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Revista Estado y Políticas Públicas Revista Estado y Políticas Públicas, Año 4 No. 6

La estetización del mundo : Vivir en la


época del capitalismo artístico. Gilles
Lipovetsky & Jean Serroy (reseña de libros)

Ricci Cernadas, Gonzalo


Buenos Aires : FLACSO. Sede Académica Argentina.

Ricci Cernadas, Gonzalo. 2016. La estetización del mundo : vivir en la época del capitalismo
artístico. Gilles Lipovetsky & Jean Serroy (reseña de libros). Revista Estado y Políticas
Públicas, 4 (6): 191-195.
http://hdl.handle.net/10469/8868
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RESEÑAS DE LIBROS
Book Reviews
TÍTULO
La estetización del mundo.
Vivir en la época del capitalismo artístico.
Gilles Lipovetsky & Jean Serroy.
Editorial Anagrama, Buenos Aires, 2015.
(1ra edición. 403 páginas. ISBN 978-84-339-6375-8). Traducción de Antonio-Prometeo Moya.
Gilles Lipovetsky & Jean Serroy, Aestheticization the world. Living in the era of artistic capitalism.
Editorial Anagrama, Buenos Aires, 2015, 403 pages.

Por Gonzalo Ricci Cernadas*

Fecha de Recepción: 20 de enero de 2016.


Fecha de Aceptación: 17 de marzo de 2016.

Palabras clave: Lipovetsky, Capitalismo, Arte.


Keywords: Lipovetsky, Capitalism, Art.

* Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Maestrando en Teoría Polí-
tica y Social de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Se desempeña como Ayudante de Primera en
la materia de Filosofía, de la misma carrera. Correo electrónico: goncernadas@gmail.com
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Gonzalo Ricci Cernadas “La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico.”

La presente obra de Gilles Lipovetsky y Jean por último, la era transestética, con lógicas de
Serroy, editada en su idioma original en 2013, comercialización e individuación extremas, en
comienza con una afirmación tan austera la que las vanguardias extremas se insertan en
como precisa: “el capitalismo no tiene buena el orden económico, primando la inflación es-
imagen” (2015: 7). La difundida caracteriza- tética, la hiperabundancia, la hipertrofia, más
ción del capitalismo como aquello que todo democrática y más individualista.
lo barre, sin distinciones ni miramientos, con El capitalismo, a la luz de lo descripto
una arrolladora violencia ejercida desde su anteriormente, parecería un Jano de dos ca-
fuerza homogeneizadora, destructora de rela- ras: estiliza las esferas de la vida cotidiana al
ciones sociales, que hace imposible discernir mismo tiempo que crea un paisaje caótico de
nada, ya nos barrunta la posición de los auto- envergadura mundial. Con ello se destaca algo
res: la de, precisamente, discutir y confrontar esencial: la dinámica del capitalismo no es sólo
con esta mentada imagen. ¿No será que, antes positiva, sino que inhiere un elemento necesa-
que tender a un estado de atrofia permanente, riamente negativo. Subrayar sus posibilidades
el capitalismo es capaz de acoger la heteroge- y sus límites, sus aportes y sus fracasos, ese es
neidad en su seno bajo la forma de un modo el objetivo que los autores pretenden en este
de producción estético? libro.
Este “capitalismo transestético”, tal como Así, el primer capítulo busca entonces di-
lo definen los filósofos franceses, no nace, por lucidar qué es el capitalismo artístico. “Capita-
supuesto, ex nihilo, sino que es producto de un lismo” y “arte” son, en efecto, dos términos de
devenir histórico de la estetización del mundo, un binomio que requiere mayor explicitación.
conceptualizado bajo cuatro modelos “puros”: El capitalismo artístico data recién de fines del
primero, la estetización ritual, propia de las siglo XIX, y con ello se advierte que ha sido la
sociedades primitivas, signada por una confi- propia era hipermoderna la que ha necesitado
guración donde lo estético no se diferencia de del arte para su propensión como elemento
la organización religiosa y ritual, esto es, sin indispensable del desarrollo industrial. Así,
portar una intención autónoma; segundo, la el tándem re-traduciría sus términos bajo la
estetización aristocrática, ubicada temporal- proposición siguiente: lo lógica empresarial
mente desde fines de la Edad Media hasta el lucrativa que se ha empalmado dos-à-dos con
siglo XVIII, verdadero momento secular, en el la sensibilidad y lo imaginario propio de lo
cual lo estético comienza a adquirir una dig- artístico. “Economía cognitiva”, “capitalismo
nidad propia, siendo propulsado no por una inmaterial”, “capital simbólico”, son apenas
lógica económica, sino por una lógica social algunos conceptos que, por sinonimia, dan
que responde al poder, a la teatralización y al cuentan de un nuevo fenómeno particular del
imperialismo; tercero, la estetización moder- capitalismo. Pero a grandes rasgos, el capita-
na del mundo, que data en los siglos XVIII y lismo artístico podría ser caracterizado por las
XIX, coincidente con la expansión de la socie- siguientes lógicas: primero, la integración del
dad de consumo, de la democracia, junto con orden del estilo, la seducción y la emoción en
el desarrollo de una esfera artística cada vez los bienes destinados al consumo comercial;
más compleja, horra de los antiguos poderes segundo, la generalización de la dimensión
religiosos y nobiliarios, plagada de contradic- empresarial de las industrias culturales y crea-
ciones: por un lado, el nacimiento del arte que tivas; tercero, la novel superficie económica de
desprecia el mundo burgués y los placeres pe- los grupos dedicados a las producciones do-
cuniarios, el arte puro, l’art pour l’art, y, por el tadas de un componente estético; cuarto, el
otro, un arte revolucionario, “para el pueblo”; sistema que desestabiliza antiguas jerarquías

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artísticas y culturales a la vez que imbrica las ses históricas del capitalismo de consumo, el
esferas artísticas, económicas y financieras. El presente capítulo se aboca a las dos primeras.
dominio estético se ha incrementado y ello se Así la primera fase abarca desde el primer siglo
hace visible en la heterogeneización estética en del capitalismo de consumo hasta la Primera
el diseño y su generalización en las industrias Guerra Mundial, la cuna de las principales y
de consumo, la moda e industria cultural, la mayores estructuras del capitalismo estético:
aceleración de los cambios de estilo, la explo- los grandes almacenes que, magníficamente
sión de los lugares de expresión artística, el decorados, crean una colorida atmósfera dio-
aumento de precio de las obras de arte y el cre- nisíaca, la importancia otorgada a la fachada,
cimiento exponencial de su consumo. La “hi- y en especial a su tipo más comercial, el esca-
permodernidad” es la época de la hibridación parate, que ubica los artículos en una puesta
artística, de la mezcla de géneros, mientras que escénica teatral, un espectáculo que, si bien
al mismo tiempo el arte es gestionado como reduce la distancia táctil con las cosas, inten-
una industria a gran escala y a mercados trans- sifica exponencialmente su relación visual. Los
nacionales: aumento de productos artísticos objetos de consumo se ven envueltos ahora en
y la concentración de las ganancias en pocas un aura etérea, signo del avance de la fetichi-
multinacionales, la financiarización de mun- zación. En la moda se atestigua algo similar:
dos de componentes estéticos, el insoslayable surgen los imponentes desfiles, la alta costu-
marketing. Y es, también, la multiplicación de ra no se separa de la espectacularización, el
los trabajos vinculados a lo artístico: produc- modisto que goza de reconocimiento público
to de la necesidad de la economía del hiper- firma sus propios modelos, que son confeccio-
consumo, el arte deviene profesión, el arte se nados a contracorriente de la lógica industrial.
democratiza: es la era de la igualdad de opor- Y es que, precisamente, esta primera fase halla
tunidades. En este sentido, se trata de advertir distinguida arte e industria, creación y serie,
que este fenómeno del capitalismo transestéti- calidad y cantidad: la faz estética del capita-
co no es una revigorización del mismo espíritu lismo es apenas secundaria, encerrada en lí-
del capitalismo reconocido por Max Weber y mites estrechos de la vida económica y social,
reformulado por Luc Boltanski y Ève Chiape- siendo su carácter eminentemente restringido.
llo: atrás ha quedado el espíritu capitalista que Allí radica la diferencia con la segunda fase,
postulaba una conducta racional que tenía su que abarca de los años cincuenta a los ochen-
alfaguara en creencias y prácticas religiosas, el ta, en la que la lógica artística adquiere fuerza
nuevo espíritu ha centrado su valoración en económica y superficie social: los diseñadores
el goce material, el hedonismo del bienestar, intervienen activamente en la elaboración del
la diversión y el ocio. Y son estas normas he- producto, cuya apariencia pasa a tener un esti-
donistas las que el capitalismo transestético lo teatral comercial, donde los centros comer-
ha permitido difundir a lo largo de todas las ciales, con su tiempo suspendido, ocupan el
capas sociales con el ideal de autorrealización lugar de los grandes almacenes, donde el cine
como basamento. hace soñar al mundo entero. Cimentado en la
Con el segundo capítulo se inicia un ra- segunda Revolución Industrial, ahora la pro-
conto destinado a historizar el fenómeno del ducción está destinada al derroche, la obsoles-
capitalismo transestético. Efectivamente, cencia programada, no ya dirigida a las clases
como ya lo subrayamos, si éste no surgió de altas, sino que a toda la sociedad, en una de-
la nada ¿cuál fue su desarrollo histórico? De mocratización explosiva. Así, se constituye un
las tres fases del capitalismo estético que ha capitalismo artístico extenso.
habido, y que se corresponden a las tres fa-

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Gonzalo Ricci Cernadas “La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico.”

El capítulo tercero, intitulado “Mundo manentemente experiencias vividas, no ya


diseño”, se aboca a la tercera fase del capita- concibiendo el universo del espectáculo como
lismo artístico, inaugurada a partir de los años el de la ilusión, sino como el de la realidad
ochenta, correspondiente a la tercera Revolu- aumentada, la hipersensación; una avalancha
ción Industrial, y marcada por la informatiza- de imágenes y estructuras mercantiles y cul-
ción, la producción computarizada y la robó- turales que mueven presupuestos ingentes,
tica. La fase III aparece cuando el modelo de que buscan producir estímulos inmediatos; la
producción fordista ya no compatibiliza con estelarización general de la cual todo ámbito
las necesidades y demandas de los consumi- es susceptible, y no restringida solamente a las
dores ahora pertrechados ni con los nuevos estrellas del cine y la música; la organización
imperativos de comunicación y comercializa- de grandes y apabullantes espectáculos, sin te-
ción de los productos. La diversificación y la ner raíces en una sociedad religiosa ni en jerar-
fabricación de productos a medida del consu- quías nobiliarias ostentosas, sino que en una
midor son la piedra de toque de un capitalis- sociedad comercial de entretenimiento masi-
mo de hiperconsumo, que renueva permanen- vo. Todo es atrapado por el hiperespectáculo:
temente la oferta, hace proliferar la variedad las pasarelas, el deporte, las videoclips, todo es
e hipertrofia la diferenciación marginal de los atraído hacia esa vorágine caracterizada por el
productos. El diseño rige ahora las necesida- gigantismo, el exceso, el choque visual, la pro-
des de un mercado que atrapa a todo el globo, vocación y la abyección, donde lo propiamen-
donde las identidades nacionales no desapare- te kitsch deja de ser objetual y se centra en la
cen, sino que se incorporan a esa lógica que experiencia variada y entretenida.
aumenta la capacidad decisoria del consumi- El capitalismo transestético excede, así, lo
dor, donde lo limitado se vuelve ahora frugal, propio del entretenimiento, del espectáculo y
donde el starsystem se extiende al diseño y a la lo visual, y también da forma a nuestro entor-
arquitectura, donde la oferta coincide con los no, nuestro espacio en común, lo que se tra-
valores individualistas pluralistas imperantes. duce en efectos materiales en las ciudades y su
Se procede entonces con el cuarto capítulo, arquitectura. Precisamente, el quinto capítulo
que se aboca a estudiar cómo ciertos sectores está destinado a analizar este fenómeno. Las
de la industria creativa transforman el mundo zonas comerciales se revalorizan y se reconfi-
de las imágenes, la diversión y la vida cotidia- guran los accesos a las ciudades y los cascos
na. En rigor, cabe concluir que el capitalismo urbanos, que invaden la propia zona de la pe-
de consumo invierte en arte por doquier, dan- riferia. La lógica estético-espectacular rebalsa
do lugar a una sociedad del hiperespectáculo, los límites del mall y se extiende: la ciudad en
del entretenimiento sin fronteras. Ocho ejes sí misma se torna una ciudad-shopping: todo
hacen a esta sociedad: si bien se desarrolló se monetariza. Frente a esto, florecen en los
con el nacimiento y triunfo de la televisión, se espacios urbanos instalaciones de arte al aire
constituyó con la proliferación de las pantallas libre, espacios lúdicos, de entretenimiento
inteligentes; coincidió con un consumo desre- gratuito que aportan una libertad crítica frente
gulado, descoordinado y desincronizado de los al formato unívoco comercial. Al son de ello,
contenidos televisivos; la cruza de las esferas el patrimonio histórico se encuentra sujeto a
culturales, artísticas y del entretenimiento; el una recuperación, que enfatiza también la ne-
público se considera él mismo como un ac- cesidad del consumo turístico de las obras del
tor, y los individuos se piensan en términos pasado y la creación de museos. El capitalismo
de imagen y se ponen en escena frente a las de consumo se expande bajo un ideal hedonis-
redes sociales o ante las cámaras; generar per- ta y lúdico, en donde las masas parecen gozar

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por primera vez un acceso individualista y de- rentes entre sí. Esto es lo que impide afirmar
mocrático: ha nacido el homo aestheticus de la que el capitalismo transestético sea reductible
era del hiperconsumo. Un consumidor ya no al hedonismo sin más: conminaciones educa-
centrado en lo funcional del producto, sino en tivas, ecológicas, sanitarias y de eficacia se le
los valores hedonistas, emocionales y estéticos. oponen al presente vivencial del individuo que
Esto está muy lejos de la tan mentada tesis de busca satisfacer sus placeres. Sin duda, el capi-
la pauperización de lo bello, se trata, antes talismo transestético y el individualismo han
bien, de la democratización de las aspiracio- convertido la ética estética en el ideal de vida
nes y las experiencias estéticas. Así, masas, de- dominante, pero no por ello posee una preten-
mocratización y consumismo, aparecen todas sión hegemónica, pues la vida moral y el orden
bajo la misma égida, expresión de la sociedad democrático impiden el reinado de un esteti-
transestética actual. Y es la calidad la que corre cismo absoluto. Es necesario reconocer formas
en paralelo a la cantidad: en este sentido, se de la ética estética que conviven por igual en
reivindica la calidad de vida de las ciudades, a la sociedad hipermoderna: una que remite a
fin de hacerlas más habitables y más amigables la diversión, a la dimensión lúdica sin memo-
con el medioambiente, y que, aun así, tienden ria ni coto, en la que la novedad es un fin en
a un trazado suburbano que si bien es confor- sí mismo; otra correspondiente a los placeres
table, resulta en una petrificación ausente de más dóciles, de calidad sensitiva y emocional.
vida. Ante ello, la casa aparece como el reduc- Ambas están llamadas a desarrollarse simultá-
to de la individualidad, la define singularmen- neamente. He aquí lo agudo de la observación
te. Pero al contrario de lo que podría colegirse, realizada por autores a lo largo del presente
en el individualismo hipermoderno se aviene trabajo: evitar demonizar in toto el capitalismo
una expansión social de las prácticas de expo- artístico y al mismo tiempo sortear una salida
sición de los sujetos, que busca participar y utópica al consumismo. Antes bien, reconocer
comunicar: un yo transestético expresivo que que la estetización del mundo promovida por
no se encuentra basado en una introspección. el capitalismo artístico se sitúa en la andadura
Pero no se trata de permanecer en un aná- misma de la humanidad, y que es precisamen-
lisis fenoménico de las manifestaciones esté- te en sus contradicciones y en sus ambigüe-
ticas de este nuevo capitalismo, sino que es dades donde cabe pensar el ideal de una vida
menester además reparar en ese ideal de vida, buena no apresada por una ética consumista.
esa ética, que subyace al capitalismo transesté-
tico. Esto es exactamente lo que Lipovetsky y
Serroy realizan en un pormenorizado análisis
en el sexto y último capítulo de la presente
obra. En clara continuidad con las corrientes
esteticistas del siglo XIX y XX, que se oponían
a los dogmas religiosos y morales al definir la
buena vida en términos de autorrealización, la
ética estética hipermoderna tiene por corola-
rio la satisfacción inmediata de los deseos. Y
aun así, esta ética no es pasible de ser redu-
cida a un monismo aconflictivo: la hipermo-
dernidad es eminentemente contradictoria
y disyuntiva por mor de las lógicas políticas,
económicas y culturales que ya no son cohe-

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