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Resumen Abstract
Los libros de memorias juegan un rol impor- Memoirs have an important role in the litera-
tante en la literatura escrita por policías. So- ture written by policemen. Stories about the
bresalen aquí los relatos del “vigilante de la es- “street corner policeman” stand out among
quina”, que muestran al policía de antaño y su them, showing the policemen of old times
relación de confianza con la comunidad. and their trusty relation with community.
En este artículo, se analizan las conexiones en- In this paper, the connections between past,
tre pasado, memoria y emoción que subyacen memory and emotion that underlie the con-
a la construcción de este relato, proponiéndo- struction of this particular story are analyzed,
se que la nostalgia es una herramienta inheren- proposing that nostalgia is an inherent tool
te a la construcción de un determinado senti- to the construction of a certain flow of time.
do del tiempo. Examinar el relato del “vigilante Examining the “street corner policeman” sto-
de la esquina” implicará analizar los valores con ry will imply analyzing the values with which
que la agencia policial se representa y rescatar the police institution represents itself and
el rol que las emociones juegan en la reproduc- rescuing the role that emotions play in the
ción de las tradiciones institucionales. reproduction of institutional traditions.
Palabras clave: “Vigilante de la esquina”; po- Key words: “Street corner policeman”;
licía; pasado; nostalgia; emoción. police; past; nostalgia; emotion.
1
CONICET-UBA, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
*
Corresponding author: maikenas@yahoo.com.ar
DOI: httpT://doi.org/10.14195/2182-7982_34_2
Artigo recebido a 14 de março de 2016 e aceite a 8 de junho 2017
I nuestras vidas, de nuestros pasos, ve-
lando nuestros sueños, cuidando a su
En febrero de 2009, el teniente Aldo manera de a cada uno de nosotros.
Roberto Garrido fue muerto mientras Mientras hacíamos lo nuestro, sabía-
intentaba reducir a dos delincuentes en mos que él estaba haciendo lo suyo.
30 un negocio de la localidad de San Isidro. Cuidándonos.
Pertenecía a la Policía de la Provincia de Pero ayer, un llamado tal vez, una
Buenos Aires (PPBA)1 y patrullaba la misma persona sospechosa quizás, qué sé yo.
Mariana Sirimarco
1
La PPBA, como su nombre lo indica, cumple fun-
Las cámaras enviadas al lugar de los
ciones de seguridad pública en el territorio de la pro-
vincia de Buenos Aires, la más grande y densamente hechos trazaron un panorama contun-
poblada de la República Argentina. Es, por esto, la dente. No había vecino que no conociera
mayor fuerza policial del país. A lo largo de este tra- al policía muerto ni ponderara sus cuali-
bajo se harán referencias a ésta y a la Policía Federal
dades humanas y profesionales. Interpe-
Argentina (PFA) indistintamente, al entenderse que
lo analizado aquí hace a la cuestión policial como
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tópico general. Esta última ejerce su función a través “Mataron a Garrido, nuestro policía”, carta del lec-
de delegaciones a lo largo del país y, conjuntamente tor Luis Uraga, Diario Clarín, de 18 febrero de 2009.
con la Policía Metropolitana, en la Ciudad Autónoma Disponible en: http://edant.clarin.com/suplemen-
de Buenos Aires, capital de la Argentina. tos/cartas/2009/02/18/CartasAlPais.htm.
lados, repetían una y otra vez los mismos dad militar, jerarquías rígidas y sistemas
ejemplos: tenía su uniforme siempre im- de control interno corporativos y poco
pecable y el escudo de su gorra siempre transparentes. Sumado a esto, el parti-
brillante; conocía al detalle todo lo que cular desarrollo histórico-institucional las
pasaba en el barrio y se dirigía a los veci- ha orientado a la represión de las activi-
nos por su nombre; su presencia tranqui- dades políticas disidentes y del pequeño 31
lizaba; todos, incluso los descarriados, lo delito, consolidando una tradición don-
respetaban. de el uso de la fuerza es concebido como
tos, el sacrificio que le cabe a todo policía Pero antes, al policía que estaba en la
alcanza su pico más alto, pues el caído cae esquina se lo respetaba, porque era
en guerra contra el crimen (Galeano, 2011; el que cuidaba el barrio, a los chicos
Sirimarco, 2013a). cuando jugaban a la pelota. ¡Si hasta
La muerte del teniente Garrido podría le dejabas las llaves de tu casa cuan-
haber pulsado la cuerda del héroe caído, do te ibas de vacaciones!7
pero no lo hizo. Y tal vez porque la narra- La clave de esta semblanza, en lo que
tivización de la muerte no cayó en manos al ámbito policial respecta, radica en el
de la institución policial sino de la gente6, antes: su apelación exuda aires de pasa-
la semblanza del teniente Garrido activó do. Su silueta anida, más que en la vida
otra figura policial tan mítica como la de real, en los libros y los recuerdos. Como
los caídos, pero de distinta estirpe; una estas palabras dejan entrever, el “vigilan-
donde no prima el final, sino la larga tra- te de la esquina” es, por antonomasia,
yectoria de un oficio construido cotidia- el policía de los tiempos idos: el funcio-
namente. Pues el “vigilante de la esquina”, nario leal y honesto de un paisaje social
como ha quedado claro, no es cualquier en que, como se verá, todo era distinto
policía que patrulla (ni mucho menos un porque todo era mejor.
simple policía que muere), sino uno que Este trabajo versa sobre esta figura
narrativa. No sobre el teniente Garrido
construye una relación de especial cer-
(cuya historia ha servido de disparador y
canía y confianza con la comunidad. Uno
servirá más adelante de punto de tensión)
que inspira y recibe respeto, que se pone
ni sobre cualquier otra historia individual
al servicio constante de la población y sus
que pareciera confirmarla, sino sobre su
problemas, que labra su destino con cada
existencia misma de relato institucional.
acto de su oficio.
Pues el “vigilante de la esquina” es jus-
Estos sentidos pueden no ser gran-
tamente eso: una narrativa que pone en
dilocuentes, pero así y todo la figura
escena discursos, vivencias y valorizacio-
del “vigilante de la esquina” posee una
potencia inusitada, en la esfera policial 7
Subinspector de la PPBA, trabajo de campo corres-
pondiente al año 2014. El argumento es compartido
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Volveremos luego sobre ello. por la mayoría del personal.
nes que permiten pensarse como grupo cias etnográficas8, y como un modo de
social y como institución; una matriz de bucear en las conexiones entre pasado,
significación que condensa significados, memoria e identidad que subyacen a la
organiza las experiencias y dice a propios construcción de todo relato institucional.
y extraños quién y cómo se es. Y en tanto el “vigilante de la esquina” es
Como tal, el “vigilante de la esquina” una figura que se sostiene en la añoran- 33
no alude necesariamente a personas za, este trabajo busca visitar también la
reales o sucesos más o menos verda- ligazón que se construye entre relato y
los domicilios de los pasajeros” (Anzu- controlar dicha parada. Llegó caminando
lovic, 1967: 3) y en los cines siempre se hasta esas lejanías y el protagonista del
encontraba lugar. La imagen del illo tem- relato le agradeció el gesto: “pocas veces,
pore se delinea desde el principio. ya sea por las lluvias u otras causas, tengo
Las peripecias laborales que le suce- la satisfacción de ver algún superior por
den al protagonista se interrumpen de estos lados”. Avanzada un poco la charla,
pronto en el capítulo XXVII, titulado cla- el oficial le preguntó si le agradaría ocu-
ramente “El vigilante de acero”, cuando el par otra más poblada y más céntrica:
autor considera que puede permitirse un “Si me ordenan voy a la que me
pequeño desvío para reflejar la manden, pero en cuanto a gusto, es-
personalidad de hombres que ocu- toy bien aquí.”
pan el peldaño más bajo de la esca- “No veo la razón de su gusto”
lera jerárquica, por ser ellos quienes —afirmó el oficial.
llevan la representación institucional “Verá señor —dijo aquel apuran-
a las distintas esquinas de la ciudad y do su explicación—; esta parada es
enfrentan primero que ninguno, y a muy ‘brava’. Basta echar un vistazo
veces solos, situaciones difíciles en las en esos ranchos para darse cuenta
que sólo pueden confiar en su propia con qué clase de gente hay que tra-
capacidad y experiencia (Anzulovic, tar, pero yo los tengo ‘a raya’12 y si me
1967: 147). voy, pensarán ‘que me achiqué…’13,
perdone el término” —agregó […].
Llegado este capítulo, el protago- “De noche tengo que estar aten-
nista abandona el tiempo presente con to, pues de los muchos que viven en
que venía contando sus historias y en el los ranchos ‘unos cuantos son los que
homenaje al vigilante surgen los verbos andan rateando’14 por las casas de
en pasado, como si la historia no fuera las inmediaciones y entre ellos hay
experiencia cercana sino recuerdo que
tuviera que evocarse: nos dice que era 12
Tener a raya: tener bajo control, controlar.
un hombre de unos 40 años, de regular 13
Achicarse: acobardarse.
14
Ratear: robar.
unos pendencieros y cuchilleros. Mi Los “cirujas”15 lo temían, pues lo sa-
presencia les molesta mucho y hacen bían decidido para reprimir cualquier
lo imposible para alejarme de este contravención o delito y en general
lugar, logrando así campo libre para lo respetaban, pues el principio de su
sus actividades delictuosas. autoridad campeaba con su ejemplo
“Algunas veces y sobre todo en de virtudes ciudadanas y profesiona- 37
los primeros tiempos, cuando me les en todo el radio de su acción (An-
hice cargo de esta parada; en algunas zulovic, 1967: 147 151).
15
Ciruja: mendigo.
del texto – el barro, las ranas, el arroyo, el la fuerza no estaba descartado, pero en
hombre a caballo, los cuchilleros – con- un movimiento de prestidigitación nos lo
fabulan para presentar la imagen de un ocultaba. La sentencia quedaba sugerida,
tiempo largamente ido. La construcción pero no mostrada: ninguna de las imáge-
del paisaje suburbano que es propia del nes construidas nos presentaba al policía
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“vigilante de la esquina” se vuelve, en en alguna situación de esa índole. Antes
este relato puntual, aun más bucólica. bien, el policía de Donato intercambiaba
Reaparece aquí también otro rasgo opiniones bajo el farol, mostraba la foto
Mariana Sirimarco
clave de esta figura: su valía entre vecinos de sus hijos con orgullo y evitaba que los
y maleantes. Anzulovic dice que los pri- chicos perdieran sus pelotas cuando ju-
meros “lo apreciaban” tanto que ni bien gaban al futbol en la calle.
se insinuaba la posibilidad de su traslado, La misma fuerza legítima pone en jue-
se dirigían a la jefatura para que no se go el vigilante de Anzulovic, pero ya sin
concretara el proyecto. Y que los segun-
ocultarla. Más bien lo contrario: se diría
dos “lo temían y lo respetaban”, conoce-
que el respeto que se gana este policía
dores de su autoridad y su firmeza para
gira en torno a estas acciones —tiros, en-
reprimir delitos.
frentamientos, persistencia en la parada—
La semblanza de Anzulovic abreva en
como si el principio mismo de la autori-
estos sentidos – el policía incorruptible
dad policial se fundara sobre la “bravura” y
ante la delincuencia, como dirían Garri-
ésta no tuviera que ser escamoteada, sino
ga Zucal y Melotto (2013) – pero echa
puesta en primer plano. Si el policía de
en falta al “vigilante de la esquina” como
Donato hacía hincapié en lo policial como
compinche de niños y vecinos. Y tal vez
servicio comunitario, el vigilante de Anzu-
esta ausencia de evocaciones de corte
lovic, sin abandonar estos valores, enraíza
sensible – los chicos jugando a la pelota,
su función en el combate al crimen.
el policía charlando con la barra – no sea
Vemos que los puntos de contacto
un detalle menor. Sobre todo si se aúna entre ambas figuras son claros, pero los
a otro rasgo que en este relato destaca corrimientos de sentido también son vi-
contrastivamente: el sentido de servicio sibles y conducen a una pregunta: ¿es el
de este “vigilante de la esquina” no ex- policía de Anzulovic el mismo policía de
cluye necesariamente el uso de la fuerza. Donato? ¿Aluden a una misma semblan-
Decía antes Donato que el policía de za? La respuesta es compleja y requiere
su relato nunca había pisado ni a un sapo de salvedades.
en los zanjones de su infancia. Decía tam- La primera, que un relato no es una
bién que para llegar a reaccionar tenía pieza acabada. Antes bien, un relato es
que ser motivado (Donato, 1999: 161). una pieza narrativa colectivamente pro-
Decía entonces que el uso (legítimo) de ducida, resultado de la intervención de
diversos materiales, personas, tiempos ambos relatos parecen confirmarnos en
y objetivos (Ewick y Silbey, 1995; Hohr, esa línea, así como la voluntad de presen-
2000). Lo que significa que un relato se tarnos a los protagonistas en su accionar
caracteriza entonces por contener hue- cotidiano. Si la descripción de ambos pu-
llas de variaciones. Esas discordancias no diera reducirse a unos pocos trazos, coin-
debieran sorprendernos. Un relato se teje cidiría en un mismo perfil: el suboficial de 39
con innumerables puntadas, y los nudos experiencia cuyo sitio es la calle y su honor
divergentes no anuncian la invalidez de el cuidado de bienes y vecinos.