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Vazquez, María Victoria

Vida cotidiana y dictadura: Las


memorias de los vecinos de la
Dirección de Inteligencia de la
Policía bonaerense

Tesis presentada para la obtención del grado de


Licenciada en Sociología

Directora: Raggio, Sandra María

CITA SUGERIDA:
Vazquez, M. V. (2014). Vida cotidiana y dictadura: Las memorias de los vecinos de la
Dirección de Inteligencia de la Policía bonaerense [en línea]. Trabajo final de grado.
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1025/te.1025.pdf

Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio


institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la
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Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA

LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA

TESINA

Vida cotidiana y dictadura:


Las memorias de los vecinos de la
Dirección de Inteligencia de la Policía
bonaerense

Alumno/a. María Victoria Vazquez


Legajo 86512/3
Correo electrónico: mvictoriavazquez @gmail.com
Director: Dra. Sandra Raggio
Co-directora: Lic. Samanta Salvatori
Fecha: abril de 2014.

1
RESUMEN

La presente investigación tiene como propósito analizar las percepciones de los

vecinos de la ciudad de La Plata en torno a la última dictadura cívico-militar en la

Argentina y sus implicancias en tiempo presente. El análisis se basará en los sentidos

que los vecinos construyeron en base al funcionamiento cotidiano de la Dirección de

Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) ubicada en el casco urbano la

ciudad de La Plata donde funciona actualmente Comisión Provincial por la Memoria.

Los ejes que atraviesan este análisis son: la construcción de sentido en torno al pasado y

cómo aún hoy se percibe el impacto del proyecto dictatorial en el espacio.

Este trabajo tiene como objetivo poner en tensión y problematizar los discursos

hegemónicos que trazaron la historia de este edificio, entendiéndolo como un territorio

en disputa. La ocupación de la DIPPBA y su recuperación por CPM enuncia, en el

devenir de la historia, las transformaciones de la “memoria oficial”. Las voces de los

vecinos incorporan una nueva perspectiva para enriquecer este análisis y complejizar la

comprensión del terrorismo de estado y su arraigo en la sociedad.

Términos claves: Memorias /Vida cotidiana / Transformaciones territoriales /

Dirección de Inteligencia de la Pcia. De Buenos Aires (DIPPBA) / Terrorismo de

Estado

2
INTRODUCCIÓN………..………..…………………………………...…………….6

CAPÍTULO I. Los vecinos de la DIPPBA: un estudio sobre las percepciones de la

dictadura en la trama barrial…....…………………….………………………………...12

I.I. Memorias de la dictadura: sitios, sentidos y disputas……………………………....14

I.II. Dictadura y sociedad………………………………………………………………17

I.III. La trama micro del terrorismo de estado ……………………………………….18

I.IV. El miedo como objetivo en sí mismo; terror de estado………………………….21

I.V. Aceptación y distanciamiento, los grises frente a los regímenes autoritarios……..24

I.VI. La trama urbana barrial: el impacto del proyecto dictatorial en el espacio………27

I.VII. Apartado metodológico……………………………………………………….…32

CAPÍTULO II. La plata: las huellas del terrorismo de estado en una ciudad……...…37

II.I. La Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires…………………...42

II.II. El enemigo interno: un nuevo paradigma de sujeto subversivo……………….....45

II.III. El papel de la DIPPBA en la maquinaria del terrorismo de estado……………..47

II.IV. DIPPBA: su inscripción en el espacio…………………………………………..48

II.V. De Dirección de Inteligencia a Comisión Provincial por la Memoria………...…50

II.VI. La casa de 54, un sitio de memoria…………………………………………...…52

CAPÍTULO III. Relatos de la vida cotidiana: los vecinos de la DIPPBA……………58

III.I. ¿Quiénes cuentan?................................................................................................62

III.II. Silencios, los otros relatos del pasado………………………………………..…64

III.III. “El vecino de abajo se quejaba de los tacos, pero no se quejaba de los gritos” la

irrupción de la dictadura y las percepciones generales de la DIPPBA…………………66

III.IV. Relatos desde el presente: las miradas sobre la dictadura…………………..…82

3
CAPÍTULO IV. Las huellas del terror: los dispositivos de control y vigilancia en el

barrio……………………………………………………………………………………92

IV.I. Jaque al espacio público: La garita, los reflectores y el vallado……………….…95

IV.II. Mostrar ocultando: las miradas biseladas…………………………………...…104

IV.III. La DIPPBA: construcciones de sentido desde el afuera. El misterio…………108

IV.IV. Del personal de la DIPPBA: los hombres, los oficinistas, los mounstros. La

omnipresencia…………………………………………………………………………118

CONCLUSIONES………………………………………………………………...…126

BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………….131

4
¿Qué es lo que ocurre allí? ¿Cuántos crímenes se hubieran evitado si
en ese momento en que la ventana se ilumina, hubiera subido a
espirar, un hombre? ¿Quiénes están allí adentro? ¿Jugadores,
ladrones, suicidas, enfermos? ¿Nace o muere alguien en ese lugar?
En el cubo negro de la noche, la ventana iluminada, como un ojo,
vigila las azoteas y hace levantar la cabeza de los trasnochadores que
de pronto quedan mirando aquello con una curiosidad más poderosa
que el cansancio. Roberto Arlt, Ventanas iluminadas (Aguasfuertes
Porteñas, 1973)

5
INTRODUCCIÓN

La siguiente investigación pretende realizar un primer abordaje sobre la vida

cotidiana durante el período de la última dictadura militar de 1976, teniendo como

marco las memorias de los vecinos que vivieron en las cercanías de la calle 54 entre 4 y

5, donde funcionó la sede de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos

Aires (DIPPBA), actual Comisión Provincial por la Memoria.

Al referirnos a los vecinos, quiero destacar a un conjunto de personas que no

sólo viven/vivieron en las manzanas linderas a la ex DIPPBA, sino a personas que han

tenido alguna relación o vivencia con la DIPPBA durante la última dictadura militar.

¿Cómo narran los vecinos la vida diaria en la cercanía con la DIPPBA? Su

mirada conforma un análisis en torno al fenómeno de inscripción en el espacio urbano

de la represión ilegal desplegada por la última dictadura militar.

El enfoque puesto en las percepciones de los vecinos, testigos “privilegiados”

del accionar de la DIPPBA responde a la necesidad de dar cuenta de una perspectiva de

análisis poco explorada en torno a los estudios sobre la última dictadura cívico-militar

que vivió la Argentina. Su relevancia descansa en la posibilidad de configurar la trama

micro- social, donde permeó el terrorismo de estado durante la última dictadura militar

como mecanismo de ordenamiento social.

Es difícil imaginar la posibilidad del terrorismo de estado sin pensar en las

articulaciones necesarias establecidas con espacios de sociabilidad que funcionaron

repitiendo y replicando las instancias de control que desde el Estado se enunciaban (la

escuela, el trabajo, los espacios recreativos, etc). a instrumentalización de un método de

control ejercido desde la penetración sistemática en los más pequeños nodos capilares

de la sociedad estableció un pathos microscópico (O’Donnell, 1997) capaz de

6
configurar pequeños controles que replicaban el mandato establecido por la cúpula

militar. Los microdespotismos funcionaron como un control directo sobre cada uno de

las esferas sociales, desplegados de forma estratégica y configurando una vigilancia

permanente y total en cada ámbito de la vida de los ciudadanos.

La difuminación de las fronteras entre lo público y lo privado (Jelin, 2006)

establece una dualidad en base lo visible y lo invisible, lo legal y lo clandestino que, a

su vez, pretende no dejar huellas sobre el entramado urbano. Los procedimientos

ilegales ejercen este doble juego: son percibidos por los ciudadanos pero al mismo

tiempo se ejecutan de forma clandestina. Un secreto a voces (Calveiro, 2004) habilitado

desde las prácticas autoritarias del Estado, pero configuradas desde la ilegalidad sin

dejar rastros sobre el paisaje.

Esta dualidad es quizá más palpable cuando damos cuenta de la cercanía de las

dependencias policiales que conformaron el aparato de control y represión del estado.

La DIPPBA es una de ellas.

La elaboración y ejecución de operativos en toda la provincia – según consta en

los mismos legajos allí elaborados y que componen, en la actualidad, el acervo

documental de la Comisión Provincial por la Memoria – contó con la participación de la

DIPPBA. Por otro lado, la permanencia y funcionamiento bajo regímenes militares

como en períodos democráticos, conforma un elemento que complejiza la percepción

del aparato represivo del estado, sus funciones y la correspondencia con las tareas del

orden y la seguridad.

Este sitio es - además de un espacio en disputa permanente por los actores que

intentan legitimar sus relatos sobre los hechos del pasado- escenario de la cotidianeidad

a partir de la cual los vecinos elaboraron sus trayectorias de vida. La infancia, la

adolescencia, la adultez conforman la experiencia de estos actores montada en un

7
contexto lindado sobre el terrorismo de estado y la referencia próxima de la DIPPBA.

Ello implicó el desarrollo de estrategias y tácticas que re-configuraban el “normal”

desarrollo de sus vidas, que son en la actualidad tomadas y muchas veces reformuladas

desde su presente: el consenso, el miedo, las resistencias, conforman los repertorios de

acción.

No se trata de actores implicados de forma directa en la represión ilegal, sin

embargo, su testimonio da cuenta del alcance real de esa represión. Los relatos de los

vecinos se configuran muchas veces como una narración “fuera de campo”. Parten de la

indagación sobre un actor que si bien era parte del paisaje cotidiano del barrio,

establecía un cerco de invisibilidad sobre sus acciones. Ese vacío se prefigura en

muchos de sus relatos, un espacio invisible que rodea lo visible. Se trata de un límite

difuso, con lo cual la narración de lo que no podemos ver, configura la potencialidad

imaginativa que le otorgamos a lo que sí podemos ver. Pueden ser indicios o

sugerencias de tales situaciones.

La memoria, pensada como un hecho social (Holbawchs, 2004) se constituye

como una narración selectiva. Pero no se trata de una estructura narrativa fija, sino más

bien una complejidad de recuerdos, silencios y olvidos que se trenzan y van

modificándose. Las memorias tienen entonces la particularidad de componer un

material subjetivo y relativo que da cuenta de los enfoques que desde el presente

configuran nuestra identidad.

No buscamos en ellos la descripción contextual e histórica de los hechos

acontecidos – en ese caso difícilmente las memorias nos aportarían datos certeros – ellas

dan cuenta de la significación de los hechos. Desde esta perspectiva la memoria es

considerada como un activo proceso de creación de significados (Portelli, 1991) ¿Qué

sentidos se elaboran en torno a los hechos de represión más cercanos a las vidas de estas

8
personas? La respuesta a esta pregunta no es única y da cuenta de los diversos matices

con lo que se elaboraron sentidos en torno a la dictadura militar. La posibilidad de

enunciación del terror desde el cotidiano.

Quizá la pronunciación de estos relatos es lo que permiten poner en cuestión el

análisis que desde el presente se hace del terrorismo de estado. Y es ahí donde radique

lo más relevante de tal análisis: ¿Persisten los repertorios de acción configurados por

esta matriz autoritaria en el presente democrático?

La Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires funcionó en la

ciudad de La Plata, en una casa ubicada en la calle 54 Nº 487, la cual se mantuvo en

funcionamiento entre los años 1956 y 1998, abarcando, como ya mencioné de este

modo períodos dictatoriales y también transiciones democráticas. En una primera etapa,

la DIPPBA compartió el edificio con la Dirección de Arquitectura de la Policía, pero

finalmente, y luego de varias reformas, la casa de la calle 54 quedó enteramente para

ellos. La función que desarrolló luego de la reforma que atravesó este órgano de

inteligencia con la intervención de las Fuerzas Armadas en el organigrama de la Policía

de la provincia (1955), implicó una persecución y control más orientado al nuevo

paradigma de enemigo interno desarrollado al calor de los procesos mundiales y en el

marco de la guerra fría (Funes, 2004).

En 1998 y mediante una reforma de la Policía de la Provincia de Buenos Aires,

la DIPPBA se disuelve y en junio de 1999 la Cámara Federal de Apelaciones de La

Plata dicta una medida de no innovar sobre el Archivo de la DIPBA, considerando que

los estos podrían aportar pruebas en los Juicios por la Verdad. En 2000 el gobierno

provincial transfiere el archivo a la Comisión Provincial por la Memoria, quien además

toma posesión de la casa el 24 de marzo de 2001. Aquí se configura una nueva

9
narración de la casa, que viene a denunciar y hacer público los mecanismos utilizados

por el estado durante la represión ilegal desplegada durante la última dictadura.

Estos son los relatos que logran imponerse, a partir de una lucha constante, sobre

los sentidos elaborados en torno a la DIPPBA. Se plasman claramente la mirada de los

perpetradores y de las víctimas. Desde esta perspectiva, la DIPPBA es un territorio de

memoria (Da Silva Catela, Ludmila 2001) No se trata de procesos sosegados, sino que

están dados por disputas políticas donde se confronta por los sentidos atribuidos al

pasado, así como también su significación desde le presente.

Ahora bien, nuestra intención en el siguiente trabajo es complejizar este análisis

indagando sobre los sentidos que los vecinos de esta casa pudieron elaborar en los años

de la dictadura sobre la DIPPBA.

El rescate las voces de los vecinos apunta a la necesidad de darle una nueva

dimensión al análisis sobre el terrorismo de estado. Estableciendo una visibilidad sobre

las zonas grises (Levi, 2000) y los relatos muchas veces relegados a una cuestión casi

anecdótica sobre lo que “verdaderamente sucedió” partiendo de las voces de los

“propios protagonistas”. Por ello considero que el estudio sobre las representaciones de

los actores que rodearon el cotidiano de la DIPPBA, puede enriquecer la perspectiva

desde la cual pensamos la posibilidad del horror, la enunciación de la vida cotidiana

establecida como un estado terrorista.

Las entrevistas realizadas a los vecinos de la actual Comisión Provincial por la

Memoria forman parte del programa de historia oral de la CPM denominado “memorias

encontradas” Serie “Vecinos de la DIPPBA”, (del cual formé parte entre los años 2010

y 2011) en el cual se está relevando las voces de quienes puedan narrar la historia y los

distintos períodos del edificio en el imaginario de los vecinos. Las entrevistas que

utilizaré para este trabajo se desarrollaron durante el año 2010.

10
En esta investigación, sólo reflejará los testimonios referidos al período de la

última dictadura cívico-militar que irrumpió en 1976. Nuestro interés en establecer este

recorte temporal, está fijado con la intención de dar cuenta de la relevancia que la

DIPPBA ocupó en la trama del terrorismo de estado, funcionando como un engranaje

fundamental de la represión ilegal que se desató sobre los sectores populares de la

provincia de Buenos Aires.

El contacto con estos testimonios se llevó a cabo a partir del “timbreado” en el

barrio, rastreando a las personas que quisieran aportar su testimonio y también a partir

de terceros que funcionaron como puentes con personas que hubieran vivido en el

barrio. En base a ello, y a la disponibilidad de los potenciales entrevistados, se

acordaron encuentros preliminares que pautaron o no una nueva instancia de encuentro.

Para el relevamiento de los vecinos que accedieron a hablar con nosotros y ofrecernos

su testimonio, se realizaron entrevistas semi estructuradas.

Cada uno de ellos cuenta con alguna particularidad: personas que vivieron y

viven actualmente en el barrio, personas cuyo tránsito fue meramente casual pero dejó

una huella en sus relatos de este espacio, personas que se alejaron del barrio pero

conservan de la DIPPBA recuerdos imborrables. Diferentes tiempos y diferentes

perspectivas. A todos ellos los une sin embargo la sensibilidad de la apropiación de un

espacio contiguo que a la vez les era completamente ajeno e incierto.

Por otro lado, sumaré fuentes documentales que nos arrojen luz sobre algunos

detalles cronológicos sobre la Dirección de Inteligencia, y que complementen los relatos

de los vecinos. En este sentido recurrimos a la búsqueda en el archivo de la DIPPBA y

la consulta de algunos testimonios de ex agentes de la DIPPBA enmarcados en los

Juicios por la Verdad.

11
I
LOS VECINOS DE LA DIPPBA: UN ESTUDIO SOBRE LAS PERCEPCIONES
DE LA DICTADURA EN LA TRAMA BARRIAL

“La ruptura de la solidaridad colectiva y la instalación del aislamiento del


individuo como concepción y como práctica son algunos de los valores
que hacen de esa realidad aparte una especie de maqueta de la sociedad y
de las relaciones que se desearían constituir desde el poder que concibe y
echa a andar el mecanismo concentracionario. Su efecto de penetración
es alto y subsiste, como memoria grabada en el cuerpo social, mucho más
allá del desmantelamiento de los campos” (Pilar Calveiro “La
experiencia concentracionaria” 2007)

En la búsqueda de respuestas sobre los alcances del horror en las experiencias

sobre el terrorismo de estado, se ha comenzado a indagar distintas experiencias

abordando la dimensión de la vida cotidiana. Dejando de lado el análisis histórico

basado en los relatos de grandes actores protagónicos – el rol de partidos políticos,

grupos armados, instituciones del estado y de la iglesia, grupos económicos, entre los

más frecuentes1 - se pone el foco en el comportamiento de la sociedad en general, la

“gente común”.

1
Sobre este recorte o tema ver; actores económicos: CANELO, Paula. “La política contra la economía:
los elencos militares frente al plan económico de Martínez de Hoz durante el Proceso de Reorganización
Nacional (1976-1981)” en Alfredo Pucciarelli (coord) Empresarios, tecnócratas y militares. La trama
corporativa de la última dictadura militar, Bs As, SXXI, 2004.; BASUALDO, Eduardo, 2006. Estudios
de Historia Económica Argentina. Desde Mediados del siglo XX a la actualidad. Buenos Aires, Siglo
XXI-FLACSO. Mundo del trabajo: James, Daniel. Resistencia e integración. El peronismo y la clase
trabajadora
argentina, 1946-1976. Buenos Aires: Sudamericana, 1990; POZZI, Pablo, 1988. Oposición obrera a la
dictadura. Buenos Aires, Contrapunto. Grupos armados y radicalización política: Romero Luis Alberto,
“La violencia en la historia argentina reciente: un estado de la cuestión”, en Anne Pérotin-
Dumon, Historizar el pasado vivo en América Latina (publicación electrónica), Calveiro, Pilar. Político
y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla délos años setenta. Buenos Aires: Norma, 2005.

12
Para acercarnos al estudio sobre la construcción de las memorias de los vecinos

de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) y el

ordenamiento de la rutina diaria durante la última dictadura militar condicionada por la

DIPPBA, es necesario echar luz sobre un concepto clave: vida cotidiana.

Aquí retomaré la concepción de Norbert Lechner (1988) de “vida cotidiana”,

quien la define como la sedimentación de un conjunto de actividades y actitudes como

rutinas y hábitos que se mantienen constantes por un periodo prolongado. Entiende la

vida cotidiana como un fenómeno contemporáneo y por tanto empresa de reflexión

crítica que permite indagar en lo “normal” y “natural” para poder revelar desde allí las

situaciones o problemáticas diferentes o nuevas:

“Definiendo un conjunto de actividades como cotidianas, estamos


definiendo criterios de normalidad con los cuales percibimos y
evaluamos lo anormal, es decir: lo nuevo y extraordinario, lo
problemático. Tal vez el aspecto más relevante de la vida cotidiana sea la
producción y reproducción de aquellas certezas básicas sin las cuales no
sabríamos discernir las nuevas situaciones ni decidir qué hacer”2

La última dictadura cívico-militar implicó una transformación profunda de la

vida diaria. El abordaje sobre el tema realizado por Mariana Caviglia (2006) sobre el

estudio de la vida cotidiana:

“Así estudiar la vida cotidiana, visualizarla como una cristalización de


las contradicciones sociales, es estudiar los procesos microsociales para
poder explorar en ellos algunos elementos constitutivos de los procesos
macrosociales.”3

2
LECHNER, Norbert (1988) “Los patios interiores de la democracia. Subjetividad y política. Santiago de
Chile, 2ª ed Fondo de Cultura Económica.” Pág. 57
3
Caviglia, Mariana (2006) Dictadura, Vida Cotidiana y Clases Medias: una sociedad fracturada. Pág. 57.

13
La decisión de volcarse al estudio de la vida cotidiana, tiene importancia en

tanto es una crítica a la producción y uso de lo que entendemos por “sentido común”. Y

por contrapartida, una crítica a aquello que consideramos no cotidiano o extraordinario.

Sin dejar de darle relevancia a las rupturas radicales, se trata de iluminar las tramas

moleculares que acompañan a los grandes cambios sociales, de forma casi

imperceptible, pero que fundamentalmente reconfigura las nociones de normalidad y

naturalidad. Para ello es necesario “reconstruir los ejes de clasificación simbólica que

elabora determinada sociedad para estructurar la vida social”(Lechnner, 1988) AL igual

que Agnes Heller (1994), Lechnner considera que no es posible considerar a la vida

cotidiana como una estructura universal de análisis sino que se trata más bien de vidas

cotidianas en plural. Por esta misma característica entiende al estudio de la vida

cotidiana como un espacio-bisagra de las ciencias sociales y como tal exige un análisis

multidisciplinario.

Memorias de la dictadura: sitios, sentidos y disputas.

El siguiente trabajo intentará rescatar algunos relatos de los vecinos de la

DIPPBA, la emergencia de sus voces y sus narraciones sobre los años de la última

dictadura militar desde una revisión de sus vivencias en el cotidiano ¿Qué podemos

encontrar en estos relatos? Las memorias de testigos ocasionales del accionar de uno de

los dispositivos fundamentales del terrorismo de estado, que disponía el control y la

vigilancia así como la acción represiva directa sobre el cuerpo social.

En este sentido, resulta indispensable definir la memoria en su perfil plural y

subjetivo. Encontramos tantas memorias de un acontecimiento como personas que

14
puedan narrarlas. Entendemos así su carácter colectivo, haciendo referencia no a una

entidad supra individual, sino como elaboraciones contenidas y elaboradas en marcos

sociales (Halbwachs, 2004).

“Lo colectivo de las memorias es el entretejido de tradiciones y


memorias individuales, en diálogo con otros, en estado de flujo
constante, con alguna organización social -algunas voces son más
potentes que otras porque cuentan con mayor acceso a recursos y
escenarios- y con alguna estructura, dada por códigos culturales
compartidos” 4

Los relatos están necesariamente conformados por voces y también por

silencios. Se encuentra minada de sensaciones, emociones, saberes y sobre ella se

conforma el recuerdo de los acontecimientos.

La memoria como narración no es un relato objetivo sobre lo acontecido, sino

una construcción de sentido sobre el pasado, donde se deja entrever la toma de decisión

sobre la historia. Y allí radica su fortaleza. Allí podemos deconstruir la disposición

sobre la historia.

Michael Pollak (2006) afirma que los relatos tienen que ser pensados en su

condición de “instrumentos de reconstrucción de la identidad”. Esto resulta fundamental

para entender el carácter selectivo de la memoria, la conformación de un nosotros que

en su selección de sus elementos constitutivos conformará un marco social, resaltando o

haciendo hincapié en ciertos acontecimientos y olvidando y silenciando otros.

En este sentido, queda expuesto que ante la emergencia y cristalización de estas

identidades en base a la construcción de relatos complejos y selectivos sobre la historia,

necesariamente se configuran una lucha en torno al pasado. La constitución de

4
Jelín, Elizabeth JELIN, Elizabeth (2001) “¿De qué hablamos cuando hablamos de memoria?” Pág. 6.

15
memorias colectivas que se disputan el sentido del pasado y acerca de la memoria en sí

misma (Jelín, 2001), da entonces espacio a la elaboración de construcciones de relatos

hegemónicos que soslayan a otras narraciones.

Los relatos sobre la última dictadura militar en Argentina han ido incorporando

esta nueva perspectiva de análisis que echa luz sobre lo que se ha llamado “la

dimensión social de la represión” (Águila, 2007) por oposición a los relatos sobre las

memorias de lo oculto, lo clandestino del accionar represivo, que fueron hasta ahora

predominantes.

Las implicancias que tiene el abordaje del terrorismo de estado desde la

reconstrucción de la secuencia micro-histórica, lejos de aportarnos un análisis sobre la

veracidad de los acontecimientos, nos brindan una herramienta para comprender las

ambigüedades, contradicciones y tensiones que es preciso explorar para entender el

comportamiento social durante este período, y cómo esa visión del pasado reaparece en

la interpretación del presente.

Los vecinos de la DIPPBA han sido testigos del accionar cotidiano de la

Dirección de Inteligencia. ¿Cómo fue percibida, durante los años de la última dictadura,

uno de los engranajes fundamentales de la maquinaria de terror en la ciudad de La

Plata? ¿Qué relaciones se establecía entre quienes vivían sobre la calle 54 y los agentes

de la DIPPBA? En definitiva ¿Cómo narran los vecinos a la DIPPBA? ¿Cómo

rememoran de los años de la dictadura? Y en particular ¿Qué sentidos atraviesan y que

imaginario se traza en relación con la DIPPBA? Estas son algunas de las preguntas que

impulsan este trabajo y que intentaré abordar en las siguientes páginas.

Aquí cobran relevancia las voces de las personas que si bien no fueron

alcanzados directamente por la represión del estado, fueron testigos fortuitos de su

accionar más salvaje, de la instrumentalización e incluso burocratización de un método

16
de control ejercido desde la penetración sistemática en todos los planos de la vida

social, donde se buscaba implantar el orden y la autoridad.

Dictadura y sociedad.

El golpe del 76’ instauró un modelo económico de acumulación apoyado en los

preceptos liberales de valorización del capital financiero. Apertura comercial y

cambiaria, baja selectiva de aranceles sobre la importación de productos elaborados en

el exterior fueron algunas de las medidas aplicadas por técnicos e intelectuales y bajo el

aval de la cúpula castrense. Para profundizar estas medidas, se aplicó una brutal

represión de la fuerza de trabajo que se habían transformado – al calor de las políticas

de industrialización sustitutiva asistida por el estado- en un actor protagónico en la

sociedad argentina.

Este diagnóstico y estas recetas apuntaban al fortalecimiento de la inserción del

capital extranjero y concentración económica en detrimento de parte de la burguesía

nacional y los trabajadores. El disciplinamiento de los sectores populares, por su parte

clausuró definitivamente los canales la participación política (Calveiro, 2005). Con

esto, el plan de exterminio llevado adelante por las tres fuerzas implicó una represión

selectiva dirigida fundamentalmente a aquellos que representaran una oposición

política, económica y genéricamente a quienes fueran considerados “subversivos” al

orden establecido.

Ahora bien, es posible pensar en la relación establecida entre el ejercicio de la

represión estatal y la sociedad, entendiendo el ejercicio de la violencia del Estado en

esos año no sólo como una estrategia de eliminación de las organizaciones político –

17
militares, sino como una herramienta destinada a disciplinar a la sociedad en su

conjunto, en un plan de restauración del orden (Águila, 2006).

El proyecto político de la dictadura hizo de la violencia institucional una

herramienta de gestión y control social, que produjo una fractura en el cotidiano de los

ciudadanos (Caviglia, 2006) y fue conformando las condiciones visibles para convalidar

las condiciones no visibles del terrorismo de estado. En este sentido, la instauración de

un régimen de Terror implicó un colapso en la distinción entre lo público y lo privado,

donde la lógica de la autoridad pública rige y configura la vida privada, y en ese mismo

movimiento, la autoridad pública adquiere prácticas no públicas o clandestinas (Jelin,

2006)

La trama micro del terrorismo de estado.

La perspectiva que pone el foco en la “gente común” intenta dar cuenta de una

trama más compleja e inexplorada que eche luz sobre los procesos de conformación de

consenso. Consenso a partir del cual podemos pensar cómo se constituye un terreno

propicio donde se despliegan y persisten los regímenes represivos.

El acento está puesto en el carácter de mediación existente en la dimensión de

análisis de la vida cotidiana, porque allí queda enlazado el comportamiento particular de

las personas y su implicancia en la producción y reproducción del orden estructural.

“En lugar de reducir procesos microsociales al plano del individuo (en


contraposición a la sociedad) habría que visualizar la vida cotidiana
como una cristalización de las contradicciones sociales que nos permiten
explorar en la “textura celular” de la sociedad algunos elementos
constitutivos de los procesos macrosociales (…) habría que señalar

18
igualmente como raíz de la vivencia subjetiva de esa desigualdad
estructural, las prácticas cotidianas producen (transforman) las
5
condiciones de vida objetivas”

Esta perspectiva nos invita a hacer foco en la dimensión pre política de la

sociedad, no porque se trate de una instancia libre de ella, sino más bien porque allí

abordamos acciones no referidas directamente a la conformación del orden social, pero

que sin embargo, configuran el marco de acción de éstas, en su reproducción o

transformación (Caviglia, 2006). La perspectiva en que se analizan las transformaciones

sociales ofrece una noción menos rupturista que enriquece a la historia – pensada desde

la lógica de quiebres y transformaciones radicales - de los marcos sociales en los que

fue posible la enunciación de la vida cotidiana.

“Estos estudios [sobre vida cotidiana] permiten examinar las


regularidades de la existencia de distintos grupos sociales y la
intersección entre las esferas pública y privada, restituyendo la agencia a
los sujetos y mostrando la extraordinaria diversidad de las actitudes
sociales, y las dificultades para reducirlas a categorías como consenso u
oposición. La combinación de fuentes escritas y orales ha mostrado ser
muy fructífera para iluminar estos problemas”6

Se pone el foco en el análisis de los relatos de la “gente corriente”, retomando la

definición de Daniel Lvovich, 2008) quien la utiliza para referirse a personas con o sin

militancia política, no pertenecientes a la dirección de organizaciones políticas sociales.

El análisis de las narraciones de los vecinos de la DIPPBA, producidas desde su vida

cotidiana, nos empuja entonces a vislumbrar las “zonas grises” el terrorismo de estado:

5
LECHNER, Norbert (1988). Los patios interiores de la democracia; Subjetividad y política. Santiago de
Chile, 2ª ed Fondo de Cultura Económica.
6
LVOVICH, Daniel (2008) “Actitudes sociales y dictaduras: las historiografías española y argentina en
perspectiva comparada” páginas revista digital de la escuela de historia – unr / año 1 – n° 1 / Rosario.

19
“Cuanto más dura es la opresión más difundida está entre los oprimidos
la buena disposición a colaborar con el poder. Esa disposición está teñida
de infinitos matices y motivaciones: terror, seducción ideológica,
imitación servil de vencedor, miope deseo de poder (aunque se trate de
un poder ridículamente limitado en el espacio y en el tiempo) vileza, e
incluso, un cálculo lúcido dirigido a esquivar las órdenes y las reglas
establecidas. Todos estos motivos, cada uno por separado combinados
entre ellos, han sido en parte el origen de esta franja gris, cuyos
componentes, en su confortamiento, con los no privilegiados se habían
unido en la voluntad de conservar y consolidar sus privilegios”7

La posibilidad de interpretación y acción que estos sujetos tomaron frente al

devenir de la violencia estatal conforma una gran paleta de comportamientos disímiles.

Tratando de complejizar la dicotomía entre víctimas o cómplices del terrorismo de

estado, aquí retomamos a Philippe Burrin (1996), quien entiende estas conductas como

parte de un continuum que de alguna forma enriquecen y dan cuenta de un abanico de

expresiones que si bien pueden no estar enmarcadas en acciones específicas, nos dan un

espectro más real y complejo sobre el que fueron constituidas.

“En ese sentido consenso implica considerar una amplia gama de


posicionamientos que van desde el genuino apoyo hasta el acatamiento
de las normativas o la indiferencia, así como la oposición implica
también amplias modalidades de acción que incluyen la resistencia
explícita tanto como el disenso, todas ellas pueden estar combinadas y
yuxtapuestas.

7
LEVI, P rimo. Los hundidos y los salvados, Pág. 38.

20
Asimismo estas son actitudes que se constituyen en momentos
específicos, son por tanto históricas y sólo pueden entenderse en las
coyunturas que se hacen presentes.” 8

Aun así, es importante remarcar que la idea de consenso en particular y a las

demás expresiones en general, se entienden no como una disposición “de arriba hacia

abajo” sino como una construcción intersubjetiva reforzada tanto por su enunciador

como por sus interlocutores (Burrín, 1996).

El miedo como objetivo en sí mismo; terror de estado.

En el discurso militar, la apelación a la amenaza y la incitación al miedo tiene

una doble operación; la caracterización de un pasado caótico y advertir la peligrosidad

de su continuidad en el futuro, la necesidad de aniquilar al otro que pone en peligro al

“ser argentino” (Solís, 2006)

La conformación de un régimen de terror desde el Estado implicó la adaptación

del comportamiento de la sociedad, logrando así una obediencia voluntaria a los

dictámenes establecidos por las fuerzas represivas. Por otro lado, modificó y dio forma

a sujetos políticos:

“Es esencialmente una técnica de desorientación, que apunta a privar a


los sujetos de la oportunidad de calcular y prever las consecuencias de
sus acciones. Es una forma de poder en la cual la conformidad no
garantiza seguridad. Su efecto principal es la generación de una
atmósfera de ansiedad – una “cultura del miedo”. El terror no se limita a

8
LUCIANI, Laura. Actitudes y comportamientos sociales durante la última dictadura militar en Argentina
(1976-1983). Algunas consideraciones respecto de cómo analizar la compleja trama entre régimen y
sociedad. Naveg@mérica. Revista electrónica de la Asociación Española de Americanistas [en línea].
2009, n. 3. Disponible en <http://revistas.um.es/navegamerica>. [Consulta: Fecha de consulta]. ISSN
1989-211X.)

21
la presencia real de coerción arbitraria y rigurosa. Tiene un efecto
residual a través del tiempo y el miedo circundante.” 9

En este horizonte es que se enmarca una deterioro de las relaciones sociales, el

giro hacia adentro de la sociedad civil – en búsqueda de protección y cuidado de sí

mismos y de sus seres queridos –que, atravesados por la incertidumbre, se transforman

en sujetos obedientes y reproducen este control personal hacia sus esferas más

cercanas, el miedo adquiere entonces vida propia. Se vuelve su propio objetivo

(Corradi, 1996)

“El silencio, la desmentida, la justificación, la mera preocupación por


uno mismo se transformaron en pautas sociales. Todos tendían a tomar
conciencia de la importancia de la seguridad, y metabolizaban en el
microcosmo del vecindario, del trabajo o en la intimidad de la vida
familiar, la embestida brutal proveniente de arriba.”10

El terror hace colapsar la distinción entre lo público y lo privado. Allí donde se

establece la imbricación de uno en otro, ya que lo privado está ordenado en base al

designio de la autoridad pública, la cual a su vez compagina sus acciones a partir de

prácticas por fuera del marco de la ley y avasallando la vida privada.

“Esto provoca adaptaciones inocuas – una fachada de normalidad con


una trastienda de horror, una preocupación por la seguridad que cubre un
creciente sentimiento de inseguridad, locuacidades que envuelven
silencios”11

10
CORRADI, Juan (1996): “El método de destrucción. El terror en la Argentina” En Hugo Quiroga y César
Tcach (comps.
11
A veinte años del planteo de “una cultura del miedo” son los mismos miedos ¿? Jelin, 2003. Seminario
internacional miedos y memorias en las sociedades contemporáneas.

22
Podemos relacionar este desborde de las esferas de lo público y lo privado con

las consideraciones de Guillermo O’ Donnell (1997) con respecto al terrorismo de

estado. El autor analiza el terror, pero no sólo el configurado y ejecutado en sentido

descendente, sino también en sentido ascendente, enfocándose especialmente en el

comportamiento de la sociedad en sus contextos “micro” para explicar la persistencia en

el tiempo de estados autoritarios.

Ante el diagnóstico de las fuerzas militares basado en la infiltración subversiva

en el cuerpo social, se dispuso su penetración capilar. La vigilancia fue así efectiva en

base a la proximidad con las órbitas micro de la sociedad: escuelas, ámbitos laborales,

ámbitos de distención quedaron custodiados por personas que ejercieron el pathos

autoritario.

“La implementación de aquel despiadado autoritarismo en la política


soltaba lobos en la sociedad; no era sólo lo que el gobierno
expresamente incitaba sino también – el “permiso” que daba para que
muchos ejercieran sus minidespotismos frente a trabajadores,
estudiantes y otra clase de subordinados”12

La imbricación en el espacio, lograda a partir de la infantilización y el

sometimiento de las personas en los contextos del cotidiano –el de las relaciones

sociales y los patrones de autoridad que tejen la vida diaria- es el correlato del despojo

de la condición de ciudadanos, su despolitización lograda mediante la represión y el

sometimiento por parte del aparato estatal. Como contracara, se establece en el plano

del cotidiano un control a partir de los mismos actores que ocupan lugares de poder en

12
Guillermo O’Donnell, (1007 )“Contrapuntos” Democracia en la Argentina. Micro y macro. Pág. 138

23
estas esferas, a partir de lo que O’Donnell denominó los minidespotismos: los lugares

jerárquicos y de poder en la estructura de la vida diaria ejercidos por civiles que

replicaban los mandatos establecidos por la autoridad militar. Esto compaginó una

nueva forma de control social: una sociedad que se patrullaba a sí misma.

Quizá es hoy este uno de los planos donde nos es posible encontrar una

continuidad en los relatos autoritarios de la sociedad que atravesó el pasado dictatorial

en la Argentina, y dotar a nuestro análisis no sólo la dimensión de ruptura que significó

la incorporación de prácticas autoritarias avaladas desde el Estado -que se replicaron

hacia adentro de la esfera privada de las personas- sino también qué implicancias tuvo

en la configuración de dichas pautas - ahora adquiridas e internalizadas como

mecanismos propios - que en muchos casos por su misma naturalización continúan

vigentes en el presente. Poder dar cuenta de la vigencia que muchos de estos

minidespotismos es hoy el nuevo desafío que se nos plantea como sociedad.

Aceptación y distanciamiento, los grises frente a los regímenes

autoritarios.

“Si hay algo que aprender de Alemania, es seguramente el haber


entendido que más allá de la contraposición clara de víctimas y
victimarios identificables está ese ancho campo de la culpa social. En esa
zona gris importan los simpatizantes, espectadores y cómplices, el clima
en el que pudo prosperar la lógica criminal de la represión. No me refiero
sólo a las macroestructuras económicas y políticas que apoyaron al
régimen criminal, sino también, justamente, a la responsabilidad del

24
individuo, a sus minúsculas decisiones cotidianas, mirar para otro lado o
decidir ver, someterse o rebelarse”13

El golpe ejecutado por las fuerzas armadas el 24 de marzo de 1976 es recordado

como un golpe “esperado” Las FFAA contaron con un gran nicho de adhesiones:

sectores empresariales - que se vieron ampliamente favorecidos con las medidas

ejecutadas por la cúpula militar- partidos políticos y sectores de la iglesia que por

resignación o apoyo consideraron a esta nueva intervención de las fuerzas militares

capaz de “normalizar” la crisis institucional y el incremento de la violencia política que

venía dándose en los años inmediatamente anteriores.

Tal acepción, dice Daniel Lvovich (2008), debe considerarse en el marco de la

tradición de autoritarismo que caracterizó a la historia argentina desde el golpe

inaugural de 1930. El discurso de la cúpula militar intentó por su parte justificar su

intervención. Entonces el vacío de poder y la infiltración de sujetos que detentaban al

ser nacional configuraron el consenso por contraste.

Existen análisis opuestos con respecto al comportamiento de la sociedad ante

este escenario. Hugo Vezzetti (2002) por su parte caracteriza a la sociedad argentina

como una sociedad con una gran disposición al régimen militar, que compartía con ella,

aunque fuera de forma delegativa la visión antagónica de la política de forma que la

resolución se diseñaba en términos de aniquilación del enemigo.

Por otro lado, Vicente Palermo y Marcos Novaro (2003) establecen en su

análisis que si bien algunos núcleos de sociales influyentes dieron su apoyo a la

dictadura y a sus métodos represivos, otro grupo, sin dar mayores márgenes de

aceptación, entendió que ellas eran propias de los procesos militares sumando a esta

13
Huffschmid, Anne ¿quién recuerda? ¿y qué recuerda? Memorias urbanas en diálogo: Berlin y Buenos
Aires

25
condición que la metodología diseñada para la instrumentalización de la represión ilegal

– con su faceta legal y su faceta clandestina – estableció un margen difuso sobre lo que

“decidían” ver/conocer/ saber o no los ciudadanos sobre esta condición.

Ahora bien, con respecto a la “gente corriente” se requiere de un análisis más

complejo que no quede vedado por el comportamiento de sectores o cúpulas

representantes de distintos sectores políticos y religiosos.

Lvovich (2006) recupera esta discusión sosteniendo que la definición de

consenso, como la adhesión y el apoyo dado por los ciudadanos al sistema político, se

manifiesta en el comportamiento individual a través de la obediencia y la disponibilidad

a aceptar las decisiones adoptadas por los gobernantes. En regímenes donde la

participación ciudadana se ve vedada, dice el autor, este sólo puede ser un consenso

tácito, entendiéndolo como un estado de apatía, despolitización y refugio en la

cotidianeidad altamente privatizada.

Como adelantamos, muchas de las investigaciones que intentan inspeccionar en

el comportamiento social en los procesos autoritarios dan cuenta de la posibilidad de la

generación del consenso14. Es preciso contar con herramientas que nos permitan

complejizar los comportamientos sociales frente al terrorismo de estado implementado

por la última dictadura militar.

Philippe Burrin (1996) establece para el análisis de los regímenes autoritarios de

Italia y España la necesidad de abordar el comportamiento social a partir de una

caracterización más compleja que la simple dicotomía de consenso – oposición, a

partir de la conformación de una escala en torno a las nociones de aceptación y

distanciamiento. La primera relacionada con la resignación, el apoyo y la adhesión y la

segunda con la desviación, la disidencia y la oposición. Es, según el autor, una

14
Ver Vezzetti, Hugo (2002)“Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina” Siglo XXI
Editores, Argentina.

26
situación común que encontremos en un mismo individuo una mixtura de algunos de

estos comportamientos. Traigo a cuentas esta acepción porque la considero más apta a

la hora de enfrentarse con las voces de “la gente corriente” y sus recuerdos de un

pasado social traumático. Allí es posible desentrañar y encontrar más de un sentido en

la narración que atienden a mecanismos para interpretar, olvidar y recordar sus historias

personales enmarcadas en una historia social macro. No se intenta aquí buscar

“culpables” o “víctimas” de un estado represivo, pero sí de complejizar en las razones y

móviles que apoyaron la rutina en un estado de excepcionalidad, signado por el peligro

y la incertidumbre constante.

La trama urbana barrial: el impacto del proyecto dictatorial en el

espacio.

Pensar la dimensión micro en el análisis de los procesos autoritarios y en

particular la última dictadura militar en Argentina, implica indagar en una trama del

cotidiano dónde se encontraron mecanismos que por omisión, resignación o acuerdo

fueron asimilados como parte de un control capilar del mismo aparato represivo, así

como también, qué prácticas actuaron como impugnaciones y resistencias.

Bucear en las memorias de los vecinos, testigos ocasionales del accionar

represivo, nos arroja no sólo una posibilidad de enunciar ese pasado, sino también de

encontrar en él las marcas que dejó esta experiencia. La indagación sobre sus rutinas

diarias atiende, no solo a una narración de los sujetos, sino también del plano espacial, y

allí también es posible hacer visible desde el presente las huellas del terrorismo de

estado.

27
“La ciudad no puede reducirse ni a documento histórico, ni a escenario;
es un entramado primordial que debe ser repuesto en su doble condición:
como mojón material y simbólico que permite la orientación de la
sociedad en el tiempo y el espacio (…) y como redensificación cultural
de las disciplinas urbanas, traduciéndolas, volviéndolas un termómetro
sensible de los dilemas de su época.”15

Este espacio, la ciudad de La Plata y particularmente el barrio donde se inscribió

la DIPPBA, es un mosaico de memorias que los mismos vecinos y nosotros

reconstruiremos, a partir de sus relatos (de la captura que hacemos de esos relatos a

partir de las entrevistas) y de las marcas que ha dejado la historia en él; marcas

interpretadas y reinterpretadas a partir de las luchas de sentido que se desplegaron en su

seno.

No encontraremos un sentido uniforme, las percepciones de la rutina y su

relación con la trama barrial variarán y serán diferentes atendiendo a las características

de sus enunciadores, su nivel socio-económico, su edad, su sexo y su ocupación por

nombrar las más notables. Y ello también nos otorgará una caracterización del espacio

diferente.

Cada espacialidad topográfica y el perfil de sus habitantes, con sus

particularidades, configura las narrativas, imaginarios y prácticas que surgen en torno

un sitio determinado, entiendo así que el paisaje en sí mismo es una red de significados

y significantes, y por lo tanto, comprendido de diferente manera por los actores, sean

percepciones individuales o colectivas (Bailly, 1978).

15
Adrian Gorelik, Congreso Latinoamericano de Estudios Urbanos. Mesa: "Para una historia cultural de
la 'ciudad latinoamericana'" pág 4.

28
La cuadra de la calle 54 entre calles 4 y 5 es a primera vista una intersección

barrial de la ciudad sumamente céntrica donde proliferan las casas antiguas, bares,

negocios. La Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y la cervecería

“Modelo”16 son quizás las edificaciones más antiguas con que cuenta el barrio.

Asimismo encontramos el club de ajedrez, escenario de las primeras páginas de la

ficción periodística “Operación Masacre”17 escrita por Rodolfo Walsh. En este barrio

conviven negocios, farmacias, panaderías, casas, y una fuerte presencia de la policía

provincial , que se exhibe en dos dependencias: la ex jefatura de la Policía de la

Provincia –en calle 2 entre 51 y 53- y el Museo Policial – calle 54 entre 2 y 3-.

La trama urbana quedó atravesada por la dictadura militar. En particular este

barrio, por su carácter céntrico y por la cercanía con dependencias policiales, sufrió

varias modificaciones y nuevas pautas de tránsito en el espacio, que podríamos inscribir

en un proyecto global de la dictadura de reordenar y reorganizar el espacio urbano,

manifestado en la ocupación y el control del espacio público.

Nos señala Estela Schindel (2011) que la última dictadura tiene su expresión en

las políticas urbanas a través de la “arquitectura autoritaria”, figurando espacios de

tránsito rápido y poco favorables al encuentro y a la acción colectiva. Inclinando a los

sujetos de cierto modo, o aleccionándolos a acciones individuales, aisladas y de

desconfianza.

“Lo que en otros contextos se logró mediante procesos de encierro físico


o desplazamiento de población en Argentina se manifestó al modo de

16
La famosa casa de la esquina de calle 54 y calle 5 fue construida en 1894 como un almacén de ramos
generales. Beneficiado por la concurrencia del entonces Teatro “Apolo” que se encontraba en calle 54
entre 4 y 5, con los años fue asentándose como uno de los restaurantes más tradicionales de la ciudad.
Al día de hoy y tras varios cambios de dueños sigue siendo un lugar de cita emblemático de La Plata.
17
“Operación Masacre” (1957) narra la historia de los fusilamientos en José León Suarez ocurridos en
1957 luego que se produjera un levantamiento contra el gobierno de facto de Aramburu, quien dispuso
el fusilamiento de Valle - líder de dicho levantamiento - y los fusilamientos signados por su ilegalidad.

29
segregaciones más sutiles pero no menos efectivas en producir
categorías espaciales diferenciadas (zonas militarizadas que no pueden
accederse, ubicuidad de controles policiales y militares) y se apoyó en la
atmósfera de temor y opresión que dominaba en el país así como en la
arquitectura para la desmovilización y el desencuentro”18

En esta línea, es que enmarco el análisis de la dimensión social de la represión

desatada durante la última dictadura militar de 1976. Los vecinos19 - como actor

“secundario” que ha sido quizá desestimado su posibilidad de enunciación - brindan sus

relatos elaborados desde la percepción de la rutina diaria y la de su contexto más

cercano: el barrio. Así es posible rastrear las huellas que la represión -en su sentido más

amplio y quizá por eso menos tratado - desató en el espacio, estableciendo pautas que

ordenaron de una forma particular la vida diaria y los movimientos de los “personas

corrientes”. No se trata de indagar en los mecanismos ilegales aplicados durante el

terrorismo de estado – y que por su carácter clandestino ha sido ampliamente

abordados20- sino de dar cuenta y tomar dimensión de las “reglas de juego” (Bourdeiu

Pierre, 1995) dispuestas para la sociedad civil en este contexto.

Lo que se pone en cuestión desde esta perspectiva es cómo fueron percibidos -

en el devenir de la vida cotidiana- los años de la última dictadura militar: las memorias

de la represión. En este marco es preciso indagar en los comportamientos de la “gente

corriente” (Lvovich, 2008), cómo fueron asimilados el discurso y el accionar de las

fuerzas armadas., atravesadas a su vez por la particularidad de convivir en la secuencia

18
SCHINDEL, Estela (2011). Memorias barriales y derecho a la ciudad: la recuperación de ex CCD como
práctica de resistencia y reconstrucción del tejido social. Pág. 3
19
Nos referimos con “vecinos” no sólo a personas que viven en los alrededores de la ex DIPPBA, sino a
personas que tienen/tuvieron alguna relación o vivencia con la DIPPBA durante la última dictadura
militar.
20
Para indagar en estudios sobre la trama clandestina del terrorismo de estado ver Calveiro, Pilar. Poder
y desaparición. Los campos de concentración en la Argentina. Editorial Colihue, 2004

30
diaria del vecindario con un órgano de inteligencia del Estado. ¿Qué percepciones

elaboraron los vecinos sobre los años de represión?

¿Por qué recurrimos a las voces de la “gente corriente”? La comprensión

profunda de los vestigios que ha dejado el terrorismo de estado en nuestro país nos

compromete a volver sobre las experiencias que los actores vivieron en el cotidiano.

Allí encontramos una nueva voz, una nueva perspectiva para desentrañar una trama

mucho más compleja que involucró a toda la sociedad civil sumergiéndola en una

atmósfera de terror e incertidumbre.

El sitio donde funcionó la DIPPBA, la casa ubicada sobre la calle 54 se yergue

como un campo de disputa de memorias. La ocupación de este lugar, foco de

inteligencia de la provincia – pieza fundamental en la instrumentalización del terrorismo

de estado – por parte de personalidades reconocidas en el campo de los derechos

humanos y sectores religiosos y gremiales que fueron consolidándose hasta convertirse

en un organismo (que a pesar de formar parte del estado tiene una gestión autónoma y

autárquica de éste) pone en tensión el relato sobre el pasado, y con ello sus implicancias

en el presente y el futuro. Nuevos sentidos en la interpretación de ese pasado vuelven

para reinterpretar el uso y las disposiciones de este espacio.

Allí se han confrontado la voz de los perpetradores - de las que todavía

podemos hacernos eco al leer las fojas que componen el archivo de la DIPPBA -, la de

las víctimas y quienes buscan actualmente en la justicia una revisión de ese pasado.

Las voces fuertes de estas disputas han imposibilitado hacer audible la voz de la

“gente corriente”, actores que no intervinieron directamente en estas disputas pero que,

pueden reconstruir desde una perspectiva biográfica los años transcurridos en este barrio

signado por la tensión en torno a este espacio, las voces de estos actores que por su

cercanía con el espacio se convirtieron en testigos privilegiados del funcionamiento de

31
la Dirección de Inteligencia dentro del entramado de represión que desencadenó el

aparato estatal durante la última dictadura militar.

Las medianeras, las ventanas, las puertas, las rejas son el límite previsto y

manifiesto de nuestra separación con lo público. Sin embargo, la difuminación de la

esfera privada y la pública trastocan estas fronteras volviéndolas porosas y

obligándonos a repensar estas dimensiones. ¿Dónde es posible establecer estos límites

en un contexto de terror estatal?

Los vecinos asistieron a un quiebre en sus vidas diarias, el “despliegue territorial

de la represión” que nos indica Schindel. Con sus relatos, damos con una nueva pieza

que nutre y complejiza el contexto en que fue posible la institucionalización de dichos

relatos, la legitimidad otorgada no sólo desde el Estado, sino por la sociedad en su

conjunto.

Asimismo, la pregunta sobre las representaciones del pasado de las personas

corrientes nos habilitan a las narraciones pensadas en tiempo presente, aquí se erige la

pregunta: ¿Qué rastros del terror subsisten en las representaciones y prácticas cotidianas

en torno a lugares asociados a la represión? (Schindel, 2010).

Apartado metodológico.

El abordaje de la vida cotidiana durante la dictadura militar en la ciudad de La

Plata y particularmente en el barrio en donde se instaló la DIPPBA, requiere

necesariamente de un enfoque que rescate las voces de quienes protagonizaron estos

tiempos. Para ellos utilizaré como principal objeto de análisis entrevistas realizadas a

vecinos. Dichas fuentes orales son capaces de acercarnos no sólo por la interpretación

32
de las opiniones que enuncian lo acontecido y sus acciones/reacciones allí enmarcadas,

sino también por las ambigüedades y contradicciones que surgen ante este mundo

simbólico, la pluralidad de interpretaciones posibles del mismo.

“Lo realmente importante es que a memoria no es un depósito


pasivo de hechos, sino un activo proceso de creación de significados.
Así, la utilidad específica de las fuentes orales para el historiador no está
tanto en su capacidad para preservar el pasado como en los cambios
mismos elaborados por la memoria. Estos cambios revelan el esfuerzo de
los narradores por darle sentido al pasado y una forma a sus vidas y
colocan a la entrevista y a la narración en su contexto histórico”21

El trabajo con historia oral nos aportará una fuente de producción de

significados y por lo tanto expresión cultural con todas sus complejidades. Lejos de

buscar en estos relatos la confirmación empírica de los hechos del pasado, el suceso de

la entrevista nos coloca a entrevistadores y entrevistados en la misma construcción de

datos, la entrevista resulta una narración conversacional (Schwarztein, 1991). El papel

que juegan ambos, con puntos de vista y valores son elementos con lo que se construye

esta narrativa sobre el pasado.

Como ya adelantamos, este trabajo se desprende de un proyecto que, impulsado

por el Dirección de Promoción y Transmisión de la Memoria - de la que formé parte de

los años 2009 al 2010- de la Comisión Provincial por la Memoria, tenía el objetivo de

recabar las voces de los vecinos que vivieron en el barrio y pueden narrar sus memorias

sobre el funcionamiento de la sede de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de

Buenos Aires. En dicho proyecto, realizamos un acercamiento a los vecinos que rodean

y establecimos una red de contactos con personas que pasaron en algún momento por el

21
PORTELLI, Alessandro y Otros (1991) “Lo que hace diferente a la historia oral” En La historia oral. Pág.
45.

33
barrio. Allí dimos con estas voces. Las entrevistas fueron realizadas – y casi en su

mayoría capturadas en formato audiovisual – durante el año 2010.

El recorte que aquí realizaré (ya que no analizaré la totalidad de las entrevistas

realizadas) atiende principalmente a la selección los testimonios que hacen referencia a

vivencias en el barrio durante el período de la última dictadura militar del 76.

Exceptuando el caso de Beatriz – que vivió fugazmente en el barrio durante el 72 - y

Simi - que llegó en el 87 – que por sus características podían dar aportes extraordinarios

que me resultaron adecuados para esta ocasión.

En su mayoría se trata de testimonios de mujeres, de 40 a 70 años que vivieron o

experimentaron alguna situación que los relacionó directamente con la DIPPBA. Todos

ellos pertenecen a un nivel socio-económico medio y se trata de personas con nivel

universitario o terciario.

Cada uno de ellos cuenta con alguna particularidad: personas que vivieron y

viven actualmente en el barrio, personas cuyo tránsito fue meramente casual pero dejó

una huella en sus relatos de este espacio, personas que se alejaron del barrio y aún

conservan anécdotas. Diferentes tiempos y diferentes perspectivas. A todos ellos los une

sin embargo la sensibilidad de la apropiación de un espacio contiguo que a la vez les

era completamente ajeno e incierto. Aquí retomo las acepciones de Dora Schwarztein:

“No debemos olvidar que la materia prima de la historia oral consiste no


solo en la información de los hechos, sino que es básicamente expresión
y representación de cultura y por lo tanto incluye no solo narración literal
sino también dimensiones de la memoria, ideología y deseos
inconscientes. Sin duda la memoria tiene un carácter subjetivo y
tendencia a interpretar la historia más que a reflejarla” 22

22
SCHWARZTEIN, Dora y Otros. (1991) “La historia oral”. Pág. 15.

34
Encontraremos en los relatos de los vecinos, además de una reconstrucción

histórica de su paso por el barrio, los sentidos que atravesaron en sus acciones y

sentimientos, que nos abre la ventana al mundo subjetivo del entrevistado. Allí radica la

riqueza de la historia oral, en las percepciones que desde el presente tienen de aquello

que sintieron/hicieron/pensaron.

La entrevista se dispone como instrumento que no solo responde a las preguntas

del entrevistador o del entrevistado, sino que resulta ser una retrospectiva sobre cómo se

actuó en el pasado y en este sentido muchas veces implica una revisión de la propia

conciencia histórica del entrevistado. En este sentido Michel Pollak reflexiona:

“Si el análisis del trabajo de encuadramiento, de sus agentes y sus rasgos


materiales es una clave para estudiar, desde arriba hacia abajo, cómo las
memorias son construidas, deconstruidas y reconstruidas, el
procedimiento inverso, aquel que, con los instrumentos de la historias
oral, parte de las memorias individuales, pone en evidencia los límites de
ese trabajo de encuadramiento y, al mismo tiempo, revela un trabajo
psicológico del individuo que tiende a controlar las heridas, las tensiones
y contradicciones entre la imagen oficial del pasado y sus recuerdos
personales.”23

Las fuentes orales están sentadas muchas veces sobre distorsiones o errores en

su contrastación fáctica. Sin embargo, la apelación a este recurso está orientada para

pensar en la elaboración de memorias, no en la reconstrucción histórica de episodios

relacionados con la historia reciente.

Aún así y siendo el insumo principal para esta investigación las voces de los

vecinos, considero necesario la cotejar con fuentes documentales que permitan

23
POLLAK, Michael (2006) “Memoria, olvido, silencio. La producción social de identidades frente a
situaciones límites.” Pág. 15

35
apoyarnos en dichos relatos, volviendo a subrayar nuevamente que no está dispuesto en

el siguiente análisis un estudio sobre la veracidad de los relatos, sino en qué significan

en sí mismas estas memorias histórica y culturalmente construidas. La consulta de

archivos documentales de la DIPPBA, resulta en este sentido pertinentes para sumar a la

investigación; ya que además de acercarnos a las tareas efectivas que la DIPPBA

realizaba durante los años de la dictadura, resulta ser otra pieza dentro del entramado

barrial y configurado como el relato de la vigilancia y el control elaborado en el mismo

seno del Estado.

Rescato asimismo, declaraciones que ex trabajadores de la DIPPBA han

realizado en el marco de los Juicios por la Verdad24y que enuncian en primera persona

las funciones que se desempeñaban desde Inteligencia.

24
Los Juicios por la Verdad fueron procedimientos judiciales desarrollados en el país a fines de los 90’
que si bien no tenían efectos penales buscaban

36
II

LA PLATA: LAS HUELLAS DEL TERRORISMO DE ESTADO EN UNA

CIUDAD

La ciudad de La Plata fue fundada por el gobernador Dardo Rocha el 19 de

noviembre de 1882 y es la capital de la provincia de Buenos Aires, esto la transformó en

el principal centro político, administrativo y educativo de la provincia. El último censo

del año 2010 arrojó un total de población de 740.369 habitantes, y su vez el

aglomerado urbano conocido como el Gran La Plata - integrado por los partidos de La

Plata, Ensenada y Berisso – un total de 894.253 habitantes.

La plata es conocida como la “ciudad de las diagonales” por encontrarse en su

trazado original un cuadrado donde se encuentra el eje histórico, atravesado por

diagonales que conforman rombos perfectos. La prolijidad de este trazado la vuelve una

ciudad ordenada y previsible, estableciendo por ejemplo en su trazado de damero,

plazas cada 6 cuadras. Atravesada por los mitos, las leyendas de túneles secretos, la

existencia de estatuas y su supuesta simbología masona, La Plata fue construyendo una

mística particular. Entrado el siglo XX, se funda la Universidad Nacional de La Plata,

que conformó un nuevo polo de atracción a la ciudad, convirtiéndose en una de las

mayores universidades de la Argentina y recibiendo una gran cantidad de jóvenes de

todo el país y principalmente de la provincia de Buenos Aires que dieron dinamismo a

la ciudad instalándose en pensiones o en departamentos compartidos con otros

universitarios. En este sentido, resultó un hito fundamental en el crecimiento y

consolidación de la matrícula en la UNLP la inauguración en 1936 del comedor

37
universitario que permitía a los estudiantes de más humildes mantener el gasto de vivir

y estudiar en la ciudad con pocos recursos.25

Por otro lado, resulta significativo el contraste respecto de las características del

Gran La Plata; La creación del polo industrial generado en Berisso y Ensenada en torno

a sus saladeros (anteriores a la fundación de La Plata) y posteriores frigoríficos, así

como la destilería de YPF fundada en 1922 y el astillero Río Santiago fundado en 1953

que fueron forjando un perfil trabajador que muchas veces fue señalado como

antagónico de La Plata, símbolo de formación académica.

Durante los últimos años de gobierno peronista La Plata pasó a llamarse Ciudad

Eva Perón, en homenaje a la primera dama fallecida, nombre que permaneció hasta la

restitución de su nombre original en 1955, durante la autodenominada “Revolución

Libertadora”.

Los primeros años de la Resistencia Peronista26 y entrados los 60’ y 70’

conformaron un escenario donde la radicalización política y la emergencia de grupos

parapoliciales27 minaron de a poco la esfera pública. El establecimiento de la última

dictadura militar, contando con el aparato represivo del estado en su poder, significó en

el Gran La Plata un fuerte golpe a la militancia apoyado en la acción coordinada de

grupos de tareas y de inteligencia y signado por la fuerte envestida tanto a la clase

trabajadora asentada sobre todo en Berisso y Ensenada, así como el grueso estudiantil,

teniendo como sede la UNLP, donde se llegaron a contabilizar a más de 750 víctimas

25
En sus primeros años el comedor fue administrado por la Asociación de Ayuda Estudiantil. Años más
tarde, en 1949 pasó íntegramente a manos de la Universidad, pasando por distintas sedes provisorias
hasta su emplazamiento en 1961 en 1 y 50. Luego de un atentado sufrido en septiembre del 74 y ya
brindando un servicio en forma envasada, el comedor cierra definitivamente sus puertas en 1975.
Durante la última dictadura ocurre su desmantelamiento. El comedor fue nuevamente reabierto en el
año 2004.
26
La resistencia peronista conformada luego del golpe a Perón en 1955 tuvo en el Gran La Plata un
fuerte foco de acción, sobretodo manifestado en paros, huelgas, sabotajes y acciones insurreccionales
que caracterizaron las luchas obreras en este período.
27
Concentración Nacional Universitaria (CNU), Alianza Argentina Anticomunista (Triple A)

38
entre docentes y no docentes. Asimismo, durante esta época fueron cerradas las

Facultades de Sociología, Periodismo, Antropología, Psicología, Cine y Mural, así

como fueron desarticuladas cátedras enteras y grupos de investigación.

Los centros clandestinos de detención resultaron ser los espacios donde se

ejecutó el disciplinamiento social, no sólo eliminando y desapareciendo a la

“subversión” sino también haciendo visible el alcance de la represión ilegal. Desde esta

perspectiva, resulta indispensable la consideración que la autora sobre la

implementación de esta estructura concentracionaria en la sociedad argentina:

“Los campos de concentración, ese secreto a voces que todos temen,


muchos desconocen y unos cuantos niegan, sólo es posible cuando el
intento totalizador del Estado encuentra su expresión molecular, se
sumerge profundamente en la sociedad, perméandola y nutriéndose de
ella”28

Pilar Calveiro (2004) en su ensayo “Poder y desaparición” nos señala que, si

bien con anterioridad a la instauración del autodenominado “Proyecto de

Reorganización Nacional”, muchas de las prácticas represivas ya eran

instrumentalizadas por grupos paramilitares, a partir del golpe son las instituciones

militares las que ejecutan y dan forma desde su propia estructura a los campos de

concentración y a la desaparición forzada, como formas de represión sistemática. Estas

formas de la represión particulares pasan a convertirse en la modalidad represiva del

poder.

Estela Schindel en su trabajo “Memorias barriales y derecho a la ciudad: la

recuperación de ex CCD como práctica de resistencia y reconstrucción del tejido social”

(2011) rescata la concepción de centros de detención pensados como espacios de

28
CALVEIRO, Pilar (2004) “Poder y desaparición”, Pág. 28

39
excepción desarrollada por Giorgio Agamben (1998) donde los alcances de la ley están

suspendidos, funcionan como sitios donde los ciudadanos dejan de considerarse tales.

Allí entonces encontramos “un territorio geográficamente interior pero situado fuera del

orden jurídico”, replicado en su condición territorial y extra-territorial por todos los

sitios que cumplieron funciones avaladas por la legalidad del estado y que a su vez

funcionaban como centros de detención ilegales, y acoplando una estructura

completamente ilícita sobre una fachada de normalidad inscripta en la cotidianeidad de

la trama urbana de la ciudad.

“El campo de concentración, por su cercanía física, por estar de hecho


en medio de la sociedad, "del otro lado de la pared", sólo puede existir
en medio de una sociedad que elige no ver, por su propia impotencia,
una sociedad "desaparecida", tan anonadada como los secuestrados
mismos”.29

Porque este “secreto a voces” en definitiva implicaba una operación de

complicidad con las personas “corrientes”, quienes no necesariamente fueron víctimas

directas del accionar represivo, pero que asistieron a un quiebre en sus vidas diarias.

Aquí se rescata que la política de transformación de la sociedad y de reestructuración

del espacio, se desarrolló a partir tanto de medidas de reordenamiento demográfico-

territorial y obras arquitectónicas colosales, como en un nivel micro a partir de la

incorporación – tácita o explícita – de ciertas prácticas espaciales y sobretodo,

despliegue territorial de la represión (Schindel, 2011).

La cara visible y lo oculto del sistema represivo no es mera contingencia, es el

elemento de discliplinamiento social más efectivo: la diseminación del terror. La “caja

de resonancia” del poder concentracionario y desaparecedor. Pensar la experiencia de

29
Ídem, Pág. 147.

40
sistematicidad que adquirió el exterminio en la última dictadura militar, implica

entonces reconocer también en una trama micro y del cotidiano, colmado de

dispositivos que fueron constituyéndose como parte de ese mismo control social y que

respondían a pautas diarias de convivencia.

Como ya mencionamos, en este barrio conviven comercios, casas particulares y

edificios familiares que conviven con varias instituciones del aparato represivo del

Estado: El Museo Policial - fundado en 1951 – 54 entre 2 y 3; la Dirección de

Inteligencia de la Plata, ubicaba en 54 entre 4 y 5 donde funciona hoy la Comisión

Provincial por la Memoria; la ex jefatura de la Policía de la Provincia y actual

Ministerio de Justicia y Seguridad –en 2 entre 51 y 53- y a unas cuadras, más cercano a

Plaza Moreno, la ex Brigada de Investigaciones en 55 entre 13 y 14 son presencias en el

espacio que ya nos dan una primera pista para pensar la inscripción territorial del

aparato represivo del Estado en la zona céntrica de La Plata durante la dictadura

inaugurada en 1976.

De todos estos sitios, la Brigada de Investigaciones ha sido identificada como

Centro Clandestino de Detención por la justicia, así como dependencias de ésta como el

Pozo de Arana. Por otro lado tanto la Jefatura de la Policía de la Provincia como la

Dirección de Inteligencia conformaron nodos fundamentales del aparato represivo de la

ciudad, así como de zonas aledañas que quedaron bajo la órbita de lo que se conoce

actualmente como Circuito Camps30, articulando no sólo la tarea de inteligencia sino

30
Así fue denominado el circuito de los centros clandestinos que dependieron de la Jefatura de la Policía
de la Provincia - Comisaría Quinta de La Plata, Brigada de Investigaciones, Destacamento de Arana,
Puesto Vasco, COTI Martínez y Brigada de San Justo - y que fueron coordinados por las órdenes del
entonces Jefe de la Policía de la Pcia. Ramón Camps. El mismo comenzó a ser juzgado el 12 de
septiembre de 2011 y finalizó en marzo de 2013.

41
también de logística bajo la cual actuaban las patotas liberadas en la ciudad y en la

provincia31.

La experiencia de la radicalización política por un lado, y de la violencia

desatada por un estado terrorista por otro, ha dejado huellas en todo el país. La Plata,

por sus características ha sido como ya dije más arriba un objetivo fuertemente

diezmado por las fuerzas represivas; tanto las particularidades de sus habitantes como

su calidad de ciudad capital de provincia hicieron de ella un campo minado.

Las marcas o huellas que se pueden rastrear en la ciudad, representan la noción

de territorio donde además de la referencia a algo físico, existe un complemento de

elaboración mental de los habitantes, quienes experimentan en el espacio sus vivencias

y en ellas construyen sus representaciones colectivas de este: se trata de un espacio

vivido, marcado, y reconocido así en su variada y rica simbología (Silva, 2009)

“El territorio también tiene límites solo que imprecisos y más bien
como circunstancia evocativa. La frontera visual en algunos cosas es
registrable, como especie de borde marcado y así concebido en la vivencia
del grupo: el borde visual funciona con un nudo pues hasta allí llega, pero
también de allí se parte”

En este trabajo me abocaré particularmente a las representaciones sobre la

Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires a partir de testimonios de

personas que han vivido sus cercanías. La referencia a los “vecinos” es puntualmente un

31
Actualmente en la ciudad de La Plata se conoce la existencia de los siguientes centros clandestinos de
detención: Ex CCD “Destacamento de Arana” destacamento Policial de Arana dependiente de la Policía
de la provincia de Bueno Aires (PUESTO ZORZAL / EL CAMPITO / CASA DE LAS MUÑECAS), Ex CCD “La
Cacha” unidad penitenciaria N°8 (Ex-planta transmisora de Radio Provincia _ contigua a Unidad Penal 1),
Brigada de Investigaciones de La Plata (Robos y Hurtos), Brigada femenina de La Plata, Comando Radio
Electrico/ Unidad Regional La Plata, Comisaría 1° de La Plata, Comisaría 2° de La Plata, Comisaría 5° de La
Plata, Comisaría 8° de La Plata, Comisaría 9° de La Plata, Cuerpo de infantería de la policía de la pcia de
Buenos Aires, Regimiento de Infantería Mecanizado 7° "Cnel. Conde", Unidad Penal 8 de Olmos, Unidad
Penal 9, Jefatura de policía de La Plata (motorizada), Comisaría 7° La Plata (Abasto), Estancia "La
Armonía" , Frigorífico Abandonado, Galpón de Chapa Universidad de La Plata.

42
recorte sobre un fragmento particular de lo que puede identificarse como el Casco

histórico de la ciudad de La Plata, dejando de lado una rápida asimilación o referencia a

un barrio específico y dando cuenta de las impresiones inmediatamente directas e

insertas en a la cotidianeidad de estas personas.

La Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires.

La Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense (DIPPBA) fue creada en

1956. Aún así, podemos rastrear sus orígenes en algunas instituciones: Oficina de

Movimiento Político (1945), la Dirección de Orden Público (1954), el Servicio de

Informaciones de la policía de la provincia de Buenos Aires (1955)32

Este último es quizá su antecedente más directo: mediante el decreto Nº3603 el

Servicio de Inteligencia de la Policía de Buenos Aires inaugura la intervención de las

fuerzas armadas en el aparato policial con la tarea de reorganizar dicha dependencia.

Patricia Funes (2008) nos adelanta que estas transformaciones a las que asiste

Inteligencia y los diversos rangos que va adquiriendo nos permiten comprender la

interlocución del Estado como articulador de tareas de seguimiento político ideológico

con la trama del conflicto social de la Provincia de Buenos Aires y de una forma más

general, de todo el territorio nacional. Siguiendo a la autora, se puede establecer una

genealogía de la tradición política nacional que, retrotrayéndonos al primer golpe de

estado de las Fuerzas Armadas de 1930, inaugura una tradición de acción de vigilancia

sobre la sociedad civil, a partir de la creación de la Sección Especial de la Policía

Federal encargada de reprimir al comunismo.

32
para más información ver: wwww.comisionporlamemoria.org

43
Ingrid Jaschek (2003) aborda en su “Informe de avance. Mesa Doctrina.” el

funcionamiento de la DIPPBA en los años en que esta funcionara y de algún modo esto

también arroja luz sobre las articulaciones existentes con otros servicios de inteligencia

y el grado de autonomía que la DIPPBA tenía respecto de ellos. Allí se categorizan tres

etapas caracterizadas por las funciones y los objetivos dispuestos por la DIPPBA. La

autora nos señala una apertura notable de los sujetos merecedores de una vigilancia

permanente desde el estado. En principio, la infiltración comunista parece ser el motor

de las tareas de control. Entrados los años 60’ comienzan a aparecer nuevos elementos

que se configuran a partir de la producción de informes propia de la DIPPBA; allí

comienzan las tareas de vigilancia sobre clubes, asociaciones civiles, grupos culturales,

etc. El último tiempo en que la DIPPBA funcionó, durante el período post-dictatorial,

denota un interés por la tecnologizar las tareas de inteligencia y al mismo tiempo la

DIPPBA – en base a las falencias de recursos – apela a una noción imprecisa en lo que

se refiere al “enemigo interno”.

El archivo confeccionado en base al trabajo de inteligencia - informes, trabajo de

infiltración, control y vigilancia - llevado a cabo por los trabajadores de la DIPPBA

durante más de 40 años cuenta con alrededor de 4 millones de folios: 217.000 fichas

personales, 43.250 fichas sobre acontecimientos, 2.500 fichas sobre partidos políticos,

3.500 fichas sobre el factor religioso, 1.000 fichas de entidades estudiantiles y 500

fichas sobre publicaciones extranjeras33. Dichas fojas eran ingresadas a un fichero

alfabético y eran clasificadas en base a legajos correspondientes a diferentes mesas

temáticas o de trabajo; mesa A: factores político, comunal, estudiantil y prensa; mesa B:

factores gremial, económico y laboral; mesa C: factores comunistas; mesa D: factores

religiosos y organizaciones comunales; mesa DS: corresponde a la denominación de

33
Ver www.comisionporlamemoria.org

44
Delincuente Subversivo; mesa Referencia y mesa Doctrina, la primera conjuga la

información que quedaba por fuera de las anteriores categorías y Doctrina, referida a

documentos y disposiciones internas de las fuerzas.

La DIPPBA se encargó entonces del control, espionaje e investigación del

cuerpo social. La construcción de otro: el “delincuente social”, el “delincuente político”,

el “delincuente subversivo” (Funes, 2004), dan con cada época en que se constituyen

como elementos a reprimir ante el embate constante de éstos al orden establecido; y a su

vez su misma conformación, estos sujetos son la base de la legitimación de las acciones

de inteligencia política.

“Puedo concebir a esos otros como una abstracción, como una distancia
en la configuración psíquica de todo individuo, como el Otro, y otro en
relación con el yo o bien como un grupo social concreto al que nosotros
no pertenecemos. Este grupo, puede estar al interior de la sociedad. La no
contemplación de la alteridad del otro, la dificultad para vincularse con lo
diferente, desemboca en la articulación de un sistema clasificatorio que
implica un ordenamiento jerárquico, involucrando conductas o
manifestaciones cuyo punto de inicio puede ser el insulto o el anatema y
tener por extremo de la gradiente la práctica del exterminio.”34

En la narración cronológica que se puede hacer de los documentos que

componen el archivo de la DIPPBA, es significativa la transformación del concepto de

“orden” al de “información” y de éste al de “inteligencia”. Porque esto nos revela un

nuevo sujeto subversivo que es, como característica de su tiempo, un enemigo interno

(Funes, 2004).

34
Crenzel Emilio memorias enfrentadas pag 171

45
El enemigo interno: un nuevo paradigma de sujeto subversivo.

Ante el escenario de la Guerra Fría, la doctrina de seguridad nacional fue, para

Estados Unidos y las naciones occidentales una forma de enfrentar a un enemigo que se

desplazaba por fuera del ámbito bélico, replicándose en las órbitas de la cultura, la

educación, la economía, la política y la sociedad en su conjunto. La “amenaza

marxista” se transforma entonces en un nuevo paradigma de la seguridad interna, las

fronteras geográficas ya no son suficientes para contener el peligro de la infiltración

ideológica. Esto configura una nueva hipótesis de conflicto basada en las fronteras

ideológicas y en la conformación de enemigos internos.

El surgimiento de la DIPPBA como instrumento de las Fuerzas Armadas en la

provincia se da en este marco de redefinición de las relaciones internacionales y en un

contexto nacional signado por la proscripción del peronismo dispuesto por el proceso

autodenominado “Revolución Libertadora”35. Allí, nos señala Funes (2004), existe una

superposición en la persecución de los sujetos comunistas y a la resistencia peronista.

“Lo que desde la militancia y la historia conocemos como la “resistencia


peronista” no tenía ese nombre, ni la carga política posterior, en el
momento en que la DIPBBA realizaba incipientemente sus investigaciones
(…) Con las provisionalidades del caso (ya que el archivo no se encuentra
relevado en su totalidad) es notable la adaptación del lenguaje de la Guerra
Fría a nuestras circunstancias nacionales”36

35
La Revolución Libertadora es el nombre con el que se autodenominó la dictadura militar que tomó el
poder en Argentina tras derrocar al presidente constitucional Juan Domingo Perón, comandada en un
comienzo por Eduardo Lonardi y luego por Pedro Aramburu.
36
Funes Patricia (2004), “Medio siglo de represión. El Archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía
de la Provincia de Buenos Aires.” en Revista Puentes, Nº 11, Año 4, Comisión Provincial por la Memoria,
La Plata.

46
A partir de esta interpretación de la época, se conforma el argumento que da

legitimidad a la acción de inteligencia durante la resistencia peronista, que se

caracteriza por su sistematicidad y versatilidad para involucrarse en campos diversos de

la sociedad civil: desde partidos a organizaciones de fomento, de bibliotecas populares

a comisiones de homenajes. Todas bajo la lupa y bajo sospecha de corromper el orden:

“El postulado parte de la base de saber quién es quién, es decir, tener registrado a los

buenos, para saber quiénes son cuando dejan de serlo”37

Basada en una idea del conflicto y por lo tanto de una concepción de la

seguridad ciudadana, el trabajo del personal civil de grado policial que cumplía

funciones en la DIPPBA era de infiltración sobre distintos sectores sociales que ellos

denominaron “factores sociales”, desplegando así su accionar no sólo sobre

organizaciones políticas sino también sobre secciones gremiales y otras organizaciones

sociales. Para esta tarea se conformó una red de informantes -diseminada tanto en el

espacio universitario como en el espacio laboral- muchos de los cuales no pertenecían

necesariamente a la estructura policial y que fueron colaboradores desde el rol que ellos

mismos ocupaban profesionalmente.

Por otro lado, y según consta en algunos legajos de la DIPPBA, una de las

herramientas utilizadas para el espionaje y el control social fueron las comunicaciones

anónimas. Un ejemplo claro de esto surge del análisis de la carpeta DS Varios, legajo

47352, donde se manifiesta el allanamiento realizado por el V Cuerpo del Ejército en

abril de 1976, luego de recibir una “comunicación anónima” sobre un domicilio

sospechoso.38

37
Antes, espiar y archivar Pág. 2 “Todo está guardado en la memoria”. Télam. 24 de marzo 2006
38
CPM – FONDO DIPPBA, División Central de Documentación, Registro y Archivo, Mesa DS, Carpeta
Varios, Legajo 4735.

47
El papel de la DIPPBA en la maquinaria del terrorismo de estado.

La Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires respondía durante

la dictadura a Jefatura de la Policía de la Provincia, dependía de las instrucciones que le

daban y esto orientaba su accionar. Siguiendo este criterio fue forjando en su seno un

registro detallado de sujetos y organizaciones que, por sus acciones políticas, religiosas,

sindicales o culturales se constituían en potenciales “enemigos internos”. Existen

alrededor de 4 millones de fojas donde se plasma la sistemática y burocratizada tarea de

espionaje de los ciudadanos de la provincia.

Este tipo de trabajo realizado desde la DIPPBA contaba con una fuerte

relevancia en la estructura policial y una repercusión social muy fuerte, ya que la

determinación de peligrosidad e incluso los actores subversivos era dada desde la

caracterización que la DIPPBA hiciera de ellos.

A pesar de que no ha sido identificado por ningún testimonio de víctimas como

un centro clandestino de detención y existiendo muy pocos testimonios que den cuenta

del funcionamiento diario de esta repartición, queda evidenciada la participación de la

DIPPBA en diversos operativos montados. La DIPPBA como autor del relato que

conforman las innumerables fojas del archivo, evidencia su participación en ciertos

operativos, así como en acciones conjuntas con otras fuerzas de la provincia, tanto de

planificación como de ejecución de dichos operativos. Por ejemplo en el legajo de la

Carpeta DS Varios, legajo 5669, se expresa claramente que se han realizado

procedimientos vinculados a la detención de personas o allanamientos; en el legajo

puede leerse: “Procedimientos efectuados durante el mes de mayo y hasta la fecha por

48
personal a la D.I.P.B.A. o con colaboración del mismo”39 siendo estos de fecha de

mayo/junio de 1976 en distintos lugares de la provincia.

En este sentido, también podemos citar el caso emblemático de Juan Martín

Jáuregui, militante de MR17-FR17 quien fuera asesinado en su casa de calle 47 entre

159 y 160 de la localidad de Melchor Romero, partido de La Plata, por un gran

operativo integrado por la Policía de la provincia de Buenos Aires, la Triple A y el

Ejército. El combate se produjo el 17 de octubre de 1975 y duró aproximadamente 36hs.

hasta que el oficial al mando ordena dinamitar la vivienda. Según consta en los mismos

legajos de la D.I.P.B.A, se puede reconstruir el operativo por las escuchas y los

comunicados de prensa de la policía de la Provincia 40

DIPPBA: su inscripción en el espacio.

La Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires funcionó durante

una decena de años en una casa ubicada en calle 54 Nº 487 entre calles 4 y 5 de la

ciudad de La Plata.

Esta casa, según consta en los Registros de Propiedad41, fue adquirida por el

Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en 1965, ya en ese momento la División de

Arquitectura de la Policía y el Servicio de Informaciones, funcionaba allí. A mediados

de los 70’ Arquitectura se retira de la casa y esta queda íntegramente para Inteligencia.42

39
CPM – FONDO DIPPBA, División Central de Documentación, Registro y Archivo, Mesa DS, Carpeta
Varios, Legajo 5669.
40
CPM – FONDO DIPPBA, División Central de Documentación, Registro y Archivo Mesa "Ds", carpeta
"varios", legajo 4361 y legajo 10962, tomo 1, sección "C", Nº 2722..
41
JASCHEK, Ingrid (2003), “Informe de avance. Mesa Doctrina.”, Comisión Provincial por la Memoria, La
Plata. (Mimeo)
42
Informe de Ingrid: El gobernador de la provincia era Anselmo Marini, el ministro de gobierno Eduardo
Esteves. Lo compran a un particular, Raúl Osvaldo Borrell. En la escritura de compraventa se alude a que
se hace por “razones funcionales y estratégicas”. El decreto mediante el cual se autorizó la compra es el
10.723/65.

49
Justo en frente de esta casa, en dos departamentos de la planta baja de un

edificio antiguo, se estableció una pequeña dependencia de Inteligencia que funcionó

mientras la casa estaba en construcción. Miguel Angel Coliva, ex agente de la DIPPBA

declaró en el marco de los Juicios por la Verdad43 en 2004 que prestaba servicios en

1976 en el edificio de calle 54 entre 4 y 5, donde hoy funciona la Comisión por la

Memoria. Sin embargo, su testimonio da cuenta de este departamento como “una casa

precaria que se encontraba en la vereda de enfrente”, en la que estuvo un período

mientras se construía la DIPPBA.

Esto concuerda a su vez, con el relato de varios vecinos que marcan la existencia

de una dependencia miliar o policial en la planta baja de un edificio frente a la casa

DIPPBA, ocupando dos departamentos. Algunos de ellos recuerdan incluso que tenía

una placa que identificaba el lugar44. Por la reconstrucción de los testimonios podemos

estimar que la misma estuvo ocupada a fines de los 60 hasta principios de los ‘80.

Si bien existe un consenso entre los testimonios respecto de la presencia de las

fuerzas en estos departamentos, los vecinos tienen diferentes impresiones con respecto a

quiénes eran estas personas, a quiénes respondían. Es paradigmático el caso de los

testimonios dados por las vecinas entrevistas Blanca y Claudia, madre e hija que vivían

en el departamento de arriba en donde se encontraba esta dependencia. Por un lado

Blanca, que diferencia de forma tajante a los policías que ocupaban los dos

departamentos debajo de su vivienda – que ella relacionaba con la Escuela Vucetich45 -

43
El Juicio por la Verdad es un proceso judicial que se desarrolla en la Cámara Federal de La Plata y que
tiene cómo objetivo averiguar que pasó con los desaparecidos de la región durante la última dictadura-
cívico militar y determinar quiénes fueron los responsables de los crímenes. Surgió a raíz de una
presentación de la APDH La Plata, realizada en abril de 1998. Desde septiembre de ese año, el Tribunal
ha tomado audiencias orales y públicas todos los miércoles.
44
Simi ha referido que en la puerta de dicho edificio había una placa que lo identificaba como
“Penitenciaría”
45
La Escuela “Juan Vucetich” es una institución fundada en junio de 1941, que funcionó en primer lugar
en las dependencias ferroviarias existentes en la estación Tolosa, ubicada en la intersección de las calles
1 y 528, y en 1959 se muda a las instalaciones de la exestancia San Juan en el parque Pereyra Iraola, a la

50
con los que se encontraban en el edificio frente a su casa, incluso con niveles de

responsabilidad en la represión muy diferentes entre sí; mientras que para Claudia, se

trataba de la misma gente, y eso implicaba un control mucho mas expandido por el

barrio.

Actualmente estos departamentos fueron alquilados a un centro de estudios

clínicos. Los vecinos también recuerdan que en estos departamentos funcionó la sede de

un centro de estudiantes de Dolores a mediados de los 90.

De Dirección de Inteligencia a Comisión Provincial por la Memoria.

Durante sus primeros años de funcionamiento y pergeñado por un estado

represivo, fue conocido como una dependencia más de la policía de la Provincia.

Tiempo después, una vez en democracia, la DIPPBA siguió cumpliendo funciones

similares, asistiendo con informantes infiltrados en marchas y concentraciones y

conformando informes sobre distintos actores políticos a lo largo de la provincia. El

acervo documental del archivo de la DIPPBA cuenta con material relevado por dicho

organismo hasta el año 1998.

En dicho año y por un decreto del Ministerio de Seguridad y Justicia se disuelve

la DIPPBA y en un año después, el contexto de los Juicios por la Verdad, la Cámara

Federal de Apelaciones de La Plata da cuenta de la existencia de un archivo policial y

resuelve secuestrar legajos para determinar el valor de tal archivo. Así se establece el

valor de todo el acervo y se toma la medida de no innovar y se pone a disposición de la

justicia.

altura del camino Centenario Km. 17.500 de la localidad de Berazategui. Comenzó a funcionar en el año
1960 y continúa en el mismo predio hasta la fecha.

51
Mediante la Ley Provincial n° 12642 en el 2000 le es cedida a la Comisión

Provincial por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM) la casa donde

funcionaba la DIPPBA y el archivo que se fue conformando, de forma pormenorizada

en los años de trabajo de la DIPPBA, para su custodia46. La CPM ingresa a la casa y se

toma posesión del archivo y del edificio, ordenándose, asimismo, su completa

desclasificación el 24 de marzo de 2001, realizando un acto en la vereda de la calle 54.

La Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM) se

conforma entonces como un organismo público autónomo y autárquico. Creada el 13

de julio de 2000 a través de la Ley 12.483 y su modificatoria, la Ley 12.611 del 20 de

diciembre de 2000, la integran referentes de organismos de derechos humanos, el

sindicalismo, el ámbito judicial y universitario, legisladores y religiosos de distintos

credos.

Por otro lado, y apuntando a tareas de conservación, se establece un proyecto

con la Facultad de Informática de la UNLP para comenzar con la digitalización de los

materiales así como su valoración y catalogación de los mismos que permitiera un ágil

conocimiento del contenido del archivo y de la posibilidad de hacerlo público.

El valor que prevalece sobre este acervo documental, conocidos en varios países

como “archivos de la represión” – archivos que dan cuenta del grado de control que

ejercían distintos actores de las fuerzas de seguridad durante la dictadura, y en el caso

de la DIPPBA, incluso en democracia - está dado por las características que este

contiene en su seno. La información que allí encontramos da cuenta, de dos

particularidades: el desarrollo de una dimensión clandestina por parte del Estado como

una herramienta más ante la represión ilegal y por otro, su ordenamiento y lectura en

46
En cuanto a los departamentos ocupados parcialmente por la DIPPBA frente a la casa de 54 nº 487
como ya mencioné, se encuentran en la actualidad ocupados por una sala de análisis clínicos privados.
No existe ninguna marca de este lugar, sólo en el relato de algunos vecinos.

52
clave de fuerzas de seguridad que da cuenta de la forma burocratizada en que se fue

conformando, producto de su cotidianeidad (Jelín, 2002).

La casa de 54, un sitio de memoria.

La fijación de los sentidos en los espacios sobre lo transcurrido en la historia

requiere de cierta distancia temporal y son reflejo de los diversos momentos de la

elaboración y conformación del pasado (Schindel, 2010).

Ahora bien ¿Qué representa esta nueva ocupación de un sitio otrora utilizado

por el terrorismo de estado? La ocupación y conquista por la Comisión Provincial por

la Memoria implica una resignificación de este relato plasmado por la DIPPBA del

entramado de la ciudad y su protagonismo en toda la provincia.

Se trata de procesos políticos de demanda donde ha sido posible transformar un

espacio símbolo del terrorismo de estado a un sitio de memoria. Es el resultado de una

construcción colectiva, que reconoce en la denuncia, identificación y marcación del

espacio la fórmula para visibilizar los crímenes cometidos por el estado.

Los sitios de memoria se han ido conformando como espacios donde existe una

voluntad de rescate (Schindel, 2010) de las historias y memorias que no fueron

reconocidas por la memoria oficial. Lo que ha sido silenciado y que se manifiesta como

una denuncia sobre ese silencio y la posibilidad de efectuar una transmisión hacia las

nuevas generaciones.

El archivo confeccionado por las fuerzas de seguridad de la provincia es un

registro fiel de la visión de los perpetradores. La mirada sobre el “accionar subversivo”

está depositaba en cada informe, cada recorte, cada panfleto y foto que compone las

fojas de este archivo. La ocupación de este espacio y su resignificación hace entonces

53
de él un sitio de una multiplicidad de voces y miradas, donde la mirada de los

perpetradores sirve hoy – desde su resignificación - para su denuncia e incluso para la

reconstrucción de las memorias de miles de víctimas que fueron investigadas y

perseguidas por la DIPPBA.

Las funciones que desde la ocupación de la casa ha llevado a cabo la Comisión

Provincial por la Memoria dan cuenta tal resignificación: La apertura del Archivo y

Fichero de la DIPPBA, además de servir a las denuncias testimoniales de las personas

que habían sufrido algún tipo de persecución política y a la reconstrucción de historias

familiares, ha servido como registros probatorios para las instancias judiciales - el

equipo de peritos de la Comisión Provincial por la Memoria se encarga de responder a

los oficios judiciales a partir de la realización de los juicios por la verdad en 2004 y en

la actualidad de las distintas causas radicadas en tribunales - y para la implementación

de políticas reparatorias para los afectados por la persecución durante esos años.

En este mismo sentido, la realización de visitas guiadas al sitio y la realización

de programas educativos que funcionan como herramientas pedagógica en las escuelas

para el tratamiento la historia reciente, son las nuevas formas en que es traducida y

resignificada cada una de las huellas que tiene la casa de 54.

El trabajo realizado por el Comité contra la tortura también puede leerse en esta

clave. A partir del 2002 se conformó como una nueva área de la Comisión Provincial

por la Memoria, con el objetivo de denuncia y prevención de las violaciones a los

derechos humanos de las personas en situación de encierro.

El Comité contra la Tortura lleva a cabo tareas de monitoreo de cárceles,

comisarías e institutos de menores, así como la denuncia de casos de abuso policial en

general. Sus tareas están orientadas al mismo tiempo a la coordinación de acciones que

54
echen luz sobre estas violaciones y la posibilidad de incidir en la elaboración de

políticas públicas relacionadas al sistema penal.

Desde esta perspectiva este espacio es un sitio en disputa. Las marcas o huellas

que allí encontramos, nos demuestran los relatos que suscitan estos “territorios”, que

lejos de de pretender una objetividad histórica, nos hablan de una perspectiva concreta

con la que se narra el pasado y se piensa y se ejecuta sobre el presente.

Son los actores que “conquistan” este campo quienes le otorgan sentido, no el

sitio en sí mismo. Pero a su vez, es este espacio y no otro el que le otorga legitimidad a

esas narraciones (Feld, 2002).

No se trata de procesos sosegados, sino que están dados por disputas políticas

donde se confronta por los sentidos atribuidos al pasado, así como también su

significación desde le presente. Fue posible identificar estas visiones encontradas en

torno a la utilización del archivo de la DIPPBA, su apertura total, su tratamiento como

documentos privados o públicos, etc. Emmanuel Kahan (2007) enumera:

“Afectados, familiares, abogados, periodistas, investigadores y personal


técnico de los archivos: todos ellos conforman la diversidad de agentes que
pueblan y se disputan el uso, el sentido y la accesibilidad de la información
que está allí depositada” 47

Aquí, retomamos a Ludmila Da Silva Catela (2009), quien se refiere a estos

sitios como territorios de memoria, lugares de disputa de espacios para conquistar y

resignificar. Se trata de representaciones colectivas que a partir de principios de

clasificación de la realidad establecen las límites de lo decible y lo indescible”48

47
Kahan, Emanuel (2007) “Unos pocos peligros sensatos. La Dirección de Inteligencia de la Policía de la
Provincia de Buenos Aires frente a las instituciones judías de la ciudad de La Plata”Pág. 31.
48
Da Silva Catela, Ludmila: No habrá flores en la tumba del pasado” (2007) Buenos Aires, Paidós.

55
Así se establecen los relatos en torno a este sitio. Una trama de memorias

comprendidas como procesos construidos socialmente y mediante los cuales se

establece una representación general de la sociedad, de sus necesidades y valores de un

grupo. Estas memorias se encuentran en continua construcción, atravesadas por el

presente en que son elaboradas y evocadas.

“Esos recuerdos personales están inmersos en narrativas colectivas, que a


menudo están reforzadas en rituales y conmemoraciones grupales (Ricoeur,
1999). Como esos marcos son históricos y cambiantes, en realidad, toda
memoria es una reconstrucción más que un recuerdo.”49

La memoria se constituye como una narración selectiva. Pero no se trata de una

estructura narrativa fija, sino más bien una complejidad de recuerdos, silencios y

olvidos que se trenzan y van modificándose. La memoria colectiva es de esta forma,

una elaboración grupal de un relato seleccionado en base a los intereses propios del

grupo, lo relevante y significativo que configura la identidad de cada miembro.

¿Qué significa esta diversidad de voces en torno estos lugares? Las

interpretaciones de un pasado traumático que, siguiendo a Silvina Oberti y a Patricio

Pittaluga (2004) tienen sus bases en fundamentos políticos, éticos y teóricos.

“Y en la medida que toda presentación del pretérito está unida sólidamente


a determinados horizontes políticos, esta puesta en superficie servirá para
ahondar en las razones, en el para qué de la representación del pasado
reciente”50

49
JELIN, Elizabeth (2001) “¿De qué hablamos cuando hablamos de memoria?” Pág. 4.
50
OBERTI y PITTALUGA (2004) “Temas para una agenda de debate en torno al pasado reciente” Pág 3.

56
Las memorias en conflicto reflejan esa puja permanente por conseguir la

legitimidad en torno a un relato determinado del pasado. La tensión es continua y no

refleja una mera interpretación del pasado, sino que alberga su comprensión desde un

presente específico y en miras de un futuro determinado.

Podemos encontrar en estos espacios distintas “capas de significación”. Los

sitios de memoria pueden ser comprendidos como territorios donde se manifiesta una

disputa por lo que se dice y por lo que se calla, siempre desde la construcción colectiva

de dicho relato y afrontando los conflictos que se desarrollarán en nombre de esta toma

de posición. Afirma Ludmila Da Silva Catela:

“el sitio o lugar de memorias que se construya, que construyamos,


inevitablemente será “parcial”, representará “algunas memorias” y
transmitirá algunos sentidos dados al pasado, por los actores que, en ese
momento, pugnen por “imponer” sus memorias y porten capitales
culturales, políticos y económicos para poder imponerlos o negociarlos.”51

Estas pujas por otorgar sentido a los espacios es, en definitiva una disputa en

torno a la identidad. Siguiendo a Elizabeth Jelín (2001), podemos decir que se trata de

una relación de mutua. El sujeto fija, a partir de ciertos hitos de su historia, su

identidad, al mismo tiempo que esa afirmación identitaria implica necesariamente la

diferenciación con otro que se opone a los patrones que nosotros hemos rescatado de

nuestras memorias, estableciendo así los límites de la identidad que son, en definitiva

marcos sociales para encuadrar las memorias.

51
DA SILVA CATELA, Ludmila (2009). “Situar La Perla. Los CCD como territorios de memorias
conquistados”. Texto inédito

57
III

RELATOS DE LA VIDA COTIDIANA: LOS VECINOS DE LA DIPPBA

Existen algunos estudios que resulta indispensable tener en cuenta para la

elaboración de la investigación que aquí nos atañe y mencionaré brevemente.

En primer lugar, el trabajo elaborado por el equipo de la Mesa de Trabajo y

Consenso del ex Centro Clandestino de Detención y Tortura Olimpo sobre el proyecto

“Memorias de vecindad” ha abordado esta misma perspectiva. A partir de la

problematización de los límites trazados de un centro clandestino, las preguntas

comienzan a girar en torno a la complejidad de la trama del terrorismo de estado y

ponen en diálogo los sentidos que los vecinos depositaron sobre este sitio. La

articulación de estos relatos con la de los sobrevivientes del Olimpo de alguna forma

complejizan el análisis de los mecanismos de represión utilizados por la última

dictadura cívico militar.

Este antecedente nos sirve para evaluar las disímiles realidades en torno a los

vecinos de centros clandestinos de detención o dependencias policiales durante la

dictadura como actores que intervienen en las luchas y conquistas de estos sitios ; en el

caso del Olimpo, si bien las voces del vecindario arrojaron testimonios diferentes y con

perspectivas ideológicas marcadas, fueron en su mayoría protagonistas fundamentales

en la recuperación del predio y en la actual gestión del sitio de memoria. Traigo esta

experiencia para contrastarla con el proceso de ocupación de la ex DIPPBA, donde los

vecinos no intercedieron, y si bien algunos recuerdan el acto realizado en ocasión de la

apertura de la CPM, en su mayoría desconocían las actividades que en el presente se

llevaban a cabo e incluso algunos de ellos, en ocasión de la entrevista, entraron por

primera vez al edificio.

58
Florencia Levín (2006) ha realizado un primer acercamiento a esta temática en

su artículo “Arqueología de la memoria. Algunas reflexiones a propósito de Los vecinos

del horror. Los otros testigos”52. La autora analiza los relatos recogidos del film

homónimo que recupera las voces de vecinos que vivieron durante la dictadura en sitios

donde funcionarios diferentes centros clandestinos de detención. Aquí no se hace un

recorte específico, pero vuelven a pensarse las mismas categorías frente a la relación

sociedad-dictadura. El miedo y el consenso como dimensiones entrelazadas que

formaron parte de una misma realidad. El trabajo de Levín permite para complejizar y

componer una paleta de grises sobre la idea de la “sociedad víctima” o “sociedad

cómplice” del terrorismo de estado.

En este marco y teniendo en cuenta las herramientas que estas investigaciones

nos arrojan es que nos preguntamos ¿Cómo rastrear en los relatos de los vecinos sus

impresiones sobre la DIPPBA en particular y sobre el terrorismo de Estado como un

contexto en donde se desenvolvía su vida cotidiana? En los relatos que emergen del

cotidiano, enunciados desde la cercanía y la habitualidad con la que los vecinos fueron

desarrollando su vida diaria podemos encontrar algunos elementos para identificar, no

sólo cómo ellos vivieron esa experiencia, sino también como la significaron con el paso

de los años, elaborando incluso desde el presente. Pretendo establecer un recorrido que

permita visualizar las rupturas y continuidades que se fueron dando con el advenimiento

de la última dictadura militar y qué significados adquirió ésta en el vecindario en el que

se situó la DIPPBA en la ciudad de La Plata.

Los testimonios que hemos rescatado para el siguiente trabajo se tratan en su

mayoría, de mujeres que vivieron – y en algunos casos aún viven - en el barrio. El rango

etario se compone en su mayoría de personas que atravesaron su adolescencia en los

52
“Los vecinos del Horror. Los otros testigos” film realizado en 1996 por un grupo de egresados del TEA.

59
años 60’-70’. Asimismo contamos con el testimonio de Blanca, vecina del barrio desde

los años 50’.

Por las mismas características del barrio -situado en el casco céntrico de La

Plata- se trata de miembros de familias de clase media platenses, que pudieron aspirar a

una carrera universitaria y que al momento de la última dictadura militar cursaban

carreras universitarias o terciarias en la Universidad Nacional de la Plata o se habían

recibido recientemente y trabajaban. Este sesgo establece una dimensión particular de

cómo fueron vividos desde la clase media y particularmente estudiantil, los tiempos de

la última dictadura militar; un claro ejemplo de ello fue la emergencia en muchos de los

relatos de las sedes de las facultades y del comedor universitario como referencias de

esta esfera de sociabilidad fuertemente atravesada por las fuerzas represivas.

En este capítulo haré referencia a las memorias que los vecinos construyen en

torno a la irrupción de la dictadura; cómo esta se enlazan y articulan sus vidas

personales con La historia. Qué episodios aparecen en los relatos y le dan un marco

socio-histórico a las transformaciones en las rutinas de las que sus testimonios dan

cuenta. Este apartado nos brindará elementos para pensar las percepciones en torno a la

coyuntura socio – política de época y cómo configura ésta las trayectorias individuales y

familiares. Resulta fundamental en este punto poder rescatar los acontecimientos

históricos que estos relatos rescatan para narrar sus propias historias, ahondando en la

difuminación de las fronteras de lo público y lo privado.

En este mismo punto haré un análisis de las enunciaciones del presente en los

relatos de los vecinos. Si bien la percepción de éstos sobre su pasado está fijada en este

presente, el mismo se enlaza con las impresiones de la irrupción de la dictadura.

Asimismo ilustra las reflexiones que desde el presente los vecinos elaboraron sobre su

propia actuación en un escenario signado por el terrorismo de estado. Aquí también

60
integraré las elaboraciones de los vecinos en torno al terrorismo de estado a partir de las

prácticas y acciones desplegadas por el personal de la DIPPBA en su medio más

cercano que era el barrio y cómo impactó en las relaciones que éstos desarrollaron con

los vecinos. En esta línea no sólo buscaré recuperar la construcción sobre quiénes eran

desde la mirada de los vecinos estos sujetos que desempeñaban tareas en la DIPPBA en

un marco general de acción, sino también quiénes eran el blanco de la persecución que

los vecinos describen.

No intento abordar estos ejes de análisis de forma excluyente sino más bien

como amalgamas en los relatos sobre el pasado de los vecinos. Cada uno de estos

enfoques aportan elementos para pensar las implicancias del terrorismo de estado desde

una perspectiva poco abordada, donde se haga palpable el impacto que tuvo este en la

sociedad toda, a partir de mecanismos que sembraron el terror en las relaciones diarias y

el cotidiano de personas “corrientes”. La pregunta sobre el pasado a estos actores indaga

sobre la construcción colectiva de sentidos sobre sus acciones, sus percepciones y

sentimientos, que desde este presente necesariamente implica una toma de posición

sobre la historia.

61
¿Quiénes cuentan?

A continuación describiré brevemente la trayectoria de vida de quienes fueron o

son en la actualidad vecinos de la ex DIPPBA, actual sede de la Comisión Provincial de

la Memoria (CPM) y vecinos de la ciudad de La Plata: Blanca y su hija Claudia, Isabel,

Liliana y Simi. Las trayectorias de estas vidas, sus historias, condensan una mirada

sobre el pasado reciente, sobre el terrorismo de Estado y sobre la actuación en ese

entramado de la DIPPBA. Sus itinerarios personales pueden ayudarnos a comprender la

formulación de sus relatos, de qué forma nos narran el pasado, dónde emergen en él

tensiones o contradicciones que enriquecen las visiones monocordes sobre el pasado.

Blanca vive desde el año ‘51 en el barrio, más puntualmente en el 1° piso de un

edificio frente la casa que ocupó posteriormente la DIPPBA y sobre de los dos

departamentos que fueron utilizados como extensión de la misma – teniendo en cuenta

los relatos de los vecinos, consideramos que funcionó entre fines de los ‘60 y principios

de los ‘80. Oriunda de Carmen de Areco, Blanca se casa a los 18 años y se muda con su

marido a La Plata, donde comienza a formar su familia, criando a sus tres hijos. Luego

de su separación, Blanca para generar un ingreso a su casa, alquila algunas

habitaciones de su casa a estudiantes, al tiempo que comienza a estudiar traductorado en

inglés.

Claudia, la hija mayor de Blanca nació en el ‘53, estudió en la facultad de

Ciencias Naturales la carrera de geología, en la misma época en que se muda con su

padre, a unas cuadras de su antigua casa. Durante los años de la dictadura, y disparado

por la muerte de uno de sus compañeros de la facultad Claudia decide irse del país por

precaución y retorna en 1983.

62
Liliana se mudó en el ‘72 junto con su familia en un departamento a estrenar

que se encontraba a metros del edificio de la DIPPBA, tenía entonces 12 años. Hasta el

‘80 vivió allí, atravesando su adolescencia y los años del profesorado en inglés que

comenzó a cursar en la UNLP. Igualmente, su madre vivió en el barrio hasta el ‘91, con

lo que hasta esos años ella siguió frecuentando el barrio.

Isabel nació en el barrio, más puntualmente a la vuelta de la casa que ocupara la

DIPPBA. Los padres de Isabel construyeron un local comercial y arriba de éste la casa a

la que se mudaron en 1966. En el ‘73 se recibió de abogada en la UNLP. Se casó en el

‘92 y permanece al día de hoy viviendo con su pareja en la misma casa.

Simi es vecina del barrio, se mudo en el ‘87. Durante la última dictadura militar

ella se encontraba estudiando psicología en la UNLP y junto a su marido militaron en el

PCR (Partido Comunista Revolucionario) hasta el ‘76 donde su embarazo la aleja de la

militancia.

Sumaré para el análisis los testimonios de personas que si bien no desarrollaron

su vida diaria en el barrio, pueden dar una mirada compleja a partir de vivencias que

experimentaron en las cercanías de la DIPPBA, o por un tránsito fugaz por el mismo.

Informantes de situaciones o episodios que los relacionan directamente con este espacio.

Estos son los casos de Ariel, Silvia y Beatriz.

Ariel es arquitecto oriundo de La Plata. Él diseño junto con un compañero de la

facultad de Arquitectura de la UNLP uno de los edificios que se encuentran en la misma

vereda de la casa donde funcionó la DIPPBA y en el que vivió Liliana con su familia.

Durante algunos años en la facultad, militó en el peronismo de izquierda.

El 29 de mayo de 1976, Ariel se acerca a este edificio para tomar unas fotos y es

“demorado” por personal de civil que lo detiene en la vereda de la calle 54. Se trata de

63
testimonio particular: uno de los pocos que ingresó a la DIPPBA, que observó

fugazmente, durante las horas en que estuvo detenido, su funcionamiento.

Beatriz es psicóloga, nació en Trelew y actualmente vive allí. Vivió en la Plata

del ‘72 al ‘80 y los primeros meses ocupó una habitación junto con tres compañeras en

una pensión ubicada frente a la casa que ocupó la DIPPBA. Por las características que

nos brindó de esta casa y de su dueña, llegamos a la conclusión de que se trató de la

casa de Blanca. Luego de la detención de una compañera en los primeros meses del ‘72

y alertados por la cercanía de “la SIDE” deciden irse del barrio.

Silvia nació en Bahía Blanca y en el ‘67 se estableció en La Plata para estudiar

psicología. Una vez recibida, se casa en 1974 y dos años después queda embarazada.

Silvia simpatizaba con el peronismo aunque no militaba abiertamente en ninguna

organización política.. En el año ‘76 fue detenida en dos oportunidades, la primera en su

domicilio, la segunda en la confitería La Modelo, en frente de la DIPPBA.

Silencios, los otros relatos del pasado.

Si bien en esta trabajo abordaré puntualmente con los testimonios arriba

mencionados, es pertinente dar cuenta de quienes no quisieron dar su testimonio a pesar

de ser de los actores referenciales del barrio, por su tradición y vigencia.

Muchos vecinos nos señalaron la panadería de la calle 5 y 54 y la mercería que

funciona justo en frente de la CPM como posibles entrevistados pero al momento de

acercarnos, nos encontramos con fuertes resistencias para hablar sobre el pasado del

barrio y particularmente sobre las impresiones y percepciones que se tuvieron en los

años en que funcionó la DIPPBA.

64
La apelación al desconocimiento, el “desde acá no se veía nada” “no me

acuerdo”, a la poca pertinencia de sus recuerdos en la reconstrucción del pasado en el

barrio, se mezcla por momentos con la proximidad del barrio y el contacto cotidiano, y

son algunas de las pistas que aportan estos actores para dar cuenta de las resistencias en

el presente para hablar de ese pasado.

La negación a narrar el pasado, de rememorar los hechos de los que han sido

testigos, puede tener sus fundamentos en la elaboración necesaria de una mirada

introspectiva sobre el papel que ellos mismos tuvieron en ese devenir, no porque apele a

una responsabilidad directa en el accionar del terrorismo de estado – aquí representado

por la DIPPBA – en los años oscuros de la dictadura, sino porque aún así esa instancia

de pregunta sobre el pasado estremece los viejos temores, las viejas perspectivas desde

donde hoy se juzga a ese pasado y se piensa el presente.

La existencia de estos silencios sobre el pasado debe interpretarse no como

olvidos sino como relatos contrarios a los discursos oficiales, que ante la proliferación

de éstos, se transfieren en redes familiares y de amistad “esperando la hora de la verdad

y de la redistribución de las cartas políticas e ideológicas.” (Pollak, 2006:4)

Aquí se hace palpable una tensión sobre los sentidos del pasado que aflora entre

lo decible y lo indecible. La memoria colectiva, que desde el Estado o desde la mayoría

de la sociedad parece transmitir o imponerse, encuentra resistencias en el presente de

actores que encuentran en el silencio una tregua. Se trata de “memorias subterráneas”

que lejos de homologar el olvido al silencio, nos marca la frontera entre lo confesable y

lo inconfesable.

Además de estos dos casos paradigmáticos de locales comerciales de muchos

años en el barrio que prefirieron guardar silencio sobre los años de la dictadura y la

DIPPBA, también es significativo el caso de una vecina histórica con quien no pudimos

65
concretar en una entrevista. Si bien en un primer encuentro parecía dispuesta a contar

sus vivencias – su casa está al lado de la CPM – y alcanzó a dar algunos detalles de

episodios desatados en la Cervecería La Modelo y la escucha de sesiones de torturas y

música fuerte en la habitación con la que lindaba la DIPPBA, con el correr de los días

cambió de opinión repentinamente y decidió no darnos la entrevista.

Si bien no podemos conocer la totalidad de los motivos que la hicieron cambiar

de parecer, si podemos presumir que su cambio pudo deberse al miedo de revivir

situaciones traumáticas que al día de hoy le resulten difícilmente asimilables e

inenarrables. También en estos temores y en la negación que implican de estos silencios

afloran los sentidos del pasado. En definitiva, aquí la relación entre recuerdo y olvido

conforman un par articulado y constitutivo de la memoria.

El silencio enmascara de alguna manera la expresión de los miedos colectivos y

cómo los enfrentamos. Allí desnudamos nuestras identidades sociales y las

características del período en las que se desenvuelven.”(Crenzel, 2001).

“El vecino de abajo se quejaba de los tacos, pero no se quejaba de los

gritos”: La irrupción de la dictadura y las percepciones generales de la

DIPPBA.

En este apartado se analizarán las incidencias que tuvo la dictadura militar del

‘76 en la vida privada de los vecinos, cómo estructuran en sus relatos personales la

presencia de un estado militar. En esta trama compleja de memorias es que

encontraremos la penetración del terrorismo de estado como práctica sistemática.

La circunstancia de entrevista a la que se prestaron estas personas condujo

necesariamente a una revisión de sus vidas privadas y con ello una revalorización de sus

66
trayectorias individuales pensadas en un marco general donde se desarrolló “la historia”.

En este sentido, a muchos de los entrevistados les resultaba poco relevante lo que

tuvieran para decir sobre lo vivido durante la última dictadura militar. Afirmaciones

como las de Isabel: “nunca me imaginé que iba a estar acá sentada contando esto,

tratando de recordar ese episodio” da cuenta de alguna manera de quiénes fueron

históricamente las voces “autorizadas” para narrar el pasado. Como contracara de ello,

se expresa claramente quienes si han sido los interlocutores válidos: víctimas directas

del terrorismo de estado; familiares, ex detenidos, militantes, así como también tuvieron

su espacio de enunciación algunos represores53 – los menos – quienes han tenido en

estos tiempos un espacio privilegiado para la narración de sus experiencias. Las

personas “corrientes” han sido relegadas a un segundo plano y con ello se ha perdido la

dimensión social de la represión (Águila, 2007), comportamientos y actitudes sociales

que emergieron ante este nuevo escenario. ¿Por qué existe, incluso de los mismos

vecinos, una deslegitimación en la enunciación del pasado? Es posible que los

mecanismos con los que se desenvolvió el terrorismo de estado y la consecuente lucha

que desde los primeros tiempos desarrollaron familiares para encontrar un resquicio de

justicia que pudiera oír sus demandas, haya contribuido a esta primacía en la voz que

pareciera invalidar el relato de la “gente corriente”. Poder echar luz sobre estos

testimonios enriquece este análisis, donde se puede visibilizar el terrorismo de estado

ejecutado a partir de un conjunto de prácticas sistemáticas que ahondaron en los

intersticios más íntimos de la sociedad en su conjunto.

El testimonio de Blanca fue el único que expresó lo contrario:

53
Uno de los ejemplos más reciente de esto fueron las entrevistas que distintos medios realizaron a
Jorge Rafael Videla antes de su muerte enmayo de 2013. Ver “Cambio16” diario digital 12 de febrero de
2012.

67
Tengo recuerdo de todo lo que he vivido de todos estos años, porque tengo
muy buena memoria, he visto pasar la historia delante de mis ojos y yo soy
historia54

Esta afirmación que asimila “la buena memoria” – como un recuerdo meticuloso

de datos del pasado – con la historia, donde la homologación de la memoria a la historia

nos introduce en su relato relativizando sus impresiones personales sobre la Historia.

Los estudios sobre la última dictadura en Argentina han hecho eco de un análisis

de los comportamientos y actitudes sociales de los ciudadanos “comunes”, donde suele

predominar un diagnóstico consustanciado con la apatía, el desconocimiento y los

dispositivos utilizados por un estado que acorraló a la sociedad.

Sin embargo, aquí el recorrido es a la inversa. Partiendo de las historias

individuales de los vecinos es posible trazar un recorrido similar entre sí: son ellos

quienes traen en su relato biográfico el marco social, el contexto en que pensaron,

sintieron y actuaron.

“Al contar nuestra vida, en general intentamos establecer cierta coherencia


por medio de lazos lógicos entre acontecimientos-clave (que aparecen
entonces de una forma cada vez más solidificada y estereotipada), y de una
continuidad, resultante de la ordenación cronológica. A través de ese trabajo
de reconstrucción de sí mismo el individuo tiende a definir su lugar social y
sus relaciones con los demás.”55

Estas entrevistas debieran entenderse no sólo instrumentos de reconstrucción de

la identidad y no solamente como relatos factuales. La evocación de las historias

54
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Samanta Salvatori y Josefina Oliva, filmada por Juan Rada, 2010.
55
POLLAK, Michael (2006) “Memoria, olvido, silencio” Pág. 17.

68
personales, narradas en primera persona “ordena acontecimientos que bautizaron una

existencia”. (Pollak; 2006:17).

Aquí se manifiesta – y es quizá lo más valioso a nuestros fines –estas historias

íntimas y cómo éstas se inscribieron en un nuevo escenario social y político; los

acontecimientos que de alguna forma significaron y marcaron hitos en sus trayectorias

personales y en su cotidianidad:

Yo me recibí en diciembre del 73 y yo salía con mis amigas de la facultad y

llegó un momento que dijimos “no salimos mas”. Se veían… grupos de

policías a la noche que por ahí aparecían a la vuelta de una esquina y

había un tiroteo, y bueno, nos queríamos volver a…nos volvimos a casa y

dijimos de ese día “no más”, no? Creo que la mayoría de los platenses nos

empezamos a recluir en casa porque la ciudad de La Plata fue un

lugar…fue un lugar de mucho movimiento, de mucha cosa.56

¿Qué es lo que sucede en la percepción del cotidiano que Isabel decide “no salir

más”? ¿Cómo rescatan los testimonios desde el plano privado - la carrera universitaria,

las actividades recreativas, las rutinas en el vecindario - las primeras referencias de un

quiebre en sus vidas? Se trata de una pregunta difícil de contestar, pero no es relevante

como dato histórico sino como construcción de sentido, como impacto real que significó

una transformación en su realidad cotidiana. Isabel nos señala una sensación de

vulnerabilidad creciente, de continua exposición al peligro; quiero remarcar la

enunciación de los actores caracterizados en esos episodios de violencia: “grupos de

56
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Josefina Oliva, 2010

69
policías”. En esta aseveración la peligrosidad devenía del mismo Estado, quien por sus

propias facultades debiera presentarse como un agente de orden y control, aparece

desplegando acciones que atemorizan a las personas que intentan buscar resguardo,

limitando las actividades y circuitos colectivos. Isabel, desde su propia enunciación y a

su condición de “joven universitaria” nos brinda quizá algunos elementos sobre el

sujeto “subversivo” que era perseguido y hostigado.

En el relato de Simi esta identificación se hace más palpable y está íntegramente

relacionada con su condición de joven. Asimismo, la referencia a su militancia clarifica

de alguna forma el contexto en que se desarrollaba su vida diaria y las implicancias de

sentirse perseguida.

Lo único que sí todos teníamos bien claro cuando comenzó el proceso,


teníamos bien claro el peligro que era ser joven así como es la cana a la
que tienen miedo, nosotros teníamos miedo todo lo que fuera uniforme. Y
los otros, los que no eran pero que sabíamos, por ejemplo todos
conocíamos los administrativos que eran botones57

Oriunda de San Juan, Simi estudiaba psicología y militaba en el PCR desde el

’69. Al casarse con su actual marido y mudarse a La Plata intenta continuar la carrera en

la UNLP, pero por complicaciones en las equivalencias se incorpora en la carrera de

Antropología. Este cambio, si bien tiene una referencia práctica a dificultades

académicas, está relacionado también con una fuerte impronta que Simi veía cernirse

sobre las disciplinas relacionadas con Facultad de Humanidades y Ciencias de la

Educación. Posteriormente, Simi retoma sus estudios en psicología y se recibe con la

facultad cerrada.

57
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

70
La reclusión hacia adentro, la posibilidad de combatir un estado de

incertidumbre sellando las relaciones con el afuera vuelven a ponernos sobre la mesa la

disposición de la esfera pública y privada, la difuminación de sus fronteras y cómo éstas

parecen condensarse en el aislamiento como la llave para combatir la sensación de

inseguridad generalizada.

Me acuerdo que una vez era una profesora, daba Sociología, venía de
Buenos Aires y no había aulas, entonces yo dije -podemos hacer un práctico
en mi casa. Entonces tomaron nota, todos anotaron. Después no se dio
porque se consiguió aula, pero un día una chica que me acuerdo que era
erpia, del ERP, que era de Quilmes, y yo le había visto cuando anotaba en
la agenda, anotó mi teléfono y mi dirección, semanas persiguiéndola,
buscándola para que borrara, porque de hecho desapareció58

Esta operación es quizá el sentido más ostensible del carácter aleccionador que

como proyecto de disciplinamiento social llevaba a cabo las fuerzas militares; aquí

opera lo que Juan Corradi (1985) denominó “cultura del miedo” donde el sujeto no sólo

resulta del temor hacia el otro – operando un cerramiento hacia la esfera privada – sino

también una nueva configuración de pautas sociales de carácter punitivo de control para

sí mismo y para los otros. Sospechosos son todos y por lo mismo, nadie lo es. La

delimitación de lo legal y lo ilegal también está difuminada, y allí se nutre la sensación

de miedo y de aislamiento para la propia supervivencia, sin que ello implique ninguna

garantía.

Como ya mencioné, la DIPPBA comenzó a funcionar en 1956 con lo que su

presencia en el barrio es anterior al comienzo del último golpe cívico – militar. En

58
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

71
relación con esto es que surge la pregunta al conocimiento de la DIPPBA como agente

estatal de inteligencia en el barrio. Es posible rastrear en la historia de este órgano sus

distintas modificaciones, variaciones que dan cuenta de la coyuntura política y la

necesidad de utilizar el aparato de inteligencia en base a paradigmas específicos en cada

época. Ahora bien ¿es posible percibir estas modificaciones propias de una estructura en

la cercanía donde se desenvolvía? ¿Los vecinos pudieron presenciar la transformación

de la DIPPBA? ¿Cuáles eran los imaginarios en torno a este espacio? La prolongación

de las funciones de inteligencia en los períodos anteriores y posteriores a la última

dictadura nos permite repensar las funciones y los alcances que la DIPPBA desarrollaba

y las implicancias que tenía en cada momento, pensando desde la óptica de los vecinos,

desde su apreciación directa y cotidiana en su desenvolvimiento diario.

Existen algunos testimonios que dan cuenta del conocimiento que se tenía sobre

la DIPPBA. Si bien muchas veces aparece en los relatos de forma fragmentada, está

claro para muchos que se trataba de un lugar vinculado con las fuerzas de la represión.

Así lo recuerda Ariel:

En realidad yo por ser platense, por ser arquitecto más o menos yo conocía
que acá era alguna cuestión de policía, era…, no tenía muy bien la
precisión, pero tenía idea de que había alguna fuerza de seguridad,
inclusive por el tema de la guardia en el exterior y eso, pero no sabía
exactamente qué era. 59

En el caso de Simi, que llegó al barrio luego de terminada la última dictadura

militar, nos aportó una dimensión sobre la noción que muchos estudiantes

59
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

72
universitarios compartían con respecto a los lugares ocupados por las fuerzas de la

represión. Sus recuerdos con respecto a esa época revelan una vez más cómo fue

percibido durante esos años, el barrio donde funcionaba la Dirección de Inteligencia.

Era vox populi, o sea eso se sabía (…) lo único que sabía es que era
Inteligencia, ni pasaba por esta cuadra. Y en esta casa [su actual domicilio]
misteriosamente vivía en aquellos años una compañera, entonces un día
tuve que venir a buscar unos apuntes. Y cuando entré “¡¿Ahí vivís vos?!
Entré y salí volando y creo que no volví a pasar hasta el día que vine a ver
la casa para comprarla (…) Mi marido tenía un compañero, y me acuerdo
que tuvo que venir a pedirle unos apuntes una vez y yo le dije “cómo te
animaste a entrar?60

Aquí parece manifestarse una especie de red, un mapa que visibiliza qué lugares

– signados por la preeminencia de las fuerzas de seguridad dependientes a distintas

fuerzas- son peligrosos, a la vez que exige el restablecimiento de nuevos circuitos de

tránsito o empujándolos a tomar recaudos en cuanto a su tránsito frecuente. Beatriz lo

relata así:

En la plata había zonas que estaban medio prohibidas…prohibidas en el


sentido de decir ‘pucha exponerte a pasar no tiene mucho sentido si no es tu
lugar de paso’ esa era una zona no muy transitada, sobretodo por los
estudiantes de humanidades (…) creo que ni pasaba…era una zona que
‘mejor no pasar’, eran zonas que estaban restringidas, medio prohibidas61

Simi:

60
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
61
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez, 2010

73
Era muy evidente viste, pero no, nunca supe nada. Había lugares por los
que no pasabas, por las comisarías, por el Regimiento que es donde está
Bellas Artes ahora, que evitábamos62

A partir de allí, la peligrosidad de estos sitios parece estar dada por la mera

presencia de las fuerzas, era la presencia de estos actores y no la potencialidad de sus

acciones la que configuraba estas categorías espaciales diferenciadas en la ciudad por

donde el paso cotidiano, implicaba necesariamente una atención particular que

contribuía a la elaboración de un esquema de “arquitectura autoritaria”. Esta se

caracterizó no sólo por la recurrencia a políticas de disciplinamiento de prácticas

urbanas - remodelación cosmética de las ciudades, adscripción a proyectos

modernizadores disruptores de la organicidad urbana, erradicación de asentamientos

precarios - sino que también se asentó sobre la elaboración de ciertas prácticas

espaciales y configuraciones urbanas para la diseminación y proliferación del terror en

la sociedad (Schindel, 2011) La presencia espacial que adquiere en las trayectorias

diarias estos espacios ligados a las fuerzas del estado, pone el acento y asevera el

control en la cotidianeidad como una percepción inmediata e imposible de eludir.

Las afirmaciones de Ariel y Simi conforman una primera aproximación al

conocimiento de la DIPPBA como tal, si bien la definición más utilizada fue la de

“inteligencia” o “SIDE”, está fuertemente relacionada a los años de la última dictadura

militar y exceptuando algunos casos, fuertemente asociada con los procedimientos de

represión ilegal. Resulta curioso en el caso de Blanca que es la vecina más antigua de

los entrevistados, al momento de revelarle desde cuándo funcionaba la DIPPBA,

expresó su sorpresa

62
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

74
Qué? Aquí? En este edificio? No te puedo creer que desde el 56’…con ese
edificio? No…no puede ser! Uy dios mío…que horror, tanto tiempo. Yo
pensé que habían pasado muchos más años, porque yo claro, imaginate 51’,
yo reconocía a los muchachos que estaban acá que eran
arquitectos…trabajaban. Me llama la atención63

Dentro de este esquema de opacidad hacia el entorno sobre qué funcionaba en el

edificio que ocupaba en ese entonces la Dirección de Inteligencia, también se percibe un

cerramiento hacia adentro, un resguardo necesario que no sólo permitiera poner a salvo

a su entorno más cercano y dotara de cierta tranquilidad y normalidad a la rutina diaria.

Contar con datos, información vinculada tanto a personas que militaban como sitios

donde se encontraran las fuerzas militares o policiales era potencialmente riesgo que

nadie estaba dispuesto a correr.

Como contracara de ello se ejerce la infantilización y el sometimiento de las

personas en los contextos del cotidiano –el de las relaciones sociales y los patrones de

autoridad que tejen la vida diaria- como correlato del despojo de la condición de

ciudadanos, su despolitización lograda mediante la represión y el sometimiento por

parte del aparato estatal.

Un ejemplo manifiesto de esa infantilización es relatado por Liliana vecina de uno de

los edificios linderos a la DIPPBA:

Yo tenía 17, era el último año de la secundaria, salíamos pasábamos por


ahí y los tipos que estaban siempre en la puerta nos decían “chicas, a
donde van?” entonces les decíamos “vamos al centro” y nos decían
“no, vuélvanse a su casa, hoy no es día para salir” entonces volvíamos y

63
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

75
nos enterábamos por ejemplo de tiroteo que había habido en [la calle]
50 7 y 864

Además de la ostentación de un control sobre todo lo que acontecía en la ciudad,

la posibilidad de prever qué sitios eran seguros y en qué momentos, en este recuerdo se

manifiesta la autoridad de mando que el personal de la DIPPBA imponía sobre los

vecinos de la casa de 54. Allí surgen los rastros de esa infantilización donde la

población incurría a la permanente autoridad de las fuerzas incluso en esos planos que

representan la instancia más personales y privadas de las personas.

La diferencia que se establece en el plano del cotidiano es que se ejerce

mediante los minidespotismos: los lugares jerárquicos y de poder en la estructura de la

vida diaria ejercidos por civiles que replicaban los mandatos establecidos por la

autoridad militar. Esto compaginó una nueva forma de control social: una sociedad que

se patrullaba a sí misma.

La dificultad para encontrar reparo ante la ofensiva desde un estado que

sembraba la cultura del miedo (Corradi; 1985) clausura todos los canales de

sociabilidad y de construcción de sentido.

Liliana, recuerda que durante el 76’ y el 78 era común oír por las noches gritos

de mujeres que ella relacionaba directamente con la DIPPBA; Sin embargo, estos

episodios que marcaron sus vivencias en el barrio no eran compartidos ni siquiera en su

círculo más íntimo.

Tremendo, dos tres de la mañana y escuchar gritos abominables, que


después ya no podías dormir mas porque mi mamá me decía “bueno traten
de dormir ahora” y yo le decía “como me voy a olvidar, es tremendo” era

64
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

76
tremendo (…) Pero nunca hicimos un comentario de la gente de al lado, ni
de los gritos, ni de nada. O sea el vecino de abajo se quejaba de los tacos,
pero no se quejaba de los gritos. Nosotras veníamos con tacos y él se venía
a quejar pero jamás dijo “los gritos no me dejan dormir” porque de eso no
se habla, jamás hablábamos de esa gente [personal de la DIPPBA]65

¿Cuáles las demandas en la convivencia entre “vecinos”? ¿De qué cosas se habla

y de cuáles el legítimo ignorar? Existe en esta expresión una necesidad de sostener

ciertas reglas en los vínculos comunes, y sin embargo se evidencia el quiebre en lo que

resulta imposible de incorporar en esa normalidad.

La referencia al personal de la DIPPBA como los rescata Liliana “esa gente”, de

alguna manera juega con la ambivalencia de conocer y desconocer a la vez de quién se

trataba efectivamente cuando se los mencionaba y permite pensar la noción de peligro

más allá de estos sujetos, para trasladarse al desconocimiento o el conocimiento parcial

sobre quiénes eran y qué estaban dispuestos a hacer.

Nuevamente se hace presente ese cerramiento de las relaciones sociales hacia

adentro, que lejos de montar sujetos “ignorantes” de las situaciones de las que eran

testigos directos o indirectos, establecía muro de silencio sobre la vida diaria. Allí no

sólo se percibe el peligro con respecto a las fuerzas militares o sus agentes de seguridad,

sino que la sospecha queda ampliada y recorre todos los actores de la sociedad. No es

casual la aparición en el relato de su madre, como agente de de jerarquía que ordenaba

la omisión, la posibilidad de olvidar los gritos continuar con la vida “normal” aportando

desde esta acción a la réplica de los mandatos establecidos por la autoridad militar.

Nuevamente, la figura que se hace visible es la de los “mini-despotismos” la noción de

65
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

77
autoridad desplegada por todas las jerarquías de autoridad de la sociedad, incluso al

interior de la familia, donde por propia preservación se conjuga y se vuelven propias las

disposiciones del gobierno militar.

El testimonio de Silvia, si bien no nos brinda impresiones sobre el barrio donde

funcionaba la DIPPBA, ni datos sobre ésta, nos arroja luz sobre los procedimientos que

se llevaban a cabo a plena luz del día, en lugares frecuentados por la gente, en este caso

la confitería que al día de hoy sigue funcionando en el mismo lugar: la Cervecería La

Modelo. Por la mañana, Silvia se encontraba con su marido allí:

Entró de golpe, era la policía, estaban uniformados, nos metieron en el


famoso Falcon, y bueno, y nos llevaron a la Comisaría de la calle 53, creo
que es la Primera, donde permanecimos un buen rato yo no sé si…no más
de un día, ahí creo que fue en ese lugar donde registraron desde la cartera,
todas las pertenencias, anotaron desde no me acuerdo lo que tenía pero
suponte desde el labial hasta el peine fue correctamente identificado, nos
sacaron fotos de frente, medio perfil, costado, varias veces y yo recuerdo
que las huellas dactilares fueron pilas de veces tomadas, o sea que hubo un
registro exacto66

Ante la pregunta sobre el conocimiento de la ubicación de la DIPPBA, Silvia responde

Creo que vagamente. No tenía una idea clara de que desde acá
investigaban porque sino no hubiera ido ahí a tomar el café. 67

El conocimiento fragmentado sobre quiénes eran los actores que ocupaban estos

espacios revela una condición que también es muy repetida en los relatos de los

66
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
67
Esta cita corresponde al testimonio perteneciente a Silvia.

78
testimonios: la peligrosidad de la información y el conocimiento parcializado tanto de

grupos militantes como del aparato represivo del estado. Por otra parte el mandato de

Inteligencia como tal, y su necesidad de discreción hicieron de la DIPPBA una

estructura ambigua y difícil de descifrar para los vecinos. Emergen de estos relatos

vecinos entonces diversas acepciones sobre este edificio.

En el relato de Beatriz, las percepciones del barrio giran en torno al trayecto de

la facultad al comedor universitario y de allí a la pensión68. Recuerda al barrio como un

lugar tranquilo, de casas antiguas y algunos comercios. El quiebre que ella relata en

relación a la percepción al cotidiano del barrio está dada por un episodio traumático en

el año 1972: la detención de una de sus compañeras de habitación y también compañera

de la facultad. Si bien este episodio se desarrolla a la salida del comedor universitario,

el mismo pone en alerta a sus compañeros de la facultad que dan cuenta de la cercanía

de su vivienda con lo que ellos denominaban “la SIDE”. Son algunos estudiantes y

militantes de la Federación de Agrupaciones Universitarias de Izquierda (FAUDI)

quienes alertan sobre el lugar donde viven. Lo llamativo es que Beatriz y sus

compañeros asociaban el peligro con la cercanía no de la casa donde funcionó la

DIPPBA, sino de los departamentos ubicados debajo de la habitación que ocupaban en

la pensión.

Humanidades funcionaba como una red de contención social, cualquier


cosa que pasara a alguien, inmediatamente vos ya estabas al tanto…la
facultad era…había un centro de estudiantes muy importante, muy fuerte,
entonces vos ibas a la facultad y sabias lo que había pasado al mediodía en

68
Como ya mencioné, por las características que Beatriz brindó de esta pensión y de su dueña, llegamos
a la conclusión de que se trató de la casa de Blanca.

79
el comedor, en la calle, rápidamente te enterabas lo que había pasado, era
como una cosa de protección, como códigos de funcionamiento estudiantil69

Nuevamente, este testimonio permite establecer cuáles eran los circuitos

conocidos por actores no vinculados directamente con la DIPPBA, que de alguna forma

echan luz sobre qué sitios eran peligrosos, o estaban expuestos a la vigilancia y el

control de las fuerzas armadas o policiales. Igualmente resulta sorprendente que

existiera conciencia sobre los dos departamentos frente al edificio de la DIPPBA por

sobre la DIPPBA misma.

Si bien la irrupción de las fuerzas militares en el trabajo, la facultad, las calles,

de alguna forma se incorpora con anterioridad al golpe del ‘76, muchas veces este

punto se retoma para elaborar las experiencias y decisiones que tomaron durante ese

momento.

El relato de Claudia deja entrever esto:

Me voy [del barrio] en el 73 y me voy a estudiar geología. Después yo me


fui afuera [al exterior] en el 76’. O sea que del 76’ al 83’ no tengo la menor
idea de qué pasó acá. Me fui por precaución, en realidad mataron a un
compañero mío de la facultad.70

El episodio del exilio de Claudia no fue relatado por Blanca, su madre. Este

episodio, a pesar de ir contra la pretensión explicitada por Blanca de la “memoria

total”, manifiesta lagunas o puntos negros en el relato, donde la entrevistada prefiere

69
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez, 2010
70
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, 2010

80
omitir hechos, que tal vez en su concepción de los sucesos del pasado resultan difícil de

integrar al cuerpo mismo de su narración.

En este mismo sentido, Blanca, sobre el final de la primera entrevista realizada

narró un episodio donde fue detenida/secuestrada fuera de la pensión (según Blanca

“posiblemente en la facultad”) una de las jóvenes que ocupaba una de las habitaciones

de su casa, y que si bien en un primer momento fue asociado con la compañera de

Beatriz, nunca se corroboró.

Yo me entero por el policía [que custodiaba la puerta de su edificio, donde


ellos ocupaban dos departamentos], seguramente tenían folletitos, papeles,
cosas que tienen las chicas estudiantes (…) O sea, uno realmente ha corrido
riesgo de vida, por algo me salvé y no me invadieron la casa, no me molestó
jamás nadie. Seguramente este policía de abajo, habrá dicho “no, es una
señora respetable, ha sido una coincidencia” fue así.71

Cuando se indagó sobre los nombres de las estudiantes o datos sobre el año de

dicha detención, Blanca no pudo recordarlos. Según sus propias palabras, alertada por

esta situación es que decide quemar el cuaderno donde recogía las identificaciones de

sus inquilinas, por temor a verse involucrada.

Nunca más la vi! No sé qué paso con ella, seguramente la mataron [la
inquilina que fue detenida]. Yo tenía un informe, porque las chicas venían y
a veces se quedaban la carrera entera, pero cuando fue eso tan tremendo,
yo digo estoy corriendo riesgo yo y mis hijos, entonces agarre el libro
donde yo tenía anotado todo los nombres de las chicas inscriptas y lo
quemé.72

71
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
72
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

81
Aquí se visualiza una fuerte tensión en el relato de Blanca, que si por momentos

enunció una postura desentendida en relación a la intromisión de actores represivos en

su vida diaria, por momentos se contraponen a estos relatos fragmentados, y ciertos

“olvidos” donde situaciones relacionadas directamente con la represión ilegal se

vuelven mojones que cortan la armonía de su relato y ponen en peligro su entorno

inmediato.

La irrupción de un problema corta con la continuidad de la vida cotidiana,

establecida como realidad natural. Cuando ocurre este quiebre, la realidad de la vida

cotidiana busca integrar el sector no problemático dentro de lo que ya es no

problemático (Berger y Luckman, 1972). Es difícil creer que estas situaciones no

alteraron su cotidianidad, sin embargo aparecen minimizados o directamente

invisibilizados en un afán por simular normalidad y armonía en la narración, donde la

posibilidad de una revisión a su “buena conducta”, que mezcla el parcial

desconocimiento de los actores con la eliminación de información que pudieran

comprometerla, la ha salvado de una “invasión” de las fuerzas de seguridad en su casa,

en su mundo privado. La referencia a la “invasión” ya nos presenta un estado

conflictivo donde la posibilidad de cerrarse hacia la órbita privada de alguna forma

evitaría el “contagio” del clima beligerante que primaba en la sociedad.

Relatos desde el presente: las miradas sobre la dictadura.

Los testimonios de los vecinos nos traen una y otra vez las apreciaciones del

presente. Las fuentes orales dan cuenta no solo de las impresiones de los

acontecimientos pasados, también nos brindan elementos para comprender los sentidos

82
con los que los actores interpretan desde el presente de esas acciones. En el relato se

plasma la acción y el deseo detrás de ella, su sentido, su intención. Su mirada atravesada

por el presente.

Así es que encontramos en los relatos de los vecinos, además de caracterizar y

dar cuenta de las impresiones que tuvieron sobre la DIPPBA y su funcionamiento, un

sentido más amplio sobre la represión ilegal sufrida durante los años de la última

dictadura militar, narraciones donde queda plasmada las formas en que desde el

presente se comprende y se explica su accionar; muchas veces atenuada también por

saberse enunciadora en un tiempo histórico que ha impugnado el terrorismo de estado

acaecido en el país con política públicas específicas así como discursos y acciones

simbólicas que han ido haciendo mella en los imaginarios del pasado.

Aquí se ponen de manifiesto las formas en que se ha ido tramitando el pasado

para estas personas, las explicaciones que han ido encontrando al devenir de la historia

reciente así como sus acciones enmarcadas en una trayectoria particular.

Encontramos en sus memorias – las más – que manifiestan un estado de pánico

generalizado, de miedo crónico a pesar de no “estar metido en nada”. Blanca:

Todos mirarían, yo no acostumbraba a mirar detrás de las ventanas pero


uno no podía no evitar ver que estaba pasando ahí, no? O sea que ahí
estábamos todos inseguros. Toda la ciudad estaba insegura73

Liliana:

73
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

83
Pero era como que, tratabas de sobrellevarlo y cuando te pones a pensar,
yo tenía mucho miedo, esta gente un día que no ven o están borracha o lo
que sea y te tiran, porque no tenían ningún problema74

Encontramos también voces que revelan la elección del silencio o la ignorancia

de situaciones, como forma de encontrar un escudo para preservar de alguna forma sus

vidas. El silencio justificado desde el miedo y el terror. Blanca:

Movimiento había siempre, todas las noches salían religiosamente a hacer


redadas de alguien. O sea ese movimiento de autos, ese movimiento de
personas que salían armadas era…pero yo no estaba acá…no estaba
mirando atrás de las cortinas, alguna vez desgraciadamente habré sentido
un ruido y me habré asomado pero procuraba tener la vida para seguir
criando a mis hijos que iban al colegio75

Beatriz:

Era una época en la que no valía preguntar, no valía hablar mucho de cada
uno…a veces decías es preferible eso porque es una forma de cuidarte vos y
cuidarlo al otro entonces cerrabas la boca y le dabas para adelante (…) los
que vivimos esa etapa como que te acostumbraste a no preguntar, entonces
como que vas cerrando cosas.76

74
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
75
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010
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CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez, 2010

84
Podemos pensar estas manifestaciones en sí mismas como formas de silencio

pero dirigidos a objetivos distintos entre sí: por un lado el silencio sobre un accionar de

órganos del estado que podía convertirlos en testigos ocasionales del accionar ilegal del

aparato del estado. Este silencio funcionaba como antídoto ante la cotidianeidad

fracturada, devolvía normalidad al personal de la DIPPBA y a sus movimientos, que

aparecían en el barrio como un factor con el que había que “convivir” o “sobrellevar”.

El devenir de los “normal” es algo que difícilmente requiera de ser narrado, son los

sucesos extraordinarios los que nos perturban la rutina. El silencio cubría con un manto

de ignorancia las tareas que estos sujetos desarrollaran y les aplicaba un barniz

“normal” que permitía incorporarlos a la vida diaria.

Por otro lado, el silencio sobre la vida de “los otros”, la ignorancia sobre

quiénes eran compañeros de trabajo y de estudio, o saber lo menos posible de sus vidas

se erigía como una herramienta de protección personal, que a la vez limitaba el propio

conocimiento de los demás sobre uno mismo, cercando definitivamente las relaciones,

en la fundamentación de cuidar tanto de sí mismo como cuidar al otro ante una eventual

caída y delación.

El silencio entonces, aparece por momentos como una herramienta de protección

individual o colectiva y tiene, como consecuencia buscada o no, la posibilidad de

reconfigurar la realidad a los eventos extraordinarios e incorporarlos por lo menos a

partir de una fachada de ignorancia, en la realidad diaria de los vecinos.

Así, a la vez que configuran una “particular normalidad” en un momento

histórico determinado, quedan conformadas como marcas que incluso en el presente

vuelven a surgir:

Yo me asustaba mucho, ella [refiriéndose a su hija que presencia la


entrevista] no me entiende, porque viene el año nuevo y a mí un simple

85
cohete me hace sobresaltar y me pega terrible susto, yo me asustaba
mucho. Pero bueno…te quedan los ruidos 77

El presente es el nuevo cristal desde el que se observa el pasado y cómo se

inscribieron nuestras acciones en él. La búsqueda de referencias que den cuenta de la

situación de excepcionalidad que se vivenció durante el terrorismo de estado establece

un nuevo marco para narrar con algún tipo de equivalencia el pasado y el presente.

Del silencio del pasado un correlato posible es, como vimos, el olvido.

Tengo una compañera, mi más amiga, cuando conversamos le digo “te


acordas de tal y tal cosa”; “no, no me acuerdo”, no se acuerda, una
negación total. Ella no militaba en nada, viste o sea, una clara conciencia,
es una mina que tiene una buena ideología pero no tan comprometida y
bueno no se acuerda de nada, de nada, que yo, a mí me cuesta.78

La posibilidad de bloquear los recuerdos traumáticos que perduran como una

marca del presente y no encontrar respuestas a ese pasado. Aquí también la justificación

de sus acciones, sus decisiones, están enlazadas con una lectura sobre la dictadura, su

surgimiento y la violencia que se precipita. Se pone en cuestión, además del surgimiento

de esa violencia y la conformación de este nuevo estado, una mirada sobre las

responsabilidades.

El testimonio de Isabel es uno de los que estableció una relación entre el

conocimiento de lo que estaba pasando – apremios ilegales, detenciones forzosas como

parte de un plan sistemático de desaparición y aniquilamiento – con la pertenencia a

77
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
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CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

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alguno de los “dos bandos”. Su lectura tiene puntos de encuentro con lo que

popularmente se ha conocido como “la teoría de los dos demonios” dos fuerzas

equiparables que en su lucha han dejado a la sociedad en el medio de un fuego cruzado.

Lo único que se sabía era de ese peligro acechando, la violencia descontrolada.

Y bueno, eso fue digamos un momento medio raro, y digo raro porque
pertenezco a esa parte de la sociedad que no sabíamos exactamente que era
lo que estaba pasando. Yo me acuerdo de haber escuchado muchas veces
por televisión y en algunas charlas que dicen ‘no, no puede ser que no
sepan, tenían que saber’ y no, no se sabía y es la verdad, si no estabas en
un sector o en el otro directamente esa franja del medio, no teníamos idea
de lo que estaba pasando. Y las cosas que podíamos ver, nos sonaban a
raras. Es decir, había peligro en la calle 79

La “teoría de los dos demonios” como se conoce a este paradigma de narración

del pasado reciente donde la sociedad asiste, inmovilizada por el temor, a un combate

entre fuerzas que se debatían el control político en el país, fue uno de los relatos más

legitimados en los tiempos inmediatamente posteriores a la dictadura; dos fuerzas

equiparadas en la capacidad de ejercer violencia: el estado y “los terroristas”. En un

análisis de su tiempo, la teoría de los dos demonios responde a una necesidad de dar un

primer paso en la enunciación de los años de la última dictadura y encontrar

rápidamente en un esquema de responsabilidades quiénes habían permitido el horror en

la Argentina: referenciando así rápidamente a los altos mandos de las fuerzas armadas y

a las cúpulas jerárquicas de organizaciones armadas que actuaron durante esos años,

equiparándolas en sus acciones y oscureciendo una trama mucho más compleja en la

79
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Victoria Vazquez, 2010

87
que no sólo se entrecruzan actores fundamentales de la sociedad civil, sino que allí

también la violencia y el enfrentamiento de estos “dos bandos” desdibujó los proyectos

políticos en pugna.

Es notable como la violencia se conforma como el elemento distintivo de esta

época, y aparece repetidamente en los testimonios, enunciada desde la naturalización de

los hechos de violencia a los que diariamente estaban expuestos. Si bien vistos desde el

presente, esos relatos puedan sonar extraordinarios, configuraron una realidad a la que

muchos de los vecinos fueron acoplándose de forma tal que permitieran dar un marco de

estabilidad a las rutinas diarias:

El vallado estaba las 24 horas, al punto que se hablaba de poder sufrir un


atentado, puede haber una bomba. Y me acuerdo yo vivía con mi mamá y le
digo un día “bueno, vamos a hacer una cosa, dejemos las ventanas
abiertas, si hay una bomba por lo menos se romperán los vidrios pero no
habrá destrucción en la casa.80

En este mismo sentido podemos entender el relato de Beatriz y la cotidianeidad

del comedor universitario:

Yo me acuerdo que la primera vez que iba al comedor iba con tacos, con
pollerita…y un día dijeron “vos no podes venir asi…con tacos, porque acá
te imaginas, un día vienen y empiezan con los gases lacrimógenos y vos
tenés que salir corriendo”…bueno, a partir de ahí zapatillas81

En este esquema, signado por una naturalización de un estado de violencia y

caos que sembraba la incertidumbre generalizada, se conforma una fuerte sospecha

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CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Olivay Victoria Vazquez, 2010
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CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez, 2010

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sobre quiénes eran los sujetos peligrosos. Se difuminan los límites trazados entre

“nosotros” y “ellos”, posibilitando también la transformación de los agentes del orden

en una amenaza en sí misma, convertidos en posibles perseguidores.

En esta tensión la conformación sobre quiénes eran los sujetos perseguidos por

las fuerzas de seguridad, quiénes eran los “subversivos” también posee distintas matices

configuradas por los vecinos. De igual modo, esa sensación de caos y parálisis, es

retratada a la hora de narrar a los protagonistas de estos tiempos turbulentos, ¿quiénes

eran cada uno de estos “bandos”? Esta confusión permanente y aparece sobre todo en

los testimonios que no estaban vinculados a la militancia política. Es interesante en esta

línea el episodio que relata Liliana en sus días de estudiante en el Liceo:

En el 75 no sé si era montoneros, con la triple A… a mi me mandaba el


colegio y si no vas –te decían- tenés falta. Entonces yo fui al acto, pero no
me gusto porque se empezaron a poner capuchas y ahí en ese momento yo
volví al liceo
-Quien se ponía capucha?
- los montone…no se, las organizaciones… Era un acto, que no era que
hablaban por la democracia por esto o por lo otro, a mi no me gusto en ese
momento82

Por otro lado, el testimonio de Silvia nos revela otra faceta, entre la simpatía por

los movimientos políticos de la época, a partir de lo que ella misma ensaya

explicaciones de sus dos episodios de detención durante el 76’ y, a pesar de ello, la

ingenuidad y la exposición con la que día a día se manejaba:

82
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

89
No se sabía nada en esa época, uno no tenía idea de la magnitud de lo que
estaba pasando. Si no nos hubiéramos ido, no sé… aunque había que tener
la plata también para irse, no se podían ir todos, pero nos hubiéramos ido a
dedo a algún lado. (…) en mi cabeza en ese momento yo no entendía que me
pudieran matar o secuestrar por una idea, eso se fue elaborando
posteriormente. (…) nadie pensaba la que se venía. No lo imaginaba, por lo
menos el grueso de la gente, que iban a llegar a matar gente, por pensar
distinto. Se suponía en ese momento que podían sí matar o arrestar al que
realmente portaba armas y hacía enfrentamientos armados, y por eso esa
inocencia de la que yo les hablo. Estamos hablando del 76. Ni siquiera la
gente que luchaba contra la dictadura se imaginaba la magnitud de lo que
se venía, salvo los que estarían muy comprometidos con la lucha armada,
que tendrían conciencia de su riesgo de vida.83

El caso de Silvia resulta en este punto interesante, ya que si bien fue detenida en

dos oportunidades y era cercana a la militancia universitaria peronista, en su narración

se establece una necesaria diferencia entre quienes “simpatizaban” y quienes

pertenecían a grupos armados, y por lo que, según ella podían tener más conciencia de

lo que “verdaderamente” estaba pasando. Podemos decir que esta necesidad de

diferenciar desde el conocimiento o desconocimiento de lo que estaba pasando, de la

dimensión que había adquirido la represión ilegal, se entiende también en un marco

donde resulta necesario establecer un manto de inocencia sobre su historia. Casi desde

una autopregunta sobre por qué a ella le pasó lo que le pasó, suponiendo que no podría

ser “detenida por una idea” aunque así fuera la suerte de los que elegían la lucha armada

como un canal de militancia. ¿Era legitima entonces la persecución, el secuestro y la

detención ilegal si los perseguidos eran pertenecientes a grupos armados?

83
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

90
Por otro lado, también aparecen algunas voces que tuvieron algún tipo de

participación política, relatan un contexto distinto, el conocimiento de lo que sucedía,

las condiciones en que se perseguía a las personas, el miedo y el silencio.

Nosotros vivimos con mucho miedo, todos los años del proceso vivíamos en
un departamento (…) yo hasta el día de hoy cuando voy a ese departamento
y siento que se para el ascensor …es automático, el terror cuando paraba el
ascensor en el departamento, piso nuestro, un pavor, porque no sabíamos
viste, nosotros guardábamos mucha gente. Fue una época de mucha
camaradería entre grupos, o sea estaba muy claro cuál era el enemigo
principal, entonces nosotros guardábamos mucha gente, no importaba si
eran del partido, si eran montoneros, si eran erpios84

Vislumbrar estos distintos ejes que atraviesan las memorias de los vecinos – sus

caracterizaciones sobre el barrio, sus impresiones sobre la DIPPBA, las ideas y

sentimientos que tienen en el presente sobre este período – conforma un pequeño aporte

para pensar la cotidianeidad durante la última dictadura militar.

Es posible rastrear, como eje que vuelve a articular cada uno de ellos, la búsqueda

de establecer y consolidar un entorno “normal”. El control que atravesó el aparato

represivo del estado sobre las esferas privadas y que fueron asimiladas hacia adentro por

las personas, nos dibujan un horizonte de adaptabilidad que, por impugnación, por

miedo o acuerdo – nunca como un comportamiento puro, sino matizado por las

impresiones de diversas experiencias - recalaba como una de las “salidas” ante el

imbricación del Estado en sus vidas privadas.

84
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

91
IV

LAS HUELLAS DEL TERROR: LOS DISPOSITIVOS DE CONTROL Y

VIGILANCIA EN EL BARRIO.

En este capítulo enunciaré las percepciones referidas a la morfología del barrio,

entendiendo que las modificaciones y persistencias espaciales nos convocan a pensar el

impacto del aparato represivo – y a la DIPPBA como uno de sus dispositivos – en el

espacio inmediato y en las memorias de los vecinos. Siguiendo a Estela Schindel (2011)

interpreto estas marcas en el espacio como un mojón de estos relatos, porque allí se

manifiesta explícitamente la presencia de un estado que disponía nuevas reglas en el

espacio. Existe sobre el espacio una fijación de sentido y allí podemos dilucidar no sólo

la incorporación de herramientas para el control de un estado represivo, sino también la

irrupción de dispositivos que configuraron un estado de terror y parálisis sobre toda la

población, haciendo palpable la intención de sembrar el terror sobre la sociedad ue se

inscribía en un plan integral de disciplinamiento y de restauración del orden. En la

misma línea que Emilio Crenzel (2012) considera

“…el espacio constituye uno de los marcos sociales fundamentales de la


memoria colectiva y que en sus permanencias y transformaciones se
materializan, a la vez, las memorias sociales de los actores que luchan por
dotar de sentido el pasado”85

En este punto también profundizaré en las impresiones que los vecinos

elaboraron sobre la DIPPBA, cuáles fueron sus funciones, cuál fue su impacto en el

barrio, y de qué forma irrumpió y/o se integró a las rutinas cotidianas de los vecinos.

85
CRENZEL, Emilio (2012) "Memorias y espacios de las violencias de Estado en Argentina: el caso del
hospital Posadas" en "Topografías conflictivas: memorias, espacios y ciudades en disputa”. Pág. 320.

92
Estas preguntas nos permiten indagar los sentidos que ellos construyeron no sólo sobre

la DIPPBA, sino en un sentido más amplio sobre la dictadura en ciernes. Cómo fueron

percibidas e incorporadas las disposiciones de una dictadura cívico-militar que impactó

necesariamente - tanto en la órbita pública como en la privada - en la sociedad civil.

Abordaré asimismo en este apartado las construcciones en torno al sujeto que

prestaba servicios en la Dirección de Inteligencia. Esta figura ha sido enunciada y

elaborada desde distintas perspectiva. Aquí únicamente priorizaremos la voz de los

vecinos y su caracterización sobre estos actores. La cotidianeidad del barrio dispuso un

contacto necesario con el -de aquí en adelante referenciado por nosotros como -

“personal de la DIPBBA”. Estas elaboraciones conforman otro punto para pensar, en un

plano específico, las percepciones construidas sobre la DIPPBA y sobre el estado

dictatorial. ¿Existe para los vecinos una visión homogénea sobre las tareas y sobre el

papel que estos sujetos desempeñaban en la DIPPBA? ¿Están ellos relacionados con los

ejecutores del horror? El imaginario que cada vecino traza sobre este sujeto deja

entrever una multiplicidad de perfiles que problematiza la visión homogeneizada

respecto los “victimarios”. La posibilidad de repensar quiénes eran los sujetos que

desempeñaban distintas funciones en la DIPPBA necesariamente enriquece y aporta

distintos elementos donde se mezclan por momentos tareas y funciones disímiles que

desnudan sujetos completamente diferentes. Allí entra en juego no sólo las prácticas de

dichos sujetos, sino sobre todo, cómo eran percibidas por los vecinos la presencia de

estos, al mismo tiempo que se configura un juicio sobre estos y sus características

subjetivas para la ejecución de tareas específicas dentro de un circuito de represión

ilegal desplegado en la ciudad.

La DIPPBA como tal, como ya mencioné, funcionó en el mismo sitio mucho

antes y bajo diversas nomenclaturas, de la instauración del último golpe militar.

93
Entonces este punto resulta aún más interesante, porque aquí también se pone en juego

las distintas percepciones sobre este órgano de inteligencia – en tanto herramienta

históricamente legitimada en un estado de derecho- y las fronteras de la legalidad-

ilegalidad que comienzan a difuminarse a partir de la radicalización de la política,

conformándose nuevas fronteras de acción que comenzaban a minar las distintas

actividades de la sociedad civil.

Las marcas no quedan sólo en el espacio, las marcas, como dice Calveiro (2004) están

más allá de las transformaciones de estos sitios – en el caso de la DIPPBA la

“conquista” por parte de la Comisión Provincial por la Memoria de Buenos Aires – y

persisten en las “memoria del cuerpo social”. La tensión que surge entre lo “normal” y

lo “anormal” en los relatos prefigura la complejidad para comprender las condiciones

para el desarrollo de un aparato de terrorismo de estado que funcionó sistemáticamente.

Aún así, la utilización de algunas de las narraciones de los vecinos lejos de conformar

un único relato con una versión homogénea de los hechos, nos habilita a tener un primer

acercamiento, a partir de algunas voces, de la noción de normalidad y las posibles

rupturas que conllevó el golpe de estado en esta trama del cotidiano.

Es frecuente encontrar en los relatos de los vecinos una dificultad para

identificar departamentos o dependencias policiales o militares, y suelen basarse más en

sospechas y dichos que en hechos fácticos. Esta dificultad está asimismo vinculada,

como ya dijimos con la gran presencia en el barrio de distintas dependencias policiales

que si bien no terminan nunca de estar definidas para la mayoría de los entrevistados,

dan cuenta de una fuerte impronta de estos actores relacionados al aparato represivo del

estado.

Igualmente, no trataré aquí de determinar quiénes se acercan desde sus

recuerdos a una caracterización más o menos verídica de la topografía barrial, sino de

94
dar cuenta de la complejidad que atraviesa esos sentidos con que se rememora a estos

espacios desde el cotidiano del barrio en el que se inscriben. En definitiva esa es la

memoria, un complejo entramado de sentidos sobre el pasado configurados dentro de

marcos sociales de elaboración.

Jaque al espacio público: La garita, los reflectores y el vallado.

Isabel es vecina del barrio desde el 66’, y desde esa época vive en frente del

edificio de la ex Dirección de Inteligencia. Antes de la construcción del edificio, Isabel

recuerda que había casas viejas, la irrupción en el barrio de este departamento implicó

un nuevo movimiento. Ella rememora lo habitual que era ver gente de civil en la

vereda, el ingreso y la salida permanente a la DIPPBA.

Siempre fue un barrio tranquilo, un día construyeron esto [se refiere al


edificio que actualmente ocupa la Comisión Provincial por la Memoria]
era para oficinas, creíamos que era un particular que las había
construido y en un momento aparece lleno de gente, todos de particular y
no sabíamos qué era (…) Y un buen día arquitectura se va y queda esto,
todo para policía, para inteligencia. Me parecía que tenía que ver algo
con seguridad o inteligencia porque una vez – yo no soy de asomarme a
las ventanas pero a veces si – en un auto se llevaban un manojo enorme
de pieles. Era como que a lo mejor había habido un operativo y se
llevaban esas cosas 86

86
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Victoria Vazquez, 2010

95
En este relato emerge una primera imagen del barrio tranquilo. Allí también se

enuncia el momento en que se efectúa una ruptura, que deja entrever que la sospecha

que al tratarse de “oficinas” apaciguan las impresiones y evitan cualquier impacto sobre

la cotidianeidad en el barrio. En definitiva, el cambio que manifiesta Isabel, más allá de

conocer o no quiénes eran estos nuevos actores - “nuevas oficinas” de carácter público

o privado - era su emergencia en el barrio. El nuevo flujo de personas “de civil” que

comienzan a frecuentar este edificio va conformando poco a poco un manto de

normalidad sobre su presencia y sus tareas.

Quizá la respuesta a la pregunta sobre la normalidad otorgada pese a los

cambios que el barrio sufrió con la puesta en funcionamiento de esta dependencia, se

encuentra en la gradualidad con que este edificio fue transformándose hasta convertirse

íntegramente en el órgano de inteligencia de la provincia. Por otra parte, el imaginario

de las oficinas, como refiere Isabel, simboliza una labor burocrática y administrativa,

tareas que implican previsión y dotan al ambiente de una rutina ordenada. En otras

palabras, el primer impacto que pudo haberse generado a partir del flujo de personal

que convocó el funcionamiento de la DIPPBA pudo incorporarse rápidamente en las

rutinas de los vecinos por sus mismas características o las apariencias que generaba en

ellos.

Blanca es la vecina más antigua del vecindario. En 1951 se casó y se mudó con

su marido a un departamento frente a la casa que finalmente sería la DIPPBA. Al

mismo tiempo, el testimonio de Blanca -al igual que el de Ariel- es uno de los que da

cuenta de la existencia de una “extensión” de la DIPPBA que funcionó frente a este

edificio, específicamente, debajo de su casa.

Durante sus primeros años en el barrio, Blanca recuerda un paisaje familiar y

tranquilo, rodeado de familias y casas tradicionales de dos pisos. Desde esa época data

96
la mercería y posteriormente la panadería, comercios que al día de hoy siguen

funcionando a pasos de su casa y que como ya señalé, expresaron reticencias a brindar

una entrevista.

A pesar de encontrarse en el barrio desde tempranos años, Blanca no recordaba

el funcionamiento de un departamento policial en frente de su casa y se sorprendió de

descubrirlo tanto tiempo después. Es muy confusa la reconstrucción que hace de las

distintas fuerzas que se establecieron en el barrio; si bien hace mención de un

departamento de arquitectura, no la reconoce en la casa donde funcionó y con quien

compartió edificio con la DIPPBA, sino en un edificio cercano a la calle 4 que ya fue

derrumbado. Los recuerdos de Blanca giran en torno sobre todo, a quienes ocuparon

temporariamente dos departamentos particulares justo debajo de su casa.

Indagando en los años en que esta “repartición” funcionaba, Blanca lo establece

a partir del enfrentamiento de azules y colorados, pudiéndolo situar a comienzos de los

60’.

Y ¿por qué se alquila acá abajo, planta de dos pisos que era solo para
grupo familiar? por qué vino la policía acá? Nosotros no dijimos nada pero
cuando fue la lucha por los azules y los colorados, ganaron los azules.
Entonces nos preguntaron, acá se hizo una consulta de quiénes podían ser
jueces de faltas. Entonces ahí en ese juzgado que fue nombrado juez [el
dueño de los departamentos] porque era como todo vínculos familiares.
Personas decentes que no fueran corruptibles87

El recuerdo sobre la designación de familiares de Blanca como jueces de faltas

vinculados con el bando de los azules ya nos sitúa dentro del campo ideológico de ella.

Las relaciones personales y afectivas que establece con estas personas configuran una

87
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Samanta Salvatori y Josefina Oliva, filmada por Juan Rada, 2010.

97
acepción de honorabilidad y transparencia sobre el accionar de “la policía” que se

estableció en los departamentos.

No es casual que recuerde de este modo estos acontecimientos ya que existía - y

se hace palpable en su relato - un lazo sentimental que unía a su familia con los dueños

de los departamentos que fueron alquilados a esta “repartición policial”.

Aquí es necesario recuperar la noción de “marco social” (Jelín, 2001) que

sustenta las memorias individuales; marcos que configuran la representación general de

la sociedad, de sus necesidades y valores, así como incluyen la visión del mundo y los

valores de grupos sociales. Blanca no rescata la historia de “azules contra colorados88”

como una mera referencia coyuntural donde se desarrollan los hechos, allí establece un

juicio de valor. El triunfo de los azules, el triunfo de su paradigma social de orden

social.

“sólo podemos recordar cuando es posible recuperar la posición de los


acontecimientos pasados en los marcos de la memoria colectiva [...] El
olvido se explica por la desaparición de estos marcos o de parte de ellos
[...]” (Halbwachs, 1992: 172).

Allí entonces, el valor de sus referencias está dado no tanto por su veracidad ni

su encuadre en los hechos históricos sino más bien en el reflejo que éstos dan de los

deseos, las impresiones y las lecturas que los testimonios tienen a partir de ellos. En este

sentido, las impresiones de valor sobre los actores y sus funciones están fuertemente

teñidas por esos lazos afectivos prefigurando actores sensatos, tranquilos y racionales:

88
“Azules y colorados” es como se conoce a dos bandos dentro del fuerzas militares que luego del golpe
de estado que terminó con el gobierno peronista en 1955 fueron intensificando sus diferencias respecto
del peronismo en la política argentina (los azules consideraban la incorporación de algunos funcionarios
peronistas para la normalización institucional mientras que para los colorados dicha incorporación era
inaceptable al tratarse el peronismo de una desviación de izquierda y por lo tanto abogaban su
erradicación), L a agudización de esta tensión finalizó con el enfrentamiento directo durante los años 62
y 63 y con el triunfo de los Azules que dieron comienzo al gobierno de facto de Juan Carlos Onganía.

98
Y por mucho tiempo ocuparon esos lugares, por lo tanto estaban
involucrados con la policía y habrán buscado un lugar y el habrá ofrecido
esa planta baja porque él era el dueño de esa planta baja. Así fue como
estuvieron muchos años esa repartición policial tranquila, porque ahí
nunca note nada extraño, salvo los tiros. Porque hacían prácticas de tiro en
el patio89

La búsqueda de una explicación que diera previsión y sobre todo dotara de un

manto de legalidad a las acciones que realizaran los agentes que se encontraban en esta

“repartición policial tranquila”, sobre todo los tiros que Blanca oía – pero que no podía

ver – da cuenta de un mecanismo operado desde la necesidad de creer en la inocencia de

quienes eran para ella, personas conocidas y queridas. No busco encontrar el real hecho

en el que estuvo situado la ejecución de “los tiros”; si es necesario desentrañar desde

donde es construido en el relato de Blanca estos sonidos, de los que no puede dar otra

indicio que no sea haberlos oído.

Desde el recuerdo de Blanca resulta inadmisible que personas que ella reconocía

y apreciaba estuvieran relacionadas con la ejecución de prácticas ilegales – como

podrían ser fusilamientos - porque de alguna forma supondría una operación de

cercanía con los victimarios.

Volviendo a la descripción de Blanca sobre el barrio y sus modificaciones, es

cerca de ‘77 es donde ella sitúa la disposición de las vallas en la calle, que obligaba a

entrar en contramano a quienes quisieran acceder a esa cuadra.

89
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

99
Nuevamente, emergen las transformaciones más mediatas que implicaron una

configuración de la rutina. Y si bien, establecer la época en que se coloca la garita es

más difícil para Blanca, las impresiones sobre ella son las siguientes:

Esa garita gigantesca y que tenía como si fuera un periscopio, veían de


todos lados y permanentemente había alguien que te estaba mirando, quien
entraba, quien salía, con quién parabas, todo.90

Esto no sólo hace palpable una ruptura en los hábitos diarios, sino que respalda

una política sobre el espacio basado en un control reticular. La garita como espacio se

transforma en un ícono de la represión y vigilancia que las fuerzas militares dispusieron

sobre la sociedad y, en el registro de Blanca, particularmente en el control cotidiano de

su entorno más inmediato: los vecinos.

En términos generales, la arquitectura del barrio no sufrió grandes variaciones,

pero la construcción de la garita, referenciada en el año 76’ por algunos testimonios, da

cuenta de ésta como un instrumento estimulante que más allá de consignar una

funcionalidad para los trabajadores de la DIPPBA, se conformó como dispositivo,

referencia de la vigilancia y el control de todo. Su construcción invadiendo el espacio

público, la irrupción en la vereda, simboliza esa presencia y funciona como un difusor

del terror en sí mismo. La garita, las vallas en la vereda, las luces son elementos que

además de consignarse como elementos de control, se constituyeron en íconos de un

tiempo signado por la violencia y la inseguridad. Es notable que en los relatos la figura

de lo que debiera ser el control del Estado es vivido en términos de miedo e

incertidumbre.

90
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

100
Esto también forma parte del fenómeno de disociación de la esfera pública y la

privada: la detección de adaptaciones inadecuadas – una fachada de normalidad con una

trastienda de horror, “locuacidades que envuelven silencios” (Jelin, 2003). Las

consideraciones sobre la seguridad que rescatan los vecinos, quedan a su vez

desprendidas de todo sentido colectivo, la “inseguridad” es, un sentimiento que obliga a

responder desde la acción individual, reforzando la necesidad de resguardar la

integridad del grupo familiar más cercano, operando el cerramiento hacia adentro. El

creciente sentimiento de inseguridad atraviesa a la sociedad toda y pone en jaque la vida

privada de todos.

Hasta que, empezó todo el problema de represión. A la calle la vallaron,


durante el día no, pero cuando oscurecía si…no podías entrar por [la calle]
54, tenías que entrar contramano por [calle] 4 con las luces de afuera
apagadas y las luces internas encendidas. Bueno y ahí ya empezamos a
preguntarnos, ¿acá que pasa?91

La referencia de Liliana al “problema de la represión” puede leerse en la misma

línea: la inseguridad se construye a la par y en referencia permanente a su antítesis: la

seguridad, la paz. Pensar sobre este par antagónico para referenciar un cambio con

advenimiento del golpe del ’76, pone en tensión la forma en que se configuraba el

nuevo orden social, después de años de inestabilidad política y social que sin embargo

no eran interpretadas por los vecinos en clave de “inseguridad”, se va conformando esa

inseguridad en terror, como propio accionar del estado.

Es la morfología del barrio el primer parámetro de esa transformación; en el

relato de Liliana también nos encontramos con la espacialidad como vara que mide un

91
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

101
cambio en el orden habitual de sus vidas: Si en un principio y bajo la sospecha de que

se trataba de una comisaría – a pesar de que no existiera ninguna inscripción en el

edificio o personas de uniforme – ella asocia el inicio de una etapa represiva con el paso

restringido que por las noches se dispuso con un vallado en las calles 54 y 5. Esto

modificó la rutina y sus movimientos en el barrio. La disposición del vallado estaba

dado en la ciudad en donde se encontraba una dependencia policial.

Los “movimientos” del personal, la permanente guardia en la garita y sobre la

vereda de agentes de civil y armados, los vallados, los autos que utilizaban, configuran

la “normalidad” de una cárcel.

- en el barrio ¿cómo recordás que se lo nombraba?


-la comisaría...Además que no tenía nada, ninguna inscripción de
absolutamente nada, vos ves que la comisaría tiene “sección primera” tiene
un cartel… no decía nada, tenía la garita nomás.92

Nuevamente, la disposición espacial es la referencia significativa que configura

los recuerdos sobre la dictadura en general y sobre la DIPPBA en particular. Es el

vallado en la calle la señal, paradójicamente, de que las cosas dejaban de estar

“seguras”. Es la garita el único elemento que puede señalar la existencia de una

dependencia policial o militar. Aquí se explicita un quiebre que se plasma en la

espacialidad. Así también lo recuerda Isabel:

El barrio era muy tranquilo hasta que, en un momento, creo que cuando
más duras estuvieron las cosas, se puso un vallado acá en 54 y no se
permitía el paso93

92
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

102
Las huellas inscriptas en la territorialidad del barrio no son, como observamos,

detalles menores. Se trata de la primera referencia con la que muchos vecinos hacen

palpable la presencia de las fuerzas represivas así como una fuerte marca control y la

sensación permanente de inseguridad; Por otro lado, en la enunciación de estas

transformaciones encontramos la construcción personal de ese pasado, cómo interpretan

e interpretaron en el pasado lo que estaba ocurriendo. En el caso de Isabel, el vallado es

el corolario de una situación que se ponía cada vez peor “cuando más duras estuvieron

las cosas”, para Liliana es el símbolo del desencadenamiento de la represión cuando

“empezó el problema de la represión”. Estas impresiones son fragmentos de sus

memorias sobre la última dictadura miliar, piezas que configuran la comprensión de la

dictadura como una nueva coyuntura socio-política.

El vallado era, una práctica común en comisarías y edificios militares y

policiales. Y la DIPPBA no era la excepción. Retomando a Schindel (2011) podemos

decir que la colocación de vallas y la construcción de la garita conformaron categorías

espaciales que promovieron el temor y la opresión. Con ello, se hace hincapié en el

nivel micro donde se pusieron en marcha el estímulo o la disuasión de ciertas prácticas

espaciales ante el despliegue territorial de la represión.

La sensación de inseguridad se constituye como elemento fundamental en la

posibilidad latente del terror. Esta operación se va incorporando en la vida cotidiana y

se configura como un elemento más de relación con el otro. Claudia, la hija de Blanca,

lo narra de esta manera:

Para mi eran todos lo mismo [se refiere a la relación entre la dependencia


policial que funcionaba en los departamentos debajo de su casa y la casa

93
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Victoria Vazquez 2010

103
donde funcionó la DIPPBA], con lo cual, tenias vallado, el reflector. Tenias
que convivir con ellos, tenias que convivir con el vallado. Siempre había un
policía en la puerta.94

Las modificaciones se imponen en la cotidianeidad de los vecinos y allí la

incorporación de esta nueva información a la “normalidad” del barrio es traducida en

este nuevo planteo de “convivencia”. Los dispositivos de control que comienzan a

minar las calles y las veredas, disponen nuevas pautas para dotar de previsión y orden a

este nuevo escenario. La idea de convivencia sintetiza la necesidad de normalizar y

amoldarse a las nuevas disposiciones de la autoridad. La incorporación de nuevos

hábitos de movilidad en el barrio vendría a armonizar la coexistencia de la DIPPBA y

los vecinos.

Mostrar ocultando: las miradas biseladas.

Además de las modificaciones visibles que los vecinos experimentaron en las

veredas y las calles con la aparición de la garita – que irrumpe en la vereda – también

los vecinos dan cuenta de modificaciones de los espacios que permitían vedar el campo

visual. En este sentido, tanto la casa de la DIPPBA como los dos departamentos que

funcionaron debajo de la casa de Blanca, fueron cubriendo sus patios y pasillos

externos de modo tal que resultara imposible observar desde los edificios linderos.

Encontramos así modificaciones espaciales que, con el objetivo de ocultar en algunos

casos y mostrar en otros, apuntaban al disciplinamiento de los vecinos ¿Qué otras voces

podrían haber relatado las modificaciones de estos lugares que parecían acondicionarse
94
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, 2010

104
al ritmo de la demanda de eliminar las miradas sobre las prácticas internas? Sólo en los

relatos de los vecinos pueden hacer evidente que, más allá de una estrategia de

seguridad interna de estos lugares, este esfuerzo de eliminar las miradas desde el

exterior fuera vivido otro elemento que despistaba sobre las tareas que se llevaban a

cabo y que configuraba una visión difusa y “biselada” de lo que allí acontecía.

El miedo se disemina no sólo a través de la demostración de la capacidad represiva de

las fuerzas militares; la otra cara de la misma moneda, lo ilegal, lo clandestino se monta

asimismo, a partir de dispositivos que tienen su correlato en la espacialidad. Y allí

encontramos nuevamente dos mecanismos: los dispositivos para mostrar – más allá de

la función que cumplían las vallas o la garita, su sola disposición configuró un clima de

control y vigilancia - y los dispositivos para disuadir u ocultar lo que pasaba en el

interior de estos lugares.

Liliana:

Más de una vez me estiré pero no se veía nada, se veían pasillos. Además
en la casa, el contra frente habían puesto por privacidad, un bloque de
vidrio de esos esmerilados que no se podía ver, pero después los tiros si
escuchabas, tiros si95

Blanca:

Entre el [departamento] de adelante y el de atrás está ese patio cuadrado


que lo habían techado todo para que yo no viera lo que pasaba abajo, todo
techado.96

95
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
96
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

105
Las modificaciones en los patios y pasillos para dificultar la visión de los

vecinos linderos, constituye una especie de “fuera de campo”. La eliminación parcial de

parte del campo visual de los vecinos que permanecían en lugares estratégicos para

observar lo que acontecía en estos lugares, se tradujo en una herramienta más para

acompañar una política aleccionadora sobre los otros, tan necesaria como la ostentación

de la fuerza y la desmesurada dimensión de algunos operativos. Este recurso se repite en

varias situaciones que narran los vecinos. La acción que no vemos en su totalidad queda

potenciada y arroja sospechas sobre los límites del accionar represivo. Lo que

escuchamos pero no vemos – la escucha de los tiros, los gritos - dispara inmediatamente

la imaginación de los acontecimientos. Muchas veces éstas quedan teñidas de las

percepciones de lo que hasta el momento creímos que fueran capaces de hacer estos

actores, o que al tener la impunidad de lo oculto transgrediera las fronteras de lo posible

y lo imposible, lo aceptable y lo inaceptable. Una realidad sugerida pero nunca

explicitada.

Existe además de las nuevas disposiciones del espacio establecidas casi como las

nuevas reglas del juego de las fuerzas policiales que circundaban el barrio, el

acoplamiento a ellos a partir de la internalización de conductas que los mismos vecinos

se infringían para “no ver”, “no escuchar”, “no meterse” casi como una característica de

buena conducta. Dice Liliana:

Mi papa empezaba a bajar todas las persianas para que no…como que
decís bueno, no escuchas nada de lo que esta pasando porque es horrible
entonces cerrábamos todas las persianas97

Isabel:

97
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

106
Yo no soy de asomarme a las ventanas, pero a veces si98

Blanca:

Todos mirarían, yo no acostumbraba a mirar detrás de las ventanas pero


uno no podía no evitar ver que estaba pasando ahí, no? O sea que ahí
estábamos todos inseguros […] Pero yo los ignoré, al ignorar a esos
personajes, ignoré su entorno, por eso yo estoy como estoy, porque no
me dejó secuelas.99

¿Es posible aislarse por completo de estos actores que irrumpen en el cotidiano?

¿Es posible ignorar y vivir con cierta normalidad circunstancias donde la ilegalidad y lo

oculto configuran parte de la trama diaria? ¿Puede la negación de una realidad

parcialmente evidente ignorarse? Quizá esto es sólo una afirmación de deseo, sin

embargo resulta fundamental para entender que la conducta de la sociedad durante la

última dictadura militar posee matices que complejizan las visiones simplistas de

sociedad víctima o sociedad cómplice. Ignorar, de la forma que lo sostiene Blanca

significó ocuparse de la crianza de sus hijos, recluirse a su rol de jefa de hogar. No

preguntar, no discutir, lejos de “ignorar” por descrédito a las nuevas disposiciones y

reglas – como por ejemplo el reordenamiento del tránsito con la disposición del vallado

y la garita – se asemeja a una conducta de obediencia o adaptación que permitiera a

Blanca continuar con la “vida normal” y la librara de encontrarse bajo sospecha con ese

nuevo orden. En sintonía con Daniel Lvovich (2008), se configura un estado de apatía y

98
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Josefina Oliva, 2010
99
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

107
el cerramiento hacia adentro, “la cotidianeidad altamente privatizada” que devuelve un

marco de estabilidad y previsión sobre el cual operar la vida diaria.

Esto refleja la necesidad de responder con patrones de “normalidad” en la vida

privada ante un estado que ejerce un control reticular y es allí donde se hace palpable la

difuminación de lo público y lo privado (Jelín, 2006). La incorporación de estas nuevas

disposiciones impuestas por un estado represivo configura una frontera difusa entre los

límites del lo legal y lo ilegal y atraviesan al mismo Estado.

La DIPPBA: construcciones de sentido desde el afuera. El misterio.

Así como emergen en los relatos de los vecinos puntos en común a la hora de

rememorar modificaciones espaciales, en cuanto a los recuerdos de la construcción de

la garita, la implementación del vallado y la ocupación de los dos departamentos en el

edificio frente a la DIPPBA por parte de fuerzas policiales – dato que hasta el momento

de encontrarnos con estos testimonios, desconocíamos - existen visiones encontradas o

disímiles con respecto a la funcionalidad de dichos espacios y casi por consecuencia,

también con la percepción sobre las funciones del personal que trabajaba en ambos

lugares llevaban a cabo.

Un testimonio que pudo dar detalles del interior de la casa donde funcionaba la

DIPPBA es el de Ariel. Según su propio relato en mayo del ‘76 estaciona el auto en el

que viajaba con su pareja en la esquina de las calles 5 y 54. Allí se aposta en un árbol

para tomar unas fotos a un edificio que lindaba con la casa de la DIPPBA y que junto

con unos compañeros había realizado el proyecto un par de años atrás.

108
La ubicación espacio-temporal que da Ariel, nos brinda las disposiciones de una

rutina y a su vez, sobre referencias históricas:

Esto fue entre las 11, 11 y pico porque yo de ahí iba a jugar al fútbol, me
acuerdo que jugábamos siempre al medio día de los sábados, era un
sábado […] En realidad estaba sacando [fotos] acá a 50 metros, pero
bueno… uno puede pensar… porque encima era el aniversario del
Cordobazo, digamos un día muy tonto para andar sacando fotos,
después me lo recordó toda mi vida mi mujer… (risas) 100

La referencia al “Cordobazo” y cómo es narrada en el marco de esta anécdota, no

es menor; nos enseñan una trama donde las acciones de reivindicación sobre estas

fechas incorporadas al memorial del campo popular como gestas, se transformaban en

posibles acciones que repudiaran el estado dictatorial, a la vez que vuelven sobre la

cosmovisión del propio Ariel sobre esas efemérides recientemente construidas. Aun

habiendo militado en la izquierda peronista durante su paso por la universidad –

militancia que al momento de este acontecimiento ya no sostenía – minimiza, por

ingenuidad o por desconocimiento sus acciones y lo expone a una inesperada situación

de tensión.

En este escenario, Ariel es interpelado por una persona de civil que por la espalda

y apuntándolo con un arma le pide que lo acompañe. Así es llevado primero al pasillo

perteneciente a los departamentos ocupados por la DIPPBA. Luego de una

comunicación breve por radios de mano, es llevado a la casa de enfrente. Mientras que

dos efectivos se suben al auto con su esposa que es llevada a su domicilio donde

requisan varios objetos.

100
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

109
Ahí nomás habla por radio y le dice que cruce. Cruzamos siempre con el
revólver acá, en la cintura, y cruzamos la calle y entramos acá y fue en
la entrada que tienen ahora, que era un pasillo ancho y en el fondo
había una casamata, había bolsas de arena y una persona con una
ametralladora (…) Pero el arma, yo no conozco demasiado de armas de
guerra, pero era muy grande o el susto mío era muy grande. Las dos
cosas puede ser también, pero era muy impresionante.101

Una vez adentro del edificio, Ariel es llevado al primer piso donde lo sientan en

un pasillo. Allí, según su relato había boxes con separaciones de madera, bancos de

madera, máquinas de escribir y algunas personas – todas de civil – circulando por allí.

En la espera, escuchaba sonidos de radio-transmisores con los que él suponía que

estaban investigando sus antecedentes. Luego de un tiempo lo hacen ingresar a la

oficina de un superior que le hace comentarios sobre las fotos sacadas – que habían

revelado mientras él esperaba - también de sus socios en su estudio de arquitectura. Allí

ingresa su mujer, que traían luego de haberla llevado a su casa y requisar varios objetos

que consideraron peligrosos. Ariel recuerda que tenían libros de arquitectura de la

URSS y armas de aire comprimido que usaba para caza deportiva. Todo le es devuelto y

lo dejan retirarse de la DIPPBA.

El mayor tiempo que estuve en realidad estuve en silencio y sentado, y


escuchando. Pero escuchando a ver qué podía pasar, para saber qué me
estaba pasando a mí, si escuchaba alguna cosa que dijera mi nombre o
alguien conocido102

101
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
102
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

110
En el testimonio de Ariel se hace palpable esa tensión entre el conocimiento y el

desconocimiento, la posibilidad de estar en peligro o correr algún tipo de riesgo y la

consideración de normalidad u posibilidad de no encontrar riesgos al tomar fotos frente

a una dependencia que él mismo reconocía como parte de la SIDE o inteligencia.

Entonces ese gris, esa exposición al “peligro” y a la vez la ingenuidad de saberse dentro

de la legalidad.

Uno no lo tenía presente, por eso mi ingenuidad de estar sacando fotos en


frente. Había otros lugares que uno era más previsor, que se cuidaba más
de no pasar o evitarlo, pero de acá no103

El testimonio de Ariel entonces tensiona ese conocimiento/desconocimiento sobre

este lugar; al parecer sabía que se trataba de inteligencia pero a su vez, no preveía la

necesidad de cuidarse de situaciones como esta. En su narración es el primero en

establecer algún tipo de conexión real entre la casa donde funcionaba la DIPPBA y los

departamentos que se encontraban frente a ésta. Ante la misma pregunta sobre tal

conexión, las respuestas fueron más vagas, Liliana lo recuerda así:

Si, cruzaban mucho, pero ahora que me lo decís lo asocio, sino no me daba
cuenta, pero ellos cruzaban y se metían en el pasillo, que nunca supe que
había ni nada, pero si. Cruzaban mucho104

La deconstrucción de los movimientos, hábitos y costumbres de estos actores es

una tarea que implica no sólo la elaboración de ese pasado, sino también inquirir sobre

sus razones, motivos y respuestas que pueden estar muchas veces clausuradas. La

103
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
104
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

111
necesidad de dotar de sentido práctico a lo que acontecía demandó de una operación

inmediata que incorporara este universo conflictivo y “anormal” a la cotidianeidad de

sus vidas. La inadvertencia o la omisión de detalles como la conexión entre estos dos

espacios hunden a Liliana en un espacio neutro de ignorancia. Allí parece estar a salvo.

Tratando de profundizar en esa construcción de normalidad, al indagar sobre el

“descubrimiento” de que se trataba de un espacio perteneciente a las fuerzas de la

represión, los testimonios describen un marco de acción sobre lo que podría ocurrir o

era factible de suceder en dichos espacios; se podía deducir que era una “comisaría” a

pesar de que no contara con ninguna placa identificatoria ya que parecía “normal” que

montaran guardia armada en la vereda, parecía “normal” que trasladaran personas,

porque no oponían resistencia. Así lo recuerda Liliana:

Y bajaban a la gente…te daba la sensación de que era un preso. Era todo


una especie de comisaría, entonces no te llamaba la atención que bajaran,
yo nunca vi a alguien bajando que estuviera gritando o te llamara la
atención105

Sin embargo, esa normalidad por momentos se rompe ante la identificación casi

automática con un centro clandestino de detención. Sin mediar muchas palabras, Liliana

asocia la DIPPBA a uno. Un recuerdo que sustenta sus sospechas son las innumerables

noches donde los gritos desgarradores de mujeres no la dejaban dormir a ella y a su

hermana. Todos estos elementos terminan develando la verdad para Liliana:

105
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

112
Pero me preguntás, cuando me empecé a dar cuenta que era SIPBA106
cuando empecé a escuchar los ruidos, los gritos y cuando sabían todos tus
movimientos y te decían ‘no salgas’ y sabían todo lo que pasaba. Yo ahí le
dije a mi papá, cómo puede ser que estos tipos sepan? Me dice, porque son
del servicio de inteligencia, no una comisaría (…) a mi me parece que era
un centro de detención, por ese pasillo llevaban a la gente, los gritos se
escuchaban desde ahí107

La relación entre el edificio que ocupara la Dirección de Inteligencia y los

departamentos ocupados justo en frente no está firmemente establecida por los vecinos,

sino que decanta de distintas experiencias y anécdotas que surgen de sus relatos y de la

pregunta permanente allí donde se clausuraron los motivos y los sentidos de la

“normalidad” de la vida diaria.

La DIPPBA propiamente dicha y los departamentos que se encontraban en el

edificio frente a ésta, emergen en los relatos de los vecinos como actores no

necesariamente unificados, y les ha permitido establecer caracterizaciones disímiles - en

ocasiones incluso antagónicas entre sí - que desnudan las construcciones de sentido en

base a sus relaciones establecidas con estos actores y el impacto que ambos generaron

en el barrio y el cotidiano de sus vidas.

En este punto, la noción de peligrosidad de estas figuras varía según los relatos,

pero se repite en varios casos una misma estructura de narración: alguno de los dos

espacios (la DIPPBA y los departamentos de enfrente) es narrado desde la normalidad a

partir de la caracterización de un sitio relacionado con las tareas administrativas y el

trabajo de oficina, y el otro, en sus antípodas, se erige sobre las sospechas de la

ilegalidad de las tareas y funciones, y un centro de detención y tortura.

106
Servicio de Informaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, registrada el 30 de agosto de
1961 lo que luego se conocería como DIPPBA.
107
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

113
En relato de Isabel, una de las vecinas más antiguas del barrio, se identifica a la

DIPPBA por un lado y a los departamentos utilizados por “Penitenciaría” por otro, con

lo cual ella descarta de lleno su relación. Isabel recuerda incluso haber entrado a la casa

donde funcionaba la DIPPBA. En carácter de abogada y reclamándole a una de las

trabajadoras el pago de una deuda. Su recuerdo en torno al edificio y sus trabajadores se

acerca al de una oficina normal

Todas personas de civil, maquinas de escribir, mucho papelerío,


percheros, lo normal en una oficina pero muy abarrotada estaba.108

Ahora bien, cuando se refiere a la dependencia que funcionó en los

departamentos frente a la DIPPBA, los recuerda según sus propias palabras, con “más

aprehensión”. Desde el balcón de su casa ella observa una secuencia de una joven

detenida en la puerta de la Cervecería La Modelo:

Una noche estábamos con mi madre en la cocina, y sentimos ruidos,


gritos, gritos y salimos a ver qué pasaba, salimos al balcón y se oían
gritos de alguien que había entrado a la cervecería gritando ‘ayúdenme’
o ‘socorro’ o algo así y mamá que es muy asustadiza dice ‘no, metete
porque algo está pasando’ Pero yo volví a salir y cuando vuelvo al
balcón veo que de un auto, un Falcon, la metían adentro, el auto estaba
delante de penitenciaria, lo que yo digo que era ese edificio. Eso a mi me
golpeó pero tampoco me daba cuenta, digo, ¿Qué estará pasando?
¡pobre chica!¡nadie hace nada! Nadie hizo nada, pero tampoco sabía

108
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Victoria Vazquez, 2010

114
que pasaba después con esa chica, lo que podía haber pasado con esa
chica109

El comentario del barrio sobre este episodio fue que se trataba de una detenida

en esos departamentos que quiso escapar y encontrar refugio en la cervecería. A partir

de este episodio es que para Isabel funcionaba allí un centro de detención.

Para Blanca la construcción de estos actores en diferente: Aquí los trabajadores

de la DIPPBA son caracterizados a partir de las recurrentes salidas por las noches con

armas largas, eran “monstruos” seres terribles que ostentaban ante los vecinos su

impunidad. Blanca también recuerda haber ingresado al edificio de la DIPPBA para

quejarse por es estacionamiento de sus autos en su garaje. Ella también menciona la

existencia de oficinas en la planta baja donde se realizaba un trabajo administrativo. Sin

embargo, y marcado por el misterio y el imaginario desarrollado en torno a este edificio,

Blanca supone que en la planta alta – donde no había accedido - se encontraban

personas en cautiverio:

Había cosas monstruosas arriba y que habría detenidos, seguramente.


Yo pienso que si, que había detenidos.110

Por otro lado, cuando hace referencia a la dependencia que se encontraba

funcionando debajo de su domicilio Blanca recuerda:

109
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Victoria Vazquez, 2010
110
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

115
Aquí debajo, en la planta baja había otra repartición policial que era más
vinculada a la escuela. El comisario era una persona [que] al estar
vinculada a la parte de educación, tenía otra visión. No era de la misma
calidad de los que estaban en frente [DIPPBA] que estaban preparados
para ser asesinos seriales 111

La caracterización de buenos y malos, de meras tareas administrativas con patotas

asesinas que recorrían con total impunidad la ciudad, es el rasgo común en los relatos

que observamos. No busco en este punto la determinación “real” de las funciones que

desempeñaban estos actores, ni su vinculación factual. Sin embargo, la construcción de

estos sujetos casi en las antípodas uno de otro versan sobre la necesidad de enmarcar

ambas caracterizaciones en la normalidad del barrio. Y por otro lado demuestran, la

imposibilidad de homologar o complejizar en un mismo actor – que realizara tanto tareas

administrativas “neutras” como la ejecución de las tareas de detención – y la forma

particular en que la sociedad construyó la imagen de los perpetradores del terrorismo de

Estado.

Fueron hombres quienes diseñaron un plan de ejecución y exterminio de

un grupo social altamente radicalizado y atentaba contra el orden social instaurado. Ese

plan requirió necesariamente de una diagramación meticulosa a la vez que se desplegó

una persecución rabiosa sobre sus objetivos. Ahora bien, la imposibilidad de hacer

coincidir en un mismo sujeto estas dos “facetas” donde convivan la fría y apática labor

burocrática con la brutalidad de la persecución, elimina del análisis lo indispensable que

ambas funciones resultaron para la ejecución de un plan integral y sistemático de

represión.

111
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

116
A su vez que la imagen del burócrata queda en un extremo “lavado” de

culpas y responsabilidades, la caracterización desde la “monstruosidad” con la que se

concibe a sus ejecutores reposa en la imposibilidad de comprender la dimensión humana

del horror. Los monstruos son seres despojados de racionalidad, y allí, en ese plano, no

podemos como humanos comprender los motivos de su brutal accionar112.

Asimismo, esta diferenciación está marcada por Blanca por la confluencia de la

policía y el ejército. Allí se observa un abroquelamiento donde existe un prejuicio sobre

quiénes eran los buenos y quiénes los malos:

Nadie dice que la policía haya sido inocente, muy inocente, pero la
contaminación, la potenciación entre policía y ejército fue de terror (…)
- El personal que circulaba estaba de civil siempre?
- Si, pero también del ejército, también del ejército acá en frente porque yo
los veía vestidos de ejército. Ahí estaba un especie de huevo de la serpiente
donde abrevaban con las peores instrucciones113

La elaboración de “los malos” y “los buenos” queda supeditada a su vez a los

vínculos que Blanca ha establecido con cada uno de ellos y alimentada por el

“descubrimiento” posterior de las acciones que los agentes desarrollaban en relación al

terrorismo de estado. Casi como un hábito los vecinos toman partido para narrar en

clave de buenos y malos el desenvolvimiento del personal que cumplía funciones de

ambos sitios, y esta está definida por ese marco de referencia principal en la

sociabilidad desarrollada en el ámbito del barrio. En esta misma clave podemos leer sus

impresiones sobre todo lo que pasaba o no en esos departamentos:

112
Al depositar la mirada en el victimario no podemos dejar de referenciar a los escritos de Hannah
Arent precursora en reflexionar sobre este tema en el libro “Eichmann en Jerusalen: un estudio sobre la
banalidad del mal” publicado en 1963.
113
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

117
Una vez sentí gritos. Y yo no sé si no bajé y me dijeron “no no, es una chica
que está descompuesta” no me iban a decir que, porque si me decían que
también me comprometía yo, no podía callarme114

Estos retratos todo el tiempo entran en contradicción y nos muestran los

conflictos que las mismas testimonios sostienen respecto de lo acontecido en estos

sitios durante el terrorismo de estado. Si bien para Blanca, tanto los gritos como los

tiros eran escuchados, la interpretación de los mismos varía de acuerdo a las

necesidades de mantener equilibrio entre desconocer y callar. ¿Qué nos quiere decir

cuando nos narra el acontecimiento de los gritos? Por una parte, ella pareciera ser

consciente de la falsedad en la respuesta de los policías que intentaban disuadirla para

no comprometerla ¿por qué no iba a poder callarse, si en definitiva fue lo que hizo?

¿Entendía que en esta disuasión la estaban cuidando de no meterse en problemas?

¿Descansaba en esas respuestas de preguntarse si efectivamente había personas

detenidas que sufrían tormentos debajo de su casa?

Nunca dejé de hacer nada de los que tenía que hacer, ni por temor ni
porque fueran a detenerme de ninguna manera, yo siempre pasaba
delante de ellos, no los saludaba, pero a mí me respetaban115

Todas estas preguntas rondan una y otra vez en los relatos de Blanca, por

momentos resguardadas en sus temores de madre jefa de hogar, temerosa de lo que

podría pasar con sus hijos y por otros emergiendo fuerte, ante la seguridad de estar

dentro de los marcos de la ley.

114
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010
115
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

118
Del personal de la DIPPBA: los hombres, los oficinistas, los mounstros.

La omnipresencia.

Así como se visibiliza en los mismos relatos nociones disímiles de lo que

funcionaba en la DIPPBA - una cárcel, un centro clandestino, oficinas administrativas-

lo mismo sucede con los trabajadores. Las reacciones de omisión, miedo y resistencia se

evidencian de forma muchas veces conjunta en una misma narración de los hechos, por

ejemplo el caso de Liliana:

“Yo tenía 17 y salíamos pasábamos por ahí y los tipos que estaban siempre
en la puerta nos decían “chicas, a donde van?” entonces les decíamos
“vamos al centro” y nos decían “no, vuélvanse a su casa, hoy no es día
para salir” entonces volvíamos y nos enterábamos por ejemplo de tiroteo
que había habido (…) y bueno al día siguiente habían reventado gente ahí,
o sea que los tipos sabían todo. Y nosotros pasábamos y “ahora donde van,
bueno hoy está tranquilo (…) Yo les tenía pánico. Les hablaba porque les
tenía que contestar, porque les tenía miedo. Entonces les contestaba a
donde iba para no decirle “a vos que te importa” yo trataba de venir
siempre por la vereda de en frente116

El miedo que le generaba a Liliana los agentes de la DIPPBA está dado por

muchísimos episodios donde ella rememora el manejo ostentoso que hacían de las

armas, por momentos rozando lo torpe y desprolijo por momentos racional y calculado.

116
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

119
Liliana recuerda una noche donde al intentar ingresar con la camioneta de su

padre a su casa, la interceptan los trabajadores de la DIPPBA y de apuntándole con

armas largas y le piden identificaciones personales. La situación se resuelve cuando uno

de los que la apuntaba la reconoce y le pide disculpas por el “susto” propinado.

Las situaciones de violencia a las que fue sometida Liliana por un lado y la

conducta “protectora” que plasma de alguna forma este relato por otro, dan cuenta del

carácter ambivalente con el que se comportaban los trabajadores de la DIPPBA con los

vecinos a diario. Esta forma de generar incertidumbre configura una relación de poder

dada no sólo por la violencia sino también por el saber. Ellos eran los dueños de la

información:

(…) ellos [los trabajadores de la DIPPBA] sabían de absolutamente todo


lo que estaba pasando porque, yo te digo, te avisaban, nos avisaban que
hacer117

Otro episodio que nos relata Liliana da cuenta de un sujeto que se desempeñaba

en la DIPPBA interesado en su hermana. En su relato encontramos la gran complejidad

que existía en las relaciones establecidas con el personal de la DIPPBA.

Era un tipo que gustaba de mi hermana y era de ahí entonces, pero mi


hermana no lo conoció ahí yo no me acuerdo como lo había conocido en
un boliche (…) el aparecía en todos lados, iba al colegio y el tipo
aparecía ahí, entonces mi hermana le dijo ‘vos como sabes dónde estoy?
Me apareces en todos lados!’ y ahí es cuando le dijo ‘pero vos que te
crees, que nosotros no sabemos quiénes son ustedes, a donde van, que
hacen?’ por supuesto que mi hermana no quería saber nada con este tipo

117
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010

120
…no le gustaba nada, le parecía muy autoritario, nunca tuvo nada con
él, pero mi hermana se debe acordar seguro del nombre (…) siempre te
acordás del nombre tus pretendientes118

Este relato matiza nuevamente el perfil del personal de la DIPPBA; si bien prima

una idea de omnipresencia que ostentaba este sujeto como un rasgo autoritario, nos

brinda también el costado sentimental o afectivo de este trabajador de la DIPPBA.

Nuevamente el relato de Liliana, incluso de esta situación que podría ser narrada como

una anécdota de cortejo, está signada por el miedo y el pánico que sentía por ellos y la

necesidad de enunciar el disgusto de su hermana y la no correspondencia ante el interés

de esta persona por ella, alejando y poniendo a resguardo a sus seres queridos de quien

aparece como un sujeto violento y autoritario, casi como una característica inmanente

dada por el sitio donde trabajaba. En esta misma línea se encuentra el relato de Claudia,

si bien su referencia es posterior a los años de la dictadura, cuando ella regresa al país:

Yo les tenía tanto asco, me parecían tan repugnantes (…), eran unos
babosos que si vos pasabas por la esquina, seguro que algo te decían119

Los vecinos del barrio también comparten en sus relatos recuerdos y anécdotas

que se dan un aspecto cordial y amable para con ellos. Por ejemplo el recuerdo de Isabel

de su recibida cuando, volviendo de la universidad bañada de yerba y Coca-Cola, fue

recibida por todos los trabajadores de la DIPPBA que salieron a aplaudirla a la vereda.

118
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Victoria Vazquez y Samanta Salvatori, 2010
119
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva, 2010

121
Blanca por su parte nos relata un encuentro con las autoridades que en

encontraban debajo de su casa; una entrevista que tiene en su living con un comisario

que se presentó como quienes ocupaban aquellos departamentos. La entrevista, además

de una presentación formal, tuvo como objetivo pedirle permiso a Blanca para acceder a

la terraza de forma tal que pudiera tener más presión del agua de los departamentos.

A pesar de que en el relato explícitamente Blanca identifica a esta persona como

de una “dirección de inteligencia” no asocia de ninguna manera a las dos fuerzas. Todo

lo contrario, para Blanca ese gesto definitivamente implicó una distinción clara entre

estos y los trabajadores de la DIPPBA que ocupaban la casa justo en frente de la suya.

(…) quería presentarse, porque estaban ahí abajo. Eran de la dirección


de escuela, no, de la dirección de inteligencia, no sé que sería que
dependía seguramente de la Vucetich120 calculo yo. Eran papeles, gente
más pacífica. Qué relación tenían cruzando la vereda ni me enteré, con
los de en frente jamás intercambie palabra. Con estos de acá si, el
comisario era un tipo decente, agradable, respetuoso121

Nuevamente queda evidenciada una notable demarcación– diferente incluso

entre los testimonios de los vecinos - de las caracterizaciones del personal de la

DIPPBA, así como existen visiones encontradas y contrapuestas con respecto a la

funcionalidad de la casa y los departamentos ocupados por las fuerzas de la represión.

Como ya mencioné, a pesar de que existió una relación entre estos dos espacios

– donde todo parece indicar que se desempeñó la misma fuerza - en casi todos los

relatos de los vecinos no existía tal conexión explicitada. La caracterización que estos

hacen de cada uno por separado responde principalmente a las experiencias que por

120
Se refiere a la Escuela de Policía “Juan Vucetich” ubicada en la antigua Estancia San Juan en el
parque Pereyra Iraola, cercana a la ciudad de La Plata.
121
CPM, Programa historia oral “Memorias encontradas”, Serie “Vecinos de la DIPPBA”, entrevista
realizada por Josefina Oliva y Samanta Salvatori, 2010

122
alguna situación los involucraron de alguna manera. Así como resulta muy clara la

necesidad de caracterizar desde el antagonismo a estos actores: “Los buenos vs. Los

malos” y la imposibilidad de homologar a dichos actores, existe como patrón común la

enunciación de lo desconocido, donde la característica elemental es la noción de

peligrosidad y por lo tanto la sospecha de ilegalidad que se le atribuye. También es

necesario remarcar que la elaboración de dichas personificaciones se dan en el marco de

un presente donde se toma conciencia de lo que fácticamente ocurrió, lo que no es

posible negar sobre el pasado y el involucramiento de estos actores en la trama del

terrorismo de estado.

El desconocimiento conforma entonces la cuota de misterio y dispara -

alimentado por pistas que continuamente aparecen en la convivencia del barrio - las

peores sospechas sobre uno de los dos actores construidos (la casa donde funcionaba la

DIPPBA y los departamentos del edificio frente a ella). La relación que estableció

Blanca con sus vecinos de abajo, dispuso que el terror y la aprehensión lo depositara en

la casa de en frente, a pesar de que funcionara como una “extensión” de la misma y que

en sus propias palabras ambos fueran inteligencia. El caso de Isabel nos revela el mismo

mecanismo pero extrapolados los roles de cada espacio: Al ingresar a la casa de la

DIPPBA, muchos temores o miedos se disiparon; pero como contracara, los recuerdos

de episodios de represión en su barrio están directamente asociados a los ocupantes de

los departamentos de “la extensión” de la DIPPBA.

¿Qué se esconde detrás de estas caracterizaciones tan tajantes entre “los malos”

y “los buenos”? Si bien los recuerdos de los trabajadores de la DIPPBA se transforman

de acuerdo a quién lo narra y desde que espacio lo asocia, el mecanismo es el mismo.

Los episodios de represión que tiñen las vivencias cotidianas con que recuerdan estos

años en el vecindario exigen la elaboración de un sujeto construido – como ejecutor de

123
acciones de una violencia inusitada – muchas veces desde la irracionalidad. La

imposibilidad de comprender sus actos, hace que por momentos nos topemos con

“monstruos” “asesinos seriales”. Las identificaciones puras de maldad o bondad sobre

los trabajadores de la DIPPBA quedan así tensionadas por esta la imposibilidad de

pensarlos como un mismo y único sujeto.

La necesidad de diferenciar a los trabajadores de un espacio u otro y atribuir así

una personificación acoplada a la convivencia lograda por un lado y a los episodios de

represión que se reiteraba en el vecindario por el otro, puede entenderse siguiendo esta

línea, como un mecanismo que permitiera dotar de cierta “normalidad” a estos sujetos,

tanto a los malos como a los buenos. Allí es donde pareciera existir una imposibilidad

de pensar la humanidad al personal de la DIPPBA, como partícipes necesarios en los

delitos más atroces conocidos en nuestro país.

En “La educación después de Auschwitz” Theodor Adorno (1966) aborda este

punto; la posibilidad que el horror se repita se encuentra en la posibilidad de que puedan

emerger nuevamente en la sociedad sujetos que ejecutaron las acciones más terribles. La

educación es el espacio donde la autoreflexión crítica pudiera combatirlo, desde la

comprensión de las consecuencias de las propias acciones de los perpetradores y de la

sociedad en su conjunto.

Son los perpetradores, los ejecutores de un plan sistemático de represión y

aniquilamiento quienes están en el ojo de la culpabilidad, y allí es donde cuesta entender

su humanidad sin vernos, a nosotros mismos, construyendo parte de esa realidad. Se

vuelve necesario impugnarla desde su no comprensión, casi en un plano fantástico

donde la irracionalidad del accionar de los perpetradores funciona como un aliciente que

nos tranquiliza y nos aleja del foco de cuestionamiento de nuestras propias acciones

como parte del colectivo.

124
La construcción de los sujetos en una condición de monstruosidad, tiene sus

fundamentos en esta imposibilidad de observar a los ejecutores de estos crímenes como

personas “normales”. Aquí refiero la banalidad del mal (Hannah Arendt, 2003), el

complejo entramado burocrático que sirve a un sistema de exterminio, compuesto por

estos actores, que lejos de la irracionalidad con la que se figura la idea de “mostruo”

responden a la ejecución racional de órdenes y disposiciones. No se trata de sujetos

inhumanos, es la racionalidad, lo que nos distingue de las bestias, la herramienta

ejecutora de las acciones más brutales.

Allí donde el horror deja de ser una figura elaborada desde la irracionalidad o la

deshumanización para colocarse en un plano real y humano, la posibilidad del horror se

vuelve real, palpable y cercana.

125
CONCLUSIONES

A lo largo de este trabajo he intentado dar cuenta de las memorias de la

dictadura de la gente corriente y particularmente los relatos sobre la Dirección de

Inteligencia. La enunciación de estas voces ha permitido aproximarnos a las memorias

que los vecinos construyeron – y continúan construyendo – en relación al órgano de

inteligencia emblemático de la Provincia de Buenos Aires.

Las voces de estos vecinos fueron conformando un mosaico de sentidos sobre el

pasado reciente y las implicancias que tuvo la última dictadura militar en la rutina de

una ciudad y un barrio signados por la presencia de las fuerzas represivas del estado.

Aquí fue haciéndose palpable la construcción y deconstrucción permanente de lo

que consideramos “normal”. Entendiendo que la permanencia en el tiempo de un

régimen como el que se instaló en la Argentina en 1976, dispuso - además de una feroz

represión a sectores específicos de la sociedad civil – nuevas reglas del juego para el

devenir cotidiano de todo el país. En su incorporación cotidiana, en la búsqueda de

previsibilidad en estas nuevas disposiciones, estos relatos dan algunos elementos para

pensar cómo fue condensándose el terrorismo de estado y sus aspectos más temibles en

una realidad diaria.

La DIPPBA ha sido uno de los órganos que forjó en su seno, a través de la

sistemática tarea de inteligencia y vigilancia, la conformación del “enemigo de la

patria”. En su trayectoria vemos como el Estado prefigura en base a distintos escenarios

nacionales e internacionales una interpretación del campo de sujetos políticos y su

potencialidad peligro frente a un orden establecido. Asimismo, estas tareas no se han

limitado a una producción intelectual, sino que ha sido el motor de los operativos

militares que durante la última dictadura militar fueron un emblema del estado

desaparecedor.

126
La incorporación de la mirada de los vecinos sobre la DIPPBA nos otorgó un

elemento valiosísimo para complejizar el análisis sobre el alcance de la represión y del

terrorismo de estado. Estos testimonios, por su inscripción territorial, fueron poseedores

de una perspectiva “privilegiada” para observar la dinámica cotidiana de la Dirección de

Inteligencia. En esta mediación de la vida cotidiana es que se pone en dialogo el

comportamiento particular de las personas y su implicancia en la producción y

reproducción del orden estructural.

Los vecinos fueron incorporando distintas reglas tanto para el espacio público

como para su esfera privada. Podemos ensayar como respuesta que la tradición histórica

de las Fuerzas Armadas y su gran protagonismo en la vida política del país permitió

incorporar sin grandes resistencias estos nuevos usos y costumbres. En una escala

micro, la presencia desde los primeros tiempos en el barrio de este edificio – aún así

desconociendo si se tratara de una comisaría, un centro administrativo, inteligencia o

una delegación de arquitectura de las fuerzas – no conformó en sí mismo una ruptura

en la vida de quienes se encontraban en el cotidiano. No fue la aparición o la irrupción

de la DIPPBA como tal –en el año 1956 - la causante de estas rupturas en el orden del

cotidiano, sino más bien la imbricación de este actor en las pautas diarias de los vecinos

en particular y cualquier ciudadano en general. Estas nuevas disposiciones están, en los

relatos que hemos rescatado, asociadas con los objetivos y preceptos que la Junta

Militar instaurada en 1976 ejecutó con crudeza sobre todo el territorio nacional.

La existencia de la DIPPBA y su inscripción en el barrio mucho antes de lo que

los vecinos recuerdan como la época de la represión, ha arrojado además complejas

interpretaciones sobre quiénes eran estos sujetos, las percepciones sobre este órgano de

inteligencia – en tanto herramienta históricamente legitimada en un estado de derecho-

127
y las fronteras porosas entre la legalidad-ilegalidad que configuraban el accionar del

aparato represivo del Estado.

La ambivalencia entre las miradas que emergieron sobre la DIPPBA como un

enclave de oficinas que se dedicaba a tareas administrativas, con trabajadores

automatizados por un lado y la existencia de grandes patotas que desplegaban

operativos desde la casa DIPPBA, implicó una operación mucho más compleja que la

mera impugnación o rechazo por parte de los vecinos ante las tareas que pudieran llevar

a cabo. La existencia de tareas quizá percibidas como antagónicas – la burocracia como

símbolo de la previsión y la brutalidad y la violencia como signo de la irracionalidad -

que funcionaban, sin embargo, como las dos caras de la misma moneda.

Entendemos que el accionar represivo impulsado por las fuerzas militares tuvo

un claro objetivo institucionalizado a partir del golpe del 76’: el disciplinamiento de las

clases populares. Aún así, su modalidad atravesó de forma intencional a todo el

conjunto social, encontrando allí su carácter aleccionador. En este sentido ha resultado

enriquecedor depositar la mirada sobre la vida cotidiana, para poder encontrar allí el

impacto de la dictadura militar tuvo sobre buena parte de la sociedad.

En el devenir de la vida cotidiana se condensan los sentidos de previsibilidad y

normalidad con la que es posible transitar nuestras vidas. Aquí la pregunta que rigió fue

¿Cómo se configura la “normalidad” en un estado de excepción como lo fue la última

dictadura militar en Argentina?

Sólo podemos dar una pequeña aproximación. El análisis de estas voces sobre la

última dictadura militar, el escenario general donde se inscribía el funcionamiento de la

DIPPBA y particularmente su funcionamiento, nos permitió encontrarnos con cada una

de sus trayectorias privadas y el impacto que estas transformaciones tuvo en sus

decisiones, de las más trascendentales (el exilio, el abandono de la militancia, la

128
elección de una nueva carrera académica) hasta en las más “superficiales”

(modificaciones en los recorridos diarios). Siempre entendiendo que todas estas

respuestas son inacabadas, y que, el impacto que generó la experiencia de la dictadura

en sus vidas no puede determinarse sólo a partir de estas entrevistas.

Por otro lado, fue posible visibilizar en estos relatos – así como en los silencios y

en los olvidos – un patrón común que operó ostensiblemente sobre ellos: el cerramiento

hacia adentro de las relaciones de la sociedad civil. El silencio, la desmentida, la

justificación, la eliminación de lazos de solidaridad, el temor en sí mismo, conforman

un mosaico de reacciones ante el terror de estado. La cultura del miedo se consolidó a

partir de las tramas más reticulares de los vínculos sociales. Sin embargo, esto no

configuró un sentido homogéneo sobre la dictadura en sí misma y cómo era percibida.

Las voces de los vecinos complejizaron desde sus razones y sentidos más personales la

“zona gris” entre la resistencia y el consenso: la supervivencia del grupo social, el temor

a represalias, la impotencia, son elementos que emergen en distintos momentos de un

mismo relato y configuran en un mismo sujeto un complejo mosaico de sentidos acerca

de la incorporación de estas nuevas reglas en la vida cotidiana. Cabe señalar una vez

más, que en el buceo sobre los sentidos y valoraciones del pasado no se dispuso para

ejecutar una valoración moral, sino que tuvo como norte la búsqueda de los diversos

motivos que fueron amortizando en el cotidiano el golpe de la dictadura. Su apreciación

crítica, desprendida de juicios de valor, permite comprender el comportamiento social

en una escala micro.

Abordé asimismo las transformaciones espaciales que habían percibido los

vecinos y cómo ellas habían incorporado nuevos hábitos en el devenir diario. La

existencia de un juego dual permanente entre la ostentación de vigilancia y control por

un lado -la construcción de la garita, el vallado sobre la calle, la presencia de

129
uniformados vigilando y estableciendo pautas para el recorrido del barrio - y el

ocultamiento de otros espacios -a partir de techados de patios internos y pasillos, que

eliminaba parcialmente del campo visual el accionar de los agentes de la DIPPBA -

convergieron en el disciplinamiento de las miradas de los vecinos.

De este mismo modo podemos interpretar la relación con el personal que se

desenvolvía en la DIPPBA: la ostentación de la violencia en el mismo vecindario frente

a la relación amena y hasta “protectora” para con los vecinos.

El vecino de abajo se quejaba de los tacos pero no se quejaba de los gritos es

una frase que viene a sintetizar esta ambivalencia permanente en la que se vieron

inmersos los vecinos para la construcción y reconstrucción de su vida cotidiana: la

necesidad de preservar disposiciones de orden – y consolidar algunas reglas en el

cotidiano- frente a un ambiente que sembraba dudas y conformaba órdenes de

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