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Wesemann, Arnd, “Reconstruction and Reanimation.

Reviving Gerhard Bohner”, en Ballet


Tanz, Diciembre 1997.

Reconstrucción y resurrección. Reviviendo a Gerhard Bohner


Traducción: Alejandra Medellín

El pelo cortado al rape y la integridad eran su sello característico. Pero lo que realmente persiste en la
memoria es su dedo índice: las líneas que su dedo trazaba en el espacio parecían crear el escenario
sobre el que se paraba, su cuerpo irradiaba tanta energía que hasta lograba crear una tensión dramática
que por lo general sólo logran los pintores. Kandinsky, por ejemplo, que era su modelo. Su danza
alcanzaba un grado de abstracción cuyo efecto—en ese momento la mayor maravilla—no era abstracto,
sino embriagador. No era una ilusión, sino la concentración del bailarín lo que hacía que la atención del
público se quedara fija en la punta de su dedo índice.

Gerhard Bohner creó las bases de su arte durante el tiempo que estuvo en Darmstadt. En 1974 inició su
peregrinación entre la auténtica reconstrucción y las reposiciones de las danzas de la Bauhaus. Las
coreografías de Bohner Oskar Schlemmer y la danza y Oskar Schlemmer: el Ballet triádico,
representadas en 1977 en la Akademie der Künste en Berlín, fueron intentos de ir más allá de una
reconstrucción literal del modernismo de la Bauhaus. Con Schwarz weis zeigen (1983) y Im (Goldenen)
Schnitt (1989), creó dos solos cuya tremenda densidad conjuró la fascinación mencionada líneas arriba.

Ahora las obras de Bohner están siendo, a su vez, reconstruidas, en parte porque de hecho eran un
experimento de reconstrucción. Cesc Gelabert presentó Im (Goldenen) Schnitt (Yo, la sección áurea)
este verano, e Isabel Fünhausen quiere ser la primera mujer en bailar esta coreografía. A los dos los
mueve el deseo de aprender de Bohner en la misma forma en la que él quería aprender de las Danzas de
la Bauhaus: no se trata solamente de hacer una reconstrucción meticulosa de una obra del pasado;
además sería presuntuoso reclamar la autenticidad de una danza que es una reconstrucción. ¿Por qué
tendría que ser el cuerpo que es el elemento intercambiable de la danza? La prueba de que nada más
que el concepto y tal vez la coreografía de una danza perduran, la podemos ver en la más reciente
reconstrucción hecha por el Tanztheater der Komishcen Oper de Berlín: Libuse Ovosva y Petr Tyc, de
Praga, revivieron Angst und Geometrie de Gerhard Bohner con la música majestuaosa de Walter
Zimmermann. La coreografía fue concebida en 1990, dos años antes de la muerte de Bohner, en el
Hebber-Theater de Berlín, dirigido en ese momento por su gran benefactor, Nele Härtling.

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Gerhard Bohner acuñó el título Angst und Geometrie (Miedo y geometría) para el Ballet de Cámara de
Praga en su visita a Berlín, siguiendo la tesis de Heiner Müller de que el movimiento humano está
motivado por la compulsión a huir; sólo el ordenamiento geométrico de este movimiento permite que la
huida se convierta en danza. Sin importar con cuánta ironía Müller propuso esta tesis, fue aplicada en
forma incluso más irónica por Bohner en la llamada 10 fränkische Tänza-sublimiert für
Stereichquartett, danza folclórica bávara que depende del clima: la parte intermedia fue diseñada
originalmente para ser bailada por cuatro mujeres, la tercera parte, para ser bailada por tres hombres.
Cuando llueve las mujeres bailan afuera, cuando brilla el sol son los hombres los que salen. El humor
puede reconocerse claramente: los bailarines estrella de Bohner aparecen en tutus rígidos como los de
la Bauhaus. En un prinicipio tienen los pies pintados de rojo, después usan zapatillas rojas de punta con
las que recorren la escena como solteronas provincianas asustadas, hasta que finalmente la geometría
los va a atrapando en su red y los hace revolotear de aquí para allá, obligándolos a encontrar el
equilibrio en las puntas de sus pies.

Los movimientos de los bailarines del Tanztheater der Komishcen Oper son exactamente los mismos,
pero—¡oh, reconstrucción santificada!—carecen de vida. Aparecen en escena como bailarines-títeres
que corren el riesgo de parecerse a los clichés de la Bauhaus y nada más. En la misma forma en que los
bloques de apartamentos preconstruidos son la antítesis de los edificios hechos por la Bauhaus, las
danzas de la Bauhaus siguen siendo la antítesis del poder que está dentro de ellas. Las reconstrucciones
son conservadoras, con una excepción: Gerhard Bohner quien, en busca del original, se encontró a sí
mismo.

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