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Rastreo del Concepto Existencia en la Metafísica Medieval

En el presente escrito pretendemos rastrear el concepto existencia en algunos autores del


pensamiento medieval. Teniendo en cuenta la concepción clásica griega estudiada
previamente, expondremos las ideas y perspectivas acerca de la noción mencionada en
algunos pensadores de la tradición filosófica del Medioevo con el fin de esbozar una
aproximación general del tema. Estos son los autores:

- San Agustín de Hipona (354-430)


- Ricardo de San Víctor (1110-1173)
- Santo Tomás de Aquino (1225-1274)
- Guillermo de Ockham (1285-1347)

En el pensamiento agustiniano hay conjunción de praxis espiritual y reflexión contemplativa


de Dios. No voy a describir la vida del santo nacido en Tagaste sino que puntualizaré la
noción de existencia. San Agustín, padre y doctor de la Iglesia católica, redactó Confesiones
entre 397 y 398 d. C. Este escrito es una compilación de 13 libros que describen el proceso
mental e intelectual agustiniana que configuró su experiencia y encuentro con el Señor Dios.
Para Agustín Dios es: “Excelentísimo, buenísimo, poderosísimo, todo poderosísimo, muy
misericordioso y justo, muy escondido y presente, muy hermoso y fuerte, estable e
incomprensible, inmutable pero que lo cambia todo, nunca nuevo y nunca viejo, renovador
de todas las cosas (…)” (Conf. Lib. I, n. 4).

En el año 391 San Agustín fue elegido obispo de Hipona por Valerio. A Agustín le concedió
dicho obispo el permiso de predicar en su ausencia. Desde ese año, el Doctor de la Gracia
jamás dejó de predicar hasta que falleció en el 430. Escribió varios sermones durante este
periodo en el cargo y otros fueron redactados por sus oyentes1. En el año 1981 la editorial
Biblioteca de Autores Cristianos realizó una recopilación de 50 sermones escritos por
Agustín sobre el Antiguo Testamento. El Sermón 43 titulado Comentario de 2 Pe 1, 18 es
analizado por San Agustín y permite situarnos para comprender el concepto de existencia en
su pensamiento. La segunda carta a Pedro, versículo uno, numeral 18 versa: “Nosotros
mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo”.
El sermón 43 describe el siguiente relato:

1
Información consultada del enlace: http://www.catolico.org/santos/agustin.htm

1
Pensad, pues, en este pescador santo, justo, bueno, lleno de Cristo, en cuyas redes,
echadas por todo el mundo, había de ser pescado este pueblo. Recordad que él dijo:
Tenemos un testimonio más firme, el de los profetas. Concédeme que en aquella
controversia el juez sea el profeta. ¿Qué traíamos entre manos? Tú decías: «Entienda yo
y creeré». Yo, en cambio, decía: «Cree para entender». Surgió la controversia; vengamos
al juez, juzgue el profeta; mejor, juzgue Dios por medio del profeta. Callemos ambos.
Ya se ha oído lo que decimos uno y otro. «Entienda yo, dices, y creeré». «Cree, digo yo,
para entender». Responde el profeta: Si no creyereis, no entenderéis2.

Sin embargo, en Confesiones Agustín dice: “Dirigí mis ojos al resto de las cosas y vi que te
son deudoras porque tienen la existencia. En Ti están todas las cosas finitas, pero de una
manera distinta; no como si estuvieran circunscritas a un lugar, sino porque Tú, siendo
todopoderoso, las sostienes a todas con tu mano, con la mano de la verdad. Todas ellas son
verdaderas en cuanto que tienen ser3”.

De las citas anteriores, estamos de acuerdo con el filósofo español Lorenzo Peña4 que el
obispo de Hipona identifica a Dios con la Existencia misma. Por consiguiente, el santo afirma
en el sermón 43 que «Entienda yo y creeré» y «Cree para entender» con énfasis en dos
palabras: entender y creer. De la primera observamos que Agustín busca comprender la
existencia de las cosas finitas en cuanto que son sostenidas por la mano de la verdad. Son
deudoras de la existencia, existencia que para el Doctor de la Gracia es Dios mismo. En este
sentido el concepto existencia en el pensamiento agustiniano es concebido como un puente
entre las nociones Dios- verdad- ser- existencia- cosas finitas.

2
San Agustín. Sermones, Trad. Miguel Fuertes Lanero y Moisés María Campelo. Madrid: B.A.C., 1981, p.
594.
3
San Agustín. Confesiones. Trad. P. José Cosgaya García, Iquitos: Biblioteca Básica Familiar Agustiniana,
2010, p. 120.
4
Peña, Lorenzo. La identificación agustiniana de verdad y existencia: Una defensa filosófica. En: Revista La
Ciudad de Dios, 1989, p. 149.

2
Otro pensador del Medioevo fue Ricardo de San Víctor y describe el concepto existencia a
partir de la etimología del mismo. Este místico concibe dicha noción en su escrito De
Trinitate a partir de las tres personas que componen la Santísima Trinidad, a saber: Padre,
Hijo y Espíritu Santo. El filósofo escocés elaboró la palabra existencia para designar al ser
personal y en mencionado texto, Ricardo afirma: “Ascendamos siguiendo nuestra mente,
pues esta asciende hasta el cielo para estimular y arrastrar consigo nuestros deseos. Cristo
asciende y el Espíritu Santo desciende. Para esto nos envió Cristo su Espíritu, para que
elevase nuestro espíritu tras de sí. Así pues, si su ascensión fue corporal, sea la nuestra
espiritual”5. Al respecto, nos dice Juan Domínguez Berrueta6 en su artículo La moda
existencialista que “el místico del siglo XII llamaba sistencia a la Naturaleza, y ex al modo
de ser de la persona”.

Benedicto XVI7 nos dice en su audiencia general del día 25 de noviembre de 2009 titulada
Hugo y Ricardo de San Víctor que Ricardo en sus dos textos Benjamin minor y Benjamin
maior, “propone a los fieles un camino espiritual que invita ante todo a practicar las diversas
virtudes, aprendiendo a disciplinar y a ordenar con la razón los sentimientos y los
movimientos interiores afectivos y emotivos”. Benedicto XVI nos sigue relatando que “sólo
cuando el hombre ha alcanzado equilibrio y madurez humana en este campo, está preparado
para acceder a la contemplación, que Ricardo define como "una mirada profunda y pura del
alma dirigida a las maravillas de la sabiduría, asociada a un sentido estático de asombro y de
admiración"(Benjamin Maior 1, 4: PL 196, 67)”.

Por tanto, Ricardo de San Víctor al proponer una concepción sobre la ex-sistencia en relación
con las personas de la Santísima Trinidad pretende situar al ser humano ante las tres personas
con el fin de mostrar cómo el ser humano ha de ejercitarse en la contemplación con el fin de
encontrarse con el Padre, el Señor Dios.

5
Ricardo de San Víctor. La Trinidad. Edición bilingüe de Eduardo Otero Pereira. Salamanca: Ediciones
Sígueme, 2015, p. 35.
6
Domínguez Berrueta, Juan. La moda existencialista. En: Revista de Educación, 1950, p. 65.
7
Benedicto XVI. Hugo y Ricardo de San Víctor. Audiencia general del día 25 de noviembre de 2009, p. 3.

3
Otro pensador fue el fraile franciscano inglés Guillermo de Ockham que sostiene que las
ideas no representan ninguna realidad externa a la persona que las piensa. A esta postura se
le llama nominalismo. Dicha perspectiva considera que las ideas son sólo conceptos y
nombres (flatus vocis: voz pronunciada o emisión de palabras vacías) que proferimos los
seres humamos de las cosas particulares que observamos y luego en nuestra alma o mente
generalizamos para comprendernos. Guillermo de Ockham, lector de Aristóteles, fundamenta
su posición nominalista afirmando que sólo la existencia es para los seres particulares. Por
consiguiente, los conceptos generales que concebimos para posteriormente comunicarnos,
no tienen existencia externa sino que son creados en el pensamiento. Juan José Sanguineti8
en su artículo Individuo y naturaleza en Guillermo de Ockham afirma que “en la filosofía de
Guillermo, pese a la gran distancia que lo separa de Aristóteles, debido a su voluntarismo
teológico, hay ciertamente una veta en la que él estimaba coincidir con motivos
genuinamente aristotélicos, y es la veta del individuo”.

Nos dice Ockham9 en su texto Suma de lógica que “el universal es una intención singular del
alma misma, que por naturaleza se predica de varios, así que gracias a que por naturaleza se
predica de varios, no por sí sino por aquellos varios, se llama universal; pero porque es una
forma, existente realmente en el intelecto, se llama singular”. Dicho esto Guillermo10 afirma
que cualquier universal es una cosa singular, y por eso no es universal sino por la
significación, porque es signo de varios. En este sentido, el concepto de existencia es el
fundamento teórico del nominalismo ockhamista que surge de la lectura sobre el individuo
desarrollado en el Libro VII del texto Metafísica de Aristóteles11. En dicho escrito El
Estagirita afirma que “la entidad de cada cosa es la propia de cada cosa que no se da en
ninguna otra”. Esta definición dada por Aristóteles es la que le permite a Ockham articularla
con su perspectiva nominalista con el fin de comprender la realidad existencial de las
creaturas (individuos singulares).

8
Sanguineti, Juan José. Individuo y naturaleza en Guillermo de Ockham. En: Scripta Theologica, 1985, p.
845.
9
Guillermo de Ockham. Suma de lógica. Trad. Alfonso Flórez Flórez. Bogotá: Editorial Norma, 1994, p. 65.
10
Guillermo de Ockham. Suma de lógica. Trad. Alfonso Flórez Flórez. Bogotá: Editorial Norma, 1994, p. 64.
11
Aristóteles. Metafísica. Trad. Tomás Calvo Martínez. Madrid: Editorial Gredos, 1994, p. 326.

4
Para concluir esta recopilación de autores medievales que en su pensamiento les resultó
relevante de alguna manera el concepto existencia mencionaremos a Santo Tomás de Aquino.
Nos dice Iván Maurial12 que el santo nacido cerca a Nápoles, similar a la concepción
agustiniana, “tuvo a Dios como tema central”. En este sentido, nos reitera Maurial13 que
Tomás “valoró debidamente la experiencia sensible y el poder de la razón, mostrando su
filosofía notoria tendencia hacia lo concreto. Su obra es uno de los momentos culminantes
del pensamiento medieval, realizando la síntesis más acabada del aristotelismo y de la
doctrina cristiana”. Según Maurial14, el Doctor Angélico escribe su obra en consonancia con
la orientación temática y sobre cuatro coordenadas propone los argumentos, objeciones y
conclusiones razonadas y justificadas de cada artículo. Estas son: cuaestio, disputatio,
responsio y vera solutio. Maurial15 nos comenta que “en 1270 Tomás de Aquino finaliza la
primera parte de la Suma Teológica”. La segunda cuaestio o cuestión de la sección I es sobre
la existencia de Dios.

El Aquinate16 señala al principio de su escrito que “la reflexión sobre Dios abarcará tres
partes. En la primera trataremos lo que es propio de la esencia divina”. Posteriormente
Tomás17 nos sitúa 3 preguntas pero la última es la que nos importa a nosotros para el objetivo
del escrito, a saber: ¿Existe o no existe Dios? En un primer momento realiza el momento
conocido como disputatio: exponer las objeciones a favor y en contra de la existencia de
Dios. Tomás presenta las objeciones en contra de la existencia de Dios: la primera sitúa el
problema en la teoría de los contrarios y el problema del mal. En palabras del santo 18: “Si
uno de los contrarios es infinito, el otro queda totalmente anulado. Esto es lo que sucede con
el nombre Dios al darle el significado de bien absoluto. Pues si existiese Dios, no existiría
ningún mal. Pero el mal se da en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe”. La segunda objeción
radica en fundamentar a Dios en algún principio. Tomás19 afirma que: “Lo que encuentra su
razón de ser en pocos principios, no se busca en muchos. Parece que todo lo que existe en el
mundo, y supuesto que Dios no existe, encuentra su razón de ser en otros principios; pues lo
que es natural encuentra su principio en la naturaleza; lo que es intencionado lo encuentra en
la razón y voluntad humanas. Así, pues, no hay necesidad alguna de acudir a la existencia de
Dios”.

12
Maurial, Iván. Tomas de Aquino y las cinco vías de la existencia de Dios. Reflexiones sobre su vida y
pensamiento filosófico-teológico. En: Revista Consensus, 2015, p. 51.
13
Ibidem.
14
Maurial, Iván. Tomas de Aquino y las cinco vías de la existencia de Dios. Reflexiones sobre su vida y
pensamiento filosófico-teológico. En: Revista Consensus, 2015, p. 53.
15
Ibidem.
16
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica, p. 18.
17
Ibidem.
18
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica, p. 19.
19
Ibidem.

5
Contra las objeciones presentadas anteriormente, Santo Tomás de Aquino20 argumenta lo
siguiente: “está lo que se dice en Éxodo 3,14 de la persona de Dios: Yo soy el que soy”. Lo
que nos inquieta en este escrito es ubicar el concepto en el pensamiento del autor y matizarlo.
En este sentido el concepto existencia para Tomás de Aquino como para San Agustín implica
relacionarlo con la noción misma de Dios. Por consiguiente, entramos en el momento de la
responsio o solución razonada. En este el Doctor Angélico propone 5 vías para negar las
objeciones en contra de la existencia de Dios. Estas son: 1) Dios es movimiento sin ser
movido por otro (potencia-acto según Aristóteles). 2) Dios es causa eficiente primera que lo
crea todo (la causa eficiente para Aristóteles es la causa que determina cierto efecto). 3) Dios
les permite a las cosas existir o no. Para Tomás de Aquino21 Dios es la causa porque no es
causa de sí misma sino de las demás causas, es decir, el santo nos afirma que

Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva
en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas
llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió.
Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no
empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que
algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso.
Luego no todos los seres son sólo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario
pues es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad
no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás.

La 4) es la vía de la perfección, es decir, las cosas creadas tienen valores como la bondad, la
veracidad, la nobleza entre otras características. Unas se aproximan mas a lo sumo perfecto
que otras. Por consiguiente llamamos a algo que es muy veraz o muy bueno y, según Tomás22
argumenta, en consecuencia, “es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente
verdaderas, son seres máximos”. Esto último lo dice Aristóteles en el Libro II de la
Metafísica. Según el Doctor Angélico23 “hay algo que en todos los seres es causa de su existir,
de su bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos Dios”. La 5) es la vía del
ordenamiento de las cosas. Para Tomás24 “las cosas que no tienen conocimiento no tienden
al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el
arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin.
Le llamamos Dios”.

20
Ibidem.
21
Ibidem.
22
Ibidem.
23
Ibidem.
24
Ibidem.

6
De las objeciones descritas Tomás25 presenta la vera solutio o solución verdadera y consta
de dos argumentos, a saber: 1) Escribe Agustín en el Enchiridio: Dios, por ser el bien sumo,
de ninguna manera permitiría que hubiera algún tipo de mal en sus obras, a no ser que, por
ser omnipotente y bueno, del mal sacara un bien. Esto pertenece a la infinita bondad de Dios,
que puede permitir el mal para sacar de él un bien y en la 2) el Doctor Angélico afirma que

Como la naturaleza obra por un determinado fin a partir de la dirección de alguien


superior, es necesario que las obras de la naturaleza también se reduzcan a Dios como a
su primera causa. De la misma manera también, lo hecho a propósito es necesario
reducirlo a alguna causa superior que no sea la razón y voluntad humanas; puesto que
éstas son mudables y perfectibles. Es preciso que todo lo sometido a cambio y
posibilidad sea reducido a algún primer principio inmutable y absolutamente necesario,
tal como ha sido demostrado.

Por tanto, concluimos que para Tomás de Aquino el concepto de existencia consiste en las 5
propuestas para comprobar la existencia de Dios pues afirma el Doctor Angélico que “como
dice el Damasceno al inicio de su libro, el conocimiento de que Dios existe está impreso en
todos por naturaleza. Por lo tanto, Dios es evidente por sí mismo”.

Preguntas para conversatorio

1. ¿Es la existencia, según cada uno de los medievales mencionados, una respuesta a lo
que está pasando al no comprendernos como seres humanos hoy en día como los
atentados, guerras y marchas o es una perspectiva del pasado que hoy no nos dice
nada?
2. ¿Es posible que la metafísica medievalista existencial requiera hoy un mayor estudio
para generar conocimiento relevante para los estudios filósofos contemporáneos en
la actualidad?

25
Ibidem.

7
BIBLIOGRAFÍA

 Aristóteles. Metafísica. Trad. Tomás Calvo Martínez. Madrid: Editorial Gredos,


1994.
 Benedicto XVI. Hugo y Ricardo de San Víctor. Audiencia general del día 25 de
noviembre de 2009. Referencia consultada del enlace:
https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2009/documents/hf_ben-
xvi_aud_20091125.pdf
 Biblia de Jerusalén. Nueva edición totalmente revisada y aumentada, Bilbao:
Desclée De Brouwer, 2009.
 Domínguez Berrueta, Juan. La moda existencialista. En: Revista de Educación,
1950. Referencia consultada del enlace: https://www.mecd.gob.es/dctm/revista-de-
educacion/1950/195094/1950re94moda.pdf?documentId=0901e72b81ee0987
 Guillermo de Ockham. Suma de lógica. Trad. Alfonso Flórez Flórez. Bogotá:
Editorial Norma, 1994. Referencia consultada del enlace:
https://www.academia.edu/35682038/Guillermo_de_Ockham-
Suma_de_l%C3%B3gica_-_Libro_I_-_1994.pdf?auto=download
 Maurial, Iván. Tomas de Aquino y las cinco vías de la existencia de Dios.
Reflexiones sobre su vida y pensamiento filosófico-teológico. En: Revista
Consensus, Vol. 20, 2015, pp. 51-62. Referencia consultada en el enlace:
http://www.unife.edu.pe/publicaciones/revistas/consensus/volumen20/Consensus%2020_
1/Cap.%206.pdf
 Peña, Lorenzo. La identificación agustiniana de verdad y existencia: Una defensa
filosófica. En: Revista La Ciudad de Dios, 1989, pp. 149-72. Referencia consultada
del enlace: http://digital.csic.es/bitstream/10261/10053/1/verdadex.pdf

8
 Ricardo de San Víctor. La Trinidad. Edición bilingüe de Eduardo Otero Pereira.
Salamanca: Ediciones Sígueme, 2015.
 San Agustín. Sermones. Vol. VII. Trad. Miguel Fuertes Lanero, Moisés María
Campelo. Madrid: B.A.C., 1981.
 San Agustín. Confesiones. Trad. P. José Cosgaya García, Iquitos: Biblioteca Básica
Familiar Agustiniana, 2010.
 Sanguineti, Juan José. Individuo y naturaleza en Guillermo de Ockham. En: Scripta
Theologica, 1985, pp. 845-861.
 Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica. Referencia consultada en el enlace:
http://www.documentacatholicaomnia.eu/03d/1225-
1274,_Thomas_Aquinas,_Summa_Theologiae,_ES.pdf

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