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Rococó

movimiento artístico

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Este aviso fue puesto el 19 de agosto de 2011.

El columpio, una obra maestra de Fragonard, donde se


recoge el espíritu refinado, exótico y sensual propio del
recoge el espíritu refinado, exótico y sensual propio del
rococó.

El Rococó es un movimiento artístico


nacido en Francia, que se desarrolla de
forma progresiva entre los años 1730 y
1760 aproximadamente.

El Rococó es definido como un arte


individualista, antiformalista y cortesano,
por el artista Ronald Rizzo. Se caracteriza
por el gusto por los colores luminosos,
suaves y claros. Predominan las formas
inspiradas en la naturaleza, la mitología, la
representación de los cuerpos desnudos,
el arte oriental y especialmente los temas
galantes y amorosos. Es un arte
básicamente mundano, sin influencias
religiosas, que trata temas de la vida diaria
y las relaciones humanas, un estilo que
busca reflejar lo que es agradable,
refinado, exótico y sensual.

Historia de la palabra
Según Étienne-Jean Delécluze, el término
«rococó» fue inventado en torno al año
1797 como una broma por Pierre-Maurice
Quays, alumno de Jacques-Louis David.
Supuestamente se trataría de una
asociación de las palabras francesas
"rocaille" y "baroque" (barroco), la primera
de las cuales designa una ornamentación
que imita piedras naturales y ciertas
formas curvadas de conchas de
moluscos. El término rococó tuvo durante
mucho tiempo un sentido peyorativo,
antes de ser aceptado a mediados del
siglo XIX como un término propio de la
historia del arte.

Contexto histórico y social


Su precedente se sitúa en los inicios del
siglo XVIII coincidiendo con la regencia de
Felipe de Orleans, cuando empezaron los
tímidos cambios que anunciaban el final
del estilo tardo barroco y su evolución
hacia la expresión de un gusto más
contemporáneo, independiente y
hedonista, contrapuesto al arte oficial,
inflexible y ostentoso del reinado de Luis
XIV. La transición del Rococó, también
conocido como el «estilo Luis XV», a
nuevas formas y expresiones artísticas
empezó hacia 1720. Algunos historiadores
del arte como Fiske Kimball establecen la
génesis del rococó en diversos
decoradores franceses, como Claude
Audran III, Pierre Lepautre y Gilles-Marie
Oppenordt.[1]

Este estilo, llamado en su tiempo «del


gusto moderno», fue despreciado por sus
críticos y detractores neoclasicistas con la
palabra rococó, que es una composición
de «rocaille» (piedra) y «coquille» (concha
marina), puesto que en los primeros
diseños del nuevo estilo aparecían formas
irregulares inspiradas en rocas marinas,
algas y conchas. Otras versiones buscan
el origen en rocaille, un tipo de
ornamentación de los decoradores de
grutas de los jardines barrocos y que se
distinguía por su profuso ensortijamiento.
Aunque el Rococó haya sido un arte
convencionalista y cortesano, es un
ejemplo de cómo el arte es expresión de la
vida social y de cómo un estilo puede
estar dirigido a individuos dentro de dicha
sociedad y no a sus monarcas o dioses.
El estilo se expresa sobre todo en la
pintura, la decoración, el mobiliario, la
moda y en el diseño y producción de
objetos. Su presencia en la arquitectura y
la escultura es menor, puesto que su
ámbito fundamental son los interiores y,
en menor grado, las composiciones
monumentales.

Las excavaciones entre 1738 y 1748 de


Pompeya y Herculano y su divulgación
despertaron una verdadera fascinación
por el «gusto a la griega», embrión del que,
una vez consolidado, conoceríamos como
Neoclasicismo y que coincide con el
reinado de Luis XVI. Durante este periodo
el Rococó mantuvo una gran hegemonía
sobre los demás estilos.

Historia
Del Barroco al Rococó

La basílica de Ottobeuren (Baviera): los espacios


arquitectónicos confluyen y se dispersan, como si
tomasen vida.

Durante el reinado de Luis XV, la vida de la


corte se desarrolla en el palacio de
Versalles, extendiendo el cambio artístico
del palacio real y permitiendo su difusión a
toda la alta sociedad francesa. La
delicadeza y la alegría de los motivos
rococó han sido vistos a menudo como
una reacción a los excesos del régimen de
Luis XIV.

Si lo Barroco estaba al servicio del poder


absolutista, el Rococó está al servicio de
la aristocracia y la burguesía. El artista
pasa a trabajar con más libertad y se
expande el mercado del arte. El Rococó se
presenta como un arte al servicio de la
comodidad, el lujo y la fiesta. Las escenas
de su pintura recogen este nuevo estilo de
vida.

Con respecto a la vertiente social, se inicia


un cambio en el papel de la mujer, que se
convierte en organizadora de reuniones
para hablar de literatura, política, juegos de
ingenio o para bailar. Este entorno de alta
actividad social dentro de la alta burguesía
es el lugar adecuado para que los artistas
se promocionen y hagan clientes. Los
motivos del Rococó buscan reproducir el
sentimiento típico de la vida aristocrática,
libre de preocupaciones, o de novela
ligera, más que batallas heroicas o figuras
religiosas.
Desarrollo y extensión

Interior de estilo rococó del palacio de Gatchina, cerca


de San Petersburgo, en Rusia.

En el desarrollo y extensión del nuevo


estilo dentro de la sociedad francesa, jugó
un papel clave la influencia de Jeanne
Antoinette Poisson, marquesa de
Pompadour y amante del rey. Su interés
por el arte que, como aficionada,
practicaba asesorada por François
Boucher o Quentin de La Tour, se
transmitió a las clases acomodadas de
París. La década de 1730 fue el periodo de
mayor vitalidad y desarrollo del Rococó en
Francia. El estilo se inició en la
arquitectura y llegó al mobiliario, la
escultura y la pintura (entre los trabajos
más significativos, encontramos los de los
artistas Jean-Antoine Watteau y François
Boucher). El estilo rococó se difunde
sobre todo gracias a los artistas franceses
y a las publicaciones de la época.

Fue rápidamente acogido en la zona


católica de Alemania, Bohemia y Austria,
donde se fusiona con el Barroco
germánico. En particular al sur, el Rococó
germánico fue aplicado con entusiasmo
en la construcción de casas y palacios; los
arquitectos a menudo adornan los
interiores con «nubes» de estuco blanco.

En Italia, el estilo tardobarroco de


Francesco Borromini y Guarino Guarini
evoluciona hacia el Rococó en Turín,
Venecia, Nápoles y Sicilia, mientras que el
arte en la Toscana y en Roma se mantiene
todavía fuertemente ligado al Barroco,
pero con sus características básicas muy
marcadas.
En Inglaterra, el nuevo estilo fue
considerado como «el gusto francés por el
arte». Los arquitectos ingleses no
seguirían el ejemplo de sus colegas
continentales, a pesar de que la platería, la
porcelana y las sedas sí estuvieron
fuertemente influenciadas por el Rococó.
Thomas Chippendale transformó el diseño
del mobiliario inglés mediante el estudio y
la adaptación del nuevo estilo. William
Hogarth contribuyó a crear una teoría
sobre la belleza del Rococó; sin referirse
intencionadamente al nuevo estilo,
afirmaba en su obra Análisis de la belleza
(1753) que la curva en S presente en el
Rococó era la base de la belleza y de la
gracia presente en el arte y en la
naturaleza.

Declive del Rococó

El fin del Rococó se inicia en torno a 1760,


cuando personajes como Voltaire y
Jacques-François Blondel extienden la
crítica sobre la superficialidad y la
degeneración del arte. Blondel, en
particular, se lamentó de la «increíble
mezcla de conchas, dragones, cañas,
palmas y plantas» del arte contemporáneo.
En 1780 el Rococó deja de estar de moda
en Francia y es reemplazado por el orden y
la seriedad del estilo neoclásico
impulsado por Jacques-Louis David.

El Rococó se mantuvo popular fuera de las


grandes capitales y en Italia hasta la
segunda fase del Neoclásico, cuando el
llamado estilo Imperio se impone gracias
al impulso del gobierno napoleónico.

Un renovado interés por el Rococó


aparece entre 1820 y 1870. Inglaterra es la
primera en revalorar el estilo Luis XIV, que
es como se denominaba erróneamente al
comienzo. Con esta moda, se llegaron a
pagar cifras importantes por objetos
rococó de segunda mano que se podían
encontrar en París. En Francia, sólo
artistas importantes como Delacroix y
mecenas como la emperatriz Eugenia dan
valor nuevamente al estilo.

El Rococó aplicado al arte


Mobiliario y objetos
decorativos durante el periodo
Rococó

Diván de estilo rococó.


La temática ligera pero intrincada del
diseño rococó se adecúa mejor a los
objetos de talla reducida que a la
arquitectura y a la escultura. No sorprende
por lo tanto que el Rococó francés fuera
utilizado sobre todo en el interior de las
casas. Figuras de porcelana, platería y,
ante todo, el mobiliario incorporan la
estética del Rococó cuando la alta
sociedad francesa quiere adecuar sus
casas al nuevo estilo.

El Rococó aprecia el carácter exótico del


arte chino y, en Francia, se imita este estilo
en la producción de porcelana y vajilla de
mesa.
Los diseñadores franceses, como
François de Cuvilliés y Nicolas Pineau,
exportan el estilo a Múnich y San
Petersburgo, mientras el alemán Juste-
Aurèle Meissonier se trasladó a París, si
bien hace falta considerar a Simon-
Philippe Poirier como el precursor del
Rococó en París. El Rococó inglés tiende a
ser más moderado. El diseñador de
muebles Thomas Chippendale mantiene la
línea curva pero menos ampulosa que la
del mueble francés. El mayor exponente
del Rococó inglés fue, probablemente,
Thomas Johnson, un escultor y
proyectista de muebles ubicado en
Londres a mediados de 1700.
Arquitectura

Palacio Solitude (Stuttgart), un exponente de la


arquitectura rococó en la Alemania meridional.

Una de las características del estilo


rococó será la marca de diferencia entre
exteriores e interiores. El interior será un
lugar de fantasía y colorido muy
recargado, mientras la fachada se
caracterizará por la sencillez y la
simplicidad. Se abandonan los órdenes
clásicos, y las fachadas de los edificios se
distinguirán por ser lisas, teniendo, como
mucho, unas molduras para separar
plantas o enmarcar puertas y ventanas. La
forma dominante en las edificaciones
rococó era la circular. Un pabellón central,
generalmente entre dos alas bajas y
curvas y, siempre que era posible, rodeado
de un jardín o inmerso en un parque
natural. Otras edificaciones podían tomar
la forma de pabellones encadenados, en
contra del típico edificio «bloque», propio
de la etapa anterior.

En este momento la ventana aumenta


progresivamente de medida, hasta la
puertaventana o «ventana francesa»,
obteniendo una interrelación entre interior
y exterior que consigue la ideal fusión con
la naturaleza, con el paisaje y el entorno.
Se descartan los marcos en ángulo recto,
demasiado rígidos, y se adoptan ventanas
arqueadas. Se elimina o reduce el uso de
esculturas monumentales, limitándolas a
la ornamentación de los jardines.

En cualquier caso, el aspecto más


destacable de los interiores rococós es la
distribución interna. Los edificios tienen
estancias especializadas para cada
función y una distribución muy sencilla.
Las habitaciones se diseñan como un
conjunto que, con una marcada
funcionalidad, combina ornamentación,
colores y mobiliario.

Por su misma naturaleza, estas


tendencias arquitectónicas tuvieron muy
poco reflejo en las construcciones
oficiales, fueran laicas o eclesiásticas. En
cambio, el nuevo estilo fue perfecto para
las residencias de la nobleza y la alta
burguesía, las clases más ansiosas de
cambiar según los nuevos cánones y las
más dotadas de medios económicos para
conseguirlo.
Palacio de Sanssouci, Potsdam.

En Alemania, especialmente en Baviera, el


Rococó entra con mucha fuerza y supera
las fórmulas barrocas. Destaca, a
diferencia de Francia, la capacidad de
adecuar el estilo a construcciones
religiosas que consiguió el Rococó
alemán. Entre los autores de las obras
más destacadas encontramos a artistas
franceses y alemanes como François de
Cuvilliés, Johann Balthasar Neumann y
Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff, que
realizaron la preparación de Amalienburg
cerca de Múnich, la residencia de
Wurzburgo, Sanssouci en Potsdam,
Charlottenburg en Berlín, los Palacios de
Augustusburg y Falkenlust en Brühl,
Bruchsal, el Palacio Solitude de Stuttgart y
Schönbrunn en Viena.

Pintura

Peregrinación a Cythera de Jean-Antoine Watteau


(1721, Louvre).
A pesar de que el Rococó debe su origen
puramente a las artes decorativas, el estilo
mostró su influencia también en la pintura,
llegando a su máximo esplendor en la
década de 1730. Esta pintura debe
llamarse propiamente como Pintura
Galante y no como Pintura Rococó, pues
este término engloba el contexto estético
en que se encontraba. Los pintores usaron
colores claros y delicados y las formas
curvilíneas, decoran las telas con
querubines y mitos de amor. Sus paisajes
con fiestas galantes y pastorales a
menudo recogían comidas sobre la hierba
de personajes aristocráticos y aventuras
amorosas y cortesanas. Se recuperaron
personajes mitológicos que se
entremezclan en las escenas, dotándolas
de sensualidad, alegría y frescura.

El retrato también fue popular entre los


pintores rococós, en el que los personajes
son representados con mucha elegancia,
basada en la artificialidad de la vida de
palacio y de los ambientes cortesanos,
reflejando una imagen amable de la
sociedad en transformación.

Jean-Antoine Watteau (1684–1721) es


considerado el más importante pintor
rococó, creador de un nuevo género
pictórico: las fêtes galantes (fiestas
galantes), con escenas impregnadas con
un erotismo lírico. Watteau, a pesar de
morir a los 37 años, tuvo una gran
influencia en sus sucesores, incluidos
François Boucher (1703–1770) y Jean-
Honoré Fragonard (1732–1806), dos
maestros del periodo tardío. También el
toque delicado y la sensibilidad de
Thomas Gainsborough (1727–1788)
reflejan el espíritu rococó.

Escultura
Cupido de Edmé Bouchardon (1750).

La escultura es otra área en la cual


intervinieron los artistas del rococó.
Étienne-Maurice Falconet (1716–1791) es
considerado uno de los mejores
representantes del Rococó francés. En
general, este estilo fue expresado mejor
mediante la delicada escultura de
porcelana, más que con estatuas
marmóreas e imponentes. El mismo
Falconet era director de una famosa
fábrica de porcelana en Sèvres. Los
motivos amorosos y alegres son
representados en la escultura, así como la
naturaleza y la línea curva y asimétrica.

El diseñador Edmé Bouchardon representó


a Cupido tallando sus dardos de amor con
el garrote de Hércules, un símbolo
excelente del estilo rococó. El semidiós es
transformado en un niño tierno, el garrote
que rompe huesos se transforma en
flechas que golpean el corazón, en el
momento en que el mármol es sustituido
por el estuco. En este periodo podemos
mencionar a los escultores franceses
Jean-Baptiste Lemoyne, Robert le Lorrain,
Michel Clodion y Pigalle.

Música

El estilo galante fue el equivalente del


Rococó en la historia de la música, situado
entre la música barroca y la música
clásica, y no es fácil definir este concepto
con palabras. La música rococó se
desarrolló al margen de la música barroca,
particularmente en Francia. Puede ser
considerada como una música muy
intimista realizada de forma
extremadamente refinada. Entre los
máximos exponentes de esta corriente se
puede citar a Jean Philippe Rameau,
Georg Philipp Telemann, Carl Philipp
Emanuel Bach y Johann Christian Bach.

El Rococó en Francia

Madame de Pompadour
Francia es la cuna del estilo y desde aquí
se expande al resto de Europa,
especialmente a los países de lengua
germánica, donde adquiere una fuerza
extraordinaria debido a las fuertes
relaciones de Federico II de Prusia con la
corona de Francia.

Mobiliario

El diseño de muebles es la principal


actividad de toda una dinastía de
ebanistas parisienses, alguno de los
cuales había nacido en Alemania, que
desarrollan un estilo de línea curva en tres
dimensiones, donde las superficies
embarnizadas se completaban con
marquetería de bronce. La factura de
estas obras corresponde,
mayoritariamente, a Antoine Gaudreau,
Charles Cressent, Jean-Pierre Latz,
Françoise Oeben y Bernard van Risen
Burgh.

En Francia el estilo se mantiene muy


sobrio, puesto que los ornamentos,
principalmente de madera, eran menos
macizos y se presentaban como
composiciones de motivos florales,
escenas, máscaras grotescas, pinturas e
incrustaciones de piedra.
La tapicería fue un capítulo importante
para conseguir comodidad en el mueble.
Los asientos llegaron a cotas de
comodidad inimaginables pocos años
antes. La tendencia general a favor del lujo
y del confort hizo que los cortesanos y los
asiduos asistentes a los salones pudieran
ahora sentarse (e incluso reclinarse y
estirarse) en las reuniones, a diferencia de
la época anterior, en la que había sido
obligatorio permanecer de pie por
cuestiones de protocolo. Este nuevo
concepto de la comodidad y una actitud
más despreocupada respecto al cuerpo
humano (al cual se permitía en momentos
de intimidad evadirse y librarse de rígidas
posturas), la inquietud por desarrollar
actividades intelectuales y lúdicas en los
espacios privados, propicia el desarrollo
de nuevos diseños de muebles.

Arquitectura

Con el alejamiento de la cultura de los


palacios de la corte, las construcciones
características de esta época fueron las
casas alejadas del centro de ciudad o en
medio del campo: «folies», «bergeries»,
«bagatelles» o «ermitages». En residencias
urbanas, el «hôtel» o mansión en la ciudad,
la planta se divide en unidades espaciales
relativamente pequeñas con lo cual se
obtienen ámbitos especializados, de
diferente medida según su función: salón,
comedor, cuarto, antecámara, galería,
gabinete.

De esta forma apareció una distribución


más práctica que la anterior de «enfilade»,
ahora las habitaciones serían
independientes y con acceso individual. Se
cortaron oblicuamente las esquinas de las
habitaciones para colocar escaleras
secundarias en los espacios ganados y
estos se comunicaron entre sí mediante
pasillos, corredores y galerías.
Entre los representantes más destacados
encontramos a Jean Courtonne y a Robert
de Cotte, nombrado arquitecto de la corte,
y que intervino en la casi totalidad de las
obras importantes que se hicieron en
Francia durante 30 años.

Mesa de la factoría de Sèvres de Martin Carlin. 1772.

Escultura y objetos de
porcelana
Francia ocupó un lugar importante a la
producción de porcelana durante el siglo
XVIII. Se fabricó en Ruan, Estrasburgo,
Saint-Cloud, Mennecy, Chantilly y en la
Manufactura Real de porcelana de Sèvres.

Después de unos inicios difíciles (1741)


en Vincennes, la Manufactura Real se
trasladó a Sèvres en 1756. La porcelana
de Sèvres se caracterizaba por sus dibujos
rodeados de ornamentación de rocalla
sobre fondo blanco, aunque este blanco
pasó rápidamente a colores de tonos muy
vivos como el bleu de Roi (posterior al
Rococó), el amarillo vivo, el azul turquesa,
y el rosa Pompadour (a partir de 1757), de
moda durante diez años y que se
denominó así como reconocimiento al
interés personal de Madame Pompadour
en el desarrollo de las Manufacturas.

A partir de la década de 1750 se puso de


moda la colocación de placas de Sèvres
como decoración de muebles pequeños o
accesorios. Bernard van Risen Burgh fue el
primero ebanista conocido que decoró sus
obras con placas de porcelana, una
práctica que rápidamente se hizo popular.
Fueron muy utilizados por los ebanistas
Martin Carlin y Weisweiler. La arquitecta
Alpha Mariel Polanco ha hecho una gran
investigación sobre el Rococó.
El Rococó en Italia

El palacio de Stupinigi.

Las Guerras Italianas tuvieron como


resultado la hegemonía del poder español
sobre Italia. Aunque muchos estados,
como por ejemplo Venecia, no
pertenecieron a la corona española, Italia
dependió de España para recibir
protección de las agresiones externas. El
control de España fue reemplazado con la
hegemonía austriaca en el siglo XVIII a
excepción de algunos pocos estados que
permanecieron bajo el control español.

También en Italia, siguiendo el ejemplo


francés, creó el Rococó una notable
renovación, sobre todo en el sector de la
decoración de interiores y en la pintura. Se
dio sobre todo en la región del norte
(Liguria, Piamonte, Lombardía y Véneto),
mientras que en la Italia central, por la
influencia de la iglesia, el estilo no se
desarrolla de forma sensible.

En cambio en Sicilia se desarrolló una


evolución del Barroco de carácter propio,
de gusto más españolizante, muy similar
al plateresco.

Arquitectura

Salón central de Stupinigi.

Los mayores representantes estilo rococó


en la arquitectura italiana son Guarino
Guarini, muy activo en el Piamonte y en
Mesina, y Filippo Juvarra que trabaja
mucho en Turín como arquitecto de la
casa de Saboya.

Las obras más importantes de Guarino


Guarini son: la iglesia de San Filippo, la
iglesia de los Padres Somaschi y la casa
de los padres teatinos, todas en Mesina, la
capilla del Santo Sudario de Turín y el
palacio Carignano también en Turín.

Entre las realizaciones más importantes


de Filippo Juvara existen: la cúpula de la
Basílica de San Andrés en Mantua, la
cúpula de la catedral de Como, el
campanario de la catedral de Belluno, la
basílica de Superga cerca de Turín, el
castillo de Rívoli, el pabellón de caza de
Stupinigi, el Palacio Real de Venaria Reale
y el palacio Madama en Turín.

Pintura

Plaza de San Marcos, Canaletto (1723).

En el campo de la pintura, los mayores


intérpretes del Rococó se pueden
considerar los artistas que trabajaron en la
República de Venecia, destacando los
grandes paisajes detallistas con
representaciones de los principales
espacios de la ciudad: los canales, la
plaza de San Marco y el Palacio Ducal,
siguiendo la corriente llamada veduta.

Entre las figuras más importantes a


considerar encontramos: Giovanni Battista
Tiepolo de quien destaca el Retrato de
Antonio Riccobono, San Rocco y Hércules
sofoca a Anteo. Tiepolo pasó cuatro años
en Wurzburgo antes de volver a Venecia y
finalmente fue a trabajar en Madrid, a la
corte de Carlos III, ciudad en la que murió
finalmente. Giovanni Antonio Canal,
conocido como Canaletto, que realizó
obras entre otras: Plaza de San Marcos,
San Cristobal, San Miguel y Murano, Los
caballos de San Marcos en la plaza, El
campo de Rialto en Venecia y Paseo fluvial
con columna y arco de triunfo. Canaletto
también trabajó en Inglaterra pero sin
llegar al esplendor de los paisajes de su
ciudad natal. Francesco Guardi, con un
estilo al toque, representa con sus
paisajes más difuminados y oscuros la
República que se hunde, realizando cerca
de ochocientos sesenta obras entre las
cuales destacan Milagro de un santo
dominico, Concierto en el Casino de los
Filarmonici y La Caridad.
Escultura

En el sector de la escultura, el más pobre


en este periodo, se distingue Giacomo
Serpotta que, sobre todo en Palermo,
realizó obras para varias iglesias de la
ciudad, entre las que podemos citar los
oratorios de Ciudad Santa, de San Lorenzo
y del Rosario en San Domenico y la iglesia
de San Francisco de Asís. Se puede
considerar que algunos escultores que
realizaron fuentes en Roma y en el palacio
de Caserta se inspiraron en el estilo
Rococó.

El Rococó en España
Interior de la basílica pontificia de San Miguel, en
Madrid.

En el siglo XVIII, el barroco español


camina hacia un estilo mucho más
ornamentado. La escultura, la pintura y la
talla se funden con la arquitectura, en
ocasiones para animar los clásicos
esquemas arquitectónicos que continúan
vigentes en plantas y alzados. Frente a los
exteriores, por lo general austeros, se
crean interiores vibrantes. Este barroco
tardío -que emplea con profusión motivos
ornamentales como la hoja de acanto, de
raíz clásica- comienza a impregnarse en la
década de 1730 de la influencia del
Rococó francés, ejemplarizada
fundamentalmente en la difusión de un
nuevo motivo ornamental: la rocalla (del
francés rocaille), consistente en
complicados juegos de "C" y "S" que
generan formas asimétricas y que también
recuerdan a formas marinas. La rocalla
comenzó a conocerse en España a través
de tres vías fundamentales: su difusión a
través de los pattern books o libros de
patrones, la importación de mobiliario y
otras artes decorativas de Europa y su
directa traída de mano de arquitectos
foráneos, caso del portugués Cayetano de
Acosta.

De este modo, para el caso español es


difícil hablar de la existencia de un rococó
puro sino, más bien, de un barroco tardío
que toma prestados elementos del rococó
francés. La genérica denominación de
rococó para el arte español del siglo XVIII
obedece a una trasnochada tendencia de
considerar el rococó como la lógica
evolución del barroco. Hay que tener en
cuenta que el estilo nace en Francia, país
en el que el arte del siglo precedente,
conocido como el Grand Siécle, fue
sustancialmente diverso al caso hispano,
por su carácter más clasicista. Por tanto,
el estilo nace más como reacción que
como evolución del XVII francés. Por otra
parte, el rococó es un arte eminentemente
burgués y profano, difícilmente conciliable
al arte religioso, el más abundante del
barroco español. A esta tradicional
confusión terminológica ha contribuido la
presencia en el XVIII español de
arquitectos italianos y soluciones traídas
del barroco italiano (más movido en
planta), ajenas al rococó pero confundidas
con éste.
Con todo, al margen de la discutible huella
del rococó en el arte religioso español del
siglo XVIII, es posible rastrear algunos
ejemplos del rococó en España,
fundamentalmente en las tipologías civiles
y, sobre todo, en el ámbito cortesano, al
calor de la nueva dinastía borbónica.

Pintura

Pueden considerarse pintores de


transición, pero ya con una atmósfera y
una delicadeza cromática que anuncia la
nueva sensibilidad rococó que estaba
empezando a triunfar en Roma, Nápoles y
Venecia, algunas de las obras de Miguel
Jacinto Meléndez (1675-1734) o los
jóvenes pintores de cámara Juan Bautista
Peña (1710-1773) y, de forma más
acusada, el aragonés Pablo Pernicharo
(1705-1760), quienes, pensionados en
Roma y discípulos de Agostino Masucci,
muestran en sus obras de 1740 una
simbiosis entre lo barroco académico y lo
rococó.

Gaya Nuño, en un artículo de 1970,[2]


estimaba que la corriente rococó había
tenido poca aceptación en España a causa
del estorbo que le había hecho el último
barroco español, genuina creación
nacional a diferencia del importado
rococó. En el, a su entender, escaso
rococó español, la pintura se había
desarrollado paradójicamente en pleno
reinado de la Academia de Bellas Artes de
San Fernando y se había manifestado de
forma reducida y desdibujada en los
cartones para tapices de Goya, de
Francisco y Ramón Bayeu o de José del
Castillo, y especialmente en un
extraordinario pintor rococó, Luis Paret y
Alcázar. Una década después Jesús Urrea
esbozó una Introducción a la pintura
rococó en España y defendía la existencia
de tal corriente pictórica y daba algunas
de las líneas de estudio e interpretación de
la misma.[3]
Las aportaciones y realizaciones de los
pintores españoles formados en Italia
en el ambiente de la renovación barroco
académica y rococó (Hipólito Rovira
(1693-1765), José Luzán Martínez
(1710-1785) y Antonio González
Velázquez (1723-1793)
La presencia de grandes pintores
italianos en la corte de Madrid mediada
la centuria (Michel-Ange Houasse,
Bartolomeo Rusca, Jacopo Amigoni,
Corrado Giaquinto, Giovanni Battista
Tiépolo), con sus vastas realizaciones
decorativas y sus enseñanzas en el
reinado de Fernando VI y en la primera
etapa del de Carlos III.
Como pintores españoles del siglo XVIII,
cercanos al Rococó pero de tendencia
academicista, destacan Luis Meléndez y
Luis Paret; también el italiano Giovanni
Battista Tiepolo, que trabajó en España
junto a Mengs.

Discípulo de José Luzán y luego de


Corrado Giaquinto es el aragonés Juan
Ramírez de Arellano (1725-1782), quien se
muestra fuertemente influido por el último,
pero dejó la pintura por la música. Pintor
más joven que luego pasaría a la órbita de
Mengs y se formó en el rococó fue el
valenciano Mariano Salvador Maella;
dentro de la estética rococó, pero al
margen del ambiente creado por
Giaquinto, se mueven en España dos
pintores franceses llegados en momentos
distintos; el primero fue Charles-Joseph
Flipart (1721-1797), un pintor y grabador
que vino a España en 1748 acompañando
a su maestro Jacopo Amigoni y fue pintor
de cámara en 1753; el otro fue Charles-
François de la Traverse (1726-1787), que
estuvo en Madrid acompañando al
embajador de Francia marqués de Ossun y
decidió quedarse; fue discípulo de
Boucher, había residido en Roma
pensionado y fue maestro de Luis Paret.
También cabe destacar la obra pictórica
de Antonio Viladomat y de Francesc
Tramulles Roig, discípulo del anterior y
menos conocido debido al carácter
efímero de su obra. Francesc Pla,
conocido como «el Vigatà», mostró una
leve influencia del Rococó en las pinturas
del Palacio Moja de Barcelona, si bien el
resto de su obra hay que ubicarla dentro
de un lenguaje barroco. Otros pintores de
esta tendencia fueron los hermanos de
Antonio, Luis González Velázquez (1715-
1763) y Alejandro González Velázquez
(1719-1772), el madrileño de ascendencia
aragonesa y discípulo de Giaquinto José
del Castillo (1737-1793); el aragonés Juan
Ramírez de Arellano (1725-1782) y el
valenciano José Camarón y Boronat
(1731-1803). En Sevilla el rococó se
contagia del influjo murillesco en la obra
de Juan de Espinal (1714-1783).[4]

Arquitectura y retablos

Fachada del Palacio del marqués de Dos Aguas, en


Valencia.
En el ambiente cortesano de Madrid
encontramos los más hermosos ejemplos
del Rococó español. En el Palacio Real de
Madrid, mandado construir por Felipe V en
1738, se halla el soberbio Salón de
Gasparini y el Salón de Porcelana. En el
mismo palacio encontramos el Salón del
Trono, un impresionante conjunto con
muchos ejemplos de mobiliario rococó
como los doce espejos monumentales
acompañados de sus correspondientes
consolas y el trono real. En Aranjuez,
también en Madrid, encontramos una
pieza única en el Salón de Porcelana del
Palacio Real, verdadera joya profusamente
decorada en tiempos de Carlos III con
motivos chinescos muy del gusto por lo
orientalizante y exótico del Rococó.
También en la capital de España se
encuentran algunos templos que acusan
la influencia del Rococó, como la basílica
de San Miguel, trazada por el arquitecto
italiano Santiago Bonavia en 1739.

En Valencia destaca el Palacio del


marqués de Dos Aguas (1740–1744), con
fachada diseñada por el pintor y grabador
Hipólito Rovira y ejecutada por Ignacio
Vergara y Luis Domingo, sin duda uno de
los edificios claves del Rococó español.
Respecto a la arquitectura de retablos,
algunos de los retablistas que se dejaron
seducir por la rocalla fueron Narciso Tomé
y Cayetano de Acosta, siempre trabajando
bajo una tipología tan característica del
Barroco español como es el retablo.

Escultura

Más allá de la escultura posbarroca de


inspiración nacional conocida como
churrigueresca (por los hermanoss José
Benito, Joaquín y Alberto Churriguera), la
estética rococó se desarrolló en las artes
decorativas y en el lujoso y suntuoso
mobiliario de espejos monumentales y
salones de porcelana como los que hay en
los Palacios Reales de Madrid y Aranjuez.
En cuanto a la talla en madera destaca el
murciano Francisco Salzillo, inspirado en
las formas delicadas del Rococó y famoso
por sus belenes italianizantes; también
puede incluirse a Francisco Hurtado
Izquierdo, asimismo arquitecto del
Churrigueresco. Por otra parte, la mayor
concentración de escultura rococó en
España se da en el Palacio Real de la
Granja de San Ildefonso, donde destacan
las escenas mitológicas; y en el Paseo del
Prado de Madrid, con las fuentes de
Neptuno y de Cibeles, ambas fruto de la
colaboración de varios talentos.
El rococó en Alemania
Pintura

Una de las principales figuras germánicas


es Franz Anton Maulbertsch, activo en una
vasta región de Europa Central y Oriental
decorando numerosas iglesias; es uno de
los grandes maestros del fresco del siglo
XVIII, muchas veces comparado a Tiepolo
por la elevada calidad de su obra. También
deben ser incluidos como maestros
importantes del Rococó germánico
monumental Johann Baptist
Zimmermann, Antoine Pesne, Joseph
Ignaz Appiani, Franz Anton Zeiller, Paul
Troger, Franz Joseph Spiegler, Johann
Georg Bergmüller, Carlo Carlone, entre
muchos otros, que dejaron una marca en
sus obras en palacios e iglesias.

Escultura

Destacan Joseph Anton (1696-1770) y el


bávaro Johann Baptist Straub (1704-
1784).

Arquitectura

El rococó francés, al irrumpir en Alemania,


se fusiona con el barroco germánico.
Bebía también del barroco recargado y de
procedencia italiana. Arquitectos como
Borromini o Guarino Guarini sirvieron
como fuente de inspiración a las
pequeñas cortes alemanas que deseaban
imitar lo francés y recurrían con frecuencia
a arquitectos de dicha procedencia.
Destacan la basílica de Ottobeuren
(Baviera), el Palacio Solitude de Stuttgart,
el palacio Augustusburg en Brühl o el
palacio Falkenlust, también en Brühl;
también se deja notar en iglesias y
campanarios solos o en pareja, sobre todo
en el sur del país, donde en contadas
ocasiones dejaban entrever desde el
exterior los esplendores que albergaban.
Ejemplo de ello son la basílica de
Ottobeuren, en Baviera, o la Wieskirche
(iglesia del prado), proyectada por
Dominikus Zimermann y situada en las
proximidades de Füssen y Oberammergau,
también al sur de Baviera. Fue el
arquitecto François de Cuvilliés, el que
realizó las obras más directamente
relacionadas con los modelos franceses
del rococó, tal y como hizo en la
decoración del palacio de Nymphenburg.
Otro arquitecto de reconocido prestigio
fue Johann Balthasar Neumann, quien,
apoyándose en los modelos de Guarino
Guarini, levantó estructuras empleando
entonces la decoración característica del
rococó. Entre sus proyectos más
destacados se encuentran la residencia
del Obispo elector de Würzburgo y las
iglesias de Neresheim y Vierzehnheiligen.
En Postdam, Georg Wenzeslaus von
Knobelsdorf realizó para Federico el
Grande el palacio de Sanssouci, a imagen
y semejanza del Trianon. En Prusia,
Matthaus Daniel Poppelmann (1662-
1736), construye en Dresde el pabellón de
fiestas del Zwinger, cuidando que
armonice con el paisaje. Las escaleras
con curvas en todos los sentidos dan
alegría tanto al edificio como a los
jardines mientras las grutas y fuentes
albergan todos tipos de personajes
mitológicos. El castillo del Belvédère, en
Viena, es otra muestra de éste estilo.
Literatura

Se puede incluir en el rococó a Friedrich


Hagedorns, Ewald Christian von Kleist y el
suizo Salomon Gessner, famoso por sus
Idilios, pero también como pintor. Hubo un
grupo de poetas rococó en la Universidad
de Halle que destacó por sus
anacreónticas y pequeños poemas; fueron
Johann Peter Uz, Johann Wilhelm Ludwig
Gleim y Johann Nikolaus Götz.

El Rococó y la Iglesia católica


La basílica de Superga.

Una visión crítica del Rococó en el


contexto eclesiástico fue sostenida en la
Enciclopedia católica. Para la iglesia, el
estilo Rococó se podía asimilar a la
música profana, contrapuesta a la música
sacra. La carencia de simplicidad, la
exterioridad y la frivolidad tenían el efecto
de distraer del recogimiento y de la
plegaria.
Con todo, eliminada su exterioridad más
explícita, el resultado pudo ser aceptado
como en consonancia con un ambiente
dedicado al culto. En el desarrollo del
Rococó, encontramos una decoración
compatible con el aspecto sagrado de las
iglesias.

Capitel rococó en Steinhausen.

Los artistas franceses parecen no haber


considerado nunca la belleza de la
composición del objeto principal, mientras
que los alemanes hacen de la potencia de
las líneas su característica principal. En el
interior de las iglesias, el Rococó pudo ser
tolerado, dado que los objetos eran
pequeños como un vaso, una mesita de un
corazón, una luz, una barandilla o una
balaustrada y no eran demasiado
evidentes a la vista. Resulta estar más en
consonancia en la sacristía y en
ambientes no propiamente de culto, más
que en la iglesia propiamente dicha. El
estilo Rococó se adapta muy mal al oficio
solemne de la función religiosa, con el
tabernáculo, el altar o el púlpito.
En el caso de grandes objetos, la escultura
rococó resulta bella, pero a la vez se
encuentra un parecido con el Barroco. Los
elementos fantasiosos de este estilo no se
adaptan a las grandes paredes de las
iglesias. En cualquier caso, todo tiene que
ser según la situación local y las
circunstancias. Hay piezas del Rococó
auténticamente bellas, mientras que
algunas otras no responden a los cánones
e intentan asimilarse a objetos sacros.

Entre los materiales utilizados en el estilo


rococó figuran la madera tallada, el hierro
y el bronce, utilizado en la construcción de
balaustradas y portales. Un elemento
distintivo es el dorado que cubre los fríos
materiales metálicos, más aceptables
para la implantación en ambientes no
profanos.

Bibliografía
Pal Kelemeen, 1967. Baroque and
Rococo in Latin Americani.
Fiske Kimball, 1943. Creation of the
Rococo (reeditado como The Creation of
the Rococo Decorative Style, 1980).
Michael Levey, 1980. Painting in
Eighteenth-Century Venice.
Arno Schönberger i Halldor Soehner,
1960. The Age of Rococo (publicado
originalmente en alemán, 1959).
T. Hetzer, Die Fresken Tiepolos in der
Würzburger Residenz, Fráncfort del
Meno, 1943.
A. Morassi, Tiepolo i la Villa Valmarana,
Milán, 1945.
A. Morassi, Giovan Battista Tiepolo,
Londres, 1955.
A. Pallucchini, L’opera completa de
Giambattista Tiepolo, Milán 1968.
A. Porcella, La giovinezza de Gianbattista
Tiepolo, Roma 1973.
M. Gemin, F. Pedrocco, Giambattista
Tiepolo. I dipinti. Opera completa,
Venecia 1993.
Àgueda Viñamata, El Rococó, Ed.
Montesions, Barcelona 1987.
J.J. Martín González. El retablo barroco
en España. Madrid: Alpuerto, 1993.
A. Rodríguez G. de Ceballos. El siglo
XVIII. Entre tradición y academia. Madrid:
Sílex, 1992.
M , Henry de (1980). Historia de las
artes decorativas. Madrid: Espasa Calpe.
ISBN 84-239-5267-3.

Referencias
1. Morant, 1980, p. 373.
2. J. A. Gaya Nuño, "Rococó, Neoclasicismo
y Prerromanticismo en el arte de la España
del siglo XVIII", Cuadernos de la Cátedra
Feijoo, 22, Oviedo, 1970, pp. 51-71
3. Jesús Urrea Fernández, "Introducción a la
pintura rococó en España", en La época de
Fernando VI, Oviedo: Cátedra Feijoo, 1981,
pp. 315-336.
4. Arturo Ansón Navarro, "La pintura rococó
en España", en Cuadernos de Arte Español
núm. 96, Madrid: Historia 16, 1991

Véase también
Catedral de Murcia
Catedral de Cádiz

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una
categoría multimedia sobre Rococó.
Descripción del Rococó y comparación
con el Barroco (en inglés)

Obtenido de
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title=Rococó&oldid=114443666»

Última edición hace 7 días por Rode…

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