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Editorial OCTAEDRO
ÍNDICE
PRÓLOGO
I. LA SITUACIÓN ACTUAL
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5.1.8. Supervisión
5.2. El uso de recursos audiovisuales
5.3. Repaso y refuerzo del programa
5.4. La generalización del programa
EPÍLOGO
BIBLIOGRAFÍA
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PRÓLOGO
Y lo proponemos así, porque entendemos, por una parte, que una de las grandes
carencias que presentan los alumnos y alumnas de la ESO en estos momentos es el bajo
nivel en los aprendizajes y, por otra, su escasa competencia para desarrollar éstos de
forma autónoma y significativa.
Evidentemente son muchos los factores que podemos analizar y describir como
causantes de esta situación y de muy diversa índole, empezando por la complejidad que
presenta la propia etapa educativa. Pero, precisamente por ello, y porque es nuestra
intención hacer alguna aportación útil al problema, hemos querido acotar los límites del
proyecto centrándonos en el trabajo de la lectura, pues entendemos que es uno de los
instrumentos fundamentales para conseguir mejoras en los niveles anteriormente
aludidos.
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Alguien puede pensar, y es ésta una idea muy extendida, que son los docentes de
lengua y literatura española –generalmente se piensa en éstos antes que en los de
idiomas- los que, por su preparación, deben de acometer esta tarea. En este sentido hay
una cierta inercia a pensar que es éste un contenido relacionado con esta asignatura
básicamente.
Pero, aun siendo esto parcialmente cierto, no lo es menos que el desarrollo del
aprendizaje lector está incluido en una de las competencias previstas para la etapa y por
lo tanto adherida a todas y cada una de las asignaturas que conforman el currículo de la
misma. Por otra parte, es una evidencia que si los alumnos y alumnas reciben
entrenamiento en dicha competencia en una sola asignatura su desarrollo será bastante
menor.
Además lo que la realidad nos demuestra es que, ni siquiera los profesores y
profesoras de lengua han tenido oportunidad de recibir una preparación adecuada para la
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1. LA SITUACIÓN ACTUAL
Con este párrafo se inicia el cuerpo de una noticia publicada por una revista
educativa en la Comunidad andaluza donde se hace referencia a los resultados
obtenidos tras las últimas pruebas diagnóstico que la Consejería de educación viene
desarrollando.
Afrontemos la realidad. Según las competencias básicas que miden las pruebas
propuestas, más de la mitad de los alumnos y alumnas evaluados en la Comunidad
andaluza presentan carencias comunicativas. Es decir, tienen dificultades a la hora
de entender un texto y tienen problemas a la hora de expresar algunas ideas con
cierta coherencia. Si nos paramos a analizar el nivel de los textos propuestos –
facturas, textos informativos, canciones, tiras cómicas, anuncios publicitarios…-
todos ellos extraídos de la vida cotidiana, o sea, textos con los que un ciudadano o
ciudadana se encuentra diariamente, quizás no consideremos exagerados los
adjetivos utilizados.
Si, además, nos centramos en la comunicación escrita esto puede significar que
una gran cantidad de ciudadanos y ciudadanas, por supuesto, no van a alcanzar un
nivel competencial mínimo para desarrollar estudios superiores a la enseñanza
obligatoria, puesto que, en teoría, sus limitaciones comprensivas y expresivas se lo
van a impedir. Pero, aún más, estos ciudadanos y ciudadanas tendrán problemas
para desenvolverse en su vida cotidiana…Y todo ello habiendo comenzado ya el
siglo XXI y en medio de una sociedad donde la tecnología de la comunicación
avanza vertiginosamente.
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Por extensión, una gran mayoría de ellos tiene serios problemas a la hora de
construir un texto donde, de forma coherente y significativa, nos hable de
fenómenos biológicos, de hechos históricos o simplemente nos describa su estado de
ánimo o nos exprese sus sentimientos…
Todo parece indicar que hemos avanzado mucho en los instrumentos, pero que
seguimos anclados en los conceptos que tienen que ver con la lectura, con la
expresión escrita, con su aprendizaje y con su enseñanza. Evidentemente un análisis
mas profundo del tema nos llevaría a describir otros elementos del contexto donde
ahora viven nuestros jóvenes que lo diferencian claramente de etapas anteriores.
Pero centrémonos en el hecho final.
Tomemos como ejemplo el análisis de un tópico tan antiguo como manido que
sigue estando absolutamente vigente en algunos centros educativos: el objetivo
principal es dar el programa de la asignatura. Sin entrar en una reflexión y
valoración profunda de la organización de los contenidos para la ESO, algo que, tal
y como está planteado por la Administración educativa, nos parece como mínimo
muy discutible; entendemos que, dadas la circunstancias que rodean al hecho
educativo en la ESO (calendario, número de asignaturas, curriculo de las mismas,
ratios….), es como si la Administración educativa estuviera jugando con una doble
moral, o como mínimo cayera en una cierta contradicción.
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de forma muy precisa cuáles son-, o, efectivamente puede que sea una conjunción
de ambos. (2)
Ante una situación como ésta, por un lado, el docente podrá obviar el problema
intentando paliarlo haciendo él la lectura comprensiva en lugar del alumnado o dará
salidas seleccionando los textos adecuados y proponiendo estrategias de aprendizaje
adecuadas de acercamiento a éstos; por otro, el discente, siguiendo las orientaciones
del docente, intentará el acercamiento personal al texto u optará bien por la
memorización no comprensiva o por el abandono. (3)
Desde este punto de vista podemos romper con otro tópico que durante muchos
años ha llenado nuestras aulas: la enseñanza de la lectura debe de ubicarse en
primaria. Esta idea viene originada por una mala interpretación del propio concepto
de lectura. Leer no es sólo decodificar, y es verdad que el aprendizaje de la
decodificación y codificación de los signos escritos se lleva a cabo en las etapas de
Infantil y Primaria.
Además, este tópico ha ido unido normalmente a un prejuicio, sobre todo entre
el profesorado de Secundaria y Bachillerato: enseñar a leer –seguramente entendido
como decodificar o no recogiendo la amplitud semántica del concepto- suponía
someter el trabajo del aula a una pérdida de nivel.
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Si aceptamos este planteamiento, desde nuestro punto de vista tan evidente como
necesario, la cuestión que se nos plantea a continuación es quién ha de acometer ese
proceso de enseñanza y en qué contexto.
Aquí nos encontramos con el tercer tópico: los docentes de lengua son los
responsables de todas y cada una de las habilidades comunicativas que el
adolescente necesita para desarrollar las tareas escolares y, entre ellas, la lectura.
Ciertamente esta idea esta conectada con parte del contenido del programa que
la propia asignatura de Lengua tiene en la etapa, fundamentalmente aquella que hace
referencia a los tipos de textos o a los tipos de lenguajes y a la estructura u
organización interna de los mismos, junto a éstos el uso del párrafo y los signos de
puntuación también podrían incluirse en un apartado de la asignatura como es la
Ortografía.
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Entendemos que sí y a partir de esta idea, creemos que todo lo que compete a la
enseñanza de la compresión lectora y, por extensión, de la construcción de textos
debería de ser materia común para los equipos educativos que conforman los centros
de ESO.
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Hay un dato, en este sentido, de gran interés. Todas las investigaciones llevadas
a cabo al respecto parecen demostrar que las habilidades que adquieren alumnos y
alumnas en la comprensión de textos no se transfieren de forma automática en las
distintas asignaturas (Cooper, 1990). Esto es, el hecho de que los alumnos y alumnas
trabajen las habilidades de comprensión lectora en una determinada asignatura –
normalmente esta enseñanza se viene produciendo, cuando se produce, en la asignatura
de lengua- no asegura que los procedimientos aprendidos sean aplicados de forma
automática en el resto de asignaturas.
Es más, la realidad nos dice que ésta es la situación que se produce con más
normalidad y sin embargo, los resultados, como hemos comentado en el apartado
anterior, están muy lejos de ser los apetecidos.
Nuestra experiencia nos dice que en muchos Centros se produce en los equipos
educativos una situación hasta cierto punto paradójica. Prácticamente la totalidad de los
docentes asumen la importancia de la lectura, de la comprensión lectora en el proceso
de enseñanza aprendizaje. Sin embargo, esa importancia no se ve reflejada en las
prácticas que se desarrollan en las aulas.
Desde nuestro punto de vista, son dos los elementos que provocan esta situación.
Por una parte, la falta de preparación para trabajar lo que podríamos considerar
estrategias de comprensión lectora, y por otra, la presión que supone el amplio
programa de contenidos que se ven abocados a desarrollar.
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Expresando de antemano la dificultad del hecho, entendemos que todo pasa por
dos procesos, uno de naturaleza individual, cada uno de los docentes debe de estar
concienciado de la importancia del tema; y otro de naturaleza colectiva, las decisiones
que se tomen al respecto y su realización deben ser asumidas por el equipo educativo.
Nuestra experiencia nos dice que cuanto menor sea el número de miembros del equipo
educativo implicados, más posibilidades habrá de frustración, fracaso y abandono.
Sin embargo, una vez que se consigue una buena implicación del equipo
educativo, es decir, una vez que los docentes de las distintas áreas –o de un buen
número de ellas- deciden asumir el trabajo de la lectura como algo implícito a la
enseñanza de su asignatura qué ventajas podemos encontrar.
En este sentido, es verdad que cada texto, dependiendo de la materia que se trate,
presentará peculiaridades –vocabulario, organización interna, tipo de lenguaje…- que el
docente de cada asignatura deberá de abordar de forma específica, pero no es menos
cierto que podremos utilizar estrategias comunes de acercamiento a esos textos y debatir
en el seno del equipo las formas más adecuadas de llevarlas a cabo.
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posible que el modelo aquí propuesto tenga que ser sustituido o adaptado en mayor o
menor medida. Tómese, por lo tanto, el contenido de este apartado como una propuesta
orientativa que nace de una experiencia concreta en un contexto definido.
Equipo directivo.
Equipo educativo: formado por todos los profesores y profesoras de la Etapa –o
en su caso de aquellos que estén implicados-.
Equipo Técnico de Coordinación Pedagógica: formado por los
coordinadores/as de los distintos departamentos que intervienen en el proyecto.
Departamentos de las distintas áreas
ETAPA DE FORMACIÓN
Cada uno de estos puntos tendrá un desarrollo más extenso en los próximos
capítulos.
Las funciones que cada uno de los órganos descritos anteriormente deben de asumir
en esta primera fase serían las siguientes.
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La experiencia nos dice que la carga del trabajo burocrático que soportan los
centros educativos no siempre es útil para la mejora del proceso de enseñanza-
aprendizaje y en algunas ocasiones es una rémora para llevar a cabo proyectos que
claramente pueden tener una incidencia positiva en dicho proceso.
ETAPA DE DESARROLLO
Una vez formados todos los docentes implicados en el equipo educativo, se iniciará
la puesta en práctica del proyecto. Para ello inicialmente se acordarán aquellas
estrategias o aspectos del programa que van a ser desarrollados en todas las asignaturas
y se establecerán algunos mecanismos de evaluación de las mismas.
Las funciones que cada uno de los órganos descritos con anterioridad pueden
asumir en esta fase son las siguientes.
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EQUIPO Participar en las reuniones de formación Acordar todas aquellas estrategias que
EDUCATIVO programadas se vayan a poner en práctica
(Docentes
implicados)
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Una vez producida esa reflexión, será más fácil y muy necesario asumir de
forma colectiva el concepto de comprensión y llegar a acuerdos sobre la eliminación de
determinadas prácticas y la admisión de otras.
Así, en primer lugar, abordaremos elementos tan importantes como los objetivos
de la lectura, el sentido o utilidad de esta, el contexto o las ideas previas del lector y, por
otra parte, aquellos elementos más relacionados con el texto como los tipos de lenguajes
y estructuras más utilizadas por los alumnos y alumnas cuando estudian un tema
determinado y el vocabulario.
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Esta visión del proceso lector ha estado conectada durante buena parte del siglo
XX a la enseñanza en las aulas con métodos llamados de marcha sintética, donde el
niño y la niña partían del aprendizaje de las unidades menores no significativas –letra o
fonema- para, partiendo de éstas y siguiendo un proceso de síntesis, llegar a la lectura
de la sílaba, la palabra, la frase, el texto…
Durante buena parte del siglo anterior convive otro modelo que plantea el
proceso opuesto, es decir, se trata de enseñar al discente a leer desde unidades
significativas –palabra, frase o texto- para, a través de un proceso de análisis, llegar al
reconocimiento de las unidades no significativas. Son los llamados métodos de marcha
analítica.
A modo de conclusión podemos decir que el primer modelo planteado pone todo
su énfasis en el texto –reconocimiento y decodificación de las unidades no
significativas y significativas-, mientras que la segunda concepción hace hincapié en el
lector –fundamentalmente en su experiencia previa-. Recordemos en este sentido que la
mayoría de los métodos qué se ubican en el proceso analítico dan una gran importancia
al contexto sociocultural del niño y la niña y a su bagaje experiencial para acercarse al
significado del texto (Freinet, Freire, Hendrix)
De esta concepción –base del presente trabajo- nace una idea fundamental y es
que la enseñanza de la lectura es un proceso sin límite en el que el lector debe estar en
contacto continuo con estrategias de comprensión que le permitan un mejor
acercamiento al texto y la construcción autónoma de significados.
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Esta visión activa del aprendizaje implica que, para que un sujeto aprenda de
forma significativa o tiene una información previa suficiente sobre aquello que quiere
aprender y la utiliza para ello o el contexto le ofrece una información suficiente para
que éste construya esa nueva realidad. Por ejemplo, qué podría aprender
significativamente un alumno o alumna de Secundaria a cerca de la energía nuclear. Su
aprendizaje estaría en relación directa con los conocimientos y la experiencia previa que
tuviera sobre el tema, cuanto más lejos situemos el proceso de enseñanza-aprendizaje de
su campo experiencial y de sus conocimientos previos, menos posibilidades tendrá de
integrar nuevos conocimientos y, en todo caso, desarrollará un aprendizaje memorístico
y nada comprensivo.
Este hecho nos permite explicar que ante la lectura de un mismo texto las
interpretaciones del mismo no sean absolutamente idénticas, aunque siempre serán más
parecidas entre aquellos lectores que compartan más tanto la cantidad como la calidad
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de las ideas previas sobre el tema, como el contexto socio cultural en el que se estén
desarrollando.
Sin intentar agotar todas las posibilidades, estas subfinalidades representan una parte
muy importante de las lecturas que los alumnos y alumnas realizan en relación con la
actividad escolar.
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También puede ocurrir que, teniendo un esquema conceptual previo suficiente para
enlazar con la información ofrecida por el texto, la integración de ésta no se produzca o
no lo haga en el nivel deseado porque el discente no ponga en funcionamiento esa
información previa, o lo que es lo mismo, no haga uso de estrategias que le permitan
activar dicha información.
Todo texto para que tenga tal categoría debe de estar organizado, es decir, las ideas
que lo constituyen responden a un plan organizativo o estructura (Van Dijk). El
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Cuando nos pusimos a analizar los distintos recuerdos del texto escritos por los
alumnos y alumnas llegamos a la conclusión de que las respuestas más generalizadas se
podían describir con las siguientes características:
Por otra parte, en la mayoría de los casos, la estrategia lectora más generalizada
era la lectura del texto repetida tantas veces como habían podido para memorizarlo. Es
decir, casi ningún alumno o alumna esbozó un mínimo protocolo sistemático de
acercamiento al texto.
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El primero se utiliza para contar hechos o sucesos reales o imaginados que les
ocurren a unos personajes en un tiempo y espacio determinados. En este caso los
modelos textuales más comunes son los cuentos, relatos o novelas que los alumnos y
alumnas leen. El segundo se utiliza para explicar algo y tiene como modelos textuales
los ofrecidos por el libro de texto o aquellos otros que son proporcionados por el
docente para la explicación de un tema. Por último, el tercero se utiliza para expresar la
opinión sobre algo. En este caso, los modelos textuales suelen ser artículos de opinión
seleccionados para tratar algún tema relacionado con los incluidos en el currículo de las
asignaturas de la etapa.
Atendiendo a los límites del presente proyecto nos centraremos ahora en los dos
últimos lenguajes y modelos textuales reseñados, puesto que nuestro objetivo es el
tratamiento de la comprensión lectora como instrumento de aprendizaje. Es decir, nos
centraremos en los textos y lenguajes que el alumno y la alumna utilizan
fundamentalmente para estudiar y aprender los contenidos de las asignaturas
curriculares.
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Tesis)
PROBLEMA/SOLUCIÓN
Muchos textos con lenguaje expositivo presentan sus contenidos utilizando esta
estructura, es decir, planteando uno o varios problemas y posteriormente una o varias
soluciones. Para el reconocimiento de esta estructura el discente podrá apoyarse en
conectores del tipo una solución, una medida, para resolver esto….
Los esquemas gráficos que podemos utilizar para representar esta medida pueden
ser muy variados, pero, la experiencia nos dice que en las etapas iniciales del trabajo el
uso de “cajones” puede resultar gráficamente claro y, por lo tanto, muy útil para la
observación de la estructura (Sánchez, Orrantia y Rosales, 1992). He aquí algunas
variantes:
PROBLEMA SOLUCIÓN
SOLUCIÓN
PROBLEMA
SOLUCIÓN
PROBLEMA SOLUCIÓN
PROBLEMA
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CAUSA/CONSECUENCIA
Hay textos que organizan las ideas planteando un hecho –o un problema- de forma
que se describen una o varias causas y sus correspondientes consecuencias. En este caso
el discente se podrá apoyar en giros o expresiones como a causa de, por tanto, por esto,
como consecuencia….
CAUSA CONSECUENCIA
CAUSA CONSECUENCIA
CONSECUENCIA
CAUSA CONSECUENCIA
CAUSA
COMPARATIVA
Existen otro tipo de textos donde sus ideas se organizan a partir de la comparación
entre dos o más elementos (objetos, personas, hechos, procesos….). En estos casos los
alumnos y alumnas se pueden apoyar en expresiones del tipo al igual que, a diferencia,
a semejanza, en un caso, en otro….
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ELEMENTO
ELEMENTO
CARACTERÍSTICA CARACTERÍSTICA
CARACTERÍSTICA CARACTERÍSTICA
DESCRIPTIVA
Otros muchos textos muy frecuentes en los manuales utilizados por los alumnos y
alumnas de Secundaria para el aprendizaje se desarrollan a partir de la descripción de
las características de un objeto, un fenómeno, un suceso…. En estos casos no existen
unas expresiones que definan claramente la estructura utilizada, pero el alumno puede y
debe ver que el texto está describiendo diversos aspectos de una misma realidad.
ELEMENTO
DESCRITO
SECUENCIAL
Finalmente, hay otra serie de textos cuyas ideas están organizadas a partir de una
secuencia o sucesión temporal de hechos, fases o pasos. En estos casos las expresiones
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más comunes pueden ser en primer lugar, primeramente, para empezar, inicialmente,
por último…
FASE 1
FASE 2
FASE 3
La experiencia nos dice que la mejor manera de afrontar el trabajo de los dos tipos
de estructura planteados –general y específica- es simultaneándolos, pero esto es algo
sobre lo que nos extenderemos en el apartado de formación de los alumnos y alumnas.
La estructura tipo más común que se suele presentar es la llamada circular, en la que
el texto parte de la exposición de la tesis defendida por el autor, desarrollando después
una serie de justificaciones o argumentos sobre la misma, para finalizar el texto se cierra
con la reiteración de la tesis
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inicial.
TESIS
TESIS
Esta estructura puede presentar algunas variantes, como por ejemplo, la denominada
deductiva en la que el texto parte de la tesis, desarrolla los argumentos y con ellos
finaliza.
TESIS
TESIS
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3.3.2. El vocabulario
Otro de los elementos importantes que aporta el texto para la comprensión del
contenido es el vocabulario. La importancia de este elemento para que un lector
interactúe adecuadamente con un texto y construya su significado, es decir, lo integre en
su red conceptual previa, es un dato que no podemos obviar. Es verdad que el hecho de
no conocer el significado de unas pocas palabras de un texto no tiene por qué privarnos
de la interpretación de su significado global, pero no es menos cierto que, si estas
palabras soportan el contenido básico del texto o son muy numerosas, la comprensión
del texto se verá seriamente dañada.
Acordemos, entonces, que uno de los objetivos básicos del docente cuando se
plantea el trabajo de la comprensión lectora es que el discente vaya aumentando
progresivamente su corpus de vocabulario. Haremos aquí la salvedad de que una
palabra es adquirida por un alumno o alumna cuando la asocia de forma inmediata con
un significado y la integra en sus esquemas previos. No bastará, entonces, con que la
palabra sea reconocida con facilidad por el alumno o la alumna y su pronunciación sea
correcta. Debemos de saber en este sentido que la descodificación no lleva
necesariamente a la adquisición del significado y un lector no sentirá una palabra como
propia –adquirida- si no es capaz de atribuirle de forma inmediata un significado y éste
no esté ya integrado en su red conceptual.
A este respecto podemos adelantar que nos parece muy necesario que el trabajo
colectivo del vocabulario pase por tres coordenadas básicas:
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Igualmente puede ocurrir que el docente extraiga una idea errónea del nivel
competencial de sus alumnos y alumnas con respecto a los contenidos que se plantea
enseñar desde su asignatura o con respecto a la propia competencia lectora si el texto o
los textos que utiliza para ello no son los adecuados.
Este compromiso entre lo dado y lo nuevo se convierte, desde nuestro punto vista,
en un elemento esencial para el docente a la hora de seleccionar un texto, pues los
desajustes que se produzcan repercutirán de forma muy directa en el nivel de
comprensión del texto.
1. Que el texto se ajuste a los conocimientos previos que el alumnado tenga sobre
el tema y no le exija una aportación excesiva.
2. Que el texto se adapte a los objetivos previamente marcados por el autor y por el
propio docente a la hora de plantearlo.
3. Que el texto responda a una estructura u organización interna adecuada, clara y
precisa.
El primero de los criterios está íntimamente relacionado con uno de los conceptos
claves desarrollados por el constructivismo y su teoría del aprendizaje significativo. Nos
estamos refiriendo concretamente a la denominada zona de desarrollo potencial. Es
decir, todo objeto de aprendizaje debe ubicarse con respecto al discente en una zona en
la que, utilizando información que ya domina, ésta le sirva para enganchar con la nueva.
Aplicando este planteamiento al tema que nos ocupa, digamos que el texto será
adecuado siempre que le permita entender toda la información nueva que tiene mediante
el uso de conocimientos que el discente ya domina. Por ejemplo un alumno o alumna no
podrá integrar significativamente un texto de sociales que hable sobre las capitales, si
previamente no ha integrado el concepto nación; comunidad o provincia como un niño
no podrá comprender significativamente el concepto multiplicar, si previamente no ha
comprendido el concepto sumar; o el concepto adjetivo, si previamente no ha integrado
el de sustantivo…
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Este segundo criterio entra de lleno en relación con los conceptos ya tratados de
utilidad y motivación. El alumnado debe de saber en todo momento, no sólo la finalidad
de la lectura, sino con qué objetivo se acerca al texto, qué es lo que realmente le va a
aportar, cuál va a ser su utilidad. Pero además, el texto debe contener la información
suficiente y adecuada para que lo pueda conseguir.
Si un alumno o alumna no tiene claro esto o el planteamiento del texto, bien por
defecto de información o bien por exceso de dificultad, entrará indefectiblemente en un
proceso de desmotivación hacia la lectura del mismo que, como nos dice la experiencia,
suele acabar en el mejor de los casos en el trabajo mecánico y no comprensivo.
Por ejemplo, si un texto está desarrollando las características del Imperio Romano,
deberá adjudicar párrafos distintos a los distintos aspectos que se desarrollen: sistema
político, comunicaciones, cultura, costumbres….
En conclusión, la experiencia nos dice que la selección de los textos por parte del
docente es un factor muy importante de cara a conseguir la autonomía de aprendizaje
del discente. Somos conscientes de que no se le puede pedir al profesor o profesora que
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reescriba todos los textos o muchos de los textos que propone a sus alumnos y alumnas,
pero es conveniente que sea consciente de que un buen texto es aquel que se adapta en
contenido y forma a sus objetivos, necesidades e intereses, y que, por lo tanto, esa
selección se hace más perentoria cuanto la competencia del discente es menor.
Entre otras cosas, porque entendemos que hay una relación muy directa entre los
modelos de evaluación y los modelos de enseñanza, es decir, que el concepto de
comprensión que subyace en la práctica docente condiciona el modelo de evaluación de
la misma.
Con este texto vamos a plantearnos diversos modelos de cuestionarios que después
analizaremos desde el punto de vista de la comprensión del texto.
¿Cómo estaba?
¿Dónde vivía el hombre?
¿Qué cosas echó en la maleta?
¿Dónde vivía: en un bloque de pisos, en un antiguo palacio o en un chalet?
¿Se trasladó a una estación de autobuses, a una estación de ferrocarril o a
un aeropuerto?
¿Ese trasladó lo hizo a pié?
¿Era feliz aquel hombre? ¿Por qué?
¿Es lo mismo sentirse sólo que vivir sólo?
¿Crees que esta situación es típica de la sociedad actual? ¿por qué?
Nos podemos preguntar inicialmente si cada uno de estos tres cuestionarios está
evaluando la comprensión del texto o, aún más, podemos cuestionarnos si en los tres
tipos de cuestionarios estamos evaluando el mismo nivel de comprensión. Parece
evidente que no.
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Llegado a este punto, una vez que hemos desarrollado una descripción, entendemos
que suficiente, a cerca de aquellos aspectos en los que los docentes de un potencial
equipo educativo de la E.S.O. deben de estar formados, nos parece útil, como elemento
que ayude a tener una visión global del apartado, la elaboración de un listado ideas
básicas descritas a lo largo del mismo.
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Una vez que el trabajo con el apartado anterior nos ha debido de servir para
adquirir, como equipo, una formación de partida similar en aquellos contenidos que se
pueden considerar básicos para el trabajo de la comprensión lectora, planteamos una
serie de estrategias que pueden ser asumidas de forma colectiva por todo el equipo, es
decir, comentadas, trabajadas en cada una de las asignaturas y evaluadas
posteriormente.
Hay que tener en cuenta, igualmente, que las estrategias tal y como las
concebimos tienen la particularidad de que, una vez integradas por las alumnas y
alumnos, pueden ser aplicadas en las más diversas situaciones; lo que llevado a la
enseñanza de la comprensión lectora como instrumento de aprendizaje –autonomía-
cobra una importancia radical, pues, lo que vamos a ofrecer son procedimientos que los
docentes van a enseñar a sus alumnos y alumnas para que puedan aplicarlos de forma
autónoma en las situaciones más variadas y sobre los diversos textos con los que
aprenden.
Nuestra experiencia nos dice que los alumnos y alumnas deben de aplicar esas
estrategias cuanto antes al desarrollo normal de su trabajo en las distintas asignaturas.
Es decir, no podemos caer en el error de enseñar un programa de comprensión lectora
como algo separado de la dinámica normal de clase. Sabemos que la enseñanza de
técnicas de trabajo intelectual separadas de las clases tiene un rendimiento muy
limitado, pues la mayoría de los alumnos y alumnas no transfieren su utilización a otros
momentos de la actividad escolar y los docentes no las trabajan, ni las evalúan en el
desarrollo normal de sus clases.
Lo que pretendemos, entonces, es que todos y cada uno de los docentes empleen
una serie de procedimientos –estrategias- comunes en el acercamiento que los alumnos
y alumnas hacen a los textos en las diversas asignaturas. No pretendemos, por lo tanto,
formar en un listado extenso de estrategias, sino de plantear algunas que puedan ser
acordadas y trabajadas sin dificultad desde todas las áreas.
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Precisamente las estrategias que ahora vamos a plantear, así como otras que
desarrollaremos en el capítulo sexto, deberían ser asumidas por todos y cada uno de los
docentes implicados en el proyecto.
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1. Una PRESENTACIÓN por parte del docente del objeto (texto) de estudio.
2. Un DIÁLOGO con los alumnos y alumnas donde se debatirá tanto los objetivos
que se deben de alcanzar con el estudio de dicho texto, como el sentido o la
utilidad que para los alumnos y alumnas tendrá dicho aprendizaje.
3. Finalmente se llegará a unas CONCLUSIONES que el docente propiciará que
sean verbalizadas por los propios alumnos y alumnas.
PRESENTACIÓN
DIÁLOGO
CONCLUSIONES
Es posible que alguien pueda pensar que desarrollar con cada texto que se
propone un proceso de este tipo, puede suponer una pérdida de tiempo o algo
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Por lo tanto, podemos esbozar un segundo acuerdo que desarrollar en cada una
de las asignaturas.
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En este sentido nos parecen muy interesantes las directrices propuestas por
Cooper (1990 -114) a la hora de plantear un diálogo con los alumnos y alumnas:
Otra forma de facilitar la activación de ideas por parte de los alumnos y alumnas
es la Lluvia de ideas. En este caso se trata de extraer de los alumnos y alumnas toda la
información que tienen al respecto. Para ello podemos utilizar como modalidades el
gran grupo o el establecimiento de pequeños grupos –nunca más de tres-. La elección
de una u otra vendrá dada por el nivel y la edad de los alumnos y alumnas, siendo
preferible el grupo clase para edades tempranas y niveles más bajos.
1. Pídale a los alumnos y alumnas que anoten en sus cuadernos todas las ideas que
sepan sobre el tema que se va a leer con posterioridad.
2. Haga posteriormente una puesta en común y recoja en la pizarra todas las
aportaciones de los alumnos y alumnas.
3. Simultáneamente vaya discutiendo con los alumnos y alumnas la información
que anota eliminando aquella que sea errónea o que no tenga nada que ver con
el contenido del texto.
4. Acabe la discusión haciendo explícitos a los alumnos y alumnas el objetivo de la
lectura del texto.
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Parece claro que el conocimiento del significado de las palabras es una de las
habilidades que constituyen la competencia comprensiva. El trabajo, entonces, con el
vocabulario relacionado con el texto seleccionado para leer es muy necesario. Ahora
bien, cuál es el vocabulario que se debe de trabajar, cuándo se debe plantear este
trabajo, qué técnicas podemos utilizar.
En primer lugar, debemos de decir que el docente deberá seleccionar del texto
elegido aquellas palabras que, pudiendo o no tener dificultad de comprensión por parte
del alumnado, están relacionadas con el tema y la estructura del texto.
Hay un segundo momento para el trabajo del vocabulario que se ubica durante la
lectura del texto. Aquí los alumnos y alumnas deberán de resolver los posibles
problemas de comprensión que les planteen algunas palabras. En este caso, deberán
resolverlos de forma autónoma con la puesta en práctica de algunas técnicas –uso del
contexto o del diccionario- que desarrollaremos en el capítulo siguiente.
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Puesto que se trata de una fase de instrucción inicial, es decir, una fase donde un
gran número de alumnos y alumnas van a acometer por primera vez el trabajo
sistemático de una serie de habilidades que tienen que ver con el acercamiento a los
textos, con su comprensión, entendemos que debe desarrollarse teniendo en cuenta una
serie de premisas.
En primer lugar, como ya hemos comentado, nuestra experiencia nos dice que
esta fase debe de ser acometida desde la asignatura de lengua en su etapa introductoria.
Es decir, una vez que los alumnos y alumnas conocen –que no dominan- de forma
básica el procedimiento de acercamiento al texto, ahora sí, éste podrá y deberá ser
generalizado al resto de las asignaturas e incorporado a la dinámica diaria.
Este periodo de formación inicial, dependiendo del nivel del grupo clase, podrá
oscilar entre uno y tres meses, independientemente del trabajo de otros contenidos que
puedan ser simultaneados. Finalizado este tiempo, es evidente que no todo el alumnado
habrá alcanzado un nivel semejante. Nuestra experiencia nos dice que habrá un grupo de
alumnos y alumnas que adquieran inicialmente un dominio básico suficiente sobre
textos de organización clara y poco compleja; un segundo grupo, quizás el más
numeroso, que presentará dificultades en el desarrollo de algunos pasos del
procedimiento –fundamentalmente en la extracción y jerarquización de ideas- y,
finalmente, un tercer grupo con una gran dificultad en el desarrollo de todo el programa,
incluso con textos adaptados.
En este sentido creemos que la situación ideal pasaría porque durante el primer
ciclo de la Etapa se introduzca el programa y se consiga un dominio suficiente del
mismo, de forma que durante el segundo ciclo, alumnos y alumnas puedan acometer el
estudio de los distintos contenidos curriculares con un nivel aceptable de autonomía y
de integración de los mismos.
En segundo lugar, los textos con los que abordaremos la enseñanza inicial
deberán estar adaptados, es decir, serán textos asequibles en vocabulario y,
fundamentalmente, en su organización interna. De manera que los alumnos y alumnas
encuentren en ellos estructuras organizativas claras. Poco a poco estos textos se irán
complicando, sobre todo, cuando los introduzcamos en los que utilizan habitualmente
para su estudio en los libros de texto o libros de consulta. (7)
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Editorial OCTAEDRO
Este programa de acercamiento a los textos con lenguaje expositivo, del que
desarrollaremos sus orientaciones metodológicas en el presente capítulo, se completa
con un cuaderno de ejercitación para el alumnado, que contiene una secuencia de textos
adaptados y secuenciados en dificultad donde alumnos y alumnas podrán ejercitarse en
el manejo de las distintas habilidades que constituyen el programa.
De esta forma, los alumnos y alumnas comenzarán trabajando las distintas fases
del programa sobre textos de una extensión no superior a los cuatro párrafos, donde,
mediante un vocabulario asequible, entrarán en contacto con las distintas estructuras
específicas del lenguaje expositivo –problema-solución, causa-consecuencia,
descriptiva, comparativa y secuencial- además de su estructura general –introducción,
desarrollo y conclusión-. En un principio aisladas y posteriormente mezcladas dentro de
un mismo texto.
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Editorial OCTAEDRO
A estas habilidades que recorren las distintas fases del método, hay que añadir una
primera fase donde los alumnos y alumnas entrarán en contacto con una técnica de
observación inicial del texto, cuyo objetivo fundamental será la anticipación del
contenido del mismo a partir de una serie de elementos formales, icónicos y léxicos
(párrafos, tipografías, ilustraciones, títulos…).
Finalmente, hay que decir que la progresión del método sigue un proceso analítico
donde se parte de la unidad texto –extracción del tema o idea general- hasta llegar a la
idea o enunciado, pasando por el párrafo. Este proceso analítico inicialmente pasa a ser
sintético en sus dos últimas fases cuando el discente debe de reconstruir de una forma
personal el texto con la redacción de un resumen.
Precisamente este puede ser un buen instrumento de enganche para el programa que
les proponemos desarrollar. Para ello, nuestra experiencia nos dice que puede ser útil
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Editorial OCTAEDRO
mantener un diálogo con el grupo clase donde, en primer lugar, los alumnos y alumnas
expongan su experiencia cuando intentan aprender o estudiar un texto determinado.
¿Qué hacéis cuando vais a estudiar un texto o cuando vais a hacer un resumen?
¿Siempre comprendéis lo que leéis?
¿Cuánto tiempo necesitáis?
¿Qué dificultades encontráis normalmente?
…………………………………………
Finalizaríamos este diálogo haciendo explícitos los objetivos que perseguimos con
este programa y las posibles ventajas que obtendrían con el aprendizaje del mismo.
Es evidente, así nos lo dice nuestra experiencia, que son muchos los momentos a lo
largo de la ejecución del programa en que nos hemos visto obligados a volver a estos
planteamientos, como el hecho de que algunos alumnos y alumnas no llegan a
engancharse, pues su desmotivación nace de otro tipo de circunstancias que requieren la
implementación de otras medidas; pero también lo es, que otro grupo significativo de
alumnos y alumnas mejoran inicialmente su actitud ante la propuesta.
El primero de los objetivos tiene que ver con el formato del texto –márgenes,
párrafos, epígrafes, tipografía….-. La observación de estos datos debe de facilitar la
formación de algunas ideas en el alumno y la alumna sobre el texto que va a leer:
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Este tipo de datos condicionan la actitud del lector ante el texto al crearse una
serie de expectativas sobre el mismo: su extensión, su posible dificultad, su finalidad….
Os propongo leer el siguiente texto, pero antes de que iniciéis la lectura del mismo sería
conveniente que observáramos con detenimiento su aspecto externo. Es igual que cuando conocemos
por primera vez a un amigo o amiga, los primeros datos nos lo da su aspecto externo, luego con el
tiempo iremos conociendo realmente cómo es internamente, como piensa, cuáles son sus aficiones, su
carácter…., es decir, lo realmente importante.
Lo mismo ocurre con los textos, primero observaremos su aspecto externo y obtendremos
alunas ideas iniciales que nos deben de servir para preparar la lectura que después realizaremos…
El segundo de los objetivos está relacionado con aquellos elementos que tienen
que ver con el contenido del texto: ilustraciones, título, epígrafes (en este caso
favoreceremos la reflexión sobre su contenido). Por tanto, lo que buscamos es la
anticipación del mismo, es decir, se trata de introducir a los alumnos y alumnas en un
pequeño juego de construir hipótesis sobre el posible contenido del texto a partir de los
elementos observados.
Quiero ahora que observéis las ilustraciones que acompañan al texto, ¿Qué es lo que se ve en ellas?
¿De qué podrá tratar el texto? Fijaros, ahora, en el título: ¿alguien podría explicarme los que
significa? ¿Estáis todos y todas de acuerdo? ¿Hay otras interpretaciones? ¿De qué podrá tratar el
texto?....
Escribid ahora esa posible interpretación en vuestro cuaderno y comprobaremos después durante la
lectura si hemos acertado o no.
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Editorial OCTAEDRO
Al igual que en el primer objetivo, tras el primer modelado, haremos que los
alumnos y alumnas realicen las siguientes observaciones de forma autónoma,
desarrollando después una puesta en común sobre las mismas.
El objetivo de esta fase es que el discente extraiga la idea general o tema del
texto. Se trata, pues de una lectura rápida –sin detenerse en alguna palabra que no se
entienda-, hecha al ritmo personal, que supondrá el primer contacto con el texto y donde
pediremos al alumnado, como estrategia de atención, que confirme las hipótesis
planteadas en la etapa anterior. (9)
Vais a hacer a continuación la lectura del texto. La vais hacer cada uno a su ritmo, seguida, es decir,
sin pararos en alguna palabra que no entendáis, esto ya lo solucionaremos después. Ahora quiero que
comprobéis la idea inicial que teníais sobre el contenido del texto y que me digáis, una vez que hayáis
terminado la lectura, la idea general o tema que trata el texto.
Para ello debéis haceros la siguiente pregunta: ¿DE QUÉ TRATA EL TEXTO? y la anotaréis en
vuestro cuaderno.
Una vez que los alumnos y alumnas han escrito su propuesta, iniciaremos una
puesta en común donde debatiremos la bondad de los temas propuestos. Será
conveniente que el docente valore positivamente todas las aportaciones, incluso es
aconsejable que pida la intervención de aquellos alumnos o alumnas que son remisos a
participar.
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Editorial OCTAEDRO
Entramos en una fase del programa de especial interés. En primer lugar, porque
será esta la base para el desarrollo correcto de las dos siguientes –construcción del
esquema y redacción del resumen- y, en segundo lugar, porque, según nuestra
experiencia, es la parte del programa que más dificultad ofrece a la mayoría de los
alumnos y alumnas.
Quiere esto decir que deberemos de ser muy pacientes, desde la instrucción
inicial, en el planteamiento de la misma sabiendo que el procedimiento deberemos
modelarlo en más de una ocasión.
El objetivo final de esta fase será que el discente reconozca todas y cada una de
las ideas incluidas en el párrafo y, además, sea capaz de jerarquizarlas, distinguiendo
las primarias de las secundarias.
Tras la primera lectura ya tenemos una idea general de lo que trata el texto. Vamos ahora a hacer una
lectura más lenta con el fin de poder conocer mejor lo que dice y ser capaces de distinguir cuáles son
las ideas más importantes. Estad muy atentos al procedimiento que vamos a seguir, pues el resto del
programa va a depender de que hagamos bien esta fase.
En primer lugar, quiero que observéis el texto y me digáis cuantos párrafos tiene. Bien, qué signo de
puntuación se ha utilizado para distinguir cada párrafo; ¿se ha empleado algún elemento más?
(preguntamos por la sangría).
Vais a leer el primer párrafo del texto detenidamente comprobando que entendéis todas y cada una de
las palabras que aparecen en él. Si hubiera alguna que desconocéis su sentido intentaréis adivinarlo
por medio del contexto, es decir, por la relación que mantiene con las que le rodean, una vez que le
hayáis asignado provisionalmente un sentido, debéis de confirmarlo buscándola en el diccionario. Si
aún tuvierais problemas me lo decís a mí.
Una vez que nos hemos cerciorado de que el alumnado conoce todas las palabras
del párrafo, el siguiente paso será comprobar que entiende todas y cada una de las ideas
de las que consta el párrafo, para así poder hacer con más seguridad una propuesta que
recoja la idea general del mismo. Una buena forma de comprobar por parte del docente
que el alumnado ha entendido la totalidad de las ideas es pedirle que las vuelva a
redactar cada una, pero con estilo personal, de forma separada. El planteamiento podría
ser el siguiente.
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Ya conocemos todas las palabras del párrafo, ahora quiero que distingáis todas las ideas que hay en él.
¿Cuál es la primera idea? ¿Qué es lo que quiere decir? ¿Podrías escribirla de otra manera diciendo lo
mismo? ¿Y la segunda?......
Una vez que los discentes han hecho una redacción personal de cada una de las
ideas del párrafo, es decir, las han comprendido, están en disposición de extraer la idea
general del mismo. Para ello les propondremos que desarrollen la estrategia del título.
Ya hemos comprendido todas las ideas del párrafo, ahora vamos a anotar en nuestro cuaderno la idea
general del mismo. Para ello nos vamos a hacer la siguiente pregunta: ¿DE QUÉ TRATA EL
PÁRRAFO? La respuesta será un título para el párrafo leído.
Hemos puesto un título a cada párrafo. Bien, esto nos va a ser muy útil para que ahora podamos
distinguir cuál es la idea principal o primaria del mismo. Vais a seleccionar de todas las ideas del
párrafo aquella que consideréis que más directamente se relaciona con el título propuesto o que más se
repite a lo largo del párrafo.
Cabe decir ahora que el proceso que hemos seguido en esta fase del programa
tiene una alternativa, es decir, podríamos haberlo desarrollado de forma inversa. En este
segundo caso, una vez que el alumno o la alumna han solucionado los posibles
problemas de vocabulario, se introducen en la estrategia del título; propuesto éste, y con
la pregunta QUÉ DICE EL PÁRRAFO A CERCA DEL TÍTULO, el alumnado extrae
todas las ideas incluidas en el párrafo y decide aquella que considera la principal.
En cualquier caso, debemos de tener en cuenta que el final del proceso, es decir,
cuando el lector ha alcanzado un nivel competencial suficiente, la estrategia que
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Finalmente, nos gustaría reseñar que, aunque hemos utilizado dos criterios para
la identificación de la idea principal –la más relacionada con el título y la más repetida-
hay un tercer criterio para la identificación de las ideas primarias. Se trata de la
estructura. Puesto que estamos en la etapa de instrucción inicial, no lo hemos incluido
pues el concepto de estructura se trabaja con el alumnado en la fase siguiente –
construcción del esquema-.
Sin embargo, hemos de decir que, una vez pasada la etapa de instrucción,
conforme los alumnos y alumnas se van familiarizando con el programa y su autonomía
y habilidad en el reconocimiento de la estructura de los textos va siendo mayor, es
precisamente este criterio el que se va imponiendo ya desde la primera lectura.
Si nos atenemos al objetivo básico del presente programa y al tipo de textos que
trabaja es obvio que el tipo de lenguaje será el expositivo y las estructuras que de él se
derivan, ya descritas en el capítulo tercero.
Dicho esto, habrá que precisar que en esta fase de instrucción inicial nos interesa
que el alumnado interiorice suficientemente el concepto de estructura, no sólo porque va
a ser la llave para la construcción posterior del esquema, sino porque es posible que
algunos alumnos o alumnas tengan dificultades en su comprensión significativa.
Os propongo reflexionar sobre una palabra que probablemente la habéis escuchado en otros
momentos o en otros lugares. Me estoy refiriendo a la palabra ESTRUCTURA –la escribo en el
encerado-. Podéis escribirla ahora en vuestro cuaderno.
Ahora, mediante un diálogo con el grupo clase, indagamos en las ideas previas
que los alumnos y alumnas tienen acerca del concepto de estructura. Iremos anotando en
la pizarra todas aquellas ideas que nos van proponiendo, después iremos seleccionando
con la participación del alumnado aquellas que nos resulten más relacionadas con el
concepto de texto.
¿Qué pensáis que puede significar la palabra? ¿Con que objetos o experiencias la relacionáis? ¿La
habéis escuchado en alguna otra asignatura?
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1. Establece una relación causa consecuencia entre los conceptos que se desarrollan en estas dos
columnas:
2. Escribe un texto con lenguaje narrativo o expositivo donde se produzca una relación causa-
consecuencia (mínimo 15 líneas)
3. Busca un texto en los libros de las otras asignaturas donde encuentres esta relación
Por tanto…..
Como consecuencia….
Por ello….
A causa de….
Por lo que…
Es por esto por lo que…
…………………….
Dependerá del grupo clase el introducir todas y cada una de las estructuras antes de
iniciar la fase del esquema o bien ir trabajando cada una por separado, intercalando
entre cada estructura el trabajo con textos tipo. Nuestra experiencia nos dice que es la
segunda posibilidad la más adecuada, pues la mayoría de los alumnos y alumnas
necesitan un periodo de rodaje de cada estructura antes de iniciar el trabajo con la
siguiente.
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Editorial OCTAEDRO
Queremos hacer hincapié en esto, porque esta fase una vez que los discentes han
aprendido alguna forma de representación gráfica –llaves, cajones, mapas…-, ha debido
de quedar resuelta con el trabajo de las fases anteriores.
Veamos ahora un posible ejemplo del formato de cajones, donde aparecen distintas
variantes de representación gráfica de la estructura PROBLEMA-SOLUCIÓN.
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PROBLEMA SOLUCIÓN
IDEAS IDEAS
SOLUCIÓN
IDEAS
PROBLEMA
IDEAS
SOLUCIÓN
IDEAS
PROBLEMA
IDEAS
SOLUCIÓN
IDEAS
PROBLEMA
IDEAS
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Editorial OCTAEDRO
Al igual que en el caso del esquema, esta fase supone la culminación de todo el
proceso iniciado en la observación inicial del texto. Si cabe, aún más, pues hay que
añadirle la expresión escrita, es decir, el alumno o la alumna no sólo ha sido capaz de
inferir la información esencial que le transmite el texto, incluyendo su estructura, sino
que además ahora es capaz de expresarlo en un texto personal, coherentemente
construido y bien cohesionado.
Nos ha parecido interesante esta reflexión, porque entendemos que los docentes
debemos de partir de la gran dificultad que supone en sí mismo la realización de un
buen resumen –esto sin contar la dificultad del texto; en segundo lugar, que el resumen
representa la prueba más evidente del nivel de comprensión alcanzado al leer un texto;
por último, que requiere de la enseñanza sistemática de una serie de habilidades previas,
que son las que hemos intentado recoger en cada una de las fases anteriores.
Por lo tanto las orientaciones que el alumnado debe de tener muy claras, una vez
desarrollado el programa de instrucción, cada vez que vaya a culminar un proceso de
lectura con la elaboración de un resumen son:
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texto más autónomo y personal. Se trata del uso de las denominadas macrorreglas. En
concreto, podemos trabajar con los alumnos y alumnas tres: selección, generalización e
integración.
Estas ideas que van a ser la base del resumen pueden ser aún modificadas con la
utilización de las otras dos. Con la macrorregla de generalización el alumnado podrá
utilizar palabras de significado más general que puedan incluir a otras. Por ejemplo, la
palabra muebles puede incluir otras como silla, mesa, cama, armario… A la hora de
plantear esta macrorregla a los alumnos y alumnas utilizaremos varios ejemplos de este
tipo y, finalmente, les diremos que planteen al texto la siguiente pregunta:
¿Podemos sustituir una secuencia de ideas o acciones por alguna palabra o frase
que diga lo mismo?
5.1.8. Supervisión
Con esta última fase del programa pretendemos dotar al alumnado de un recurso
que le permita valorar –autoevaluar- el resumen redactado. Este recurso responde a un
criterio básico que recoge dos características fundamentales: brevedad –menos
extensión que el texto originario- y esencialidad –contiene la información fundamental
del texto-.
Por una parte, se trata de un recurso que va a permitir que los alumnos y alumnas
evalúen el contenido del resumen redactado, es decir, si contiene la información
esencial del texto o, por el contrario, carece de ella o se ha introducido en el mismo un
exceso de información secundaria.
Por otra, ya hemos dicho que la información esencial de un texto es la que está
más directamente relacionada con la estructura. Esto quiere decir que el alumnado podrá
valorar si su resumen ha recogido la estructura que presenta el texto originario, es decir,
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si las ideas, además de ser primarias, guardan la coherencia del texto originario, o lo que
es lo mismo, su estructura interna.
LA DECADENCIA
Tras el auge económico alcanzado durante el reinado de los Reyes Católicos, España comienza
una profunda depresión económica. A finales del siglo XVI se puede decir que la política económica
de Carlos I y Felipe II había resultado un gran fracaso. En 1558 Felipe II tuvo que declarar la
bancarrota de la Hacienda española.
Una de las causas de esta depresión se debe a la gran cantidad de dinero empleado en costear los
ejércitos, desembolso que todavía era mayor al tener que mantener grandes contingentes de tropas
fuera de España, debido a los continuos conflictos mantenidos por la corona.
Otra de las causas de la depresión económica se debe a la falta de inversiones para el desarrollo
de la industria. La riqueza estaba concentrada en unos pocos nobles que disponían de grandes
capitales, pero que no invertían su riqueza en la industria o el comercio, pues era considerado algo
indigno. El mantenimiento de una suntuosa corte personal, el mecenazgo de artistas, la construcción
de palacios e iglesias y las generosas donaciones de limosnas, consumían los recursos económicos de
esta clase social.
También cabe mencionar que la gran cantidad de plata que llegaba de América, más de 400.000
kilos anuales, provocó una fuerte subida de los precios en la economía española. Este alza de los
precios no hizo sino precipitar la bancarrota del Imperio Español a finales del siglo XVI.
Si el texto resumido responde adecuadamente a las dos primeras y no lo hace con las
siguientes, hablaríamos de corrección. Si por el contrario no respondiera adecuadamente
a las dos primeras y sí, a las segundas, hablaríamos de incorrección.
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Editorial OCTAEDRO
Una vez que hayáis escrito vuestro resumen, podéis comprobar si lo habéis escrito
correctamente o no. Recordad que un buen resumen debe de ser más breve que el texto que habéis
estado trabajando y además debe de recoger su información esencial.
¿Alguien recuerda con qué concepto de los que hemos trabajado está relacionada esta
información?
¿Qué estructura presenta el texto?
¿Cuál sería entonces la información que debería aparecer en el resumen?
¿Qué información no debería aparecer en el resumen?
Para que podáis comprobar que vuestros resúmenes están bien hechos, es decir, tienen la
información esencial, podéis elaborar una serie de preguntas para que os las responda el resumen. En
primer lugar, podemos hacer preguntar que hagan referencia a la información esencial, es decir, a la
estructura. A este tipo de preguntas las llamaremos BUENAS.
En segundo lugar, podemos hacer otra serie de preguntas que hagan referencia a lo que hemos
llamado información no esencial –datos, fechas, ejemplos…-. A este tipo de preguntas las
denominaremos MALAS.
Una vez consensuadas las preguntas, continuaremos con el proceso, pidiéndoles que
comprueben la corrección de sus resúmenes y realizando una nueva puesta en común. A
partir de aquí, un buen ejercicio podría ser que revisaran los resúmenes de los
compañeros y compañeras para comprobar su corrección.
Estas preguntas que hemos acordado debéis hacerlas a vuestros resúmenes. Ya sabéis que si
contestan las buenas, estarán bien escritos, si no contestan algunas buenas o contestan las malas no
serán correctos.
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Editorial OCTAEDRO
De esta forma, si nos inclinábamos, como es lógico, por ralentizar el ritmo para
adaptarlo a las necesidades de los grupos más atrasados, nos encontrábamos con el
aburrimiento y la lógica desmotivación de los grupos más adelantados. Muchas veces
hemos pensado en el profesor o profesora de apoyo en clase que pudiera con su trabajo
equilibrar el ritmo de los distintos grupos. Este pensamiento, siempre ha sido más un
deseo que una realidad.
En este sentido, la línea de desarrollo que se sigue es, en primer lugar, una
explicación detallada del contenido de la fase en cuestión y una aplicación práctica de la
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misma sobre un texto modelo. Todo ello con dos voces, masculina y femenina, de dos
adolescentes que van explicando progresivamente tanto el contenido procedimental de
cada paso como el resultado concreto a la hora de ser aplicado sobre el texto.
Ejemplo de proposición
En el primer caso, los podríamos incluir en la fase del esquema, como alternativa
a la representación por cajones; mientras que en el segundo, lo podríamos utilizar como
fórmula para construir el significado global del mismo a partir de una propuesta de
conceptos básicos que lo constituyen. En cualquier caso, estaremos provocando una
negociación de significados con los alumnos y alumnas que va a facilitar una
comprensión más profunda del texto o del tema.
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LA DECADENCIA
Tras el auge económico alcanzado durante el reinado de los Reyes Católicos, España comienza
una profunda depresión económica. A finales del siglo XVI se puede decir que la política económica
de Carlos I y Felipe II había resultado un gran fracaso. En 1558 Felipe II tuvo que declarar la
bancarrota de la Hacienda española.
Una de las causas de esta depresión se debe a la gran cantidad de dinero empleado en costear los
ejércitos, desembolso que todavía era mayor al tener que mantener grandes contingentes de tropas
fuera de España, debido a los continuos conflictos mantenidos por la corona.
Otra de las causas de la depresión económica se debe a la falta de inversiones para el desarrollo
de la industria. La riqueza estaba concentrada en unos pocos nobles que disponían de grandes
capitales, pero que no invertían su riqueza en la industria o el comercio, pues era considerado algo
indigno. El mantenimiento de una suntuosa corte personal, el mecenazgo de artistas, la construcción
de palacios e iglesias y las generosas donaciones de limosnas, consumían los recursos económicos de
esta clase social.
También cabe mencionar que la gran cantidad de plata que llegaba de América, más de 400.000
kilos anuales, provocó una fuerte subida de los precios en la economía española. Este alza de los
precios no hizo sino precipitar la bancarrota del Imperio Español a finales del siglo XVI.
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Puesto que, en este caso, el propio tema del texto coincide con una de las partes
de la estructura, la consecuencia, nos restaría ahora construir las proposiciones que
describieran las distintas causas: Gasto de mucho dinero en el ejército; falta de
inversiones en la industria; subida de los precios por la plata de América.
Ya dijimos que existen otros usos de este recurso, alguno de ellos los veremos
posteriormente en el capitulo sexto.
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Pues bien, este es el proceso y el objetivo que nos debemos de plantear siempre
que abordemos un periodo de repaso o refuerzo del programa. Se trata de que el
alumnado vaya resolviendo de forma mental y automática esos primeros procesos para
que todos confluyan de forma explícita en la construcción del esquema y la redacción
del resumen.
El protocolo para llevar a cabo este proceso estaría enriquecido con una serie de
textos elaborados expresamente cuyas características serían la brevedad, contención de
una estructura y relacionados con el mismo tema. En concreto, puesto que estaríamos
trabajando las estructuras específicas lo haríamos con un mínimo de cinco textos –uno
para cada uno de las estructuras-.
A esto debemos de añadir la idea de que, al ser cinco textos con el mismo tema y
distinta estructura, el alumnado va interiorizando la idea de que la elección de la
estructura de un texto no está en relación directa con el tema, sino con la intencionalidad
del mismo.
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Prestad atención porque voy a decir en voz alta mis pensamientos cuando leo el texto
de forma comprensiva. Primero observo que es un texto breve, cuyo título es “El catalán
también es una lengua”. Probablemente el texto me hable del problema que existe entre el
catalán y el castellano en la actualidad. Comienzo a leer y observo que aparece la palabra
problema (mucha gente no distingue entre lengua y dialecto y no sabe que el catalán tiene el
mismo origen que el castellano). Sigo leyendo y observo como apareced la palabra solución
(conocer la historia y la constitución). Cuando acabo de leer llego a la conclusión de que el
texto tiene una estructura problema-solución…..
Haced lo mismo que he hecho yo con los otros textos, es decir, intentad resolver
mentalmente las primeras fases del método hasta que lleguéis a la fase cuatro. A partir de
aquí redactad el esquema del texto y el resumen.
Como ha quedado dicho, la brevedad de los textos debe de facilitar que los
alumnos y alumnas vayan realizando y simultaneando las primeras fases hasta llegar al
esquema.
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Editorial OCTAEDRO
En primer lugar, hemos de decir que, en la mayoría de los casos, estas unidades
didácticas se desarrollan a partir de un tópico o tema general del que después se van
extrayendo los distintos contenidos curriculares conectados con él. Estos contenidos, a
su vez, se van desgranando en distintos apartados todos ellos conectados con el tópico
inicial. Igualmente, estos apartados están organizados en epígrafes, que dan paso
mediante párrafos o esquemas al desarrollo de las distintas ideas.
Hemos querido recoger esta reflexión porque entendemos que, desde el punto de
vista de la comprensión lectora pone el dedo en la llaga. Cómo es posible que,
utilizando materiales –libros de texto- en los que todo está pensado para facilitar la
comprensión de los contenidos propuestos, se obtengan unos resultados tan poco
alentadores como a los que hacíamos referencia en el capítulo inicial de este proyecto.
La respuesta a esta cuestión no puede ser simple, estamos seguros de que se pueden
enumerar un buen número de factores relacionados directa e indirectamente con la
realidad escolar. Pero, sin pretender simplificar excesivamente el tema, creemos que
uno muy relevante puede ser el uso que hacemos los docentes del libro de texto.
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Nuestra experiencia nos dice que toda estrategia que proponga un papel activo del
alumnado ante el objeto de aprendizaje es positiva. Tenemos claro, por tanto, que un
tratamiento mecánico de desarrollo de una unidad didáctica no facilitará nunca esto.
Es decir, si dejamos que sólo sea el libro de texto el que se plantee su organización
interna, el que seleccione la información esencial, el que resuma los contenidos y el que
nos diga cuáles son los conceptos básicos, dejando para el alumno y la alumna la
exclusiva memorización de los mismos, y, en el mejor de los casos, un cierto nivel de
aplicación a partir de los bloques de actividades, si hacemos esto, estaremos haciendo
un flaco favor al desarrollo de la comprensión lectora, al del aprendizaje autónomo y,
por supuesto, al aprendizaje significativo.
FASE DE PRELECTURA
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Editorial OCTAEDRO
Para ello, puede ser muy útil la construcción colectiva de un mapa conceptual
donde se recojan los conceptos básicos sobre los que se va a trabajar. La construcción
de este mapa a partir de un cuestionario y diálogo con los alumnos y alumnas nos
permitirá, no sólo presentar los nuevos conceptos, sino comentar el desarrollo de los
mismos a lo largo de la unidad, es decir, hacer partícipe al alumnado de su estructura u
organización interna. Algo que le va a ser muy útil para el trabajo posterior autónomo
de la misma.
FASE DE LECTURA
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Editorial OCTAEDRO
5. Conclusiones
Una vez terminado el trabajo con los distintos apartados, nos parece interesante
que los alumnos y alumnas realizan un esfuerzo de síntesis de todo lo aprendido a lo
largo de la unidad. Dependiendo del tema o de la naturaleza de los contenidos
desarrollados, podemos llevar a cabo diversas estrategias que faciliten este objetivo.
Así desde una “lluvia de ideas” con el grupo clase donde se hable de todo lo
tratado, hasta un diálogo más ordenado en pequeño grupo o individualmente a partir de
un cuestionario donde podremos plantear al alumnado cuestiones como:
Todo este planteamiento final podría acabar con la escritura por parte de los
alumnos y alumnas de un texto con lenguaje expositivo donde se recojan los aspectos
fundamentales del tema tratado.
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Editorial OCTAEDRO
En este sentido, nos proponemos en este capítulo hacer un breve recorrido por
otras facetas del proceso de enseñanza-aprendizaje que complementan al trabajo con los
textos, objeto fundamental de este programa.
La razón que justifica la inclusión de este capítulo es doble. Por una parte,
entendemos que todos los procesos están interconectados, es decir, el desarrollo de la
capacidad comprensiva en el alumnado se alimenta tanto del trabajo con textos orales y
escritos como de otras actividades más relacionadas con la expresión. Por otra,
entendemos que en estos otros aspectos sería muy beneficiosa la toma de acuerdos por
parte del equipo educativo, pues un trabajo regular y homogéneo de los mismos tendría
una influencia muy positiva tanto en el desarrollo de la comprensión como en el
aprendizaje significativo y autónomo.
La relación entre los dos procesos es tan evidente que ya son tradicionales los
estudios que demuestran su recíproca influencia. Citaremos como claro ejemplo la
propuesta de Cassany (1989) cuando, basándose en la descripción de una serie de
estudios e investigaciones, concluye, con que a escribir se aprende leyendo y
escribiendo, fundamentalmente, esto es, la comprensión lectora es un proceso clave para
el desarrollo de la expresión escrita. (16)
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resumidas cuentas, en muchas ocasiones, la mejor forma que tenemos para evaluar el
grado de comprensión de un tema es analizando la construcción de un texto sobre el
mismo.
Los dos procesos, además, presentan una parte mecánica y otra que podríamos
denominar cognitiva. Si, cuando reflexionamos sobre el concepto de comprensión
lectora, aludimos a una serie de procesos descritos desde la psicología de la lectura,
igualmente podríamos hacerlo con la escritura. (17)
Ausencia del trabajo sistemático de los procesos de rango superior (el discente
los adquirirá de forma espontánea)
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Alguien puede pensar que el panorama descrito ofrece una foto un tanto radical,
entendemos que nos hemos limitado a describir nuestra propia experiencia. Pero,
igualmente, entendemos que esta situación puede ser remontable –no fácilmente- si
desde los equipos educativos se trabaja este aspecto de forma colectiva y se toman
algunas decisiones y consensos. Con este ánimo proponemos los apartados siguientes.
Las propuestas de acuerdo para llevar al aula que más tarde haremos tienen su
origen en una concepción de la escritura que valora en su justa medida los procesos que
intervienen en la expresión escrita y plantean una enseñanza sistemática de todos ellos,
discriminando de forma positiva aquellos considerados de índole superior.
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De forma muy sintética diremos que los que nos describe el esquema es el
proceso que desarrolla una persona competente en escritura cuando construye un texto.
Esto es, una vez que siente la necesidad de escribir, el primer paso será pensar en el
tema o temas sobre los que va a escribir, a quien le va a dirigir el escrito y con qué
objetivo lo va a escribir.
Este el modelo desde el que se justifican todas y cada una de las propuestas de
actuación que describiremos en el siguiente apartado.
ACUERDOS
Qué acuerdos podemos llevar a cabo como equipo educativo, al plantear este
tipo de escritura. Nuestra experiencia nos dice que se pueden tomar los siguientes:
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Incluir al menos una pregunta que exija este tipo de escritura en los exámenes.
Evaluar de forma regular procesos de rango superior, además de los de rango
inferior, fundamentalmente aquellos que tienen que ver con la coherencia
(organización interna del texto).
Evitar el uso excesivo del bolígrafo rojo en la corrección de los escritos. Evitar
los grandes tachones que propician la desmotivación del alumnado sobre todo en
aquellos alumnos y alumnas con baja autoestima en la redacción de textos.
Hacer pequeñas anotaciones sobre los posibles errores., utilizando como
estrategia la del interrogante (¿no crees que se puede decir de otra manera? ¿No
crees que falta claridad en esta idea? O símbolos que vengan a expresar
mensajes parecidos).
Favorecer el uso de un lenguaje no sexista a la hora de redactar los escritos. (20)
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OBJETIVO
¿Qué quiero conseguir con este texto?
RECEPTORES
¿A quién va dirigido el texto?
¿Qué contenido debo de explicarle?
¿Cómo se lo tengo que explicar?
AUTOR
¿Qué imagen mía quiero proyector en el texto?
¿Qué tono debo adoptar?
TEXTO
¿Qué características tendrá el texto que escribiré?
¿Largo o corto?
¿Qué lenguaje utilizaré?
¿Qué partes tendrá?
b. Activación de ideas
No hacer ningún tipo de selección inicial. Hay que apuntar, de entrada, todo
lo que tenga relación con el tema
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No valorar las ideas inicialmente (mayor o menor rango). Hay que centrarse
en el proceso de búsqueda
No es necesario preocuparse por el estilo con que las escribo, ni intentar
completar las ideas al máximo
Tampoco hay que preocuparse de la corrección gramatical, ni ortográfica, ni
de la presentación, pues nadie va a leer el borrador
Releer lo que se va escribiendo ayuda a generar otras ideas
Consideramos muy importante el trabajo con el alumnado de esta fase, pues son
muchos los alumnos y alumnas que afrontan la elaboración de un texto de forma
automática escribiendo las ideas conforme se les van ocurriendo. Los resultados ya los
conocemos: estamos cansados de leer textos caóticos donde se nos presenta una lluvia
de ideas sin ningún tipo de hilazón, tachones, frases entremezcladas…. y la justificación
típica: lo he puesto todo.
Para la selección de las ideas, vuelven a ser importantes algunos de los aspectos ya
trabajados en la fase de contextualización, relacionados con el objetivo, con el tema o
con el receptor. Así, si un alumno o alumna van a redactar una pregunta de examen, a la
hora de seleccionar las ideas, tendrá presente aquellas ideas que el docente –receptor del
texto- consideró más importantes cuando explicó el tema o las que mejor responden al
enunciado de la pregunta….
Una vez seleccionadas las ideas que se van a utilizar, plantearemos al alumnado la
necesidad de organizarlas según una estructura. Debemos de saber, en este sentido, que
el alumno y la alumna ya instruidos en el programa de comprensión lectora asumirán
muy comprensivamente esta fase, pues han debido de interiorizar la importancia de
conocer la estructura de un texto para su comprensión.
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Cuando los alumnos y alumnas han terminado esta reflexión, les plantearemos que
construyan el esquema correspondiente, utilizando para ello las ideas seleccionadas y la
estructura u organización interna elegida. El formato podrá ser aleatorio, tan útil puede
ser el tradicional esquema de llaves como el mapa conceptual, al que ya nos hemos
referido en el capítulo quinto, quizás este último tenga la ventaja de propiciar de forma
más clara la reflexión sobre las conexiones lógicas entre las ideas.
d. Distribución en párrafos.
Es decir, ante un texto sin párrafos o con los párrafos muy amplios la persona que
lee sentirá un cierto rechazo y, además, si los párrafos están utilizados sin ningún
criterio temático o de organización de las ideas, se le hará más dificultosa la
comprensión del mismo.
Por lo tanto, aunque en el uso de los párrafos difícilmente podemos encontrar una
normativa fija, nos parece adecuado ofrecer al alumnado algunas orientaciones para su
utilización. Por ejemplo:
Con estas orientaciones u otras similares pediremos a los alumnos y alumnas que
distribuyan las ideas seleccionadas por párrafos, teniendo en cuenta simultáneamente el
concepto de estructura.
Redactar el borrador de un texto supone concretar por primera vez todo el plan
elaborado en las fases anteriores. Esto quiere decir que el texto previsto va a ir tomando
forma teniendo en cuenta el objetivo con el que se ha proyectado, el receptor al que va
dirigido, las ideas seleccionadas y la organización interna previamente establecida.
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Además, se ponen en juego en esta fase todos los aspectos que tienen que ver con la
cohesión del mismo, las conexiones entre las distintas ideas, el uso de las estructuras
sintácticas, la elección del vocabulario…..
Es importante que el alumnado sea consciente, por una parte, de que ese primer
intento tendrá un carácter inevitable de provisionalidad y que deberá de ser sometido a
una posterior revisión antes de darle el formato definitivo y, por otra, de que, cuanto
mayor sea el desarrollo de su competencia, más cerca estará el borrador del texto final.
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Con este escenario de fondo no nos puede sorprender que uno de los problemas
fundamentales con que nos encontramos los docentes en nuestra práctica cotidiana sea
la incapacidad de los alumnos y alumnas para mantener la atención durante un tiempo
no excesivamente largo.
En este sentido, entendemos que el desarrollo de una exposición oral pasa por
dos momentos.
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ANTES DE LA EXPOSICIÓN
En primer lugar, el docente debe de tener muy claros los objetivos que pretende
con el tema, y lo que entiende que es fundamental que el alumno y la alumna integre del
mismo, pues esto hará que el planteamiento de su exposición se oriente de una forma
determinada.
DURANTE LA EXPOSICIÓN
En primer lugar, es útil establecer un diálogo con el grupo clase con el fin de
activar las ideas previas que sobre el tema puedan tener los alumnos y alumnas. Para
ello podrá valerse del título general del tema o de algunos de los conceptos básicos que
lo soportan y que fueron seleccionados en la fase de preparación.
En segundo lugar, una vez presentado el tema, deberá explicar al alumnado los
objetivos que se pretenden con la exposición, es decir, que es lo que debe el alumnado
aprender del tema y qué utilidad tendrá para él.
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A todo esto debemos de tener presente que, dado en el nivel educativo en que
nos encontramos, adaptaremos la extensión de las exposiciones al mismo, no debiendo
superar éstas los quince minutos de duración.
LA TOMA DE APUNTES
Se nos aparece ahora el binomio oír y escuchar. Cuántas veces nos quejamos de
que los alumnos y alumnas no son capaces de escuchar ni siquiera una simple
instrucción. En el caso de una breve exposición, la mayoría oyen, pero no escuchan o lo
hacen con intermitencia, sin ser capaces de seguir el hilo de la explicación.
Hecha esta salvedad, nuestro objetivo sigue siendo captar la atención del
alumnado e intentar que mantenga el mayor tiempo posible una actitud de escucha
activa. Ciertamente, muchas de las estrategias comentadas anteriormente en la
exposición del docente van a favorecer esto, al menos, en un número apreciable de
alumnos y alumnas.
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Para empezar, qué supone tomar buenos apuntes. En realidad estamos ante un
proceso de comprensión de un texto, oral en este caso, por lo tanto no estaremos
exigiendo habilidades muy distintas a cuando proponemos al alumnado la comprensión
de un texto escrito.
Esto es, un texto escrito permite a la persona que lee la posibilidad de volver
sobre él tantas veces como sea necesario, mientras que un texto oral, no: verba volant,
scripta manent. (22) Esta es la razón por la que en la fase de exposición oral del docente
poníamos el énfasis en el ritmo no rápido de la misma, adaptándose a las necesidades
del alumnado, sobre todo si se encuentra en los primeros niveles de la etapa y, por lo
tanto, presenta un menor dominio de las habilidades requeridas.
Tras esta breve reflexión, nos parece útil la descripción de un sencillo protocolo
que nos permita plantear con una cierta sistematicidad y orientación la toma de apuntes
al alumnado. Al mismo tiempo, como ocurre con la enseñanza de cualquier
procedimiento, entendemos que la práctica continuada del mismo nos debe de llevar a
la automatización de sus pasos y, por extensión, a su dominio progresivo.
1. Una vez planteados a los alumnos y alumnas los objetivos de la charla, les
recordaremos que los conceptos e ideas esenciales estarán muy en relación con la
estructura del texto.
2. Pediremos al alumnado que, al menos en proceso de instrucción inicial las notas
las tomen con lápiz, con el fin de que los apuntes tomados puedan ser corregidos o
completados en un paso posterior.
3. Una vez finalizada la exposición, plantearemos un cuestionario de preguntas
significativas, es decir, aquellas donde se recoja lo esencial del tema expuesto.
4. Aunque el cuestionario se puede resolver de forma individual, analizando cada
uno de los alumnos y alumnas sus propios apuntes, entendemos que puede ser muy
útil plantear cada una de las preguntas al grupo clase y que sean los alumnos y
alumnas los que vayan resolviéndolas de viva voz, enriqueciendo de esta forma los
apuntes de los demás compañeros y compañeras.
5. Posteriormente podemos pedir al alumnado que, con la información tomada,
intenten construir un mapa conceptual. En este sentido, y dependiendo del nivel y
del manejo del alumnado en su uso, podremos presentárselo en formato “mudo” o
“semimudo” con el fin de que sea el alumnado el que acabe de confeccionarlo.
6. Finalmente, tras una puesta en común sobre los mapas realizados, propondremos
la redacción de un texto con lenguaje expositivo extraído del propio mapa.
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En este sentido, la práctica en el aula desde las distintas asignaturas nos ofrece
diversas oportunidades para hacerlo: resumir un texto o un tema, comentar un texto,
realizar trabajos monográficos, redactar textos sobre un tema determinado, realizar
pruebas o exámenes….
Queremos decir que todas las asignaturas pueden facilitar al alumno y la alumna
la realización de actividades de este tipo y, por lo tanto, la posibilidad de evaluar al
alumnado en algunas de las habilidades que hemos venido trabajando en los dos
procesos descritos.
Una evaluación de los dos procesos asumida desde todas y cada una de las
asignaturas del currículo nos parece muy positiva, en primer lugar, porque el alumno y
la alumna asumirán con más facilidad la utilidad de los procedimientos que aprende –ya
no se les evalúa tan sólo desde la asignatura de lengua-, en segundo lugar, porque si esa
evaluación les reorienta continuamente los procesos, su aprendizaje será mas rápido y
efectivo.
COMPRENSIÓN LECTORA
EXPRESIÓN ESCRITA
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Por último, nos gustaría hacer una breve reflexión sobre los exámenes. No todas las
pruebas que hoy se proponen al alumnado en las distintas asignaturas favorecen la
evaluación de las habilidades señaladas. Es verdad que no todas las pruebas se plantean
con los mismos objetivos, como es verdad que la naturaleza de los contenidos
condiciona en muchos casos el formato de la prueba o del examen.
También somos conscientes de que, en apariencia, hay asignaturas, que por sus
características debieran ser más proclives a la elaboración de exámenes donde los
procesos de comprensión y expresión tengan un mayor protagonismo: lengua y
literatura, ciencias sociales, ciencias naturales….
Sin embargo, no dejan de ser tópicos que tienen su origen en concepciones muy
simplistas del proceso de enseñanza, sobre todo, si se asume la transversalidad necesaria
de los dos procesos. Además, debemos de tener claro que desde asignaturas en teoría
muy proclives se puede apostar por formatos de exámenes donde el alumno y la alumna
hagan un uso escaso de sus habilidades comprensivas y expresivas, y viceversa.
Queremos decir que la clave debe de estar en una concepción compartida más
abierta donde se asuma con carácter interdisciplinar los dos procesos. A partir de aquí
será fácil llegar a acuerdos donde la expresión y la comprensión tengan un mayor
protagonismo.
No podemos olvidar que aspectos como la elevada carga horaria o una ratio
excesiva no favorecen precisamente la puesta en marcha de estos acuerdos. Pero
tampoco olvidamos que el progreso de nuestros alumnos y alumnas en las habilidades
que conllevan la comprensión y la construcción de textos no se pueden producir si no
los introducimos en nuestros formatos de examen, al menos de una forma parcial.
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Por lo tanto, desde el punto de vista del enunciado esas preguntas no facilitan la
interiorización de las relaciones lógicas que existen entre las ideas –comprensión-, ni la
construcción de un texto coherente donde haya una organización interna –estructura-
que recoja esas relaciones –expresión-.
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Las respuestas del alumno o la alumna también son muy sintomáticas. Al menos
en dos aspectos. Por una parte podemos observar que el alumno o la alumna no ha visto
la relación causal que, pretendidamente, aparece en la pregunta; por otra, la respuesta
del alumno o la alumna se hace a partir del formato guión-idea, algo que sugiere el
propio planteamiento de la pregunta.
Este segundo modelo de examen plantea preguntas de distinto tipo que recogen
la definición de un concepto o relaciones causales, comparativas, descriptivas….Sin
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EPÍLOGO
Apasionante porque los proyectos que nacen individuales sólo pueden crecer
cuando se van convirtiendo en colectivos, y necesario, porque cualquier intento de
mejorar la calidad de la enseñanza, el nivel autónomo de aprendizaje en nuestros
alumnos y alumnas pasa por un mayor desarrollo de la competencia comunicativa, una
mejora sustancial en la actitud y aptitud del alumnado ante el texto escrito, tanto en el
nivel comprensivo, como en el expresivo.
Largo es el camino, difícil cada paso, pero, acaso no exista otra solución que no
sea andarlo en compañía……
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BIBLIOGRAFÍA
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