¿Qué misterio insondable vive en la enormidad del mar? ¿Qué
tienen sus azules aguas que agitadas o en quietud siempre cantan con ese susurro que semeja el chasquido de un beso? ¿Por qué sus olas al rozar las orillas dejan muy tiernamente las arenas que son parte latente de sus entrañas? ¿Qué magia desconocida lo acrecienta en noches de luna llena? ¿Por qué fascina, nutre el alma, y enardece el corazón? ¿Por qué da calma en las tormentas de los sentimientos y disipa las amarguras? ¿Por qué solo escucha el viento de las inquietudes y saborea las brisas de los amores? ¿Por qué se despereza al llegar la mañana, se torna bravío y, estrella sus olas en las rocas con lamentos que estrujan sentimientos y el alma? ¿Por qué después de esas angustias se alegra en las noches, y crece moviendo sus entrañas buscando más allá de sus orillas?
No tengo respuestas que dar por este mar que forja su
belleza como testigo silencioso de tantas historias; que es humilde como siervo, majestuoso y poderoso como un rey.
Siempre se presenta dócil, como el mejor de los amigos;
pero también fiero y aguerrido, como el más bravío enemigo, capaz de lo inverosímil; pero también generoso, como dador de salud y vida, de inspiración y romanticismo, de esperanzas y realidades.
Este mar, es mi confidente y mi mejor amigo; a el acudo
cuando cae la noche para contarle el tropel de mis vivencias y, mis más engendrados anhelos; a él acudo cuando se agita mi corazón y tirita mi alma; cuando no encuentro respuestas que puedan disipar las tormentas de mis inquietudes; así, espero quedito aspirando su aroma, saboreando la brisa salobre que se anida en mi rostro; hasta que escucho su voz susurrando en el trajín sin fin de sus olas shua, shua, shua, en respuesta que aquieta mis instancias. Este mar coqueto y adulador, amigo incondicional del viento, siempre adormece con el canto de sus olas; él nos trae la fascinación de su incomparable fuerza y sus inquietudes; él nos da el placer de olvidarnos de aquello que minimiza los sentimientos y la vida; él sutilmente nos invita a cuestionar las vivencias que supeditan la alegría del amor, y sus afanes consentidos; él nos invita a las frescura de sus aguas como el más dispuesto y ferviente galán; él siempre estará para vivir de día y para soñar de noche.
Así es el mar, ingenuo, inmenso, poderoso, e increíble y
maravilloso; lleno de misterios y de inimaginable magia. Es el mejor amigo, y el más poderoso enemigo que se pueda tener.