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Dios y el tiempo

Hace unos veinte años, el físico Paul Davies, finalizaba el noveno capítulo de su libro, Dios y
la Nueva Física, con las siguientes palabras:

"Los cristianos creen que Dios es eterno. [...] Existen grandes objeciones a esta
idea de Dios. Un Dios que está en el tiempo está sujeto al cambio. [...] Un Dios que
esté en el tiempo está, por tanto, atrapado en el funcionamiento del Universo físico.
(Pero) Si Dios es atemporal no puede pensar, puesto que pensar es una actividad
temporal. [...] La física moderna con su descubrimiento de la mutabilidad del tiempo,
coloca una cuña entre la omnipotencia de Dios y la existencia de su personalidad. Es
difícil mantener que Dios posea ambas cualidades"

1988: 156.

En primer lugar, es menester adelantarse a decir que si Dios creó el tiempo no puede estar
limitado por lo que él mismo creó. El tiempo creado es algo separado de la propia eternidad del
Creador. Él se halla por encima del tiempo cambiante precisamente porque es eterno, es decir, porque
como bien dice el salmista:

"Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y
hasta el siglo, tú eres Dios. [...] Porque mil años delante de tus ojos son como el día
de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche"

Salmo 90: 2, 4

El Dios que se revela en la Biblia no está atado a su creación, no empieza a existir con el universo,
sino que lo ha hecho desde la eternidad. Que Dios sea eterno significa que es atemporal y que todo el
tiempo creado se encuentra a la vez delante de sus ojos, "como el día de ayer". Dios ve el pasado y el
futuro como si fueran presentes. Su eternidad hace que todos los tiempos le sean simultáneamente
actuales. Las distancias temporales que a los humanos nos resultan definitivas, para él son
insignificantes ya que no está sujeto a la mutabilidad del tiempo y, por tanto, Dios no cambia como lo
hacemos nosotros. A esto se refiere Santiago en su epístola, al escribir:

"en el cual (en Dios) no hay mudanza, ni sombra de variación".

Santiago 1: 17

La Biblia enseña asimismo que tanto la omnisciencia como la omnipotencia y omnipresencia de


Dios están íntimamente relacionadas con su eternidad. El hecho de que el tiempo como un todo se
muestre delante de él, así como el espacio y la materia creada, significa que Dios está siempre presente
y domina absolutamente toda la creación. Es el sentido de la respuesta de Job:

"Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti".

Job 42:2

Llamar omnipotente a Dios es reconocer que su poder no tiene límite, definirle como
omnipresente significa aceptar su presencia en todo lo creado, ser omnisciente es saberlo y conocerlo
todo y referirse a su eternidad es creer que existe "desde el siglo y hasta el siglo", al margen de la
creación.

Pero, además de todo esto, la Escritura da a entender que el poder más maravilloso del Dios
omnipotente es precisamente el de su inmenso amor. El Creador es tan poderoso que es incluso capaz
de aceptar ilimitadamente a alguien tan diferente a él mismo como el propio ser humano, y aceptarlo
hasta el extremo de abrirle la posibilidad de llegar a existir eternamente y participar así de su propia
esencia divina. Esto es lo que Dios ha hecho con cada persona que acepta a Jesucristo como su
salvador. La Revelación muestra que Él ama a todas sus criaturas, incluso a aquellas que
equivocadamente le rechazan o niegan su existencia.

Por tanto, no es acertado intentar comprender a Dios sometiéndolo a los límites propios del
mundo físico, porque lo trasciende absolutamente. Su mente inteligente no necesita nuestro tiempo
para poder pensar. Lo hacía ya mucho antes de que existiera el tiempo de los relojes humanos y lo
seguirá haciendo cuando éstos queden fosilizados bajo las cenizas de la historia. La mente divina no
requiere de la materia para ejercer su función, ni los pensamientos del Altísimo pueden compararse
a los del hombre. Como escribió el profeta Isaías:

"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos


mis caminos, dijo Jehová".

Isaías 55:8

De manera que debemos aprender a ser más humildes en nuestras apreciaciones de la deidad y
no intentar ponerle límites a lo ilimitado. Por mucho que se empeñen algunas personas, jamás el
tiempo de la física podrá atrapar o condicionar a su propio Creador.

La física actual le da la razón a Paul Davies al demostrar que en el universo todo fluye sin cesar.
La materia del cosmos es perfectamente cambiante en el tiempo. Esta evidente mutabilidad universal
exige la existencia de otra realidad que sea inmutable por su propia naturaleza.
La ciencia actual amplía este antiguo argumento acerca de la existencia de Dios. Un
mundo cambiante requiere un Creador que no cambia ni es afectado por el tiempo
cósmico Desde luego, esta es una reflexión filosófica que no hay que confundir con las conclusiones
científicas. La física no puede demostrar la existencia de Dios, debido a las exigencias de su propio
método, como tampoco puede llevar a nadie al ateísmo. Sin embargo, cuando el sentido común
reflexiona acerca de los últimos descubrimientos de la nueva física, es inevitable que el ser humano
levante sus ojos a los cielos y reconozca la necesidad de un Creador inmutable que es la razón misma
del universo.

Cronos: lapso de tiempo, duración de tiempo. Raíz de la palabra cronometro y sus derivados.
Hablamos del tiempo terrenal, que se puede medir. Dios estableció con la creación el sol, la
luna y las estrellas para medir los tiempos terrenales (Gén. 1:14-18), y por eso las unidades de
medida de nuestro tiempo: milenio, siglo, año, mes, día, horas, etc. Es el tiempo del hombre.

Kairos: medida correcta, ocasión, período definido, tiempo oportuno, tiempo favorable,
momento señalado y preciso. Cronos marca cantidad, Kairos calidad, Rom. 5:6. Kairos es el
tiempo oportuno y diseñado desde el cielo, dónde Dios interviene en la vida de los hombres de
una manera sobrenatural y poderosa. Tiempo diseñado en el cielo, que se manifiesta en la
tierra, para bendición de los hombres. Aquí debemos velar y estar preparados para los
cambios de Dios, como “Cuando el maná dejó de caer”.

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