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Escuchar, tomado como una parte importante de la conversación, como una parte activa de la
conversación. ¡Qué sorpresa! Algo a lo que no solemos darle mucha importancia y salvo en ciertas
conversaciones especiales –muy pocas, por cierto- o en determinadas prácticas profesionales.
Fuera de eso, podría decir que muchas veces es algo que hacemos al pasar o mientras hacemos
otra cosa, ¿por qué no? En nuestra cultura no solemos dar mucha importancia a la escucha… Y
vaya que si la tiene.
Quisiera que rescatemos dos puntos y que ahondemos un poco en uno de ellos. Como mínimo hay
dos espacios de reflexión interesantes e importantes en lo que podemos ahondar:
¿Trata de pensarlo, alguna vez interpretaste algo de algún modo, para darte cuenta tiempo
después que tu interpretación no tenía que ver con las intenciones de quien te había hablado?
Por eso es importante entrenarnos en el arte de escuchar, aprender a preguntar e indagar como
parte de la escucha, asegurarnos tanto de uno u otro lado que lo que se recibe es lo que el emisor
quiere comunicar.
Aprender a indagar para darnos cuenta que la otra persona escuchó lo que queríamos decirle, que
nuestro mensaje fue bien escuchado.
De algún modo en la escucha se pone en juego lo que Maturana llama el respeto del otro como un
legítimo otro.
Aceptar al otro como un legítimo otro es aceptar al otro tal cual es, es reconocerlo por lo que
dice, y por lo que le pasa…
De algún modo a través de nuestra escucha validamos a las otras personas, le decimos TE
ESCUCHO, te veo, es importante para mi lo que tienes para decirme, me interesa Tu persona.
Trata de pensar por un momento cómo te sientes cuando le hablas a alguien sobre algo
importante y ese otro te escucha mientras escribe algo en su ordenador, o hojea en sus papeles.
¿Cómo te sientes?
O quizás te pasó alguna vez que estabas hablando y ni siquiera terminaste la frase porque te diste
cuenta que a la otra persona no le interesaba o no estaba escuchando lo que decías
En cambio, seguramente te ha pasado de hablar con alguien que ayudó a que sientas que lo que
tenías que decir merecía la pena escucharse, que era importante para ese alguien lo que tenías
para decir ¿Puedes recordar cómo te sentiste?
¡¿Si?! Pues eso es lo que nos pasa cuando alguien nos escucha. Nos sentimos bien, nos sentimos
importantes, nos da gusto estar con esa persona.
Escuchar mucho más que oír
que nos preguntemos ¿Escuchamos a los otros? ¿De qué modo? ¿Escuchas a los demás mientras
lees, mientras envías un mail o miras algo en tu computadora o celular?
Quizás no importan tanto las razones, si lo hacemos por apuro, si lo hacemos por indiferencia, por
desconocimiento o porque no le damos a las personas y a las relaciones el valor que tienen…
quizás eso no sea importante…
Quizás sí podamos rescatar como importante que la escucha es una parte importante de nuestras
conversaciones, que en ella se teje una parte importante de nuestras relaciones, de nuestro bien-
estar y del bien-estar del otro en el con-vivir con el otro, que de una buena escucha resulta un
hacer efectivo donde logramos coordinar acciones donde lo que se pide y lo que se da van en
coherencia…
Quizás podamos pensar o re-pensar que el escuchar es también una forma de mostrarle a los
otros lo importante que son para nosotros…
Cuando dejamos hablar sin interrumpirlas, escuchando en silencio, la mayoría de las personas dan
naturalmente un cúmulo de informaciones. Utilizando únicamente, en la relación, fórmulas con
“Hum., hum….”, “Entiendo”, “Ya veo”, “Esto no lo sigo”, que demuestran claramente que sigue las
palabras de su interlocutor. Cuando estamos en silencio, en escucha total, solo tenemos dos
razones para tomar la palabra.
1. Hacer saber que se comprende bien. 2. Pedir una aclaración cuando no se comprende algo.
En este caso, de modo no verbal, indicamos que vamos a tomar la palabra, desincronizandonos
ligeramente (en general con una señal corporal suave).
Esto permite activar la conversación, estimulando la expresión de quien habla, con una sensación
de libertad total. Preguntas abiertas como, por ejemplo: ¿Qué piensas de eso? ¿Qué significa
para ti…? ¿Cómo piensas hacerlo? No es conveniente efectuar preguntas cerradas, porque se
convierten rápidamente en un interrogatorio, y descarta las preguntas que sugieren u orientan las
respuestas.
Reformular consiste en repetir de manera más concisa o explícita lo que quien habla acaba de
decir. La reformulación necesita que no se agreguen comentarios, ni tampoco que se supriman
partes y en general es conveniente comenzarla con expresiones como: “ Entonces……” “Dicho de
otro modo…..” “Por lo que entendí…” El objetivo de la reformulación es por un lado disminuir la
“brecha” interpretativa, dando lugar a aportar modificaciones por el que habló o la conformidad y
por otro que se sienta más confiado al ser comprendido, permitiendo profundizar su discurso y
preparar el terreno para el cuarto pilar.
Es necesario que las preguntas sean también abiertas, para no transformar la conversación en un
interrogatorio, ya que en general los interrogatorios provocan bloqueos o desincronizaciones en la
“danza de las conversaciones”. Preguntas como: ¿Dime más por favor acerca de……? Permiten
definir o agregar nuestro objetivo en la conversación