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Ayer 16 de febrero de 2019 moría en Zúrich, Bruno Ganz. Zúrich fue también su ciudad
de nacimiento, el 22 de marzo de 1941, en plena guerra y vivo aún Adolf Hitler, un
personaje al que interpretó dotándole de una humanidad asombrosa en El hundimiento
en 2004 y haciéndonos reflexionar sobre la personalidad del monstruo.
En sus manos brillaba el Anillo de Ifflnad, como si fuera un héroe germánico. Ni más ni
menos que la distinción que suele portar el que esté considerado como mejor actor de
lengua alemana.
Fue miembro del grupo teatral del Berliner Schaubühne y en 1972 hizo su debut en el
Festival de Salzburg con el estreno de Der Ignorant und der Wahnsinnige, de Thomas
Bernhard dirigido por el director Claus Peymann.
En 1976 comienza una intensa relación con el medio cinematográfico con Lumiere
dirigida por la mítica actriz Jeanne Moreau, La Marquesa de O, de Éric Rohmer, La
mujer zurda, de Peter Handke (1978) y trabaja con Werner Herzog en 1979 en
Nosferatu: Phantom der Nacht. Es especial su colaboración con Wim Wenders: El
amigo americano (1977) y en 1987 crea el personaje de Damiel, un ángel que quiere ser
humano para poder vivir las sensaciones en Der Himmel über Berlin (El Cielo sobre
Berlín), película que en 1993 continuaría con In weiter Ferne, so nah! (¡Ten lejos, tan
cerca! Su trabajo en En la Ciudad Blanca (1983) de Alain Tanner supone una filigrana
interpretativa. Trabajó además con Theo Angelopoulos, , Mauro Bolognini, Volker
Schlöndorff, Francis Ford Coppola, Rainer Kaufmann, Stephen Daldry…
Dirigió en 1982 un documental junto a Otto Sander: Gedächtnis: Ein Film für Curt Bois
und Bernhard Minetti (Memoria: Una película para Curt Bois y Bernhard Minetti), en
la que plasma el encuentro de los dos directores y sus entrevistas con dos de los más
grandes actores alemanes del siglo XX, Curt Bois y Bernhard Minetti.
No abandona el teatro, aunque el cine le absorbe mucho más. Pero en 1986 interpreta
Prometeo, de Esquilo, y El misántropo, de Molière, en teatro. En 2000 afronta su mayor
desafío sobre las tablas, el papel protagonista en las dos partes completas de Faust, de
Goethe, una producción de 13 horas en la que vuelve a trabajar con Peter Stein.
Popularmente, su trabajo de mayor impacto es el encarnar las últimas horas de Adolf
Hitler, encerrado en su búnker mientras las fuerzas aliadas acaban con las últimas
resistencias del ejército alemán en El hundimiento de Oliver Hirschbiegel.
También ha trabajado como narrador en obras sinfónicas, muchas veces bajo la batuta
de su amigo Claudio Abbado. Precisamente el cáncer que acabó con su vida le hizo
abandonar su último trabajo como narrador en la ópera de Mozart "La flauta mágica"
para el Festival de Salzburgo.
-Sinceramente, eso no puedo definirlo muy bien. Leo el guion y, muchas veces, sucede
que la historia no es interesante a primera vista, pero si el personaje que me ofrecen es
atractivo, empiezo a estudiarlo separadamente. No es nada racional, aunque considero
que es importante el momento personal en el que me encuentro al decirle que sí a un
papel. Por ejemplo, por más que me ofrezcan uno excelente en una película sobre nazis,
no lo aceptaría a futuro. Así sea un film como Bastardos sin gloria , de Quentin
Tarantino, que me pareció divertido y muy cinematográfico pero sin ningún punto de
contacto con la verdadera historia.
-¿Su vínculo con el director teatral Peter Stein fue determinante para su carrera?
-Fue muy importante para mí cuando yo era joven porque aprendí muchísimo de él.
Juntos creamos la compañía Schaubühne, donde buscamos una independencia de
criterio con respecto a lo que sucedía en la escena berlinesa de entonces. Con esa
compañía llegamos al cenit y en ese momento decidimos separarnos. Peter Stein es uno
de los pocos directores modernos que tienen un gran respeto por el espectador, y su
escuela tiene mucho que ver con la tradición del teatro alemán, a la que incluyó en su
concepción renovadora de este arte. Nos reencontramos después de muchos años
haciendo Fausto , de Goethe, en la Expo 2000 de Hanover. La obra duraba más de trece
horas y se ofreció en dos días seguidos.
-Cuando yo quería ser actor, en mi tiempo, los actores serios tenían como obligación
leer a Goethe, a Friedrich Schiller y a William Shakespeare. Principalmente, Hamlet y
Medida por medida dejaron una huella profunda en mí, porque Shakespeare es un autor
que se vuelve indispensable cuando uno toma contacto con él. Puede condensar el
mundo en una sola frase. Sin saberlo, me ayudó a futuro porque gracias a mi temprana
labor con el inglés me pude vincular más directamente con films como El lector y
Desconocido .
-En el colegio donde hice el bachillerato teníamos un cine club y en los recreos
hacíamos andar el proyector. Pude ver las cincuenta mejores películas de la historia del
cine entre timbre y timbre antes de volver a las aulas. Como adolescente me sentí
deslumbrado por la Nouvelle vague , me pareció muy excitante, al igual que las actrices
italianas. Eran deslumbrantes [risas]. Aunque nunca pude olvidarme de Jeanne Moreau
en Ascensor para el cadalso . Ella también me impresionó, digámoslo elegantemente,
en forma erótica.
-Usted trabajó con los grandes realizadores del Nuevo Cine Alemán de los años
setenta y también ahora con los jóvenes directores de este resurgir del cine alemán.
¿Qué similitudes y qué diferencias encuentra entre ellos?
-Sí, pero no considero que sea algo demasiado excepcional porque se lo ofreció a
muchos conocidos. Todos tuvimos que mandar un tape y, por fin, eligió a Liam Neeson.
Seguramente me hubiese gustado hacerlo pero, es muy probable que haya tenido razón
en elegirlo a él. Alguien robusto, grande, muy vital. Creo que fue una buena elección.
-La verdad es que no entiendo mucho de música pero disfruto enormemente yendo a sus
conciertos. Lo admiro y pienso que él también me tiene mucho cariño. Esa amistad me
permitió embarcarme con él en un par de proyectos: Il canto sospeso , de Luigi Nono, y
Egmont de Beethoven, junto a la Orquesta Filarmónica de Berlín. Una magnífica
experiencia en la que usé mi voz en el recitado como un instrumento.
-Protagonizó el bien angelical sobre Berlín en Las alas del deseo y el mal casi
absoluto en los subterráneos búnkeres de La caída . ¿Con cuál de los papeles se
sintió más a gusto?
-Sin duda, como actor me resultó más interesante el papel de Hitler, muy complejo.
Pero por otro lado, el desarrollo de la fantasía y lo espiritual estaba muy presente en ese
ángel que compuse para Las alas del deseo . Un personaje que no se podía ver ni palpar
pero que se introducía en los pensamientos de la gente. La figura del ángel es arcaica y
es el deseo de todos tener un ángel guardián. Lo interesante del film de Wenders es
pensar en esa figura espiritual en el mundo de hoy.
-Sucedió algo emocionante cuando se estrenó la película porque, cada vez que subía a
un avión, la gente me miraba y me decía: "Nada nos puede pasar". En otra ocasión,
pasaba por un parque y una mujer con su pequeño hijo se arrodilló y me dijo que yo era
su ángel guardián.
-Dijo explícitamente que fue un acto de cobardía no mostrar, luego de tanta sangre, el
momento en el que Hitler muere. Desde el punto de vista emocional, a Wim Wenders lo
puedo entender muy bien, pero como argumento contra el film, no puedo aceptarlo,
porque Hitler muere en El hundimiento. Es comprensible que para un alemán de la
generación de Wenders no sea suficiente. Él odia El hundimiento, pero por fortuna eso
no cambió nuestra amistad.
-Sí. Porque hasta ese momento nunca había tenido ante mí la situación de componer un
personaje que verdaderamente existió y fue responsable de tanta tragedia. La
destrucción de todo un continente, con 50 millones de muertos, el exterminio de 6
millones de judíos. Cuando uno se acerca a eso, llega como a un lugar prohibido.
-Ha sido una constante, considerando Las alas del deseo e, incluso, La eternidad y un
día , de Theo Angelopoulos, que es un director muy estricto en el set. Trabajar con él es
casi como estar en el teatro por sus largas secuencias y su exigencia con el actor. Por
suerte nos entendimos muy bien en el nivel poético, pero la realidad de filmar con él es
dura. Se puede decir que estoy abierto al misterio. Realmente me interesó mucho la
historia de Colores en la oscuridad porque toca un tema muy actual en la vivencia de un
matrimonio con cincuenta años de casados. Asimismo porque el misterio de la muerte
me interesa. Y el del cine también.
Fuente:
https://www.lanacion.com.ar/1357970-ganz-de-angel-a-demonio
ACERCA DE EL HUNDIMIENTO
Fuente:
https://www.emol.com/noticias/magazine/2010/11/16/447663/bruno-ganz-despues-de-
hacer-de-hitler-me-senti-como-contaminado.html
Pregunta. Usted es quizá el único actor que ha interpretado a un ángel (El cielo sobre
Berlín) y a un demonio (El hundimiento). ¿Qué fue más complicado?
Respuesta. Por supuesto uno siempre prefiere hacer de ángel y por otra parte interpretar
a Hitler es algo que moralmente es muy complicado. Sin embargo, técnicamente
interpretar a Hitler es mucho más fácil porque uno tiene mucho material del que echar
mano. Con los ángeles, no hay ningún modelo. Tiene uno la ventaja de que tiene más
libertad. Con Hitler, uno tiene que ser fiel a la Historia.
R. Muy pronto. Tenía 17 años y la verdad es que no sé muy bien por qué fue. Quizá
fuera porque iba mucho al teatro. Era el lugar que mejor conocía. Cuando estaba solo en
casa, me imaginaba allí, actuando.
P. Usted ha trabajado con Wim Wenders y Eric Rohmer. Al primero le encanta
improvisar. El segundo es un director meticuloso. ¿Con cuál es más difícil trabajar?
R. En Wenders todo era improvisación. A veces nos cambiaba los diálogos sobre la
marcha. Era una tortura. Rohmer lo preparaba todo por adelantado, era puntilloso hasta
la extenuación. Recuerdo que hubo un filme en el que sólo movió la cámara una vez: en
un 'travelling' de 37 centímetros. ¿Se puede ser más meticuloso?
P. Alguna vez se ha quejado de que en América a los actores alemanes sólo los llaman
para hacer de científicos o de nazis. ¿Aún lo piensa?
R. Sí. Y no me gusta. Pero a veces me ha tocado hacerlo. Uno tiene que trabajar.
P. Lo hizo por ejemplo en 'Los niños del Brasil'. Una película en la que trabajó con
Lawrence Olivier. Usted lo conoció. ¿Cómo era?
R. Era muy buena persona. Yo era muy joven y me acuerdo de que me trató como si
fuera un actor de su talla. Como si fuera alguien realmente importante. Lawrence era un
caballero británico.
R. No. Me gusta trabajar en Europa. Ahora, si me ofrecen algo como lo que Bardem
hizo en 'No es país para viejos'...
P. ¿Le gustó?
R. Por supuesto. Es la película de entretenimiento más inteligente que haya visto nunca.
Y Bardem hace un papel impresionante. Le conocí como actor precisamente cuando
Mar adentro competía con El hundimiento'. Era un filme excelente y también merecía
ganar el Oscar.
R. Me llamó el guionista y me quedé de piedra. Le dije que no podía decidir así, por
teléfono. Le pedí que me enviaran el guion y algo de material para analizarlo. Y luego
vino la prueba en Munich. Me pusieron el maquillaje, el uniforme, el pelo y el bigote y
me dijeron que no hiciera nada, que me quedara ahí de pie, junto a la mesa. Me dijeron
que era perfecto y entonces me vi en la pantalla y decidí que debía correr el riesgo.
P. Pero dudó...
R. Porque era una película hecha con alemanes y por alemanes y en la que los
productores, los guionistas y la mayoría de los actores eran alemanes. Nunca nadie
había hecho algo así antes en Alemania y creo que era una tentación muy grande
intentarlo.
P. Un intento de recrear un Hitler real, quiere decir, en las antípodas de 'El gran
dictador'...
R. Exacto. Era hora de dar una visión diferente de la de Chaplin. Su película es una obra
maestra, por supuesto, pero tiene la estética de aquel periodo y había llegado el
momento de hacer otra cosa.
P. ¿No se arrepiente de haber creado un Hitler que inspira compasión? Cuando uno ve
El hundimiento, no puede evitar sentir pena por ese hombre solo, viejo, vencido y
traicionado por sus hombres de confianza en sus últimos días.
No. No me arrepiento. Creo que Alemania es hoy lo suficientemente madura como para
ver en Hitler no sólo el personaje diabólico sino también la persona que hay detrás de él.
En este punto, uno tiene que examinar lo que los testigos dicen de él.
R. Sí. Muchos han escrito su experiencia en libros que uno puede leer y todos tienen
una fascinación por el personaje y dicen que en muchos momentos tenía un lado
tremendamente humano. No soporto esa visión radical sobre él que lo pinta como si
fuera el diablo.
P. Pero lo era...
R. Sí, pero siempre he creído que debía de haber algo ahí que atraía a las personas
cercanas más allá de la ideología y desde luego ese sentimiento ha influido mucho en la
forma en la que lo he interpretado.
P. ¿No cree que para los alemanes fue siempre más fácil demonizar a Hitler que aceptar
su propia responsabilidad en el Holocausto?
R. Es probable. Para aquellos que lucharon en la guerra con uniformes nazis era mucho
más fácil crear una caricatura de Hitler y pensar de alguna manera que ellos no eran
culpables. Decir algo así como: "Lo único que hicimos fue seguir a un demonio. No
tiene nada que ver con nosotros como pueblo o como nación".
R. Por supuesto, seguiré intentado que me ofrezcan un papel todavía mejor, pero si eso
no sucede no me importa. Al fin y al cabo, yo no soy Hitler. No soy más que un
humilde acto...
Fuente:
https://www.elmundo.es/elmundo/2008/06/01/cultura/1212347055.html
ENTREVISTA CON JOSÉ COMAS (EL PAÍS, 5 OCTUBRE 2007)
“A la hora de decidirse por una película el guion es decisivo. Ahora, con toda la
experiencia que le proporciona haber participado en muchas producciones y moverse
entre gente famosa, me fijo un poco más en quién participa y, sobre todo, en quién
dirige. Pero lo esencial sigue siendo el guion"
“Vitus (2007) ha sido una excepción en ese sentido. La historia de Vitus me fascinó por
el retrato de los problemas del niño y su relación con el abuelo. Conocía a Fredi Murer,
el director, que vive en Zúrich y con el que me suelo encontrar. Me gustaban sus
películas y tenía ganas de trabajar con él. Surgió esa posibilidad y la acepté, aunque el
texto -que hubo que reescribir por un problema de presupuesto- no le pareciera tan
bueno.”
“Tenía que trabajar con un menor, un niño prodigio. No se puede hablar con los niños
como se habla con un actor; la comunicación es más difícil. Los niños están en su
mundo y no se les puede pedir que actúen de esta o aquella manera. Sólo saben ser ellos
mismos. No son actores. Hay que mirar cómo son, tratar de acercarse. Cuando funciona,
es muy bonito, porque es muy auténtico. Me gusta trabajar con niños. El niño de la
película, Teo Gheorghiu, es un chico superdotado de veras. Lo escuché en Zúrich
interpretar a Beethoven. La secuencia final de la película es documental, un concierto
real que dio Teo. La decisión fue difícil ¿Queríamos un niño con mucho talento como
actor y que tocara en play back? A mí me pareció que era mejor buscar a un verdadero
niño superdotado que supiera tocar el piano. Lo de la actuación ya lo arreglaríamos".
"Es lo fascinante de mi profesión. En eso soy anticuado; me encanta que cada papel sea
diferente, es un reto. En el teatro es mucho más fácil cambiar de papel, transformarse.
Basta una barba pegada a la cara. En el cine es mucho más complicado, porque la
cámara lo ve todo"
“Si es que no me dan otro papel importante antes de que me muera, Hitler será el papel
de mi vida. Hitler es una figura controvertida, y si la representas como yo lo hice es
normal que se te quede pegada. Recibí muchas críticas por ello. A mí la película me
parece correcta, y su trabajo, bueno. Estoy orgulloso de haberlo hecho y de las críticas
positivas de personas que admiro, como Coppola. Así que está bien".
FUENTE
https://elpais.com/diario/2007/10/05/cine/1191535203_850215.html
PREMIOS
• 1973 - Actor del año (Schauspieler des Jahres) otorgado en por la revista
alemana Theater heute
• 1996 - Iffland-Ring.
• 2000 - Schweizer Filmpreis.
• 2000 - Premio David di Donatello por Pane e tulipani.
• 2001 - Swiss Film Prize por Pane e tulipani.
• 2001 - Berliner Filmpreis.
• 2004- Bavarian Film Award, mejor actor por El hundimiento.
• 2004 - Premio Bambi por El hundimiento
• 2006 - ALFS (Críticos de Londres) por El hundimiento.
• 2006 - Kunstpreis de la ciudad de Zürich10
• 2006 - Österreichische Ehrenzeichen für Wissenschaft und Kunst (Premio de la
Ciencia y Arte Austriaco)
• 2008 - Die Europa, premio festival de Braunschweig.
• Deutscher Darstellerpreis (Chaplin-Schuh)
• Bundesfilmpreis
• Hans-Reinhart-Ring der Schweizerischen Gesellschaft f. Theaterkultur
• Officier dans l’ordre des arts et des lettres de Francia.
FILMOGRAFÍA (IMDB)
Radegund (post-production)
Judge Lueben
2018 Fortuna
Brother Jean
2015 Heidi
Alpöhi
2015/I Remember
Rudy Kurlander #1
2013 El consejero
Diamond Dealer
2006 Er, der Hut, sitzt auf ihm, dem Kopf (TV Movie)
2006 Vitus
Grandfather
2005 Have No Fear: The Life of Pope John Paul II (TV Movie)
Cardinal Stefan Wyszynski
2004 El hundimiento
Adolf Hitler
2003 Lutero
Johann von Staupitz
1996 Saint-Ex
Antoine de Saint-Exupéry
1993 Brandnacht
Peter Keller
1992 La ausencia
Player
1992 Prague
Josef
1991 Erfolg
Jacques Tüverlin
1989 Strapless
Raymond Forbes
1989 Bankomatt
Bruno
1985 De ijssalon
Gustav
1980 La provinciale
Remy
1980 Polenta
Jules, le narrateur
1980 5% de risque
David
1976 La marquesa de O
Der Graf
1976 Lumière
Heinrich Grün
1976 Sommergäste
Jakov Shalimov
1961 Chikita