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Juliana Mihojevic.
Marzo, 2016.
Tandil.
Fundamentación
Por definición, el lenguaje es una característica común al hombre para expresar sus
experiencias y comunicarlas a otros mediante el uso de símbolos, señales y sonidos
registrados por los órganos de los sentidos. El ser humano emplea un lenguaje complejo
que se expresa con secuencias sonoras y signos gráficos. Al agregar el adjetivo "musical",
se delimita el concepto de lenguaje a signos determinados, que tienen como soporte el
sonido y sus cualidades, y que se estructuran en unidades mayores. Es por esto, que el
concepto de “lenguaje musical”, es un concepto muy amplio, muchas veces mal
entendido: existe el preconcepto de que “lenguaje musical” es únicamente los símbolos
(la partitura), olvidando que este es realmente el lenguaje de la música.
Es de suma importancia considerar que si el lenguaje musical sirve para la comunicación
de, justamente, la música, existe siempre, como en toda comunicación, un mensaje (obra
musical), enviado por un emisor (intérprete, ya sea en vivo o en soporte digital) y un
receptor (que eventualmente, puede ser un público, o el mismo emisor que escucha su
música). La partitura (ya sea tradicional, partituras analógicas, cifrados, etc.), pasa a ser el
soporte gráfico para expresar el mensaje. Es así, que al estudiar lenguaje musical, deben
trabajarse de forma conjunta todos los estadios de la comunicación: la escucha activa y la
posible decodificación del mensaje (poder desarrollar el “oído interno”, para, ante el
estímulo musical, ser capaz de comprender el mensaje), la capacidad de emitir un mensaje
(por medio tanto de instrumentos, como de la propia voz y del propio cuerpo), la
posibilidad de escribir y leer música, y por supuesto, el desarrollo de un oído crítico, que
de forma continua analice, compare y conozca música.
Por otro lado, una educación musical que motive al alumno debe situar en primer término
a la persona y procurar el desarrollo integral de sus facultades: la sensibilidad, para recibir
y comunicar el mensaje sonoro en su vertiente activa y estética; la inteligencia, capaz de
diferenciar, definir, ordenar e integrar los elementos del universo musical; el oído, sentido
especifico de la percepción sonora con todas las sutilezas de carácter rítmico, melódico y
armónico y las derivadas de la complejidad de texturas, timbres y dinámicas; y la destreza
en la codificación y descodificación de los símbolos musicales, así como su traducción
vocal e instrumental. Para el docente, es entonces necesario, estructurar los
conocimientos y adecuar la práctica musical al progresivo grado de desarrollo de las
facultades del alumno para que al descubrir de una manera gradual cada uno de los
elementos que los componen, sea capaz de reconocerlos, interpretarlos y utilizarlos en su
actividad musical.
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Expectativas de logro
Compartir vivencias musicales con los compañeros del grupo, que le permitan enriquecer
su relación afectiva con la música a través del canto, del movimiento, de la audición y de
instrumentos.
Acceder al conocimiento de los símbolos de la notación musical con el fin de que los
pueda usar de forma ágil para descifrar una partitura, o para anotar ideas musicales, tanto
inventadas como escuchadas.
Utilizar una correcta emisión de la voz para la reproducción interválica y melódica general,
hasta considerarlas como un lenguaje propio, tomando el canto como actividad
fundamental.
Utilizar el “oído interno” para relacionar la audición con su representación gráfica, así
como para reconocer timbres, estructuras formales, indicaciones dinámicas, expresivas,
temporales, etc...
Relacionar los conocimientos prácticos de lectura y escritura con el repertorio propio del
instrumento y de las prácticas grupales.
Contenidos
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V, V7, II y VI en escala mayor y menor), ritmos binarios y ternarios (síncopa y valores
irregulares), forma (introducción, desarrollo, coda; ABA; AA; tema con variaciones)
Lenguaje 3: Modo menor (repaso), análisis de partituras para la improvisación,
armonización, acordes con extensiones, funciones armónicas (repaso), acordes de
reemplazo, intervalos (repaso), motivo, formas en ritmos populares, códigos de partituras,
compás amalgama y aditivo, transporte y modulación.
Metodología
Vale aclarar que la forma de la clase, será variable de acuerdo al tema específico a enseñar
y al número de alumnos presentes. Por ejemplo, si las figuras rítmicas a enseñar son
“negra y dos corcheas”, en primer lugar se realizará alguna actividad de percusión
(corporal o con instrumentos) que utilice estas rítmicas para luego pasarlas a la escritura,
en cambio, si el contenido a enseñar es “pentagrama”, es probable que la clase sea más
expositiva (donde se explique lo teórico) y luego los alumnos tengan actividades de
reconocimiento de notas en el pentagrama o lecturas a primera vista de obras sencillas.
Por último, se procurará lograr una continua comunicación con las materias “instrumento”
y “prácticas grupales”, para que haya una retroalimentación en cuanto a necesidades de
los alumnos.
Recursos didácticos
Para la enseñanza del lenguaje musical, creo muy importante la utilización de una amplia
gama de recursos.
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Los mismos, que serán variados y adaptables al grupo, son:
- Audiciones activas.
- Juegos de entrenamiento auditivo armónico, melódico, formal y tímbrico.
- Improvisación vocal y rítmica, tanto con instrumentos como con el propio cuerpo y
la voz.
- Repertorio de diferentes épocas y estilos, pero siempre con centro en la música
popular.
- Piano, guitarra, instrumentos de percusión principalmente, también instrumentos
de viento y cuerdas.
- Cuadernillo de actividades propuesto por el docente o libros de actividades ya
existentes.
- Grabaciones de música para escuchar.
- Pizarrón.
- Obras estudiadas en “instrumento” y en las prácticas grupales.
Duración y tiempo
Evaluación
Bibliografía
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- Guías de Lenguaje Musical utilizadas en otras instituciones (Conservatorios de
Músicas o Escuelas de Música Popular de otras ciudades).
- “Hacia una educación sonora”, M. Schaffer.
- “Armonía funcional”, C. Gabis.