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Competencias profesionales.

Herramientas para la evaluación: el


portafolios, la rúbrica y las pruebas
situacionales
Pozo Flórez, J. A. del (2012).
Competencias profesionales. Herramientas para la evaluación: el portafolios, la rúbrica y las
pruebas situacionales
(Madrid, Narcea formación) 139 pp.
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En un mundo cuyos avances son imparables y hasta impensables, con la sociedad del
conocimiento en constante expansión, el tema que aborda este libro es de rabiosa
actualidad, y hasta de necesidad primaria. La necesidad de utilizar adecuadamente las
habilidades y destrezas personales nos lleva a la competencia profesional como medio de
realizar la formación en un determinado trabajo, sea en su dimensión inicial o continua.
Con cinco capítulos, un glosario y la pertinente bibliografía, la obra comienza por
reconocer la importancia del capital humano en el desarrollo social y económico.
Por ello declara como finalidad del libro el mostrar un conjunto de herramientas, de
técnicas y de instrumentos, que faciliten la evaluación y el reconocimiento de las
competencias profesionales de las personas tanto en las instituciones educativas, como en
su puesto de trabajo.
Y es que evaluar competencias es igual que recoger información acerca del desempeño
de un aprendiz para valorar su formación por medio de un conjunto de indicadores
seleccionados previamente.
Por ello, se centra en primer lugar en la acotación del concepto de competencias de forma
clara, sintética y precisa. Señala en ellas sus elementos principales (capacidad, acción,
contexto), los modelos que las estudian, las diversas clasificaciones de las mismas, para
desembocar en el modelo español de competencias derivado del modelo inglés que
especifica las realizaciones profesionales y los criterios de realización exigidos. Además la
evaluación de competencias profesionales debe basarse en principios como eficacia,
flexibilidad y validez, buscando obtener evidencias de desempeño obtenidas con algún
instrumento que evalúe tanto competencias profesionales específicas, como transversales.
Una vez obtenidas las evidencias, es necesario incluirlas en una carpeta específica que las
contenga y que recibe el nombre de portafolios. Ello ocupa el segundo de los capítulos y
su función es satisfacer tres grandes necesidades de las organizaciones actuales:
aprender a lo largo de la vida, gestionar las competencias personales y profesionales y la
empleabilidad. Esta carpeta o portafolios viene a ser una colección de documentos, en
diferentes soportes que documenta los conocimientos, las experiencias y las competencias
de la persona; en suma, una especie de currículum ampliado. Suele dividirse en espacio
personal y espacio académico. Debe ser elaborada por el alumno o por el profesor y, en
función de para qué se utilice, existen diversos tipos: de aprendizaje, de presentación, de
trabajos, de competencias, de evaluación…y se presentan con tres niveles de profundidad
que describe en criterios previos facilitando la forma realizada, sea en versión impresa o
digital.
Una forma válida y técnica de evaluación es la utilización de rúbricas. La rúbrica es una
matriz de valoración que mide la competencia de alumnos en una tarea concreta. Sus
ventajas pueden resumirse en el conocimiento previo de los aprendices, de los niveles de
logro pedidos y de los criterios de valoración de los mismos, reduciendo la subjetividad de
la evaluación.
Los tipos de rúbricas pueden ser holísticas o analíticas según evalúen la totalidad del
proceso o producto o las partes que lo componen. Las fases en el diseño y la aplicación de
una rúbrica son: determinar el aprendizaje que se quiere medir, el tipo de rúbrica que se
quiere usar (analítica para evaluación formativa u holística para evaluación sumativa);
decidir los niveles de valoración de cada criterio; los niveles de desempeño; construir una
tabla que contenga los aspectos que se van a evaluar, probar la utilidad del instrumento,
pedir al alumno que se autoevalúe aplicando la rúbrica y, finalmente realizar una entrevista
contrastando los resultados del evaluador y del estudiante. El autor ejemplifica varias
rúbricas como: autoevaluación y evaluación del portafolio; evaluación del diario de
aprendizaje; evaluación de una presentación oral; evaluación de trabajos escritos y
evaluación de la contribución de una persona al trabajo en equipo.
El cuarto capítulo se dedica a las pruebas situacionales para evaluar competencias
profesionales. Entiende que una prueba situacional es plantear una tarea relacionada con
las tareas específicas de un perfil profesional y tiene por objetivo observar cómo se
desenvuelve cada participante en ella. Su diseño y aplicación suelen ser bastante
complejos pero pueden evaluar a varias personas y varias competencias a la vez. Entre
los tipos de pruebas situacionales señala el libro los de ejecución laboral, el juego de roles,
el estudio de casos, la bandeja de entrada o “in basket” y ejercicios de presentación.
Se señalan los pasos para construir una de estas pruebas y para su validación y
aplicación. También presenta un ejemplo para el desarrollo de proyectos de dinamización
cultural.
El último capítulo desarrolla un caso práctico: la carpeta de competencias del crédito
formativo de Técnico Superior en animación sociocultural y Turística: actividades en la
Naturaleza. Para ello, señala dos unidades de competencia y dentro de cada una describe
pormenorizadamente las realizaciones profesionales y el contexto de producción; luego
describe los resultados de aprendizaje y secuencia los contenidos. Presenta tablas para
que alumno elija un nivel de competencia (básico, intermedio o avanzado) y en él señala
las tareas o productos que le corresponden. Finaliza con una rúbrica para la evaluación del
proyecto. El libro termina con un glosario de los términos más novedosos utilizados.
Se trata de una apretada síntesis que pone al alcance del profesorado de cualquier nivel
educativo avances didácticos, metodológicos y evaluadores de última generación de una
forma sencilla, aplicada y asequible. Muy interesante para los formadores de profesorado,
de módulos de formación profesional y de todos cuantos aspiren a realizar la evaluación
de su trabajo de forma técnica, rigurosa y transparente.
Isabel Cantón Mayo

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