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El gobierno de la libertad

En febrero de 1855, durante su exilio en Lima, el pensador chileno Francisco Bilbao


publicará un muy bello trabajo bajo el título de El gobierno de la libertad.1 Siete
meses más tarde el libro tendrá una primera recepción en Europa a partir de una
interesantísima reseña de Pascal Duprat publicada el 1 de septiembre en La libre
investigación, revista que él mismo dirigía y que acogía los textos de los exiliados del
segundo imperio de Napoleón III residentes en Bruselas. En esta reseña, leemos lo
siguiente:

Este libro, por su origen, merece una atención particular. Proviene de la América del
Sur, de una de esas antiguas colonias españolas donde uno reencuentra las pasiones, el
genio y la lengua de España. Fue impreso en Lima, en el Perú, pero su autor pertenece a
Chile. Él ha tomado parte en los últimos acontecimientos que se desarrollaron en esta
república y los ha descrito, hace dos años, en otra obra, titulada La Revolución en Chile.

La obra que publica ahora Bilbao asume otro carácter. Se sitúa a distancia de los
hechos contemporáneos. Es teoría pura. Para el escritor, se trata de fundar la libertad
sobre bases sólidas y, en la medida de lo posible, indestructibles. Traza el plan de una
ciudad modelo. No se detiene en la organización política: aborda los problemas de la
economía social y se atiene, para su solución, a la escuela económica moderna.

Un aspecto bastante singular en este libro es que el autor intenta organizar la


soberanía popular. Reproduce la teoría del gobierno directo que algunos autores, sobre
todo Moritz Rittinghausen, han intentado en estos últimos tiempos difundir en Europa.
No más representantes, no más delegados, de ningún tipo. Es el pueblo el que, dividido
por grupos, asume por sí mismo el papel de legislador. Todos los magistrados están
subordinados al pueblo y son siempre revocables. El cuerpo que, con el nombre de
tribunado, figura a la cabeza de esas magistraturas, no escapa a esta ley común: sus
miembros administran los diversos servicios públicos, pero no reemplazan jamás al
pueblo en el ejercicio de su inalienable soberanía.

Francisco Bilbao, que escribe con calor en esta lengua española plena de acentos
sonoros, se muestra ante todo celoso de la libertad. Se percibe que ha luchado por ella: la
venera como chileno o más bien como araucano, y no sería nada sorprendente que éste
fuera, en alguna medida, pariente de esta orgullosa raza “Que no ha sido por rey jamás
regida, Ni a extranjero dominio sometida”, como ha dicho Ercilla en su gran poema
histórico.2

1
Bilbao, F., El gobierno de la libertad, Lima, Imprenta del Comercio por J. M. Monterola, febrero de
1855.
2
Duprat, P., “El gobierno de la libertad, ou Le Gouvernement de la liberté, par F. Bilbao”, en La
Libre Recherche, revue universelle, Bruxelles, Imprimerie de G. Stapleaux, t. I, 1 de septiembre de
1855, sección “Bibliographie universelle ou résumé analytique des publications les plus importantes
dans toutes les langues”, pp. 146-147; la traducción es de Alejandro Madrid Zan.

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