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EDITORIAL

Psiquiatría y neurología: neurociencias clínicas


F. Bermejo-Pareja

El artículo del profesor emérito Demetrio Barcia [1], viejo neu- Aquí conviene resaltar otro punto interesante que Demetrio
ropsiquiatra, como él se define, pone sobre el tapete interesan- Barcia señala muy oportunamente: la inexorable realidad de que
tes aspectos de las neurociencias clínicas. Considero que son el cerebro –nuestro cerebro de Homo sapiens– es el órgano que
varios los aspectos que se pueden destacar. realmente nos hace humanos. Y somos humanos tanto para el
El primero es de origen histórico. El artículo permite el re- neurólogo como para el psiquiatra que puede entrevistarnos. Y
cordatorio de que, hasta hace apenas 20 años, en España existían tenemos que saber más de nuestra historia humana –antropolo-
numerosos neuropsiquiatras asistenciales en el sistema público gía, pues– para entender nuestro cerebro. Neurólogos y psiquia-
que además disponían de una sociedad y una revista de gran tra- tras. Si el cerebro del niño que crece aislado hasta los 12 años
dición... Revista, sociedad y título asistencial desaparecieron co- –aislado en un domicilio o en la selva– no aprende a hablar y no
mo por ensalmo de nuestro panorama médico en la misma déca- alcanza nunca un nivel de inteligencia normal, por poner un
da (años ochenta) en la cual se creaba en Estados Unidos la Aso- ejemplo concreto, está claro que la genética y la biología mole-
ciación Americana de Neuropsiquiatría –ANPA (www.anpaonline. cular no permiten entender por sí mismas el funcionamiento del
org)–. Curiosa coincidencia de dirección antagónica. Sí, he de cerebro de este niño aislado [7]. Existe un ‘exocerebro’, la cultu-
decir como comentario a este hecho que la mermada neurología ra, la cultura de la civilización humana que permite poner en
española de entonces [2] no tuvo responsabilidad en esta desapa- marcha y desarrollar el cerebro humano. Sólo así funciona nues-
rición, salvo por omisión. Desaparición que revela la bien cono- tro cerebro, embebido desde niños en un ambiente humano [7,8].
cida iconoclasia española y la escasa flexibilidad del sistema El modelo biopsicosocial de la psiquiatría actual [9] requiere su
asistencial para incluir subespecialidades médicas. Con esta de- conocimiento por el neurólogo, que muchas veces se recluye en
saparición, neurología y psiquiatría se establecieron entre noso- un armario epistemológico que incluye lesión –a ser posible, vi-
tros como compartimentos estancos. ¿Esto debería ser así en dis- sible con neuroimagen–, manifestaciones clínicas –las motoras,
ciplinas cuyo objeto más importante es el comportamiento y el más comprensibles–, diagnóstico y terapia. ¿Y qué decir de la
cerebro humano? Resulta obvio que no. En varios países (Ale- miríada de enfermos que acuden a nuestra consulta sin patología
mania, Austria, Japón, por citar ejemplos) persiste la neuropsi- neurológica ‘orgánica’? [10] ¿Esta preparado el neurólogo para
quiatría, y neurología y psiquiatría se encuentran más unidas. entender a estos pacientes? Muy probablemente, las herramien-
Entre nosotros comienza a aparecer tímidamente una neurología tas de análisis detallado de alteraciones motoras y las más toscas
de la conducta [3] y existe desde hace años una sociedad de psi- para la precisión de síntomas conductuales y psicológicos con
quiatría biológica –SEPSIQ (www.sepsiq.org/sepb)–. las que el neurólogo aprende la especialidad, no se lo permitan.
El segundo punto que invita a reflexión es la tesis central del En suma, las neurociencias clínicas van a caminar cada vez
trabajo de Barcia. El paradigma dominante actual en la psiquia- más unidas por el pegamento de la neurociencia básica, que ya no
tría es la neurobiología. Es un paradigma creciente. Afortunada- constituye un repertorio teórico, sino una fuente de entendimiento
mente, el progreso de los neurocientíficos básicos en el último práctico y terapéutico de las conductas alteradas por el mal funcio-
medio siglo es inmenso: su sociedad comenzó en 1968 con 600 namiento del sistema nervioso. No es de extrañar que ya un banco
miembros [4] y a principios de este siglo sólo la American So- de cerebros tome muestras para estudios neurológicos y psiquiátri-
ciety of Neuroscience reúne a más de 30.000 participantes en su cos [11]. Pero la práctica médica, como bien señala el artículo de
congreso [5]. Este crecimiento permite suponer que muchas de Barcia, es también ‘arte’, esto es, especificidad y aleatoriedad, si se
las enfermedades del cerebro, como alcoholismo, trastornos neu- me permite. Y cada una de las neurociencias clínicas requiere un
rodegenerativos (Parkinson, Alzheimer), esquizofrenia y otras, ámbito de análisis de la conducta humana: la más individual y su-
van a tener en el futuro un diagnóstico y nuevas terapias cuyo til –gesto y habla–, para el psiquiatra, y la más orgánica y filogené-
origen provendrá verosímilmente de la neurociencia básica [6]. ticamente bastante más antigua –el movimiento–, para el neurólo-
Psiquiatría, neurología, neuropsiquiatría (psiquiatría de las en- go. Pero la antropología antes mencionada nos enseña que conven-
fermedades neurológicas) y todas las interfaces clínicas que se dría no disentir demasiado entre los neurocientíficos clínicos, pues
puedan dar tienen un origen común: perturbaciones del funcio- del movimiento nació el gesto, y del gesto –por hacernos diestros,
namiento del cerebro humano, cuyos mecanismos íntimos van a por utilizar la mano derecha, quizá– [12], el habla. Así pues, movi-
ser desvelados cada vez más por la neurociencia básica. Esta miento, gesto y habla conforman un continuo en la arquitectura del
base común facilitará el entendimiento entre los practicantes sistema nervioso, labrada a lo largo de los varios millones de años
clínicos de la misma disciplina: neurociencia. en la historia del género Homo. La delgada línea que desde una
perspectiva clínica separa el estudio del movimiento, del gesto y
del habla, a buen seguro, cada vez va a ser más tenue. Hay que ir-
Director de Revista de Neurología. E-mail: fbermejop2004@yahoo.es nos preparando. Una educación conjunta de neurólogos y psiquia-
© 2007, REVISTA DE NEUROLOGÍA tras parece ser el camino [13]. ¿Se andará este camino?

REV NEUROL 2007; 45 (12): 705-706 705


F. BERMEJO-PAREJA

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