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Para que los leas con tus ojos grises

Para que los leas con tus ojos grises, Malagueña


para que los cantes con tu clara voz,
para que llenen de emoción tu pecho, La muerte
hice mis versos yo. entra y sale
de la taberna.
Para que encuentren en tu pecho asilo
y les des juventud, vida, calor, Pasan caballos negros
tres cosas que yo no puedo darles, y gente siniestra
hice mis versos yo. por los hondos caminos
de la guitarra.
Para hacerte gozar con mi alegría,
para que sufras tú con mi dolor, Y hay un olor a sal
para que sientas palpitar mi vida, y a sangre de hembra,
hice mis versos yo.
en los nardos febriles
de la marina.
Para poder poner ante tus plantas
la ofrenda de mi vida y de mi amor,
La muerte
con alma, sueños rotos, risas, lágrimas,
hice mis versos yo.
entra y sale,
y sale y entra
De: Gustavo Adolfo Bécquer
la muerte de la taberna.

Sombra de humo
Autor: Federico García Lorca

¡Sombra de humo cruza el prado! Despedida


¡Y que se va tan de prisa!
¡No da tiempo a la pesquisa Si muero,
de retener lo pasado! dejad el balcón abierto.

Terrible sombra de mito El niño come naranjas.


que de mi propio me arranca, (Desde mi balcón lo veo).
¿es acaso una palanca
para hundirse en lo infinito? El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento).
Espejo que me deshace
mientras en él me estoy viendo,
¡Si muero,
el hombre empieza muriendo
dejad el balcón abierto!
desde el momento en que nace.

Autor: Federico García Lorca


El haz del alma te ahuma
del humo al irse a la sombra,
con su secreto te asombra
y con su asombro te abruma.

Autor: Miguel de Unamuno


Propósito Primaveral

A Vargas Vila.

A saludar me ofrezco y a celebrar me obligo


tu triunfo, Amor, al beso de la estación que llega
mientras el blanco cisne del lago azul navega
en el mágico parque de mis triunfos testigo.

Amor, tu hoz de oro ha segado mi trigo;


por ti me halaga el suave son de la flauta griega,
y por ti Venus pródiga sus manzanas me entrega
y me brinda las perlas de las mieles del higo.

En el erecto término coloco una corona


en que de rosas frescas la púrpura detona;
y en tanto canta el agua bajo el boscaje oscuro,

junto a la adolescente que en el misterio inicio


apuraré, alternando con tu dulce ejercicio,
las ánforas de oro del divino Epicuro.

Autor: Rubén Darío

Rima 1

¿Por qué esos lirios que los hielos matan?


¿Por qué esas rosas a que agosta el sol?
¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo
se mueren en plumón?

¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas


que no son de otras nuevas eslabón?
¿Por qué fue dique de tu sangre pura
tu pobre corazón?

¿Por qué no se mezclaron nuestras sangres


del amor en la santa comunión?
¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma
no dimos granazón?

¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos?


¿Por qué y para qué fuimos los dos?
¿Por qué y para qué es todo nada?
¿Por qué nos hizo Dios?

Autor: Miguel de Unamuno


Niña morena y ágil

Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,


el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.

Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras


de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.

Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.


Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.

Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,


y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva,
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

Autor: Pablo Neruda

Una rosa y milton

De las generaciones de las rosas


que en el fondo del tiempo se han perdido
quiero que una se salve del olvido,
una sin marca o signo entre las cosas

que fueron. El destino me depara


este don de nombrar por vez primera
esa flor silenciosa, la postrera
rosa que Milton acercó a su cara,

sin verla. Oh tú bermeja o amarilla


o blanca rosa de un jardín borrado,
deja mágicamente tu pasado

inmemorial y en este verso brilla,


oro, sangre o marfil o tenebrosa
como en sus manos, invisible rosa.

Autor: Jorge Luis Borges


Lo que en sonor verso y dulce rima

Los que en sonoro verso y dulce rima


hacéis conceto de escuchar poeta
versificante en forma de estafeta,
que a toda dirección número imprima,

oíd de un caos la materia prima


no culta como cifras de receta,
que en lengua pura, fácil, limpia y neta,
yo invento, Amor escribe, el tiempo lima.

Estas, en fin, reliquias de la llama


dulce que me abrasó, si de provecho
no fueren a la venta, ni a la fama,

sea mi dicha tal, que, a su despecho,


me traiga en el cartón quien me desama
que basta por laurel su hermoso pecho.

Autor: Lope de Vega

La lluvia

Bruscamente la tarde se ha aclarado


Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado


El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales


Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio que ya no existe. La mojada


Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.

Autor: Jorge Luis Borges


A las flores

Estas que fueron pompa y alegría


despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría.

Este matiz que al cielo desafía,


Iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!

A florecer las rosas madrugaron,


y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.

Tales los hombres sus fortunas vieron:


en un día nacieron y espiraron;
que pasados los siglos, horas fueron.

Autor: Calderón de la Barca

Duerme tranquilo

Dijiste la palabra que enamora


A mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
Y hermoso el rostro tuyo a toda hora.

Cuando encanta la boca seductora


Debe ser fresca, su decir ameno;
Para tu oficio de amador no es bueno
El rostro ardido del que mucho llora.

Te reclaman destinos más gloriosos


Que el de llevar, entre los negros pozos
De las ojeras, la mirada en duelo.

¡Cubre de bellas víctimas el suelo!


Más daño al mundo hizo la espada fatua
De algún bárbaro rey Y tiene estatua

Autor: Alfonsino Storni

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