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El hombre es un ser social, porque tiene proyección y trascendencia hacia la esfera del
espíritu.
Aristóteles, en su política, trae un pasaje que suele servir de punto de arranque para todo
orden de consideraciones atinentes a la determinación de la naturaleza social del hombre:
aquel pasaje en el cual se establece que el hombre es un ser social y el más social de
todos los seres.
Así se considera que la comunidad hace hombre al hombre. Y esto aclara su dicho
proverbial, que caracteriza al hombre como un animal político, como animal social, con la
afirmación correlativa de que fuera del estado, es decir de la sociedad perfecta, solamente
puede vivir un animal o un dios.
Las primeras características que distinguen al hombre de los demás seres vivos, los
utensilios, acusan ya un decidido carácter social. La transmisión de la habilidad de
fabricar y usar herramientas no se hace mediante la vía biológica, la herencia, sino a
través de las sociedad, por medio de la enseñanza. La cacería de animales grandes,
exige forzosamente la colaboración organizada, de grupos humanos considerables. El
lenguaje es también demostración de una convivencia estable.
¿Sería posible afirmar que el hombre actual, mucho más desarrollado que el primitivo,
podría existir sin la sociedad? De ninguna manera. Cada uno de los instrumentos que
utiliza el hombre actual es parte de la relación de la sociedad a través del conocimiento
acumulado a lo largo de generaciones de operarios, técnicos, científicos, usuarios. En la
sociedad moderna, la mayor parte de lo que consume un individuo no ha sido producido
por éste, y lo que produce, en su totalidad, es consumido por otros.
La sociedad ejerce una gran influencia en sus integrantes. El niño y también el adulto
reciben conocimientos, normas de conducta, en una palabra, el ambiente humano que los
envuelve.
A través del tiempo se han presentado muchas formas distintas de organización social. El
término mismo “sociedad” se emplea para muchos tipos diferentes de agrupación
humana: se habla de sociedades mercantiles, o de filantropía; los partidos políticos son
sociedades en el sentido de construir agrupaciones organizadas con fines específicos,
etc. Aquí se toma por sociedad su forma más amplia y general, el conjunto de personas,
organizadas establemente, que poseen sus propias instituciones y que interaccionan
regularmente con el fin de procurarse los bienes que consumen.
El campo económico es aquel que dentro del conjunto del acontecer histórico, sigue en
grado de proximidad al de la relación del hombre con la naturaleza, organizada e
incorporada en la técnica. La economía se refiere al conjunto de las actividades dirigidas
hacia el fin de su mantenencia física. El hombre, como todos los seres vivientes es un
individuo biológico que necesita alimentarse y satisfacer una serie de otras necesidades
elementales, exigidas por su condición animal.
En determinadas sociedades “todos hacen todo”, con muy escasa diferenciación entre sí.
La otra forma fundamental de sociedad, desde este punto de vista, es la de división social
compleja del trabajo, en que distintos miembros de la sociedad se dedican
permanentemente a actividades específicas entre las cuales debe existir y existe una
colaboración permanente organizada.
Se denomina así a las fuerzas de que se vale la sociedad (trabajo y capital) para influir en
la naturaleza y transformarla. Esto incluye el trabajo realizado con las herramientas y
utensilios más simples, hasta las computadoras más refinadas. Incluye también el trabajo
intelectual, es decir los conocimientos, las habilidades y las costumbres de los hombres.
Estos dos elementos constituyen las fuerzas productivas, instrumentos y los hombres que
los inventan y utilizan, se aplican sobre determinadas condiciones naturales, en su estado
original o modificado ya por la acción humana.
Por eso las fuerzas productivas (trabajo) son los medios de producción creados por la
sociedad y, ante todo, los instrumentos de trabajo, así como los hombres que los ponen
en acción y producen bienes materiales.
http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020115361/1020115361_006.pdf