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Asilo. Eusebio, de 87 años observa a Johnny de 16 ensimismado en su celular.

Eusebio.- ¿Quién es ella?

Johnny.- Es mi novia, abuelo.

Eusebio.- ¿Qué no era Renata?

Johnny.- Esas son cosas del pasado, abuelo.

Eusebio.- La semana pasada me dijiste que Renata y tú…

Johnny.- Sí, pero me di cuenta que me gustaba más Marianita.

Eusebio.- ¿Y tan rápido ya son novios?

Johnny.- ¿Pss con quién crees que tas hablando?

Eusebio.- ¿A poco sí?

Johnny.- A huevo.

(Eusebio se queda pensativo mirando hacia el cuarto contiguo. Johnny vuelve a su celular.
Una enfermera de veintitantos entra al cuarto contiguo, que Eusebio no ha dejado de
mirar.)

Eusebio.- ¡Johnny¡

Johnny.- (Sin despegarse del celular.) ¿Qué, abuelo?

Eusebio.- ¡Voltea!

Johnny.- ¿Para qué, abuelo?

Eusebio.- Ya para nada, imbécil.

Johnny.- ¿Qué pasó? No me digas así.

Eusebio.- Pos tú…

(Largo silencio, solamente interrumpido por las vibraciones intermitentes del celular de
Johnny. La enfermera sale del cuarto y camina hacia el pasillo.)

Eusebio.- ¡Niño!

Johnny.- ¿Qué pasa?

Eusebio.- Ve y dile a la enfermera que si me da mis pastillas.


Johnny.- Aquí tienes un frasco en el buró.

Eusebio.- Tú dile, bruto.

(Johnny va al pasillo, voltea a un lado, no ve nada, voltea al otro, se dirige hacia allá de
una carrera. Eusebio percute los dedos contra el buró. Johnny regresa corriendo.)

Johnny.- Aquí están, abuelo. (Abre el puño y le da dos píldoras sudadas.)

Eusebio.- (Toma las píldoras de mala gana y las mete en el frasco de su buró, que está
lleno de píldoras iguales.) Si serás… Muchacho, ¿Cuántas novias has tenido?

Johnny.- Uy, pus muchas.

Eusebio.- ¿Te puedo pedir un favor?

Johnny.- ¿Otro?

Eusebio.- Ya hace diez años que murió tu abuela y yo me siento muy solo.

Johnny.- ¿Qué pasó, abuelo? Yo no le hago a eso.

Eusebio.- Si serás cochino, chamaco. Yo lo que quiero es que me enseñes como le hacen
ahora.

Johnny.- Ora quién es el cochino. Ta bueno, nomás porque eres banda. (Johnny busca un
video en su celular y se lo pone a su abuelo. El abuelo mira atento. Se escuchan gemidos
sexuales.)

Eusebio.- ¡Quita eso, nos van a regañar!

Johnny.- No que querías ver cómo le hacen ahora.

Eusebio.- Para seducir, ya después yo me las arreglo. No por nada tienes ocho tíos, baboso.

Johnny.- Por ahí hubieras empezado. Para empezar, no digas seducir, a menos que tengas
en mira a una Milf.

Eusebio.- ¿…?

Johnny.- Una doña, pues. Si quieres carne fresca, se dice ligar.

Eusebio.- O sea que llego y le digo ¿Señorita, le gustaría ligar conmigo?

Johnny.- Ok. Mejor evitemos esa palabra. ¿Tienes su celular?

Eusebio.- (Se le escapa una risita.) No, ella se lo guarda entre los pechos.
Johnny.- Su número.

Eusebio.- Si un día me presta ese celular no me lavaría las manos hasta que se me haga
costra.

Johnny.- ¡Abuelo!

Eusebio.- ¿Qué? Es verdad.

Johnny.- No le vayas a decir algo así… al menos no hasta que ya hayan salido dos veces.
Si no dirá que la estás acosando, y no sé en tus tiempos, pero las cachetadas de hoy no se
borran en tres días.

Eusebio.- Empieza por ahí. ¿Cómo le hago para salir con alguien?

Johnny.- Fácil, averigua que comida le gusta e invítala a cenar.

Eusebio.- Johnny, pregúntale a la enfermera que qué comida le gusta.

Johnny.- No manches, abuelo. Está bien morrita, apenas pa’ mí.

Eusebio.- No sea gandul, yo la vi primero.

Johnny.- No, abuelo.

Eusebio.- ¿Qué? ¿Te da pena?

Johnny.- Claro que no, sólo que… va a pensar que yo soy el que quiere con ella. Si me
besa va a ser tu culpa.

Eusebio.- Si te besa te parto el hocico, Casanova sin vergüenza.

Johnny.- ¿Y por qué no la llamas tú?

Eusebio.- Me duele la garganta.

Johnny.- Pero bien que me gritas.

Eusebio.- Actúa normal, ahí viene.

(La enfermera entra al cuarto y sin siquiera voltear a verlos comienza a ordenar la
habitación. Los hombres secretean.)

Eusebio.- Enséñame cómo se hace, macho.

Johnny.- Sin celular es difícil.

Eusebio.- Tiene celular. Mira sus pechos.


Johnny.- No puedo abuelo.

Eusebio.- No sea joto y vaya por ella. (Empuja a su nieto, haciéndolo chocar con la
enfermera, a quién se le cae el celular del escote.)

Johnny.- Perdón, es que mi abuelo… Fue un accidente, yo no me esperaba… Está bien


bonita tu falda… digo, no es que tú no… no vayas a creer que yo… (Sale corriendo a
esconderse al cuarto de junto.)

Eusebio.- Pendejo. (Eusebio toma el celular de la enfermera y se lo ofrece. La enfermera


lo toma.) No me voy a lavar esta mano hasta que me salga costra.

Enfermera.- ¿Cómo dijo?

Eusebio.- No todos los días tiene un hombre la fortuna de ser tocado por un ángel.

Enfermera.- Ay, señor. Me sonroja.

Eusebio.- ¿Le gustaría cenar esta noche conmigo? Tal vez me pueda dar unos consejos
antes de que me vaya al cielo con las de su especie.

Enfermera.- Es un picarón, señor… (Lee el gafete.) Eusebio.

Eusebio.- ¿Entonces, acepta?

Enfermera.- Se va a enojar mi novio.

Eusebio.- No tiene porqué enterarse si no le dices.

Enfermera.- ¿Sabe guardar secretos?

Eusebio.- Soy una tumba… todavía en gestación, pero para fines prácticos…

Enfermera.- Sabe, siempre me han dado cierto morbo los ataúdes. (Le guiña el ojo y sale.)

(En cuanto la enfermera sale, Eusebio sonríe de oreja a oreja. Entra Johnny fingiendo que
sigue clavado en su celular.)

Johnny.- Tienes que enseñarme a hacer eso, abuelo.

Eusebio.- Te doy la primera lección si me prestas tu celular.

Johnny.- Está bien, de aquí se desbloquea.

Eusebio.- No es necesario. (Lo tira por la ventana.) Paso numero uno: Háblales de frente,
maricón.

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