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LOS BIENES FUNDAMENTALES

PARA LA PERSONA.
LA APORTACIÓN DE GERMAIN GRISEZ

J o s é M a r ía A n tó n
A t e n e o P o n t if ic io R e g in a A p o s t o l o r u m
R oma

Al enunciar en la Summa Theologiae, I-II, q. 94, a. 2, las


inclinaciones naturales del ser humano y sus correspondien­
tes bienes -a los que corresponden diversos preceptos de la ley
natural-, Santo Tomás no pretende redactar una lista comple­
ta, y en dos ocasiones termina la enumeración con un “y otras
cosas semejantes”, y con un “y todo lo demás relacionado con
esto” 1.

1 Cf. “Et secundum hoc, dicuntur ea esse de lege naturali quae natura
omnia animalia docuit, ut est coniunctio maris et feminae, et educatio libero-
rum, et similia (...). Et secundum hoc, ad legem naturalempertinent ea quae ad
huiusmodi inclinationem spectant, utpote quod homo ignorantiam vitet, quod
alios non offendat cum quibus debet conversan, et cetera huiusmodi quae ad
hoc spectant”. De forma semejante, contra todo posible relativismo o subjeti­
vismo, que termina destruyendo a la persona humana y la convivencia social,
la encíclica Veritatis Splendor vuelve con frecuencia a “los contenidos de la ley
natural”, es decir, “el conjunto ordenado de los ‘bienes para la persona’ que
se ponen al servicio del “bien de la persona”, del bien que es ella misma y su
perfección” (n. 79). “Los mandamientos (...) están destinados a tutelar el bien
de la persona humana, imagen de Dios, a través de la tutela de sus bienes
particulares” (n. 13). El respeto “de la dignidad de la persona humana (...)
implica también, intrínsecamente, el respeto de algunos bienes fundamenta­
les” para la persona (n. 48). “El acto es bueno si su objeto es conforme con el
bien de la persona en el respeto de los bienes moralmente relevantes para
ella” (n. 78). Cf. Veritatis Splendor 50, 80, 83, 84, 90, 92. Pero, de nuevo, aun­
que indica algunos de estos bienes, la encíclica no pretende proponer una
lista completa.
458 J. M. ANTÓN

Entre las numerosas y originales aportaciones de G.


Grisez a la teología moral se encuentra su esfuerzo por des­
arrollar y completar la teoría de la ley natural que el Aquinate
apenas esbozó, proponiendo, entre otras contribuciones, una
lista exhaustiva de estos ‘bienes fundamentales para la perso­
na’ que él llama ‘bienes humanos básicos’. La finalidad de este
artículo es presentar su pensamiento en este campo.

1. Bienes sensibles y bienes inteligibles o humanos

Además del significado de 'bien' como perfectivo y de


‘m al’ como privación de perfección, también pueden referirse a
lo sensiblemente atractivo, agradable o repugnante, desagra­
dable, es decir, a bienes y males sensibles. Ambos tipos de bien­
es y males, los sensibles y los inteligibles, se parecen -comenta
Grisez- en que pueden proporcionar motivos para obrar2. Pero
lo percibido como ‘bueno’ o ‘m alo’ a nivel sensible no siempre es
bueno o malo a nivel inteligible, es decir, no siempre es perfec­
tivo para la persona según el juicio de la razón3.
La diferencia entre los bienes sensibles y los inteligibles
es más obvia cuando, motivados por un bien inteligible, supe­
ramos la repugnancia emocional a un mal sensible que se ex­
perimentará en el acto mismo con el cual esperamos alcanzar
el bien inteligible; por ejemplo, cuando, en vista de unos dien­
tes sanos, uno se somete a un tratamiento doloroso4.

2 A partir de su obra: The Way o f the Lord Jesus, vol. 1: Christian Moral
Principles (Chicago, Franciscan Herald Press, 1983) (reimpreso en 1997; cita­
da en adelante Christian Moral Principles), Grisez tiende a usar “motivé’ o
“emotional motive” para referirse a la atracción emocional de un ‘bien’ (bien
sensible). Suele emplear “reason” o “rational motive”, en cambio, para la
atracción inteligible, es decir, a nivel de la inteligencia y de la voluntad (bien
inteligible o humano). Las razones tienen que ver siempre con lo que Grisez
llama ‘bienes básicos’, de los que hablaremos ampliamente.
3 Finnis habla de “good as merely experienced” y “good as understood”;
o también de “sheerly wanting” y “wanting something (to get, to have, to do or
to be) under a description”: J. F in n is , Fundamentals o f Ethics (Washington,
D.C., Georgetown University Press, 1983) 44-45. Esta última expresión la
toma de E. Anscombe, a la que cita. La expresión “understood goods” es rara
en Grisez, pero existe (cf. G r is e z , Christian Moral Principles, pp. 51, 575).
4 Si no digo lo contrario, significa que los ejemplos son del mismo Grisez.
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 459

Esto muestra que, a diferencia del mal inteligible de la


pérdida de los propios dientes, el mal sensible del dolor es una
realidad ‘positiva’, es decir, no es una privación, sino que posee
una cierta entidad. Por otra parte, la experiencia del dolor es
algo que debe ocurrir en un organismo sano como parte de su
mecanismo de subsistencia5. Considerado desde la razón, el
mal sensible no es, necesariamente, un mal inteligible, Puede
ser, por el contrario, un bien inteligible en cuanto que nos
informa sobre un posible peligro (v.gr. para la salud). Por
tanto, los males sensibles no tienen el mismo carácter de los
males inteligibles.
A su vez, los bienes sensibles son sólo aspectos parcia­
les (goals6) de los bienes inteligibles, apelan al ser humano sólo
en cuanto organismo y se refieren de forma inmediata a su
naturaleza ‘sentiente’. Enriquecen a la persona, pero sólo en
su sensibilidad y no en su totalidad como ser humano7. Los

5 Cf. G r is e z , Christian Moral Principies, 120; ID., The Way of the Lord
Jesus, vol. 2: Living a Christian Life, (Quincy, Illinois, Franciscan Press,
1993} 522 (citado en adelante como Living a Christian Life); J. F in n is , Natural
Law and Natural Rights (Oxford, Clarendon Press, 1980) 412-413 (con nume­
rosas reimpresiones).
6 Con la intención de ser preciso y de distinguir entre bienes sensibles y
bienes inteligibles, y sus motivaciones, Grisez elabora un complejo vocabula­
rio (purpose, good, goal, benefit, empowerment) que paso por alto debido a la
brevedad del espacio a disposición para el presente artículo.
7 R.A. Gahl, Practical Reason in the Foundation o f Natural Law according
to Grisez, Finnis and Boyle (extracto de la tesis de doctorado en Filosofía)
(Roma, Pontificio Ateneo de la Santa Cruz, 1994) 131, nota 60, cita varias fra­
ses de R. Lawler -J.M. Boyle -W.E. May, Catholic Sexual Ethics: A Summary,
Explanation and Defense (Huntington, Indiana, Our Sunday Visitor, 21996)
75-77, afirmando que Grisez, Finnis y Boyle a veces describen los bienes
[inteligibles] básicos de tal manera que parecen incluir los bienes meramente
placenteros, y a veces describen el placer como bueno en si mismo. El lector
se lleva la impresión de que los autores son ambiguos, confusos o incoheren­
tes. Habría que reparar en que Grisez -Finnis -Boyle no son Lawler -Boyle -
May, y que el libro de estos últimos es de carácter divulgativo. Por otra parte,
aunque es cierto que estos autores hablan de: “basic goodness o f pleasure”
(p. 75), el contexto y las explicaciones que siguen no solamente coinciden con
el pensamiento de Grisez, Finnis y Boyle, y lo completan, sino que, además,
no se prestan a confusión alguna. En primer lugar (1), los autores reconocen
la bondad fundamental del placer en cuanto que Dios nos creó por amor con
una naturaleza ‘sentiente’ que desea el placer. Pero observan que el placer
puede esclavizarnos y apartarnos de otras ‘cosas’ buenas a las que quisiéra­
mos ser fieles (v.gr. el matrimonio). Por tanto, el placer no es ni esencialmen­
te malo, ni siempre completamente bueno como sugiere el hedonismo (p. 75).
460 J. M. ANTÓN

bienes sensibles, el placer, no nos llevan por sí mismos a ser


más y mejor, a nuestra plenitud de ser, ni los males sensibles
menoscaban de por sí la plenitud de ser humana. Los bienes
sensibles -continúa nuestro autor- se limitan a la experiencia
de un estado de conciencia8.

En segundo lugar (2), los autores observan que el placer no es lo único ni lo


más importante que nos motiva a obrar y que la bondad de otros ‘objetos’
deseables no depende de su capacidad de causar placer: muchas ‘cosas’ bue­
nas no son agradables, y son buenas y deseables aunque son muy desagra­
dables (v.gr. la fidelidad de Job y la obediencia de Jesús). El pensamiento
cristiano se opone al hedonismo, que reduce el placer a criterio último para
juzgar la bondad de las cosas, pero no se opone al placer (pp. 75-76). La con­
clusión (3) es que la bondad o maldad (moral) de las acciones humanas no
puede medirse en relación al placer que causan. A veces debemos emprender
acciones (moralmente) buenas que desagradan y debemos evitar acciones
(moralmente) malas que agradan. El placer perfecciona a la persona en una
dimensión, y por eso es fundamentalmente bueno, pero no es lo principal en
la bondad moral, ni es el principio para juzgarla. Es simplemente una expe­
riencia que acompaña y completa la acción, sea ésta moralmente buena o
mala. Lo malo o lo bueno moralmente no es el placer, sino la acción en sí
misma. Por eso lo que hay que evaluar es la acción misma (pp. 76-77). Gahl
ha pasado por alto: G r is e z , Christian Moral Principies, 637-638 (especialmen­
te nota 168), donde se explica la moralidad del placer.
8 Cf. G . G r is e z -R. S h a w , Beyond the New Morality: The Responsibilities
o f Freedom (Notre Dame, Indiana, University of Notre Dame Press, 31988) 35-
43, 111-112 (Ser Persona: Curso de Ética [Madrid, Rialp, 1993] [con varias
ediciones]). Grisez esclarece estas ideas con dos casos extremos, uno de la
realidad y otro de ciencia ficción. En primer lugar, a una persona le podría
resultar sumamente agradable comer un manjar envenenado y, sin embargo,
morir como consecuencia de ello. No obstante el placer probado mientras
comía, difícilmente se podrá concluir que la experiencia fue buena y perfecti­
va para la persona (cf. Ibid., 36). Supongamos, en segundo lugar, que se
inventara un aparato capaz de comunicar directamente al cerebro todas las
experiencias placenteras posibles. Imaginemos, además, que uno pudiera
seleccionar en esta máquina un programa para toda la vida y entregarse (o a
un hijo o un amigo) a la experiencia de una existencia completamente absor­
bente y placentera. ¿Tendría algún sentido realizar esto? ¿Valdría la pena? Es
claro que no. Ninguna medida de placer podría suplir el hecho de no estar
viviendo realmente una vida. No tendría ningún sentido crear un mero esta­
do de consciencia agradable, aparte de la vida real, de la acción real, de las
relaciones con personas reales en un mundo real. Sin duda, vivir y obrar es
más que experimentar (cf. G r is e z , Christian Moral Principies, 121; G r is e z -
S h a w , Beyond the New Morality, 36 (donde el caso de ciencia ficción es simi­
lar). Este experimento mental (the experience machine) es de R. N o z ic k ,
Anarchy, State and Utopia (Oxford, Basil Blackwell, 1974) 42-45. Viene
expuesto de forma más incisiva por: F in n is , Natural Law, 95-96; Id.,
Fundamentals o f Ethics, 38-41.
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 461

2. Bienes humanos instrumentales y bienes humanos básicos

Vista la diferencia entre ‘bienes sensibles’ y ‘bienes inte­


ligibles’ o ‘humanos’, podemos también descubrir la existencia
de dos tipos de bienes humanos: los ‘bienes instrumentales’ y
los ‘bienes básicos’. Para ello Grisez propone examinar dos rea­
lidades: nuestro perfeccionamiento como seres humanos y los
fines de nuestras acciones. Serán éstos los criterios para dis­
tinguir entre ambos tipos de bienes. Los bienes básicos serán
aquellos que perfeccionan intrínsecamente a la persona y, por
ello, constituyen las razones últimas, fundamentales de nues­
tro obrar.

2.1. El perfeccionamiento de la persona

Entre los bienes inteligibles o humanos hay algunos


extrínsecos a nosotros, cuyo valor reside en su utilidad. Son
objetos, cosas que se usan y se poseen, o son objetivos concre­
tos, situaciones deseadas sobre asuntos como, por ejemplo,
superar un examen. Estos bienes no contribuyen directamente
en sí y por sí mismos a nuestro perfeccionamiento ni siquiera
en nuestra dimensión corporal, intelectual o cultural, mucho
menos en la dimensión existencial o moral. No garantizan nues­
tro crecimiento personal. Son bienes (humanos) instrumentales
porque son sólo medios para alcanzar otros bienes necesarios
para la plenitud humana.
Por el contrario, los bienes básicos gracias a los cuales
nos perfeccionamos en nuestro ‘ser personas’ no pueden ser
realidades separadas de nosotros mismos, cosas que se pose­
en o metas que uno desea alcanzar. Deben ser, por el contra­
rio, aspectos intrínsecos a nosotros mismos, partes reales de
nuestra realización integral, de nuestra plenitud de ser o flore­
cimiento humano9. Aprobar un examen, por ejemplo, no nos

9 Cf. G r is e z , Christian Moral Principies, 121-122; G r is e z -S h a w , Beyond


the New Morality, 77-78; G . G r is e z -R. S h a w , Fulfillment in Christ: A Summary
o f Christian Moral Principles (Notre Dame, Indiana, University of Notre Dame
Press, 1991) 54. Ansaldo define los bienes básicos en Grisez-Finnis como “las
potencialidades perfectivas que definen en último término la plenitud huma­
na integral”: A . A n s a l d o , El primer principio del obrar moral y las normas mora­
les específicas en el pensamiento de G. Grisez y J. Finnis (tesis de doctorado
en Teología Moral) (Roma, PUL, 1990) 6. Integral fulfillment, human fulfillment,
462 J. M. ANTÓN

perfecciona más que suspenderlo porque la calificación obteni­


da es algo extrínseco a nosotros. Lo que nos perfecciona es el
conocimiento de la verdad adquirido mediante el estudio.
Si estos ‘bienes humanos básicos’ son tales porque nos
enriquecen y perfeccionan, quedan excluidos aquellos ‘bienes’
-cualquier ‘objeto’ de deseo o interés- que, asumidos como
principios de acción, no nos mejoran, sino que pueden degra­
darnos, empobrecernos, vaciarnos y dividirnos tanto en el inte­
rior como en relación con los demás (v.gr., la fama, el placer,
la riqueza, el poder)10. A diferencia de los bienes básicos, no
son intrínsecamente buenos o perfectivos de la persona11.
“Pueden ser medios” para que nos perfeccionemos, “pero tam­
bién pueden ser obstáculos” 12, como no es difícil comprender.

2.2. Los fines últimos del obrar humano

También examinando fenomenológicamente los motivos


racionales de nuestro obrar, Grisez llega a la misma conclu­
sión acerca de la existencia de dos tipos de bienes humanos.
Todas nuestras acciones humanas -aquéllas iniciadas por una

personal full-being, human full-being, self-realization, human flourishing son


diversos modos como Grisez et. al. expresan el concepto clave de perfección o
realización humana integral. Es una idea clave en su presentación de la ley
natural, ya que sirve no sólo de criterio para distinguir los bienes humanos
básicos, sino también para enunciar el primer principio de la moralidad. Cf.
también: J. F in n is , Aquinas: Moral, Political, and Legal Theory (Oxford-New
York, Oxford University Press, 1998) 104-110.
1 ° Cf. J. F in n is -J.M. B o y l e -G . G r is s e z , Nuclear Deterrence, Morality and
Realism (Oxford-New York, Oxford University Press, 1987) (con numerosas
reimpresiones) 277; G . G r is e z , “Natural Law and Natural Inclinations: Some
Comments and Clarifications”: The New Scholasticism 61 (1987) 316; Id., “A
Contemporary Natural Law Ethics”, en: W.C. S t a r r -R.C. T a y l o r (eds.j, Moral
Philosophy: Historical and Contemporary Essays (Milwaukee, Marquette
University Press, 1989) 126.
11 Cf. G r is e z , Living a Christian Life, 567. ‘Buenos’ no se entiende aquí
en el sentido moral. Los bienes humanos básicos no poseen en sí mismos un
valor moral y, de hecho, pueden ser entendidos y perseguidos de forma amo­
ral o inmoral. La moralidad no consiste en los bienes mismos, sino en las
acciones o forma de perseguirlos. El conocimiento de la verdad perfecciona a
la persona en cuanto ser inteligente, pero se obra mal moralmente si, v.gr.,
uno se dedica al estudio por rivalidad, o descuidando elementales deberes
religiosos o familiares.
12 c f . G r is e z , Christian Moral Principies, 156.
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 463

elección libre- van dirigidas a un fin, se realizan por una fina­


lidad (“purpose’) 13. Lo que nos atrae del fin es que participare­
mos en un bien ( “good’). ‘Bien’ es “aquello relacionado con un
fin, que hace que uno esté racionalmente interesado en actuar
por él” o, “la razón por la que uno está interesado en actuar por
ese fin” 14. En este sentido todos los bienes -continúa Grisez-
pueden ser fines y razones de nuestro actuar, pero algunos
bienes necesitan de una razón ulterior para explicar el interés
que suscitan en nosotros. Son buenos no en sí mismos, sino
en relación a otra ‘cosa’. Se quieren no por sí mismos, sino
como medios para lograr otros bienes. De igual forma, los
males que consisten en privaciones de este tipo de bienes se
consideran males no en sí mismos, sino por la ulterior priva­
ción de otros bienes más importantes. Grisez los llama ‘bienes
(humanos) instrumentales’.
El hecho de que uno termine de deliberar y de actuar
implica necesariamente que no puede haber una regresión infi­
nita en los motivos racionales del obrar. De lo contrario nunca
llegaríamos a actuar. Toda cadena inteligible de razones
humanas debe terminar, por consiguiente, en algún o algunos
bienes que son atractivos en sí mismos, que son queridos por
sí mismos, que no necesitan de razones ulteriores que justifi­
quen nuestro interés15. De igual forma, inversamente, los
males humanamente significativos, se reducen al final a priva­
ciones de alguno(s) de estos bienes. Grisez los denomina ‘bie­
nes (humanos) básicos’16.
Al funcionar como motivos racionales ‘básicos’, irredu­
cibles a otras razones anteriores, estos bienes fungen como
primeros principios de la razón práctica: nuestra reflexión
práctica y nuestra deliberación al actuar comienzan a partir de
estos bienes. No podemos proyectar una acción ni ejecutarla si

13 Cf. G . G r is e z -J.M. B o y l e -J. F in n is , “Practical Principles, Moral Truth,


and Ultímate Ends”: American Journal o f Jurisprudence 32 (1987) 102-103.
14 Cf. G r is e z - B o y l e - F in n is , Practical Principles, 103.
Cf. G r is e z , Christian Moral Principles, 122.
16 Consecuentemente, Grisez et al. distinguen también entre “instrumen­
tal purposes” y “basic purposes”: cf. G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principles,
103.
464 J. M. ANTÓN

no es buscando alguno(s) de ellos. Sin ellos nuestro obrar


humano no sería inteligible.
No hay nada de misterioso en esta clasificación de
Grisez y en sus reflexiones, como pueden demostrar algunos
ejemplos. Uno acude al médico porque está interesado en su
salud17. Un esposo y padre de familia desea llegar a casa para
convivir con su esposa y sus hijos, descansar, etc18. Incluso
bienes que poseen un carácter más personal e interpersonal no
son ‘últimos’ todavía si se desean sólo como instrumentos para
ulteriores bienes. La misma libertad política y civil, tan aprecia­
da, se valora y defiende no por sí misma, sino porque permite
conocer y expresar la verdad, dar culto según la propia concien­
cia, participar responsablemente en las decisiones políticas,
relacionarse, asociarse libremente, etc19. Acudir al médico,
regresar a casa, la libertad política son bienes instrumentales.
La salud, la vida familiar, el conocimiento y expresión de la ver­
dad, la religión, etc. son bienes básicos. Sin éstos últimos, los
primeros carecerían de atracción.
En resumen, los ‘bienes instrumentales’ son siempre y
únicamente medios para lograr los ‘bienes básicos’, los cuales
son fines en sí mismos. Esto no obsta para que en ocasiones
éstos últimos puedan fungir también como medios respecto a
otros ‘bienes básicos’, como cuando uno juega no por el juego
mismo, sino por amistad o como cuando uno quiere estar sano
para poder estudiar, trabajar, etc20. Lo decisivo es que puedan

17 cf. G r is e z - B o y l e - F in n is , Practical Principies, 102-103, 105.


18 El ejemplo es de Grisez, adaptado (cf. G r is e z , Christian Moral
Principies, 122).
19 Cf. F in n is - B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 278; G r is e z -S h a w ,
Fulfillment in Christ, 57-58.
2° Cf. G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principles, 108; G r is e z -S h a w ,
Beyond the New Morality, 84-85. De todas formas, incluso cuando sirven
como medios para lograr otros objetivos, lo que se persigue en el fondo es otro
u otros bienes básicos. Se quiere conseguir un buen trabajo para vivir bien,
poder formar una familia, etc. Se busca impresionar a una joven, por ejem­
plo, porque se desea casarse con ella. Grisez señala, además, que con fre­
cuencia las personas seleccionan y actúan por un aspecto particular de un
bien, dejando otros aspectos del mismo entendido en su totalidad. Esto puede
llevar a un acto inmoral si optar por ese aspecto atenta contra el bien en su
totalidad, como quien ‘para sentirse bien’ realiza cosas que a largo plazo son
dañinas para la vida y la salud, o como quien para lograr la armonía entre los
sentimientos y las elecciones escoge seguir los sentimientos (cf. G r is e z -S h a w
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 465

ser también y sobre todo fines, razones últimas que no necesi­


ten de razones ulteriores; que puedan ser atractivos en sí mis­
mos, que sea posible obrar por ellos solos, sin referencia a nin­
gún otro objetivo21.

3. ¿Cuáles son los ‘bienes humanos básicos’?

Nuestro autor parte de una reflexión sobre la propia


deliberación y de una observación sobre las maneras en que
las personas organizan sus vidas, a la luz de la cual aparecen
claramente diversos bienes fundamentales22 que constituyen
los fines de nuestro obrar23. El hecho de que no puede existir
una cadena infinita de razones para obrar implica que a la raíz
de cada una de nuestras acciones específicamente humanas se
encuentra una razón última. Bastará preguntarnos: ‘¿por qué
hago esto?’, ‘¿por qué debería hacer esto?’, y persistir pre­
guntando hasta llegar a una respuesta final, satisfactoria24.

Beyond the New Morality, 83-84; G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principles,


109, 121-125, 129, 137-138).
21 Cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 78, con ejemplos.
22 cf. F in n is -J.M. B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 279.
2 3 C f. G r is e z , Christian Moral Principles, 121-125, 135-139; F in n is
B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 278-281; G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical
Principles, 106-108, 111-113; G . G r is e z , The Way o f the Lord Jesus, v o l. 3:
Difficult Moral Questions (Q u in c y , Illin o is , F r a n c is c a n P r e s s , 1997) 853-854
(c ita d o e n a d e la n te c o m o Difficult Moral Questions); Id., “ N a t u r a l L a w , G o d ,
R e lig io n , a n d H u m a n F u lfillm e n t ” : The American Journal o f Jurisprudence 46
(2001) 3-11. D e fo r m a m á s b r e v e y d iv u lg a t iv a : cf. G r is e z -S h a w , Beyond the
New Morality, 77-88; G r is e z -S h a w , Fulfillment in Christ, 49-59.
24 Se trata de un estudio ‘a posteriori’, de una reflexión teórica de algo
que ya vivimos, es decir, que conocemos de forma práctica en nuestro obrar.
Conocemos ya los bienes básicos como bienes, como buenos, como fines de
nuestras acciones espontáneamente y no mediante una reflexión teórica
antropológica, por derivación lógica de algunas premisas especulativas ante­
riores. Nuestras acciones cuidando la vida (la salud, etc.), buscando la ver­
dad, contemplando belleza, cultivando la amistad, etc., indican que hemos
percibido esas realidades como buenas, como bienes que pueden ser busca­
dos por sí mismos (cf. G r is e z , Christian Moral Principies, 195-196; G r is e z -
B o y l e - F in n is , Practical Principles, 104-106, 108-109; G r is e z , Natural Law,
God, 10-11). Los bienes básicos son ‘evidentemente’ buenos: “The point,
rather, is that selfishness, cruelty and the like, simply do not stand to some­
thing evidently good as the urge of self-preservation stands to the self-evident
466 J. M. ANTÓN

Hallaremos -comenta Grisez- unos pocos bienes-fines funda­


mentales de diversos tipos, alguno o algunos de los cuales se
encuentran siempre presente en nuestros actos humanos
como razón final. Estos bienes-fines realmente últimos corres­
ponden a los bienes humanos básicos.
Como resultado de esta investigación, nuestro autor
halla ocho categorías de bienes humanos básicos, los cuales
corresponden a otras tantas diferentes dimensiones de la per­
sona humana y que pueden distribuirse de la siguiente mane-
ra25:
(1) Como ser animado, viviente, la vida -incluyendo la
salud, la integridad física, la seguridad, la transmisión de la
vida a nuevas personas26- es un bien básico27.
(2) Como ser inteligente, el hombre se perfecciona al
conocer la realidad (en sus diversas formas) y al apreciar la
belleza y excelencia (en sus diversas formas). El conocimiento
de la verdad y la experiencia estética constituyen otra catego­
ría de bien básico28.

good of life. Selfish-ness and cruelty, etc., stand in need of some explanation,
in a way that curiosity, friendliness, etc., do not”: F in n is , Natural Law, 91. Cf.
F in n is , Aquinas, 87-90.

25 Las listas de los bienes básicos varían ligeramente de unas obras a


otras, pero, como podrá observarse por las notas que siguen, las diferencias
consisten sólo en la terminología y en la forma de clasificarlos, o en su enun­
ciación más o menos precisa y más o menos amplia, pero no en el concepto
de los mismos. La explicación más completa de los mismos se puede encon­
trar en: G r is e z , Christian Moral Principies, 115-140, 143-145, 180-183, 459-
476, 516-520.
26 Por eso, para Grisez la anticoncepción es un acto contra la vida.
27 En algunas listas aparece como un aspecto de este bien la evitación o
eliminación del dolor -a nivel inteligible, y no únicamente sensible- cf. G r is e z ,
Christian Moral Principies, 121; G r is e z -S h a w , Beyond the New Morality, 86;
G r is e z , Living a Christian Life, 527). En otras listas, como se verá, este aspec­
to aparece bajo el bien de la paz interior o autointegración. También podría­
mos incluir bajo esta categoría el ‘sentirse bien físicamente’ -considerado a
nivel inteligible-, como en el caso de alguien que hace deporte por esta razón
o que sigue una dieta no tanto porque su peso sea excesivo o peligre su salud,
sino para ‘sentirse mejor’ eliminando algunos kilos sobrantes.
28 Cf. G r is e z , Christian Moral Principies, 124; F in n is - B o y l e - G r is e z ,
Nuclear Deterrence, 279. Cf. G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principles, 107;
G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 80. En algunas listas se mencionan
como dos categorías diversas, aunque correspondientes a la misma capacidad
racional del hombre: cf. G . G r is e z , Contraception and the Natural Law
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 467

Evidentemente -comenta nuestro autor- hay diferentes


tipos o grados de conocimiento y de experiencia estética, más
o menos profundos u ordinarios. El conocimiento especulativo
no es sólo el de los estudiosos y científicos, sino que se encuen­
tra presente también en las situaciones más comunes de la
vida: por ejemplo, en la actividad de un niño que desarma un
reloj para ver cómo funciona o de un hombre conversando con
su vecino sobre la nueva familia del vecindario29. De igual
forma, no son iguales el disfrute de una sinfonía, la contempla­
ción de un paisaje y el placer de ver un partido de fútbol, pero,
a pesar de sus obvias diferencias, son todas genuinas expe­
riencias estéticas. Grisez define una experiencia estética como
aquella “que una persona busca porque se aprecia la experien­
cia misma, no porque lleva a algo más allá de sí misma”30.
(3) En cuanto ‘animal’ y ‘racional’ al mismo tiempo, la
persona se realiza transformando el mundo natural y usando
sus realidades -incluido su propio cuerpo- para expresarse o
para alcanzar diferentes objetivos31. Es patente que los seres
humanos se perfeccionan siendo creadores y transmisores de
cultura32, confiriendo significado y valor a la realidad mate­
rial33 mediante la creatividad lingüística, cultural y técnica34.
Ésta puede realizarse a diversos niveles y llegar a diferentes

(Milwaukee, The Bruce Publishing Company, 1 9 6 4 ) 6 4 ; I d ., “A New


Formulation of a Natural-Law Argument Against Contraception”: The Thomist
3 0 (1 9 6 6 ) 3 4 8 ; I d ., “Methods of Ethical Inquiry”: Proceedings o f the American
Catholic Philosophical Association 4 1 (1 9 6 7 ) 165; I d ., Abortion: the Myths, the
Realities, and the Arguments (New York and Cleveland, Corpus Books, 1 97 0 )
3 1 3 (El aborto: mitos, realidades y argumentos, Sígueme, Salamanca 1 9 7 2 );
G r is e z -S h aw , Beyond the New Morality, 7 9 -8 0 . También aparecen separadas
en: Finnis, Natural Law, 8 7 -8 8 ; I d ., Fundamentals o f Ethics, 5 0 -5 1 . Pero apa­
recen juntas en: J. Finnis, Moral Absolutes: Tradition, Revision and Truth
(Washington, DC, The Catholic University of America Press, 1 9 9 1 ) 4 2 (Abso­
lutos morales: tradición, revision y verdad, EIUNSA, Barcelona 1 9 9 2 ).
29 c f . G r is e z , Christian Moral Principles, 6 3 , 136; G r is e z -S h a w , Beyond
the New Morality, 7 9 -8 0 .
30 G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 80.
31 Cf. G r is e z , “A Contemporary Natural Law Ethics”, 129; G r is e z - B o y l e
- F in n is , Practical Principles, 107; G r is e z , Difficult Moral Questions, 8 5 3 .

32 Cf. G r is e z , Christian Moral Principles, 124.


33 C f. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 80.
34 Cf. G r is e z , Difficult Moral Questions, 853.
468 J. M. ANTÓN

grados de perfección, alcanzando su culmen en el trabajo habi­


lidoso y en las actividades recreativas cuando se realizan por sí
mismos35. He aquí otra forma evidente de bien humano bási­
co, pues dichas ejecuciones “enriquecen a los que las ejecutan
en su misma realización”36.
Estos son bienes de los que todos, en mayor o menor
medida, participamos antes de buscarlos deliberadamente. Los
hemos recibido como don natural o cultural. Corresponden a
dimensiones inherentes a nuestra naturaleza humana37. No
implican elecciones en su misma definición, incluso cuando
han sido causados al llevar a cabo acciones escogidas para
ocasionarlos. Es posible concebirlos o entenderlos sin referen­
cia a la acción de un sujeto agente. Aunque son razones últi­
mas para actuar, su significado es independiente de la acción
que busca realizarlos38. Grisez los llama ‘bienes sustantivos’ o
‘no reflexivos’.
Pero existe otra dimensión de la persona humana: la de
su libertad, la de realizar elec-ciones libres y poder obrar el
bien y el moral; la de ser agente capaz de realizar decisiones y
opciones, con las cuales se pueden fomentar varias formas de
armonía y evitar varios tipos de conflictos personales e inter­
personales. A esta dimensión corresponden las restantes cinco
categorías de bienes humanos básicos, que Grisez llama ‘exis-
tenciáles’39 o ‘reflexivos’40.

35 c f . G r is e z , Christian Moral Principies, 124, 1 33 , 1 83; G r is e z -S h a w ,


Beyond the New Morality, 8 0 ; G r is e z -S h a w , Fulfillment in Christ, 5 5; G r is e z -
B o y l e - F in n is , Practical Principles, 1 07; G r is e z , Living a Christian Life, 12; Id.,
Difficult Moral Questions, 8 5 3 . Se incluye, por consiguiente, toda ejecución,
tarea o desempeño habilidosos; toda actividad en la que el ser humano es artí­
fice o transmisor de cultura, que puede ser realizada, simplemente, por ella
misma; todo trabajo que no tenga otro sentido más que su misma realización.
36 G r is e z , Christian Moral Principies, 124.
37 Cf. F in n is - B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 2 8 0 ; G r is e z - B o y l e
Practical Principies, 107.
- F in n is ,

38 Cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 8 0 ; G R IS E Z , Christian


Moral Principles, 124.
39 Grisez llama 'existencial' a la dimensión moral del hombre, aquélla
caracterizada por sus libres elecciones, a través de las cuales se construye y
se auto-determina como persona (cf. G r is e z , Christian Moral Principies, 4 1 -4 2 ).
En algunas ocasiones se les llama también “relational goods”: cf.
Nuclear Deterrence, 2 8 0 , 2 9 5 ; G r is e z , A Contemporary
F in n is - B o y l e - G r is e z ,
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 469

A diferencia del anterior grupo de bienes básicos, en


este otro tipo de bienes la deliberación y la elección son cons­
titutivas de los mismos, es decir, están implicadas en su
misma definición, son necesarias para entenderlos y, más aún,
para vivirlos y para que se puedan hacer realidad. Sus casos o
‘ejemplares’ concretos incluyen las elecciones mediante las
cuales uno actúa por ellos. Los aspectos ‘naturales’, ya dados,
constitutivos de nuestra naturaleza humana y necesarios para
la unidad interior personal y para las relaciones interpersona­
les -en torno a las cuales giran estos bienes- proporcionan un
fundamento para los mismos, pero éstos y la dimensión de la
libertad del ser humano que los hace posibles van más allá de
lo naturalmente dado41.
Atendiendo a las diferentes formas de armonía y a las
diversas facetas del hombre que perfeccionan, Grisez organiza
los bienes existenciales del siguiente modo:
(1) La armonía con los demás (entre los individuos y los
grupos) es denominada ‘amistad’, entendida ésta no en su sig­
nificado común, sino en un sentido muy amplio, como paz y
buenas relaciones, con las que se vencen los conflictos inter­
personales42.
(2) La armonía interior se refiere al acuerdo entre todas
las ‘partes’ de la persona involucradas en una acción libremen­
te escogida43. Es la paz interior y autointegración, propias de
una persona equilibrada. Es el orden dentro de uno mismo, la
avenencia y eliminación de tensiones entre los distintos ‘ele-

Natural Law Ethics, 129. Grisez les llama también ‘morales’ en alguna ocasión
y generalmente los describe en términos morales (cf. G r is e z , Christian Moral
Principies, 124), pero después precisará que no poseen todavía en sí mismos
un valor moral y que es más exacto enunciarlos sin describirlos en términos
morales (cf. G r is e z - B o y l e - F in n is , Practical Principies, 139-140).
41 Cf. F in n is - B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 280.
42 cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 81-82. Finnis llama tam­
bién a esta categoría: "sociability" (cf. F in n is , Natural Law, 88; Id., Fundamen­
tals o f Ethics, 51; Id., Aquinas, 85). Como observan los autores, es difícil no
enunciar los bienes reflexivos sin connotaciones morales, pero, estrictamen­
te hablando, no poseen en sí mismos, todavía, un valor moral (cf. G r is e z -
B o y l e - F in n is , Practical Principies, 139-140). Aunque la recta razón los entien­
de y los persigue de forma moralmente buena, se pueden entender y perse­
guir de forma amoral o inmoral.
43 Cf. G r is e z , Christian Moral Principies, 124.
470 J. M. ANTÓN

m entos’ del propio yo44, “sobre todo, la integración de los sen­


timientos con la propia razón y juicio prácticos”45, dado que los
sentimientos pueden estar en conflicto entre sí y con los juicios
(la razón) y las elecciones (la voluntad)46.
(3) Aunque la acción es el acto de la persona que la rea­
liza, sin embargo, la acción es una realidad distinta del sujeto
agente, lo cual explica, en parte, por qué puede haber discre­
pancia entre ambas realidades. Por eso es necesaria la armonía
entre nosotros mismos y nuestras acciones47. Se trata de la armo­
nía entre la razón práctica (que incluye la conciencia moral), las
elecciones (la voluntad) y su ejecución (el comportamiento). Esta
unidad se manifiesta y se puede designar como autenticidad,
coherencia, sensatez o racionalidad práctica, paz de conciencia.
Se eliminan, así, la división y la tensión interiores entre lo que
juzgamos, lo que queremos y lo que hacemos; entre lo que
somos y lo que quisiéramos ser; entre nuestra realidad interior
y la imagen que proyectamos de nosotros al exterior48.

44 Cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 81; G r is e z , Christian Moral


Principles, 135; G r is e z - S h a w , Fulfillment in Christ, 55.
4 i> F in n is - B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 280. En algunas listas apa­
rece como un aspecto de este bien la evitación o eliminación del dolor -a nivel
inteligible, y no únicamente sensible- (cf. G r is e z , Christian Moral Principies,
121; G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 86), aunque ya veíamos que
otras veces aparece bajo el bien de la vida.
46 Cf. G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principles, 108; G r is e z -S h a w ,
Fulfillment in Christ, 55. El bien de la armonía interior ha recibido diversos
nombres: “integration o f the personality”: G r is e z , Methods o f Ethical Inquiry,
165; “integrity”: cf. Id., Abortion: the Myths, 313; G r is e z -S h a w , Beyond the
New Morality, 81; “self-integration”: G r is e z , Christian Moral Principles, 123-
124; cf. G r is e z - S h a w , Fulfillment in Christ, 55-56; “inner peace o f a morally
mature and well-integrated person”: G r is e z , Difficult Moral Questions, 854.
Grisez considera que una persona es moralmente madura cuando logra
reconciliar de forma estable estos dos polos: ‘lo que quiero hacer’ y ‘lo que
debo hacer’, pero observa que ‘madurez moral’ no necesariamente significa
‘bondad moral’. Una persona puede ser moralmente madura, pero mala: tiene
en cuenta lo que debe hacer, pero vive en la medida de lo posible de acuerdo
a lo que quiere hacer; o moralmente madura y buena: percibe que las normas
morales piden el respeto y la promoción de los bienes humanos básicos, y que
su verdadera realización como persona reside en obrar siempre a favor de
éstos y nunca en contra (cf. G r is e z -S h a w , Beyond the New Morality, 177-178).
47 Cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 81.
48 Cf. G r is e z , Christian Moral Principles, 123-124, 129, 135; Id., Difficult
Moral Questions, 854; G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principles, 108; G r is e z -
S h a w , Beyond the New Morality, 81; G r is e z -S h a w , Fulfillment in Christ, 55. El
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 471

(4) La armonía con Dios -o, al menos, con una fuente


última de significado y de valor más que humana- consiste en
la pa z y de la amistad con Él, buscados en el bien de la reli­
gión49. Este bien no implica necesariamente la existencia y la

b ie n d e la p a z in t e r io r y d e la a u to in te g r a c ió n s e e n u n c ia n a lg u n a s v e c e s b a jo
la m is m a c a t e g o r ía d e ‘a r m o n ía in t e r io r ’ (cf. F in n is - B o y l e -G r is e z , Nuclear
Deterrence, 2 8 0 ). F in n is p r e fie r e e m p le a r “practical reasonableness” (cf.
F in n is , Natural Law, 8 8 -8 9 ; Id., Fundamentals o f Ethics, 5 2 ), in s p ir á n d o s e e n
T o m á s d e A q u in o , S T h ., I-II, q. 9 4 , a. 3 c; De Veritate, q. 16, a. 1 a d 9 (cf. F in n is ,
Natural Law, 9 8 , n o ta IV , 2). E s m u y p r o b a b le q u e G r is e z h a y a c o m e n z a d o a
u s a r e s t a e x p r e s ió n b a jo s u in flu jo , y a q u e n o a p a r e c e e n la p r im e r a e d ic ió n
d e G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, d e 1 9 7 4 , y s e e n c u e n tr a p o r p r i­
m e r a v e z e n la s e g u n d a e d ic ió n d e 1 9 8 0 , a ñ o d e la p r im e r a e d ic ió n d e F in n is ,
Natural Law. S e s e ñ a la t a m b ié n e s te in flu jo en : J .D . M in d l in g , Germain
Grisez: Commitment and Choice (te s is d e d o c to r a d o e n T e o lo g ía M o r a l) (R o m a ,
P o n t ific ia A c a d e m ia A lfo n s ia n a , 1 9 8 7 ) 142, n o t a 28. E n F in n is , Aquinas, 8 3 -
8 5 , 9 8 n o t a ‘r ’, s ig u ie n d o a S a n to T o m á s , “practical reasonableness” s ig n ific a
o tr a c o s a : ‘a c t u a r c o n fo r m e a la r a z ó n ’ o ‘la r e c t a r a z ó n e n e l o b r a r ’ (bonum
rationis, bonum secundum rationem essej, e s d e c ir, la v ir tu d . G r is e z n o a c e p ­
ta q u e la b o n d a d m o r a l, la v ir t u d s e a u n b ie n b á s ic o , y q u e , p o r c o n s ig u ie n ­
te e x is t a u n a in c lin a c ió n n a t u r a l a e s c o g e r e l b ie n m o r a l p o r s í m is m o , a r g u ­
m e n ta n d o q u e s i la s p e r s o n a s tu v ie r a n u n a in c lin a c ió n n a t u r a l a l b ie n m o ra l,
s e r ía n v ir t u o s a s p o r n a t u r a le z a : cf. G r is e z , Natural Law, God, 8, n o ta 9. P e ro
c o m o b ie n s e ñ a la W . M a y , ‘e s t a r in c lin a d o s a c o n o c e r la v e r d a d ’, p o r e je m p lo ,
n o s ig n ific a q u e y a s e p o s e a o c o n o z c a : cf. W .E . M a y , An Introduction to Moral
Theology (H u n t in g to n , In d ia n a , O u r S u n d a y V is ito r , 22 0 0 3 ) 1 1 7 -1 1 8 . L a o b je ­
c ió n d e G r is e z e s fá c il d e s u p e r a r to m a n d o e n c u e n t a e l p e n s a m ie n to d e lo s
S a n to s P a d r e s y d e S a n to T o m á s , q u e c o n s id e r a n lo s p r in c ip io s d e la le y
m o r a l n a t u r a l c o m o ‘s e m illa s ’ d e la s v ir tu d e s . E l A q u in a t e h a b la d e e llo s c o m o
p u n to s d e p a r t id a d e l r a z o n a m ie n to p r á c tic o q u e c o n c lu y e e n la s a c c io n e s
c o n fo r m e a la v ir tu d . S o n p r in c ip io s v ir tu o s o s . S o b r e e s te p u n to : cf. G. A b b á ,
Lex et virtus. Studi sull'evoluzione della dottrina morale di san Tommaso
dAquino (R o m a , L A S , 1 9 8 3 ) 1 8 4 -1 9 5 ; Felicitá, vita buona e virtu. Saggio di filo­
sofía morale (R o m a , L A S , 2 1 9 9 5 ) 2 1 3 -2 2 2 ; M . R h o n h e im e r , La perspectiva de
la moral (M a d rid , R ia lp , 2 0 0 0 ) 2 6 7 -3 0 8 ; E. C o l o m -A . R o d r íg u e z L u ñ o , Scelti
in Cristo per essere santi. Elementi di Teología Morale Fondamentale (R o m a ,
E d iz io n i U n iv e r s it á d e lla S a n ta C r o c e , 32 0 0 3 ) 2 4 5 -2 4 6 , 2 7 6 -2 8 1 (tra d , a d a p ­
t a d a d e la I a e d .: Elegidos en Cristo para ser santos. Curso de teología moral
fundamental [M a d rid , P a la b r a , 2 0 0 0 ]).
49 Grisez precisa que una cosa es la armonía con Dios, otra Dios mismo,
y otra la vida divina en que los cristianos participamos por adopción, y no hay
que confundirlas. La armonía con Dios constituye el bien humano básico de
la religión, que, junto como los demás bienes básicos, perfecciona a las per­
sonas humanas en cuanto humanas. Grisez señala que Santo Tomás (cf.
STh., II-II, q. 81, a. 5) llama la atención sobre este punto distinguiendo entre
la virtud de la religión y las virtudes teologales. A la primera corresponden los
actos de culto como la oración y los sacrificios. Las segundas tienen por obje­
to a Dios mismo: cf. G r is e z , Christian Moral Principies, 124. Cf. Id., Living a
Christian Life, 136 (con referencias a: STh. I-II, q. 71, a. 2; II-II, q. 24, a. 12).
Sobre la relación entre la religión, la moralidad y Dios: cf. G r is e z - B o y l e
472 J. M. ANTÓN

creencia en un Dios personal, como es el caso del confucionis-


mo (o del budismo), y ni siquiera en un Dios, como en el mar­
xismo. Basta que se reconozca alguna fuente última de valor y
de significado50.
(5) Por último, un tipo especial de armonía es la comu­
nión de vida que son capaces de formar el hombre y la mujer
en el matrimonio, y que alcanza su consumación en la paterni­
dad, como transmisión no solamente de la vida, sino también
los otros bienes básicos. Se trata de un bien reflexivo en cuan­
to que implica la donación mutua, pero es al mismo tiempo un
bien sustantivo, corporal en cuanto que implica la unidad en
una sola carne; unidad que se actualiza por el coito conyugal,
y que se completa y perfecciona por la vida familiar51.
Grisez encuentra confirmación de la existencia de estos
bienes humanos y de las inclinaciones naturales correspon-

- F in n is , Practical Principies, 1 4 1 -1 4 7 ; G r is e z , Natural Law, God, 1 1 -2 0 . Grisez


explica que la religión, como relación de amistad con Dios, es el bien básico
que está en juego en todas nuestras acciones y por ello es el único bien bási­
co alrededor del cual se puede y se debe organizar y unificar toda la vida de
la persona y sus acciones.
50 En el marxismo se trata de la dialéctica entre la materia y la historia:
cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 8 2. En F in n is - B o y l e - G r is e z ,
Nuclear Deterrence, 2 8 0 , se menciona también la armonía con la creación, que
puede inspirar acciones como la de salvar una especie animal en peligro de
extinción.
El bien del matrimonio no aparecía en las primeras listas de los bien­
es básicos. Grisez pensaba equivocadamente -comenta- que podía reducirse
al bien sustantivo de la vida en cuanto a la procreación de los hijos, y al bien
reflexivo de la amistad (conyugal) en cuanto a la unión que significa. Aparece
por vez primera como un bien básico en 1 9 9 0 , en el artículo: G. G r is e z , “Are
There Exceptionless Moral Norms?”, en: R A . S m it h (ed.), The Twenty-fifth
Anniversary o f Vatican II: A Look Back and a Look Ahead (Braintree,
Massachussets, Pope John Center, 1 9 9 0 ) 1 21 ; y a partir de ahí en las obras
sucesivas: cf. G r is e z - S h a w , Fulfillment in Christ, 5 5 -5 6 ; 4 3 9 , nota 3 ; G r is e z ,
Living a Christian Life, 5 6 7 -5 6 8 (especialmente p. 5 6 8 , nota 4 3 , donde se
explica el porqué de esta inclusión); Id., Difficult Moral Questions, 8 5 4 . Sobre
el matrimonio como bien básico y sacramento, en sus diferentes aspectos y
aplicaciones a la vida moral: cf. Id., Living a Christian Life, 5 5 5 -5 8 4 . La pri­
mera lista indirecta de los bienes humanos básicos aparece en 1 9 6 4 , en el
libro: Contraception and the Natural Law, p. 64. La primera lista explícita apa­
rece en 1 9 6 6 , en el artículo A New Formulation..., p. 3 4 8 . En las listas suce­
sivas, como se ha podido comprobar, salvo la inclusión del bien del matrimo­
nio abarcando la procreación, las diferencias son insignificantes, consistien­
do, por lo general, en expresar el mismo bien con términos diversos, o en
agrupar o separar algunos bienes en diferentes categorías.
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 473

dientes en tres hechos: (1) en los estudios sobre los seres


humanos, como la psicología y la antropología filosófica; (2) en
la misma posibilidad del estudio antropológico de la culturas,
lo cual significa que contienen puntos en común; y (3) en
que los intentos por remover de la lista alguno de los bienes
desemboca en consecuencias inaceptables, absurdas. Por
ejemplo, considerar la vida únicamente como un bien instru­
mental lleva a una visión dualística de la persona. Todo inten­
to por argumentar que la verdad es un bien completamente
instrumental presupone la bondad básica de conocer la ver­
dad. A este último método para defender los bienes básicos,
nuestros autores lo llaman ‘dialéctico’52.
Ahora es posible entender mejor la diferencia entre los
dos grupos de bienes básicos y el porqué de esta organiza­
ción53. Además de tener parte en los bienes sustantivos de
forma natural, se participa en ellos sólo por medio de acciones
eficaces. Por eso los bienes sustantivos existen principalmen­
te, en sus concreciones, en su realización puntual. Por el con­
trario, participamos en los bienes existenciales en y a través de
las acciones mismas entendidas como elecciones. De ahí que
los bienes existenciales existan principalmente en los corazo­
nes de quienes actúan por ellos y no tanto en los resultados
concretos. Una persona puede dar un veneno mortal a otra
pensando que está proporcionándole una medicina. Es un
gesto de verdadera amistad, pero la segunda persona perderá
la vida. La amistad florece en un corazón amistoso y en un
gesto amistoso; la salud, en un cuerpo sano54.

52 cf. G r is e z - B o y l e - F in n is , Practical Principies, 111-113; G r is e z , Natural


Law, God, 9. En cuanto a la confirmación de las inclinaciones naturales por
parte de la filosofía y de la antropología, se ofrecen referencias a varias obras
en: Id., Contraception and the Natural Law, 64; 74 notas 19-20; Christian
Moral Principies, 182; 202, nota 22. Mindling reprocha a Grisez la poca
bibliografía ofrecida (cuatro libros) y que señale prácticamente las mismas
en sus obras posteriores (cf. M in d l in g , Germain Grisez, 141, nota 24). Finnis
ofrece una bibliografía más completa en: F in n is , Natural Law, 97-94, notas
IV, 1, 2.
53 Puede verse también: A b b á , Felicita, vita buona e virtú, 56-59, quien
se inspira en nuestro autor.
Cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 58; G r is e z , Christian Moral
Principles, 129-132.
474 J. M. ANTÓN

Que los bienes humanos básicos sean diversos e irredu­


cibles a otros fines no es un hecho meramente contingente de
la psicología humana. Si -como veíamos- son aspectos intrín­
secos de la persona, de su plenitud de ser, deberán ser varios
y de diferentes especies, correspondiendo a la complejidad
inherente a la naturaleza humana, tal como se manifiesta en
los individuos y en las diversas formas de comunidad55. Cada
uno de ellos señala un campo de posibilidades de nuestra
naturaleza humana y una forma de realizarlas56. Tomados en
conjunto, estos ocho bienes básicos nos informan sobre lo que
son capaces de ser las personas, no sólo individualmente, sino
también en cuanto comunidades57. Así, los bienes básicos
explican tanto los rasgos constantes y universales de la vida
humana, como su diversidad y su apertura indefinida58.
Es fácil comprender por qué los bienes básicos funcio­
nan como razones últimas de nuestro obrar. Toda criatura que
actúa lo hace porque no le ha sido dada la plenitud de lo que
puede ser; posee potencialidades que sólo pueden realizarse
mediante la acción. El hombre persigue últimamente los bien­
es básicos porque participando en ellos se perfecciona como
ser humano. “Los bienes básicos son razones básicas para
actuar porque son aspectos del perfeccionamiento de la perso­
na” , porque son perfectivos. Por eso su “acción está motivada
racionalmente por estas razones”59 y por eso pueden guiar
nuestra acción, aun sin ser objetivos concretos ni metas defi­
nidas60. Las dos características de los bienes básicos respec-

Cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 79. Cf. F in n is - B o y l e


Nuclear Deterrence, 279; G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principles,
- G r is e z ,
107, 133; G . G r is e z , A Contemporary Natural Law Ethics, p. 127.
56 Cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 84.
5? Cf. G r is e z - S h a w , Fulfillment in Christ, 56.
58 Cf. F in n is - B o y l e -G r is e z , Nuclear Deterrence, 280. Mindling comenta
que no es claro qué son los bienes humanos básicos; que son demasiado
vagos, flexibles; y que no son precisos los confines entre éstos y otros tipos de
bienes (cf. M in d l in g , Germain Grisez, 156-157). Es cierto que la lista se pres­
ta a una cierta flexibilidad, pero no pienso que se deba a que la propuesta de
Grisez es insatisfactoria, sino a la complejidad del ser humano.
59 G r is e z - B o y l e - F in n is , Practical Principies, 114.
60 Cf. F in n is - B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 277; G r is e z -S h a w ,
Beyond the New Morality, 78-79.
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 475

to a los instrumentales -perfección intrínseca y razones últi­


mas del obrar- se encuentran intrínsecamente relacionadas.
Grisez et al. insisten en que, “dado que los bienes
humanos fundamentales compendian las posibilidades de la
persona humana, constituyen el marco dentro del que es posi­
ble la auto-determinación”. Por consiguiente, “todo acto de
auto-determinación se dirige de alguna forma a algún aspecto
de uno o de más de estos bienes”61.
Expresado de otra forma, si para obrar racionalmente
necesitamos una razón última y si sólo los bienes básicos pue­
den ser atractivos por sí mismos, sin referencia a otro bien, se
debe concluir que éstos “comprenden todas las razones funda­
mentales para la acción humana”. Cualquier otra razón podrá
reducirse a alguno(s) de ellos o incluirá parte de alguno(s).
Siempre que se trata de la razón práctica “una o más de estas
razones básicas se encuentran a la base como su punto de par­
tida” . En toda elección “uno u otro de estos bienes proporcio­
nan la razón para realizarla”62. Precisamente por ser irreduci­
bles a otros motivos racionales anteriores o a otros bienes más
elementales, Grisez los llama ‘bienes (humanos) básicos’63.

61 G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 8 6 -8 7 . C f. Ibid., 98-99. S e


p o d r ía o b je ta r q u e la f a m a o b u e n a r e p u t a c ió n e s u n b ie n b u s c a d o p o r sí
m is m o . F in n is e x p lic a c ó m o , e n e l fo n d o , s e r e d u c e a o tr o s b ie n e s b á s ic o s ,
c u a le s la p r e o c u p a c ió n p o r la v e r d a d , y p o r e s t a r e n a r m o n ía c o n lo s d e m á s
y c o n u n o m is m o : cf. F in n is , Natural Law, 98-99, n o ta IV , 3. T a m b ié n q u e d a n
d e s c a r ta d o s o tr o s c a n d id a t o s a b ie n e s b á s ic o s c o m o : la fe lic id a d , la d ig n id a d
d e la p e r s o n a y la a u to e s t im a , q u e s e r e la c io n a n m á s b ie n c o n e l id e a l d e la
p le n itu d p e r s o n a l h u m a n a : cf. G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principies, 1 12 -
113. S o b r e la fe lic id a d : cf. Ibid., 1 3 2 -1 3 3 , 1 3 5 -1 3 7 ; F in n is , Aquinas, 8 5 -8 6 ,
1 0 4 -1 1 0 , 3 1 2 - 3 1 9 ; W .H . M a r s h n e r , “ R e v ie w s : A T a le o f T w o B e a t it u d e s ” : Faith
and Reason 16 (1 9 9 0 ) 1 7 7 -1 9 9 , q u e r e s p o n d e a la s c r ític a s d e H it t in g e r a
G r is e z y F in n is e x p r e s a d a s e n R. H it t in g e r , A critique o f the New Natural Law
Theory (N o tr e D a m e , In d ia n a , U n iv e r s it y o f N o tr e D a m e P re s s , 1 98 7).
62 G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 8 3 . G r is e z a d m it e , s in e m b a r ­
g o , q u e q u iz á s e n a lg u n a s e le c c io n e s in m o r a le s la fin a lid a d ú lt im a n o v a d ir i­
g id a a u n o o v a r io s b ie n e s b á s ic o s , s in o a la s a tis fa c c ió n d e d e s e o s , s e n ti­
m ie n to s y e m o c io n e s (cf. G r is e z - B o y l e -F in n is , Practical Principies, 1 4 7 -1 4 8 ).

63 G r is e z e n c u e n t r a ta m b ié n u n fu n d a m e n t o te o ló g ic o p a r a lo s b ie n e s
h u m a n o s b á s ic o s e n la S a g r a d a E s c r itu r a , e s p e c ia lm e n te e n lo s c a p ítu lo s 2 -
4 d e l G é n e s is . E l p e c a d o h a c e a l h o m b r e p e o r e n to d o s lo s a s p e c to s . D e s d e la
p e r s p e c t iv a d e lo s d a ñ o s s u fr id o s r e s a lta n p o r c o n t r a p o s ic ió n la s d im e n s io n e s
e s e n c ia le s d e l s e r h u m a n o . E n c u a n t o a s u d im e n s ió n c o r p o r a l e s c o n d e n a d o
a m o r ir - p ie r d e e l d o n d e la v id a . E n c u a n t o a d im e n s ió n in t e le c t u a l e l h o m ­
b r e e s t á d is p u e s t o a c r e e r m e n tir a s y a p e n s a r to r c id a m e n te -q u e d a d a ñ a n d o
476 J. M. ANTÓN

4. ¿Una lista exhaustiva?

¿Es exhaustiva esta lista? Nuestros autores responden


que sí. Aunque se pueden encontrar otras muchas razones
para actuar, que incluso parecen más importantes, en defini­
tiva éstas pueden reducirse a aspectos de alguno o algunos de
estos bienes. Se puede, por ejemplo, conceder gran importan­
cia al patriotismo, pero éste no es más que un aspecto limita­
do o una modalidad de la categoría ‘armonía con los demás’ o
‘amistad’64.
Esto no significa que los bienes humanos básicos -y en
especial los bienes reflexivos- no puedan completarse ni clasi­
ficarse de otras formas. Grisez et al. hablan con frecuencia de
“categorías” o “grupos”65 de bienes y, respecto a los bienes

el bien de la verdad. En cuanto a su vocación de ser colaboradores de Dios en


la obra de la creación y de la procreación, sufrirán dolor -la fertilidad lleva
consigo cargas, sufrimiento, fatigas. Se pierde, además, la armonía a todos los
niveles: se dan los conflictos personales, interiores, manifestados por la ver­
güenza; entra la discrepancia entre la capacidad para acciones inteligentes y
lo que efectivamente se ejecuta, lo cual lleva al autoengaño y a la falsedad;
hay conflictos interpersonales, expresados en el evadir la responsabilidad, la
alusión a las tensiones entre el marido y mujer, y el asesinato; existe, tam­
bién, un alejamiento de Dios. Se pueden, pues, deducir los bienes humanos
básicos de las privaciones que los menoscaban (cf. G r is e z , Christian Moral
Principies, 122-124). Esto remite al problema teológico y exegético de la inter­
pretación de los llamados “bienes preternaturales’ que perdimos por el peca­
do original de nuestros primeros padres. Grisez los interpreta literalmente (cf.
Ibid., 333-359). Existen, también, otros textos de la Sagrada Escritura donde
Grisez encuentra estos bienes (cf. Ibid., 134-137). Así mismo, nuestro autor
señala cómo el Concilio Vaticano II alude también a estos bienes básicos,
aunque sin pretender ofrecer una lista analítica: en Gaudium et spes, 27, a la
vida y a la integridad física; en el n. 57, a la cultura, al conocimiento de la
verdad en varias disciplinas y al cultivo de la belleza; en los nn. 53 y 67 al tra­
bajo; en Lumen gentium, 36 se habla del papel de los fieles laicos de dilatar
el Reino de Dios que es un reino de verdad, de vida, de santidad, de justicia,
de amor, de paz (cf. G r is e z , Living a Christian Life, 134-135; Id., “Are There
Exceptionless Moral Norms?”, 121).
64 Cf. G r is e z - S h a w , Beyond the New Morality, 82-83. Finnis señala tam­
bién cómo otras formas de bien, de auto-determinación y realización como la
valentía, la generosidad, la moderación, la afabilidad, etc. No son bienes bási­
cos, sino formas de perseguirlos y preparan al hombre para ello (cf. F in n is ,
Natural Law, 90-91).
65 Véase, por ejemplo: G r is e z , Christian Moral Principies, 124; F in n is
-B oyle - G r is e z , Nuclear Deterrence, 279; G r is e z - B o y l e - F in n is , Practical
Principles, 107-108, 137; G r is e z -S h a w , Beyond the New Morality, 79-80, 82-
83.
LOS BIENES FUNDAMENTALES PARA LA PERSONA 477

reflexivos, de ‘formas de armonía’. Sin duda pueden proponer­


se más elementos o aspectos que completen los diferentes
bienes o categorías. La ‘categoría’ de la vida, por ejemplo, abar­
ca la salud, la integridad física, la seguridad y protección, y
otra serie de elementos que se podrían añadir. En el bien de la
amistad están comprendidas la paz y las buenas relaciones,
pero se podrían agregar el patriotismo, el espíritu de colabora­
ción y de cuerpo, la solidaridad, la subsidiariedad, etc. “Entre
los importantes aspectos de los bienes humanos existen posi­
bilidades todavía desconocidas”66.
Se podrían pensar, además, otras maneras de organizar
los bienes reflexivos según otro parámetro que no sea la ‘armo­
nía’67. Hemos visto cómo la presentación de las listas de bien­
es humanos básicos no ha sido siempre exactamente la
misma. Se les ha llamado con términos diversos y se les ha
agrupado de diferentes maneras68. La lista de bienes básicos
presentada por los autores pretende ser exhaustiva en el sen­
tido de que las razones de nuestro obrar puede reducirse, en el
fondo, a estos bienes fundamentales, pero no pretende ser
completa y definitiva en cuanto a la enumeración de todas las
formas concretas como se puede participar en ellos ni en cuan­
to a la manera de clasificarlos. Lista exhaustiva, sí, pero no
acabada ni la única posible69.

66 F in n is - B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 2 8 2 .
67 C f. F in n is - B o y l e - G r is e z , Nuclear Deterrence, 2 9 5 ; F in n is , Natural Law,
9 2.
68 No parece pertinente, sin embargo, la observación de: M in d l in g ,
Germain Grisez, 141: “Grisez has listed the basic human goods in various
ways in various publications, apparently non satisfied with any one formula­
tion”.
69 Tras esta amplia exposición sobre los bienes humanos básicos (cuá­
les son y cómo se distinguen de otros tipos de bienes como los sensibles e ins­
trumentales) no encuentran lugar observaciones como las siguientes: “How
do we know what counts as a true human good, that is, how do we determi­
ne which among the possible objects of human desire (if any!) is intrinsically
desirable of any rational agent? Grisez and Finnis respond that the true
human goods are self-evidently such to us”: J. Porter, “Basic Goods and the
Human Good in Recent Catholic Moral Theology”: The Thomist 57 (1 9 9 3 ) 29.
“At any rate, there is a more fundamental difficulty with the move that Grisez
and Finnis make, from a consideration of generally agreed upon desiderata,
to a list of basic goods”: Ibid., 3 7 . Una buena respuesta a Porter viene de: G.
V. Bradley -R. P. George, “The New Natural Law Theory: A Reply to Jean
Porter”: The American Journal o f Jurisprudence 3 9 (1 9 9 4 ) 3 0 8 -3 1 2 .

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