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I. Introducción
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La adquisición del léxico y las relaciones etimológicas en las clases de Latín – Autor: Silvio Cornú
cuatrimestral Latín II y Latín III como así también un importante conocimiento vincular
con Griego I y Griego II, no obligatorios.
La pertinencia de aplicar esta estrategia se extiende a otros dos ámbitos de enseñanza
de Latín en la UNL. En primer lugar, a las clases de Latín I del Profesorado y la
Licenciatura en Filosofía que, si bien tiene un cursado anual, pertenece a carreras en las
que no existe un porcentaje equivalente de materias que refieran específicamente a la
gramática, el discurso, la lingüística y la literatura, como es el caso de las carreras de
Letras. En segundo lugar, a los cursos de Latín del Centro de Idiomas de la UNL, que
son abiertos al público general y, por lo tanto, reúnen a personas que no necesariamente
se manejan a un nivel académico terciario o universitario y requieren de una importante
introducción y adiestramiento en la lectura “gramatical, discursiva y cultural” de los
textos en nuestra propia lengua y del desarrollo de un metalenguaje que les permita
fundamentar las decisiones que toman durante el aprendizaje.
Para las explicaciones en nuestro análisis, pensaremos en el perfil de un alumno que
tiene ya conocimientos introductorios de latín y aspira a tomarlos como punto de
relación para acceder a un conocimiento introductorio del griego. Por lo tanto,
orientaremos nuestra lectura comparativa desde el texto latino hacia el texto griego. El
primer grado de familiaridad que brinda la coincidencia de tipo de alfabeto entre el latín
y el español facilitará la comprensión inicial y el posible establecimiento de relaciones.
III. Objetivos
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fábulas de cada colección. Los defectos y virtudes que se atribuirán a los animales en
todas las otras fábulas serán remitidos por el lector al animal por excelencia.
La relativa facilidad de comprensión de estos textos y el conocimiento de su
adscripción genérica por parte de los alumnos, se une a la importancia didáctica y
cultural que las fábulas y textos con características similares han tenido a lo largo de los
tiempos. Según Platón, Sócrates conocía de memoria los apólogos de Esopo. Además,
es sabido que las fábulas de Esopo se utilizaban como libros de texto en las escuelas y
como primera etapa de aprendizaje de la retórica.
V. Marco teórico-metodológico
Estudiamos el vocabulario que aparece en los textos latinos con mirada crítica y
tratamos de acceder a un metalenguaje que nos permita explicar los resultados que van
surgiendo del análisis practicado. Tomamos como marco teórico-metodológico, entre
otros referentes, a aspectos sustentados por la Lingüística-Sistémico Funcional (LSF) y
a conceptualizaciones presentes en el Marco Común Europeo para el Aprendizaje y
Enseñanza de Lenguas relacionadas con las competencias de los sujetos.
Según la LSF, concebimos al texto –original y traducciones o transtextualizaciones–
como la realización estructural de las selecciones operadas por los sujetos, en un
contexto situacional y cultural, a partir de las opciones sistemáticas que brinda cada
lengua como potencial funcional. El lenguaje, conceptualizado como sistema y como
texto, se visualiza como una producción semiótica que construye al mundo y las
relaciones sociales. (Halliday & Matthiessen). La léxico-gramática constituye el recurso
para expresar los significados como expresiones verbales y las selecciones operadas con
las unidades formales son, en realidad, elecciones realizadas en el plano semántico. Las
unidades lingüísticas que intervienen en la realización del texto “son portadoras de
estructura (es decir, son configuraciones orgánicas de las funciones) y el punto de
origen de las redes de sistemas” (Ghio-Fernández:162). Por lo tanto, cuando aquí
referimos a “adquisición del léxico”, implicamos la conexión inseparable entre los
estratos léxico-gramatical, fonémico-gráfico y semántico. La denominación
“semántico” se entiende en un sentido amplio e incluye las dimensiones pragmático-
discursiva y transdiscursiva-intertextual, y la relación texto-contexto.
En nuestro estudio leemos los textos a través del reconocimiento y análisis de la
gramática hecha texto (Halliday & Matthiessen) y reparamos en el sintagma como
unidad intermedia entre la palabra y el enunciado (oraciones y texto). Por otra parte, la
competencia transversal o compleja nos permite relacionar plurilingüísticamente los
conocimientos previos dispersos o endebles en diversas lenguas (Marco).
A continuación mencionaremos los pasos o actividades que, por lo general, seguimos
en clase según el perfil y los intereses del grupo y el tipo de texto estudiado.
1) Confrontación crítica de textos: a) Textos latinos de distintas épocas. b) Originales
y traducciones. c) Originales y transtextualizaciones.
2) Selección del vocabulario que nos resulte significativo debido al tipo de texto y a
los propósitos investigativos del grupo.
3) Estudio y análisis del vocabulario seleccionado, mediante el establecimiento y la
práctica de:
a) Adscripción etimológica de los vocablos y expresiones al fondo común
indoeuropeo, reparando principalmente en las relaciones con la lengua griega y con las
lenguas neolatinas.
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La adquisición del léxico y las relaciones etimológicas en las clases de Latín – Autor: Silvio Cornú
1. La imposición divina: Duas peras / Πῆραι δύο - δύο πήρας / Las dos alforjas
El título del texto griego conforma un sintagma nominal sustantivo de núcleo sustantivo
y modificador directo adjetivo numeral, en nom.: Πῆραι δύο. El sintagma se repite al
comienzo tanto en el texto griego –δύο πήρας– como en el latino –peras duas–, en ac.,
ya que desempeña la función de objeto directo.
La coincidencia en las desinencias del ac. pl. de la primera declinación –lat. -as y gr. -
ας– nos lleva a establecer otras similitudes, que acaso nos remitan al antepasado común
indoeuropeo. Así, nom. y voc. sing. (-a, -α) y pl. (-ae,-αι); ac. sing. y pl. en nasal (-am, -
αν); gen. pl. también en nasal (-um, -ον). El gen. sing. gr. en -ας, puede llevar a la
relación con una expresión como “pater familias”. La investigación nos dirá que en una
etapa anterior el latín también hacía su gen. sing. en -as, forma que quedó fosilizada en
la mencionada expresión.
El vocablo peras, para quien no lo conoce, de primera instancia puede actuar como un
falso amigo o cognado. En cuanto a su etimología, pera -ae es un préstamo tomado del
griego: “Emprunt au gr. πήρα (d’origine inconnue) attesté à partir de Phèdre, mais le
composé sacciperium . . . est dans Plaute . . .”. (Ernout:497).
El griego posee sólo el artículo determinado declinable ό, ή, το, el, la, lo; “. . . el
artículo, que fue en sus orígenes un pronombre demostrativo, conserva este antiguo
valor cuando va seguido de la partícula δε” (Berenguer Amenós:31-33). El artículo
con valor de pronombre demostrativo “se encuentra frecuentemente en Homero, tanto
con valor de sustantivo como con el de adjetivo” y “también en otros poetas”
(Curtius:220). La historia de la lengua española nos indica que cualquiera de los
demostrativos latinos podría haber servido de base para la creación del artículo. Así,
leemos en Mio Cid: “Mio Cid aguijó con estos (=los) caballeros”; “vayamos en aquel
día de cras” (=en el día de mañana). Sin embargo en el español, como en la mayoría de
las lenguas romances, el artículo determinado el, la, lo se crea a partir del pronombre
demostrativo latino ille, illă, illud (> el, la, lo respectivamente).
Con respecto a los números, en el español apreciamos la doble vertiente griega y
latina: pentágono (gr. πεντε, lat. cinque, esp. cinco), hexámetro (gr. εξ, lat. sex, esp.
seis), decálogo (gr. δεκα, lat. decem, esp. diez). En griego, los números se
representaban por las letras del alfabeto enunciadas alfabéticamente y seguidas de un
apóstrofo. Algunos números eran declinables y otros no. Ej., del 1 al 10 (α’ a κ’) sólo
son declinables el uno (είς, μια, έν), el tres (τρεις, τρια) y el cuatro (τεσσαρες, τεσσαρα
ó τετταρες, τετταρα). Aunque el dos puede presentar la forma δυοιν (o δυειν) para gen.
y dat. y, en los escritores posteriores, también δυσι(ν) para el dat. (Curtius:85-87), por lo
general se usa como indeclinable. Lo advertimos en la fábula de Esopo donde la forma
δυο es común para nom. y ac. En latín, de los números del I al X sólo son declinables
los tres primeros: unus, una, unum; duo, duae, duo y tres (m. f.), tria (n.). De este modo,
en la fábula de Fedro, el número dos aparece declinado, duas (ac. fem. pl.).
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Con el significado de ‘vicios, defectos’ aparecen los sustantivos neutros lat. a) vitium -ii
(vitiis tít. y v.2) y b) malum -i (mala v.4) y gr. c) κακóν οῦ (κακῶν l.2, κακὰ l.3). En
Dicc. PP. Escolapios leemos: κακóν, οῦ, τό, detrimentum, malum; detrimento, mal
(349). Derivados y compuestos, respectivamente: a) vitiosus, vitiositas, vitiare, vitiatio,
vitiator, vitiabilis, praevitio (Ernout 741). b) malitia, malitiosus, malitiositas, malatus,
malignus (= “diabolus”, sustantivado en la lengua de la Iglesia), malignitas, malignare,
malignor, maledicus (= κακήγορος), maledicĕre, malefacio, maleficus (= κακοῦργος, -
γία), maleuolus, maleuolens, malicordis, male sanus (= “insanus”), male fidus (=
“infidus, perfidus”) (Ernout:380). c) κακῶς (adv.), κακώτερος (comparativo en la
epopeya), κακοεργóς “maléfico”, κακομήχαγος “mal diseñado”, κακοήθης (noción de
maldad), κακοπαθής (noción de infortunio), ἁρχέκακος, ἁλεξίκακος; esp. cacofonía,
cacofónico.
Presentaremos una breve relación entre la palabra Iuppiter y los términos dies y deus.
Los autores aclaran que algunas de estas vinculaciones son hipotéticas, por lo que
queda abierto el camino a futuras consultas. Aclaramos que, si bien preferimos usar la
grafía “v” en palabras como Iovis, al momento de citar respetaremos la grafía “u”
adoptada por algunos editores.
3.1. Iuppiter
3.1.1. Iuppiter Iovis: Según Ernout, Júpiter es el dios del día luminoso. “Iuppiter est
une forme de vocatif avec gémination expressive de l’initiale du second terme du
composé” que “a pris le rôle du nominatif Diēspiter” y que aparece en varios autores,
como Plauto y Varrón. En Ennio se encuentra un nominativo Iouis construido según el
modelo de ciuis, ciuem, etc. El gen. Iouis figura en la expresión Iouis dies, fr. “jeudi”,
esp, “jueves”. Se usan, además, los derivados: Iouinus, Iouianus, Iulius (< *Iou- il-)
(329). En Pinkster leemos: “god v.d. hemel, koning v.d. goden, vader v. goden en
mensen, god v.h. hemellicht (sterren en bliksem), oudste en hoogste god v.d. Romeinen,
gelijkgesteld met de Gr. god Zeus” (2009:569). En Júpiter, “el radical permanente se
reconstruye como *dye/ow- . . . un dios del cielo diurno y del rayo” (Martinet:312-313).
3.1.2. dies -ei: m. y f. “jour; espace d’une journée”. “Dies désigne le jour lumineux
(divinisé dans Diespiter . . .), par opposition à la nuit”. Y es de este sentido que deriva
seguramente el sentido de “ciel”. Dies pater > Diespiter “Jefe de familia, de los dioses”.
Dies ha quedado fijado en las expresiones postridie, meridie, die quinti, cottidie, etc. En
algunas lenguas romances se ha conservado el género fem. (LV dies dominica): it.
domenica, fr. dimanche, y en otras, el masc.: esp. domingo y el día lunes, martes, etc.
También se infiere un nom. fonético *dius, del cual derivaría diurnus > fr. jour, it.
giorno (Ernout:174, 329).
El IE tenía dos palabras para indicar el día: a) una para referir al día, en tanto que
luminoso, y b) otra para referir al día, como el espacio de una jornada. Como acabamos
de ver, para dar cuenta de ambos significados, el latín generalizó la primera palabra del
IE, de ahí lat. dies, mientras que el griego generalizó la segunda, de ahí gr. ἡμέρα, scr.
áhar, arm. awr.
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3.1.3. deus -i: m. La raíz IE que sirvió de base al latín tenía la acepción de “brillar” y
presentaba dos variantes, de la primera, *dyew, derivó el lat. dies -ei y el gr. Ζεύs; de la
segunda, *deyw, derivó el lat. deus -i. A partir de la raíz IE. *dyew-, en el gr. Ζεύs la
yod asibiló a la dental y en el lat. Iuppiter la consonante se asimiló a la yod
(Ernout:170). Al esp. dios / Dios se llega diacrónicamente a partir del nom. latino –no
del ac., como generalmente ocurre–: deus > dieos > dios; divus “ser de luz” > di’us >
dios. En otras lenguas romances tenemos: fr. Dieu, it Dio, cat. Déu, port. Deus.
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Ante las traducciones al español los alumnos infieren que hay diferencia de
acepciones entre los dos términos griegos (ἀνήρ, ἄνθρωπος) y los dos latinos (vir,
homo). La necesidad de una “lectura crítico-comparativa” entre original y traducciones
se refuerza al comprobar que la traductora italiana no da cuenta de estas diferencias y en
todos los casos aporta un único lexema (uomo, uomini). Desconoce lo que bien
podemos leer en Ernout: “Homo se distingue de uir como ἄνθρωπος al que traduce, se
distingue de ἀνήρ” (297).
4.1.1. homo -inis m. Raramente homo, -ōnis (Ennio) –osc. humuns “homines”, umbr.
homonus “hominibus”– o hemo (cf. némo < *ne hemo)–. No todos los estudiosos
concuerdan en relacionarlo con humus “tierra”. Homo significa “hombre” en el sentido
general de “être humain”, propiamente “né de la terre” o “terrestre” por oposición a los
dioses, que son “célestes”. Como “créature humaine”, designa tanto a la mujer como al
hombre (cf. gr. ό, ή ἄνθρωποςDiminutivos: homullus, homuncio, homunculus.
Compuestos: homicida, homicidium. No hay adjetivo que derive de homo; por el sentido
le corresponde humanus, -ă, -um y su derivado humanitas (Ernout:297-298).
4.1.2. vir viri m. varón, héroe, hombre, por oposición a mulier, femina. Este
sustantivo no ha permanecido como tal en las lenguas romances, aunque sí se registran
derivados: esp. adj. viril y univira; sust. virilidad, triunvirato, virtud (virtūs, -ūtis f.).
“Virtus est avec uir dans le même rapport de dérivation que iuuentus, senectus avec
iuuenis, senex” (Ernout:737-739).
4.2.1. ἄνθρωπος ουό, ήm. y a veces f. “hombre, ser humano”, con el sentido del latín
homo (desde Homero durante toda la historia del griego hasta nuestros días). En fem.
designa a la mujer. Numerosos compuestos, a veces en vocabulario más o menos tardío:
esp. antropólogo, antropófago, misántropo, filántropo (Chantraine 90).
4.2.2. ἀνήρ, ανδρóς m. “Homme au sens de ‘viril, courageux’” (Chantraine:87).
Compuestos o derivados: adj. ἀνδρεῖος “viril, valeroso”, androide, Andrés, Alejandro
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“el que evita o protege a los hombres”, andrógino (V. Banquete Pl., Aristófanes expone
el mito del andrógino).
En relación con el sentido de “vicios propios” aparecen el adjetivo lat. proprius -ă -um
y el gr. ἴδιος α ον.
5.2. Alius – aliēnus – alter – ceterus / ἄλλος – ἀλλότριος – ἕτερος – ἔθνος, ὀθνεῖος
Con el sentido de “vicios ajenos” y “los otros” en lat. aparecen los términos alius -ă -ud
(alii v.5) y aliēnus -ă -um (alienis v.3). Las fuentes consultadas los relacionan con alter
-eră -erum y ceterus -ă -um. Los términos equivalentes en griego serían: ἄλλος η ον;
ἀλλότριος α ον; ἕτερος α ον; ἔθνος / ὀθνεῖος α ον. A continuación nos basaremos en
Ernout (21-22), OLD y Segura Munguía.
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bárbaro”. Compuestos: ὁμοεθνής “del mismo pueblo” (Hdt., etc.) y derivados: ἐθνικός
“del pueblo, nacional, extranjero”.
VII. Conclusiones
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VIII. Bibliografía
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APÉNDICE
266. Las dos alforjas (Hausratt 229, Ch.303) Tr. P.Bádenas de la Peña (2000) Esopo.
Fábulas. Md., Gredos
Prometeo cuando modeló antaño a los hombres les colgó dos alforjas, una con los
defectos ajenos y otra con los propios; la de los ajenos la puso delante y la otra la colgó
detrás. Desde entonces ocurrió que los hombres ven de entrada los defectos de los
demás mientras que no distinguen los suyos propios. Podría aplicarse esta fábula al
hombre impertinente que, ciego en sus propios asuntos, se cuida de los que en nada le
conciernen.
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