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No nos dejaremos arrebatar la Paz. Rafael Alberti.

PUNTO DE VISTA

ObJEPción
Por Ricardo Villa Sánchez

Con el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto & la construcción de una
Paz Estable y Duradera, se puso fin a un cruento conflicto social, económico y
político armado de más de cinco décadas en Colombia. Sus contenidos, es deber
del Estado implementarlos y su construcción colectiva, es una tarea ciudadana.
Remember: en una democracia el bienestar general prima sobre el particular.

La Paz es una política de Estado que trasciende los gobiernos de turno. Además,
es un derecho humano establecido en la Constitución Política Nacional de 1991
y, por tanto, un mandato del pueblo. Cualquier ajuste que se haga al Acuerdo de
Paz, debe partir del poder constituyente primario, de la idea de transformar el
país, de avanzar en la justicia social, la igualdad y la equidad, necesarios para ir
unidos a la construcción de la Paz y la reconciliación

El Acuerdo de Paz, al interpretarlo la Corte Constitucional y frente a que


organismos multilaterales, sean sus depositarios, además de las normas y
jurisprudencias, que lo han desarrollado, elevaría su rango a las garantías del
bloque de constitucionalidad, que lo hace imperativo. Este tipo de acuerdos son
para cumplirlos de buena fe y crean obligaciones entre las partes, máxime si
reúnen los requisitos de existencia y validez, es decir, se basan, entre otros
asuntos, en el consentimiento auténtico o la libre voluntad de las partes.

El Acuerdo de Paz, inicia un proceso de reconciliación nacional, que pone en el


centro a las víctimas, con base en un sistema integral para realizar los derechos a
la verdad, a la justicia, a la reparación integral y a la garantía de no repetición.
Esto se constituye en la Columna Vertebral de la Lucha Contra la Impunidad, que
se materializa, entre otras instituciones, con la Jurisdicción Especial para la Paz,
basada en el esclarecimiento de la verdad y en diversos dispositivos para la
investigación y sanción de las violaciones a los derechos humanos, las conductas
contra el DIH, los daños de la guerra.
Las razones de conveniencia, expresadas por la Presidencia de la República, en
relación con el Proyecto de Ley Estatutaria de Justicia, tienen una iniciativa
gubernamental, lo que rompería la identidad de lo actuado. En una democracia,
basada en el equilibrio de poderes, las razones de conveniencia, tampoco
deberían ir más allá de lo señalado por el tribunal de cierre constitucional y
mucho menos, por el constituyente primario. También, si se acaba la JEP, por
principio de subsidiariedad, se agotaría el recurso interno, si se deniega, además,
el acceso a la justicia, podría entrar a operar la Corte Penal Internacional.

Desde que el 'Pacificador' de Urabá Rito Alejo del Río, se sometió a la JEP,
inició aportes a la verdad sobre sus arbitrariedades en relación con el conflicto
armado y se apartó de sus auspiciantes, se armó la de Troya ¿Este sería uno de
los detonantes para pretender acabar la JEP? ¿A qué le temen?

Otras preguntas sueltas serían: ¿Qué pasaría si los llamados parapolíticos,


paraempresarios y demás actores claves del conflicto se sometieran
voluntariamente a la JEP, los militares acudieran en forma masiva, los grandes
jefes de autodefensas extraditados, la cúpula guerrillera y sus terceros
colaboradores? ¿Qué pasaría si el Sistema del que hace parte la JEP, tuviera
acceso a todos los archivos de la justicia norteamericana frente a los tratos de
alternatividad penal que han hecho los extraditados, y los contextualizara y los
develara? En vez de estar pensando en hacer trizas los Acuerdos de Paz, ¿por qué
no lo ven como una ventana de oportunidad para avanzar en su implementación
en el desarrollo humano sostenible del país, con el concurso de la sociedad en su
conjunto, y así pasar a la historia, con el legado de profundizar la democracia,
para cerrar el capítulo del conflicto armado?

Ir contra la Paz se constituye en una violación a un derecho colectivo establecido


en la Constitución Política Nacional y en las normas y jurisprudencias que
desarrollaron el Acuerdo de Paz; esto sería incumplir un deber del Estado. Ir en
contra de la Paz sería ir en contra del pueblo e intentar reescribir la historia al
acomodo de los intereses de turno. Ir en contra de la JEP, es arrebatarnos la
esperanza de Paz.

Santa Marta, 16 de marzo de 2019

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