You are on page 1of 7

N.° 33 F. DE P . CANALEJAS.- FEORlA DE LA VOLUNTAD.

463

ron como buenos fue el préstamo á, corto interés sobre TEORÍA DE LA VOLUNTAD.
la palabra de honor empeñada por el pobre ante el
consejo de la sociedad fundada al efecto. General- (Conclusión.) *
mente se le exigia ir acompañado de su padre, madre
ó hermanos, con el fin de hipotecar la deuda sobre el m.
honor de la familia. Para más adelante dejamos la ex- Pero en mi juicio y opinión, lo absoluto abso-
posición y crítica de esta institución formalizada y lutismo de la libertad humana, fue estimado como
generalizada hoy en otros países mejor que en Francia. enseñanza inconveniente, si no peligrosa, por los
Así, pues, el trabajo, la previsión, el ahorro y el más de los pensadores.—El hecho se resistía á
seguro; las asociaciones cooperativas de consumo, de todo enlace, composición y artificio sistemático y
producción, de crédito; los Montes de Piedad ope- escolástico y llevaba la consideración á tan ar-
rando sin interés sobre los objetos presentados; los duos problemas sobre el papel y la función de la
establecimientos de trabajo obligatorio ó forzado á individualidad humana en el orden teológico del
los indigentes por vicios tales como el juego, la em- universo, y exigia tal suma de cuidados y la co-
briaguez, la haraganería, la prostitución, etc.; loa operación de tantos siglos para educar y ajustar
asilos de beneficencia para los pobres inutilizados por esta entidad sobrenatural y sobrexcitada (siem-
el trabajo; los depósitos de mendicidad; las colonias pre pronta á la rebelión) en el cuadro social y en f
agrícolas; las casas de refugio; los centros de ense- el modo finito y relativo de la vida terrena, que
ñanza primaria; las bibliotecas populares; los colegios á excepción de algunos teólogos cristianos que
de sordos, mudos y ciegos; los manicomios y otros la creyeron esencialmente mala é irreductible, si
medios que se hallan indicados para el mejoramiento la gracia santificante no cumplía el milagro de
de las clases pobres y desaparición de las indigentes su conquista, apenas dejó huella en la historia
y miserables, combinados con una reforma peniten- de la filosofía.
ciaria y hospitalaria, con nuevas leyes preventivas y Contraría además esta doctrina el optimismo
nuevas medidas represivas: he aquí lo que Francia práctico que reina en universidades y academias,
viene haciendp desde hace pocos años, con el sanio fin casinos y salones, que nos pinta la vida fácil y
de calmar ese desorden social que á todos, ricos y plácida si la decora una grave, aunque externa,
pobres, propietarios y proletarios, capitalistas y obre- dignidad y una urbanidad obsequiosa y compla-
ros, perjudica, desmoraliza y deshonra. ciente. Dirigir la vida bordeando abismos, siem-
¿Qué de extraño tiene el silencio político de la clase pre los ojos en la brújula y la mano al gobernalle,
obrera de aquel país durante la época que acabamos es penosísimo, y seria tranquilizador desconocer
de reseñar, si desde arriba veíase á todas horas hala- las tempestades y angustias, que desencadena en
gada y considerada en cuanto guardaba relación con el fondo de nuestra existencia esa terrible divini-
su bienestar y progreso? dad, y felicísimo el ignorar que los más ternero- •
De lo dicho hasta aquí deducimos que los remedios sos de los problemas sociales y políticos, nacen
de la miseria no se hallan en el Estado solamente, de esa fuerza que es rio fuera de madre, y que sin
tampoco en el individuo aislado. Puede hacerse mu- embarga debe ser encauzado y dirigido.
cho, adelantarse mucho con la acción bien combinada —¡Cuántos misterios en la voluntad del hom-
de uno y otro. Donde verdaderamente está el mal, bre!—decia Malebranene.—¡Qué misteriosa es la
ahí se busca la curación, no fuera y en parte extraña voluntad humana ! — ha repetido últimamente
ó indiferente. Por lo mismo, al lado do la benéfica tu- Schopenhahuer.—El tratado de la libertad, es-
tela del Estado, de la acción bien dirigida de las cor- cribe Seaelling (en su segunda aparición), es el
poraciones provinciales y municipales y de la iniciativa corazón y el nervio del sistema de la ciencia; es
particular ó.privada, deben existir preferentemente lo que liga la idea al hecho.—De aquí sin duda
las fuerzas propias y naturales de las clases obreras, esa interminable y nunca cerrada historia y re-
sobre todo aquellas que son resultado del principio aparición de teorías deterministas que ocupan á
fecundo de Asociación en todas sus formas y manifes- los teólogos y filósofos de los siglos XVII, xvm y
taciones justas. De éstas, las asociaciones de socorros del actual, á vueltas de no pocas exhumaciones
mutuos, cuya generalización es un deber social, se de escuelas de los siglos medios y de la antigüe1-
bastan para resolver con acierto y razón una parte dad greco-latina.
principal del problema que tanto interesa al porvenir Por otra parte, este período histórico que se
de la humanidad. abre con el «Pienso, luego soy,» de Descartes,
JOAQUÍN MARTIN DE OLÍAS.
corrió tras el pensar y el conocer creyendo que
tedos los misterios se encerraban en esas exce-

* Véase el número anterior, pág. <


464 REVISTA EUROPEA. 1 1 DE OCTUBRE DE 1 8 7 4 . N.° 33

leneias humanas. Bajo la presión de este intelec- insistir ya en la refutación de las escuelas, que,
tualismo cartesiano que reinó y reina, las demás reconociendo que la causa es interna, la conside-
facultades se estudiaron por el canon que daba ran determinada por impulsos é inclinaciones que
el conocimiento del pensar y del conocer, y quedó espontáneamente actúan, y sin volver tampoco al
oscurecida ú olvidada la teoría de la voluntad, examen de las teorías del llamado deterninismo
contentándose con resolver el caso del libre albe- racional, que, á pesar de sus delicadas distincio-
drío allá en punto preeminente de la nioral, y nes, afirma que interna la causa, se determina,
como un caso de deliberación que sacaba á luz, sin embargo, por ideas ó conceptos, cuya doctri-
puras é ingenuas, las intuiciones del bien y del na, obedeciendo á nobles inspiraciones, platóni-
amor que, en efecto, nunca se apartan del espíritu cas y cartesianas, es la más popular en los libros
del hombre. de psicología (1), quedan las teorías teológicas
Unas y otras causas, filosóficas éstas, sociales que se presentan con no menor variedad, desde
aquellas, explican el triunfo de los optimismos Lutero hasta las últimas llamaradas del misti-
que han inspirado á los más de los doctores de- cismo molinosista y del probabilismo casuístico.
terministas. Decia bien el gran obispo de la iglesia latina:
Pero el asunto de la ciencia no está en los libros «La cuestión es dificilísima en este punto, en que
ni menos en los deseos y aspiraciones históricas, parece que no se adjudica la palma al albedrío
está en la realidad de Dios, de la naturaleza y humano sin negar la gracia, y no se enaltece la
del hombre, y la verdad manda que no se ate- gracia sin anular el albedrío del hombre.»
núen ni disfracen los resultados que la ciencia Gravísimos son los errores filosóficos; pero no
consiga. ¿A qué engañarnos, si á pesar de nues- es comparable su gravedad con la de los-teológi-
tras gárrulas descripciones de lo plácido y sereno cos, si presumen originarse de enseñanzas dog-
de la vida, ruge la lava, no bajo nuestros piés> máticas y cristianas, porque no olvidemos que es
sino en nuestros corazones? ¿A qué profetizar y cristiana la ciencia y cristiana la vida hace mu-
prometer maravillas y paraisos, si es necesario chos siglos, y continuará siéndolo por términos
antes que se cumpla el milagro de educación, de tan extensos, que la razón del hombre los con-
prudencia, de santa abnegación que exige el ven- funde con la eternidad. •
cer con ayuda del bien, la verdad y la belleza, ese Desde los pelagianos y socinianos que descono-
tenaz é indómito albedrío que tasca y cubre de es- cian la gracia por defender el albedrío, hasta las
pumas el blando freno de una sociedad cristiana enseñanzas de "Wicleff, Lutero, Calvino, Jansenio
y democrática? y Qu$snel, que enalteciendo la gracia negaron en
Los deberes para el individuo y para la socie- redondo el albedrío, la teología y la filosofía, han
dad aparecerán con más fuerza cuanta mayor sea confirmado el juicio del ilustre obispo: ita es dif-
la verdad con que reseñemos los peligros que de- ficili&ad discernendwwi...
bemos vencer, y los males que debemos con- Nacen los más de los errores morales acumula-
jurar. dos sobre este interantísimo estudio, de la doc-
No son las ciencias antropológicas cuadros de trina errónea de que, sin la acción de Dios, el
perfección pintados en vista de lo posible; no son hombre es incapaz del bien, y que, cuando no se
ideales. El ideal y lo perfecto humano, será un enseñorea la gracia del alma humana, ruge en
tipo y modelo que resplandezca en las últimas ella el infierno, estimando como pecado la misma
cumbres de la moral y de la teología; pero el es- oración del impío, y como vicio la virtud cumpli-
tudio ha de ser estudio de la realidad actual é da por el consejo de la filosofía. Esta perversión
histórica^ del hombre; y si bien es cierto que el natural, tenida por esencial de la condición hu-
hombre puede conseguir y conseguirá la libertad mana, conduce necesariamente á las últimas con-
empleándola de modo semejante al divino, no es clusiones del molinosismo y del quietismo. Pero
menos cierto que no se vislumbra aún cuándo según la verdadera enseñanza de lá misma Igle-
saldrá el hombre del dominio del albedrío. sia católica, no todas las acciones del pecador
No me adormecen, ni me consuelan, ni me sa- son perversas, sino que pueden ser buenos sus
tisfacen las escuelas deterministas, ni aun las que actos, no sólo con bondad natural, sino hasta con
se inspiran en el racionalismo ó en la teología bondad sobrenatural. Esas exageraciones demagó-
cristiana. gicas (que hay demagogia en lo teológico) lamen-
Dejando á un lado todos los fatalismos, desde tablemente reproducidas en nuestros dias, fueron
el vulgar muslímico hasta el materialista Darwi- condenadas por el Tridentino y por S. Pió V,
niano, porque la experiencia y la observación in-
terna, dan en tierra con todas esaa hipótesis de (t) Kant, Couun, Jouffroy, Simón, Hamülcm, Rosmini, Mamiani,
una causa externa y universal de mis actos, sin Saissel, Janet, Ravaison, Gatnier, Ahrens, Tiberghien, FouUlet, etc.
N.° 33 F . DE P . CANALEJAS. -TEORÍA DE LA VOLUNTAD. 465

Gregorio XIII, Urbano XIII, Clemente XI, en su frente exteriormente lo infinito y lo finito como
Constitución Unigénitas, dirigida contra las pro- opuestos, porque Dios conoce lo porvenir y conoce
posiciones valdegámicas de Quesnel, si se me por tanto la acción futura, por lo que va predeter-
permite este expresivo anacronismo. minada mi acción, puesto que ha de cumplirse
Restablecida la buena doctrina, que declara es necesariamente, so pena de desmentir la prescien-
capaz el hombre, alejado de Dios, de la bondad y cia de Dios, y si se cumple lo ha de ser como
de la bondad natural y sobrenatural, recordando Dios la supo, en cuyo extremo se desconoce y
que Fenelon afirmaba con aplauso de la Cristian- niega la libertad del hombre, fascinó á Descartes,
dad: .«Que la voluntad está de lleno en nuestro á Leibnitz, á Bossuet, á no pocos teólogos, y en
poder, y que Dios nos la permite para dirigirla nuestros dias, á filósofos racionalistas, como
donde más nos plazca, y que si Dios nos previene J. Simón, habiendo dado origen en la Edad Media
para inspirarnos buena voluntad, conservamos» á famosas distinciones en la ciencia de Dios, y en
sin embargo, la facultad de rechazar su actual la antigüedad eclesiástica á perplegidades en el
inspiración y de frustrarla por fuerte que sea, y gran obispo de la Iglesia latina, y á los esfuerzos
aun de negarle nuestro consentimiento... porque del profundo y audaz Orígenes.
bajo la misma inspiración de un ser superior soy Todo problema que toca á la esencia de Dios es
dueño de mi voluntad para querer ó no» (1); si temeroso, porque la lengua humana carece de ex-
recordamos que el gran obispo de Francia ense- presión clara y precisa en esta materia, sin duda
ña: «Que no debemos imaginar el infierno en esos porque la razón no consigue en estas alturas total
espantables tormentos, en esos lagos de fuego y y acabado conocimiento. Pero es en vano que San
llamas eternas... en esa rabia y desesperación y Agustín, Descartes y Bossuet aconsejen un res-
horrible rechinamiento de dientes; que el infierno peto humilde á ambas verdades, manteniendo fir-
es el pecado mismo; el infierno es el alejamiento memente la ciencia de Dios y el albedrío humano,
de Dios y lo evidencian las escrituras»...—«¡Com- como dos entremos ciertos de una cadena, por
prende, miserable pecador! — continúa el gran más que no alcancen los ojos á ver los anillos in-
teólogo—¡comprende que llevas el infierno en ti termedios, que enlazan el uno con el otro; porque
mismo, porque en tí va tu pecado!»—No es posi- ni la teología ni la filosofía se aquietaron con esta
ble descubrir la base teológica del fatalismo de prudentísima reserva. Los unos observaron que,
los que estiman que el acto meritorio es efecto de así como la libertad humana no obsta á la omni-'
la gracia, y que sin la gracia va el hombre al potencia de Dios, porque se trata exclusivamente
mal, como á su centro la piedra desprendida.. de la libertad de querer, que es la esencia del al-
La gracia, como la idea, como el amor, llama, bedrío, no de la libertad de obrar, que toca ya
convida y atrae al albedrío; pero no lo constriñe con los obstáculos y leyes del mundo finito, tam-
ni lo somete mal de su grado y necesariamente. • poco contradice la presencia de Dios, la libertad
Las dificultades de conciliar los atributos de y el albedrío, porque lo previsto eran las mismas
Dios con el albedrío humano, no razonan tampoco voliciones, y cuando esta enseñanza de los pre-
los determinismos teológicos y metafísicos, que deterministas apareció insuficiente, se recordó
tanto preocuparon á Descartes, á Bossuet y Leib- que de antiguo el gran Orígenes habia dicho «que
nitz, y que novísimamente han sido objeto de la presciencia de Dios no es causa de los hechos,
estudio para las escuelas teológicas protestantes. que dependen de nuestra voluntad,» y que de la
Pero si el albedrío humano se concilia con la misma manera que la previsión no determina el
omnipotencia de Dios, porque Dios lo quiere y lo hecho, como no determina la caida en el abismo
otorga, así como el ser de Dios no es incompati- del ciego que, temerario, sigue el camino que
ble con otros seres, ni su libertad con la huma- conduce á él, el que se vea y preveía su caida, de
na, ni contradice á la omnipotencia de Dios, la la misma suerte el ser vista ó prevista por Itfos
libertad de querer en el hombre, ni tampoco os- la acción humana no cambia la naturaleza de la
curece la justicia divina la facultad de merecer acción.—Puede Dios ver y prever los actos del
que sublima á los humanos; se ha tenido por hombre, sin que esta vista y presencia cambie la
problema hondo y temeroso, y aun como proble- naturaleza de las cosas humanas. Y siguiendo
ma insoluble, la aparente contradicción que se por este camino se ha insistido en demostrar que
ofrece entre la ciencia y la presciencia divina y el las cosas suceden, no porque Dios las ha previsto,
albedrío del hombre. sino que Dios las ha previsto porque han de su-
. El argumento, que consiste en poner frente á ceder, concluyendo racional y piadosamente, so-
bre este interesantísimo problema, que la difi-
(1) Obrasfilosóficasde Fenelon.— Ed. Hachette, p*g. 63.—Sermón cultad estriba en el modo de conocer de Dios,
pour le trouxieme dimanche, aprés la Pentecote.—Obra de Bessuet. Edi- como ya indicó Orígenes,
ción de 1828.—Tomo iv, pág. 813 y siguientes.
466 REVISTA EUROPEA. 14 DE OCTUBRE DE 1 8 7 4 . N.° 33

Señalado el camino, lo recorrió la especulación imperio absoluto, absolutísimo, sobre nuestra


teológico-metafísica, y a vueltas de no pocas ten- vida moral, y que, por tanto, sólo nosotros, nos-
tativas y frecuentes desmayos, hoy sabe que el otros solos, somos los responsables, si no conse-
conocimiento de Dios, á semejanza del humano, guimos llevar el cielo en la conciencia y vivir,
es conocimiento verdadero, y por lo tanto de lo aun en esta existencia finita y accidentada, la
real, sin que por ser conocida cambie la cosa, vida eterna, según la profunda frase del piadosí-
que es asunto y materia del conocer.—Conocida simo Schleiermacher. •
la acción como debiendo suceder inmediatamente, Para conseguir tan alto premio importaba, en
sucederá necesariamente. Lo conocido, como cosa primer lugar, advertir la energía incontrastable
que debe acontecer libremente , acontecerá , y de la voluntad. Todo lo puede, y si quiere el mal,
acontecerá libremente también, no porque Dios todo lo atropella, es cierto; pero si quiere el bien,
la ha previsto, sino en virtud de una determina- nada la detiene ó paraliza. ¿Cómo enamorarla del
ción libre de mi voluntad. bien? ¿Cómo sujetarla al hermoso ordenamiento
El fatalismo teológico de Lutero nacia del error del deber? ¿Cómo inclinarla y mantenerla en la
de creer que Dios no conocía lo pasado y lo porve- aspiración de lo divino y en la práctica de la
nir sino en un eterno presente, cuando la verdad virtud?
es que Dios conoce lo posible como posible y fu- Este y no otro es el trabajo y el empeño de la
turo, y no lo prevé sino como posibilidades futu- vida, y en lecciones y advertencias para este tra-
ras. Si Dios conociera como realidades presentes, bajo debe resolverse toda la ciencia teológica, filo-
lo posible se trocaría en necesario y la necesidad sófica y natural. Y si entienden los modernos ma-
en una negación de la libertad. Dios no puede terialistas que predicamos el orgullo al señalar
conocer sino en verdad. No puede conocer lo posi- fines divinos y heroicos á la vida del hombre, yo
ble como real, lo presente como futuro ó como entiendo que su humildad, al encogerse para no
necesario lo contingente, sino cada una de estas traspasar la estatura del gimió, seria atendible si
cosas como ellas son en sí. De donde se sigue fuera humilde y admirable su simplicidad, si fuera
clara y terminantemente que no es la presciencia sencilla. Desde el tonel de Diógenes es sabido que
divina estimada como inconciliable con la liber- la excentricidad acusa orgullo. .
' tad del hombre causa que obligue á limitar, de
alguna suerte y manera, la doctrina del albedrío IV.
en el modo y forma que queda expuesta. El sentimiento de la dignidad humana no es
Lo que sí significan y expresan estos proble- fuego de artificio ni sofisma de escuela. Es un
mas de la omnipotencia, de la bondad y de la sentimiento de incontestable universalidad, y no
ciencia de Dios, que inevitablemente aparecen al hay conciencia humana que no lo conozca. Esti-
considerar el albedrío humano, es que en efecto mar la dignidad como criterio instintivo para el
este albedrío, enérgica expresión de la individua- juicio de las palabras y de las acciones humanas,
lidad, es el punto en que se anudan todas las es reconocer y confesar nuestra personalidad in-
concepciones metafísicas y teológicas, y es el foco dividual, y en el estudio de la personalidad se en-
en donde se concentran todas las enseñanzas reli- cuentra lo divino como razón de lo humano.
giosas y filosóficas. Por eso los maestros en ciencias morales y teo-
Lo que patentiza esta relación y vivísimo en- lógicas parten del hecho de conciencia; parten del
lace de unos y otros problemas teológicos, meta- sentimiento de la dignidad, y establecen el paren-
físicos y psíquicos, es que no es posible poner la tesco y filiación del hombre, no sólo con los her-
atención en algo humano sin ir por la corriente videros de la materia, sino con todas las po-
natural de hechos é ideas á Dios, donde encuen- tencias espirituales que pueblan el mundo de la
tra la razón luz inextinguible y horizontes que se amistad, del amor, de la familia, de la patria y de
ensanchan y extienden con rapidez vertiginosa; la humanidad. Imposible seria la empresa de edu-
lo que pone de bulto este ascendimiento natural y car á la voluntad, convirtiendo el albedrío en li-
característico de la razón al perseguir la expli- bertad, si la libertad no fuera mía, es decir, atri-
cación de los hechos, es el absurdo de los nuevos buto de mi ser, ó se levantara escueta y aislada
Doctores, que miran lo altísimo, excelente y per- en el fondo de mi espíritu que no es individual,
fecto como efecto, desarrollo y florecimiento de lo sino á condición de ser á la vez género y especie.
inferior; pero á nuestro fin lo que inás interesa Por la primera de estas propiedades, por ser la
deducir de estas verdades es que ni en lo teoló- voluntad facultad mia, un atributo mió puedo,
gico, ni en lo metafisico, ni en la psicología y me- asignarle un fin, relacionarlo con una ley que no
nos en las ciencias naturales, hay cosa que des- se origine de su carácter peculiar, como pura vo-
mienta la independencia nativa del albedrío, su luntad, sino de un conocimiento completo de todo
N.° 33 F . DE P . CANALEJAS. TEORÍA DE LA VOLUNTAD. 467
lo que es el hombre, y que por tanto la comprenda tad, y adquirido el hábito de ella por esta segunda
y abrace.—Si fuera sujeto y no predicado, si no naturaleza, está siempre el individuo en presen-
fuera atributo seria inútil empeñarse en el estu- cia de algo superior, general, universal, eterno,
dio de leyes morales, y debiéramos limitarnos á y la acción de lo metafisico y divino se acentúa
comentar á Schopenhahuer, admirando como una gradualmente; y si aún es posible la rebelión, lo
fuerza sin más ley ni finalidad que ella misma, es como accidente y acaso, que por el espanto y la
corría por el espacio, milagreando de tal suerte, consternación que engendra en nuestra concien-
que el paso de este fuego fatuo, de este cometa cia, robustece más y más el imperio de lo con-
sin órbita, creaba portentos de armonía y de per- quistado
fección en cielos y tierra. Concurre de esta manera la razón á realizar los
La voluntad es mia: es mia natural y racional- fines óptimos y supremos de la individualidad hu-
mente. Traerla á su puesto y lugar; convertirla á mana, engarzándola, con actos libres, en el orde-
mi señorío y devoción, mudándola de albedrio en namiento divino de las cosas y de los seres. No
libertad, es el problema; conseguir que me sirva exige el empeño profundas y alambicadas especu-
ardiente, tenaz, firmísima é inquebrantable en laciones sobre lo infinito y lo absoluto. Basta
todos los empeños de la vida, es realizar el ideal como asunto y materia la propia conciencia. La
del hombrejusto. meditación reflexiva, el examen de conciencia que
Servirme á mí no es servir á mi pasión, á mi dice el vulgo, da un mundo de conocimientos y no
vicio, á mi interés ó á mi inteligencia, es servirme hay conocimiento que mejor aproveche al caso
á mí en la unidad araiónica de mis facultades y que el que llega á nosotros inmediatamente y en'
propiedades, en el divino concertante de todo lo brazos del propio espíritu. Interroguémosle una y
que constituye mi ser y mi esencia, y que expresa otra vez, y cien, veces, que no faltará nunca la
y razona mis relaciones constantes y permanentes contestación, y siempre será luminosa.
con los demás seres y con Dios. No hay disculpas para no acudir á esta fuente
Si por ser predicado y no sujeto señalo á la vo- de salud. No son necesarios escalpelos, crisoles é
luntad finalidad que concurra á cumplir la total infolios para adquirir esta ciencia salvadora» El
del sujeto humano, por no existir sola y aislada libro está siempre abierto en el alma; la experien-
en el espíritu, establezco sus relaciones con otras cia siempre á punto en nuestra conciencia, y una
facultades del sujeto, como unida en la raíz y vez habituados á escucharla, la lección es ince-,
sustentáculo con la inteligencia y la sensibilidad. sante, porque la meditación ahonda descubriendo
Si la inteligencia no subyuga á la voluntad, en cada estudio infinitos y divinos panoramas. •
influye grandemente en ella, como lo indica lo Cuanto más se persevera mejor es el galardón
generalizado del error Spinosista de que es su porque se afirma el dominio. Cuando el conoci-
causa. Influye en primer término no permitién- miento reviste formas semejantes á las de la vo-
dola reposo ni descanso, repercutiendo en la vo- luntad crece á lo indecible su influencia Para que
luntad las oleadas de sensaciones, conceptos é la voluntad se detenga ante la razón, es necesario
ideas que las facultades intelectuales reciben, que la idea sea precisa, clarísima y si es posible
componen ó provocan. absoluta.JEs preciso que el deber sea conocido por
Y si la inteligencia es poderosa, activa y enér- el entendimiento, como imperativo, categórico,
gica; si adiestrada por la meditación goza de ineludible, sin nubes ni distingos, sin asomos si-
ideas claras, precisas, y posee términos exactos, quiera de enervantes probabilismos. La afirma-
luces y evidencias que arraiguen en ella profunda ción purísima absoluta de una ley moral, ineludi-
y tenazmente, se acrecentará su influjo, porque su ble, inmutable y eterna, presentando un absoluto
influencia está en razón directa de las conviccio- divino frente al humano, detiene al albedrio; pero
nes que consiga. la indecisión, la perplejidad ó la oscuridad en la
Diríase que es la voluntad sangre y energía razón, y sofismas y sutilezas en el entendimiento,
que, agolpada en un centro vital, acongoja y as- abren al albedrio campo y horizontes inconmen-
fixia al sujeto moral; pero que circulando activa surables. Si la razón no da la afirmación absoluta
y vigorosamente, infunde energía á todo el orga- del bien y de la ley moral, el albedrio es ciego; si
nismo espiritual y lleva la salud á todas las facul- la convicción racional del deber no es clara, pre-
tades. Al compás que cobra fuerzas la inteligen- cisa y robusta, la voluntad queda sin contrapeso
cia, cuanta gana, pierde el albedrio. Bl creci- y es inútil entrar con ella en liza.
miento de la inteligencia desnuda lentamente al Y no es esto todo. Esta salvadora ponderación
albedrio de su peligrosa arbitrariedad, y consigue y equilibrio de las potencias exige que el funda-
la palma la inteligencia cuando crea el hábito de mento y razón del deber y de la obligación moral,
la deliberación. Habituada á deliberar la volun- no sea ajeno y exterior al hombre. Por altísimo,
468 REVISTA EUROPEA.- -11 DE OCTUBRE DE 1874. N.°33
superior y divino que sea, es condición esencial fica posesión de nuestra alma, para que nuestras
que lo examine y lo confirme mi conciencia, sin lo potencias y actos concurran á su glorificación.
que apenas será perceptible por mi voluntad, que Entonces si que la libertad humana se asemeja
no mantiene relaciones con lo externo y ajeno al á la libertad divina ; entonces si que amaríamos
hombre. Ha de ser mi conciencia la que influya el deber y no mancharía el pecado la pureza di-
inmediatamente en mi voluntad; no hay influjo vina de nuestra voluntad; entonces el estado per-
importante en ella sin esa mediación. No pongáis fecto, el cumplimiento de los mandatos divinos,
vuestra voluntad frente á otro poder y voluntad, las abnegaciones y los espontáneos heroísmos;
aunque sean divinas, si vuestra conciencia no lo entonces queda terminada y concluida nuestra
ha aceptado y reconocido asintiendo á sus pre- vida y nada nos queda por hacer en el mundo;
ceptos. entonces es la muerte cariñosa amiga y verdadera
Parece imposible esta obra de recreación que salutación del cielo.
hemos de cumplir, y lo seria sin la propiedad di- Entonces... Pero traspaso, Excmo. Sr., los li-
vina de ser seres de conciencia que nos procura mites de este sencillo estudio de psicología popu-
medios abundantes y fuerzas inextinguibles. A. su lar, y doy en la metafísica y en la teología, á cu-
contacto, como en él prodigio mitológico, renace- yas alturas no necesito llegar.
mos, y cada vez con mejores fuerzas, aun en las Pero recuérdase aún que esa perfección es nues-
últimas fatigas y miserias. La conciencia se abre tra obra, y constituye nuestro merecimiento. En-
de tal manera al puro contacto de nuestra aten- tonces, gracias á nuestro cuidado, las semillas
ción que, sea cualquiera el hecho que motive que la Providencia depositó en nuestra alma han
nuestro examen, son innumerables las escalas que florecido, y con flores celestes, y lo humano va al
se presentan y nos convidan al ascendimiento. seno de lo divino. Pero si tal es el galardón, ru-
La religión, el arte, la sociedad, la patria y la dísima es la batalla, y conviene entrar en ella con
familia, las esferas todas del sentimiento con- perfecto conocimiento de amigos y contrarios.
tribuyen con enérgicos llamamientos á desper- Sijaon notorias nuestras pasiones en el corazón,
tar nuestra conciencia, á descubrir relaciones y no lo son menos nuestros deberes en la inteligen-
vínculos que, enalteciéndonos á nuestros propios cia, y no se limitan como entendió Kant á los que
ojos, ligan suavemente el albedrío, avezándolo á nacen de una relación de semejanza ó identidad,
la contemplación del deber. nacen también de los que se originan de relacio-
Cumplido este primer grado de la educación nes de inferioridad ó dependencia, y de excelencia
jnoral, consistente en crearse de nuevo, gracias al ó superioridad. Deberes para con Dios, deberes
concurso activo y armónico de todas sus faculta- para nuestros semejantes, deberes para con la hu-
des, debe el hombre pugnar aún por alcanzar el manidad, deberes para con los seres inferiores,
merecimiento supremo, que no es otro que el ser están grabados profundamente en nuestra con-
una imagen santa, y un ministro eñcaz, del Ser ciencia, y su cumplimiento no puede ocasionar
que es infinita bondad, absoluta verdad y períeo conflictos temerosos para el hombre de enérgica
tísima belleza. voluntad; por más que otra cosa opinen doctores
No basta esta vida negativa, que consiste en no casuistas, de influencia deplorable por lo per-
hacer el mal enamorando al albedrío de lo divino niciosa.
por medio de la razón y de la sensibilidad; es ne- Vista la escala dialéctica de deberes, no exis-
cesario hacer el bien con pura intención y por ten esas colisiones. Siempre lo excelso y lo per-
amor al bien, y que la fuerza incontrastable de la fecto vence á lo particular é imperfecto. Entre el
voluntad sea áncora salvadora. individuo y la familia, ¿quién vacila? la familia.
El caso es hacedero una ves que mi voluntad Entre la familia y la patria, la madre patria tiene
quiera lo universal y perenne y domine la suges- derecho á nuestra vida y á la de los nuestros, y
tión individual; es llano una vez traspasada la ór- todo cede ante la verdad y la justicia, y todo ante
bita de nuestro pensar subjetivo; es fácil una vez Dios, que es fuente de la verdad y de la justicia.
dirigido nuestro amor á entidades superiores Aspiremos á lo perfecto, y no faltará nunca ley
como el prójimo, la familia, la patria, la humani- ni regla para todos los casos en la vida.
dad, Dios, y posponiendo á esos amores el amor La generalidad distamos muoho de Batos gra-
de sí; es natural cuando obramos, no ya como in- dos de virtud, y la ciencia debe aconsejar y diri-
dividualidad solitaria y rebelde que cruza los mun- gir á los más.
dos y la existencia armada de su albedrío, sino La Universidad no olvida este deber de educa-
como fuerza eterna inteligente y libre que contri- ción, elemental en una institución docente. -Por
buye de modo meritorio á la consecución de las eso, contra todas las enseñanzas deterministas,
leyes providenciales, dando á Dios quieta y pací- anatómicas ó teológicas, psíquicas ó químicas,
N.°33 TYNDALL.—LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LAS IDEAS CIENTÍFICAS. 469
enseñamos, ¡qué digo enseñamos!... recordamos LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA
que se alza en la conciencia individual una lección
severa, inmediata, irrefutable. Recordamos que el DE LAS IDEAS CIENTÍFICAS.
que prevarica es porque quiere prevaricar; que el
que peca sabe que peca, y peca porque quiere; que Una tendencia inherente al hombre, desde los pri-
no hay deseo, ni pasión, ni arrebato, ni huracán, meros tiempos, le obliga á dirigir sus pensamientos y
ni sugestión sanática que la voluntad humana no su curiosidad á las fuentes de los fenómenos natura-
enfrene, reprima ó pare de golpe si quiere ven- les, y esta tendencia, heredada do sus padres, impulsa
cerlas. Recordamos que la ley del deber es in- aún con mayor viveza al hombre de nuestros dias á las
flexible, pura, perfecta; que el deber no admite investigaciones científicas. Por su influjo, deduciendo
esperas ni moratorias, ni sirven á los ojos de la las consecuencias de una serie de experimentos, cons-
conciencia atenuaciones ni disculpas; que el que tituimos las teorías físicas que se extienden más allá
desoye el ordenamiento del deber, no es porque no de los límites de la experiencia, satisfaciendo el deseo
lo escuche, es porque no quiere cumplirlo; que no del espíritu de ver cada fenómeno natural fundarse en
hay influjos, circunstancias, enloquecimientos ni una causa. Al formar sus nociones sobre el origen de
tedios que expliquen lo inexplicable ante la ley las cosas, nuestros antepasados más remotos del pe-
moral; que la conciencia, en fin, no es una voz, ríodo histórico y aun del período prehistórico, procu-
es un hecho diario, de cada instante; no es una raban el mismo objeto, en cuanto se lo permitía m
virtualidad.es un acto vivo; es la vibración peren- inteligencia. También se apoyaban en la experiencia,
ne, que de modo perpetuo acusa el hecho de nues- pero las experiencias particulares que formaban la
tra libertad, y que, por varias y múltiples que trama de sus teorías, se derivaban de la observación
sean sus formas, son inalterables su esencia y sus de los hombres, más al alcance del investigador, y no
funciones. Es el sol, penetrando en bosque fron- del estudio de la naturaleza; de aquí que sus teorías
doso; su luz se quiebra, se refleja, refracta, des- tomaran naturalmente la forma antropomórfica. La
compone y combina en arreboles, tintas y rayos administración y gobierno de los fenómenos natura-
al atravesar por troncos, ramas, hojas y flores les fueron atribuidos á seres superiores á nuestros
agitadas por los vientos; pero todo lo penetra y sentidos, y que, «aun cuando poJerososó invisibles, no
todo lo ilumina... Ó aceptar el hecho de la libertad eran en resumen otra cosa que una especie particular
con sus naturales frutos, ó ya quenopodemos huir de criaturas humanas, elevadas quizá sobre la huma-
de nosotros mismos, vivir en la forzada y repug- nidad, pero conservando todas las pasiones y apetitos
nante contemplación de nuestro envilecimiento. humanos (i).» ,
Nada ni nadie más que nuestra voluntad rige y Sometidas á la prueba de la observación y de la
determina nuestra vida; todos lo sabemos y es reflexión estas nociones primitivas, no pudieron á la
preciso que lo digamos: somos libres, mis actos larga satisfacer la inteligencia más penetrante de
son míos; yo respondo de ellos. Sé que soy libre nuestra raza. Allá en las profundidades de la historia
porque lo soy, si no lo fuera no lo sabría. ¡Oh! To- encontramos hombres de un poder excepcional, so-
dos sabemos que no somos dioses; si lo fuéramos, bresaliendo de la multitud, rechazando las nociones
lo sabríamos con esta espontánea certeza con- antropométricas, y procurando relacionar los fenóme-
que sabemos que somos libres. nos naturales con su3 principios físicos. Pero mucho
Contra este perenne hecho de conciencia, son antes de estos esfuerzos más puros déla inteligencia,
fútiles todas las argumentaciones, y en su conse- el comerciante había llegado á lejanas comarcas, ha-
cueneiá aceptemos virilmente la responsabilidad ciendo posible al filósofo. El comercio había tomado
de nuestros actos. Si somos rebeldes ante Dios; si extensión y aumentado la riqueza y el contacto mu-
negamos é infringimos la ley moral; si afemina- tuo de ciertas razas educadas en condiciones distintas,
dos ó egoístas no cumplimos nuestros deberes; y por tanto, diferentemente instruidas y dotadas,'las
basta de sofismas, y confesemos que nos encon- había estimulado y desarrollado bajo el punto de vista
tramos en tales miserias y amarguras por un acto intelectual. Las ciencias nacieron en las regiones don-
Ubre, libérrimo en nuestra voluntad, y respete- de la aristocracia comercial de la antigua Grecia se
mos como justísima la pena provocada por nues- mezcló á sus vecinos los orientales, y crecieron por la
tra rebelión; que el acatamiento profundo y ver- libertad de pensar, y gracias á algunos hombres va-
dadero de esta justicia será camino seguro para lerosos. El estado de cosas que se iba á cambiar, lo
nuestro ascendimiento moral y religioso. indica un pasaje de Eurípides citado por Hume: «Nada
hay en el mundo, ni gloria, ni prosperidad. Los dio-
FRANCISCO DE P. CANALEJAS.
' Catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras.
ses lo ponen todo en confusión, mezclan cada -cosa

(1) Hume. Natural Bistory of Religión,

You might also like