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un "afuera", de algo diferente al sí mismo, es la fuente del te­ 4.

Imágenes de la blanquitud
mor. Nada debe estar afuera; la identidad se mantiene y salva­ .
guarda creando la inmanencia. 22 Sólo si el caos que se muestra ~UCAA ~o.. .. ~Q~cv-.\~
/!

~
en la consistencia concreta de las cosas llegara al fin a consis­ ~~~\~. J-}..-kJ..;c.o '. ~)'J..G tOo
tir plenamente en una mera proyección negativa del sujeto y
su cosmos, a ser exclusivamente aquello "aún no" conquistado
Sein Auge ist blau
e invadido por él, el temor a lo otro podría desvanecerse en el er trifft dich mil bleiemer Kugel
sujeto ilust;rado. Sólo que esta sensación de seguridad ante la er trifft dich genau.1
identidad perfectamente conservada gracias a la anulación de
,Paul Celan, Todesfuge
10 otro en cuanto tal sería una sensación que carecería de su­
jeto para sentirla.
Anulado lo otro en provecho del sujeto plenamente enaje­ La palabra "espíritu" que aparece en el famoso ensayo de Max
nado, el pais'1ie que quedaría sería el de una devastación to­ Weber sobre La ética protestante y el espíritu del capitalismo se refie­
tal: la Ilustración habría completado su "dialéctica". re sin duda a una especie de demanda o petición de un cierto
Al llevar a cabo SU empresa de auto-emanipación, el sujeto tipo de comportamiento que la vida económica de una socie- '
humano tomó un camino que lo ha llevado paradójicamente, dad hace a sus miembros. El "espíritu" es una solicitación o un '
de estar sometido b'1io un poder ubicado en lo otro, en el caos, requerimiento ético emanado de la economía. El "espíritu del
en la naturaleza salv.ye, a estar sometido a un poder equiva­ , capitalismo" consiste así en la demanda o petición que hac;e la
lente, pero ubicado ahora en él mismo; en él, como sujeto que vida práctica moderna, centrada en torno a la organización
salvaguarda al fin plenamente su identidad al cosificarse y ena­ r capitalista de la producción de la riqueza social, de un modo
jenarse como valor económico capitalista siempre valorizándo­ especial de comportamiento humano; de un tipo especial de
se. Para dejar de sacrificar una parte de sí mismo, como debía humanidad, que sea capaz de adecuarse a las exigencias del me­
hacerlo en tiempos pre-modernos, el sujeto, en esta dialéctica jor funcionamiento de esa vida capitalista. Según Weber, el etlws
perversa, ha pasado a sacrificarse todo entero. que solicita el capitalismo es un ethos "de entrega al trabajo, de
A esta Ilustración, que persigue a toda costa la autoconser­ ascesis en el mundo, de conducta moderada y virtuosa, de ra- '
vación del sujeto y retrocede ante la idea de una autoafir­ cionalidadprodllctiva, de búsqueda de un beneficio estable y
mación como "puesta en peligro" de sí mismo, Horkheimer y continuo", en definitiva, un ethos de autorrepresión producti­
Adorno le recuerdan: "Todo auto-sacrificio implica destruir vista del individuo singular, de entrega sacrificada al cuidado
'más' que 10 que se salva gracias a él".25 de la porción de riqueza que la vida le ha confiado. Yla prác­
tica ética que mejor representa a este ethos solicitado por el ca­
[En Sophia, &vista de Fúosofta, n. 1, Quito, Ecuador, 2007; y Contrahistorias. pitalismo es, para Weber, la del cristianismo protestante, Y en
lA otra mirada de CIio, n. 9, México, 2007.] . especial la del puritanismo o protestantis~~e calvinista, aquel
que salió del centro de Europa y se extendio históricamente a
los Países Bajos, al norte del continente europeo, a Inglaterra
y finalmen~Estados Unidos de América.
22 lbid., p. 67. (

25 lbid., p. 73. 1 "Su ojo es azul/te apunta con una bala de plomo/te apunta y no fulla."

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En la nota preliminar a sus Artículos escogidos de sociología de realista, puritana o "protestante-calvinista" del ethos histórico
la religión, Max Weber dejó planteada la idea de que la capaci­ capitalista. 2
dad de corresponder a la solicitación ética de la modernidad En el contexto que nos interesa, es importante señalar que
capitalista, la aptitud para asumir la práctica ética del protes­ la "santidad económico-religiosa" que define a este "grado ce­
tantismo puritano, puede tener un fundamento étnico y estar ro" de la identidad humana moderno-capitalista, caract~rística
conectada con ciertas características raciales de los individuos. de este nuevo tipo de ser humano, es una "santidad" que de­
Las reflexiones que siguen intentan problematizar este plan­ be ser visible, manifiesta; que necesita tener una perceptibilidad
teamiento de MaxWeber a partir del reconocimiento de un sensorial, una apariencia o una imagen exterior que permita
"racismo" constitutivo de la modernidad capitalista, un "racis­ distinguirla. La modernidad de un individuo, lo efectivo de su
mo" que exige la presencia de una blanquitud de orden ético· interiorización del ethos puritano capitalista, es decir,· su "san­
o civilizatorio como condición de la humanidad moderna, pe­ tidad".o el hecho de haber sido elegido por la gracia divina, es
ro que en casos extremos, como el del Estado nazi de Alema­ reconocible antes que nada en el alto grado de productividad
nia, pasa a exigir la presencia de una blancura de orden étnico, del trabajo que le toca ejecutar. Lo evidentemente producti­
Ipiológico y "cultural". vo de su actividad es lo que lo ubica por encima de la línea
. ~ Se puede hablar de un "grado cero" de la identidad concre­ que separa tajantemente a los "winners" (triunfadores) o "sal­
ta del ser humano moderno, que consistiría en la pura fup­ va"'" de los "losers" (perdedores) o "sommersi". Pero no se ma­
cionalidad ética o civilizatona que los individuos demuestran nifiesta sólo en este dato estadístico; también se muestra en la
tener respecto de la reproducción de la riqueza como un pro­ imagen que corresponde a esa santidad evidente: en todo el
ceso de acumulación de capital. En este plano elemental, la conjunto de rasgos visibles que acompañan a la productividad,
identidad humana propuesta por la modernidad "realmenj:e desde la apariencia fisica de su cuerpo ysu entorno, limpia y
existente"· consiste en el conjunto de características que consti­ ordenada, hasta la propiedad de su lenguaje, lá positividad
tuyen aun tipo de ser humano que se ha construido para sa­ discreta de SU actitud y su mirada y la mesura y compostura de
tisfacer al "espíritu del capitalismo" e interiorizar plenamente . sus gestos y movimientos.
la solicitud de comportamiento que viene con él. Pero el. grado cero de la identidad individual moderna es
Distintos elementos determinantes de los modos de vida tra­ en verdad un grado insostenible, evanescente, que en la his­
dicionales, distintas subcodificaciones de los sistemas semióticos toria cede su lugar enseguida a un grado primero o inicial de
y lingüísticos heredados, distintos usos y costumbres pre-mo­ concreción identitaria: el grado de identidad que correspon­
demos o simplemente no-modernos, en pocas palabras, dis­ de a la identidad nacional. En efecto, sólo excepcionalmente
tintas determinaciones de la "forma natural" de los individuos las masas de la sociedad moderna son, como suele .decirse, ma­
(singulares o colectivos) son oprimidos y reprimidos sistemá­ sas amorfas y anónimas; por lo general son masas identificadas
tica e implacablemente en la dinámica del mercado a lo largo en la realización del proyecto histórico estatal de alguna em­
Il de la historia, en el camino que lleva a este "grado cero" de la presa compartida de acumulación de capital, és decir, son ma­
:!
¡,'
identidad humana moderna. Son precisamente aquellas deter­
minaciones identitarias que; estorban en la construccióJ.l del 2 Sobre la multiplicidad del ethos histórico de la modernidad capitalista,

nuevo tipo de ser humano requerido para el mejor funcio­ que incluria, además del realista, a otros tres más: el "romántico", el "(neo)c1á­
sico" y el "barroco", véase Bolívar Echeverría, "Modernidad y capitalismo", Las
namiento de la producción capitalista dé mercanCÍas y que
deben ser sustituidas o reconstruidas de acuerdo con la versión' {~~~g~rsi~~;~Ñi~e_~~,M~?:~~~ . {:

58 59
sas dotadas de una identidad de "concreción falsa", como di~
xvm), esa casualidad o arbitrariedad se fue convirtiendo p~
ca a poco en una necesidad y pasó a ser codetenninante de la
ría el filósofo Karel Kosík, pero concreta al fin, que tiene una
consistencia nacional. ­ identidad moderna delser humano como una identidad civi­
lizatoria capitalista, en su variante puritana o "realista". En otras
Ahora bien, en 10 que concierne a estas reflexiones, es de
palabras, debido a su frecuencia abrumadora, el hecho de que t:
observar que la identidad nacional moderna, por más que se
conforme en función de empresas estatales asentadas sobre s~ los "santos visibles" fueran también, además de todo, "de raza
y de usos y costumbres blancos" abandonó su factualidad y pa­
ciedades no europeas (o sólo vagamente europeas) por su
só a convertirse en una condición imprescindible. Es g!3.c!as
"color" o su. "cultura", es una identidad que no puede dejar
a este quid pro quo que el ser auténticamente moderno llegó-a­
de incluir, como rasgo esencial y distintivo suyo, un rasg9.1!l\lY
incluir entre sus determinaciones esenciales el pertenecer de
especiCll al que.p()del!tº3jla:rnar "~l!.l/",q:y.itud". La nacionalidad
alguna manera o en cierta medida a la raza blanca y conse­
moderna, cualquiera que sea, incluso la de Estados de pobla~
cuentemente a relegar en principio al ámbito impreciso de 10
ción n~blanca (o del "trópico"), requiere la "blanquitud" de sus
pre, lo anti o lo n~moderno (no humano) a todos los indivi­
miembros. Se trata sin duda de un dato a primera vista sor­
duos, singulares o colectivos, que fueran "de color" o simple­
prendente, ya que la idea de una identidad nacional parecería
excluir la subsunción de ella bcYo aiguna identidad más gene- I
mente ajenos, "no occidentales".' .
Pero el proceso fue, en verdad, un tanto más complicado.

ral (por ejemplo, "europea" u "occidental"), que trascienda las


Lo interesante está en que, durante este t.ráÍlsito subrepticio

determinaciones étnicas particulares de la comunidad "naci~.


de ·10 casual a lo -necesario, la condición de blancura para la

nalizada" por el Estado capitalista. La explicación de esta posi­


identidad moderna pasó a convertirse en una condición de

ble paradoja de una nación "de color" y sin embargo "blanca"


blanquitud. esto es, permitió que su orden étnico se subordina­

puede encontrarse en el hecho de que la constitución fundan­


ra al orden identitario que le impuso la modernidad capitalista

te, es decir, primera y ejemplar, de la vida económica moderna


cuando la incluyó como elemento del nuevo tipo de humani­
fue de corte capitalista-puritano, y rovo h;¡gar casualmente, como
vida concreta de una entidad política estatal, sobre la base hu­
mana de las poblaciones racial e identitariamente "blancas" del , La imagen de contraSte o imagen de lo contra-moderno, de lo incom­

noroeste europeo. Se trata de un hecho que hizo que la apa­ patible con la blanquif:Ud, ubica a un personaje de la novela El último encuen·

tro, de Sándor Márai. en la de una "humanidad determinada por el trópico":

riencia "blanca" de esas poblaciones se asimilara a esa visibili­


"Has de saber que todos los ingleses que han pasado cierto tiempo en.el

dad indispensable de la "santidad" capitalista del ser humano trópico son sospechosos en su propio país. Son dignos de admiración Yde

moderno, que se confundiera con ella.{J.:a productividad del reconocimiento, pero son también sospechosos. En sus fichas secretas figu­

trab.yo como síntoma de la santidad moderna y como "mani­ ra seguramente la palabra 'trópico' comO si dijera 'sífilis' o 'espionaje'. Son

festación" del "destino" profundo de la afirmación nacional pa­ sospechosos aunque hayan conservado la costumbre de jugar al go1f o al te­

só a incluir, como acompañante indispensable, a la blancura nís,- aunque hayan estado bebiendo whisky, aunque hayan aparecido en las

fiestas del gobernador, vestidos de esmoquin o con un uniforme lleno de

racial y "culroral" de las masas trabajadoras.l condecoraciones: todos ellos son sospechosos. Simplemente por haber vívi­

El rasgo identitario-civilizatorio que quereÍnos entender por do en el trópico. Simplemente por haber sobrevivido a esa infección terrible

"blanquitud" se consolida, en la historia real, de manera casual e imposible de asimilar que también tiene sus atractivos, como cualquier pe­

o arbitraria sobre la base de la apariencia étnica de la pobla­ ligro mortal. El trópico es una enfermedad. Las enfermedades tropicales

ción europea noroccidental, sobre el trasfondo de una blan­ se curan con el tiempo. pero el trópico jamás" (SaÍamandra, Barcelona,

cura racial-cultural. A 10 largo de tres siglos (del siglo XV ar-­ 1999, pp. 74-75).

61
60 '
,II

[1]
Gerard Ter Borch, [2]
La dama escribiendo Lucas Cranach,
una carta, 1655 Adán'j Evo., 1528

dad promovido por ella. Es ésta la razón de que, en principio, le también para la representación que se hace en esa época
en la modernidad capitalista, l~s individuos de color puedan del cuerpo humano desnudo [fig. 2]. En la pintura de Lucas
obtener la identidad moder,na sin tener que "blanquearse" Cranach, Adán y Eva son sin duda de raza blanca, pero no es
completamente, de que les baste con demostrar su blanquitud. su blancura sino la inocencia de su sensualidad 10 que el pin­
. Podemos llamar blanquitud a la visibilidad de la identidad tor circunscribe y enfatiza.
ética capitalista en tanto que está sobredeterminada por la blan­ Puede decirse, entonces, que un racismo identitario, promo­
cura racial, pero por una blancura racial que se rdativiza a sí tor de la blanquitud civilizatoria, que no de la blancura étnica
misma al ejercer esa sobredeterminación] , -es decir, un racismo tolerante, dispuesto a aceptar (condi­
Es la compostura de los personajes, Una compostura que cionadamente) un buen número de rasgos raciales y "cultura­
denota blanquitud, y no blancura de raza, lo que impresiona les" alíen, "ajenos" o "extranjeros"-, es constinitivo del tipo de
en la representación de la nueva dignidad humana que hay en ,ser humano moderno-capitalista. Sin embargo, por más "abier­
los numerosos retratos de burgueses u hombres modernos de to" que sea, este racismo identitario-civilizatoriono deja de ser
la pintura flamenca en los siglos XV YXVI [fig. 1]. 4"a bla'1].C.U­ un racismo, y puede fácilmente, en situaciones de excepción,
ra está allí, pero precisamente sólo COIllO- uu-sobreentendido readoptar un radicalismo o fundamentalismo étnico virulen­
(Holbein, Van Eyck, Ter Borch, etcétera). E~bservación va­ to, co~o 10 veremos enseguida.

62 63
~
f

.~

l3]
Franz Karl Hiemer, ,1
l4]
Friedrich HóIderiin, 1792 Obreros blancos

l. La intolerancia que caracteriza de todos modos al "racismo


I identitario-civilizatorio" es mucho más elaborada que la del son una expresión necesaria pero no suficiente de esa inte­
racismo étnico: centra su atención en indicios más sutiles que riorización, y son además bastante imprecisos dentro de un
la blancura de la piel, como son los de la presencia de una in­ amplio rango de variaciones. En los países nórdicos del capi­
teriorización del ethos histórico capitalista. Son éstos los que sir­ talismo más desarrollado, una buena parte del "ejército obre­
ven de criterio para la inclusión o exclusión de los individuos ro industrial" del que hablaba Karl Marx -y no sólo del "de
singulares o colectivos en la sociedad moderna. .t\jena al fana­ reserva", compuesto de desempleados y marginados, sino in­
tismo étnico de la blancura, es una intolerancia que golpea cluso del "ejército obrero en activo"-, que era un ejército de
con facilidad incluso en seres humanos de impecable blancu­ "raza" indiscutiblemente "blanca", ha fracasado siempre en su
ra racial pero cuyo comportamiento, gestualidad o apariencia empeño de alcanzar una blanquitud plena [fig. 4].
indica que h9(i sido rechazados por el "espíritu del capitalis­ Los negros, los orientales o los latinos que dan muestras de
mo" (fig. 3J. El "racismo" de la blanquitudsólo exige que la in­ "buen comportamiento" en términos de la modernidad capi­
teriorización del ethos capitalista se haga manifiesta de alguna talista estadounidense pasan a participar de lablanquitud. In­
manera, con alguna señal, en la apariencia exterior oc0I'Ro­ cluso, y aunque parezca anti-natural, llegan con el tiempo a
ral de los mismos; los rasgos biológicos de una blancura racial participar de la blancura, a parecer de raza blanca. La mani­
pulación que MichaelJackson [fig. 5] hace de los rasgos étni­
64
65
cos de su rostro es sólo una exageración caricaturesca de la
manipulación identitaria y somática: que han hecho y hacen
con sus modos de comportamiento y con su apariencia fisica
otros "no-blancos" atrapados en el American way o/lije.
Me refiero, por ejemplo, a aquellos negros estadounidenses
que en los años sesenta recibían el apodo de "Unele Toms ",
a quienes hoy su blanquitud a toda prueba les ha permitido
triunfar, 10 mismo en la política [fig. 6] que en los negocios y
el mundo del espectáculo, y cuya figura emblemática sería la
ex secretaria de Defensa Condoleezza Rice. Pero me refiero
también a tantos otros grupos "de color" tuya adopción de la
blanquitud, cuya "americanización" o interiorización del ethos
:í' realista del capitalismo contribuye a que la "modernidad ame­
ricana" pueda ostentarse a sí misma como la única moderni­
(5J [6J dad válida y efectiva; son grupos humanos cuyas figuras
Michae\ Jackson Condoleeu.a Rice emblemáticas serían, por ejemplo, el primer ministro japonés
Junichiro Koisumi. [fig. 7] o el presidente peruano Alejandro
Toledo [fig. 8].
El racismo étnico de la blancura, aparentemente superado
por y en el racismo civilizatorio o ético de la blanquitud, se en­
cuentra siempre listo a retomar su protagonismo tendencial­
..-aC¡¡ mente discriminador y eliminador del otro, siempre dispuesto
a reavivar su programa genocida. Los mass media no se cansan de
recordar, de manera solapadamente amenazante, el hecho
de que la blancura acecha por debajo de la blanquitud.
Basta con que el Estado capitalista entre en situaciones de
recomposición de su soberanía y se vea obligado a reestructu­
rar y redefinir la identidad nacional que imprime a las pobla­
[7J
ciones sobre las que se asienta, para que la definición de la
[8J
Junichiro Koisllmi AI~andro Toledo
blanquitud retorne al fundamentalismo y resucite a la blan­
cura étnica como prueba indispensable de la obediencia al
"espíritu del capitalismo", como señal de humanidad y de mo­
'V
demidad. 4
4 La regresión fundamentalista de la identificación moderna capitalista

no implica siempre un retorno a la exigencia de una blancura racial, como


en la primera mitad del siglo XX europeo; puede cumplirse perfectamen­
te en un retorno a la exigencia de una blancura identitaria, "cultural" o mani­

66 67
[U]

Diferencias raciales 1

,¡k..

(91
[l°1
HO!J1bre ario (taIjeta postal) [11] [13]

Mujer aria (taIjeta postal)


F1irt entre arios
Dii\:rencias raciales 2

(taIjeta postal)

El ejemplo paradigmático de la.posibilidad de esta regresión


se encuentra en la historia de la sociedad alemana: en la r~ Estado, que por supuesto implicaba también un nuevo pro­
fundación catastrófica del Estado alemán como Estado nacio­ yecto de n¡l.ción, planteaba como indispensable un retomo
nalsocialista entre 1933 y 1945. El racismo de la bla,nquitud fue fundamentalista a la blancura racial como condición de la hu­
sustituido entonces por un racismo exaltador de la blancura, manidad moderna [fig. 9]; el regreso a una blancura étima o
gracias al cual la reivindicación histérica de una pureza racial pura [fig. 10], enfáticamente noreuropea, germánica o aria
aria se hizo acompañar de un reavivamiento igualmente histé­ [fig. 11], que no pudiera confundirse con la "blancura" mes­
rico del antijudaísmo tradicional de las poblaciones europeas. tiza, solapada b~o esa blanquitud tolerante que prevalecía en
A comienzos del siglo XX, la gran mayoría de los alemanes las naciones de la modernidad capitalista liberal y cuyos rasgos
de origen judío cumplía todas las exigencias de la blanquitud, estaban presentes de manera excelente entre los alemanes ju­
y lo hácía con creces: la asimilación entusiasta y constructiva díos [figs. 12 Y 13].
al mundo de la Europa moderna había llevado a muchos de Dos razones estrechamente ligadas entre sí permiten explicar
ellos incluso hasta el extremo de esa auto transformación so­ -que no justificar- el hecho de que el movimiento nazi encau­
mática de la que Woody Allen hace burla en su película Zelig. zara la reafirmación racista de la blancura étnica en el sentido
Por esta razón, la disfuncionalidad que la ideología nazi esta­ de un antijudaísmo exacerbado: en primer lugar, se trataba de
.!
ba interesada en encontrar en la poblacion judía respecto del un movimiento constitutivamente demagógico [fig. 14], que
nuevo proyecto nacionalsocialista de Estado capitalista era disfrazaba con una retórica revolucionaria su intención pro­
una disfuncionalidad que sólo podía distinguirse y ser com­ funda de tendencia contrarrevolucionaria [fig. 15], Yque n~
batida y extirpada si la realización de ese nuevo proyecto de cesitaba por lo tanto borrar de la percepción del proletariado,
al que engañaba, la evid~ncia de su continmsmo efectivo con
fiesta en los "usos y costumbres" e incluso en la Weltanscbauun¡g; como sucede
ya en el presente siglo, bautizado por Samuel Huntington como el de un
el Estado capitalista al que decía atacar. La única manera de
"clash o/ civilizations". hacerlo era recurrir a acciones abiertamente violentas que lle­
varan a cabo una aparente "transformaciÓn radical de lo esta­
68
69
blecido". En esta línea, la acción violenta de arrancarle al
cuerpo social alemán su parte judía (el uno por ciento de su
población), y deshacerse de ella para "purificarlo y fortalecer­
lo", resultaba impactante, demóstraba una "voluntad revolucio­
naria" más potente y pura que la del "marxismo" 5 [fig. 16]; con
la ventaja, además, de que se trataba de una acción relativa­
mente inofensiva para "el sistema", irrelevante grosso 1TWdo pa­
ra el funcionamiento capitalista de la economía y la sociedad
alemanas. En segundo lugar, la tendencia a hacer de los judíos
. el "chivo expiatorio" de todas las calamidades sociales, con una
tradición que se remontaba ala Edad Media, había retomado
.fuerza a finales del siglo XIX en las socieda~oreuropeas.
Este renacimiento general del antijudaísmo europeo llegó en
Alemania a su punto más alto después de la Primera 'Guerra
Mundial, a mediados de los años veinte, al término de la de­
1I1 vastadora inflación que pauperizó aún más a las masas traba­
1. [14] [15]

I jadoras mientras beneficiaba a la "éliteplutocrática", aquella


de la que la opinión pública pequeño-burguesa, en pleno uso de
Miembro de las SA entre un obrero
y un campesino
Victoria o bolchevismo (cartel)

III
su irracionalidad, tenía por partícipes y cómplices a todos los
alemanes de origen judío.
El nazismo puede aprovechar el antijudaísmo tradicional
r de la pequeña burguesía europea, ese sentimiento que invier­
1; te la carga valorativa de admiración-envidia de esta claSe hacia
~ los judíos y la presenta como si fuera un desprecio-rechazo
[fig. 17]. Los pequeño-burgueses europeos cultivan un odio de
resentimiento hacia los judíos, porque los tienen por superiores.
En efecto, a diferencia de ellos, que dejaron que sus lazos co­
munitarios ancestrales se perdieran con la mercantificación i.
total de su vida y con la consagración de la misma por el cris­ 1
1

tianismo puritano, los judíos mantienen y cultivan esos lazos

5 En cambio, la acción sistemáticamente genocida contra los judíos de


Europa oriental, que se inicia juntd con la guerra contra el bolchevismo y
por la conquista de "espacio vital" o Lebensmum (véase la película de Elem [16]
Klimov, Ven y mira), es una acción que debe ocultársele al pueblo. La "radi­ Judeo-marxismo
calidad" de esta acción; lejos de expresar un "idealismo revolucionario", de­ "El marxismo es el ángel guardián

I
del capitalismo. Vota por la lista del
muestra un cinismo tan burdamente pragmático que hasta al más fanático
nacionalsocialismo.•
de los nacionalistas le resulta dificil compartirlo.

70
71
[
I
;/
.l

[19] [20]
[21]

IU!. patria librel Parasitismojudío


"Quien lleva este signo,

es un enemigo de

nuestro pueblo."

~

[17]
t [18]
trapuesto al de la estrategia espontánea de la población alema­

I
"Eljudio comerciante", "Losjudios son
na de origen judío. No es una estrategia de resistencia, como
"Losjudíos se disfrazan", "Losjudíos son .
nuestra desgracia", en Der Stiirmer
nuestra desgracia", en DerStiirmer la de ésta, caracterizada por un barroquismo anticapitalista
dentro del capitalismo, sino una estategia romántica, ultra-ea­
pitalista, que pretende alcanzar una "re-humanización" de la
en la vida cotidiana. Los judíos han logrado salvar el núcleo
vida económica capitalista mediante un correctivo estatal-viil­
de la Heimat, esa combinación simbiótica "natural" de territo­
kisch. La estrategia judía de defensa de la identidad comuni­
rio y ethos (a la que el microhistoriador Luis González llama
taria "natu~admirada y despreciada a la vez, demonizada
"matria"), en medio de la total Heimatlosigkeit ("carencia de
. bajo el término "parasitismo") [fig. 20], había mostrado que
matria") en la que la modernidad devastadora ha sumido al
í esa meta -el mantenimiento de la Heimat, de la comunidad, en
ser humano, según el filósofo Martin Heidegger [fig. 18], En
• ¡I medio de la atomización mercantil- era alcanzable, pero siem­
el sentir de la envidia pequeño-burguesa, los judíos "tienen la
I pre que fuera en el modo de resistencia a la destrucción de
vent.<9a" de haber desarrollado una estrategia anti-eorrosiva o
identidades concretas implicada en la vida capitalista. Ésta fue
anti-disolutoria de la identidad "natural" y poder combatir efi­
precisamente la causa de que la presencia judía se volviera pa­
cazmente la profunda anonimización moderna de la vida so­
ra el nazismo el primer estorbo mayor que: debía hacer a un
cial, malamente remediada por la identidad nacionáI.
lado [fig.21].
La motivación profunda de la sociedad alemana de esa época,
En contra de la afirmación entusiasta que hacen los alema­
sobre ia que se monta y a la que tergiversa el nazismo, proyec­
nes judíos de la blanquitud tolerante como credencial de entrada
.ta la consecución de una meta similar, es decir, pretende recon­
a la humanidad moderna, la recomposición nazi del Estado
quistar las virtudes de la vida comunitaria aniquiladas por la
capitalista pretende su eliminación y la instauración, en lugar
modernidad capitalista [fig. 19]. Pero la estrategia que el na­
suyo, como requisito ineludible para la pertenencia al género
zismo desarrolla para alcanzar esa meta tiene un sentido con­
humano, de una blanquitud fundamenta/isla, esto es, de una blan­

72
73
cura racial extrema, una blancura aria, que sería la portadora , El racismo es un contenido programático de la producción
natural de una módemidad "regenerada". artística promovida excluyentemente por el Estado nazi en
Es evidente el momento psicótico que se encuentra en la Alemania. Se expresa en la producción de un arte que se res­
recomposición racista de la nación alemana, proyectada y pues­ guarda y protege ante lo que el pintor Adolf Ziegler -conocido
ta en práctica por el movimiento nazi; la idea misma de una por sus colegas como el "pintor del vello púbico alemán"-lla­
comunidad racial que posea "por naturaleza". unas virtudes re­ -í:Il6 "arte degenerado" y que no es otra cosa que el arte pro­
generadoras de la modernidad capitalista es una idea absurda, ducido por la revolución de las formas estéticas modernas que
completamenteinsostenible. Resulta' por ello interesante con­ llevaban a cabo en esos años las vanguardias del "arte moder­
sid.erar los distintos intentos de plasmación de este absurdo en no", arte acusado de judaísmo y de comunismo (o "bolchevis­
medio de la vida real de la sociedad alemana durante los do-: mo",como los nazis lo llamaban peyorativamente). El arte
ce años que duró el Tercer Reich. Dado el hecho de que las fomentado por el Jj:stado nazi pretende, como lo afirma Albert
artes plásticas trabajan con imágenes y de que el racismo tie­ Speer, el favorito de Hitler y su "arquitecto de cabecera", re­
ne que ver directamente con ciertas características de la ima­ tomar fuerzas de un retomo a las formas estéticas clásicas y a
gen del cuerpo humano y su mundo, el intento que esas artes la representación probadamente occidental .del cuerpo hu­
hicieron de poner en práctica ese absurdo durante este perio­ mano. "Las artes plásticas de nuestros días", dice, "han reencon­
~ do de la historia alemana resulta especialmente ilustrativo.6 trado la sencillez y la naturalidad clásicas y con ello 10 verdadero
y lo bello." 7 Se trata sin embargo de un arte que tenÍ:úna por dar
6 La tendencia propia del Estado nazi se dirige a la represión de la crea­
un paso atrás precisamente respecto de aquella ruptura del
t
.,
tividad estética de la sociedad. Los individuos no deben emitir, sino sólo reci­
bir los mensajes de una política que se ha "autoestetizado" y que los requiere hieratismo egipcio en la representación del cuerpo humano,

1 como espectadores dispuestos a entrar en empatía con ella y participar en con la que comienza el arte plástico occidental [fig. 22] entre
ella. El Gesamtkunstwerk propuesto por Richard Wagner, la "obra de arte to­ los griegos del siglo VII o VI antes de Cristo, y por reinstalar en
-r tal" del Estado nazi, su "estetización" de la política (de la que habla W. Ben­ la representaci6n realista del cuerpo humano un hieratismo
~. jamin en su famoso ensayo sobre la obra de arte), consiste exclusivamente especial que impacta por lo insostenible de su retórica.
" en la ora minuciosa ora grandilocuente escenificación cotidiana de la Unidad
~
li
popular supraclasista, en el espectáculo permanente de la Heimat recobrada,
con el que todos y cada uno de los Volksgm&Se eran inducidos a identificarse.
Lejano del hieratismo de las figuras egipcias, que reposan
en sí mismas seguras de su eternidad, el hieratismo de la escul­
1,
'1
Toda obra de arte era ~n principio sospechosa porque implicaba el desen­ tura nazi, exagerado hasta el umbral de lo grotesco, se guía,
mascaramiento de eSta impostura estética de intenciones demagógicas. Hay, según el crítico Klaus Wolbert, por el Prinzip der Starre (el prin­
que mencionar que no sólo en el Estado nazi la estetización de la política fue cipio de l a rigidez), que quiere simbolizar a la consistencia
impuesta de manera terrorista. El Estado "soviético" de Rusia hizo otro tan­
moral interior (Innerlichkeit) como el núcleo escondido de la
to. La represión casi total de la revolución formal del "arte moderno", sin el
motivo potendador que en el Estado nazi identificaba a las "vanguardias" ar­ presencia corporal del hombre sobre la tierra, pero que sólo
tísticas con el enemigojudío, se acompañó en él del fomento de un arte pro-' alcanza a reproducir la apariencia que debió haber tenido el
gramático al servicio de una "revolución socialista" imaginaria. El arte oficial> ser humano europeo después de haber sido castigado por to­
propuso un canon de la figura humana obediente también a la imagen con- .{'. dmi10s siglos del medioevo cristiano. El hieratismo nazi se afir­
sagrada de la blanquitud -de ahí la gran similitud que se observa entre mu- . ma en abierta contraposición. a la sensualidad de la imagen
chas obras plásticas del nazismo y muchas del "socialismo"-, sólo que s u : }
fundamentalismo no resaItabaen eUa las marcas del autosacrificio para h"l gue:-•... '. "~'/<' .... ,,; . ...: . . : "é,.--'>": ":"'" ., ¡,.:' .' . ,; ':. . . '
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rra sino otras, "stajanovistas", propuestas por el"reaIismosog~t¡l~:~ Q;~t .':'. '\'", :$f\·:<O:::"t,:·,)\,J;~~~~_~~¡
"¡,.

autosacrlficio para el trab.yo conquistador del futuro. . ... ' . , . . ,•.•.: ..' ,.~,." .".~ h:ii't';J. Ñdturliclikit'':u~(i'fiaiitit;úm; Wahien und

74 75
[24,] I
Amo Breker,
El~"n 1939
í ......,,·
[251
Amo Breker,
FJ Ijin;ito, 1939

Ubicación original: patio


de la Nuew Canc,illería del
Reic~ (ver imagen 26)

ejemplaridad; un dinámismo que concuerda perfectamente


con el sentido de la construcción monumental y pretensiosa,
mausoleica y Vacía [fig. 26], pero al mismo tiempo aldeana y
( kitsch, de la nueva Cancillería del Reich [fig. 27J, diseñ'ada y eje­
'1
cutada a marchas forzadas por Speer, en 1938-1939, para dar­
,g le el últiino toque a la preparación de la guerra inminente con
~ un "edificio capaz de amedrentar al enemigo" [fig.28].
No todos los artistas partidarios del Estado nazi produjeron
f un arte nazi; la mayor parte de ellos simplemente adecuó su­
[22]
[U]
perficialmente su arte a la retórica del nazismo, especialmen­
Un kouros
Amo Breker, El GumrJián, 1941-1942
te los costumbristas (como Wiessel, Rieger, Willrich) [figs.29,
(hlyorrelieve) 30 Y31], los sim.,bolistas (como Georg Kolbe, en Pareja huma­
na, Klimsch o clpropio Thorak, en su titánico grupo intitulado
humana de origen mediterráneo u oriental, que transluciría Camaradería) [fig. 32J, o ciertos "neo-objetivistas" (como el ar­
i!
para él una impúdica inconsistencia moral, una Ausserlichkeit o
entrega a lo exterior o público. En lugar de manifesl:éÍr un re­
quitecto Kurt atto). Los pocos artistas verdaderamente nazis,
,r. que pretendieron hacer un arte específicamente nazi, capaz
poso, el hieratismo de la plástica nazi transmite una tensión a de entrar en "empatía estética" con el movimiento político
punto de estallar.
manipulado por Hitler y su banda, como un Amo Breker, en
Sobredetenninando el dinamismo futurista y la gestualidad la escultura, un Adolf Ziegler, en la pintura, un Albert Speer,
expresionista que caracterizan sobre todo a los bajorrelieves en la arquitectura [fig. 33], o una Leni Riefefistahl, en el cine,
heroicos de Breker (El Guardián, Camaradería, etcétera) [fig. tuvieron en la propuesta fonnal del primero, Breker, si 'no un
23] o a sus figuras "simbólico-ideales" -como Partei y l%hr­ modelo prescriptivo, sí un ejemplo a imitar.
, macht (llamadas también El portador de la antmr:ha y El portador El "dinamismo hierático" propuesto para la f(~preseritación
de la espada) [fig. 24 Y25], que representan al partido nazi y al plástica del cuerpo humano por Breker -a quien la prensa
ejército alemán- se encuentra un dinamismo peculiar, para­ oficial llamaba el "Miguel Ángel del Tercer'Reich"- intenta
dójicamente hierático, el del acto heroico congelado en su expresar, mediante una especial distorsión de la figura hu­

76
77
,
!
~ .
¡! • q

[26]
Albert Speer,
Patio de Honores de
la Nueva Cancillería
del Reich

[%9]

AdoJfWissel. Familia campesina tk Kahlenberg. 1939

[27]

Albert Speer,

Fachada de la Nueva

Cancillería del Reich

[%8]
Albert Speer,
Nueva CancilIeria [SOl
del Reich (vista nocturna) T. Rieger, Niño tk la Hitlerjugend
f,

78 ~
79
,,.

[32]
• Josef Thorak,
Camaradería, 1937

.. .~~

-\~.tf~~j~,~..~~. ­
. ...... "
[31]

(
Wolfgang Willrich,
Familia aria (sin fecha)
'" .~J
i\j~l"~¡~~~~.l~~:~~

mana realista, la presencia de una exigencia espiritual que ac­ [33]

tuaría desde la "Deutsche Innerlichkeif' (el predominio de la vi­ Albert Speer, maqueta de hi

Plaza Circular, proyecto para [M]


da interior en el hombre alemán) en la apariencia del cuerpo la renovación de Berlín Hitler en 1924
humano, otorgándole su especificidad y su "belleza"; una exi­
gencia propia del hombre que, al perseguir un ideal, se so­
brepone siempre a sí mismq, y lo hace heroicamente, pues tal Así, por ejemplo, en El portador de la antorcha, de Willy MeUer
búsqueda implica el sacrificio de uno mismo. La actitud exis­ (en el Ordensburg Vogelsang, la instalación de entrenamien­
tencial de la Entschlossenheit, de ese "Estado de resuelto" [fig. to militar de los nazis en el parque Eifel), o en los atletas es­
34], descrito por Heidegger en su obra clásica de 1927, Ser y culpidos por Karl Albiker y Joseph Wackerle para el Estadio
tiempo, y ostensible en el gesto de Hitler en 1924 al recomen­ Olímpico de Berlín 1936 [figs. 37 y 38], la idea nazi de una vir­
zar su aventura política después de unos meses en la prisión tud alemana que alcanza la realización individual en la f~sión
de Landsberg, parece ser el modelo que Breker tuvo ante su con la comunidad masiva del Volk queda plasmada cuando la
"ojo espiritual" cuando, en 1938, alteró la figura del David de figura humana retiene la textura y la continuidad de la piedra
Miguel Ángel [fig. 35], dándole un sentido ario-nazi, para y se confunde casi con el muro del que se destaca. La solidez
comenzar sobre esa vía formal la serie de esculturas que lo ha­ de la comunidad popular se subraya con esta continuidad, al
rían famoso [fig. 36]. quedar sugerida una especie de retomo de lo humano inclu­
La búsqueda de Breker de una simbiosis entre lo ario y lo so al orden de lo mineral.
nazi en la representación del "nuevo hombre alemán" la em­ Mucho menos original que Breker, el pintor Adof Ziegler
prenden también otros artistas, por vías paralelas a la su~ -promotor de aquella exposición [fig. 39] en la que el senti­

81
80
[37] [38] [39]
JosefWackerle. Karl A1biker. CcnmJom Arte degenerado. portada de
Domador. 1936 de 1fJleoos. 1935 la guía de la exposición

fI
í quistada y como la marca inequívoca de una voluntad "rege­
l [35]
[36]
El David de Miguel Ángel,
Amo Breker. neradora" de la modernidad. Sin embargo, lo único que logra
,I 1501-1504
Disposición, 1939 efectivamente con sus figuras encomiásticas de la blancura aria
1I
..,
,
do común envalentonado creyó poder hacer burla de las for­
es des encubrir o poner de manifiesto el heroísmo suicidacu­
ya necesidad profunda está implícita en la asunción de la blan­
! mas revolucionarias del "arte moderno" presentándolas como quitud. Paradójicamente, lo que llega a exaltaren contra de
I, pruebas de una "degeneración"- pretende sustituir, como en
Terpsícore [fig. 40] o en el tríptico Los cuatro elementos, el canon
sus propias pretensiones es el sacrificio de la forma natural
de la vida humana y de la riqueza cualitativa del cuerpo hu­
1'\ mediterráneo de la belleza del cuerpo femenino, que pone su mano en lo que tiene de encrucijada creativa de relaciones
!. centro en la sensualidad, por otro, específicamente ario, en el entre los valores de uso del mundo de la vida [fig. 42]. Lo que
que ese centro estaría más bien en un recato expresivo de vir­ alcanza a anunciar es una autodestrucción humana de nuevo
tudes morales productivistas, lo mismo para el amor procrea­ tipo que debe cumplirse en beneficio de una reanudación re­
tivo que para la actividad laboral [fig. 41]. formada, autoritária, del buen funcionamiento capitalista de
La contrarrevolución política del movimiento nazi tuvo su la modernidad [fig. 43].
equivalente en lá contrarrevolución formal del arte que se in­ La traición que la obra de Breker implica respecto de la re­
tegró en él. Lo mismo que el nazismo significó para la revolu­ volución formal que se esbozabá en la obra escultórica de su
ción europea significó su arte para la exploración formal de maestro, Auguste Rodin, la clausura de una exploración van­
las vanguardias del "arte moderno". guardista de las posibilidades plásticas, la aceptación opor­
El arte que afirma su pertenencia al nacionalsocialismo pre­ tunista de un canon racista para la representación del cuerpo
tende desencubrir y enfatizar las virtudes y gracias de la blan­ humano, condujeron al fracaso artístico de este escultor. La
cura aria, presentando la consistencia biológica de ésta como contrarrevolilción estética emprendida por él tuvo sin embargo
la condición indispensable de una blanquitud=genuina recon­ efectos menos catastróficos que la otra contrarrevolución, a la

82 83
[40] [41Í

Adolf Ziegler, Adolf Ziegler, Los CIUJtro elementos, 1937

Terpsicore. ca. 1937 .


[44]
[4']
Amo Breker, El ejército, 1939, en el patio
Amo Breker,
Camaradas,1939 de la Nueva Cancillería deÍ Reich

,1
[42]
Adolf Ziegler,
Demudo femenino,
1939

85

84

5. La modernidad "americana"
(claves para su comprensión)

"Sie hahen teuere Kleider", sagte Kan


[ ... ]. 'la", sagte Robinson, "ieh kaufe miT
fast jeden Tag i1gmd etwas. Ww gefáUt
Ihnen die Weste'" "Ga1U pt", sagte Karl.
"Es sind aber keine wirldiclum Taschen,
das ist nUT so gemacht", sagte Robinson
und fajJte Kan bei der Hand, damit sich
dieser selbst davon überzeuge.
[45]
[46]
Franz Kafka, Amerika 1
V1adimir 'Thtlin,
Auschwitz
Maqueta de la Torre para

la Tercera Intern.acional

.¡{" La "americanización" de la modernidad durante el siglo XX es


Comunista (1919-1920)
un fenómeno general: no hay un solo rasgo de la vida civiliza­
da de ese siglo que no presente de una manera u otra una so­
bredeterminadón en la que el "americanismo" o la "identidad
que acompañó y pretendió inspirar. Víctimas'de la primera
americana" no haya puesto su marca. Se trata de un fenóme­
fueron él mismo y el arte de la escultura e~mania [fig.44];
no que no se da solamente, como sería de esperarse, en lasso­
víctima de esta ot:ra fue, en cambio, la modernidad alternativa
ciedades del norte 'de Norteamérica, donde se gestó a partir del
a la capitalista [fig. 45], que venía con el movimiento comunis­
siglo XVII, sino que se hace presente, ya desde finales del siglo
ta, y fueron,junto con ella, los veinte millones de muertos de
XIX, a todo 10 ancho del planeta.'
la guerra y de los campos de exterminio en Europa [fig. 46].
La expansión de la modernidad "americana" más allá de sus
El racismo normal de la modernidad capitalista es un racis­
fronteras originales no se ha dado única o preferentemente ha­
mo de la blanquitud. Lo es, porque el tipo de ser humano que
da situaciones poscoloniales más o menos recientes -donde,
requiere la organización capitalista de la economía se caracte­
como en Asia o África, la modernidad europea se mantuvo en
riza por la disposición a someterse a un hecho determinan- .
una zona aparte, como una dimensión extraña o de élite-, sino
te: que la lógica de la acumulación del capital domine sobre la
incluso y con especial fuerza hacia situaciones de viejo arraigo
lit' ' lógica de la vida humana concreta y le imponga día a día la ne­
de la modernidad, como las de Europa o la América Latina.
cesidad de autosacrificarse, disposición que sólo puede estar
--=i!
garantizada por la ética encarnada en la blanquitud. Mientras 1 "'Su ropa es cara', dijo Karl [ ... ] 'Sí', dijo Robinson, 'casi todos los días
prevalezcan esta organización y este tipo de ser humano, el ra­ me compro algo. ,Qué le parece este chaIeco?"Muy bueno', dijo Karl. 'Pe­
cismo será una condición indispensable de la "vida civilizada". ro 101j bolSillos n() son reales, son hechos sólo así' • dijo Robinson y le tomó
dela~() para que se conven<;ie~por sí m!sp10.~4mérica"noveláincon-
"ut9t!~mdaiko~ente;
[En Diego Liza:razo et al., Sociedades icónicas. Historia, ideologírI. J«UÜuT(J,~1(J)~.,;, .. :
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