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La guerra de la independencia en el Principado de Asturias

El estallido en mayo de 1808 de la insurrección contra Napoleón aumenta las tensiones sociales y

políticas, junto a los primeros intentos de transformar las estructuras del Antiguo Régimen. La

amplia participación popular en el levantamiento en Asturias se explica por los ecos del motín de

Aranjuez y particularmente la hostilidad, atizada desde los púlpitos, a la ocupación francesa. El

levantamiento se desencadenará al conocerse en Oviedo, el día 9, la noticia de los sucesos del 2

de mayo en Madrid. El día 9 de mayo una heterogénea masa popular concentrada en el Campo

San Francisco, integrada por estudiantes de la Universidad, armeros, sacerdotes y artesanos,

impide la publicación de un bando enviado por el general Murat, jefe de las fuerzas francesas en

España. Las autoridades del Antiguo Régimen, representadas por la Audiencia, mantenía una

postura contemporizadora y cómplice con los ocupantes; por su parte la Junta General del

Principado de Asturias mantuvo una actitud ambigua y colaboracionista pocos días después,

presentando excusas ante la Audiencia. El 25 de mayo un nuevo levantamiento, organizado por

otros personajes de las elites liberales, toma el poder, declara la guerra a Francia, convirtiendo

a Asturias en la primera provincia en tomar esta resolución, y constituye la Junta Suprema, que se

arroga el poder en nombre de Fernando VII e invoca la voluntad popular como sostén de su

legitimidad, acreditando embajadores que envía a Inglaterra para solicitar la ayuda del gobierno

Británico y organizando un ejército.

Durante la Guerra de la Independencia Oviedo es ocupada más de media docena de veces,

mientras que Asturias es invadida cuatro veces desde Santander y desde Castilla, entre mayo de

1809 y junio de 1812, lo que determinó el carácter itinerante de la Junta. El ejército francés, que

contó en Asturias con el apoyo entusiasta, entre otros, del obispo Gregorio Hermida y del Marqués

de San Esteban, quien incluso presidió una Junta colaboracionista no sufrió demasiadas bajas,

Oviedo y Asturias no jugaron un papel relevante en el desarrollo de la guerra. Tras el final de la

guerra y la restauración del absolutismo, fue Oviedo foco de las ideas liberales, como se pudo ver

a finales de febrero de 1820 el capitán de Artillería Manuel de la Pezuela, con la colaboración de

estudiantes y liberales, secundó en Oviedo el Pronunciamiento de Rafael del Riego con el que dio

comienzo el Trienio Liberal, interregno en el que fue reinstaurada la Constitución de Cádiz.

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