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sino un movimiento que tiende a reposicionar la filosofía frente a (y dentro de) las
tradiciones culturales y de pensamiento, que históricamente ha quedado fuera o en
los márgenes de lo definido como filosófico.
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la historia social y política. Esto ha sido una contribución decisiva para la
emergencia de este ‘nuevo’ horizonte de comprensión.
2. El problema de la definición
Sucede que el arte de clasificar, así como la pulsión por la definición que nos
es tan propia, se inscribe en la lógica de la cultura científica de Occidente. Por lo
tanto, la necesidad de definir lo intercultural podría implicar cierta violencia para
otras culturas que no le dan al momento de la definición conceptual la importancia
que le otorga la nuestra.
Pero por otra parte si no lo abordamos con los instrumentos que nos provee
nuestra cultura ¿con cuáles lo haremos?
En este sentido la definición no tiene que ser una palabra definitiva o una
clasificación estricta a fin de dar claridad, distinción y objetividad a lo definido, sino
un punto de apoyo o de partida para comenzar el diálogo e intercambio con otras
concepciones posibles.
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alojar significados que, en principio, no han estado presentes, dejando un espacio
para que sea completada, reinterpretada, reelaborada por ‘otros’ culturales.
Trabajos pioneros en esa línea son las obras La philosophie bantoue (1959)
(La filosofía bantú) del misionero belga Placide Temples y La filosofía náhuatl:
estudiada en sus fuentes, (1974) del mexicano Miguel León Pontilla. León Pontilla
sostiene en su tesis doctoral del año 1956, que en el México prehispánico hubo
quienes se plantearon preguntas como estas: ¿podemos decir palabras verdaderas
en la tierra?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿qué es el tiempo?, ¿qué sabemos
de la divinidad?, ¿somos acaso libres?, ¿qué es lo bueno y lo malo?
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En este trabajo se sostendrá la postura contraria, primero se pondrá en
cuestión la concepción dominante apoyándose en la perspectiva intercultural y
finalmente se propondrá una definición de filosofía sustentada en esta perspectiva.
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‘filosofía’ en sentido estricto. Esta última enfatiza de hecho los rasgos que la
filosofía surgida en Occidente: racionalidad lógica; metodología sistemática; actitud
antimitológica; cientificidad; graficidad; individualidad del sujeto (filósofos y filósofas
históricamente identificables). Y como por arte de magia, dice el autor, esta
definición a priori concuerda exactamente con el tipo de pensamiento que surgió en
Grecia hacia el siglo VI a.C. con los presocráticos, Sócrates, Platón, Aristóteles y
las escuelas post aristotélicas. Así queda demostrado (falazmente) que la ‘filosofía’
en sentido estricto es fruto privilegiado y exclusivo de Occidente.
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‘adelgazamiento de la metafísica’, incluso por la neurología, genética y cibernética
que parecen estar remplazando lentamente a la gnoseología) nuestra disciplina
está a punto de perder su razón de ser, con excepción de estudiar como ciencia
‘rumiante’ su propia historia.
Si bien existe una corriente importante de pensadores que han creado una
vertiente filosófica específicamente latinoamericana, persiste en nuestro ámbito el
carácter colonizado de la reflexión filosófica. En lugar de abrirse a la diversidad
nacional, lingüística, cultural y filosófica, el ejercicio de la filosofía tiende a
reproducir, mientras más rigurosamente mejor, el modelo europeo. Incluso filósofos
y filósofas latinoamericanas son fervientes defensores de la pureza griega y
europea de la misma.
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Por su parte Enrique Dussel propone una filosofía que por su temática y el
lugar de enunciación (las víctimas) reclama originalidad y especificidad
latinoamericanas, señalando que: “Contra la ontología clásica del centro desde
Hegel hasta Marcuse, por nombrar lo más lúcido de Europa, se levanta una filosofía
de liberación, de la periferia, de los oprimidos, la sombra que la luz del ser no ha
podido iluminar. Desde el no-ser, la nada, el otro, la exterioridad, el misterio de lo
sin sentido, partirá nuestro pensar. Es entonces una ‘filosofía bárbara’” (Dussel,
1977).
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Definir filosofía es una tarea difícil y hacerlo de manera que pueda alojar la
diversidad de manifestaciones y prácticas culturales que pueden caracterizarse
como filosóficas es aún más complejo. El resultado será provisorio, lo que no
implicará necesariamente imperfección pues el carácter tentativo le otorgará a la
definición cierta flexibilidad, una textura abierta capaz de alojar significados que, en
principio, no han estado presentes.
El camino a seguir será una vía intermedia entre la mentalidad colonial que
cree que con las nociones de una sola cultura puede expresar la totalidad de la
experiencia humana y el extremo opuesto, que cree que no hay posible
comunicación entre las diversas culturas por lo que se encuentran condenadas al
solipsismo cultural.
7. Síntesis
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Podemos concluir, por lo tanto, que efectivamente existe filosofía fuera de
los límites culturales de Occidente. Claro que también es filosofía la ‘segunda
palabra’ que explicita esta forma de concebir la realidad. Este explicitación puede
ser racional y metódica, entonces estaremos dentro de lo que la tradición dominante
en Occidente define como ‘filosofía’ en sentido estricto. Pero también puede no
serlo sin caer por ello en la irracionalidad, en la inautenticidad, en la falsedad, sin
caer por ello fuera de la filosofía en su sentido propio.
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