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15 de Febrero de 2019

Hidroituango, Turquía y el mundo.


Inundaciones para perder el agua.
Por: Santiago Lozano

La experiencia turca, en la construcción de algunas de las represas de agua más imponentes


de la tierra, nos deja algunas reflexiones sobre lo que podemos esperar cuando nos
inclinamos por sacrificar ríos en procura de abastecer la demanda eléctrica.
Desplazamientos de poblaciones, desastres ambientales y otras consecuencias predecibles
para Colombia si se decide continuar por este sendero hidroenergético.

El sudeste de la península de Anatolia cuenta en la actualidad con 22 represas de agua,


convirtiéndose en uno de los lugares del mundo con mayor concentración de este tipo de
construcciones. Este proyecto hidráulico es una de las banderas políticas del gobierno turco,
ocupando un espacio de 74.000 kilómetros cuadrados, y generando un promedio de 27
millones de Kw/h, lo cual aumentó un 40% la producción eléctrica de ese país.

Este complejo hidroenergético se aprovecha fundamentalmente de los caudales de los


ancestrales ríos, Éufrates y Tigris, fuentes hídricas que permitieron el desarrollo de la
antigua Mesopotamia y de las que dependen hoy en gran medida las poblaciones de Siria e
Iraq. Se estima que el consumo conjunto de Turquía, Siria e Iraq supera el suministro total
en 18.300 millones de metros cúbicos de agua al año en el río Éufrates y los 5.000 millones
de metros cúbicos anuales en el Tigris.

Hegemonía hídrica.
Este inmenso proyecto, que esperaba mejorar la calidad de vida de millones de turcos
habitantes de este sector, es el origen de continuas disputas diplomáticas entre los tres
países mencionados. Los turcos, aducen que las aguas que tengan nacimiento en su
territorio les competen dentro de su soberanía y a pesar de firmar acuerdos como el de
1987, en el que aseguran que suministraran el recurso hídrico suficiente y de calidad a sus
vecinos fronterizos, la realidad demuestra que el complejo se ha convertido en un grifo que
controla la soberanía ácuea de sus países vecinos, que trae graves consecuencias para la
región en cada sequía y que sirve como arma para desgastar a las regiones kurdas tanto
dentro del país como en las zonas fronterizas.

Represa de Ataturk
Nombrada en homenaje al padre fundador de la República de Turquía, Mustafa Kemal
Atatürk, finalizó su construcción en 1990. En su etapa de llenado, fue la responsable de una
de las principales sequías del río Éufrates en la historia, desencadenado infructíferas
protestas en Siria e Iraq. Desde entonces, según algunos registros, la calidad del agua ha
presentado altos picos de contaminación, llegando con residuos de pesticidas y grandes
dosis de sales, situación que ha reducido el suministro del recurso en varias ciudades
importantes de Siria.

En Iraq la situación no ha sido menos aberrante, tras la construcción de la represa y sumado


a las sequías extremas, producto del cambio climático, los habitantes que dependen del río
no han tenido más opción que bombear el agua subterránea del mismo para subsistir. “En
la investigación, los datos mostraron un índice alarmante de descenso en el almacenamiento
total de agua en el Tigris y Éufrates, que actualmente poseen la segunda tasa de pérdida
más rápida de aguas subterráneas de la Tierra después de India”, dijo Jay Famiglietti,
investigador de un estudio para la universidad de California en 2007.

Represa de Ilisu
Esta polémica presa de agua es uno de los pilares fundamentales del proyecto hidroeléctrico
del sudeste de Anatolia, sin embargo, tal y como lo señaló el ex embajador del Líbano en
México, Nouhad Mahmoud, desde el comienzo el proyecto de la represa ha estado plagado
de incertidumbres. Según el ex embajador en 2008 la represa perdió fondos internacionales
debido a su efecto de despoblación en el área, así como por su intención de inundar
patrimonios arqueológicos con la mismo. Mahmoud también resalta que el proyecto se
ubica estratégicamente en un sector predominantemente habitado por la etnia kurda, la cual
históricamente ha estado en conflicto con el gobierno turco.

Al igual que en la represa de Hidroituango en nuestro país, los terrenos a sumergir por el
embalse de Ilisu, planteaban una gran cantidad de dilemas éticos. En el caso colombiano,
como es bien sabido, quedaron bajo las aguas varios campos donde se cree que hay fosas
comunes con restos humanos, estos como producto de la barbarie del paramilitarismo en
Antioquia.

En el caso turco, aparte de desplazar a 60 poblaciones, con alrededor de 60.000 habitantes,


también tomaron la inaudita decisión de inundar parte de su herencia cultural. Los
diseñadores de la presa optaron por llenar el embalse sobre la antigua ciudad de Hasankeyf,
la cual cuenta con 12.000 años de historia y es una de las más antiguas del mundo. Esta
decisión, condena a estar bajo las aguas a un territorio arqueológico que cuenta con
incontables monumentos y sobre el cual se basaba la economía de los pobladores que
habitaban el lugar.

A pesar de que las autoridades turcas aseguran que están realizando todo lo posible para
proteger su patrimonio, poniendo como prueba de ello el traslado del Haman de Hasankeyf,
una estructura de más de 1.600 toneladas y que fue construida 650 años atrás, la realidad en
el terreno sugiere que se aceptado tácitamente que algunos elementos de esta herencia
cultural se inundaran con el complejo hidroeléctrico.

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