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Culturas prehispánicas desarrollaron intensa

actividad marítima

Karina de la Paz Reyes Díaz

Generalmente en nuestro país se piensa que la navegación maritima es una práctica que
comenzó en el siglo XVI, a la llegada de los españoles, y que los europeos fincaron las
bases de los primeros puertos comerciales en las costas veracruzanas. Hoy sabemos, gracias
a los trabajos arqueológicos, que esto no fue así, que existió un complejo sistema de
intercambio económico a través de rutas marítimas, que conformaban un circuito de
infraestructura portuaria durante la época prehispánica, expuso la investigadora de la
Universidad Veracruzana (UV), Lourdes Budar.

La arqueóloga de la Facultad de Antropología y directora del proyecto arqueológico “El


sistema portuario de Los Tuxtlas y los puertos del litoral veracruzano”, explicó que para el
periodo posclásico, que va de 1300 a 1519 después de Cristo (d.C.), la actividad marítima
no era tan significativa en las costas del Golfo de México; en consecuencia, no fue
registrada con claridad por las crónicas españolas de la época, “sin embargo, en los
periodos anteriores, que abarcan una temporalidad del 1200 antes de Cristo (a.C.) al 1000
d.C., hubo una intensa movilización por mar”.

Tanto ella, como el jefe de Campo del proyecto, Mauricio Cuevas Ordóñez, relataron que
hay crónicas que dan cuenta que cuando los españoles llegaron a las costas de
Coatzacoalcos algunas personas los iban siguiendo en embarcaciones. Incluso, los
conquistadores ocuparon tales embarcaciones para cruzar a los caballos de un lado a otro
del río Coatzacoalcos.

Si bien, en la época que llegaron los españoles a estas latitudes varios puertos ya no estaban
activos, uno de los que sí y quizá el más representativo del momento era precisamente el de
Coatzacoalcos, indicaron tanto Budar como Cuevas Ordóñez (cabe citar que ambos, junto
con Sara Ladrón de Guevara, son autores del libro Donde se esconde la serpiente. Paisajes
históricos y míticos de Coatzacoalcos, 2017).

A propósito del sitio, recordaron que en 2007 la empresa constructora del túnel sumergido
de aquella ciudad del sur de la entidad suspendió provisionalmente la obra del Dique Seco,
por un hallazgo arqueológico. En consecuencia, el Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH) comisionó a Alfredo Delgado Calderón y su equipo para determinar de
qué se trataba: eran improntas de chapopote que en su momento cubrieron las
embarcaciones prehispánicas de madera, de tal modo que quedaban impermeabilizadas.
Este hallazgo confirmó la actividad de la navegación marítima prehispánica en la costa del
Golfo.
Mauricio Cuevas explicó que las embarcaciones de esa época consistían en una sola pieza,
producto de grandes troncos ahuecados; era tal su dimensión que cabían hasta 12 personas,
de acuerdo con evidencia iconográfica de la zona maya.

Lourdes Budar y Mauricio Cuevas junto a pieza prehispánica, en la región donde se desarrolla la investigación

Mar, la puerta de las ideas

Por los puertos no sólo entraban productos de intercambio económico, sino la ideología,
personas y un sinfín de manifestaciones culturales de las sociedades que habitaban en el
litoral del Golfo de México. Los mexicas pudieron observar este flujo y poco a poco fueron
cancelando las rutas maritimas hasta quedar sólo algunos de ellos activos, para tener un
mayor control del comercio, recalcó Lourdes Budar, también directora de la Universidad
Veracruzana Intercultural (UVI).

Si bien, la utilización de mayor intensidad de los sistemas portuarios fue durante el 250-900
d.C., los mexicas, al emprender un control más preciso del territorio mesoamericano,
fueron cancelando puertos, porque representaban una fuga de recursos. “Esto no sólo
ocurrió en las costas veracruzanas, sino tambien en las del Pacífico, en la de Chiapas,
Guerrero y obviamente con las sociedades mayas en donde la tradición de navegación fue
muy desarrollada, tanto que en su cosmovisión incluyeron a los dioses ‘remeros’ que
trasladaban en balsas a los gobernantes muertos”.

En Veracruz no se habían estudiado con anterioridad los puertos como la infraestructura


que fueron, se sabía de la navegación y en general la investigación arqueológica daba
muchas cuentas de ella a lo largo del tiempo, a través de representaciones en códices,
estelas, tronos y otro tipo de materiales como vasijas, murales, huesos grabados y jade.
Generalmente, se parte de la idea de que con la llegada de los españoles entran en función
los puertos en México, pero no fue así, insistió la especialista.

“No es casualidad que los españoles hayan llegado a los puntos que tocaron en la costa;
eran los más propicios para desembarcar, porque ya existía una infraestructura para poder
hacerlo”, remarcó Budar. Asimismo, aclaró que cuando se habla de puertos prehispánicos
no debemos pensar en lugares atrasados.

Las sociedades de las costas mesoamericanas desarrollaron infraestructura y procesos


sociales de intercambio tan complejos como los que sucedían en otros lugares del mundo;
sin embargo, cabe destacar que “no valen las comparaciones”, las embarcaciones no eran
como las carabelas o los navíos ingleses, la tecnología desarrollada y el conocimiento
geográfico no les permitía aventurarse a navegar a mar abierto, pero al menos hasta el
momento, se sabe que sí costearon mediante cabotaje México y parte de Centroamérica.

“Sería injusta la comparación. Los procesos que se dieron aquí, en Mesoamérica, fueron
muy diferentes y avanzados para la época. Recordemos que tienen un sistema numérico
más avanzado que en otros lugares, diferentes tipos de escritura, sistemas calendáricos,
astronomía y medicina muy avanzada; y estaban llegando a la consolidación de una
filosofía, justo antes de que llegaran los españoles.”

No sólo vivían frente al mar…

Cuando Lourdes Budar cita que la actividad marítima fue intensa, pone como referencia el
proyecto arqueológico que dirige, mismo que se ubica en la Reserva de la Biosfera de Los
Tuxtlas, categoría que ha permitido que se conserven la mayoría de los vestigios
arqueológicos que están sobre esa costa, a diferencia de lo que sucede en otras como la de
Coatzacoalcos, Veracruz o Tuxpan, donde el desarrollo de los puertos actuales y el
crecimiento de las ciudades ha modificado los paisajes prehispánicos y junto con ellos,
parte del patrimonio arqueológico, tal cual como sucede tierra adentro.

“Nos dimos cuenta de que se trata de un sistema portuario, es decir, que en diferentes partes
de la costa de Los Tuxtlas hay sitios con estas características que conectan con la zona sur
de México y hacia el norte del país. Al momento, es lo que estamos investigando”, dijo.
Afirmó que estos sitios presentan una tecnología muy avanzada para su época, porque
implicó el aprovechamiento de las bocanas de ríos que desembocaban en el mar, la
modificación y acondicionamiento de arrecifes para que fueran utilizados como escolleras
naturales y permitieran la entrada y salida de las embarcaciones. También contempló la
realización de socavones para formar bahías artificiales que servían para el embarque y
desembarque, así como la construcción de grandes recintos administrativos.

Es más, se han identificado áreas de almacenes –que son circulares y tienen generalmente
de 120 centímetros de diámetro con un metro de profundidad– dentro de los cuales han
detectado, mediante análisis químicos, objetos de intercambio comercial como vasijas,
restos de animales y semillas.

De acuerdo con Mauricio Cuevas, esta es una investigación (hasta cierto punto) novedosa o
pionera en el país y no pretende demostrar la navegación, pues la existencia de esta
actividad se da por hecho.

Citó que existen investigaciones arqueológicas en materia de navegación, sobre todo


realizadas a partir de evidencia iconográfica y etnohistórica para el periodo del siglo XVI,
la mayoría desarrolladas en el sistema lacustre de Tenochtitlan, donde habitaron los
mexicas; asimismo, hay investigación acerca del tema en la península de Yucatán, sobre la
navegación maya y los circuitos de intercambio que realizaban entre diversos puntos de tal
región.

Lo que se intenta comprender, comentó Cuevas, es el funcionamiento de la infraestructura


portuaria y cómo fue la dinámica de interacción a través de un complejo sistema portuario
que conectaba el litoral veracruzano con el resto del Golfo de México en época
prehispánica.

Por ello, esta investigación, que desarrollan junto con Gibránn y Marimar Becerra Álvarez,
Luca Bellani, Viridiana Madrid González, Alma Vargas Corona, Rosa Velázquez, Apolinar
Segura y estudiantes de diferentes semestres de la Licenciatura en Arqueología de la UV,
da la posibilidad de conocer cómo se relacionaban mediante el mar las sociedades
establecidas en las costas veracruzanas con las de otras regiones.

“Las personas que vivieron en el Golfo de México veían el mar como un medio de
economía, de transporte y movilización de recursos. Con esta investigación se cambia un
poco la mirada del territorio y se plantea a un paisaje prehispánico más acorde a la realidad;
son sociedades que se asentaron frente al mar, no a espaldas a él, por lo tanto lo vivieron, lo
utilizaron y lo exploraron”, remarcó Budar.

La multiculturalidad actual no es casualidad

El desarrollo de los sistemas portuarios descritos implicó una gran movilización de


personas, y su creación y funcionamiento modificó gigantescas extensiones de terreno. Es
más, “si cuando la gente llega a las playas piensa que estamos viendo los paisajes como
eran en la antigüedad, la verdad es que no, han sufrido una transformación durante cientos
y cientos de años”.

Por otro lado, la movilización de personas que se dio en la costa explica mucho de la
situación actual; por ejemplo, en la zona que se investiga han encontrado evidencia de una
gran multiculturalidad que hasta la fecha es fehaciente en la sierra de Santa Marta. No es
casualidad que actualmente en esa región se hablen el náhuatl y el popoluca, y que ambas
tengan préstamos lingüísticos de otros idiomas originarios. “Habla de la interacción que se
llevó a cabo en estos lugares desde aquellos tiempos”, remarcó Budar.

Este proyecto arqueológico de la UV está planteado en tres etapas y en cada una hay
notorios avances: la primera es una investigación sistemática y profunda del puerto
localizado en la costa de Los Tuxtlas, dada la oportunidad única por su estado de
conservación, con la intención de saber cómo funcionaba un puerto prehispánico de
grandes magnitudes.

La segunda, consiste en investigar cómo funcionó todo el sistema portuario en Los Tuxtlas
propiamente, para generar un modelo explicativo de escala regional; y la tercera consiste en
el reconocimiento, mediante sistemas de información geográfica (SIG), de los puertos
marítimos que son visibles desde la Laguna del Ostión hasta la desembocadura del río
Tecolutla, cuya finalidad es realizar un catálogo con imágenes satelitales y drones, así
como mapas topográficos, y corroboración en campo, que permitan conocer la forma, el
tamaño, la temporalidad y las condiciones en que se encuentran.

“Este catálogo servirá para que las futuras generaciones de arqueólogos puedan continuar y
profundizar en el conocimiento que hemos empezado a construir respecto a este tema en
nuestro estado”, comentó la académica de la Facultad de Antropología.

Al respecto, la investigadora detalló: “El sistema portuario de la costa este de Los Tuxtlas
está conformado por un puerto principal que se encuentra ubicado en la comunidad de La
Perla del Golfo; 19 estaciones portuarias de menores dimensiones, dos puertos secundarios,
uno en la laguna de Sontecomapan y otro en la del Ostión, y un puerto Seco (entiéndase
como el lugar donde se administra el sistema) que está en la comunidad de Piedra Labrada
y se caracteriza por su complejidad arquitectónica y acumulación de bienes de alóctonos,
transportados por algún agente geológico.

Aunque haya quien considere que la investigación arqueológica sólo sirve para conocer el
pasado y no tiene ningún valor, el panorama es totalmente contrario, remarcó la arqueóloga.

Para ella, una sociedad que no conoce su pasado no es capaz de hacer una reflexión
profunda de la situación que se está viviendo en el presente y no puede proyectar
soluciones a futuro. Asimismo, la arqueología construye conocimiento y memoria de
procesos sociales vigentes y de importancia para los pueblos contemporáneos, pues puede
llegar a contextos lejanos en el tiempo y espacio, en los que otras disciplinas (como la
historia, la filolología o la antropología) se ven limitadas.

“La arqueología tiene el potencial de construir historias locales en territorios donde las
narrativas oficiales han invisibilizado a sus pobladores o relegado y desestimado los
conocimientos locales. Asimismo, nos permite conocer la huella y evaluar el impacto de las
decisiones que las sociedades del pasado tomaron al enfrentar problematicas sociales,
políticas, ambientales, económicas, colonizadoras; sus reacciones ante las diferentes crisis y
colapsos que vivieron durante al menos tres mil años antes del contacto hispano, por tanto
es un conocimiento patrimonializable y debe servir, entre otras cosas, para el mejoramiento
de las condiciones actuales en que viven los pueblos originarios”, añadió la Directora de la
UVI.

Este proyecto de la UV cuenta con todos los permisos del Consejo de Arqueología del
INAH y con financiamiento de la Administración Portuaria Integral de Veracruz, con el
interés de saber cuáles eran los antecedentes de la navegación y administración portuaria en
las costas veracruzanas.

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