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E s t a r t e p.
ftcajillo 6?
M Num.
(2) HISTORIA
DE LA VIDA,
DEL
RUSTICO BERTOLDO
L A DE BERTOLDINO
SU HIJO,
Y LA DE CACASENO
SU NIETO.
FILADELFIA :
SE ESPENDE E N MEXICO E N L A L I B R E R I A DE HIPÓLITO
EEG U IN, P O R T A I , DE M E R C A D E R E S , NO. 4.
»
156262 1*
cias, refranes y estratagemas, de que usó dentro y
fuera de la corte, con suma presteza y gracia ; pues
te aseguro, amado lector mio, que luego que vi esta
historia en idioma estraño, me dediqué á su traduc-
HISTORIA
ción al nuestro con el fin de complacerte, y darte en
que diviertas los ratos de ociosidad : y si midieses tu
DE LA VIDA, HECHOS,
gusto con el con que yo te he deseado servir, colmarás
Y A S T U C I A S SUTILISIMAS '
en un todo la medida de mi deseo. No te haga nove-
dad el que no me haya valido de conceptos delicados, DEL
pues mi fin no ha sido otro, que hacer sin etimologías
una traducción para todos : pues como enseña la re- RUSTICO BERTOLDO.
montada pluma del águila de la Iglesia san Agustin,
lo especial de los escritores no está en hacer vo- TRATADO PRIMERO.
lúmenes abultados, sí en adornarlos de dulzura para
el gusto, y de utilidad para el gobierno de la república.
En las frases rústicas de este volumen hallarás,
INTRODUCCION.
mirándolas por defuera, suma complacencia al gusto,
sin que te estrague la voluntad en su recreo ; pero si EN el tiempo que Albuino, Rey de los
te introduces á lo interior de su moralidad, hallarás, Longobardos, era cuasi dueño de* toda la
que no tiene palabra, aun de las mas ridiculas sim- Italia, teniendo su solio Real en la hermosa
plezas, que no se dirija á tu común provecho y eco- ciudad de Verona, llegó un dia á palacio un
nómico gobierno. Y así, lector discreto, te encargo paisano, el cual tenia por nombre Bertoldo :
lo leas con cuidado, paraque no te se desperdicie el era hombre disforme y de feo aspecto; pero
fruto que en él se encierra, suplicándote procures donde faltaba la perfección de su persona,
suplir la duplicación de términos que encontrares; suplia la sutileza y vivacidad de su ingenio,
pues el idioma toscano muchas veces es variable á la pues era muy agudo y pronto en responder
lengua española y solo me ha llevado el deseo de tu á cualquier asunto. Ademas de lo dicho, era
diversión, como lo puedes ver en el afecto con que te
también sumamente malicioso y de natural
ofrezco mi tarea. VALE.
melancólico, como por la mayor parte suele
acontecer con toda gente rústica y campe-
sina. L a estatura y fisonomía se explica tal
cual como era.
cias, refranes y estratagemas, de que usó dentro y
fuera de la corte, con suma presteza y gracia ; pues
te aseguro, amado lector mio, que luego que vi esta
historia en idioma estraño, me dediqué á su traduc-
HISTORIA
ción al nuestro con el fin de complacerte, y darte en
que diviertas los ratos de ociosidad : y si midieses tu
DE LA VIDA, HECHOS,
gusto con el con que yo te he deseado servir, colmarás
Y A S T U C I A S SUTILISIMAS '
en un todo la medida de mi deseo. No te haga nove-
dad el que no me haya valido de conceptos delicados, DEL
pues mi fin no ha sido otro, que hacer sin etimologías
una traducción para todos : pues como enseña la re- RUSTICO BERTOLDO.
montada pluma del águila de la Iglesia san Agustin,
lo especial de los escritores no está en hacer vo- TRATADO PRIMERO.
lúmenes abultados, sí en adornarlos de dulzura para
el gusto, y de utilidad para el gobierno de la república.
En las frases rústicas de este volumen hallarás,
INTRODUCCION.
mirándolas por defuera, suma complacencia al gusto,
sin que te estrague la voluntad en su recreo ; pero si EN el tiempo que Albuino, Rey de los
te introduces á lo interior de su moralidad, hallarás, Longobardos, era cuasi dueño de* toda la
que no tiene palabra, aun de las mas ridiculas sim- Italia, teniendo su solio Real en la hermosa
plezas, que no se dirija á tu común provecho y eco- ciudad de Verona, llegó un dia á palacio un
nómico gobierno. Y así, lector discreto, te encargo paisano, el cual tenia por nombre Bertoldo :
lo leas con cuidado, paraque no te se desperdicie el era hombre disforme y de feo aspecto; pero
fruto que en él se encierra, suplicándote procures donde faltaba la perfección de su persona,
suplir la duplicación de términos que encontrares; suplía la sutileza y vivacidad de su ingenio,
pues el idioma toscano muchas veces es variable á la pues era muy agudo y pronto en responder
lengua española y solo me ha llevado el deseo de tu á cualquier asunto. Ademas de lo dicho, era
diversión, como lo puedes ver en el afecto con que te
también sumamente malicioso y de natural
ofrezco mi tarea. VALE.
melancólico, como por la mayor parte suele
acontecer con toda gente rústica y campe-
sina. L a estatura y fisonomía se explica tal
cual como era.
La fatal figura de Bcrto/do.
Audacia de Bertoldo.
E r a sumamente pequeño de cuerpo; la
cabeza muy gorda y redonda, á modo de En fin, despues que nuestro Bertoldo llegó
bola; la frente muy arrugada; los ojos muy á palacio, se introdujo en las primeras ante-
colorados, brotando fuego; las cejas muy cámaras, y prosiguiendo adelante, se internó
largas y cerdudas; las orejas eran borrica- en donde estaban todos los grandes, validos
les ; la boca grande y un poco tuerta, con el y ministros; pasó por medio de todos, hasta
labio de abajo colgando, á modo del de los poder ver al R e y ; y sin quitarse el sombrero
caballos; la barba bermeja, tan larga, que le ni hacer el menor acto de cortesía, se fué á
caia al pecho, y al último hacia una punta, asentar junto la Real persona, quien, como
que imitaba á la del macho; las narices muy era benigno y piadoso, y que su gusto le te-
agudas y enfaldadas hacia arriba, siendo nia en ver semejantes figuras, se imaginó que '
largas en extremo; los dientes le salían de este hombre seria de ingenio gracioso y bu-
la boca á modo de colmillos de jabalí, con fon, contemplando que muchas veces suele
tres ó cuatro papadas en la garganta, que infundir la naturaleza con algunos dones par-
hacían tal ruido cuando hablaba, que pare- ticulares, que no á todos se les concede, una
cían ollas que cocian á la lumbre; tenia las gracia tan especial. El Rey, sin dar mues-
piernas cabrunas, á manera de nigromántico; tras de enfado, ni alterarse, le empezó cari-
los pies muy largos; el cuerpo sumamente ñosamente á preguntar diciendo:
belludo, que todo él le cubría como un pellejo
de oso; las medias que llevaba eran de lana
muy gruesa, y todas remendadas, á manera* Preguntas y respuestas entre el Rey y
de tapices viejos; los zapatos muy gruesos, Bertoldo.
y á proporcion los tacones muy altos. De
este hombre se puede decir que "era todo al Rey. Quién eres tú 1 Cuándo naciste ? Y
revés de Narciso. de qué tierra eres ?
Bert Y o soy uri hombre, nací cuando
mi madre me parió, y mi tierra es este
mundo.
Rey. Quién son tus ascendientes y descen- Rey. Qué cosa es la mas de notar, y de-
dientes? lito mas enorme, que se pueda hallar en un
' Bert. Las Judías en la olla; porque cuan- mercader ?
do cuecen suben y bajan; y comiéndolas yo, Bert. L a mentira.
vienen á parar en mí. Rey. Cuál es aquella gata^que por delante
te lame, y por detras te araña ?
Rey. Tienes padre y madre, hermanos y
Bert. L a muger ramera.
hermanas ? Rey. Cuál es el mayor fuego de una
Bert Los tengo; pero todos han muerto.
Rey. Pues cómo los tienes, si dices que se casa
han muerto ? Bert. L a muger viciosa y la lengua de un
Bert Porque cuando salí de mi casa los criado.
dejé á todos durmiendo, y por eso digo que Rey. Cuáles son las enfermedades incura-
todos han muerto; pues uno que duerme, está bles?
como si lo fuera: y yo hallo tan poca dife-
Bert L a locura, la verídica gangrena, y
rencia del uno al otro, que creo evidentemen-
lasRey.
deudas del es
Quién tramposo.
el hijo, que quema la lengua
te, que el sueño es hermano carnal de la
muerte. á su madre ?
Rey. Cuál es la cosa mas veloz del Bert. El pábilo de la vela.
Rey. Cómo me traerás tú aquí una criba
mundo?
de agua, sin verterla?
Bert. El pensamiento.
Rey. Cuál es el mejor vino que hay 1 Bert. Esperaría á que helase, y congelada
Bert. Aquel que uno bebe en casa agena. la traeria, sin verterse.
Rey. Cuál es aquel mar, que nunca se lle- Rey. Qué cosas son las que el hombre
busca, y no las quisiera hallar ?
na?
Bert. L a codicia en el avariento. Bert Los animales inmundos que se ha-
Rey. Cuál es la cosa mas fea, que se puede llan en la camisa, los puntos en las medias,
dar en un mozo ? y el bañado infecto. .
Bert. L a desobediencia. Rey. Cómo cogerias una liebre sin perro
Rey. Cuál es la cosa, que se puede notar Bert. Esperaría que estuviese cocida, y
mas en un viejo ? entonces la cogería.
Rey. T ú tienes buenos sesos, si se vieran.
Bert. L a lascivia.
Bert. El creer yo, que un Rey fuese mas
Bert. Y tú mejor humor, si no comie-
grande, que los demás hombres, con diferen-
ras. cia de diez ó doce pies mas alto que ellos, y
Rey. Ea, pídeme todo lo que tú quisieres, que sobrepujase sobre todos los campanarios
que yo estoy pronto para darte todo lo que y tejados; pero ahora veo que eres un hom-
pidieses. bre ordinario, como los demás, y que no
Bert. Quien no tiene nada suyo, mal pue- tienes mas diferencia, fuera de ser Rey.
de dar á otros. Rey. Así es verdad. Y o confieso soy hom-
Rey. Pues por qué yo no te puedo dar lo bre, como los demás en la estatura; pero
que tú pidas ? de poder y de riqueza sobrepujo, no solo diez
Bert. Porque yo ando buscando felicidad, pies sobre los demás; pero mas de mil varas
y tú no la tienes; y así no me la puedes dar. y ahora solo deseo, que me digas, qué te"
Rey. Para que sepas si soy feliz, no te motiva para hacer semejante discurso ?
basta el verme sentado sobre este alto Bert. El borrico de tu factor.
trono 1 Rey. Qué tiene que ver el asno de mi fac-
Bert. Aquel que mas alto se sienta, está tor con la grandeza de mi corte 1
mas peligroso á caer y precipitarse. Bert. T e diré: Primero que tú vinieras al
Rey. Mira cuántos señores y caballeros mundo, ni tu corte se instituyera, el asno y a
andan al rededor de mí para obedecer mis rebuznaba, y aun cuatro mil años antes.
órdenes. Rey. A , á, á : Lindo asunto, para reír, has
Bert. También los hormigones andan al propuesto.
rededor del árbol, y le roen la corteza. Bert Siempre la risa abunda en la boca
Rey. Pues yo luzco en mi corte, como de los locos.
brilla el sol entre las mas lucidas estre- Rey. T ú eres un rústico malicioso.
llas. Bert. Mi naturaleza lo permite.
Bert. T ú tienes razón; pero yo veo mucha Rey. Y o te mando, que luego al instante
obscuridad con la adulación. te quites de mi presencia, y si no te haré
Rey. Concluyamos: Quieres quedarte en echar con tu daño, riesgo y vergüenza.
la corte t Bert Y o me iré; pero advierte, que son
Bert. Aquel que se halla en libertad, no las moscas de una calidad y naturaleza tan
debe buscar la esclavitud. porfiada, que aunque las echen, vuelven lue-
Rey. Quién te movió á venir aquí 1 2
-TÍ?., I
g o ; y así, si tú me mandas echar, tengo de
volver de nuevo á importunarte.
Rey. Pues vete; y si no vuelves delante
de mí, como dices hacen las moscas, te
tengo de hacer cortar la cabeza.
ALEGORIA PRIMERA.
La Ciencia en todo género de personas es
amable, y aunque resida en un hombre
rústico y mal parecido, y que su aspecto
f demuestre ser inculto de potencias, no hay
duda que es de apreciar para todos; y si
sucede que tal vez suele ser amenazada de
grandes, no por eso se espanta, y es siem-
pre fácil al hombre sabio huir de todos los
peligros, que le pueden suceder.
Astucias de Bertoldo.
Partióse: fuese á su casa, y se montó en
un borrico muy viejo que tenia, todo desolla-
do y lleno de mataduras, y cuasi comido de
moscas, y se volvió de nuevo á palacio,
acompañado de millares de moscas y de
tábanos al olor de semejante carniza, que
todos juntos hacian un nublado, que apenas
se le divisaba; y llegando á la presencia del
Rev, así le dice:
Bert Y a me tienes aquí, Rey mío.
Rey. No te dije yo, que si no volvias de-
lante de mí, como las moscas, que te haria
dividir la cabeza del cuerpo 1
Bert. Las moscas no van sobre las mata-
duras 1
Rey. Sí, es cierto, así van.
Bert. Pues ya me ves volver sobre esta
matadura gangrenada y llena de moscas,
2*
que al borrico y á mí cuasi nos tienen comi- vengo á tu presencia, para que, 501110 Rey
dos, que es lo que yo te he prometido. y Señor justo, hagas justicia.
Rey. Desde luego te califico por hombre Lis. Señor, 110 es cierto lo que dice, que
de grande ingenio; anda, que yo te perdono. yo ha muchos dias que lo compré con mi
Ola, criados, llevadle, y dadle de comer al regaladísimo dinero; y no sé como esta pi-
punto. cara tenga atrevimiento semejante de pedir
Bert. No come aquel, que aun no ha aca- aquello que no es suyo.
bado la obra empezada. Aur. Justísimo Señor, no des crédito á las
Rey. Pues tienes tú que decirme otra falsas reames de esta muger, porque es una
cosa? ladrona pública, que no tiene conciencia; y
Bert Aun todavía no he empezado. sepa Y . Mag., que si no fuera cierto lo que
Rey. Ea, quita de ahí esa peste; y tú digo, y o no me hubiera movido á pedir lo
retírate luego de mi presencia, porque veo que no fuera mió por todo el oro del mundo.
venir dos mugeres, y es muy dable que ven- Lis. A y , qué conciencia de beata! Qué
gan á que les dé audiencia, que después que bien sabe'ella fingir, para que todos la crean,
las haya despachado, podrás volver aquí. y juzguen tiene razón: ah, hermana, no sa-
Bert. Y a me retiro; pero advierte, que bias otras escusas mas á propósito ? Con lo
des la sentencia justa. que me consuelo, es, que estamos delante de
un juez, que conocerá mi buena conciencia,
y tu grande falsedad.
Pleito de las dos mugeres.
Aur. Tierra, cómo no te abres, y tragas
Llegaron las dos mugeres delante del Rey, aquesta infame, que con tanta desvergüenza
y una de ellas había hurtado un espejo á la me.niega lo que es mió, y con suma picardía
otra: la dueña del espejo se llamaba Aure- finge, que ella sola tiene razón, intentando
lia, y la que lo había hurtado se llamaba me tengan por embustera? A y Dios mío!
Lisa, y tenia en la mano el espejo. Aurelia, Descubre tú la verdad de este caso.
querellándose al Rey, así le dice :
Aw\ Señor, has de saber, que esta muger
entró á noche en mi cuarto, y me hurtó aquel Justa Sentencia del Rey.
espejo que tiene en la mano; yo muchas Vamos despacio, aquiétense, que ahora
veces le he suplicado me lo restituya/ y ella quedarán contentas. Tomad el espejo, dijo
me lo niega, sin querer volvérmelo; y así el Rey á uno de los presentes, rompedle en
pedazos muy menudos; y repartidlos entre
sabio y justo: yo quedo pidiendo al cielo, que
las dos eñ partes iguales, que de este modo
te guarde, y te dé las mayores prosperidades,
quedarán ambas contentas.
que para mí deseo.
Lis. Y o consiento en que se rompa el
Rey. Yéte en hora buena, procura de ser
espejo, y de esta manera se acabará nuestro
pleito. muger de biep. En verdad, que se conocia
ciertamente que el espejo era de esta pobre
Aur. Y o no, Señor, mas presto permitiré
de que se lo lleve ella todo, que romperlo, cuitada.
pues no tengo ánimo para ver romper un Riendose Bertoldo de la sentencia, del Rey,
espejo tan hermoso; y ademas de esto, siem- que habia estado escuchando, dice así:
pre tengo esperanzas de rescatarlo algún
dia, estando entero; pues puede suceder la Bert Rey mió, tú no tienes conocimiento.
remuerda la conciencia, y me lo restituya: Rey. Pues por qué no lo tengo 1
con que yo permito, que se lo lleve ella á su Bert. Porque te crees de lágrimas de
casa, y acábese nuestro pleito. muge res.
Lis. L a sentencia del Rey me ha gustado: Rey. Pues por que no tengo de creerlas r
hágase pedazos, que con esto no tendrémos Bert. No sabes tú, que su llanto es enga-
mas motivo de reñir; vamos al hecho. ñoso, y que cada cosa, que ellas hacen ó
dicen, es todo hecho con artificio; pues aun-
Prudencia grande del Rey. que parece que lloran con los ojos, rien con
Rey. Verdaderamente conozco, que el el corazon, suspiran delante de ti, y por detras
espejo es de esta, que no quiere que se rom- hacen burla: hablan al reves de lo que pien-
pa, pues con el llanto y súplicas que hace, san, y derramar lágrimas, repelarse, mor-
muestra con señales evidentes y claras, que derse, mudar de rostro, todos son fraudes y
es la dueña propia; y que esta otra es la que engaños, que se los dictan sus insaciables
lo hurtó: désele el espejo á esta, y á esa otra deseos y pasiones mugeriles.
échenla de aquí ignominiosamente.
Aur. Piadosísimo Rey mió, yo te doy in- Alabanza que hace el Rey á faverr de las
finitas gracias de este favor, pues como mugeres.
benigno y justo, con tu gran prudencia has Rey. Tanta bondad tienen en sí las mu-
conocido la malicia de esa infame ; y por lo geres de juicio y prudencia, que es todo muy
mismo has dado la sentencia, como juez tan al reves de cuanto tú les atribuyes; porque
si alguna peca, es por descuido, ó por su Bert. Bien se conoce, que tú amas mucho
mala fortuna ó fragilidad femenil; y por las mugeres; pues de ellas has hecho un
esto mas dignas son de compasion, que de elogio de palabras, tan elegante á su favor,
castigo,-por ser mas débiles y flacas, que los que parece imposible poder elogiarlas mas;
hombres: pero díme la verdad, á uno que no obstante, ¿ qué me darás, si antes que te
estuviese separado de este sáco, no le con- acuestes mañana á la noche te hiciese yo
• templarías como á muerto 1 L o primero, la desdecir de todo lo que has dicho á su
muger ama al marido, gobierna los hijos, favor ?
los cria, los educa, los mantiene y enseña Rey. Cuando yo me desdiga de lo dicho,
buena doctrina: la muger cuida de la casa, diré que eres el hombre mas sagaz del mun-
mantiene la hacienda; cuida de la familia, do ; y solo te advierto, que si no lo cumples,
solicita que las criadas cumplan con su obli- te he de mandar ahorcar al punto.
gación, y evita los desórdenes, que pueden Bert. E a pues, hasta mañana á la noche,
suceder en una casa; la muger es apreciable que ya nos verémos.
para la vista de los mozos, consuelo de los Luego que anocheció, se retiró el Rey á
viejos, f alegría de los niños, claridad cierta su cuarto; y Bertoldo, despues que había
de dia y reposo de la noche; ama con fide- cenado, se fué á dormir á la caballeriza, dis-
lidad, es dulce para tratar, noble en su con- curriendo entre sí hallar camino, para hacer
versación, clara en cualquier contrato, dis- que el Rey se desdijese de las alabanzas que
creta para mandar, pronta en el obedecer, habia hecho á favor de las mugeres; y
honesta en sus razones, modesta en sus pro- habiéndole ocurrido una buena astucia, se
cederes, moderada en la comida, parca en acostó, esperando que amaneciese para
la bebida, agradable con los de casa y tra- ponerla en obra.
table con los de afuera; en suma, la muger
junto al hombre, se puede decir que es una
Astucia de Bertoldo.
piedra oriental, engastada en el oro mas fino;
y no porque alguna caiga en un frenesí ó Así que amaneció, se levantó Bertoldo, y
extravagancia, se debe culpar á todas; por- fué á buscar á aquella muger, á quien el Rey
que hay millares al contrario de esta, que le habia dado la sentencia en su favor; y
son mugeres de bien y sumamente aprecia- así le dice.
bles; y así la sentencia, que y o he dado, Bert. No sabes tú lo que el Rey ha de-
estoy seguro que es muy justa. terminado 1
Aur. Si tú no me lo dices, yo nada sé.
si esto es aun peor, por las desgracias que
Bert. Pues ha dicho, que se rompa el
resultarán en las casas con tantas mugeres
espejo, como lo sentenció, y que á cada una
de vosotras se os dé la mitad de él; pues la juntas.
otra apeló de la sentencia, que el Rey dió á Aur. Qué dices? Con qué el Rey quiere,
tu favor: con que, por no oir mas quejas, que cada hombre tenga siete mugeres
quiere que se divida, y se satisfaga á en- Esto sí, que es mucho peor que si hiciera
trambas. romper todos los espejos de la ciudad ; pero
Aur. Con qué el Rey ha determinado que qué diablos de locura se le ha metido en la
mi espejo se rompa? Pues cómo va eso? cabeza ?
Despues de haber sentenciado que se me Bert. Y o no te puedo decir mas; lo que se
restituya entero y bueno! Haces tú burla de es, que todo lo que te he dicho, se lo he oído
mí ? Anda, quítate de mi presencia. decir sobre el asunto: ahora es tiempo, que
Bert. No hago burla; antes te aseguro vosotras os defendáis, antes que el mal pase
con verdad, que de su misma boca se lo he adelante. Dejándolas con este enredo albo-
oído decir. rotadas, volviéndose á palacio, esperó en él,
Aur. A y de mí! Qué es lo que oigo? antes que anocheciera, la resulta del suceso.
Puede ser que lo haga para dar satisfacción Tumulto de las mugeres con la falsa voz di-
á aquella infame muger. O, qué sentencias vulgada.
tan justas, y qué acciones tan nobles de un Despidióse Bertoldo, y Aurelia creyó fuese
R e y ! O pobre justicia, qué bien administrada verdad la invención de este enredo, y preci-
estás! Ahora conozco y creo, que se da mas pitadamente se fué á buscar sus amigas y
crédito á la mentira, que á la verdad. O vecinas, y les contó por estenso cuanto había
desdichada de mí! Paciencia, pues esto me oido decir á Bertoldo. Ellas, que oyeron
convendrá. E s posible que te vea yo hecho tan nunca oida novedad, se enfadaron de tal
mil pedazos, espejo querido mió! Ah, ah, ah! suerte, que como perras rabiosas, y feroces
Bert. No quisiera, que te sucediese algo leonas, echaban fuego por los ojos y dardos
peor, que esto. por la boca; de manera, que se divulgó en
Aur. Pues qué peor me puede suceder á mí ? breve esta noticia por la ciudad; de suerte,
Bert. Que el R e y ha promulgado una ley, que se juntaron millares de mugeres, que to-
en que manda, que cada hombre pueda das hablaban á un tiempo sobre el caso: y
casarse con siete mugeres; con que mira tú habiendo tratado bastante del asunto, resol-
3
vieron ir todas juntas á ver al Rey, y confun-
pintadas? Qué demonios teneis? Decid
dirle á fuerza de gritos y batahola de voces,
luego cuál es el motivo de este alboroto.
para obligarle á que se desdijese, y no tuvie-
Mugeres. Venimos, dijeron todas juntas,
se efecto la ley, que habia determinado pro-
á saber lo que contra nosotras has publicado,
mulgar. En efecto, como ellas lo pensaron
y de qué ha dimanado la locura tan extrema,
y lo trataron, llenas de rabia y despecho, se
que se te ha puesto en la cabeza. Gritó otra
tuéron á palacio, y amotinadas se introduje-
en sola voz de las mas descaradas y rabiosa,
ron hasta los mismos cuartos de la Real per-
diciendo: Qué frenesí te ha dado tan raro
sona, en donde empezaron á meter tan gran-
contra toda ley divina y humana, para man-
de ruido y gritería, que parecía un infierno ó
dar que á cada hombre le sea permitido de
la torre de Babilonia, como si todas las mu-
casarse con siete mugeres ? A y , y qué con-
geres del mundo estuviesen dentro de ella;
sideración tan prudente ha hecho V . M.!
de tal modo, que el Rey nunca pudo enten-
mas yo le aseguro con certidumbre, que no
der palabra do semejantes alborotos, sí solo
saldrá con una opinion tan bárbara y teme-
estaba aturdido y confuso, no sabiendo la
raria.
causa de un tan excesivo tumulto, deseando
Rey. Locas, qué es lo que decís ? Hablad
saber cual seria el motivo de aquel estrépito;
claro, paraque yo os entienda, á fin de que
pero faltándole la paciencia y sufrimiento
os pueda responder al asunto.
por tal insolencia, temeridad, gritería y alga-
Mug. Señoras, dijo una de ellas, vamos
zara, tomó el arbitrio de la seriedad y del
poco á poco, callen por Dios, y déjennos en-
enfado, y lleno de cólera y severidad de ros-
tender. Digo, Señor, en nombre de todas,
tro, en alta voz así les dijo.
que mereces bien que te echen ó te derriben
del trono en que estás sentado, y aunque te
El Rey enfadado, y Bertoldo riendo. sacasen los ojos ignominiosamente; pues
bien te lo tienes merecido, por la ley que has
Volvióse el R e y á ellas con rostro coléri- publicado.
co, diciéndoles: Qué novedad es esta? Qué Rey. Qué afrentas ó qué injurias os he he-
es lo que oigo? Qué motivo habéis tenido cho yo? Hablad claro, no me tengáis sus-
para hacer una sublevación como esta? penso, deponed vuestra rabia y enfado.
Quién os ha puesto en tal desorden? De
Mug. N o te lo habernos ya dicho bien cla-
qué ha nacido vuestro bullicio ? A qué fin
son todos estas exclamaciones? Estáis es- ro otra vez?
Rey. No os he entendido muy bien, vol- traiciones; es un barro infernal, que por él se
vedlo á decir segunda vez. oyen continuamente llantos y lamentos de
Mug. No hay peor sordo, que aquel que los pobres maridos; ellas son ruina de los
no quiere oír, nosotras volvemos á decir, que padres y tormento de las madres, desgracia
no se puede cometer error mas grande, co- de los hermanos, vergüenza de los parientes
mo el que tú has cometido en imponer una y destrucción de las casas; en suma, ellas
ley nueva, de que cada hombre pueda tener "sirven de pena y aflicción á todo el género
siete mugeres: mucho mejor seria, que cui- humano. Quitaos delante de mí, y no vol-
dáras de tu reino, y de tantos negocios ar- váis mas á mi presencia, espíritus infernales.
duos, en que estás por Rey constituido; y no O, válgame Dios! Qué fatigado me tienen
meterte en lo que nada te importa: lo has con tanto ruido estos diablos de mugeres!
entendido ahora ? Pues mira, si eso intentas, Pero si yo llego á saber el inventor de este
has de permitir también, que cada muger chasco, aseguro que le he de hacer castigar,
tenga siete maridos. Qué partido es el que según su merecido. Y a se han ido estas in-
tomas? Resuélvete; que en eso venimos solentes ; gracias á Dios que me veo libre de
empeñadas, y deseamos saber tu resolución. ellas! Pues no ha faltado mucho, paraque
entre todas no me hayan sacado los ojos.
El Rey echa enhoramala las mugeres, blasfe-
mando de semejante sexo. Despues que se fueron las mugeres, se templó
el Rey. Ber'toldo, que habia estado escon-
Rey. Ah, sexo ingrato y descortes! dido, escuchando toda la bulla, y como
Quién os ha dicho, que yo he impuesto ley habia logrado su designio, se puso delante
semejante ? Apartaos de mi presencia, idos del Rey, y le dijo:
muy enhoramala, rebeldes, importunas, desa-
tentas y temerarias; pues ahora conozco lo Bert. Qué dices á esto, Rey mío ? No te
que quiere decir muger: quien dice muger, dije, que antes que anocheciese habías de
dice engaño, maldad, zizaña, daño, discordia, leer el libro al reves de CQmo ayer lo leíste
no hay casa ó lugar, donde entran y salen, en alabanza de las mugeres ? Y a discurro
que no lleven consigo, arrastrando como quedarás desengañado de lo que ellas son.
rastrillo, todas estas malas propiedades, si- Rey. No se puede creer, ni imaginar seme-
guiéndolas el fuego dé sus propias pasiones: jante impostura; pues han fingido, que yo he
muger quiere decir un caos de engaños y de mandado que cada hombre pueda tener siete
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mugeres á un tiempo: cosa que hasta ahora contraría; añadí, que habías mandado, que
no se lo ha imaginado el mismo diablo, ni á cada hombre pudiese tener siete mugeres:
mí me ha pasado por la imaginación, ni el motivo por el cual se han amotinado en
pensamiento. O, qué mala semilla y vil número tan crecido, y han hecho tan gran-
canalla! des estremos, como has visto, y hablado
Bert. Tú no te acuerdas del convenio que tantos desatinos, como has escuchado.
hemos hecho entre los dos ?
Rey. Digo que has salido con la tuya, y
El Rey pesaroso del mal que había dicho de
que tienes mucha razón; y pues has ganado,
las mugeres, vuelve de nuevo á alabarlas.
en pago quiero que te sientes conmigo en mi
Real trono. Rey. T ú has sido mayor inventor de en-
Bert. No pueden cuatro nalgas caber en redos, que el mismo Merlín; y así, tanto por
un trono solo. tu malicia, como por el desorden que has
Rey. No importa, que yo haré hacer otro causado, has incurrido en delito gravísimo.
junto al mió, te sentarás en él, y darás Ahora digo, que las infelices han tenido mil
audiencia conmigo. razones de mostrarse contra mí tan iracun-
» Bert. El enamorado, ni la señoría, no de- das : no podia yo creer, que el sexo mugeríl
sea compañía; y así gobierna tú solo, pues pudiese estar tan privado de juicio, que
iú eres el señor y dueño. cometiese tantos desórdenes sin grandísimo
Rey. Y o creo, que habrás sido tú el autor motivo; y á la verdad, no podia ser mayor
de aqueste enredo: es verdad ? Dímelo. que este para irritarse conmigo. Y pues tú
Bert. T ú lo has adivinado, y no me pue- has dado ocasion de decir mal de ellas (cosa
des castigar, en virtud de la palabra que me que ya no quisiera haber dicho por todo el
diste. oro del mundo) por lo que siento, desde
Rey. Supuesto que ha sido esta invención luego me desdigo y me arrepiento, y de
de tu ingenio, y o te perdono; pero quiero nuevo vueh'o á decir, que el hombre sin la
primero que me digas, cómo has tramado muger es como la viña sin podar, jardin sin
este enredo. fuente, rio sin barca, prado sin yerba, monte
Bert Y o fui á buscar aquella muger á sin leña, espiga sin grano, árbol sin fruto,
quien tú favoreciste en el pleito del espejo; ciudad sin plaza, fortaleza sin guarnición,
hícela creer nuevamente, que tú querías palacio sin balcones, torre sin escaleras, rosa
hacer romper el espejo, y dar la mitad á su sin olor, sortija sin piedras, pino sin sombra,
rio sin pesca, selva sin árboles; en suma,
todo aquel que se halla privado de tan deli-
ciosa compañía, se puede decir, que es espejo La reina envia un recado, preguntando al
sin azogue, un diamante sin brillo; y en fin... Rey por Bertoldo, porque deseaba verle.
Bert. Un borrico sin cabeza. En el mismo tiempo que el Rey y Ber-
Rey. Gran bestia eres. toldo estaban hablando, llegó un criado de
Bert. T ú me has conocido el primero: ya parte de la Reina, el cual dijo, que deseaba
veo que tú proteges mucho las mugeres, no su Mag. ver á Bertoldo; y así le suplicaba
quiero que hablemos mas de ellas; y así lo le enviase á su cuarto, porque habia sabido
pasado pasado. tenia sumo gusto en chasquear á las mugeres.
Rey. Todo aquel que quiere ser amigo L a Reina tenia intención de hacerle dar una
mió, no diga mal de las mugeres, pues ellas buena tunda de palos; y el Rey, luego que
no ofenden á nadie, no llevan armas, ni bus- oyó la súplica de la Reina, se volvió á Ber-
can quimeras; son de naturaleza muy dóci- toldo, y le dijo:
les, plácidas y benignas, quietas, amables, y Rey. Bertoldo, la Reina dice que te quiere
de toda buena correspondencia; en suma, ver, aquí está el mensagero, y así véte luego
están adornadas de todas las virtudes, y con él, que estará impaciente.
decoradas de santas costumbres; y así te Bert. Los mensageros tanto suelen tener
aseguro, que no me incitarás con motivo de bueno, como de malo.
alguno de provocarme á ira contra ellas, Rey. A l hombre melancólico siempre su
pues si tal me sucediera, y segunda vez tú lo conciencia le remuerde.
intentaras, te habia de castigar severamente. Bert. L a risa de palacio no es gustosa, y
Bert. No tocaré mas las cuerdas de esa mas tiene de falsa, que de verdadera y sen-
guitarra; pero espero darte otro chasco, y cilla.
con todo eso hemos de ser amigos. Rey. El que está inocente, siempre pasa
Rey. Dice el refrán, que no porfíes con el seguro entre las bombas.
hombre potente, porque estarás léjos del Bert. L a muger airada, el público encen-
agua corriente. dido, y la sartén agugereada, son tres cosas
Bert. También el hombre que calla, dicen, de gran perjuicio á una casa.
que es agua mansa. Rey. El hombre melancólico á menudo se
acuerda de aquello mismo que teme.
Bert. Muchas veces el cangrejo salta de
la sartén por librarse de ella, y cae en las tan monstruosa figura, se irritaron mas con-
ascuas. tra él; y la Reina dijo:
Rey. Quien siembra infamias, recoge Rein. Jesús, qué figura de mico!
culpas. Bert. Díjole la zorra al lobo, qué haces,
Bert. También debajo del sombrero se bobo?
esconde la asquerosa tifia. Rein. Cómo te llamas ?
Rey. Quien ha enredado la tela, que Bert. Y o no llamo á nadie, y cuando me
desenrede. llaman respondo. '
Bert Mal se puede desenredar, cuando Rein. Cómo te apelas ?
las cabezas están añudadas. Bert. Y o no me acuerdo, que jamas me
Rey. Quien siembra espinas, no ande des- hayan pelado.
calzo. Mientras que la Reina preguntaba á Ber-
Bert. Contra el estímulo es dificultoso toldo, una de las criadas venia preparada
oponerse. con un jarro de agua para mojarle por de-
Rey. No temas, que nadie te ultrajará. tras; pero advertido, por no haber faltado
Bert. A l confortador no le duele la cabeza. persona que lo avisara, intentó nueva in-
Rey. Díme, yo creo que tú temes que la dustria, para librarse del chaparrón; no
Reina te dé alguna pesadumbre. obstante prosiguió su conversación con la
Bert. Muger iracunda, mar con espuma. Reina, sin darse por entendido de nada.
Rey. Pues mira, que la Reina desea muy
ansiosa el verte, anda gustoso, y no dudes Astucia de Bertoldo, para librarse de que no
que serás bien recibido. cayera el diluvio sobre su cabeza.
Rein. Dime, quién te ha enseñado tantas
Llevan á Bertoldo delante de la Reina. astucias, que pareces adivino ?
Presentaron á Bertoldo delante de la Reina, Bert. Digo, que y o conozco y adivino
la cual estaba noticiosa de la burla que habia cuanto hay y puede haber: si acaso alguna
hecho á las mugeres el dia antecedente: muger ha cometido algún delito, si está ena-
habia hecho aprontar algunos garrotes, y morada, si no es casta ó tiene otro género
ordenó á las criadas le encerraran en un de flaqueza, inmediatamente daré individual
cuarto, y le sacudiesen bien el polvo, á dis- noticia de todo, ó si hubiese alguna que me
creción; pero luego que ellas le vieron de quisiese mojar á traición, y o no'me detendré
en decir lo que de ella sé, pues es cosa misma Reina; con que volviendo cada una á
que no me puedo contener en semejantes poner su palo de donde lo habia tomado, que-
ocasiones. dó Bertoldo ileso en la cruel batalla de tan
furiosas leonas.
Bertoldo se libra del diluvio.
Insiste la reina, en que Bertoldo sea castigado4
Una de las criadas, que llevaba el agua L a Reina, á quien aun duraba el enfado
para mojarle, oyendo semejantes razones, contra Bertoldo, determinó que se le diese la
volvióse por donde habia venido con todo tunda de palos. Envió un recado á los guar-
disimulo, paraque no la viese Bertoldo; por- dias paraque al tiempo que saliese de palacio,
que tuvo miedo no adivinase, ó descubriese descargasen sobre Bertoldo todos de manco-
algún pecadillo, que tenia oculto, ni tampoco mún con sus palos, y que no tuviesen con-
de5las demás compañeras se atrevió ninguna miseración. Salió pues, haciéndole acom-
á seguir el chasco, porque cada una por sí pañar de cuatro criados, paraque le conocie-
tenia su trapito metido en lejía; pero como sen ; y estos mismos trajesen la noticia de lo
la Reina estaba quemándose de cólera con- sucedido.
tra Bertoldo, ordenó á todas, que cada una
de por sí buscase un palo, y le apaleasen á Astucias paraque ninguno de los guardias
toda su satisfacción. Con semejante órden llegase á él
arremetieron contra él con grande furor y
rabia, como quien deseaba complacer y dar Cuando vió Bertoldo que no habia arbitrio
gusto á su señora. Viéndose el pobre Ber- de poder escaparse de órden tan estrecha,
toldo en tan grande peligro, recurrió de nue- consultó con su entendimiento; y volviéndose
vo á sus acostumbradas astucias, y les dijo: á la Reina, con grande humildad, le hace la
Bert. Cualquiera de vosotras, que haya siguiente súplica: Señora, ya que conozco
sido la que ha dispuesto dar veneno al Rey tan claramente que es tu voluntad el que yo
en su mesa, yo estaré contento con que tome sea castigado y apaleado de tus guardias, te
el palo, y me rompa los huesos. ruego me concedas una gracia, que es muy
Empezaron todas á mirarse unas á otras fácil, y está en tu mano la concesion de ella,
diciendo: Y o no he pensado en cosa seme- y por ningún motivo te puede ser difícil de
jante. Respondía la otra: Ni yo tampoco; darme el. sí; baste solo que tu voluntad se
v así todas fueron respondiendo, aun hasta la cumpla en que vo quede apaleado: lo que te
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pido es, que mandes á tus criados, que me vieron á la Reina, la cual habiendo sabido
han de acompañar, que digan á los guardias, que Bertoldo se habia escapado y librado
que descarguen la furia de los palos; pero con una tan impensada astucia, y que en lu-
con la condicion de que no toquen á la cabe- gar de haber sido apaleado, lo quedaron sus
za, y que á lo demás descarguen con ímpetu criados; mas encendida de cólera se puso
furioso, como quisieren. contra Bertoldo, jurando por su persona, que
L a Reina no entendió el énfasis, y mandó se habia de vengar de tal infamia; pero que
á los criados dijesen á los guardias que no no obstante por algunos dias propuso disimu-
tocáran á la cabeza, y que á lo demás des- lar su enfado, hasta la primera ocasión que
cargasen como cada uno pudiese: los criados se proporcionase, ínterin que hacia curar los
iban detras de Bertoldo hácia el cuerpo de criados, habiendo vuelto los pobres trasqui-
guardias, los que tenian y a prontos los palos lados, sin haber buscado lana.
en las manos para servirle, según la órden.
Bertoldo se adelantó al acompañamiento á Vuelve Bertoldo á ver al Rey, en donde hace
gran distancia; y los que le acompañaban una buena.burla á un palaciego.
vieron los guardias y a formados, y llegando
Bertoldo á ellos, los criados empezaron in- E l dia siguiente se llenó la antecámara de
mediatamente á decir, que no tocasen á la ca- grandes, señores y caballeros de todas clases,
beza, y que á lo demás apretasen fuertemen- según la costumbre de palacio; y no faltando
te, que esta era la intención de la Reina. Bertoldo á su obligación en hacerse presente,
vióle el Rey, y llamó, diciéndole públicamen-
te:
Los criados fueron los apaleados en lugar de
Rey. Y bien, cómo te ha ido con la Reina 1
Bertoldo.
Bert. A y Señor! Que entre la alpargata
Los guardias viendo á Bertoldo, que venia y el zapato hay muy poca diferencia.
delante de los demás, pensando que él era Rey. Estaba el mar muy alborotado"?
cabeza de ellos, dejáronle pasar sin hacerle Bert. Quien sabe navegar bien, cualquier
daño alguno; pero cuando llegaron los cria- golfo pasa seguro.
dos fue tal el nublado de palos, que cayó so- Rey. El cielo amenazaba tempestad ?
bre los pobres, que casi les rompieron los Bert Sí que amenazaba; pero se descar-
brazos; en suma, no les quedó hueso sano. gó sobre otros.
Viéndose tan maltratados y molidos, se vol-
DEL RUSTICO BERTOLDO. 41
Rey. Concibes tú el que y a se haya sere-
desde donde sale la luna á los baños de
nado.
Arnedillo ?
Bert. Y o lo dudo, porque al cielo lo dejé
Bert Y cuántas pones tú desde la caldera
muy nublado. de tu calva á la caballeriza?
Fag. Y díme, por qué causa la gallina
Burla desvergonzada de un palaciego entre-
negra pone el huevo blanco ?
metido á chistoso.
Bert. Y por qué motivo el látigo del Rey
Hallábase un palaciego presente, que an- te pone las nalgas negras ?
daba diariamente inmediato á la Real perso- Fag. Cuál es el mayor número, el de los
na, el cual solo servia de hazmereir, ó de turcos, ó el de los judíos?
bufón del R e y : su nombre era Fagoto, de Bert. Cuántos son mas, los que tienes en
estraña estatura; pues ademas de ser suma- la camisa ó en la barba?
mente pequeño, era muy gordo y despropor- Fag. E l rústico y el borrico nacieron de
cionado de facciones; tenia la cabeza tan des- un parto ?
poblada, que parecia calavera. Llegóse al Bert. El puerco y el cuervo comen los
Rey, y le dijo: Señor, te pido me hagas una dos en una artesa ?
especial gracia, y es, darme permiso paraque Fag. Cuánto ha que no has comido nabos 1
y o examine á este salvage rústico, pues le Bert. L o que ha que á tí no te han echado
quiero enseñar cómo ha de tratar lugares raiduras.
tan respetuosos, y cómo se debe hablar en Fag. Eres tú búfalo ú oveja?
palacio. Respondióle el Rey, y le dijo: Por Bert. No metas en danza tus parientes.
mí haz tú lo que quisieres, y o me holgaré Fag. Cuándo dejarás de usar de tus astu-
mucho de eso; pero te encargo mires no te cias?
suceda como acaeció á aquel que se llamaba Bert Cuando tu dejares de lamer los
Bien-venido, pues fué á raer, y fue raido. platos.
No, n o ; respondió Fagoto, no tengo miedo Fag. También dice el refrán, que al villa-
de él, ni de ninguno; y volviéndose á Bertol- no no hay que darle vara en mano.
do, con un gesto muy alocado, le dijo: Bert, También se dice, que al puerco y á
Fag. Qué dices tú, pollo caido del nido ? la rana no hay que sacarles del lodo.
Bert. Y con quién hablas tú, grajo pelado ? Fag. El cuervo nunca trae buenas nuevas.
Fag. Ven acá, díme cuántas leguas hay Bert. También el milano anda al rededor
de la carniza.
Fag. Y o te digo que soy hombre de bien, en efecto lo quería ejecutar, á no haberle
y mejor educado. detenido todos los circunstantes.
Bert. Quien se loa, se enloda. Bertoldo como habia hablado tanto, tenia
Fag. Todo hombre rústico es animal muy la boca llena de saliva, y no sabiendo donde
malo. escupir, por estar la sala toda alfombrada,
Bert. Y el adulador es un bruto mons- y las paredes colgadas de tapicerías muy
truoso. ricas, se volvió al Rey, y le preguntó:
Fag. No se puede hallar un villano sin Adonde quieres que escupa 1 Escupe, le dice,
malicia. en la plaza. Entonces se volvió Bertoldo á
Bert. Tampoco se ha podido hallar gallo Fagoto, el cual y a dijimos era calvo, y le
sin cresta, ni palaciego sin adulación. encajó en medio de la cabeza una buena
Fag. Mira que tus zapatos están con la porcion de saliva. Viéndose afrentado de
boca abierta. esta suerte, querellóse al Rey de la injuria
Bert. Se rien de tí, porque eres un bestia. recibida, y al mismo tiempo dice Bertoldo
Fag. Las medias las tienes llenas de re- en voz alta: El R e y me ha dado licencia
miendos. paraque escupa en la ,plaza, y no creo que
Bert. Mejor es tenerlas remendadas, que se halle mayor plaza, que tu cabeza. No se
tener la cara llena de costurones, como tú llama la cabeza calva plaza de piojos ? Pues
la tienes. ahora te harás el cargo, que no he cometido
Tenia Fagoto muchas señales en la cara, delito en lo que he ejecutado.
que en diversas ocasiones le habían hecho Todos los de la corte dieron la razón á
con mucha razón, y lo tenia bien merecido, Bertoldo. Fagoto se quedó muy avergon-
por las muchas insolencias que habia usado; zado y corrido; pero determinó usar de
mas como vió que le tocaban al vivo, tra- prudencia, y sufrir lo pasado con paciencia,
gando saliva, ya no hallaba palabra que asegurando, que hubiera tomado con mas
responder, y se puso mas encendido que gusto haberse quedado sin comer, que ha-
unas llamas por verse avergonzado y corrido berse puesto á pullas y refranes con Bertoldo.
entre tantos señores, los que soltaron la risa Todos los que estaban presentes quedaron
de ver los gestos que hacia, y de verle tan gustosísimos de que Fagoto hubiera quedado
inquieto, de suerte, que el pobre hubiera vencido, porque este se tenia en concepto de
tomado á mejor partido el escaparse, como uno de los primeros ingenios del mundo, y á
todos les contaba mil fábulas y desatinos;
Bert. M i padre es hacedor de un daño:
pero despues no se atrevía á levantar los mi madre hace á una vecina suya aquello
ojos del suelo, de la vergüenza que le causaba que no lo volverá á hacer mas: mi hermano
el haber sido tan ultrajado; de suerte, que cuantos halla tantos mata; y mi hermana
cuasi llegó á términos de ahorcarse. está llorando lo que ha reido todo le año.
Siendo ya cuasi de noche, y estando el Rey. Descíframe esos enigmas, que no los
Rey ocupado con la audiencia de unos se- entiendo.
ñores, le dijo á Bertoldo, que volviese á su Bert Has de saber, que mi padre está en
presencia el dia siguiente; pero que habia el campo cercando una senda, y cerrándola
de venir, ni bien vestido, ni bien desnudo. con espinos, con que aquellos que solían pasar
por medio de la senda, pasan ahora unos de
Graciosa astucia de Bertoldo para volver de- una parte, y otros de la otra de los espinos;
lante del Rey como se lo habia mandado. de manera, que antes no habia mas de una
senda, y ahora con la continuación de tantos
L a mañana siguiente pareció Bertoldo pasageros se han hecho dos. Mi madre
delante del Rey envuelto en una red de pes- cierra los ojos á una vecina suya, que se
cados ; pero no llevaba mas ropa que la red; acaba de morir, cosa que no volverá á hacer
y viéndole de aquel modo el Rey, le dice: mas. M i hermano está al sol, matando los
Rey. Cómo te pones delante de mí en piojos de su camisa. Mi hermana cuasi
forma tan indecente ? todo el año se le ha pasado riendo, y ahora
Bert Pues no me mandaste, que hoy por está con los dolores de parto.
la mañana me pusiera delante de tí; pero Rey. Cuál es el dia mas largo que hay?
que fuese, ni vestido, ni desnudo ? Bert Aquel en que uno se queda sin comer.
Rey. Sí, es verdad. Rey. Cuál es el hombre mas loco ?
Bert Pues ya me tienes de la misma for- Bert. Aquel que se alaba de discreto.
ma que mandaste, porque con esta red cubro Rey. Por qué motivo nacen mas presto las
parte de mi cuerpo, y la otra queda desnuda. canas en la cabeza, que en la barba ?
Rey. Díme, dónde has estado hasta ahora ? Bert. Porque el cabello nace primero que
BerU Donde he estado ya no estoy, y la barba.
donde estoy ahora, y a no puede estar ningu- Rey. Cuál es aquel hijo, que pela la barba
no mas que yo. á su madre ?
Rey. Y qué hace tu padre, tu madre, tu Bert. El huso.
hermano y hermana ?
Rey. Qué yerba es la que hasta el ciego
la conoce ? Astucia ingeniosa de Bertoldo para librarse
Bert L a hortiga. del castigo.
Rey. Quién es aquella hembra, que siem-
pre está en el agua, y nunca se lava los pies? Buscó Bertoldo un cubo de leche, y sin
que nadie le viera lo llevó al cuarto del Rey,
Bert. L a barca.
y aunque era medio dia, cerró todas las ven-
Rey. Quién es aquel que se aprisiona por
su gusto ? tanas y puertas por donde podia comunicarse
alguna luz: entró el Rey en el cuarto, y
Bert. El gusano de la seda.
como no veia, tropezó en el cubo de la leche;
Rey. Cuál es la flor mas triste?
vertióle por el suelo, y nada faltó paraque
Bert. E l vino que sale de la cuba, cuando
cayera de cabeza, y se hiciese gran daño en
se acaba.
su persona. Empezó á gritar, diciendo: Ola,
Rey. Cuál es la cosa mas atrevida y des- vengan aquí, y abran estos balcones. Acu-
vergonzada que hay ?
dieron al ruido, abrieron las ventanas, y
Bert. El viento, pues este se entra debajo como vió todo el cuarto lleno de leche, y el
de los vestidos de las mugeres. cubo donde habia tropezado, con grande
Rey. Cuál es aquella cosa que nadie quiere enfado preguntaba, quién habia sido el agre-
en su casa.
sor de semejante delito.
Bert L a culpa. Rey. No hay ninguno que diga quién es ó
Rey. Quién es aquel torcido, que corta las ha sido el que ha tenido la desvergüenza de
piernas á todos los derechos ? haber puesto en mi cuarto este cubo de leche,
Bert L a hoz de segar trigo y cebada. cerrando todas las ventanas paraque yo tro-
Rey. Cuántos años tienes ? pezase ?
Bert. Quien cuenta los años, cuenta la Bert. Y o he sido; y lo he hecho paraque
muerte. te desengañes mas claramente de tus porfías,
Rey. Y cuál es la cosa mas clara que hav ? y confieses, que el dia es mas claro que la
Bert El dia. ' leche; pues si fuera mas clara la leche que
Rey. Mas que la leche ? el dia, ella te hubiera alumbrado, y no hu-
Bert. Mas que la leche y la nieve. bieras tropezado en el cubo.
Rey. Si tu no me hicieres ver claramente Rey. Eres un astuto villano, y á cada cosa
lo que dices, te tengo de hacer castigar. hallas salida con facilidad; pero quién es
Bert O, y qué infelicidad es la corte! . este que aquí viene ?
Bert. Parece que es un criado de la Reina, cerlas partícipes de todo; pues es cosa intole-
que trae una carta en la mano. rable, que solo los hombres tengan el dominio
Rey. Apártate un poco de aquí, que quiero en todo, y nosotras no tengamos mando algu-
oirle. no ; á que añadimos: Que prometemos ser tan
Bert. Y a me voy, mas á la verdad temo sigilosas en todo género de cosas de importan-
que sea alguna mala embajada contra mí. cia, que excedamos en eso á los hombres.
Esperamos que V. Mag. como muger, recomen-
dará. con toda eficacia esta súplica.
Idea fantástica, que se les puso en la cabeza
á las ciudadanas de aquel pueblo. Leyó el Rey la carta, y se hizo cargo de
la pretensión tan desatinada; y no sabiendo
Llegó el mensagero á la presencia del Rey, qué resolución tomar, se volvió á Bertoldo,
y haciendo su debido acatamiento, le presen- y le reveló todo el contenido de la carta, al
tó una carta que traia; y su contenido era cual dió tal gana de reir, que no se pudo
del tenor siguiente: contener; pero el Rey, viéndole reir, le dice
Señora: Hacemos presente á V. Mag. (pura- con mucho enfado:
que interceda con el Rey) las justas razones Rey. Por qué te ries, majadero ?
de todas las nobles de la ciudad. Deseamos Bert. Me rio, y quien no se riera, merece-
y pedimos al Rey con rendimiento, que nos ría que le sacaran los dientes.
conceda el poder asistir en los consejos y go- Rey. Pues por qué?
bernar la ciudad, oir querellas, sentenciar, Bert. Porque estas mugeres creen que tú
como es concedido á los hombres, y tener man- eres majadero, y no Rey Albuino; por esto
do en él gobierno, como le tiene el Senado y te han hecho esta súplica tan disparatada.
primados de la ciudad. Para esto alegamos: Rey. A ellas les toca el pedir, y á mí el
'! i
Que ha habido ejemplares de muchas muge- servirlas.
res, que han mandado y gobernado imperios Bert Infeliz es el perro, que se deja agar-
y reinos con tanta prudencia, y aun mas que rar de la cola.
algunos reyes y emperadores; habiendo tam- Rey. Habla de manera, que te pueda en-
bién salido armadas á campaña, defendiendo \
tender.
sus reinos, estados y señoríos tan valerosamen-
Bert Desdichadas las casas, en que can-
te, como los mas valientes soldados, y así por
tan las gallinas, y calla el gallo.
estos motivos no debe despreciar el Rey la sú-
Rey. T ú eres' como el sol de marzo, que
plica ; antes bien aceptar la instancia, y ha-
conmueve y no resuelve.
5
Bert. A l buen entendedor pocas palabras
le bastan. Astucia preciosa de Bertoldo, para quitar de
Rey. Explícame lo que dices, y sácame de la cabeza de las mugeres el capricho ó tema
la duda. referido.
Bert. Quien quisiere tener la casa limpia,
no tenga pollos, ni palómas. Se fué Bertoldo á la plaza, compró un pa-
jarillo, y lo metió dentro de una cajita, la
Rey. Vamos, acaba, qué dices ?
que llevó al Rey, y le dijo: Que enviase aque-
Bert. Quien lo entiende, quien no lo en-
lla caja cerrada á la Reina, y que su Mag.
tiende, y otros que no lo quieren saber.
de su parte la enviase á las pretendientas ;
Rey. A todo aquel que cuece la comida
pero con el precepto de que ninguna la abrie-
con paja, el caldo le saldrá ahumado.
se, bajo de penas rigurosas; y que á la ma-
Bert En suma, quiero saber lo que me
ñana siguiente viniesen á palacio, y trajesen
quieres.
lá cajita en la misma forma que se les entre-
Rey. Quiero que en esta ocasion me dea
gaba, que luego inmediatamente el Rey les
luz con un prudente consejo.
concedería la gracia que pretendían. Tomó
Bert. Mala señal es, cuando la hormiga
el mensagero la caja, la llevó á la Reina, la
pide pan á la chicharra.
que entregó á las mugeres, que estaban espe-
Rey. Y o sé que para todo hallas buena rando en su cuarto la resulta de su preten-
salida; y pues estás colmado de inventivas sión ; y entregándosela á todas en general,
y de astucias, quiero fiarte la resolución de les dijo de parte del Rey : Que su voluntad
este negocio. era, que por ningún motivo se abriese aque-
Bert. Como tú te fies de mí, no dificultes lla caja; añadiendo: Que el dia siguiente la
que yo te sacaré muy presto de toda dificul- trajesen de la misma suerte que se la entre-
tad, y conseguiré el que no te vuelvan á mo- gaba, que les prometía despachar conforme
lestar sobre su pretensión. su pretensión. Despidiéronse de la Reina
Rey. Pues ingeníate con tu maña, y des- muy gozosas y consoladas, por la palabra que
páchalas cuanto antes puedas. les había dado tan favorable á su deseo.
rarte, por haber quebrantado^ tu Real pre- vuestra naturaleza os tiene constituidas; cui-
cepto ; y así, Señor, ya que tú siempre has dad de vuestras familias y casas, con todas
sido benigno y clemente para todos, te supli- las demás circunstancias que se requieren
co las perdones, pues no lo han hecho con para el aseo de ellas, que ese es vuestro em-
motivo de desobediencia á tu persona; sí pleo propio, y dejad el gobierno de la ciudad
solo por una leve curiosidad de su frágil á los hombres, pues si recayera el gobierno
naturaleza: esta solo ha sido la causa de en vuestras manos, todo caminaría sin pies,
haber incurrido en tal yerro; y así, pues ni cabeza: no hubiera cosa, por mas oculta,
aquí las tienes delante de tí arrepentidas y ni secreta que fuese, que dentro de una hora
humildes, te suplico las perdones; y así lo no estuviese pública por toda la ciudad:
espero de tu clemencia y benignidad. levantáos, que ya os perdono; idos á vues-
tras casas, y os aconsejo, que no se os ponga
Finge el Rey estar en fadado y hace una re- jamas en la cabeza semejante frenesí. De
prensión á, las mugeres de su pecado, del allí á un rato despidió á la Reina, cuasi en
que las absuelve, y las envia á sus casas la misma conformidad que á las demás, ha-
libres. ciéndola acompañar á su cuarto de muchos
El Rey, fingiéndose muy enojado, se vol- caballeros. Se fuéron las pobres mugeres
vió hácia ellas con rostro airado, y les dice: tan sumamente desconsoladas, que nunca
Sois vosotras las que habéis dejado escapar mas volvieron á tocar la especie de preten-
el pajarillo, que estaba dentro de la caja"! der ascender á consejeras, quedando bien
Ah, mugeres locas! Y qué poco juicio os escarmentadas con lo que les dijo el R e y :
comunicó vuestra débil naturaleza! Y teneis entonces el astuto y sutilísimo Bertoldo se
aliento para pretender entrar en los consejos volvió al Rey con grande risa, y viéndole el
secretos de mi corte ? Decidme, cómo pu- Rey, le dijo:
diérades guardar un secreto de entidad que Rey. Esta ha sido una bellísima invención,
importára á mi reino y mis estados, y defen- v nos ha salido muy bien.
der, castigar y disponer sobre la vida de los Bert. Bien va la cabra coja, como el lobo
hombres, si no habéis sido capaces por sola no la coja.
una hora de haber tenido cerrada una caja,
Rey. Pues por qué dices tú esto?
encargándoos tanto que no la abrierais?
Bert. Porque muger y fuego hallan lugar
Volved á vuestras casas, y ejercitad vues-
luego.
tros oficios mugeriles, aquellos digo, en que
Rey. Quien se sienta en la hortiga, alguna
vez le pica la hormiga.
Bert Quien al aire escupe, en la cara le Rey. L o que te digo es, que no tienes
cae. cortesía, y estás muy mal criado y peor
Rey. Quien orina en la nieve, luego la acostumbrado.
deshace. Bert Y qué se te da á tí, que yo esté mal
Bert. Quien lava la cabeza al asno, pierde criado, y peor acostumbrado ?
jabón y tiempo. Rey. Mucho se me da: porque delante de
Rey. Lo dices esto por mí ? mí estás con grande indecencia.
Bert Por tí hablo, y no por otro. Bert L a causa quiero saber.
Rey. Pues qué motivo tienes para quejarte Rey. Pues es, que cuando vienes á mi
de mí? presencia, nunca te quitas el sombrero, ni
Bert Y o no me puedo quejar de tí ? me bajas la cabeza.
Rey. Pues en qué te he agraviado yo ? Bert El hombre nunca debe de bajarla á
Bert. T e lo diré: Y o he sido tu coadjutor otro hombre.
en una cosa de tanta importancia como esta; Rey. Según sea la clase de los hombres,
y tú, en lugar de asegurarme la vida, me se debe usar de atención y cortesía.
das cordelejo, dándome á entender, que al- Bert. Has de hacerte el cargo de que to-
guna vez tengo de caer en la trampa, pagán- dos somos de tierra, tú eres tierra, yo soy
dolas todas juntas. tierra, y todos nos habernos de volver tierra;
Rey. No soy yo tan ingrato, que no co- con que la tierra no debe, ni puede bajarse á
nozca tus méritos. la tierra.
Bert. El conocerlos es nada; pero cono- Rey. Dices bien, en que todos somos de
cerlos con justicia es mucho. tierra; pero hay mucha diferencia entre las
Rey. No dudes, que luego te quiero re- tierras, pues de una misma tierra se ve que
munerar de todo; pero con el con que siem- se fabrican varias cosas de vidriados esqui-
pre estés á pies juntos. sitos, y sucede, que en los unos se ponen y
Bert. También los ahorcados se quedan á guardan licores preciosos y odoríferos, y
pies juntos. otros se emplean, y sirven para cosas muy
Rey. T ú lo interpretas todo al reves. viles é indecentes: yo soy uno de aquellos,
Bert Quien dice mal, cuasi siempre en los cuales se encierran todo género de
acierta. bálsamos, nardos, claveles, rosas, inciensos
Rey. Tú dices, y haces muy mal. y otras cosas varias de licores preciosos: y
Bert Pues qué mal hago en tu corte ? tú eres uno de aquellos indecentes, en donde
se encierra todo género de inmundicias; no dentro, la bajase al Rey al tiempo de entrar,
obstante que uno y otro estamos formados cumpliéndose así el deseo de que le hiciese
de una misma tierra, y de la misma mano. la reverencia, y quedar victorioso con su
Bert, E s verdad, no te lo niego; pero tema; y así esperando estaba el Rey por
también te digo, que tan frágil es el uno, instantes de que llegase la hora.
como el otro, y cuando los dos se rompen,
igualmente se arrojan los pedazos á la calle, Astucia de Bertoldo para no bajar al Rey la
y ni del uno, ni del otro se hace caso, ni cabeza.
aprecia Volvió á la mañana siguiente el astuto
Rey. Tienes razón; pero sea como fuere, Bertoldo, y reparó en la puerta, conoció la
tú me has de hacer una reverencia. máxima del Rey para obligarle á bajar la
Bert. No la haré; y así paciencia. cabeza al tiempo de entrar; pero el gran
Rey. Pues por qué no 1 socarron, en lugar de bajar la cabeza, se
Bert. Porque he comido asadores, y no volvió de espaldas, y le honró con el fiador:
quiero que se me rompan, al tiempo de ba- conoció el Rey su gran sutileza, y al mismo
jarme, las tripas. tiempo tuvo gran gusto de ver la salida, que
Rey. Ah, villano! Aunque rebientes me tuvo con semejante agudeza; no obstante
has de hacer una cortesía, si vuelves á mi fingióse algo enfadado contra él, y le dijo:
presencia. Rey. Idiota, rústico y descortes, quién te
Bert. Todo puede ser; pero se me hace ha enseñado entrar en mi cuarto de esa
muy dificultoso el creerlo. manera 1
Rey. Por la mañana verémos la resulta; Bert. Quién! El cangrejo.
ínterin, por esta noche, te puedes ir á tu casa. Rey. Pues de qué manera te ha enseñado
el cangrejo 1
El Rey hizo bajar la pieria de su cuarto,
paraque cuando viniese Bertoldo, bajase la Fábula del Cangrejo y de la Langosta, que
cabeza al tiempo de entrar. Bertoldo cuenta al Rey.
Has de saber, Señor, que mi padre tenia
Se despidió Bertoldo, y aquella noche hizo
diez hijos, y era sumamente pobre, como me
el Rey bajar la puerta de su gabinete de tal
suerte, que cualquiera que hubiese de entrar, sucede á mí muy á menudo; era muy regu-
era menester que bajase bien la cabeza, solo lar que aun el pan nos faltaba para cenar,
con el fin de que cuando Bertoldo entrase y en lugar de darnos algún alimento para
00 HISTORIA DE LA VIDA
DEL RUSTICO B E R T O L D O . 61
• é » *
Alg. Aguárdate un poquito, que bastante
esta gracia, aunque es verdad que me has
tiempo hay para meterme en el saco.
hecho no poco enfadar con tu timidez: entra
Bert. Quien tiene tiempo, no espere tiem-
en el saco, y no hables mas; solo lo que te
po : ya considero que desprecias tu fortuna,
advierto es, que tengas cuidado, y esperes
y así no quiero fatigar mas mi cabeza; á la
lo que te ha de venir: por la mañana cono-
verdad que loco es aquel que quiere hacer
cerás la obra tan buena, que yo he hecho
bien á otros, con perjuicio de sí mismo.
por tí.
Alg. Si y o no hubiera formado concepto
El alguacil se determina á entrar en el saco. de que eres hombre de bien, no me hu-
biera reducido á encerrarme dentro de este
Alg. Y a conozco que tus persuasiones na-
saco.
cen solo del mucho amor que me tienes:
Bert Y a te he dicho, que no tienes que
también veo lo mucho que te has inquietado
desconfiar, ni sospechar: mete bien dentro
por mí; y así no quiero abusar de un bien,
ese otro brazo, y baja un poco la cabeza,
como el que me ofreces: ya me tienes con-
porque eres mas alto que yo, y no podré atar
vencido, y estoy resuelto á entrar en el saco,
la boca del saco bien, si no te encoges: me
y hacer todo lo que me has dicho, sin faltar
entiendes 1
á la mas mínima cosa; pues despues de des-
Alg. A y ! Que me desnuco, y el pescuezo
posado, forzoso será que quede señor y dueño
se me tuerce! Aguarda un poco: ata ahora
de todo, y que todos tengan paciencia, y con
como quisieres, que yo juzgo no estaré aquí
lo hecho se conformen.
mucho tiempo, porque no tardará en llegar
Bert. Ea, vén, cierra este saco, que yo el lance de mi fortuna, según lo que me has
me quiero meter dentro.
referido.
Alg. Aguárdate un poco mas, no entres tan Bert Dentro de dos ó tres horas, á lo mas,
presto, pues y a estoy resuelto á entrar.
discurro estarás y a despachado. E a pues,
Bert. No quiero hablar mas sobre eso, vén y a estás atado: estáte quieto, y no hables
acá, y atarás la boca del saco. palabra alguna; no sea que te conozcan, y
Alg. Detente, amigo, no me quites una se eche todo á perder.
dicha tan grande, como la que espero; suplí- Alg. Y o prometo no hablar mas; pero ar-
cote no rae quites mi fortuna. rímame á la pared, porque me cansaré de
Bert. E a pues, no quiero dejar de hacerte estar en pie tanto tiempo.
94 HISTORIA D E LA VIDA
cho mas que si fueran faisanes, tórtolas y para parecer delante de gentes, y especial-
perdices. mente en unos lugares como estos; pero
Item, á la tia Pandura, la lavandera, le teniendo algunas alnajuelas de que disponer,
mando mi jergón, sobre el cual yo duermo, doy poder á Marcolfa, mi cara muger, para-
con dos sillas rotas, y tres varas de estopa, que disponga de todo hasta que mi hijo tenga
paraque se haga dos delantales; y esto es veinte y cinco años; pues entonces es mi
en pago de haberme lavado muchas veces voluntad, que sea el dueño absoluto de todo,
la camisa, y limpiádome la cátedra nece- con condicion, de que si se casa, procure no
saria. sea con muger que sea mas que él.
Item, dejo mandado al muchacho de pala- Que no sea llano con sus mayores.
cio, que se llama Fiqueto, veinte y cinco Que no haga daño á sus vecinos.
zurriagazos, y que sea con un buen látigo, Que coma cuando lo tenga, y que trabaje
en pena de la burla que ha hecho de mí mu- cuando pueda.
chas veces, ya por haberme agujereado el Que no tome consejos de gentes perdidas.
orinal, por cuya causa he puesto las sábanas Que no se deje curar de médico enfermo.
hechas un rio de agua, y también por haber Que no se deje sangrar de barbero que le
colgado un cencerro por debajo de la cama, tiemble el pulso.
con ánimo de asustarme; sin otras muchas Que pague á todos los que debiere.
burlasqueomito, por no gastarpapel en referir Que sea vigilante en sus negocios.
picardigüelas propias de un muchacho inso- Que no se inquiete por lo que no le va, ni
lente ; y así mando, y deseo, que sea ejecu- le viene.
tado cuanto mas antes este mi legado, para Que no se haga mercader de aquello que
escarmiento de picaros, taimados y redo- no entienda; y sobre todo, que se contente
mados. con su estado, y no desee mas de lo que le
da su suerte: que considere, que tan presto
Rey. Proseguid adelante, Cerfollo, que á va el cordero como la oveja; pues la muerte
eso se dará el debido cumplimiento. nunca deja la guadaña de las manos para
Not. Item, digo: Que cuando yo vine cortar igualmente la vida á los mozos, como
aqn.í, dejé á Marcolfa, mi muger, con un á los viejos; y deseo que se le impresionen
hijo, que se llama Bertoldino, que al presente estos documentos en la memoria, pues ha-
tendrá como hasta diez años, y jamas quise ciendo á menudo conmemoracion de ellos,
avisarles en donde me hallaba, á fin que no no errará en cosa que le sea de daño para
vinieran tras de mí, por no tener fisonomía
el cuerpo, ni perjudicial para el alma, y ten- Tener la balanza justa, tanto para el pobre,
drá un buen fin si los guarda bien. como para el rico.
Item, declaro no haber querido aceptar Examinar los procesos muy por menudo,
jamas cosa de mi R e y ; el cual no ha falta- antes que llegue el fallo de la sentencia.
do á persuadirme que tomase de su mano No dar audiencia nunca á uno que esté
sortijas, joyas, dineros, vestidos, caballos y
colérico.
otros ricos presentes, por considerar, que tal Hacerse bien quisto de todos sus pueblos.
vez con semejantes riquezas no hubiera po- Premiar siempre á los hombres de mérito
dido sosegar, y acaso haberme ensoberbe- y eruditos.
cido, haber cometido mil infamias, y ser Castigar á los verdaderos reos.
aborrecido de todos, como suele suceder á Desterrar á los perversos aduladores y
infinitos, que siendo de una esfera ruin y las lenguas maldicientes, que son los incen-
baja de nacimiento, y que por su fortuna diarios de palacios y cortes.
ascienden á grados eminentes y sublimes, sin No agraviar á sus súbditos.
hacerse cargo de que con tanta dignidad no Proteger á las viudas, patrocinar á los
pueden salir del lodo en que fueron amasa- pueblos, y defender sus causas.
dos, se pierden por su altivez y soberbia, y Hacer que se despachen los pleitos, pues
así yo estoy contento con morir pobre, y de la falta de despacho viene el dejar en
con que sepan, que jamas he usado yo de cueros á los pobres litigantes; de suerte, que
adulación con mi Rey, antes bien siempre le el que consigue, queda en camisa; y el que
he aconsejado fielmente en cualquiera oca- pierde el pleito, sin ella.
sion que me ha llamado, hablándole clara- Si todas estas insinuaciones las observare,
mente, sin que en mí reinase pasión particu- vivirá quieto y contento, será grande Rey
lar, sino siempre con la mira hácia el públi- para todos, y señor justo, amado y temido
co, y el mejor gobierno de sus estados: y de sus vasallos; y con esto concluyó el tes-
para dar á entender en este último fin el tamento.
grande amor que le tengo, le dejo en escritos Habiéndolo oido el Rey, y viendo los
estos breves documentos, los que discurro no grandes documentos que le dejaba, sin poder
despreciará, antes bien confio los aceptará y contenerse, en los ojos demostraba con la
observará, aunque salen de la boca de un ternura el gran sentimiento que tenia de una
villano: son los siguientes. pérdida tan grande, reflexionando la gran
prudencia, amor y fidelidad que le habia
11*
profesado durante su vida, y aun despues de
su muerte. Mandó que diesen cincuenta
ducados al notario Cerfollo, y le despacho SE
contento. Así como Alejandro Magno con-
servó entre las mas queridas joyas las (liadas
de Homero, así hizo poner este Rey el testa- BERTOLDINO,
mento entre las mas ricas y preciosas piedras
que tenia. Empezó despues a mdagar y
hacer diligencias para buscar donde habitaba HIJO DEL SUTIL Y ASTUTO
el hijo de Bertoldo, llamado Bertoldino junta-
mente con su madre, intitulada Marcolfa;
mandando que saliesen á buscarlos, y los BERTOLDO,
condujesen á la ciudad, porque quena tener-
los en su casa para memoria de Bertoldo. Y
Envió algunos caballeros á buscarlos por los
bosques y montañas, advirtiéndoles antes de
su partida, que no diesen vuelta a a corte,
si no venían con ellos. Con esta orden mar- LAS AGUDAS RESPUESTAS
charon los caballeros, y tanto anduvieron
buscando y registrando por todas aquellas DK
sierras, que por fin los encontraron; pero lo
que les sucedió se verá en el secundo tratado.
Mientras tanto, amigo lector, á Dios. M A R C O L F A , SU M A D R E .
B E R T O L D I N O .
T R A T A D O SEGUNDO.
INTRODUCCION.
janza y su genio, para tenerle mas en memo- Marchan los criados del Rey para ejecutar
ria. Estando pues con estas cavilaciones, sus órdenes.
acordóse que en el testamento habia hecho
mención Bertoldo de su muger y su hijo Habiendo recibido Herminio la orden que
Bertoldino, dejándole heredero universal de le dió el Rey, no se detuvo un punto, y mon-
toda su hacienda; pero al mismo tiempo se tando á caballo, en compañía de los demás
acordó, que no habia declarado en dónde, ni caballeros, por todos los lugares iban pre-
en qué lugar habitaban; no obstante estuvo guntando á cuantos encontraban, por si les
conjeturando, y juzgó, que sin duda seme- podían dar razón de las gentes que buscaban,
jantes gentes no serian habitadoras de una y no hallando á nadie que les diese noticia,
ciudad, sino personas rústicas, criadas en estaban cuasi desesperados, acordándose del
alguna montaña, pues así lo daba á entender precepto tan estrecho y riguroso, que el Rey
su lenguage y rústico trage. Determinó en- les habia impuesto, de que no volviesen á su
viar algunas gentes por aquellas montañas y presencia si no los conducían consigo. Ulti-
aldeas, paraque indagasen y viesen si los po- mamente, despues de muchos y malos tratos
dían encontrar. Hecha la determinación, que se dieron, determinaron subir por una
llamó á uno de sus domésticos de palacio, el penosa cuesta á la cumbre de la montaña,
cual se llamaba Herminio, y le encargó esta la mas áspera que habia en toda la cordi-
diligencia, mandándole que no omitiese ni la llera: no era imaginable que allí pudiesen
mas leve, mirando, observando y preguntan- habitar gentes, siendo mas propia la situa-
do por todo aquel país, sin dejar villa, ni al- ción de animales indómitos y de fieras, que
dea, que no mirase, hasta hallar al hijo y la de racionales; pues no se veia otra cosa mas
muger de Bertoldo; y hallados, los condu- que peñas amenazando ruina. Estando en
jese consigo con la afabilidad y cariño posi- aquella situación tan alta de la montaña, se
ble, para obligarlos mas con este modo á arrepintieron mucho de haber subido; y vol-
que viniesen con gusto, espresándoles el mu- viendo las riendas á sus caballos para volver
cho amor que él habia tenido á su marido y hácia atras, hallaron al bajar una llanada y
su padre, y que en pago de buena correspon- una vereda, la cual guiaba á un bosque:
dencia y de lo bien servido, que se halló de marcharon por ella, y la hallaron bastante-
él, era su voluntad el que viniesen sin dila- mente trillada de gentes y de animales:
ción á gozar de su palacio, y de las ameni- fueron mas adelante, y llegaron á la mitad
dades, cortejos y grandezas de su corte. del bosque, que estaba situado de la parte
del septentrión, dominado de muchos y muy no quiso usar de ninguna hostilidad, antes
altos robles, y de la parte del mediodía bas- bien llamándola con muchos ruegos, le su-
tantemente abierto, pero circundado de plicaba abriese la puerta, asegurándole que
grandísimas peñas, las cuales servían de for- ellos no habian venido allí para hacerles nin-
taleza á todo el sitio: en medio del bosque gún daño, antes bien habian ido por su pro-
habia una infeliz y pobre choza, hecha de vecho. Asomóse Marcolfa á una ventana
tierra y ramas, cubierta con algunas pocas pequeña, que tenia la choza, y les dijo:
tablas: llegaron á ella, y vieron delante de Marc. Qué es lo que buscáis por estos de-
la puerta sentada una muger, tan sumamen- siertos ?
te disforme, que no se puede ponderar bas- Herm. Señora, abrid la puerta, que noso-
tantemente su fealdad : estaba con su rueca tros no venimos aquí sino para haceros un
hilando, y tomando el sol. Viendo ella lle- beneficio muy grande.
gar tanta tropa de gentes, se levantó de su Marc. No puede hacer beneficio á nadie,
asiento, y se metió en su choza con gran quien está fuera de su casa.
priesa, cerrando la puerta, como se suele Herm. Aunque estamos fuera de nuestra
decir, a piedra y lodo, con gran temor, por- casa te podemos hacer bien: venid acá
que no estaba acostumbrada á ver gentes, y fuera, que tenemos que hablaros.
mas personages semejantes en tal lugar: Marc. Quien desea sacarme de mi casa,
tomó una tranca, y por dentro de la puerta mas procura matarme, que darme gusto; y
se fortificaba, temblando que fuesen algunos así véte á la tuya, que ese será el mayor
que intentaran hacerle gran daño: esta era gusto que me puedes hacer.
la muger de Bertoldo, la cual con su hijo Herm. Decid, señora mia, teneis marido ?
Bertoldino vivia entre aquellas espesuras, Marc. Quien desea saber los intereses de
siendo todo su ejercicio apacentar cabras otros, es señal que cuida poco de sí mismo.
por aquellos bosques y fragosas montañas. Herm. Esto es bueno. Y o te pregunto por
favor, me digas si tienes marido ó no ?
Marc. Y o le tendría, si él no hubiera co-
Herminio llama á Marcolfa y le suplica con
buenos modos que le abra la puerta. mido.
Herm. Pues eso á qué propósito viene?
Viendo Herminio, que esta muger se ha- Cómo le tendrías, si él no hubiera comido ?
bia fortificado dentro de su casa, aunque de Marc. Si él no hubiera comido pavos, per-
una puñada se podia echar la puerta al suelo, dices, faisanes, tórtolas y otros manjares
12*
delicados, contrarios á su complexión y natu- siste en la virtud, prendas y buenos proce-
raleza, y á mí me hubiese creído, que le deres de la persona: hay hombres hermosos,
dije, que no comiese mas que castañas, y las los cuales tienen en sí cualidades abomi-
demás viandas con que se habia criado, aun nables, horribles y mal parecidas: como al
viviría; pero y a está muerto. contrario, hay otros muy feos, que no lo
Herm. Pues, decidme, quién era vuestro pueden negar á la vista, y estos tienen en sí
marido 1 propios ciertos dones, y tales gracias dispen-
More. El hombre mas de bien de todo el sadas del cielo, que por ellas se hacen ama-
mundo, y el mas hermoso de todos. bles, atractivos y graciosos á quien los trata,
Herm. Y cómo era su nombre ? como se experimentaba en Bertoldo, mi que-
Marc. Y a que tanto deseas saberlo, te di- rido y amado consorte.
go, que se llamaba Bertoldo. Herm. Tienes razón; pero díme, tienes tú
Herm. De cierto era Bertoldo vuestro de él algún hijo ?
marido 1 Marc. Tengo uno, y no le tengo.
Marc. Sí señor. Herm. Pues cómo se puede entender te-
Herm. A y , qué buena noticia para noso- nerle y no tenerle 1
tros! Y Bertoldo era el mas hermoso de Marc. Cuando está en casa, puedo decir
todo el mundo 1 que le tengo; pero ahora, que no está, puedo
Marc. Sí señor, y á mis ojos él parecía decir que no le tengo.
un Narciso, pues á la muger honrada le debe Herm. Y adonde está ahora 1
gustar mas su marido, que todos los demás Marc. Preguntádselo á sus zapatos, que
del mundo. son los que andan con él.
Herm. Y te amaba mucho 1 Herm. E s cierto, que para ser muger
Marc. Tanto me amaba, que me zelaba criada en lo inculto de una montaña, mues-
en estremo. tras no poca agudeza.
Herm. Y con razón, pues cada uno es pre- Marc. Educóme un maestro muy sabio,
ciso apetezca y ame su semejanza; y á la bueno y capaz.
verdad tenia mucha razón para ser zeloso, Herm. Así lo creo; pero, señora mia, de-
porque ciertamente en vos hay partidas para jando esto á un lado, debo deciros, que el
ser apetecida. Rey nuestro señor os llama á los dos; por-
Marc. E s muy cierto que la hermosura ha que habiendo sido tan grande el cariño que
de estar en el rostro; pero mucho mas con- siempre tuvo á Bertoldo vuestro marido, an-
hela y desea teneros inmediatos á su persona Herm. E s cierto que se conoce en el modo
á vos y vuestro hijo; así con toda segundad con que habíais, que habéis sido discípula de
podéis salir, á fin de que podamos hablar Bertoldo, que jamas echó por su boca pala-
con mas comodidad. bra, que no fuese una sentencia; pero díme,
Marc. Y a salgo::: Aquí estoy, qué me cómo lograrémos el poder ver á tu hijo ?
quereis 1 , . Marc. Abrid los ojos cuando él venga, que
Herm. Ante todas cosas, que tienes que si no sois ciegos, le veréis sin duda.
podamos comer? Herm. Pues mientras viene, hacednos el
Marc. Quien desea saber lo que hay en a gusto de darnos de beber, llevándonos á vues-
olla agena da á entender que está limada la tra bodega, pues venimos muy fatigados,
suya. .. . tanto de andar á caballo, como de subir y
Herm. Muger, eres sumamente maliciosa, bajar por estos montes, y no hemos podido
aunque discreta. hallar en tanto tiempo parte en donde poder
Marc. Como los aires son tan sutiles, los beber.
que aquí habitan no es mucho tengan el en- Marc. Venid conmigo, que deseo serviros
tendimiento agudo; pero y a que deseas saber con sumo gusto.
lo que tengo que comer, te lo diré: No se en-
cierra en mi olla mas que unas yerbecillas Marcolfa los lleva á, un manantial de agua
silvestres, y estas sin sal. , muy cristalina, que distaba de allí muy po-
Herm. Yerbas sin sal? Pues como las cos pasos.
puedes comer sin sazonar ? Marc. Honrados caballeros y señores mios,
Marc. El buen apetito es la mejor salsa aquí teneis mi bodega, esta es la que usamos
de todo lo comestible, y te aseguro, que nues- mi hijo y yo, aquí venimos todos los dias á
tra mesa es mas suntuosa y de mas provecho apagar la sed con todos nuestros ganados;
que la que tiene vuestro R e y ; porque en estos y supuesto que teneis sed, bebed todo lo que
montes silvestres la hambre es correspon- os diese gana, pues nuestras cubas siempre
diente á la digestión, el ejercicio provoca al están provistas, aunque las dejamos abiertas
apetito, la dieta hace la comida sabrosa, sir- de noche y de dia: beba quien quisiere, y si
viendo todo de mucho nutrimento y prove- bebierais tres dias continuos de este licor, no
cho ; y finalmente las aguas que aquí hay hay miedo que os alterase los sentidos, ni
son tan dulces y sabrosas, que nunca son no- que os viniese la gota, ni perlesía, como con-
civas á nuestra complexión.
tinuamente sucede á aquellos, que cargan en Herm. También nosotros nos componemos,
abundancia el estómago con vinos regalados según las ocasiones én que nos vemos; pero
y licores fuertes, sin proporcion, ni medida: díme, quién es aquel que viene con unas ca-
estos sí, que privan del entendimiento al hom- bras hácia este sitio ?
bre, siendo causa de muchos accidentes y Marc. Aquel es Bertoldino, mi hijo.
desgracias, pues cuando al hombre se le ca- Herm. Es cierto Bertoldino ? Buena no-
lientan los cascos, fácilmente se vence para ticia me has dado; ven adelante, hijo mió.
ejecutar las cosas mas ilícitas, y de poca es-
timación contra su persona y de todos sus
dependientes, dando que reir generalmente á Bertoldino se asombra de ver tanta gente á
todo el vulgo, y hacer llorar á todos los de caballo, lo que en su vida habia visto, y
su casa: esto es lo que acarrea el vicio de la dice:
embriaguez en todos los racionales, pues de Bert. Madre, qué gentes ó qué bestias son
lo poco se pasa á lo mas, y de lo mas á lo estas, que están aquí ?
mucho, y de lo mucho al exceso, y de esto Herm. Buenos habernos quedado. Este
dimana la perdición; pero quien bebiese de salvage á la primera salutación nos trata de
este licor estará siempre su juicio muy cabal, bestias.
y no dará que reir. Marc. Señal es, que no os ha conocido:
Herm. E s cierto, que es muy noble vues- ven mas adelante, hijo mió, que estos caballe-
tra bodega, y contesto con lo mismo que tú ros te quieren hablar.
dices: no hay miedo que ninguno venga á Bert. A y ! con qué los caballeros son me-
espiarte las cubas; pero á lo menos no ten- dio hombres y medio caballos?
drás por ahí algún vaso para beber? Herm. Una tras de otra; con que somos
Marc. Aquí no tenemos barros, ni vasos,, medio hombres y medio bestias ?
ni escudillas, y por lo general siempre bebe- Marc. No quiere decir eso; y lo que ha
mos con la taza que nos dió la naturaleza; y dicho solo es, porque os ve montados sobre
paraque me entiendas, esta taza son las ma- esos caballos, siendo cosa que en su vida la
nos, que nos sirven para beber, sin buscar ha visto en estos lugares hasta ahora, y ha
mas artificio; y si tú quieres beber, no hay creido que vosotros y el caballo que teneis
mas remedio que usar de la taza, que te he debajo, sois una misma cosa.
dicho, que verás te sirve de conveniencia, y Herm. Nada importa que así lo juzgue, y
si no te quedarás sin beber. v así hacedle que venga aquí.
Berl. A y ! y las piernas que tienen, que á Herm. V a vestida de oro, plata y piedras
preciosas; y tú también serás ricamente
cada uno "ya les he contado seis; zape, y
vestido como ella; tratarás con las señoras
cómo corretón! de mas distinción, y con lo^caballeros mas
Marc. Calla tonto, que las cuatro que tocan principales, de quienes estarás muy favore-
en el suelo, son las de los caballos, y las otras cido, reconociéndote por caballero, y esti-
dos, que cuelgan de los lados, son las de los mándote todos en la corte, por estar en la
que están encima montados. mayor estimación del R e y .
Bert. Digo, no mira como estos animales
Bert. Y podré llevar mis cabras á la sala
se están comiendo el hierro ? Y o creo que
del Rey, cuando y o quisiere?
sus tripas serán de plomo.
Herm. Sí, sí, todo lo que tú quisieres y
Herm. Sí, que las tienen de estaño. O,
gustases. Y tú, señora, dínos, cuál es tu
qué estupendo salvage! N o se parece este á nombre ?
su padre; pues aquel era astuto y agudo, y
Marc. Marcolfa me llamo. •
este da muestras de ser un tonto; qué gusto
Herm. Pues, Marcolfa, si quieres venir,
podrá tener el R e y con este gran majadero'!
empieza á disponer tus cosas, cuanto mas
Pero no obstante, no haremos poco si pode- antes, paraque marchemos sin detención.
mos llevarle. Vamos, Bertoldino, prevente,
Marc. T a n fácil será el que y o deje mi
porque es preciso que te vengas con nosotros.
choza, aunque ella sea de-palos y tierra,
Bert. Y dónde me queréis llevar ? cuanto es fácil el que los rústicos destierren
Herm. A la corte de nuestro R e y . sus malicias; y lo que deseo es, que cuanto
Bert. Y qué tengo y o de hacer allá? Seré antes te vayas de aquí, porque el clima de
caballero lacayo ? estas montañas es muy diferente del de la
Herm. A y , ay, qué simple, qué mentecato! corte; y al mismo tiempo te suplico, que no
Bert. Y di me, esa corte, que decís, es me prives de la vista de este hijo, porque si
macho ó hembra; está en alto ó está en tú me le llevas; puedes creer ciertamente
bajo ? que no viviré cuatro dias. Ademas de esto,
Herm. Como tú quisieres estará. Vénte la mayor razón es, que aunque soy madre, á
con nosotros, que tú serás muy dichoso, y te quien podia engañar la pasión, conozco que
espera una muy buena ventura. el muchacho es maternal, rústico é ignorante;
Bert De qué ropa va vestida la buena de suerte, que si le llevaseis, seria el hazme-
ventura, paraque y o la pueda conocer cuan- reir de la corte; y bien sabéis, que en las
13
do la vea ?
cortes no se admiten figurillas ridiculas y Bert. Y hay allá también padres de vacas?
estravagantes, sino gentes astutas, entendi- Herm. Sí, y en mayor número que aquí.
das, y que sepan la aguja de navegar, cosa Vámonos, que es lo que mas nos importa.
que á mí y á él nos costará no poca difi- Bert, Y a estoy determinado á dejarlas, y a
cultad. que por allá dices que no faltan otras. E a
Herm. Nó importa, que aquello que no su- pues, madre mia, reciba mis cabras la vecina,
piere se le enseñará: no faltarán maestros y despachémonos luego.
que le educarán y le enterarán en las buenas Marc. Sin tardar dispondré todo lo preci-
costumbres, la cortesía y política, déjale que so, paraque al punto marchemos.
venga con nosotros, y no dificultes en nada. Marcolfa pasó luego á la casa de su veci-
Marc. Qué dices, tú Bertoldino? Quieres na á entregarle el cuidado de su casa, hasta
la vuelta; y luego cogiendo un poco de es-
ir ó no á la corte ?
topa, cuatro husos y un par de zapatos vie-
Bert. Si vienes tú también, me resolveré;
jos, tomó la gata y una gallina que tenia, y
pero si no vienes, no quiero salir de aquí. enfaldando en las sayas lo que pudo, mar-
charon con los caballeros hácia la corte, los
Marcolfa se determina á ir á la corte con que queriendo poner á caballo á Bertoldino,
Bertoldino. no pudieron lograr hacerle abrir las piernas,
Marc. Y a yo estoy determinada á ir con- y tomaron á mejor partido el ponerle atra-
tigo, paraque" puedas por este medio lograr vesado encima de la silla, como si fuera un
la fortuna que te aguarda; pero antes que fardo ó tercio de peso. Puestos todos á ca-
y o parta, quiero encargar mi casa á una ballo, y marchando á buen paso, dejaron ir
vecina, que vive de aquí muy cerca, paraque á Marcolfa á pie, por darle gusto. Arriba-
de ella me cuide, hasta que vuelva, si Dios ron á la ciudad, y llegando la noticia al Rey,
me lo permitiere. les salió al encuentro con la mayor parte de
Bert. Y á quién dejaré mis cabras"? su corte; y viendo un bulto atravesado en
Marc. A ella también se las entregarás. un caballo, se empezó á reir, y despues le
Bert. No, no, que me las quiero llevar de- dice á Herminio.
Rey. Qué envoltorio ó qué talego es ese
lante de mí.
que traes á caballo ?
Marc. No es necesario que lleves ni las Herm. Señor, este que ves es Bertoldino, •
cabras, 'ni los machos, pues allá bastantes hijo de Bertoldo, al cual le habernos hallado
hay.
Herm. Su nombre es Bertoldino, y aquella
entre unos montes en un lugar tan suma-
que viene es su madre, quien dice, que se
mente intransitable y silvestre, que aun para
llama Marcolfa; y aseguro á V . Mag. que
lobos es pais inaccesible: también pongo en
es muger perspicaz y tan aguda, que es para
vuestra noticia, que viene su madre con él;
maravillarse el hombre mas entendido; lo
y discurro no tardará mucho en llegar, por-
que no tiene este pedazo de atún que en eso
que camina á un buen paso de andadura,
es al reves dtl padre y de la madre, que lo
sin haberla podido vencer á que viniese á
engendraron.
caballo.
Rey. Pues cómo no viene montado á ca-
ballo? Saluda Marcolfa al Rey.
Herm. Porque no ha sido posible; pues Marc. Serenísimo señor, el cielo te salve,
con los mayores esfuerzos, que hemos hecho mantenga tus estados, y te aumente cada
para montarlo en la silla, nunca ha querido hora en mayor grandeza.
abrir las piernas, y nos hemos visto precisa- Rey. Y á tí te conceda cuanto puedas de-
dos á traerle de esto modo atravesado. Yo sear. Marcolfa, vienes cansada ?
juzgo, señor, que hubiera hecho mejor V. M. Marc. Si no hubiera caminado, estaría
en dejarle en su rincón; porque ademas de mas cansada.
ser muy puerco, es tan tonto, que con facili- Rey. Qué es lo que dices ? Si no hubieras
dad se le hará creer, que los borricos vuelan: caminado estarías mas cansada? Esplícate,
tan necio es, que se le puso en la cabeza, pues como hablas equívocamente, no es posi-
que habia de traer sus cabras á la corte; y ble entenderte.
¡ qué no nos ha costado sacarle de sus gaz- Marc. Me esplicaré. Aquel que camina
pachos y migas! Pues estaba lo bastante para obedecer á su superior (como yo hago)
tenaz en no querer salir de su choza. nunca se cansa. Aquel que no sirve con
Rey. Todo eso se puede dar por bien em- buena voluntad se cansa, aunque vaya poco
pleado : bajadle del caballo, y no le hagais á poco; la causa es, porque ya tiene cansado
mal, sea con tiento, pues como no está acos- el pensamiento y la voluntad antes que se
tumbrado, es muy natural que le haya hecho ponga en camino.
novedad el haber venido á caballo. No se Rey. Señal verídica es la que me das de
puede negar, al ver su rara figura, el que es que has sido muger de mi apasionado Ber-
hijo de Bertoldo. Y cómo ha dicho que se toldo ; pues apénas has llegado, cuando has
llama? 13*
dicho una gravísima sentencia. Ea* pues, otra cosa que malicias, y como vulgarmente
haced vosotros que luego al punto se les dis- se suele decir, todo su estudio ha sido solo la
ponga alojamiento; y se los vista ricamente, gramática parda; y por esperiencia se ve,
según el uso de la corte, y despues condu- que hallándose en lo alto de la fortuna, no la
cidlos paraque los vea la Reina. saben sostener, y se precipitan con sus pro-
Marc. Solo, serenísimo señor, espero que pias ignorancias; y así no nos mandes des-
me concedáis una gracia. nudar, pues si nosotros dejamos nuestros
Rey. Di lo que quieres, que lo haré muy vestidos, puede ser que nos suceda lo que
gustoso y muy contento. llevo referido: al contrario será teniéndolos
Marc. Pues, señor, se reduce mi súplica á á la vista, cada instante meditaremos en
que no nos hagas quitar nuestros trapos, á nuestra pobreza, nos conservaremos humil-
los cuales estamos tan acostumbrados, que des, contemplando que nacimos para servir,
si nos despojan de ellos, nos sucederá lo que y no para ser servidos.
al árbol, á quien se le desnuda de su antigua Rey. Sentencias muy grandes y dignas de
corteza, que no solamente no produce mas reflexión has pronunciado, y muestras muy
fruto, sino que al mismo tiempo luego al ins- claramente la sinceridad de tu ánimo: co-
tante se seca. Si tú, señor, nos adornas de nozco que el cielo te ha adornado de sus
telas ricas de oro y plata, infundirá en noso- gracias; pero no me instes sobre eso, que
tros una grande vanidad; y viéndonos con quiero andes adornada de ricos vestidos, y
tanta gala, es preciso se engañe el mundo, que seas servida como mereces.
creyendo que somos personas de grande Marc. Señor, te suplico que me escuches
clase y distinción, de que se seguirá, ademas una gustosa burla, que aunque bien conozco
de esto, que nos olvidarémos inmediatamente que no viene ahora muy al caso, me la contó
de nuestra baja esfera, y reinará en nuestras mi marido Bertoldo, de feliz memoria, una
pasiones una soberbia grande, acompañada de las noches largas de invierno.
de todos los demás vicios, que siguen á esta, Rey. Cuéntala, que la escucharé con gusto.
y nos harémos aborrecibles de todos, y al Marc. Me dijo pues que habia oido contar
último vendrán á parar todas nuestras vani- á su abuelo, que habiendo pasado en una
dades en quedarnos hechos escarnio de to- ocasion por las tierras de Trapisonda, en
dos. Señor, la gente villana, puesta en zan- donde se suelen desembarcar las patas de
cos, es muy mala; no se puede hallar gente las anguilas ahumadas, habia allí un asno
mas indómita; no se halla en su sabiduría muy grande: viendo este un dia ciertos ca-
ballos de regalo, con sus sillas guarnecidas
demás atavíos, no habrá ninguno que me
de oro y plata, los frenos con rosetas y
conozca por asno: así haced que venga lue-
broches dorados, gualdrapas y tapafundas
go el herrador, y que cuanto antes me corte
bordadas, se le puso en la cabeza, que tam-
las orejas. El amo por complacerle se las
bién á él se le debia guarnecer en la misma
hizo cortar: aplicáronsele los conducentes
forma, y alegaba sus razones, diciendo: Que
remedios para curarle ; y despues que estaba
aquello no se hacia por la nobleza del ca-
bueno, le hizo ricas guarniciones, de la mis-
ballo, pues también habia nacido para servir,
ma forma que á los caballos: como era tan
y habia sido destinado como las demás bes-
grande, todos creían fuese un caballo de re-
tias del mundo; y que si era por antigüedad,
galo, y anduvo de esta suerte muchos días
no cedia él á ninguna otra cualesquiera bes-
sin ser conocido; pero como la naturaleza
tia en lo antiguo. A semejantes razones el
vence siempre, el infeliz animal vió pasar
amo le respondió de esta suerte: asno mió,
una burra por la calle, é inmediatamente
no conoces que lo que dices es un grande
abandonando la compañía de los caballos,
desatino? Has de saber, que cuando se
echó á correr tras de la burra, con tan la-
criaron las bestias, á cada una se le atribuyó
mentables y fuertes rebuznos, que no habia
su oficio; v. gr. el buey se crió para la car-
persona que lo pudiese detener; tiró al suelo
reta, el gato para coger ratones, el caballo
la silla y gualdrapa, rompió el freno, come-
para la silla, y el asno (que eres tú) para los
tiendo otros mil males, y como se quedó sin
palos y la c a r g a : no ascenderás á mas,
los ricos aparejos, descubrió al punto que era
aunque tuvieses todo el oro del mundo, siem-
un borrico vil y bajo de nacimiento; con
pre serás conocido por asno, y aunque mu-
que todos los que le habian tenido en el buen
cho te adornases, como tienes las orejas tan
concepto de caballo, en los rebuznos y otras
largas, nunca podrías ocultar tu figura de
gracias, muy propias solo de un asno, reco-
asno, dedicada para sufrir la carga y el palo.
nocieron su engaño. Por último, le cogie-
A estos cargos respondió el asno: Si las
ron, y le llevaron á la caballeriza, en donde,
orejas han de descubrir que soy burro, pres-
despues de una buena tunda de palos, le vol-
to se puede poner el remedio, y es hacérme-
vieron á su primer oficio de llevar cargas,
las cortar á la medida de las que tienen los
que es para lo que nació solamente.
caballos, verás como entonces yo pareceré
Serenísimo Rey mió, este ejemplo puede
como ellos, y despues que me halle sano de
servir para nosotros. Si nos haces adornar
las heridas, poniéndome la gualdrapa y los
con ricos vestidos, y que nos acompañemos
con las personas principales de la corte, to- con los cortesanos, aprenderá poco a poco
dos nos honrarán y tendrán en buena opinion el modo, la atención y cortesía: así se le irá
mientras estemos callando; pero en oyén- limando el entendimiento; y cuando se halle
donos hablar, nos tendrán por dos majaderos, mas capaz, yo dispondré se le enseñen algunas
rústicos, villanos y tontos, y todo lo que al habilidades. Ea, Herminio, llévalos á des-
principio tengamos de aprecio y estimación, cansar á su cuarto, procura que les hagan
despues parará en hacer chanza y mofa de los vestidos del paño mas fino que se encon-
nosotros, cuyo chasco es forzoso que lo sien- trare, y que nada les falte de todo lo necesa-
tas ; con que mas vale que nos dejes con rio : despues que hayan descansado, los lle-
nuestros pobres vestidos: y ya que tu volun- varás paraque los vea la Reina, quien los
tad es el vestirnos, manda que los hagan sin está esperando muy ansiosa.
que tengan oro, ni seda, pues para nosotros Herm. Serás, señor, prontamente obedeci-
no son buenos vestidos los sobresalientes, y do. "Vamonos, Marcolfa, y trae contigo á
mucho menos para este hijazo, que Dios me tu hijo.
dió, tan desproporcionado y feo, tan ridículo Bert. Adónde nos quieres llevar 1
y monstruoso. Herm. No tengas miedo, venid, que os
Rey. Me has contado una fábula senten- llevo al cuarto mismo de tu padre.
ciosa y ejemplar, y confieso tienes razón en Bert. Mi padre está debajo de tierra, y
no asentir á mi intento: conozco me has y o creo que tú nos quieres sepultar con él.
convencido con las justas razones, que tan A y madre mia ! volvamos á nuestra casa.
bien ha sabido ponderar tu grande entendi-' Marc. Salvage, no dice eso, sino que va-
miento: quien te oyere, yo aseguro que no mos á los cuartos mismos donde se alojaba
te tenga en concepto de muger ordinaria; tu padre, cuando vivia.
pues aunque los vestidos y la vil corteza que Bert Con qué según eso mi padre tenia
te cubren lo demuestra, es muy al contrario posada.
de lo que por fuera se mira; y no te aflijas, Marc. Sí, eso dudas ?
aunque Bertoldino alguna vez haga ó hable Bert E s que como oí que íbamos donde
alguna cosa, que parezca impertinente; por- alojaba mi padre, pensé que habia sido posa-
que bien sé que será menester perdonarle por dero.
inocente, escusarle por ser fatuo, y solamente Marc. Quiere decir donde habitaba. ¡ A y
acostumbrado á tratar con gentes de su jaez; desdichada de mí, y qué bien lo dije yo, que
pero con todo eso, tratando y comunicando aquí me habia de volver loca con este bestia!
Pluguiese al cielo, que me hubiera quedado
en mi casa. Sast Cómo quieres que yo le ahorque,
Herm. Vamos, ven conmigo, y no te dé siendo mi señor y mi Rey ?
pena alguna. Bert Pues por qué tú me ahorcas á mí,
Herminio los llevó á un cuarto muy rica- si no le has ahorcado jamas á él ?
mente adornado de tapicería, cortinages de Sast Cómo ó cuándo yo te ahorco ? Qué
es lo que hago para ahorcarte ?
tisú, y dos camas con la colgadura de bro-
cado de oro, los.cielos de realce, pirámides Bert E s que tanto me estrechas la gar-
ganta, que no puedo respirar.
y remates adornados con flejo correspon-
diente, colchas de seda con bordados muy Sast No adviertes que es el vestido, que
debe de ser así cerrado, estrecho y ajustado
suntuosos, y otras diferentes alajas de esqui-
á la garganta, y por esto te parece que te
sito y grande valor: hizo venir despues al
ahogo.
sastre para vestirlos con la decencia que el
Rey habia mandado: hiciéronles sus vestidos Bert. Mira, si tú me aprietas un poco mas,
no lo he de poder sufrir, pues y a siento que
con la mayor brevedad, y al otro dia vino
del estómago me van subiendo á la garganta
el sastre para probar á Bertoldino su vestido,
unas puches, que comí poco tiempo ha: mira,
y al tiempo de ajustarle el jubón, se-le tiró
mira que suben sin poderlo remediar.
un poco hácia arriba, tropezándole en la
garganta; y como estaba acostumbrado á
llevar vestidos anchos, viendo lo que el sas- Provoca Bertoldino en la cara del sastre las
tre le apretaba, comprehendió su ignorancia 1 puches, y muy enfadado dice:
Bert. Y qué has de comer, si en casa no el pan de las ranas, tomé el saco de harina,
hay un bocado de pan ? y todo se lo he tirado á los ojos.
Mure. Cómo, qué no hay pan? No dejé Marc. Y para qué has hecho eso ?
yo mucho de sobra al salir ? Bert. Con ánimo de cegarlos, y yo discur-
Bert. Es verdad. ro que muchos habrán cegado, y no verán
Mcirc. Pues adonde lo has echado ? mas* luz en su vida, pues á paladas les tiraba
Bert. No me dijiste que las ranas se co- la harina sobre los ojos.
gian con un bocado ? Marc. Válgame Dios, qué locura! Ojalá
Marc. Sí dije; y qué quieres decir con yo te hubiera ahogado al tiempo que te parí!
eso? O Bertoldo mió! Sí tú vieras esto, qué dirías?
Bert. Pues en esa inteligencia todo el pan T ú que eras un manantial de sentencias, qué
que habia en casa, lo he echado en el estan- harías al oir tales y tan estravagantes sim-
que en bocados, para poder coger las ranas; plezas! Ea, vamos, disponte para ir á la
pero los malditos peces acudieron luego al ciudad, porque el Rey te quiere ver.
pan, y se lo comieron todo, de suerte que no Bert. Y por qué no viene él acá, si tiene
han dejado á las ranas el mas pequeño boca- gusto de verme?
do : pero no te dé cuidado, que despues les Marc. Sí por cterto, mas razón era que el
he hecho una burla, que> has de reir mucho Rey te viniese á ver á tí. L a merced, que
con ella: empieza á reir, ríete con Barra- me has de hacer, es callar, cerrar la boca,
bás. y no la abras, hasta que vuelvas á casa, y
Marc. Qué yo me ria! Ah, infame, buena no sea como otras veces, que no obstante el
cosa has hecho para hacerme reir; mas habértelo mandado, no me has obedecido.
seguro es el que con tus tonterías me hagas Bert. Y si el Rey me pregunta alguna
llorar. Veamos qué burla ó qué chasco les cosa, si no puedo abrir la boca, cómo quieres
has pegado? Dílo que bien discurro será que le responda?
otra locura mayor que la antecedente. Marc. Calla tú, y deja eso á mi cuidado,
Bert No sabes que habia un costal de ha- que yo hablaré por los dos.
rina en casa ? Bert. Pues ya la cierro, mira si está bien
Marc. Sí, y a lo sé; qué será esta segunda cerrada.
locura ? Marc. Así la has de tener, y no la abras,
Bert. Pues como yo estaba tan enfadado hasta que yo te lo mande, si no quieres pa-
con los peces, por ver que se habian comido garlo bien, cuando volvamos á casa.
Despues de todos estos debates, Marcolfa según lo ponderas, das á entender ha come-
y Bertoldino se fueron á la ciudad, y luego tido algún delito gravísimo ? Dílo presto, y
que los llegó á ver el Rey, les hizo muchas no te aflijas, que aunque sea el mas grave y
demostraciones de cariño: preguntó á Ber- mas enorme, que se pueda cometer, yo le
toldino cómo estaba ? pero él, con su boca perdono al instante.
cerrada, no respondía. Entonces el Rey se Marcolfa contó al Rey todo lo que habia
volvió á Marcolfa, y le dijo: sucedido con Bertoldino, lo de los escudos, y
Rey. Por qué no responde á lo que yo le el pan arrojado en el estanque á las ranas, y
pregunto? Ha perdido acaso el habla? ó le la harina a los peces; y por último la saca-
ha dado algún accidente, que le impida poder dura de los pollos, con todos los demás de-
hablar ? satinos que habia ejecutado. El Rey, en
Marc. Mejor hubiera sido, señor, que hu- lugar de reprenderle, empezó á reir de tal
biera nacido mudo, que de esa suerte no forma, que se vió obligado, por no poder
hablara tan enormes desatinos, ni hiciera mas, á tirarse sobre la cama, hasta mucho
tales locuras, como las que ahora acaba de tiempo despues, que se levantó como pudo;
ejecutar, miéntras yo me salí fuera de casa. aunque disimulando la risa, y vuelto á Mar-
Rey. Qué es lo que ha hecho? Se ha colfa, le dijo:
meado acaso en la cama ? Rey. Son estas las culpas tan graves, que
Marc. Señor, es mucho peor. me querías decir? Y o imaginaba que fuese
Rey. Se le ha movido ó aflojado el vientre? cosa de mas entidad; ántes ha hecho muy
Marc. Mil veces peor. bien de enseñar á las ranas como han de
Rey. Pues qué cosa peor puede haber he- hablar: no te aflijas, que no te faltará dinero,
cho? No sé qué cosas sean mas sucias y ni pan, ni cosa de todo cuanto hubieres me-
mas indecentes que estas. nester.
Marc. Señor, cuando te lo diga, yo sé que Marc. Señor, ya que á tí te gusta y te
te has de enfadar, y con muy justa razón, y complaces de todo lo sucedido, por lo que á
así te vuelvo á decir, que hubiera sido mejor mí loca, no hablaré ya mas palabra: yo,
que nos hubieras dejado en nuestras monta- viendo que este ignorante no tiene aquel res-
ñas, y no conducirnos aquí, donde sean cono- peto y comedimiento á V. M. debido, le he
cidas de todo el mundo las tontadas de este puesto precepto de que no abra la boca, hasta
necio. la vuelta de casa, porque tiemblo no pro-
Rey. Pues qué ha hecho este pobre, que rumpa en tonterías indignas de tu prudencia.
RIDICULAS SIMPLEZAS
Bert. Te suplico, antes de merendar, que ranza, en la que acaban, sin mas ascenso que
me hagas el gusto de mandar que me lleven su miseria: cada uno corre con ansia, y
á hacer mis necesidades, que es lo que mas afana por la corte, y en ella se hallan cortas
me importa, y necesito al presente. recompensas, y muy dilatados los deseos; y
Rein. Tienes sobrada razón. Filandro, si estos no vivieran con esperanza, mas pres-
vén presto. to correrían á buscar su muerte, que pasar
FU. Señora, aquí estoy, qué me mandais 1 acelerados á la corte: entre los muchos soy
Rein. Lleva este pobrecillo donde él te yo uno de estos; pues habiendo servido en
diga, y sea cuanto antes, no le suceda algún ella tantos años, con la mayor fidelidad y
trabajo. zelo correspondiente, no he recibido jamas
FU. Dónde quieres que te lleve 1 de su mano el mas mínimo reconocimiento;
Bert. A hacer aguas mayores. y ahora, para mi mayor desgracia, me veo
FU Y o creo que este descomulgado ha de reducido á llevar á descomer á este bruto:
soltar la carga, antes que llegue al lugar co- buen pago por cierto, despues de tantos ser-
mún. Ea, vamos, vén conmigo. Qué brava vicios, hallarme reducido á un ejercicio tan
caña de pescar me han entregado! Y o no bajo y tan indecoroso 1 O pobre Filandro!
sé qué gustos tan raros tienen estos príncipes Vamos, descomulgado.
en permitir junto á sí esta casta de bufones, Bert. Dónde me quieres llevar?
y mas este, que es un bruto: ello, lo que ve- FU, T e llevo al cántaro, paraque hagas tu
mos es, que hoy dia mas se aprecian, prote- menester.
gen y patrocinan semejantes gentes, que un Bert. Y o no quiero cantar ahora; y asi
hombre erudito, cansado de quemarse las llévame al campo, y despues déjame á mí.
cejas en los estudios; estos no se premian, y Fil. Vamos, que yo te llevaré donde tú
á este bruto todos los dias le hacen vestidos gustes; ya que mi fortuna así lo quiere, ten-
ricos, y regalos esquisitos, sin ninguna eco- dré paciencia. Por esta vez me han pillado;
nomía, sucediendo todo al contrario con los pero para otra muy dificultoso será.
hombres hábiles, como sucede en palacio con Condújole Filandro á lo último del jardin,
muchos criados antiguos y envejecidos en el donde hizo su precisión y luego le llevó á la
servicio, sin haber tenido jamas la mas pe- despensa: le dió pan y un pedazo de salchi-
queña gratificación, en atención á sus dila- chón, con un buen trago de vino; y despues
tados méritos; manteniéndose solo estos po- que merendó, le llevó adonde estaba la
bres con el humo, la sombra y vana espe- Reina, quien le preguntó:
Rein. Has merendado bien ? de manera, que volvió de nuevo la risa: y
BerU Sí señora. como se divulgó en todo palacio, general-
Rein. Y qué te han dado de bueno ? mente reian todos; duró la fiesta todo aquel
dia, y mucho despues: á todos se les habían
quedado tan impresas en la memoria las cin-
En cinco veces no pudo acertar Bertoldino ú
co palabras de lamaso, samalo, malaso, lasa-
decir que habia comido salchichón.
mo y masallo, que cuando llegaba la ocasion
Bert. Pan y lasamo. de poner en cualquier mesa algún salchichón,
Rein. Qué? ninguno acertaba á llamarle por su nombre
Bert. No he dicho que samalo ? propio, sino con los nombres estravagantes
Rein. No te entiendo. ya dichos: mandó finalmente la Reina que
Bert Quiero decir malaso. llevasen á Bertoldino á su casa; pero que
Rein. Peor que peor. pusieran un coche, porque era su gusto fuera
Bert Ahora sí que lo diré: te digo que he con esta decencia, y así que llegó, le pre-
comido lamaso; ya discurro me habrás en- guntó Marcolfa:
tendido, pues bien claro me he esplicado: Marc. Qué has visto en la ciudad de tu
vuelvo á decir, que se llama masallo: esta gusto?
vez me habrás entendido mejor. Bert. L a olla que hay en la cocina del
Rein. Qué desatinos estás diciendo ? Qué
infiernos de nombres son estos que tú dices Marc. Qué particularidad tiene la olla de
del lasamo, samalo, malaso, lamaso y masa- la cocina del Rey ?
llo ? No entiendo lo que tú quieres decir:
Bert. Que caben en ella mas de mil tazas
dime tú, Filandro, qué es lo que le has dado
de sopas; porque es muy alta, y tiene una
á merendar? Porque este majadero no lo
ha de acertar á decir. gran barriga.
^ FU. Señora, quiere decir salchichón; vea Marc. Reniego de tí, que [siempre estas
V. M. qué buena cabeza tiene, pues de cinco pensando en comer.
veces no lo ha acertado á nombrar, como si Bert. Quien no piensa en comer, no piensa
esto fuera un punto de dificultosa gramática. en vivir; y si yo no comiera, me moriria.
Marc. És mucha verdad; pero ahora
El lector podrá presumir lo que la Reina
quiero que me digas, qué es lo que has
reiria con semejante paso. Llegó el Rey á
aprendido de bueno en la corte ?
la sazón, y le contaron el y a referido lance;
RIDICULAS SIMPLEZAS
gones iban á caza de cinches preñadas, ha- diendo resistir á su amoroso incendio, pensó
llándose en la ciudad de Berlinches una en ver como podia facilitar el subir por la
mosca viuda, á causa de haber muerto á su tapia, para entrar por la ventana: púsolo en
marido pocos dias habia una homicida lom- obra, y empezó á subir, llevando consentido
briz con una vara larga de torear, que habia que era alguna de las que ya usted me en-
quitado á un moscon de campo, que mar- tiende : prosiguió su empresa hacia el balcón,
chaba á la conquista de la miel de la Alcar- con el ánimo de, despues de haber él logrado
ria, año muy señalado, porque se vieron mu- su fin, el cual esperaba de ella alcanzar, vol-
chos alcarreños en aquella tierra: sucedió verse por el mismo camino á la calle: con
que pasando en derechura á la casa de la estas cuentas, que se iba haciendo consigo,
viuda mosca una araña macho de corpu- subia muy alegre mi buen enamorado, cuan-
lencia muy grande, vió asomada á la ven- do ella se asomó al mismo tiempo, y viendo
tana la mosca, que como era domingo se atrevimiento y desvergüenza tan grande,
habia compuesto y lavado, y tenia la cabeza pareciéndole poco atento, presuntuoso y nada
puesta, como se suele decir, de veinte y cortes, fué corriendo á buscar una caldera
cinco alfileres; tan bonita le pareció al ara- de lejía, que tenia pronta para cocer en ella
ño, que enamorado de su hermosura, le hizo unos calzones de un piojo opilado, que tema
una guiñadita á la ventana donde estaba, y en su casa de huésped; y apenas vio que
como le habia tocado en el corazon la flecha echaba las garras al balcón para entrar den-
de Cupido, empezó á pasear la calle arriba y tro, le encajó toda la caldera de lejía cocien-
abajo, haciendo de petimetre, y alzándose en do sobre la cabeza, á fin de pelarle bien y
puntillas, se paseaba con mucha ligereza por castigar su osadía; pero el araño era muy
la calle: la desdeñosa viudilla conoció la in- picaro, y conoció la intención, y para res-
tención de su enamorado, y haciéndose des- guardo se puso un yelmo de una cáscara de
entendida, se retiraba hácia dentro, escon- nuez: luego que vió el diluvio de agua hir-
diéndose, como suelen hacer las viudillas viendo sobre sí, se puso para recibirla de tal
zalameras: una vez se asomaba, y le hacia suerte, que si le cayese algo fuese sobre a
un gestillo; otra vez una guiñada, todo con cabeza, de lo que no se le daba nada, por la
el fin de chasquearle y darle poste; de ma- prevención del yelmo que le defendió mucho,
nera, que el pobre arañon se dejó llevar de y fue poco el daño que recibió: libróse con
su cariño, quedando abrasado con tanto fue- esta prevención del primer golpe de esta
go, como sentía en su pecho; pero no pu- desgracia; pero como duró algo mas tiempo
21*
RIDICULAS SIMPLEZAS D E EERTOLD1NO. 247
el chorreo del agua aun mas de lo que él de cumplir la sentencia de mi marido Ber-
gastó para caer en el suelo, le sucedió la toldo (de feliz memoria), que dijo: Que el
fatalidad de que con el golpe, que dió en que esté acostumbrado ó, cebollas, no busque
tierra, se le cayó el yelmo, y le cogió la ca- ¡pasteles; y así, siendo nosotros nacidos y
beza el agua; de suerte, que se le cocieron criados en lugares rústicos é incultos, no
los sesos, y se pasaron de la mollera á otra debemos pretender, ni es razón salir fuera de
parte, y desde entonces hasta ahora han nuestro centro: en la corte el cortesano, y
tenido siempre las arañas los sesos atras; en la aldea el aldeano.
por lo que hicieron juramento de vengarse Rein. Has dicho muy bien, Marcolfa:
de un hecho tan afrentoso: y así se ve al pero quien ha bebido en el mar, bien puede
presente, que las arañas andan siempre á también beber en un rio: yo te aseguro, que
caza de moscas, por venganza del ultrage que bastante siento la simplicidad" de Bertoldino;
recibieron de la viudilla; y por esto en todos pero al mismo tiempo pienso, que estando
los desvanes, rincones y agujeros tienden sus mas en la corte, conversando con las gentes,
redes como homicidas, y toman venganza de puede suceder llegue á lograr mas juicio del
ellas; y es muy común, cuando prenden á que tiene, y así no hay que desesperar de su
una, arrancarle la cabeza y el resto lo dejan curación.
libre: esto mismo creo que le ha sucedido á Marc. Quien nació loco, no sanó nunca.
mi hijo, al cual le aconteció, que una vez que Rein. Quien mal baila, bien enfada.
iba corriendo detras de una cabra por una Marc. Quien tiene vicio desde su infancia,
cuesta arriba, se cayó hácia atras y rodando hasta el sepulcro le alcanza.
como venia, dió con la cabeza en un tronco Rein. El que no tiene juicio, tenga piernas.
de sahuco, de lo que desde entónces le sobre- Marc. A un mal mortal, no vale ni médi-
vino habérsele escapado el juicio á la parte co, ni medicina.
posterior, y por esto ha quedado tan ligero Rein. Mas vale un pájaro en la mano, que
de cabeza como el sahuco, y desde entónces ciento volando.
también anda siempre cogiendo y matando Marc. Mas vale ser pájaro en el campo,
moscas. Esta es la causa del poco juicio que estar regalado en .la jaula.
que tiene, con que así vuestras magestades Rein. Todo derecho tiene su reves.
harian una acción muy loable en darnos Marc. Todas las cabezas suelen tener
licencia para volvernos á nuestra choza; pelo; pero no todas tienen sesos.
porque yo, si no me engaño, creo que se ha
Rein. Todas las cosas se pueden suportar, encima el rocío del mes de abril, estaba mu-
excepto el mal tiempo. cho mas lustrosa y bella. Sucedió, pues, que
en aquella misma noche la vió el caracol,
Marc. Nunca jamas se hizo lejía, que no
diéronse palabra de esposos, y se la condujo
lloviese. á su casa, le hizo un suntuoso banquete, y
Rein. Una hora de buen sol seca mil lejías. concurrieron á él y al sarao todos los deudos
Marc. Quien no tuerce bien la ropa, no la y amigos: entre el concurso tan grande eran
secará en tres dias. muchas las habilidades que habia, y en es-
Rein. Habla mas claro, que no te en- pecial la que tenian cuatro cangrejos de muy
tiendo. buen porte, y mejor traza en tocar viola:
Marc. No hay peor sordo, que aquel que seguíase á estos un galápago, que tocaba e\
no quiere oir. arpa con perfección; sonaron un poco, ín-
Rein. Prosigue, que ya te escucho: y terin llegaba la hora de la cena, y despues
como cuentes otra fábula adecuada al asun- de ella se volvió á la diversión de la música,
to, que me persuada con razones concluyen- y una mariposa cantó unas tonadillas gra-
tes, yo daré licencia paraque os retireis á ciosas con la guitarra; pero como estaba un
vuestra aldea, dándoos palabra, como quien poco resfriada, no pudo dar al auditorio toda
soy, de no hacer oposicion, ni impedirlo la satisfacción y gusto que deseaba: despues
(aunque lo siento de corazon) ; y os ofrezco de esto se determinó saliesen algunos, que
daros con que toda la vida seáis ricos, y lo tenian habilidad á bailar: se hizo la seña, y
paséis bien en las montañas. en un instante los instrumentos todos á un
tiempo empezaron á sonar: empezóse el
Marcolfa refiere otra gustosa fábula.
baile, siendo los primeros un gálapago y una
Marc. Y a que vuestras magestades me mariposa, los que hicieron un baile muy pre-
prestan atención, habrán de saber, que en cioso y muy estraño, por las diferencias
tiempo que los gusanos de luz eran merca- raras y nunca vistas-de que usaron; pero los
deres de linternas, habia un caracolazo, de segundos, que salieron, que fueron un grillo
los que tienen cuatro hastas: este se enamoró blanco y una chicharra, hicieron, como se
de una de aquellas caracolillas, que suelen suele decir, raya, pues bailaron la españoleta
andar sin cáscara al rededor de las fuentes: con la mayor destreza, de suerte, que hicie-
era esta de muy buena vista, y en un todo ron maravillar á todos los concurrentes:
muy graciosa; y habiéndole caido una noche acabaron el baile, y molidos y cansados se
pusieron á hacer juegos, y dieron el mando pues y a no habéis de sacar ningún gusto, ni
paraque los gobernase á una pulga, que era del uno, ni del otro, pues aunque Bertoldino
muy decidora y jocosa; aceptó el encargo, sea mi hijo, razón no quita conocimiento.
sin hacerse de rogar, inventó varios y bellísi- Rey. Marcolfa, nosotros deseamos el com-
mos juegos de prendas, y para la restitución placerte, pues es cierto que nos dejas muy
de ellas imponiendo al que perdia peniten- pagados y satisfechos: todo el tiempo, que
cias, que eran todas muy agudas y discretas has estado en la cosíe, hemos estado gusto-
sentencias, varios motes, preguntas y res- sos con tu agudeza, la cual es tal, que ver-
puestas muy elegantes, de modo, que la fiesta daderamente no se puede creer que seas
duró mucho tiempo con general diversión de muger rústica ni silvestre, ántes bien te se
todos; pero la mayor imperfección, y falta puede llamar un oráculo, que bien mereciste
que tuvo esta diversión, fué haber sido tan estar empleada con un hombre de las mayo-
dilatada y larga, que muchos de cansados se res circunstancias, como lo era Bertoldo, de
fueron quedando dormidos, y otros se fueron quien sus sentencias las tengo esculpidas con
molidos: pues así somos nosotros, que con letras de oro encima de la puerta principal
nuestra fiesta se ha pasado muy bien este de mi palacio, para perpetra memoria de
tiempo, pero nuestro juego, no solamente no una sabiduría tan sublime, como era la suya;
se acaba, pero cada dia se va dilatando mas, pero pues es preciso darte licencia, por con-
con que es cierto, que si dura mas el juego, descender á tus deseos, que tanto has en-
Bertoldino se quedará cada dia mas dormi- carecido ; Herminio, vé á mi cuarto, y toma
do ; y así, señores, será mejor el que mude-- aquel cofrecito cubierto de terciopelo negro,
mos de clima, que puede ser suceda que le en donde hay dos mil escudos de oro; y
haga despertar el aire de la montaña, aun- traémele aquí para dárselo á Marcolfa, y
que bien difícil es: ademas de esto, siempre despues pasarás en casa de algún mercader
oí decir que todo pájaro canta mejor en su de paños, y le dirás que te entregue cuatro
nido, que en el ageno; y así deseo volver á piezas de paño fino, y doscientas varas de
este pájaro en su nido; y por lo tocante á lienzo para camisas y sábanas, y harás que
mí, deseo el vivir en mi cabana, del modo luego dispongan una litera, en la que han de
que mas me convenga, sin que yo sirva de llevar á estos á su lugar con el mayor cui-
tedio á humana persona; y así, Serenísimos dado, y luego les enviarás hasta doce sacos
señores,.os suplicamos con toda veneración, de harina, con doce barriles de vino, y en
nos concedáis para irnos vuestra licencia, suma, todo cuanto pidiesen se les ha de dar
252 RIDICULAS SIMPLEZAS
al instante; de suerte, que no les haga falta y humildemente postrada á vuestros reales
nada para su viage, y para vivir con quietud pies, pidiéndoos perdón de todo, y si por
y descanso en su albergue. E a pues, Mar- ignorancia hubiese incurrido en alguna cul-
eolia, ya la gracia te se ha concedido de pa, ó con palabras ú obras, ó en algún otro
poder volver á tu casa, y vivir en ella á tu modo que haya faltado con poco respeto y
gusto; pero si gustases, aunque sea de tarde reverencia, os" pido me perdoneis ; y así con
en tarde, de venir á vernos, será para noso- vuestra licencia iré á disponer mis trastos, y
tros de gran complacencia y gusto; y yo ya voy con el consuelo de que siempre me tendré
te he significado el sentimiento que tenemos por vuestra humilde sierva y vasalla.
la Reina y yo de tu partida; pero como no Con las espre'siones y razones tan humil-
deseamos mas de lo que tú deseas, no que- des de Marcolfa, el Rey y la Reina no pu-
remos impedírtelo como pudiéramos. dieron contenerse, ni disimular la ternura de
las lágrimas, y luego que se despidió se reti-
raron á sus gabinetes, en donde tuvieron
Marcolfa da las gracias á Rey y Reina por suma tristeza y melancolía por la ausencia
los beneficios recibidos. de Marcolfa, la que se partió con su Bertol-
dino, cargada de escudos y otras muchas
Marc. Magnánimos señores. Me falta
dádivas. Los condujeron en la litera hasta
lengua para daros las debidas gracias por
que los dejaron en la infeliz choza de su na-
tantos favores, como he recibido de las pia-
cimiento : á su llegada acudieron todos los
dosas clemencias de vuestras magesiades, y
vecinos muy alegres á darles la bienvenida,
así suplico encarecidamente, y espero que
y se hicieron muchas fiestas y alborozos
en todo cuanto hubiésemos faltado, y en
rústicos por algunos dias en aquellas sierras,
adelante podamos faltar, lo supliréis con
de que resultó el que se pegase fuego á dos
vuestra innata piedad. Mi deseo es, de que
montes ó bosques cercanos de pura alegría.
os conceda Dios gracia para conservaros en
Todo se acaba en esta vida, y también se
vuestro reino con paz y sosiego, y con la
acabaron los festejos de aquellos villanos;
mayor felicidad; valor y fuerzas contra
pero los dos cortesanos vivieron en la mon-
vuestros enemigos: que veáis cumplidos to-
taña muy gustosos lo restante de su vida
dos vuestros deseos: que os dé el mayor
quietos y tranquilos, sin tener nada que de-
gusto á uno y á otro; y en suma sin cesar
sear ; y Bertoldino entre los patanes ó palur-
pediré á Dios, que os galardone con la biena-
dos era el hombre mas discreto y político:
venturanza : y ahora aquí me teneis rendida
22
en fin, como hombre ya práctico en la DE
TRATADO TERCERO.
en fin, como hombre ya práctico en la DE
TRATADO TERCERO.
VIDA DE CACASENO,
HIJO D E L SIMPLE
I i i O .1 o f Jl 4 B E R T O L D I N O .
c ¡j r j p n : jjf T R A T A D O TERCERO.
i
INTRODUCCION
ALEGORIA PRIMERA.
Es providencia divina que también las fami-
lias de los rústicos y pastores estén tan aptas
á la propagación, como cosa tan necesaria
para el vivir humano y bien de las repúbli-
cas. Las mugeres muchas veces se abstie-
nen del ejercicio de alguna habilidad, que
las adorna, por temor de no manifestar sus
defectos naturales.
asomó á la Ventana Marcolfa, bajó abajo, y Marc. Han ido aquí cerca á la choza de
conociendo á Herminio, le hizo entrar con un pastor nuestro, y discurro que no podrán
grande alegría, bulla y regocijo: hízole mu- tardar en volver, y a se acerca la hora de ir
chos agasajos y espresiones, y entre los mu- á amasar.
chos asuntos que se le ofrecieron, le contó Herm. Y el hijo que me dices, cómo se
como su hijo Bertoldino habia casado muy llama?
bien con el dinero y alhajas que le habían Marc. Su nombre propio es Arsenio; pero
dado los Reyes, aunque cuando iueron ellos como estos montañeses siempre inventan y
á la corte ya tenian algunos pocos bienes y añaden y quitan nombres, los nombres pro-
muebles para poder pasar: añadió mas, que pios no suelen servir, y así te pondré un
Bertoldino, despues que pasó los años de su ejemplo. Entre nosotros se llama uno Anto-
juventud, habia dado tal vuelta, que no le nio ; y este si es de estatuía crecida, le lla-
conocerian, con la discreción que se le habia man toñon; si es de baja, toño; si es de mas
infundido, y que vivían con suma alegría y diminuta, toñeto; si es pequeño y gordo, le
tranquilidad, no molestándolos mas que una llaman toñolo; y si es pequeño y flaco, toñi-
cosa, y era, que despues de tanto tiempo que no; de modo que reducen el nombre de An-
habia" que Bertoldino se habia casado, no tonio en tantas piezas, que no se conoce y a
tenia mas que un hijo el cual ya se hallaba el primer nombre que tuvo, como al presente
en la edad de siete años cumplidos, y con el sucede á mi nieto, que llamándose Arsenio,
desconsuelo de haber salido mas simple y como es pequeño y un poco simple, le han
necio que su padre. Tuvo Herminio un gran puesto el ridículo nombre de Cacaseno.
gozo con esta conversación, y determinó a Herminio cuando oyó el nombre tan ridí-
toda priesa llevar noticias á los Reyes de culo de Cacaseno, le dió sumo gusto, y se le
cuanto habia escuchado; y así le dijo: encendió mucho ma§ el deseo de conducirle
á la corte: miéntras echaba sus líneas del
modo que habia de usar para llevársele, oyó
en la calle á Dominga, muger de Bertoldino,
que venia cantando esta coplilla:
Dom. Ciertamente que no puedo, y ahora
Así que acabó de cantar Dominga, le dijo no me acuerdo de ninguna.
Herminio á Cacaseno: Marc. Despáchate: quieres hacerte de
rogar, y dejar desairado este caballero ?
Herm. Niño hermoso, qué haces ? Berl. No hacen mas las grandes músicas,
Cae. En este instante acabo de almorzar. que se hacen de rogar mucho tiempo, y
Herm. Buen principio. Di me, cómo es tu cuando llegan á cantar, y a tienen enfadado
nombre ? el auditorio. Ea, Dominguita, canta, canta.
Cae. No, señor, no soy hombre, que soy Dom. Por lo mismo que tiras á sonrojar-
muchacho. me, no quiero cantar.
Herm. No pregunto si eres hombre; te Herm. No te enfades, Dominguita, que tu
digo, cómo te llamas? marido se chancea contigo.
Marc. Canta, hija, que parece mal el ha-
Cae. Cuando uno me llama, yo le respon-
cerse tanto de rogar.
do. Dom. Y o lo haré; pero no aquí.
Herm. Y si yo te hubiese de llamar, como Herm. Como tú cantes, sea donde quisieres.
tengo de decir ? Miéntras que Domingo fue á cantar, Mar-
Cae. Di como tú quisieres; pero cuidado, colfa y Bertoldino se despidieron de Hermi-
ten las manos quietas, que parece me quie- nio, porque iban á disponer su comida; al
res sacar los ojos, y no me enfades, de suer- mismo tiempo llegó Cacaseno, que venia de
te, que te sacuda en la cabeza con este gar- almorzar, y Herminio le agarró de la mano.
rote, pues no me conoces aun quien soy.
E s menester advertir, que Herminio, mien- ESTRAMBOTE.
tras hablaba con él, hacia varios movimien-
tos y ademanes con las manos: Cacaseno Si te vienes conmigo, prenda mia,
creyó que le queria sacar los ojos, se enfadó, A caballo vendrás en mi pollino.
alzó el palo, y le quiso dar en la cabeza; pero Verás hecha un espejo mi alquería,
Marcolfa llegó al punto, y le sacudió un buen Todo su ajuar el gallo y el cochino:.
bofeton, con que le hizo muy presto bajar el Del gilguero la acorde melodía
palo; empezó á gritar Cacaseno, que parecía Oirás entre las plumas que previno,
un becerro, ó por mejor decir un lechon Y tendrás el contento duplicado,
cuando le degüellan, corrió Dominga, y le Tordos cazando, y mirlos en el prado.
llevó un gazpacho para aquietarle, y dice: 23
HISTORIA DE LA VIDA
ESTRAMBOTE
ALEGORIA TERCERA.
Los hijos naturalmente siempre siguen las
huellas y la índole de los padres, por lo que
cada hombre, por vil que sea, debe imitar
las operaciones de sus mayores, siendo siem-
pre las costumbres de la edad pasada me-
nos depravadas, que de los modernos. Tam-
bién en las aldeas y chozas procura cada
uno conservar la memoria de la honradez y
gloria de sus abuelos.
ALEGORIA QUINTA.
La serenidad, acompañada de aspereza, no
siempre conviene á la debilidad de nuestra
humanidad: algunas veces es lícito diver-
tirse y gozar de gustos honestos; y como la
naturaleza, así como entre los animales
crió & las monas, entre los pájaros el buho,
ó bien mochuelo y la lechuza; también en-
tre los pescados crió á los delfines paraque
sirviesen de recreo á todos los demás de su
especie: así parece que también ha criado
ciertos hombres, que nacen para servir de
instrumento de nuestra risa y diversión.
O, y cuántos hay!
Herminio y Cacaseno.
Rey. Estamos prontos, y así puedes em- tanta demasía, que le sobrevino una sufoca-
pezar. ción tan repentina, que en pocas horas le
Marc. Un caballero alemán determinó sa- llevó la mala trampa. El criado, que iba
lir de su patria para ir á ver la maravillosa adelante, haciendo el alojamiento del buen
ciudad de Roma, y reconocer el delicioso vino para su amo, le avisaron del suceso;
reino de Nápoles; púsose en camino con un volvióse atras sumamente melancólico ion
criado de toda su mayor confianza, práctico tan funesta noticia: pasó á participarla á los
en tales países: llegarán á Bolonia, y el ca- parientes de su amo y á todos sus amigos,
ballero mandó al criado que se adelantase, y los cuales preguntándole de qué había muerto
que en todas las ciudades, villas, lugares y su amo, así les respondía:
aldeas que hallase por el camino real, parase
en todas las tabernas, y probase si había EST, EST, EST.
buen vino ; y cuando lo hallase, para señal Propter nimiurn EST,
de que era bueno, escribiese sobre la puerta Dominus meus martuus est.
de la taberna una cláusula latina que dijese
est, que quería decir, aquí hay buen vino. El Con que aplicando el cuento, vuelvo á de-
criado cumplió con el precepto, y cuando el cir, que el vino es muy nocivo, engendra in-
amo llegaba, si veia est, se paraba allí un finitos desórdenes y enfermedades; lo que
dia, tanto por la curiosidad de ver aquella no nos sucede á nosotros en la montaña, en
poblacion, como para gustar de tan deliciosa donde nadie lo bebe, ni aun les gusta, pues
bebida. Fueron caminando por la Romanía: mas apetecemos nuestras aguas cristalinas,
llegó el criado á un lugar de Toscana, situa- que con dulce ruido se despeñan de los cón-
do entre Florencia y Siena, que se llama cavos de las fuentes, las que cuando las be-
Pogíbonce, se paró en una hostería, que la bemos, llegan tan delicadas y gustosas, que
llaman de las Llaves, halló en ella de tres- nos libran de todo género de indigestiones.
géneros de vinos, moscatel, verdéa y trevia- Rey. E s cierto que ha sido muy graciosa
110; con tan buen hallazgo el criado puso el la historia y muy adecuada; pero por cuanto
letrero tres veces est, est, est: llegó su amo, me hago cargo de que estarás muy cansada
tendió su rancho, y mandó que le sacaran de con el motivo del viage, te mando y es mi
todos los tres vinos; bebió de ellos, y cada gusto que vayas á descansar, y despues vol-
uno le gustó á cual mejor: se detuvo allí verás con Cacaseno.
tres dias, sin saciarse de beber, y llegó á El Rey llamó al mayordomo, y le mandó,
292 HISTORIA DE LA VIDA
More. Habrá muger mas desventurada viniese ella sola, dejando á Cacaseno en el
que yo? Qué dirá Bertoldino y Dominga cuarto: obedeció el mandato; dió el recado
cuando sepan que estás ciego? Adónde á Marcolfa, y ella dice á Cacaseno:
estás ?
Cae. Si estoy ciego, cómo quieres que te Marcolfa y Cacaseno.
vea?
Marc. Espera, abriré las ventanas. Marc. Cacaseno, me precisa el ir á ver á
Cae. Alegría, alegría, abuelita, que ya me la Reina, y me ha enviado á decir que vaya
han vuelto los ojos. sola, con que así tú te quedarás aquí, hasta
Marc. Salvage, cómo puede ser que estu- que yo vuelva.
vieses ciego 1 Seria el motivo el que las ven- Cae. Y o también quiero ir allá, porque
tanas estaban cerradas: levántate de ahí: te tengo miedo de quedarme aquí solo, y puede
has hecho mal ? suceder que vuelva á perder los ojos otra vez.
Cae. Bastante, porque siento un gran do- Marc. De qué tienes miedo ? Calla, que no
lor en las ancas; pero este no me da mucho sucederá este caso; quédate, que yo seré
cuidado y se puede dar por bien empleado breve lo mas que pueda.
por el hallazgo de mis ojos. Marcolfa cerró la puerta con gran priesa,
Estando Marcolfa y Cacaseno en estas á fin de que Cacaseno no se escapase tras
ignorantes razones, el criado á quien habia de ella: empezó á gritar de tal modo, que
enviado su amo paraque supiese lo que suce- parecía un becerro; y hasta que encontró
día, se estuvo escondido todo este tiempo unos juguetes con que divertirse, no hubo
detras de una mampara, y despues que vió forma de callar: llegó Marcolfa delante de
todo lo dicho, sin poder contenerse de risa, la Reina, y dice:
marchó con gran priesa á dar noticia al Rey
de todo lo que habia oido, y lo de la pérdida Marcolfa y la Reina.
de los ojos de Cacaseno; fué estremada la
risa, - y mas, que el criado lo contaba con Marc. Serenísima señora, aquí me tienes
suma individualidad y bufonada: díjole la pronta para obedecer tus preceptos.
Reina al criado, que llevase un recado á Rein. Querida Marcolfa,.yo me acuerdo
Marcolfa de que tenia precisión de hablarle; que cuando estuviste la otra vez en la corte
que era cosa sobre dependencia suya, que con Bertoldino, me descifraste ciertas dudas
no permitía pérdida de tiempo, y que se enigmáticas, acaecidas en un juego, en que
HISTORIA DE LA VIDA DE CACASEXO.
yo me hallé con unas damas y caballeros; sagrada ? No se diga esto de mí. Soy muy
y como yo tengo mañana á la noche otra agradecida, y como dije poco tiempo hace
diversión semejante, quisiera que me ense- en la presencia del Rey, siendo yo una pobre
ñáras un juego bueno y de todo gusto, pero infeliz, tengo presente, que con tus dádivas
es preciso que yo le mande; y estoy muy he llegado á gozar grandezas, á correspon-
bien persuadida, que eres capaz para inven- dencia de la calidad de mi tierra y de mi
tarle, y que sabrás algunos, que sean de tu persona.
gusto y ae diversión. Rein. Este es el fruto que producé el mun-
" Marc. A y señora, que las plantas silves- do, el que un pobre se ponga rico, y al con-
tres nunca crian fruto doméstico. Y yo, que trario en otros, que de rico pase á pobre.
vivo en una montaña, mal puedo inventar No sabes tú aquel proverbio, que dice:
cosa digna, que corresponda á la persona de Este mundo es escalera,
una Reina como V . Mag. Los que sé, dis- que uno acierta y otro yerra ?
curro no serán como y o quisiera.
Rein. No importa, díme uno, que yo estoy Marc. Mi marido Bertoldo solia decir,
contenta y satisfecha, siendo tuyo. figurando el mundo:
Marc. En un todo debo obedecer y dar La carne en el garabato
gusto á V . Mag., y no obstante que os diga huele el perro, y mahuUa el gato.
cosa que en mí será común y muy ordinaria;
Y para decirlo mas claro, unos arriba y
pero saliendo de vuestra boca se apreciará y
otros abajo; y á este propósito se me pre-
se celebrará infinito, y la esperiencia nos lo
viene una moralidad de la zorra y el oso.
e-iseña, pues aunque los grandes señores di-
Rein. Deseo que la refieras, y despues
gan algún desatino, le abrazan los demás
volverémos á nuestro discurso.
tan placenteros, como si saliera de la boca
de un oráculo, y le interpretan por una sen- Marc. Accidentalmente pasando un dia la
tencia muv docta; no obstante deseo que me picara y astuta de la zorra por un patio de
deis tiempo para claros el enigma del juego cierto caballero, se subió sobre una cisterna,
que me pedis. la que estaba con muy poca agua por una
#
sequedad grande que se padecía: casual-
Rein. Una persona tan capaz, como tu, mente se puso la zorra á mirar á lo hondo
pide tiempo para pensarlo? Y o creo qus de ella, y descubrió una gran cantidad de
haces burla de mi. pesca, que se mantenía con la poca humedad
Marc. Y o hacer burla de una persona tan
íjue habia quedado; llevada de su apetito de Querido, amado y pariente mió, sabes por
gula, pensó su astucia en bajar abajo; vio qué me quejo ? E s por el caldo que está de-
que habia una cadena con dos cubos, se aba- masiado gordo, quiero decirte, que he venido
lanzó á uno de ellos, y con el peso de ella aquí abajo, he comido tantos peces, que estoy
prontamente bajó á abajo, y se hartó de pes llena hasta los ojos. Replicó el oso: y por
ca, como se suele decir, hasta la garganta: eso te quejas ? Añadió la zorra: No me
despues que se vió saciada, se acordó cómo quejo de lo que he comido; pero me pesa
se habia bajado, y se persuadió que seria .lo mucho de lo ;¡ue dejo. Dijo el oso entonces:
mismo para subir arriba; pero el juicio le Hay muchos ? Y muy pronta dijo la zorra:
saüó muy al contrario, porque no pudo subir Se pueden cargar mas de diez acémilas.
de ningún modo: hallándose en esta aflicción, Oyendo el oso esto, dijo: Quiero yo también
empezó á quejarse amargamente consigo bajar, y darme una buena panzada, y sacar
misma. A y infeliz de mí, decia, y lo qué he mi barriga de mal año; díme, de qué modo
hecho! Creí hacer una cosa buena, y me lia has bajado tú ? L a zorra le enseñó, diciendo:
salido muy mala: desgraciada de mí! Qué Haz lo mismo que yo hice, agárrate á ese
haré? Quién me librará de este cautiverio! cubo, y bajarás con ligereza; pero mira no
Sí los dueños vienen, y por desgracia me sueltes las manos. Tan presto y liberal fue
hallan aquí, sin duda dirán que me he comi- para agarrarse con el .consejo de la zorra,
do la pesca, y me la harán echar á palos del que con la misma ligereza cayó abajo, sin
cuerpo, como suelen decir, que el que se co- considerar su fin. A l mismo tiempo se me-
mió las velas, vomite los pábilos; y si por tió ella en el cubo que estaba abajo, y como
desgracia vienen á limpiar la cisterna, y me el oso era mas pesado con mas violencia su-
hallan aquí, pereceré sin duda. bió arriba, la cual viéndose arriba puesta en
salvo; dijo al oso su pariente: A Dios, ami-
Mientras que la zorra hacia todos estos
go, hasta la vista que discurro que 110 me
estreñios, pasó por allí un oso su pariente, la
verás ya mas. Por esto se puede decir con
conoció en la voz, acercóse, y se asomó á la
certeza que unos suben y otros bajan; con
cisterna, V viéndola allá abajo, le dijo: Poi-
que aplicando^el cuento, moralizándole, digo,
qué te quejas ? te has caido, ó go puedes su-
que tal vez cuando una persona se halla en
bir? Cuéntame lo que te ha sucedido, que
la mayor pobreza, asciende á las felicidades
deseo ayudarte en tan gran necesidad. En-
mayores, como sucedió á la zorra, que des-
tonces estuvo pronta á la astucia la mali-
pues de haber saciado su apetito, quedó con-
ciosa zorra, y en estos términos se esplica:
300 HISTORIA D E L A VIDA DE CACASENO. 301
Rey. Qué le ha sucedido al pobre Caca- Cae. Es, que he merendado, y se me ha-
seno, que trae la cara tan engrudada y brá pegado alguna grasa, y quisiera solo que,
puerca ( me hicieras el gusto de mandar dar á este
Criad. Señor, habéis de saber, que un veinte y cinco palos muy bien dados; porque
mozo de la repostería puso á la lumbre un el Rey le ha mandado que me lleve á beber,
perol de cola para pegar los cristales de los y él no ha querido obedecer; y así manda
ramilletes, y pareciéndole cosa á propósito tú que traigan de beber, porque me siento
para comer, agarró el perol, y se le puso en- tan hinchado como una vejiga de puerco.
tre piernas, y comió alguna porcion de cola, Rein. A decir la verdad', te pareces á él
y despues se debe de haber estregado la en un todo, y tu cara no es de otra cosa, que
cara con ella; de suerte, que yo dificulto que de lo que has dicho tú mismo.
Barrabás le pueda limpiar, ni quitarla. Mandó que le refiriesen el suceso, y lo
Rey. Díme, Cacaseno, has comido de la celebró infinito, y despues ordenó que le
cola ? llevaran á beberá Llegó Marcolfa á su
Cae. Si mi abuela me dijo, cuando se fué, cuarto, y no hallando á Cacaseno, se inquietó
que me entretuviese; y yo, como no hallé de tal modo, que iba á salir á buscarle suma-
otra cosa, me he divertido con aquel perol mente enfadada; pero al mismo punto llegó
de puches, y esta cara de judío me ha traido Atilio con Cacaseno, y despues que supo el
delante de tí, en lugar de llevarme á beber. suceso, empezó á esclamar, diciendo: Pobre
El Rey, oyendo razones tan inocentes, y de mí! Este bruto tiene lá cuipa de verme
mirandosu cara detan malísima figura seechó avergonzada en esta corte! Procuró lavarle;
á reír, y mandó al criado que le llevara á pero eran vanas todas diligencias, pues tan
beber; pero como deseaba que la Reina dura y tan tenaz estaba la cola, que no habia
fuese sabedora de tal simplicidad, le hizo una fuerzas humanas para podérsela despegar de
seña, paraque le llevase á su cuarto, lo que la cara y manos; y fué preciso poner agua
obedeció puntualmente. á cocer, para podérsela quitar. Enfadada
de sus bestialidades, y desesperanzada de su
enmienda, determinó el ir á pedir licencia á
La Reina y Cacaseno.
los Reyes, para retirarse á su montaña: los
Rein. Cómo vienes con esa cara engru- halló juntos, y con una reverencia humilde y
dada? profunda así les dijo:
Rey. Y o te confieso que tal vez con mu-
Marcolfa, Rey y Reina.
chos suele suceder lo que dices; pero conti-
Marc. Serenísimos y piadosos señores: go, á quien conocemos tan prudente y tan
Y a que es tanta mi fortuna en haberos halla- formal en todas tus cosas, no nos habíamos
do aquí juntos, acaeciéndome lo que muchas de privar de la prudencia, cometiendo tan
veces suele suceder al cazador que pone la mala correspondencia con una muger de tu
red para un pájaro, y coge dos á un tiempo mérito y circunstancias; pero supuesto que
mismo; con el mayor rendimiento vengo á estás en ánimo de marchar, por lo que á mí
suplicaros me concedáis licencia y libertad toca, yo te concedo la licencia, con condi-
para volverme á casa; y así espero esta ción de que sea con agrado de la Reina.
gracia de vuestra real clemencia. Rein. Y o le concedo licencia; pero con
Rey. Conozco que es perjudicial á tus in- la obligación, que ha de venir con Cacaseno
tereses y al gobierno de tu casa la ausencia cada año una vez á verme; y si no me hi-
de tu persona, y así te concedo la licencia y ciera cargo del perjuicio, que se puede seguir
permisión, cuando fuese tu voluntad; pero á tu casa estando ausente, seria mi mayor
te aseguro, que para nosotros seria de mayor gusto de que te quedáras á vivir en la corte;
gusto el que tú te quedases á nuestra vista. pues contigo tendria una vida contenta y
Marc. .En todo asunto, oracion, argumen- muy gustosa.
to y disfrutar favores de otros, siempre se Marc. Piadosísima Reina, hablo con cla-
gus'ta de la brevedad; ademas de esto, no ridad, y con verdad me puedes creer. Si yo
parece bien que un súbdito se familiarice dejára'los aires puros de mi montaña, y me
con su Príncipe largo tiempo; porque tal faltasen aquellas aguas sutiles, el comer de
vez, cuando ménos se piense, no le hallará aquellas viandas tan gruesas, y me quedase
de gracia, y le sucederá lo que al ratón con en la corte, con esquisito vino, viandas rega-
el gato, que despues de jugar con él largo ladas, y otras cosas delicadas, que allí no se
tiempo, se cansa, y le deshace la cabeza, acostumbran, en breve tiempo pienso que me
para concluir su alegría. Mi marido solia moriría; esta es mi primera dificultad: la _
decir, que la amistad de un Príncipe es de la segunda, es cierto que habitando en la corte
calidad del fuego; y así es menester preca- á título de muger, que procedo en un todo
verse, v no acercarse demasiado, ni tanto, con claridad, y sin poder lisonjear, no había
que uno se queme, ni alejarse tanto, que no de poder sufrir algunos preciados de corte-
se caliente, sino en un buen medio. sanos, siendo solo "interesados y aduladores,
312 HISTORIA DE LA VIDA
cuyas complexiones son como las de los No será don Simón, sí simonía.
abestruces. Al virtuoso, si á medrar se aplica,
Rein. Los conoces tú á estos tales 1 Que es muy difícil se le significa:
Mure. Los conozco por unos versos que Su esperanza desde hoy pasa á mañana,
he leido, hechos de mi marido, que notó en Y por mucho que estudie, siempre afana.
el tiempo que trató la corte, que por raro Al ambicioso, en todo entremetido,
modo los he visto, y los tengo impresos en Con falsa adulación, labio fingido,
la memoria. Si en la lisonja funda la alabanza,
Rey. Pues quiero que los digas. Siempre la corte da buena esperanza.
Rein. Y o también, que discurro serán Corre pronto al halago, al fingimiento,
como suyos. Y es mas aleve, cuando mas atento;
Marc. Y o los diré; pero quisiera que se Pues con la risa falsa en sus razones,
quedáran impresos para siempre en vuestra Corre bellaco á las sublevaciones.
memoria. Oye uno de estos á su dueño acaso,
Que tiene hambre, ya está la mesa al paso
CAPITULO Si ya no tiene gana, lo mejora,
Del virtuoso cortesano, y del ambicioso. Pues le dice muy presto, no, no es hora.
Si á otro dia á aquel punto está presente,
PAREADOS.
Y el valedor con gana no se siente,
En vez de la corte puso la voz muerte Le responde con mucha cortesía:
Un poeta, y no es mucha la ignorancia; No es tiempo de comer, no es mediodía.
Porque de' corte á muerte, si se advierte, Si el patrón dice, ola; ya está listo,
Es muy poca, ó ninguna la distancia. Ligereza mayor jamas se ha visto,
O ya á la muerte, pues, ó ya á la corte, Y bien que sea tarde ó bien temprano,
Regulando á su modo, trage y porte, Se presenta el sombrero ya en la mano.
Concurre el virtuoso: Si acaso escupe, como esté delante,
A este, opuesto, le sigue un ambicioso. Va, y con el pie lo limpia en un instante;
De ceremonias viene prevenido, Pero basta. L a hoja aquí doblemos,
Con su hebilla y zapato presumido: Y el discurso á otro asunto le mudemos,
Don Simón ser pretende el que llegáre, Que un útil pensamiento en esto se halla,
Pero un tonto será el que así lo usare; Y es quitar de la oreja tal canalla.
Porque en su trato y en su vil porfía 27
HISTORIA DE LA VIDW.
Marc. Estos son los versos que escribió que á un hombre erudito y aplicado, que se
Bertoldo, bien enterado de lo que es la corte; mata y se descalabra el entendimiento para
y dejar de hablarles claro á estos, no fuera dedicarse, y perfeccionar con inmenso tra-
en mi mano, con lo que era preciso ser mal bajo una obra, y despues de tanto desvelo la
vista. presenta con el fin de tener algún ascenso, y
Rey. No hay duda que merecen atención lo que saca de su afán, es que ni aun le dan
estos dichos, porque tienen mucha moralidad; las gracias. Mírese qué esperanzas pueden
pero volviendo á lo que íbamos, te digo, que tener los eruditos y doctos despues de tan
tu conversación nunca nos puede servir de malos ratos y trabajosos estudios!
tedio. Miéntras que fueron á tomar el dinero, en-
Rein. Díme, no me has ofrecido de que vió la órden al literero, paraque á la mañana
volverás á vernos? siguiente al romper el alba estuviese pronto
Marc. Si la vida me lo permite, no tendré para conducir los dos grandes personages á
dificultad en cumplir con una obligación tan su tierra: en este intermedio Marcolfa hizo
debida. á los Reyes sus cumplidos de despedida, en
El Rey llamó al mayordomo, y le mandó esta forma:
que trajese doscientos escudos para entregar Marc. Ahora conozco que vuestras ma-
á Marcolfa, disponiendo al mismo tiempo, gestades son nuestros amos y señores, y ami-
que por la mañana temprano hiciese apron- gos ciertos.
tar una litera para conducirla á la montaña: Rey. T ú dices que nos reconoces por cier-
el mayordomo se apartó para obedecer la tos amigos. Pues dime, qué entiendes tú en
órden que se le había dado, pero de tan mala esta palabra ciertos ?
gana, echando tantos entripados y juramen- Marc. Señor, es que también hay amigos
tos, como el marinero en tempestad, hacien- inciertos.
do muchos gestos, dando palmadas, y enco- Rey. Pues declárame esa diferencia.
giéndose de hombros iba diciendo: O, qué Marc. Escucha, y atiéndelo en esta
sinceridad es la que tienen algunos señores
en apoyar desatinos, proteger tontos, y dar OCTAVA.
alas á bufones, como al presente se ve con
este señor, que manda dar doscientos escu- Tanto me sirve el bien que no aprovecha,
dos á estos monos, irrisiones de la corte. Cuanto el mal que no daña. Ola, cuidado,
Mas presto premiarán á semejantes gentes, De amigos de promesa hay gran cosecha,
316 HISTORIA DE L A VIDA DE CACASE.VO. 317
Que el bolsillo te ofrecen con agrado: da, y en su interior reserva el veneno; y así,
Mas si á la prueba vienes, la desecha, lo mejor es, queíiinguno se. mezcle, ni se pon-
Que es chachara y parola le ha mostrado; ga en lo que no le toca, pues nunca saldrá
Solo es amigo el que en grandeza suma bien, y se arriesga á muchas contingencias;
Favorece al de mísera fortuna. y como yo no tengo tedio, ni odio con perso-
na alguna, quiero decir á vuestras magosta-
Rey. Pues cómo se ha de gobernar el dos uña moralidad, que viene adecuada á
hombre para ganarse los amigos verdaderos? nuestro asunto.
Marc. Las amistades verdaderas son las Rey. Refiérela, la que escucharemos con
que están fundadas en las acciones de cari- grande gusto y atención, miéntras que viene
dad y costumbres virtuosas; pero aquellas, el mayordomo con los doscientos escudos.
que tienen los cimientos del vicio, duran muy Marc. Habéis de saber, que en el año que
poco; pues estos se convierten de amigos en las gallinas hilaban lana, para tejer paño para
pérfidos enemigos: las amistades que uno lle- hacer calzones á los gallos, refiere Esopo y
g a á conocer que son perjudiciales, se debe otros diversos autores, que hablaban entonces
huir de ellas para no caer en el peligro, si- todos los animales y por consiguiente tenían
guiendo despues el precipicio, y así es prác- entre ellos sus amistades, quimeras y pleitos,
tica conocida, que si un hombre dócil trata trataban y contrataban en todo aquello que
de continuo con otro que sea de malas cos- les era preciso para vivir.
tumbres, se apropia y gana la ruin fama del • En el mismo año se hallaban las zorras
compañero; vulgarmente se suele decir: odiadas generalmente, por haber engañado
díme con quien andas, te diré quien eres: y á todo el mundo con sus astucias y malicio-
también dicen que las malas compañías des- sos ladronicios. Hallándose sin amigos, y
nucan al hombre, y por lo general semejan- perseguidas con estremo, casualmente un dia
tes amistades suelen ocasionar de tan grande una se encontró con un perro mastín el cual
amor, doblado, tenaz é intenso odio; de suer- así que la vió, se tiró á ella para matarla:
te, que aunque pase mucho tiempo, y se ha- ella con el sobresalto y sospechas de su cor-
gan amigos, nunca llega á aquella amistad ta vida, procuró ponerse en salvo, como en
tan familiar como ántes, pues el vicio del efecto lo consiguió; y fué su suerte, que ha-
odio es de tan mala inclinación, que el ven- llando un agujero, se escondió dentro de él;
gativo en lo esterior parece que perdona; de modo que el perro 110 era posible pudiese
pero es muy al contrario, que nunca so olvi- entrar, y legrar su intento: no obstante vién-
27*
318 HISTORIA D E LA VIDA
dose asediada, y siempre con el mismo peli- ren dar, que no sirve para nadie, y esto te ha
gro si salia de allí, ideó una nueva astucia, y de servir de sustento; y despues los ascensos
fué de esta manera: Empezó á hablar al per- son trabajar, y no descansar de dia, ni de
ro con unas palabritas muy dulces, diciendo: noche; ántes bien muy al contrario, pues es
Di me, hermoso, querido, amado perro mió, preciso velar y mas velar; pobrecito mío. te
por qué me quieres matar? Sabrás que yo aseguro, que se me parte el corazón de dolor
venia deseosa de hallarte, y conferir contigo y compasion que te tengo; y así te vuelvo á
un pensamiento y arbitrio, que ha de red"r¡- decir, estoy arrepentida de todas mis iniqui-
dar en tu favor; depon á un lado tu enojo, y dades, y solo me falta para ser buena de aquí
te suplico que me escuches. Oyéndose ala- adelante una buena compañía, por lo que de-
bar y tratar con tanta melosidad, y con el seo tener amistad contigo, y de este modo,
ínteres de que habia de tratar un negocio fa- llevándome en tu compañía, te aliviaré en
vorable á sus intereses, respondió el perro algún modo de tanta sujeción como tienes, y
que la escucharía muy gustoso; añadió la haré la centinela como tú en casa de tu amo :
zorra : Y a sé, perro mío, que tienes noticias tú harás la guardia de dia, y yo la haré de
de todas mis picardías en que he delinquido noche, y con esto empezaré á hacer mérito,
hasta el dia presente; pero te prometo (por ínterin que tú te empeñes con el amo, insi-
vida de lo que soy) de tratar la enmienda; nuándole que me reciba para mayor seguri-
ya estoy arrepentida, de tal modo, que desde dad y útil de su casa, teniendo guardias con-
hoy en adelante viviré sin hacer mal á nadie, federadas y de buena correspondencia.
y así yo te vengo á buscar, porque estoy per- Entonces el buen perro, cuadrándole tan
suadida, que entre todas las bestias del mun- suaves proposiciones, sin considerar que la
do tú soío tienes el nombre de fidelidad, en práctica y amistad de una bestia tan infame
quien espero que la uses, y seas piadoso con- se le habia de convertir en daño y perjuicio,
migo ; lo que y o no dudo; y ya que tengo la hasta su muerte, le dijo: Sal fuera de este
fortuna de decirte mi parecer, le digo que no agujero, que yo te daré la pesuña de bestia
te puedo espresar la grande lástima que me honrada, y la palabra de no ofenderte, y de
causa un estado tan infeliz como en el que hablar á mi amo paraque te reciba en mi
estás destinado; tanto de dia, como de noche, compañía para guardia de su casa y su ga-
te precisa estar vigilante en la casa de tu amo, nado : salió fuera la zorra, bajo su palabra
para cumplir con tu obligación, y vivir con honrada; y va que juntos estaban estos dos
ia miseria del Ínteres de aquello que te quie- nuevos .a©igos, marcharon á casa del perro:
el dueño así que vió la zorra, tornó una esta- como verdadero amigo, de escucharte, y de
II ca, y fué corriendo para matarla: la zorra, vivir unánimemente contigo, sin que yo re-
con grande mansedumbre, no quiso huir; vele á nadie el secreto; con que en este su-
antes bien se tendió panza arriba con grande puesto bien puedes libremente descubrir tu
humildad: el perro viendo acción semejante,' pecho sin la mas mínima sospecha. Replicó
se compadeció, y se puso en medio, paraque la zorra: perro mió, tú ya puedes considerar
el amo no la quitase le vida, insinuándole nuestro miserable estado (no lo digo por el
(jiie la recibiese en su casa para mayor go- amo, pues no dudo que cumplirá con todo lo
bierno y seguridad de ella: el amo condes- que me ha prometido), mira de la suerte que
cendió á las súplicas, y prometió al perro nos hemos puesto, despues que nos dan á
de mantenerlos á los dos, consignándoles comer este pan de mezcla, pues estamos fla-
cuatro panes todos los dias para cada uno, cos como dos linternas, y negros como sar-
una artesa de agua, huesos y las demás re- tenes ; y no es porque tú seas feo, ántes bien
galías y emolumentos que se proporciona- eres galan y hermoso, pero la falta de carne
sen : quedó hecho el pacto: por dos ó tres te afea mucho. Ah pobrecito! si tú te vie-
dias caminó con satisfacción el amo del per- ras, te habías de contar las costillas! Y así,
ro, y de la zorra malicioso animal, que quisiera que te aprovecháras ahora que es
estando acostumbrado á comer gallinas, po- tiempo, y tomáras mi consejo: mira que yo
llos y capones hurtados por sus uñas de los sé muy bien, que tú eres práctico en esta
gallinetos, no se podia acostumbrar á comer villa, pues cuando sales fuera con el amo,
aquel pan negro, mezclado de centeno y sal- tienes conocidas todas las casas de los veci-
vado, que se usa hacer para los perros; pensó nos ; de suerte, que tú no ignoras las entra-
una industria, y fué, que hallándose un dia das y las salidas de todas ellas; y si acaso
en conversador? con el perro, le empezó á tuvieses poca práctica de algunas, las puedes
decir: perro mió, fiel compañero, querido, recorrer de dia, y hacerte cargo de todas, y
amigo de mi vida, ya que estamos solos, de noche, mientras que el amo duerme, po-
quisiera decirte cuatro palabritas, las que te demos ir, hoy á una casa, y mañana á otra,
aseguro redundarán á favor nuestro; pero á buscar un par de gallinas, que enseñán-
con el pacto, que me has de dar palabra y dome tú el gallinero, te quedarás para guar-
mano de no oponerte á mis arbitrios y pro- darme las espaldas, y yo con gran destreza
posiciones, tan ventajosas á nuestro mayor ejecutaré el tiro, y despues nos irémos á un
útil. Respondió el perro: yo te doy palabra, pajar que no falta en cada casa de estos lu-
HISTORIA DE LA VIDA
gares, y de este-modo cada noche mudare- zorra, que no podia acostumbrarse al pan de
mos de bisiesto, viviendo alegremente mu- perro, halló otra nueva astucia. Iba por la
chos dias, sin que ninguno lo conozca; por- noche al gallinero de su amo, y se comía
que tú no eres persona sospechosa: de dia una gallina, perseverando en esta infamia,
irás tú á descubrir terreno, y por la noche hasta unos seis dias, y haciéndose sus cuen-
iremos despues á pegar fuego á la mina ga- tas de lo que podia resultar, dijo : Y a no es
llinesca. El perro lé dió palabra, consin- tiempo de estarnos con las manos metidas en
tiendo á sus malditas astucias, dejándose ha- la faltriquera, porque si el amo hace revista
cer la mamola con las falsas proposiciones de sus gallinas, á mí me ha de echar la cul-
de la zorra: pusiéronlo en ejecución, y jun- pa, de lo que resultará gravísimo riesgo á mi
tos de dia y de noche se regalaron á costa vida.
de los vecinos del lugar; pues de cada uno Despues que se hizo sus cuentas, se fué al
lo pagaba su gallinero. Despues de algunos amo, y le dice: Señor, es cierto que estoy
dias, las mugeres del lugar estando en con- muy satisfecha de los muchos favores y del
versación, dijo una: amigas, no sabéis que buen trato que me habéis hecho, y yo como
esta noche me han hurtado un par de galli- tan agradecida, vengo á descubriros una in-
nas ? Respondió otra: pues á mí me ha su- famia, que se hace todas las noches en tu
cedido lo propio la noche antecedente; y así gallinero. Preguntó el amo: Qué infamia
una despues de otra, todas fueron refiriendo es la que se comete ? Respondió la zorra:
lo mismo; de lo que resultó, que determina- El picaro de vuestro perro, de quien tanta
ron poner una trampa en uno de los galline- confianza Hacéis, es el ladrón, y cada ncche
ros, y estar á la vista, por ver si se podia hurta una gallina; lo que hace con el.hurtó
descubrir el agresor. yo no lo se. Replicó el amo: Es verdad lo
Miéntras se determinaba esto entre ellas, que. me dices ? Señoi', es muy cierto, y si
el perro, que andaba rondando, y espiando la quieres desengañarle, véte al gallinero, y haz
caza, oyó los preparativos que disponían revista de las gallinas, y conocerás la. falta;
contra ellos: fué corriendo á dar aviso á la y para mas seguridad y desengaño luyó,
zorra, á la cual dijo: amiga, y a que nuestra esta noche te enseñaré eí perro con el hurto
fortuna ha querido, que nos hayamos puesto en las manos.
gordos, no volvamos mas á hurtar (sin duda El amo airado contra el perro, quedó de
el perro miraba primero por la vida, que por acuerdo con la zorra de desengañarse vién-
!a golosina de su gula); pero la viciosa dolo por sí mismo: se despidió la zorra del
HISTORIA DE L A VIDA
amo, y llamó al perro, y con gran secreto le de las gallinas; discurro tendrás conocida la
dijo: Amigo, es tanto el amor que te pro- gran confianza, que yo siempre he hecho de
feso, que no puedo estar un instante sin tu persona, mi deseo es que tú sirvas de per-
verte; y así te digo, que esto de andar en ro. Con gran solapa replicó la zorra: Con
los gallineros no es muy bueno, pues puede mucho gusto obedeceré lo que me mandas;
suceder, que un dia ú otro caigamos en la pero quiero que desuelles el perro, y adobes
trampa, y lo pague nuestro pellejo; pero no el pellejo, y despues por parte de noche me
obstante te aseguro, que me hallo con unas lo pondrás al rededor del cuerpo, que de este
ganas de que nos comamos un par de galli- modo creerán los ladrones que soy el perro,
nas... Preguntó el perro.: De las del amo? y tendrán miedo de mí; aunque yo no hago
Sí, de las mismas; yo las mataré, y tú las animo de ladrar, que será lo mas acertado;
sacarás fuera de casa, y las esconderás en pues dice el proverbio: Perro ladrador, nun-
un barranco, que allí las comeremos despues. ca es buen cazador; y de este modo daré
color á esta' invención, y quedarán engaña-
El perro hizo alguna repugnancia á tan
dos, creyendo que soy tu perro, y tu casa
depravada proposicion; pero la zorra lo en-
estará guardada y libre de todo insulto.
redó de tal modo, que consintió, y quedaron
determinados á hacerlo; en efecto, por la A l amo le pareció el partido mas seguro:
noche hizo ver á el amo la verdad, pues vió compuso el pellejo como se lo habia pro-
pasar al perro con las gallinas en la boca, é puesto la zorra, y se le puso al rededor, fin-
indignándose de ver tal infamia, al dia si- giéndose perro; pero la infame, maldita y
guiente le halló durmiendo, y le mató. Cuan- maliciosa bestia, cuando vió toda la casa en
do vió la zorra tal castigo, se hizo la cuenta silencio, á media noche, se fué al gallinero, y
de aquel refrán, que dice: Cuando la barba se comió dos gallinas, y con el pellejo del
de tu vecino vieres pelar, & c . y así le pare- perro encima de sus lomos se escapó disfra-
ció, que no le tenia mucha cuenta el estar zada fuera del lugar á otra parte. Se levan-
en semejante tierra, temblando no le suce- tó por la mañana el amo, y no hallando la
zorra, y viendo la falta de las gallinas, des-
diese á ella lo mismo que al perro. Todos
cubrió la estratagema de tal dicho; por lo
estos juicios los fundaba bien, pero hallaba
que dijo en alta v o z : Me está muy bien em-
difícil el escaparse del lugar; no obstante
pleado, y yo me lo merezco todo lo que me
halló un nuevo modo, y fué, que viniendo el lia sucedido: esto acontece á todos aquellos
amo á casa, le dijo: Ahora ya te he quitado que lidian con gente viciosa, que estos hacen
el perro de tu compañia, siendo él el ladrón 4 28
perder á todos los que tratan; estoy cierto, por obligación y respeto; y así, os suplico
que el pobre perro ha muerto inocente, y su notéis estas sentencias pastoriles:
desgracia ha dimanado de la comunicación
Quien delante te alaba magestuoso
que ha tenido con la maliciosa zorra. Este
En ausencia te vende acelerado.
es el fin de la fábula, que he prometido con-
Con el ánimo infiel y escandaloso
tar á vuestras magestades.
Te afecta su cariño desalmado.
Rey. No hay duda, que la fábula no solo Si á sus gustos triunfas dadivoso,
es gustosa; pero de grandísima utilidad para Te coronan por hombre celebrado;
todos aquellos que se unen con malas com- Y si de estos le libras con bonanza,
pañías, y tratan con gente soez, metida en No fundes mas en ellos tu esperanza.
el vicio, los cuales hacen verídica aquella
sentencia, que dice, que las malas compañías Llegó el mayordomo, y entregó á Mar-
conducen al hombre al degüello, "i ahora colfa los doscientos escudos, y la Reina se
volviendo á lo pasado, digo, que ya vendrá quitó del dedo una sortija de esmeraldas, y
el mayordomo y te entregará doscientos se la dió, paraque en su nombre la regalase
escudos, con que quiero regalarte, y te en- á Dominga ó Menguina, que así la llamaban
cargo, que vuelvas á vernos, como lo has en su lugar. Despues que recibió todo lo
prometido. Mañana temprano marcharás espresado la astuta Marcolfa, dijo á los
en la litera, que y a tienes prevenida, que de Reyes así:
esa suerte irás con mas conveniencia á tu Serenísimos y piadosísimos Señores, ha-
casa, en donde y o creo te estarán esperando béis de saber, que entre las muchas y lindas
con grande ansia Bertoldino y su muger. cosas que contaba mi marido, me parece
Dejó de hablar el R e y ; y la Reina, que ha- adecuadísima á lo presente esta que referia.
bia callado, alabando la fábula, le dijo: Decia de Alejandro Magno, que un día re-
Rein. L a fábula es müy graciosa, y puede galó una grande porcion de oro á un Filóso-
servir de mucho gobierno, particularmente á fo, y este rehusó admitirlo (fué esta una ac-
la gente jóven, y solo deseo saber una cosa, ción sumamente alabada de todos; no lo fué
y es de qué procede que los Príncipes tienen de todos la de Alejandro, ántes estas prodi-
tantos amigos"? galidades muchos se las desaprobaron, por-
Marc. A los grandes todos se muestran que los bienes y riquezas, que Dios concede
amigos, unos por el Ínteres, otros por adula- á los Reyes, no deben usar de ellas prodiga-
ción, y otros por miedo, y los mas sencillos mente, pues no han de servir mas que para
inmediatos habitadores de su cortijo; pero
las urgencias precisas, pagar lo que es de mucha mas alegría, dice, que tuvo Bertol-
obligación á los vasallos; y lo que sobrare dino, cuando oyó el sonido de los escudos,
de esto, practicar actos de caridad, que será como también Dominga con el regalo de la
lo mas útil y grato á los ojos de Dios): el esmeralda (que este punto que toca á recibir
Filósofo, pues, esquivándose para no admitir es una cosa tan buena, que aun á los tontos
la dádiva, determinó injuriar á Alejandro, les agrada). Y con doblada alegría no se
tomando á mejor partido el quedarse en su saciaba de hacer infinitos cariños á su es-
miseria, que recibir la oferta: no obstante timado Cacaseno.
esto, yo doy á vuestras magestades las mas Como Marcolfa sabia leer y escribir, al
debidas gracias por los favores tan grandes, tiempo que el literero iba á marchar, le en-
que os habéis servido hacerme, de lo que yo tregó una carta, paraque se la diese al Rey.
quedo siempre esclavizada y reconocida; y Llegó á palacio, presentó el pliego á su
solo ahora espero me deis vuestras últimas Magestad, quien pasó inmediatamente al
órdenes, deseando tengáis una larga vida, cuarto de la Reina, participándole como ha-
colmada de las mayores felicidades, y que bía recibido carta de Marcolfa: la abrieron
siempre logre vuestro Reino de la mayor con grande ansia y mayor gusto, y su con-
tranquilidad, para sosiego de vuestros áni- tenido decia así:
mos reales.
Los Reyes se quedaron maravillados de la
elocuencia de Marcolfa, porque en el con- Carta que escribió Marcolfa á Rey y Reina
cepto común no era de muger nacida entre desde su montaña.
montes, ántes bien al contrario de muger tan " Mis señores: Siendo tan debido el obe-
sagaz, que podia vender discreción á todos; decer los preceptos de vuestras magestades,
si bien bastaba el haber sido muger de Ber- me obliga á participar mi arribo á esta su
toldo, hombre tan celebrado en el mundo. humilde choza: por no omitirlo mi obliga-
Por la mañana temprano marcharon en ción, se vale de la ocasion del retorno del
su litera: siguieron su viage hasta su casa, literero á esa corte: añadiendo á vuestras
y á la vuelta el literero dió noticia á sus magestades, hemos sido recibidos con gran-
Magestades de la grande alegría, que mos- dísimo aplauso de Bertoldino y Dominga,
traron Bertoldino y Dominga de verlos: habiéndoseles aumentado mucho el alborozo
añadió mas, que les hicieron grandes rego- con los regalos con que nos habéis honrado,
cijos, juntándose todos aquellos montañeses 28*
330 HISTORIA D E LA VIDA D E CJICASENO. 331
F a t a l figura de B e r t o l d o 8
A u d a c i a de B e r t o l d o 9
P r e g u n t a s y r e s p u e s t a s entre el R e y y Ber-
toldo 9
ALEGORIA PRIMERA.
'¿'¿SÍ . I I V J T - I 2ÈSS.V5 A s t u c i a s de Bertoldo 1 7
vr Pleito de las m u g e r e s 1 8
E l R e y a l a b a á l a s m u g e r e s en presencia de
Bertoldo 2 1
¡a T u m u l t o de las m u g e r e s c o n t r a el R e y , na-
cido de l a a s t u c i a de Bertoldo 25
E l R e y se e n f a d a c o n las m u g e r e s 26
E l R e y e c h a e n h o r a m a l a las m u g e r e s . . . . 28
Disputa de B e r t o l d o c o n el R e y , regociján-
dose de haber s a l i d o con su intento . . . . 29
330 HISTORIA D E LA VIDA D E CJACASENO. 331
F a t a l figura de B e r t o l d o 8
A u d a c i a de B e r t o l d o 9
P r e g u n t a s y r e s p u e s t a s entre el R e y y Ber-
toldo 9
ALEGORIA PRIMERA.
'¿'¿SÍ . U V J , , 3È»..«
A s t u c i a s de Bertoldo 1 7
vr Pleito de las m u g e r e s 1 8
E l R e y a l a b a á l a s m u g e r e s en presencia de
Bertoldo . . 2 1
¡a T u m u l t o de las m u g e r e s c o n t r a el R e y , na-
cido de l a a s t u c i a de Bertoldo 25
E l R e y se e n f a d a c o n las m u g e r e s 26
E l R e y e c h a e n h o r a m a l a las m u g e r e s . . . . 28
Disputa de B e r t o l d o c o n el R e y , regociján-
dose de haber s a l i d o con su intento . . . . 29
Descúbrese la astucia de Bertoldo, y el Rey injusta pretensión, con una carta al in-
vuelve á decir bien de las mugeres 31 tento 4S
La Reina concibe enojo contra Bertoldo, y El Rey por no condescender con la preten-
con engaño pregunta al Rey por él, di- sión de las mugeres, pide consejo á Ber-
ciendo que se le envie 33 toldo: discreta astucia de este paraque el
El Rey hafce que Bertoldo vaya á ver á la Rey quede bien 51
Reina 34 Manda el Rey entregar una caja á las mu-
Astucias de Bertoldo para librarse de que no geres, y en ella el secreto inventado por
cayera el diluvio sobre su cabeza 35 Bertoldo: curiosidad de mugeres en re-
Bertoldo se libra del diluvio 36 gistrar lo que habia dentro 51
La Reina insiste en que se castigue á Ber- Resuélvense las mugeres á abrir la caja . . . 52
toldo 37 Pesadumbre que recibieron las mugeres por
Astucia de Bertoldo para librarse del castigo. 37 .habérseles escapado el pajarillo 53
Otra astucia de Bertoldo paraque castiguen La Reina refiere al Rey la fuga del pajarillo. 53
á los criados de la Reina, y á él le dejen El Rey reprehende á las mugeres, y les con-
libre 38 cede su pretendida absolución 54
Bertoldo vuelve á visitar al Rey, y en su pre- Quiere el Rey que Bertoldo le haga una re-
sencia hace una buena burla á un Pala- verencia, y para ellp dispone bajar la
ciego 39 puerta de su cuarto 58
Burla desvergonzada de un Palaciego entre- Astucia de Bertoldo muy graciosa para no
metido á chistoso 40 hacer al Rey la reverencia 59
El Rey manda á Bertoldo que le visite otro Graciosa fábula del cangrejo y la langosta,
dia, ni bien vestido, ni bien desnudo; gra- que refiere Bertoldo 59
ciosa invención de Bertoldo para cumplir
ALEGORIA IT.
lo mandado 44
El Rey procura que Bertoldo sea castigado, El Rey manda á Bertoldo que le traiga una
y astucia ingeniosa suya para librarse del huerta, una caballeriza y un molino; y
castigo ' 47 astucia graciosa de Bertoldo para satisfa-
Fantástica ¡dea de las ciudadanas, para una cerle 67
dos de la Reina, y se los pone para salir
Premia el Rey á Bertoldo, y alegría suya
de palacio
por el premio 68
La Reina habla al alguacil, juzgando que es
Insta la Reina de nuevo al Rey, paraque le
Bertoldo: le hace que se asome, y al verle
envíe á Bertoldo 70
se maravilla
ALEGORIA III.
Manda la Reina apalear al alguacil, y des-
pues hace que le echen en el rio, metido
Defiéndese Bertoldo con una buena industria en el saco 101
del primer ímpetu de la Reina 75
La Reina hace que busquen á Bertoldo por
Manda la Reina meter á Bertoldo en un saco,
para castigarle; y astucia agudísima para la corte 102
/
El Rey hace buscar á Bertoldo, él no quiere
El Rey los manda vestir á uso de la corte, y
venir á visitarle, y va en persona por él. 112
Bertoldino provoca en la cara del Sastre. 157
Muerte de Bertoldo 114
Fábula contra los tontos que procuran es-
Epitafio que mandó poner el Rey en su se-
tablecerse en la corte 158
pulcro 115
Otra fábula de las ardillas y ratones de los
Dichos sentenciosos, que Bertoldo escribió higos secos 1®0
al tiempo de su muerte 115 Maravíllase la Reina de la elocuencia de
Testamento de Bertoldo 118 Marcolfa 164
El señor Cerfollo lee en público el testa- Conversación de Bertoldino y su madre den-
mento 120 tro del cuarto 166
muy cristalina que distaba de allí muy Bertoldino se mete en un cestón para empo-
pocos pasos 141 llar los huevos, que en él habia 183
Bertoldino se asombra de ver tanta gente á Quimera de Bertoldino con una doncella de
caballo, lo que en su vida no habia visto. 143 la Reina 190
Marcolfa se determina á irá la corte con Ber- El Rey regala segunda vez á Bertoldino con
toldino 146 cincuenta escudos 192
Marcolfa saluda al Rey luego que llega á la Graciosa burla de Bertoldino con la muger
corte 149 del hortelano 193
29
Marcha el hortelano á la ciudad, para verifi- de la casa á Bertoldino, y deja llevar los
car si la Reina era el motivo de la acción pollos al gavilan : graciosa invención que
deBertoldino 194 para esto hizo 233
ALEGORIA IV. ALEGORIA VIII.
Bertoldino emborracha á las grullas para co- Corta Bertoldino las orejas á un borrico,
gerlas : átaselas al cinto : vuelven en sí: porque no oyera su conversación 239
cogen vuelo, y llévanselo por el aire . . . 205 El hortelano da querella al Rey contra Ber-
toldino al cual luego envió á llamar, quien
ALEGORÍA v.
viene con las orejas del burro en el pecho 240
Quiébrasele el cinto á Bertoldino, y cae en El Rey satisface al dueño lo que le costó el
un estanque de agua 209 borrico; y despues se le da á Bertoldino. 241
ALEGORIA VI. El borrico tira al suelo á Bertoldino, y de la
caida tan grande, que dió, se rompió una
Batalla de Bertoldino con las moscas 215
costilla. Marcolfa se va á la ciudad á ver
Disputa de Marcolfa con la Reina 217
Rey y Reina; cuéntales una novela, y
Coloquio entre el médico y Bertoldino 218
logra el real permiso para volverse á vivir
Gracioso modo de Bertoldino en aplicarse las
de asiento á su casa ó choza de su mon-
medicinas que le mandó el médico 222
taña v 243
Razonamiento entre Marcolfa y su h i j o . . . . 223
Fábula gustosa que refiere Marcolfa 248
Marcolfa hizo una buena porcion de puches,
Gracias que da Marcolfa á Rey y Reina,
las que se comió Bertoldino, y con el peso
ántes de partirse á la montaña 252
de ellas se fué debajo de un olmo para
aligerarse, y allí se quedó dormido. No-
ticioso el Rey le envió á buscar en un TRATADO III.
ALEGORIA H.
Prosigue lo mismo -
ALEGORIA V.