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Funcionalismo y

cultura

Antropología

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Funcionalismo y cultura
Bronisław Kasper Malinowski nació en Cracovia, Polonia, el 7 de abril de
1884, en el seno de una familia acomodada; murió en New Haven,
Connecticut, Estados Unidos, el 16 de mayo de 1942. Su padre, profesor de
filología y folklorista, escribió diversos trabajos sobre la lengua, los dialectos
y el Folklore polacos.
Estudió física y matemáticas en la Universidad de Cracovia, doctorándose en
1908. Su interés por la Antropología Social le llevó a Inglaterra para formarse
en esta disciplina, obteniendo su grado en la London School of Economics en
1910. Fue profesor en esta Universidad desde 1913, y allí se doctoró en
1916. En Gran Bretaña trabajó también en la Universidad de Londres, y en
Estados Unidos en las de Cornell, Harvard y Yale.

Figura 1

Casado en 1919 con Elsie Mason con quien tendrá tres hijas, fijó su
residencia en Londres hasta 1938. En esa fecha viaja a los Estados Unidos,
donde vivirá sus últimos años con su segunda mujer, Valetta Swan. Muere el
6 de mayo de 1942 en New Haven, siendo presidente del Instituto Polaco de
Artes y Ciencias de Estados Unidos.
Fue el refundador de la Antropología Social británica a partir de su
renovación metodológica basada en la experiencia personal del trabajo de
campo y en la consideración funcional de la cultura.

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Críticas a la teoría evolucionista
Polaco de nacimiento pero inglés por su educación y desempeño académico,
Malinowski, pasada la Primera Guerra Mundial, no tuvo dificultades para
llegar a los antiguos territorios colonizados por Inglaterra; el sudeste asiático
y el Pacífico sur.
Se lo considera el padre de la Antropología por varias razones, en principio,
por los aportes en el campo de la reflexión metodológica y epistemológica
cuando propone un trabajo de campo riguroso para la recolección de datos
y por el valor que adquiere la critica que expresó contra el pensamiento
evolucionista que le precedió.
Cuestionó de etnocentrista aquel pensamiento antropológico asentado en
la teoría de Darwin, es decir, aquella mirada basada en el centrismo o
narcisismo de una cultura en desmedro de otra u otras. Aquí Malinowski,
como hijo académico de Inglaterra, se permite criticar de etnocentrismo a
un pensamiento gestado en una de las cunas de la civilización europea,
blanca y cristiana. Este hecho despoja de prejuicios y explicaciones
simplistas e interesadas a la antropología como disciplina científica en
construcción.

El pensamiento de Malinowski
Malinowski no partió su estudio sobre el “otro”, semejante o distinto desde
la pregunta teológica sobre el origen del hombre (el Génesis de la Biblia)
como lo hicieron los evolucionistas si no que, valiéndose de la constatación
biológica que todos los seres humanos, cualquiera sea el color de su piel,
creencia u organización social y cultural, eran anatómicamente iguales, se
detuvo en el interrogante puesto en las diferencias percibidas.
De este modo, plantea a la Antropología como el estudio de la diversidad
humana. En ella no hay pueblos, culturas u “otros” inferiores o menos
evolucionados que otros., no hay grados, estadios, etapas o períodos, solo
diversidad. El hombre, anatómicamente es uno y se destaca por la
diversidad, por lo tanto, no está circunscripto a una linealidad o continuidad
fija de evolución de la cultura o determinado como pensaba desde un punto
de vista etnocéntrico, el evolucionismo.
En tanto que el evolucionismo planteaba que en línea de evolución de la
cultura, la sociedad europea ocupaba el estadio superior producto del
progreso. Esta noción fundamental y fundante de la Antropología hacia el
“otro”, distinto y semejante, permitirá a Malinowski construir una imagen
de éste muy distante conceptualmente de la que construyeron sus
predecesores, los evolucionistas.
¿Cómo Malinowski construyó la imagen del otro como diverso?, ¿cuáles
fueron los materiales que permitieron su elaboración la proceso?, ¿cuáles
fueron las consecuencias teóricas para la Antropología?

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La teoría de la diversidad de Malinowski es efecto de su respeto por ese
“otro” diverso y su crítica o alejamiento del etnocentrismo, una explicación
que se asienta en el terreno estrictamente cultural, porque para Malinowski
la cultura es una construcción o respuesta artificial que los distintos hombres
de la tierra produjeron y producen ante las necesidades básicas, elementales
o primarias (ej.: alimento, abrigo, reproducción, etc.) que buscan ser
satisfechas.
De aquí, entonces, aún cuando esas necesidades básicas sean las mismas en
todos los seres humanos, las respuestas o modos de satisfacerlas pueden ser
tan variados y diversos, como tantas culturas habitaron y habitan sobre
tierra.

Figura 2: Una joven raspa hojas de banana para la confección de una


pollera

Como vemos, si bien Malinowski toma distancia crítica del pensamiento


evolucionista inspirado en la Biología de Darwin, no logra romper
definitivamente con la fundamentación biológica de la cultura y la
diversidad. Por eso en algún momento se habló de construcciones teóricas
realizadas sobre los cimientos de una teoría anterior; es el caso de
Malinowski. Para él la cultura tiene una función, satisfacer necesidades
naturales o biológicas; la procreación, la alimentación, la defensa, la
seguridad.
De ese modo, la cultura “funciona”. A su interior se pueden distinguir
distintas respuestas dedicadas a satisfacer las necesidades naturales. Esas
respuestas Malinowski las concibe como instituciones de la cultura o, en
otros términos, cada institución tiene una función que cumplir. Ejemplo, el

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matrimonio es una institución cultural para satisfacer la necesidad de
procreación como la familia para la alimentación.
Desde esta perspectiva teórica Malinowski explicará la diversidad de
sociedades desde las categorías de simplicidad o complejidad institucional
que ellas hayan gestado en función de satisfacer culturalmente (la cultura
como construcción artificial) las necesidades básicas o primarias.
Serán simples aquellas sociedades que cuentan con pocas instituciones o
funciones culturales y, a la inversa, complejas aquéllas que más instituciones
posean para satisfacer las necesidades. A diferencia de la organización social
europea del siglo XX que ha creado múltiples instituciones o funciones
específicas para lograr esa satisfacción a las necesidades, las organizaciones
más simples en pocas instituciones o funciones confluyen varias tareas o
necesidades a responder. Ejemplo, mientras en Europa la institución familiar
tiene como función la reproducción, la institución escolar la función
educativa, la laboral la función alimentaria y así tantas otras con fines
específicos; para Malinowski, en otros pueblos aquellas funciones pueden
realizarse desde una sola institución como puede ser la familia o el
parentesco. De aquí que éstas, en la concepción de Malinowski, tendrían
mayor simpleza organizativa que las otras, más complejas.
Ahora bien, en tanto para Malinowski antropológicamente no hay un “yo” y
un “otro” diferente, sino un nosotros, humanos y diversos, esa posición
antietnocentrista y respetuosa ante el diferente lo llevo a construir una
herramienta metodológica esencial para el trabajo de investigación en
Antropología: la Observación Participante. Con esa metodología Malinowski
se plantea escuchar y observar atentamente al otro, no prejuzgarlo, sino
discernir su lógica, sus razones y fundamentos, no inexistentes como
suponían los evolucionistas, sino diversos. El pensador aconseja para la
observación participante, además de una libreta donde anotar cada detalle
que llama la atención del observador sobre el “otro”, convivir con él, alejarse
de los pares e iguales (europeos y blancos) de la sociedad del observador,
vivenciar las emociones, los afectos, las creencias del “observado” para
reconocer su humanidad.
Es éste uno de los principales trabajos por los cuales se puede considerar a
Malinoswki el padre de la Antropología, además de imprimir respeto por el
otro. El distinto y semejante le provee una importantísima herramienta de
recolección de datos, el trabajo de campo y este aporte metodológico
fundamental posibilita un giro en la mirada del antropólogo. La observación
del investigador sobre el terreno riguriza la obtención de información “in
situ”. A partir de la permanencia del antropólogo en el lugar de observación
de la sociedad que estudia era posible conocer cómo vive, cómo piensa,
cómo siente un nativo. Las creencias, las ceremonias, los rituales cobran
sentido para las culturas en la medida de su descubrimiento en las propias
aldeas, pueblos y tribus donde se instala el antropólogo.
Con esta imagen de la diversidad del otro, semejante y diferente construida
por Malinowski, valiéndose del material que le proveía la Biología y los

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registros desprejuiciados de aquéllos, bien se puede decir que Malinowski
democratizó la Antropología, en tanto los destinatarios de su construcción
no fueron los colonialistas europeos ávidos de justificaciones tales como
“civilizar al salvaje” como también de dominio y poder, sino los diversos
pueblos del mundo con su derecho a defender sus organizaciones culturales
y sociales. Evidentemente, esto significó una nueva imagen propuesta por
Malinowski que impactó sobre aquellos que sostenían la superioridad de
unos hombres sobre otros.

El funcionalismo
Malinowski como teórico, es considerado el fundador del funcionalismo,
escuela antropológica que pretende analizar las instituciones sociales en
términos de satisfacción colectiva de necesidades individuales
(principalmente biológicas), considerando cada sociedad como un sistema
cerrado y coherente; por este motivo se opuso a la aplicación reduccionista
de ciertos planteamientos evolucionistas a las sociedades humanas. El
objetivo del Funcionalismo y su base fundamental es considerar que todas
las partes sociales de un grupo humano están relacionadas entre sí y
cumplen una función dentro de un sistema.
Esta corriente antropológica se basa en la idea de que cada uno de los
componentes e instituciones sociales se relacionan entre sí dentro de un
sistema en el que cada uno tiene una función. Como ejemplo, destacó las
características de creencias, ceremonias, costumbres, instituciones,
religiones, rituales y tabúes sexuales. Según la mención que realizó a su
muerte el New York Times, Malinowski estudió e integró hasta diez mil
características culturales distintas.

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Figura 3

El concepto de animalidad
Malinowski establece premisas acerca de la unidad biológica pero en
términos de una continuidad entre el hombre y el animal. Al nivel de las
necesidades biológicas (nutricias, reproductivas, defensa, protección) el
hombre es un ser más de la naturaleza. Con el acto mismo de satisfacción de
estas necesidades, el hombre alcanza su verdadera humanidad. En el caso
del animal, la satisfacción de sus necesidades supone una relación directa
con la naturaleza a partir de la puesta en funcionamiento de su aparato
anatómico. Malinowski señala entonces una relación cronológica en
términos anterior-posterior.
El comportamiento animal es anterior y es condición del surgimiento del
comportamiento humano. El anterior es precultural. Ej. los antepasados
“infrahumanos” son la condición precultural del hombre.
El comportamiento que conecta impulso orgánico-instrumento-satisfacción
posibilita la formación de hábitos al nivel de cada organismo individual. De
esta manera, cada ejecución individual implicaría para el individuo en estado

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precultural o animal. Mientras estos hábitos son individualmente
improvisados y no constituyen la base de una conducta reflexiva por parte
de todos los miembros de la comunidad, no podemos hablar de cultura. El
comportamiento cultural supone organización estable y permanente de
actividades (costumbres), mientras que el comportamiento precultural o
animal supone ejecuciones individuales (hábitos). La transición entre un
comportamiento y otro implica la incorporación de realizaciones
individuales a una tradición permanente organizada de grupo y transmitida
de una generación a otra. El hombre se realiza como tal en la satisfacción
cultural de sus necesidades biológicas. En este sentido “el hombre de la
naturaleza no existe”. (Boivin y al. 2004)

Función e institución
Dos conceptos claves se desprenden de estas consideraciones a fin de
comprender la relación entre comportamiento cultural y necesidad humana:
función e institución.
Para especificar el concepto de función en el marco de la teoría de
Malinowski, vamos a diferenciar su tratamiento asegurándonos que la
mirada esté puesta en el individuo y sus necesidades o en la Cultura como
realidad instrumental. Desde el punto de vista del hombre y sus
necesidades, el concepto de función se asocia directamente con la
supervivencia y reproducción del individuo en tanto miembro de una cultura
determinada. Función alude a la satisfacción de necesidades por medio de
actividades en las cuales los hombres cooperan entre sí, usan utensilios y
consumen bienes. Lo que está en juego aquí es el sostenimiento del
organismo individual. Esta noción de función contiene en su misma
definición el requisito de la cooperación. Los individuos se organizan a fin de
alcanzar sus propósitos; el principio de organización es la base del concepto
de Institución.

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Figura 4: Grupos enteros sobre la playa aprecian una gran pesca

La institución es la unidad mínima de organización humana e implica la


relación de los hombres entre sí y con el ambiente natural o artificial, según
lo establecido por la tradición o por el mandato, obedeciendo a normas
específicas de asociación y utilizando el equipamiento material de que
disponen. Para Malinowski, la institución es la unidad mínima concreta,
aislable de la realidad cultural, que expresa la asociación indisoluble de los
tres aparatos que componen toda Cultura: el humano, el material y el
espiritual. Cada individuo al satisfacer necesidades realiza actividades en las
cuales los tres aparatos se hacen presentes en sus relaciones recíprocas.
Por ejemplo, la reproducción de la especie humana se organiza a través de
las instituciones del matrimonio y de la familia. Esto es, el individuo ejecuta
una acción institucional. En este sentido, cultura y naturaleza están
estrechamente ligadas puesto que la primera comprende y crea
instituciones a fin de satisfacer las necesidades del hombre.

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Figura 5: La familia

Figura 6: Madre e hijo

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Figura 7: Padre e hijo

La cultura como un ambiente artificial


En términos de Malinowski, los impulsos biológicos (estado puramente
orgánico) constituyen el motor inicial de la acción humana de satisfacción
(determinismo biológico). La satisfacción de estos impulsos requiere la
creación de un ambiente artificial, el cual impone sobre el comportamiento
humano un determinismo cultural. Éste implica una “redefinición” del
impulso orgánico y la constitución de nuevas necesidades, ya que la cultura
de una comunidad debe reproducirse, conservarse y administrarse. La
redefinición del impulso orgánico significa que estos problemas primarios
básicos son solucionados por el hombre a partir de herramientas (aparato
material), en el marco de una organización en grupos cooperativos (aparato
humano) y con el desarrollo de conocimientos, de un sentido de valor y de
la moral (aparato espiritual). Así, el hombre satisface indirectamente sus
necesidades a través de la creación de un ambiente artificial, secundario: la
cultura.

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Referencias
Boivin, MF.; Rosato, A. y Arribas, V. (1999). Constructores de otredad. Una
introducción a la antropología social y cultural. 1ra Edición. Buenos Aires: Editorial
Eudeba.

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