado
corta.

3. ¿Qué dificultades conlleva?


En el buen funcionamiento de un grupo, según Romera, Martínez,
Rodríguez y García (2009) intervienen diversos factores, entre los que
destacan la autoestima y la seguridad de los componentes; que las metas
grupales sean conocidas y compartidas; y que haya comunicación e
interacción entre los componentes. Sin embargo, el funcionamiento de los
grupos no siempre es adecuado, y más aún cuando se trata de enseñanzas a
distancia en las que los estudiantes no se ven de manera personal.

Las etapas por las que pasa un equipo según Fernández (1991) son la
formación, el conflicto, la organización interna y la integración. Una vez vista
la formación de los grupos, pasamos a ver de qué manera nos enfrentamos a
las tres etapas restantes.

Gestión de conflictos

Es posible que la primera dificultad con la que nos encontremos a la


hora de plantear aprendizaje cooperativo en las asignaturas online o
semipresencial sea la falta de aceptación de la actividad por parte del
alumnado. A priori, les suele parecer una idea pésima, pero tienen que
comprender la importancia del trabajo en equipo, pues es la única
manera de desarrollar las competencias sociales e interpersonales. Si
los alumnos están comprometidos, aprenderán más y mejor.

Cuando se trabaja de manera grupal siempre surgen conflictos porque


cada alumno tiene una personalidad y una forma de trabajar diferentes.
Incluso cuando los grupos son elegidos por ellos mismos, pueden
aparecer discrepancias que entorpecen la consecución de la tarea. El
profesor, en su rol de guía, debe mediar para que los conflictos que
puedan surgir no influyan en el rendimiento y, por tanto, en el
aprendizaje de los estudiantes.

En la matriz se presenta el modelo de Thomas y Kilmann (1974) para


gestionar los conflictos. En ella se muestran cinco posturas que se
pueden adoptar cuando se trabaja en grupo. Lo ideal sería que todos
los estudiantes estuvieran involucrados del mismo modo,
puesto que comparten objetivos y, en teoría, todos quieren lograr el
mismo fin.

Sin embargo, debido a las diferencias lógicas de cada persona, esto no


siempre es así, y por ello surgen los conflictos. Es vital que los
estudiantes se respeten y entiendan que la mejor manera de
gestionar los conflictos es dialogando para obtener una solución
y desbloquear la situación de conflicto.

Modos de conflicto de Thomas y Kilmann (http://goo.gcl/1imE18)

Como docentes, ante cualquier conflicto lo mejor es conocer la opinión


de todas las partes implicadas, promoviendo tutorías virtuales, o
incluso presenciales si se diera el caso. Johnson & Johnson
(1993) establecen ciertas reglas para la controversia, que podemos
hacer llegar a los estudiantes, en caso de que exista algún conflicto
entre ellos:

 Soy crítico con las ideas, no con las personas. Desafío y refuto las ideas
de alguien a quien me opongo, pero no menciono que personalmente
las rechazo.

 Recuerdo que estamos todos juntos en esto, nos hundimos o nadamos


todos. Me centro en alcanzar la mejor decisión posible, no en ganar.

 Animo a todos a participar y a dominar toda la información relevante.

 Escucho las ideas de todos, incluso aunque no esté de acuerdo.


 Reformulo lo que alguien ha dicho si no está claro.

 Primero procuro recoger todas las ideas y hechos que respaldan ambas
posturas, y luego procuro integrarlos de un modo coherente.

 Intento comprender las cosas desde distintos puntos de vista.

 Cambio de opinión cuando encuentro evidencias que claramente


indican que debo hacerlo.

Organización interna

Resulta interesante orientar a los estudiantes al inicio del trabajo para


que lo enfoquen de un modo efectivo. Es importante recordarles que
antes de organizar las tareas, conviene establecer las bases y la esencia
del trabajo para que todos los componentes tengan clara la línea a
seguir. Para lograrlo, pueden seguir estos pasos:

1. Realizar de modo independiente una primera investigación superficial con el


fin de saber de qué trata el tema.
2. Llevar a cabo una lluvia de ideas en la que se definan las líneas a seguir en el
trabajo.
3. Compartir las fortalezas y debilidades que cada uno tiene. En este sentido, un
ejercicio sencillo es que cada alumno dé a conocer qué puede aportar al
grupo.
4. Establecer los criterios a seguir, acordar reuniones (virtuales) periódicas y
asignar tareas.

Suele funcionar el hecho de solicitar que entreguen un primer esquema


gráfico, póster o mapa conceptual, con los aspectos a desarrollar en su
trabajo, pues les ayuda a organizar las ideas. De esta forma, nosotros
también podemos valorar si van por buen camino o si, por el contrario,
no han entendido el trabajo.

Es fundamental tener paciencia porque lo que más cuesta en los


trabajos en equipo es arrancar. Una vez se tiene claro qué se quiere
hacer, todo va mejor.
Integración

Durante la ejecución del trabajo es cuando surgen las dificultades


relacionadas con la comunicación entre componentes y el grado de
compromiso que tiene cada estudiante. Influye, fundamentalmente, la
cantidad de tiempo que cada uno puede dedicar a los estudios.

En este sentido, hay que comprender que no importa la cantidad de


tiempo que se dedica sino la efectividad que se tiene cuando uno
se pone a trabajar. Así es como cada compañero se puede sentir
integrado dentro del equipo.

Las reuniones periódicas nutren la implicación de los


estudiantes
Invitar a los estudiantes a mantener reuniones periódicas en las que
compartan los avances que han hecho, así como las dudas que les surjan
es una buena forma de mantenerles implicados.

Si vemos que ellos solos no son capaces de organizarse, siempre


podemos plantear tutorías, videoconferencias o “buzones de dudas” en
los foros para contribuir a la adecuada consecución de las actividades.

Por otro lado, recordar que hemos de ser flexibles con las fechas de
entrega de las prácticas cooperativas en la educación a distancia, pues
es tremendamente complicado hacer coincidir horarios.

4. Conclusiones
No se encuentran demasiados casos referenciados de aplicación de AC
en educación semipresencial y online, y las opiniones al respecto a la
consecución del mismo es dispar. Podéis consultar algunos artículos
que ponen en relieve este asunto en el apartado Recursos
Adicionales que encontrarás al final del curso.

En cualquier caso, el análisis sobre el éxito o no del AC en educación


semipresencial no debe limitarse a un curso lectivo, sino a la aplicación
constante de esta metodología.

El objetivo de los profesores es garantizar el


aprendizaje de los alumnos
Es nuestro deber como docentes asegurar que los estudiantes alcanzan
las competencias establecidas para nuestras asignaturas,
independientemente de la modalidad en la que se imparta la
enseñanza.

El AC es una metodología docente capaz de ser combinada con otras


metodologías, que favorece las relaciones entre los estudiantes y que les
permite conocer otros estilos de aprendizaje y de trabajo.

Como siempre que se aplica un método nuevo en la enseñanza, cuesta


adaptarse, pero una vez que alumnos y profesores nos hayamos
acostumbrado a realizar prácticas grupales en enseñanza
semipresencial, el proceso será más sencillo y dotaremos a nuestros
estudios de la calidad que merecen.

Bibliografía
Cenich, G., & Santos, G. (2006). Aprendizaje colaborativo online: Indagación de las estrategias de funcionamiento. TE & ET.

Coll, C., Monereo, C. (2008). Psicología de la educación virtual. Aprender y enseñar con las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Ediciones Morata: Madrid

Durán, D., & Miquel, E. (2003). Cooperar para enseñar y aprender. Cuadernos de pedagogía, 331, 73-76

Johnson, D. W., & Johnson, R. T. (1993). Cooperative learning and feedback in technology-based instruction. Interactive instruction and feedback, 133-157

Johnson, D. W., Johnson, R. T., & Holubec, E. J. (1999). El aprendizaje cooperativo en el aula. Buenos Aires: Paidós.

Romera, Mª M., Martínez, O., Rodríguez, I., García, J. (2009). Competencia social y emocional en el aula. Asociación Pedagógica Francesco Tonucci
Slavin, R. E. (1985). An introduction to cooperative learning research. In Learning to cooperate, cooperating to learn (pp. 5-15). Springer US.

Slavin, R.E., & Johnson, R.T. (1999). Aprendizaje cooperativo: teoría, investigación y práctica. Buenos Aires: Aique.

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