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Nº DOCUMENTO:

C21_12_5

FECHA:

07/02/2007

CONSULTANTE:

Ministerio

Nº EXPEDIENTE:

DCAARRHH – 42/07

CUESTIÓN PLANTEADA:

Se formula consulta en relación con los criterios para la concesión de permiso por
enfermedad grave de un familiar hasta el segundo grado de consanguinidad o
afinidad

SÍNTESIS DE LA CONTESTACIÓN:

Es requisito indispensable para la concesión del permiso que exista una


justificación documental suficiente, de tal modo que permita a la Administración
efectuar un juicio razonado acerca de la procedencia o no de la concesión del
citado permiso. El Centro Gestor es competente para valorar las circunstancias
concurrentes, sin que puedan establecerse directrices de carácter general y de
aplicación universal, dada la multiplicidad y variedad de los casos existentes.

RESPUESTA:

El artículo 30.1.a) de la Ley 30/1984, de 2 de agosto, de Medidas para la


Reforma de la Función Pública, prevé que se concederán permisos, entre otras
causas justificadas, por el “(...) fallecimiento, accidente o enfermedad grave de un
familiar dentro del primer grado de consanguinidad o afinidad, tres días hábiles
cuando el suceso se produzca en la misma localidad, y cinco días hábiles cuando
sea en distinta localidad. Cuando se trate del fallecimiento, accidente o
enfermedad graves de un familiar dentro del segundo grado de consanguinidad o
afinidad, el permiso será de dos días hábiles cuando el suceso se produzca en la
misma localidad y cuatro días hábiles cuando sea en distinta localidad”.

Asimismo en el ámbito laboral se contempla un permiso similar en el artículo 47


del II Convenio único para el personal laboral de la Administración General del
Estado.

Primero. Enfermedad grave.

De la lectura del precepto se colige la dificultad de delimitación de lo que debe


entenderse como enfermedad grave, en tanto nos hallamos ante un concepto
jurídico indeterminado que requiere de una ponderación casuística por los
responsables de personal en atención a criterios subjetivos.
En este sentido, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en sentencia de 14
de enero de 1997 ha señalado que: “(…) si una enfermedad es grave o no, a
efectos jurídicos, es obvio que radica en una cierta potestad discrecional, pues
deben valorarse las condiciones objetivas o subjetivas que concurren en cada
caso, especialmente la condición del paciente, edad, estado físico, riesgo para su
vida, etc.”

En el supuesto de intervenciones u operaciones quirúrgicas, el criterio de este


Centro Directivo manifestado en el Dictamen en atención de consulta de 17 de
julio de 2003, es que resulta “(…) imposible predeterminar, con carácter absoluto,
la procedencia del citado permiso en el supuesto de intervenciones u operaciones
quirúrgicas, dado que bajo esa expresión quedarían englobadas intervenciones
de absoluta nimiedad junto con otras de naturaleza más grave, pasando por
aquellas que, sin apreciar en principio probabilidades de complicaciones
posteriores, el interés o preocupación del funcionario deben ser atendidos por la
Administración mediante el permiso previsto.

Por tanto, son las circunstancias de cada caso las que debe ponderar el Centro
decisor teniendo presente la finalidad del permiso (atención de necesidades de
índole familiar) y la propia naturaleza del hecho causante, dentro de la pauta
fijada por la redacción de la Ley”.

Así, deben valorarse las circunstancias objetivas y subjetivas por el centro gestor
para considerar una enfermedad como grave o no, siendo la gravedad de la
enfermedad el presupuesto básico para la concesión del permiso, sin que se
pueda definir dicho concepto a priori y con carácter general.
Segundo. Momento de disfrute del permiso.

En lo atinente al momento de disfrute del permiso, el criterio de este Centro Directivo


en relación con el disfrute de los permisos dados por enfermedad grave de familiar
es que, los días de disfrute “han de ser los inmediatamente posteriores al hecho
causante, sin computar, lógicamente, a tales efectos, los inhábiles y festivos”, sin
que, en ningún caso, haya lugar a los mismos, si ha desaparecido el hecho causante
y sin perjuicio de las medidas de flexibilidad horaria contenidas en la Orden
APU/3902/2005, de 15 de diciembre. En concreto, la posibilidad de “establecer el
derecho a flexibilizar en un máximo de una hora el horario fijo de jornada para
quienes tengan a su cargo personas mayores, hijos menores de 12 años o personas
con discapacidad, así como quien tenga a su cargo directo a un familiar con
enfermedad grave hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad”.

Tercero. Justificación documental del permiso.

Como se ha señalado el presupuesto básico para la concesión del citado permiso


es la gravedad de la enfermedad, la cual ha de quedar debidamente justificada.

Dicha justificación no queda suficientemente avalada por una mera manifestación


del interesado, sino que se requiere una actividad probatoria más amplia. En este
sentido debe justificarse documentalmente, bien con carácter previo o con
posterioridad, la gravedad de la enfermedad, motivada por la trascendencia de la
misma o la complicación de la intervención quirúrgica, sin que se pueda entender
que la gravedad de la enfermedad queda acreditada por el hecho de la propia
intervención.
A estos efectos, corresponde al centro gestor la competencia para determinar los
medios de prueba que permitan dicha acreditación documental, de tal suerte que
se acredite la certeza o evidencia de la causa del permiso.

En relación con el supuesto de hecho planteado en el escrito de consulta ha de


reputarse, a juicio de este Centro Directivo y sin perjuicio de la competencia del
Centro Gestor que el justificante aportado por el interesado, en el que únicamente
se señala el día de ingreso del familiar en el centro hospitalario, resulta
insuficiente como medio probatorio del hecho causante del permiso, requiriéndose
una actividad probatoria más amplia que ofrezca a la Administración la posibilidad
de formar un criterio para conceder o no el permiso.

Cuarto. Ingreso hospitalario y recaídas.

Finalmente se cuestiona si el ingreso hospitalario, sin especificación de la causa


del mismo, puede entenderse como justificación suficiente para la concesión del
permiso. De acuerdo con lo expuesto, del mero ingreso hospitalario no puede
deducirse o inferirse de modo natural que el enfermo padezca una enfermedad
grave, por lo que de no acreditarse la gravedad de las circunstancias
concurrentes que motivan dicho ingreso, no procedería a juicio de este Centro
Directivo la concesión del permiso. En todo caso, como hemos señalado,
corresponde al Centro Gestor ponderar las circunstancias del caso, teniendo
presente la finalidad del permiso y la naturaleza del hecho causante, ponderación
que requiere una suficiente acreditación del supuesto de hecho, más amplia que
la mera constatación del internamiento.
Por otro lado se cuestiona en el último apartado de la consulta acerca de la
procedencia de la concesión del permiso “por el mismo familiar sin que se
especifique la enfermedad y haciendo constar el ingreso hospitalario”. En relación
a la no justificación del hecho causante, como se ha señalado, no se estima
suficiente como acreditación del mismo la mera constatación del internamiento,
requiriéndose una actividad probatoria más amplia.

En lo relativo al hecho que el permiso se solicita en relación con el mismo familiar,


habiéndose disfrutado con anterioridad de otro permiso en relación con el proceso
patológico de éste, ha de diferenciarse entre las recaídas y la duración prolongada
de la enfermedad grave de un familiar.

Por lo que hace a la posibilidad de entender que con cada recaída en la enfermedad
grave de un familiar se inicia un nuevo período de cómputo, el criterio de este Centro
Directivo es que habrán de ponderarse, de un lado, el interés de la Administración,
esto es, las necesidades del servicio, y, de otro, el del funcionario en el que concurre
la causa que da origen al permiso. En este sentido, corresponde al Centro Gestor
valorar si se está ante una recaída, y por tanto, ante un nuevo hecho causante, o si,
por el contrario, estamos ante un alargamiento de una enfermedad, de por sí grave
pero estacionaria, en cuyo supuesto habrían de adoptarse por el Centro Gestor las
medidas que estime más convenientes para evitar que se pueda producir un abuso
del permiso.

En conclusión:
La consideración de una enfermedad como grave o no, en tanto estamos ante un
concepto jurídico indeterminado, requiere una ponderación por parte del Centro
Gestor, a la vista de las circunstancias concurrentes.

En todo caso, es requisito indispensable para la concesión del permiso que exista
una justificación documental suficiente, ya sea con carácter previo o con
posterioridad, de tal modo que permita a la Administración efectuar un juicio
razonado acerca de la procedencia o no de la concesión del citado permiso. En
este sentido, no se considera justificación suficiente la mera referencia al
internamiento hospitalario sin concretar el hecho causante del mismo.

Finalmente, en cuanto a las recaídas, habrá de valorarse si existe un nuevo hecho


causante o bien se trata de un alargamiento de la enfermedad, en cuyo caso
habrían de adoptarse las medidas pertinentes en orden a evitar que se pueda
producir un abuso del permiso, no procediendo su concesión.

Sin perjuicio de lo anterior, ha de señalarse la competencia del Centro Gestor


para valorar las circunstancias concurrentes, sin que puedan establecerse
directrices de carácter general y de aplicación universal, dada la multiplicidad y
variedad de los casos existentes.

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