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Revolución Liberadora

Caída de Perón
El golpe de Estado en Argentina de septiembre de 1955 fue una sublevación cívico-militar que derrocó al gobierno
constitucional encabezado por el presidente Juan Domingo Perón y estableció una dictadura cívico-militar
encabezada por el general Eduardo Lonardi que se autodenominó Revolución Libertadora y que también recibió el
nombre de Revolución Fusiladora, por parte de la oposición. La mayoría de las Fuerzas Armadas apoyaron el
movimiento golpista, al igual que miembros de la burguesía agraria e industrial, gran parte de los sectores medios,
los partidos políticos opositores y la Iglesia Católica. Todos coincidían en calificar a la gestión peronista como una
“dictadura totalitaria”, motivo por el cual supieron identificarse bajo el nombre de “Revolución libertadora”.

Causas:
- Haber ganado por escándalo los comicios a vicepresidente, diputados y senadores con el 62% de los votos el
año anterior, 1955 se anunciaba negro y tormentoso.
- El conflicto con la Iglesia, inexplicable en un gobierno amigable con el clero y su doctrina social. Las razones
del descontento anidaban en el creciente enfrentamiento de Perón con la Iglesia Católica debido a la sanción de
una ley de divorcio, el permiso que habilitaba prostíbulos y la decisión de abandonar el sostén del culto por parte
del Estado.
- El segundo plan quinquenal explicitó el ajuste. Austeridad, productividad e inversiones y en este último caso,
para colmo de males, extranjeras.vLa crisis económica había precipitado también la puja distributiva: el sector
más rico y propietario, del campo o la industria, no estaba dispuesto a tolerar una distribución del ingreso
semejante: el 50% del PBI pasaba a los trabajadores.

Acciones:
1 Momento: El primer intento golpista ocurrió el 16 de junio. Con el objetivo de matar a Perón, aviones de la
Marina y de la Fuerza Aérea, con escaso apoyo del ejército, bombardearon la Plaza de Mayo. Fue una masacre
de ciudadanos de a pie. Se estimó en unos mil muertos, aunque las cifras oficiales nunca se conocieron. Perón
se había refugiado en el Ministerio de Guerra y los conspiradores finalmente se rindieron.
Ese accionar tensó aún más la furia de los peronistas. Esa noche, varias iglesias fueron incendiadas.
Perón hizo algunas concesiones entonces: defenestró a varios ministros para aplacar la furia opositora. Pero era
tarde.
2 Momento: Cuando todo indicaba que Perón había entendido el mensaje para pacificar al país con una serie de
permisos políticos cedidos y cambio de gabinete, el 31 de agosto en una concentración vespertina dio un vuelco
inexplicable. Horas antes de la concentración había dicho a un grupo pequeño de militantes que lo rodeaba: "Yo
ya estoy demás. Soy como aquel aficionado de relojero que sirve para desarmar un reloj, pero ya no se armarlo.
Tanto he estado maniobrando con las piezas que, ahora, la única forma de que el reloj siga andando, es que yo
lo deje" Y en un discurso de una violencia inusitada e irreflexiva, puso final a su gobierno. Luego de lo dicho no
podía gobernar más. Esa noche manifestó que sus enemigos, al no querer la pacificación, buscaban la violencia:
"A esa la violencia le hemos de contestar con una violencia mayor. Con nuestra tolerancia exagerada nos hemos
ganado el derecho de reprimirlos violentamente. Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra
de las autoridades constituidas o en contra de la ley o de la Constitución, puede ser muerto por cualquier
argentino". Luego vino el fatídico 5 por 1. El final era cuestión de días.
3 Momento: El 16 de septiembre estalló un levantamiento en Córdoba encabezado por el general Eduardo
Lonardi, secundado por el general Pedro Eugenio Aramburu. Las tropas leales a Perón no pudieron sofocarlo. La
segunda presidencia de Juan Domingo Perón, iniciada en 1952, llegó así a su fin y dio comienzo a la revolución
libertadora. La Marina, liderada por el almirante Isaac Rojas, encabezó el golpe contra Perón: sus naves
bloquearon Buenos Aires y su estado mayor amenazó con volar los depósitos de combustible de La Plata y Dock
Sud. El ministro de Guerra, General Lucero, pidió parlamentar y leyó una carta en la que Perón solicitaba la
negociación de un acuerdo. La carta no hablaba de renuncia, sí de renunciamiento, pero la Junta de Generales
Superiores del Ejército decidió considerarla como una renuncia y negociar con los golpistas, mientras miles de
peronistas fieles, encolumnados detrás de la CGT pedían armas para defender a lo que consideraban su
gobierno.
4 Momento: El 20 de septiembre Perón se refugió en la embajada del Paraguay y en la Cañonera que lo llevó a
Asunción y a lo que sería el comienzo de su largo exilio de casi 17 años. Lonardi fue designado entonces
presidente provisional.

Durante su exilio estuvo asilado en Paraguay, Panama, Nicaragua, Venezuela, Repúublica Dominicana y España, en este último
país pasó doce de los casi dieciocho años que estuvo exiliado. Durante la casi totalidad de su exilio, la actuación política de Perón
en la Argentina estuvo completamente prohibida, y el peronismo como movimiento político tuvo también vedada la participación en
elecciones de todo tipo, excepto por cortas excepciones en los años 1962 y 1965, que a su vez causaron la caída de los gobiernos
que las permitieron. Adicionalmente, Perón había sido objeto de varios intentos de asesinato y atentados por parte de agentes de la
dictadura. Perón intentó volver al país en 1964, pero el presidente Arturo Illía lo impidió solicitando a la dictadura militar gobernante
en Brasil que lo detuviera y lo enviara de regreso a España. La lucha por la vuelta de Perón al país se convirtió en una causa popular
de la Resistencia peronista (1955-1973).
La herencia peronista
El episodio puso de manifiesto la complejidad de la herencia del peronismo. Las características de su movimiento,
las fuerzas sociales que lo apoyaban, dificultaron el encauzamiento hacia un nuevo rumbo cuando hacia 1952 los
indicadores económicos señalaban una situación de crisis. Tras la caída de Perón, esas mismas fuerzas se
constituyeron en un obstáculo insalvable para los intentos de los sucesores que se proponían reordenar
sustancialmente la sociedad y la economía.
Políticamente, las consignas de la “Revolución Libertadora” coincidían con las tendencias políticas de Occidente,
donde en el marco de la Guerra Fría, la democracia liberal dividía claramente las aguas con el Este comunista.
Económicamente, en el mundo iban desapareciendo las áreas cerradas, al tiempo que los capitales empezaban
a fluir libremente por el mundo, instalándose en mercados antes vedados. Argentina, que durante la etapa
peronista había apostado al mercado interno en el contexto de la posguerra, al asociarse ahora al FMI, aceptaba
la aplicación de políticas económicas ortodoxas. ¿En qué consistían esas políticas? En el abandono de la emisión
fiscal y de las subvenciones a sectores “artificiales”, abriendo los mercados y reactivando las actividades de
exportación tradicional (agroexportadora).

El objetivo: La “desperonización” de la sociedad


Inicialmente, bajo la consigna "ni vencedores ni vencidos", la dictadura de Lonardi —septiembre a noviembre de
1955—adoptó una política de represión selectiva contra el peronismo, una de las principales fuerzas políticas del
país, que se fue acentuando con el paso de los meses hasta convertirse en una política de represión sistemática,
bajo el objetivo de "desperonizar" la sociedad. Claramente, el frente golpista coincidía en, al menos, dos objetivos:
la necesidad de desperonizar a la sociedad argentina y la de reorganizarla políticamente bajo la tutela de las
Fuerzas Armadas. Pronto la aparente unidad comenzó a resquebrajarse.
El general Lonardi se manifestaba dispuesto a establecer acuerdos con sectores del gobierno recientemente
depuesto. El general, que había afirmado que en la Argentina posperonista “no hay vencedores ni vencidos”,
creía que la desperonización debía consistir en un proceso de reeducación de las masas peronistas. Dicho
razonamiento anclaba en la idea que los sectores más humildes y menos instruidos habían sido “engañados” por
la demagogia de Perón. Con el líder exiliado y proscripto y sin la posibilidad que el Estado los siguiera
favoreciendo, irían dejando atrás su identidad peronista.
Pero sus intenciones contrastaban con aquellos sectores sociales más poderosos que había apoyado el golpe y
no contaban con el acuerdo de los otros jefes militares. El designado vicepresidente, almirante Isaac Rojas,
encabezaba el más nutrido grupo golpista y no estaba dispuesto a aceptar ningún tipo de acercamiento ni acuerdo
con los sectores peronistas. Esta facción prefería una solución más drástica, que eliminara al peronismo de la
vida política argentina.
Presidencia de Aramburu
El enfrentamiento entre ambos sectores fue inevitable, culminando el 13 de noviembre de 1955, el ala dura
(antiperonista) derrocó al general Lonardi, carente de apoyosiendo reemplazado por el general Pedro Eugenio
Aramburu, nuevo presidente de la república. Se inició entonces una etapa en la que se acentuó el autoritarismo
del gobierno, que apeló a la represión y a las prohibiciones para erradicar al peronismo de todos los planos de la
vida social.
El 13 de noviembre de la dictadura para instalar en el gobierno al general Pedro Eugenio Aramburu (1955-1958),
acompañado por un vicepresidente, el Almirante Isaac Rojas.

Medidas políticas
Ahora, el sector más marcadamente “antiperonista” estaba en el poder, y sus medidas de gobierno así lo
manifestaron. Aramburu incrementó la represión contra el peronismo y el 5 de marzo de 1956 sancionó el Decreto
4161/56, proscribiendo al peronismo, abarcando tanto la ilegalización del partido, como la prohibición de sus ideas
y símbolos, e incluso la mención de los nombres de Perón y Evita.

- El nuevo gobierno disolvió al Partido Peronista.


- intervención de la CGT. Las sedes gremiales fueron controladas por fuerzas de seguridad.
- Se suspendieron las convenciones colectivas de trabajo, lo que privó a los trabajadores de negociar mejoras
salariales en un período en el que –por el desborde inflacionario- el poder adquisitivo había bajado
considerablemente.
- Fue decretada la inhabilitación de todos los dirigentes políticos y gremiales que habían participado de la gestión
de Perón. Dirigentes, delegados y militantes fueron encarcelados.
- La administración pública y las universidades fueron depuradas de peronistas, controlándose férreamente los
medios de comunicación, que en su mayoría estaban en manos del Estado.
- Un Decreto del Poder ejecutivo prohibió cualquier propaganda favorable al peronismo, así como la mera
mención del nombre de quien, desde entonces, empezó a ser designado como el “tirano prófugo” o el “dictador
depuesto”.
- Por otro decreto se derogó la Constitución de 1949.
Estas medidas quitaban del medio al “enemigo” pero al mismo tiempo planteaban un nuevo problema: el de la
futura sucesión del gobierno militar en el marco de la exclusión del partido político que contaba con la adhesión
de sectores mayoritarios de la sociedad argentina. No era éste un problema menor y los futuros acontecimientos
se encargarían de demostrarlo.

Medidas económicas
Aramburu entendía que el gobierno militar debía administrar los destinos de la Nación hasta tanto éste estuviera
en condiciones de darse un gobierno libremente elegido. Por esta misma razón, no creía conveniente tomar
decisiones que en el futuro condicionaran el accionar de la próxima gestión. Interrogantes como la conveniencia
o no de liberalizar la economía o –por el contrario- fortalecer la intervención estatal, quedaron por resolverse. Sin
embargo, la falta de definiciones económicas no hizo más que profundizar los problemas económicos ya
existentes.
La grave situación exigía respuestas inmediatas. Con la intención de diseñar un plan económico, el gobierno
provisional le solicitó un informe diagnóstico de la economía a Raúl Prebish, economista de la CEPAL, otrora
presidente del Banco Central durante la presidencia de Castillo. Las medidas no se hicieron esperar.
Se suprimieron los controles de cambio y la comercialización de exportaciones con intervención estatal. Los
instrumentos a partir de los cuales el Estado Peronista intervenía en la economía (como el IAPI o el manejo de
los depósitos bancarios) fueron desmontados.
Se aplicaron fuertes devaluaciones que beneficiaron a los sectores agrarios más concentrados.
Los salarios fueron congelados.
Se suprimieron todos los subsidios dirigidos al consumo de los sectores populares.
Argentina se incorporó al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial, con el objetivo de acceder al
financiamiento externo.
No hubo una legislación clara sobre el capital extranjero.
Las consecuencias tampoco se hicieron esperar.
Se estancó la producción industrial.
Se provocó una importante transferencia de ingresos hacia el sector agropecuario.
La balanza comercial dio saldos deficitarios.
La inflación se descontroló.
Represión y resistencia / Respuesta peronista
La respuesta del peronismo fue en varios ámbitos simultáneos: la más inorgánica fue la respuesta de pequeños
grupos de militantes peronistas que se lanzaron a la violencia, concentrándose en el boicot a empresas públicas
y privadas, y la colocación de bombas, llamados popularmente "caños". Ambas formas de resistencia tuvieron un
gran auge a principios del 1956, decayendo rápidamente hacia mediados del mismo año.
Los trabajadores organizaron y protagonizaron acciones de resistencia ante el avasallamiento de sus derechos.
Se realizaban actos espontáneos en la calle, en los que se cantaba la prohibida -por decreto- Marcha Peronista,
se arrojaban volantes favorables a Perón, para luego desparecer antes de la segura detención. Otros sectores
formaron parte de los llamados comandos de la resistencia peronista, pequeños grupos que surgieron en todo el
país dentro de organizaciones de base ya existentes. Los más audaces organizaban sabotajes, haciendo estallar,
en diversos lugares, explosivos de fabricación casera.
Un actor principal de este proceso fue el propio Perón, que desde el exilio intentaba controlar la evolución del
peronismo en su ausencia.
En un principio estos grupos no estaban conectados entre sí. El intento de darles una relación orgánica se originó
a partir del contacto establecido entre John William Cooke, que había sido diputado peronista en 1946, y Perón,
quien desde el exilio lo nombró su delegado. Entre 1957 y 1959 las acciones de resistencia fueron creciendo
organizativamente.

Los fusilamientos de junio de 1956


El 9 de junio de 1956 estalló una rebelión armada peronista en la que participaron civiles y militares. El epicentro
estuvo ubicado en el 7° Regimiento de Infantería de La Plata y en Campo de Mayo. El gobierno estaba al tanto
del movimiento, motivo por el que en pocas horas lograron sofocarlo. La Ley Marcial fue aplicada y se condenó
a la pena capital a los líderes de la rebelión. Treinta y ocho personas, civiles y militares fueron fusilados; el jefe
del movimiento, el general Juan José Valle, en la Penitenciaría de la calle Las Heras, y un grupo de civiles en un
basural de José León Suarez. Se trató de un hecho de inusitada violencia, que dio la medida de la tajante división
que desde el gobierno se planteaba entre peronistas y antiperonistas.
Aramburu y Rojas asumieron públicamente la responsabilidad de esta decisión, justificándola como indispensable
para evitar acciones similares. A partir de entonces, los peronistas llamaron revolución fusiladora y no revolucion
libertadora al gobierno de facto encabezado por Aramburu.
El Historiador Luis Alberto Romero sostiene que la exclusión del peronismo de la política nacional, fue para los
vencedores de 1955 el requisito para poder operar las transformaciones económicas y sociales que ellos creían
necesarias.
“La proscripción del peronismo, y con él la de los trabajadores, definió una escena política ficticia, ilegítima y
constitucionalmente inestable, que abrió el camino a la puja –no resuelta- entre las grandes fuerzas corporativas”.

El fín de la “Revolución Libertadora”


Tras dos años de gestión, el gobierno de facto enfrentaba una dura crisis económica y una fuerte presión social.
En ese marco, se tomó la decisión de llamar a elecciones generales. El paso previo fue la convocatoria a una
Convención Constituyente, la que legalizaría la derogación de la Constitución de 1949, restableciendo la de 1853,
que ya el gobierno había decretado.
Por otra parte, las elecciones permitirían conocer el caudal de votos de todas las fuerzas políticas y medir, de
alguna manera, el impacto de la proscripción del peronismo. Los resultados de las elecciones para constituyentes
señalaron una clara crisis de legitimidad institucional. De acuerdo con las directivas de Perón, las bases
peronistas no votaron por ningún candidato, resultando los votos en blanco mayoría. En segundo y tercer lugar
se ubicaron los candidatos radicales intransigentes y radicales del pueblo, respectivamente. A pesar de esta clara
demostración de fuerza electoral peronista, las elecciones presidenciales no podían postergarse más.

Elecciones Nacionales de 1958


La Resistencia Peronista movilizó al país entero en protesta al régimen de Aramburu, organizando huelgas,
represión y provocando una crisis económica. Como medida de solución, la gestión Aramburu convoca
a elecciones nacionales el 23 de febrero de 1958:
La U.C.R. se divide en dos ramas: la U.C.R. Intransigente (Frondizi, ganador) y la U.C.R. del Pueblo (Balbín).
El Partido Conservador, aliado al Peronismo, se convirtió en el Partido Conservador Popular (Vicente Solano
Lima).
El Partido Demócrata Cristiano se hizo fuerte en estas elecciones. (Arrayagaray)
El Socialismo también se dividió entre el Partido Socialista Democrático (Américo Ghioldi) y el Partido Socialista
Argentino (Alfredo Palacios).

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