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Introducción a las Ciencias Sociales y Humanas – FCEDU – UNER – Materiales de Cátedra 2015

Modelos, mapas y realidad


…En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una
sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia.
Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartó-
grafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía
puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones
Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entre-
garon a las Inclemencias del Sol y los Inviernos. En los Desiertos del Oeste perduran
despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el
País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.

Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes, libro cuarto, cap. XLV, Lérida, 1658.
J. L. Borges (1960), Del Rigor en el Ciencia 1

La abstracción es el proceso inte-


lectual por el cual los datos empíri-
cos (lo fáctico, los hechos) se
idealizan (= se trasladan al pensa-
miento, se transforman ideas). La
idealización es así parte del proceso
de construcción de modelos menta-
les por los cuales intentamos com-
prender y explicar lo real. Esos
modelos no son coextensivos (= no Plano de la ciudad de Paraná, Entre Ríos

se corresponden exactamente) con la realidad, con la facticidad, sino que están sepa-
rados de ella y pueden a veces tener muy poca similitud con la misma. A modo de
ejemplo, pensemos en un plano de la ciudad de Paraná, y la ciudad “misma”, tal como
la vemos cuando nos desplazamos por sus calles (con las personas, los vehículos que
van y vienen, los distintos edificios,
los carteles, el alumbrado, las vere-
das rotas, la basura, la desprolijidad,
descuido y suciedad que en general
la caracterizan). O alternativamente,
un plano del subte de cualquier lu-
gar del mundo y todo lo que puede
verse al descender a él (trenes, le-
treros, luces, asientos, etc.). La ima-
gen, el plano, obra como modelo
Plano del subterráneo de la ciudad de Buenos Aires que pretende representar las vías,
las estaciones, los recorridos, es de-

1 Borges, 1974, p. 847.

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cir, lo que interesa conocer para orientarse espacialmente, sin incluir nada que distrai-
ga la atención en lo irrelevante para tal propósito.

Como los mapas o planos, los modelos son abstracciones, idealizaciones selectivas,
diseñadas para revelar ciertos aspectos, desechando otros. Así es como funcionan
también las teorías. Las distintas disciplinas científicas diseñan modelos de la realidad
que buscan explicar. El modo en que la Física, por ejemplo, modela el mundo natural
en términos de ondas y partículas no tiene ninguna semejanza con el modo en que lo
experimentamos o lo percibimos. Pero ello no invalida el modelo: por el contrario, su
validez reside precisamente en el hecho de que revela lo no aparente, que puede ser
justamente aquello que interesa conocer para orientar nuestras acciones e interven-
ciones en el mundo físico.

La realidad, en definitiva, no habla por sí sola. Necesita ser interrogada, or-


ganizada alrededor de los conceptos. Pero los conceptos están en nuestra
mente, son elaborados o reelaborados por el sujeto a partir de su herencia
cultural y de su experiencia. Por eso tienen naturalmente un cierto carácter
subjetivo –o intersubjetivo a lo sumo– porque implican inevitablemente un
proceso de selección: nuestro entendimiento no se limita a registrar pasi-
vamente los estímulos del mundo externo. Toda percepción es procesada
por éste, separada en sus elementos componentes, organizada y compues-
ta luego. (Sabino, 1996, p. )

En eso consiste una teoría: es una versión


idealizada de la realidad, concebida para expli-
car la experiencia, no para “reflejarla” como un
reflejo se corresponde con una imagen en el es-
pejo, lo cual la haría perder su valor explicativo.
“Ninguna (teoría o modelo) puede capturar la
verdad, la pura verdad y nada más que la ver-
dad. Si lo hicieran, dejarían de ser modelos, tal “Esto no es una pipa” - René Magritte, La Traición
como un mapa que se correspondiera exacta- de las imágenes (1928-1929). Los Angeles County
Museum of Art.
mente con el terreno dejaría de ser un mapa”
(Widdowson, 1996, p.20). Es tarea de cada disciplina científica trazar la línea de sepa-
ración entre las abstracciones idealizadas y los hechos que busca representar.

Cabría añadir que, si bien la teoría misma es siempre del orden del pensar (no del
percibir, ni del actuar), no toda teoría es necesariamente científica, no todo pensa-
miento puede dar cuenta válidamente lo real. Su validez científica dependerá de su po-
tencial explicativo y demostrativo. Por ejemplo, un plano de la ciudad de Paraná sólo
es válido (bueno) en tanto nos permite orientarnos en ella (en el ámbito del actuar),
analizar rutas alternativas para llegar de un lugar a otro sin necesidad de recorrer efec-
tivamente cada una (en el ámbito del pensar); y siempre y cuando, al pasear por la ciu-
dad podamos confiar en que ahí donde el mapa indica que nos vamos a encontrar con
una plaza, efectivamente tendremos la experiencia de un espacio verde, con árboles y
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niños jugando, por ejemplo (ámbito del percibir o de la experiencia). Esta cuestión se
vuelve particularmente compleja cuando se trata de los objetos de las Ciencias Socia-
les. Acerca de algunas de las dificultades metodológicas de tales disciplinas, Sabino
(1996, p. ) nos recuerda:

En tales campos de estudio ocurre lo mismo que sucede en otras discipli-


nas: ninguna visión coherente de los hechos, ninguna profundización de
sus relaciones puede ser alcanzada si antes no se superan ciertas barreras
epistemológicas que impiden su comprensión. Nos referimos a las que sur-
gen por dejarse guiar por la apariencia inmediata de los fenómenos, a las
que emanan de un pensar si se quiere ingenuo, primario, que se contenta
con tomar nota de las cosas tal como directamente aparecen ante noso-
tros.

Las sociedades, las culturas, las instituciones, las producciones humanas, se nos
aparecen siempre mediadas por los propios valores o los de nuestra cultura, creencias,
visiones del mundo, convicciones personales subjetivas, sistemas de ideas. Aquí entra
en escena el problema de la ideología, que es imprescindible examinar cuando se trata
de la crítica del conocimiento.

Referencias

Borges, J. L. (1974). Obras Completas: 1923-1972, (p. 847). Buenos Aires: Emecé
Sabino, C. (1996). Los caminos de la Ciencia: Una introducción al método científico. Ca-
racas: Ed. Panapo.
Widdowson, H. G. (1996). Linguistics. Oxford: Oxford University Press.

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