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El “vigilante de la esquina”.

El rol de la nostalgia en la construcción 29

de relatos policiales argentinos


The “street corner policeman”.
The role of nostalgia in the construction
of Argentinean police stories
Mariana Sirimarco1*

Resumen Abstract
Los libros de memorias juegan un rol impor- Memoirs have an important role in the litera-
tante en la literatura escrita por policías. So- ture written by policemen. Stories about the
bresalen aquí los relatos del “vigilante de la es- “street corner policeman” stand out among
quina”, que muestran al policía de antaño y su them, showing the policemen of old times
relación de confianza con la comunidad. and their trusty relation with community.
En este artículo, se analizan las conexiones en- In this paper, the connections between past,
tre pasado, memoria y emoción que subyacen memory and emotion that underlie the con-
a la construcción de este relato, proponiéndo- struction of this particular story are analyzed,
se que la nostalgia es una herramienta inheren- proposing that nostalgia is an inherent tool
te a la construcción de un determinado senti- to the construction of a certain flow of time.
do del tiempo. Examinar el relato del “vigilante Examining the “street corner policeman” sto-
de la esquina” implicará analizar los valores con ry will imply analyzing the values with which
que la agencia policial se representa y rescatar the police institution represents itself and
el rol que las emociones juegan en la reproduc- rescuing the role that emotions play in the
ción de las tradiciones institucionales. reproduction of institutional traditions.

Palabras clave: “Vigilante de la esquina”; po- Key words: “Street corner policeman”;
licía; pasado; nostalgia; emoción. police; past; nostalgia; emotion.

1
CONICET-UBA, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
*
Corresponding author: maikenas@yahoo.com.ar
DOI: httpT://doi.org/10.14195/2182-7982_34_2
Artigo recebido a 14 de março de 2016 e aceite a 8 de junho 2017
I nuestras vidas, de nuestros pasos, ve-
lando nuestros sueños, cuidando a su
En febrero de 2009, el teniente Aldo manera de a cada uno de nosotros.
Roberto Garrido fue muerto mientras Mientras hacíamos lo nuestro, sabía-
intentaba reducir a dos delincuentes en mos que él estaba haciendo lo suyo.
30 un negocio de la localidad de San Isidro. Cuidándonos.
Pertenecía a la Policía de la Provincia de Pero ayer, un llamado tal vez, una
Buenos Aires (PPBA)1 y patrullaba la misma persona sospechosa quizás, qué sé yo.
Mariana Sirimarco

zona desde hacía 26 años. Él se hizo presente, como tantas, pero


La noticia de su muerte llegó a la pren- tantas veces. Pero esta vez, dos bala-
sa del día siguiente. Podría haber sido el zos le madrugaron la espalda. Aquí
recuento frío de otro policía caído en acto podría terminar la crónica diaria. Murió
de servicio, pero enseguida fue mucho el teniente Aldo Garrido en cumpli-
más que eso. Ese día, uno de los diarios miento del deber, oficial de la Policía
principales de Buenos Aires abrió la ola de Bonaerense, con 26 años de servicio
homenajes con la carta de un lector: a punto de jubilarse. Pero no es así. Lo
mataron a Garrido, ¿me entendés? Ma-
Ayer, a las 8.30 compartimos un
taron a “nuestro” policía. Al que nos
saludo, un buen día de vereda a vere-
conocía a todos. Al que vimos pasar
da, y una broma de fútbol, como casi
corriendo mil veces atrás de algún o
todos los días. Yo apuré mi cortado
alguna amiga de lo ajeno. Los detecta-
en “Coquito”, y me fui rápido a la ce-
ba con el olfato, que sólo la experien-
rrajería para no llegar tarde. El siguió
cia y la vocación dan. Y los disuadía
su recorrido rutinario: “Cómo estuvie-
muchísimas veces sólo con la palabra,
ron las vacaciones”; “qué bronceada
especialmente si eran criaturas.
que estás”; “cómo están los chicos”;
[…].
“qué linda te quedó la nueva vidriera”.
¡Cómo te vamos a extrañar, her-
Y así, uno a uno. Él estaba al tanto de
mano! Descansá en paz.2

1
La PPBA, como su nombre lo indica, cumple fun-
Las cámaras enviadas al lugar de los
ciones de seguridad pública en el territorio de la pro-
vincia de Buenos Aires, la más grande y densamente hechos trazaron un panorama contun-
poblada de la República Argentina. Es, por esto, la dente. No había vecino que no conociera
mayor fuerza policial del país. A lo largo de este tra- al policía muerto ni ponderara sus cuali-
bajo se harán referencias a ésta y a la Policía Federal
dades humanas y profesionales. Interpe-
Argentina (PFA) indistintamente, al entenderse que
lo analizado aquí hace a la cuestión policial como
2
tópico general. Esta última ejerce su función a través “Mataron a Garrido, nuestro policía”, carta del lec-
de delegaciones a lo largo del país y, conjuntamente tor Luis Uraga, Diario Clarín, de 18 febrero de 2009.
con la Policía Metropolitana, en la Ciudad Autónoma Disponible en: http://edant.clarin.com/suplemen-
de Buenos Aires, capital de la Argentina. tos/cartas/2009/02/18/CartasAlPais.htm.
lados, repetían una y otra vez los mismos dad militar, jerarquías rígidas y sistemas
ejemplos: tenía su uniforme siempre im- de control interno corporativos y poco
pecable y el escudo de su gorra siempre transparentes. Sumado a esto, el parti-
brillante; conocía al detalle todo lo que cular desarrollo histórico-institucional las
pasaba en el barrio y se dirigía a los veci- ha orientado a la represión de las activi-
nos por su nombre; su presencia tranqui- dades políticas disidentes y del pequeño 31
lizaba; todos, incluso los descarriados, lo delito, consolidando una tradición don-
respetaban. de el uso de la fuerza es concebido como

El “vigilante de la esquina”. El rol de la nostalgia en la construcción de relatos policiales argentinos


Las expresiones de reconocimiento, un ejercicio discrecional y arbitrario que
consternación y dolor pronto empeza- no admite el control externo (Tiscornia,
ron a viralizarse: los comerciantes baja- 1998; Martinez y Eilbaum, 1999)4.
ron las persianas, los locales de la calle En este contexto, no es de extrañar
principal lucieron crespones, las vidrieras que la imagen policial esté casi en ruinas.
se llenaron de fotos con su estampa, un El caso del teniente Garrido sacó a la luz,
florista del barrio regaló las flores que sin embargo – y de modo inusual – una
fueran para homenajearlo.3 semblanza que resultó contrastante pero
La situación que se vivió con la muer- no desconocida. Recuerdo a recuerdo,
te del teniente Garrido fue sorpresiva y espontáneamente, los vecinos desem-
desacostumbrada. En un contexto local polvaron una estampa que el cambio de
habituado a casos generalizados de vio- los tiempos parecía haber vuelto obsole-
lencia, brutalidad y corrupción policial ta: la del policía estimado y sentido como
– represión de la protesta social, perse- propio, la del policía conocedor de su pa-
cución de sectores vulnerables, muerte rada y de su gente. En términos policia-
de detenidos en comisarías, episodios les, la del viejo “vigilante de la esquina”5.
de “gatillo fácil”, comisión de ilegalismos, En lo que al ámbito local refiere, la
vínculos con el crimen organizado – la costumbre dicta que la muerte de un po-
imagen policial en Argentina es la de una licía movilice – en el discurso de la pro-
fuerza bajo sospecha constante. Las ra- pia institución, en la prensa que le hace
zones son complejas y superan el espa- eco – sentidos asociados al sacrificio, al
cio disponible, pero baste señalar que, arrojo, al riesgo del oficio: todo policía que
si bien se trata de cuerpos de seguridad
4
civiles, la normativa y la práctica las han Para mayores datos del contexto policial local, ver
Sain (2008), Tiscornia (2008), Frederic (2008) y Pita
estructurado con esquemas de autori-
(2010), entre otros.
5
La frase y su remembranza pronto estuvieron de
3
“Fusilan a sangre fría a un policía en pleno centro boca en boca. La prensa rápidamente la puso en mar-
de San Isidro”, Diario Clarín, de 18 febrero de 2009. cha. Ver, por ejemplo, “El último vigilante de la esqui-
Disponible en: https://www.clarin.com/policiales/ na”, de Fernando Rodríguez, Diario La Nación, de 18
fusilan-sangre-fria-policia-pleno-centro-san-isi- febrero de 2009. Disponible en: http://www.lanacion.
dro_0_HkNMYc50TKe.html. com.ar/1100886-el-ultimo-vigilante-de-la-esquina.
muere en ejercicio de sus funciones es argentina, para aglutinar y presentar va-
rápidamente transformado en un “caído lores institucionales. Su semblanza es
en cumplimiento del deber” y despedido sinónimo del buen quehacer y tiene tal
como un héroe. A la policía le ha gustado, prestigio que no es extraño oírla en boca
desde antiguo, pensarse en esos términos de policías, todavía hoy, para explicar los
32 y hacer de la muerte de los que así mue- bemoles del oficio:
ren una muerte honrosa, al presentarla se cree que la policía es corrup-
como una muerte ofrecida. En esos muer- ta, violenta. Nadie respeta al policía.
Mariana Sirimarco

tos, el sacrificio que le cabe a todo policía Pero antes, al policía que estaba en la
alcanza su pico más alto, pues el caído cae esquina se lo respetaba, porque era
en guerra contra el crimen (Galeano, 2011; el que cuidaba el barrio, a los chicos
Sirimarco, 2013a). cuando jugaban a la pelota. ¡Si hasta
La muerte del teniente Garrido podría le dejabas las llaves de tu casa cuan-
haber pulsado la cuerda del héroe caído, do te ibas de vacaciones!7
pero no lo hizo. Y tal vez porque la narra- La clave de esta semblanza, en lo que
tivización de la muerte no cayó en manos al ámbito policial respecta, radica en el
de la institución policial sino de la gente6, antes: su apelación exuda aires de pasa-
la semblanza del teniente Garrido activó do. Su silueta anida, más que en la vida
otra figura policial tan mítica como la de real, en los libros y los recuerdos. Como
los caídos, pero de distinta estirpe; una estas palabras dejan entrever, el “vigilan-
donde no prima el final, sino la larga tra- te de la esquina” es, por antonomasia,
yectoria de un oficio construido cotidia- el policía de los tiempos idos: el funcio-
namente. Pues el “vigilante de la esquina”, nario leal y honesto de un paisaje social
como ha quedado claro, no es cualquier en que, como se verá, todo era distinto
policía que patrulla (ni mucho menos un porque todo era mejor.
simple policía que muere), sino uno que Este trabajo versa sobre esta figura
narrativa. No sobre el teniente Garrido
construye una relación de especial cer-
(cuya historia ha servido de disparador y
canía y confianza con la comunidad. Uno
servirá más adelante de punto de tensión)
que inspira y recibe respeto, que se pone
ni sobre cualquier otra historia individual
al servicio constante de la población y sus
que pareciera confirmarla, sino sobre su
problemas, que labra su destino con cada
existencia misma de relato institucional.
acto de su oficio.
Pues el “vigilante de la esquina” es jus-
Estos sentidos pueden no ser gran-
tamente eso: una narrativa que pone en
dilocuentes, pero así y todo la figura
escena discursos, vivencias y valorizacio-
del “vigilante de la esquina” posee una
potencia inusitada, en la esfera policial 7
Subinspector de la PPBA, trabajo de campo corres-
pondiente al año 2014. El argumento es compartido
6
Volveremos luego sobre ello. por la mayoría del personal.
nes que permiten pensarse como grupo cias etnográficas8, y como un modo de
social y como institución; una matriz de bucear en las conexiones entre pasado,
significación que condensa significados, memoria e identidad que subyacen a la
organiza las experiencias y dice a propios construcción de todo relato institucional.
y extraños quién y cómo se es. Y en tanto el “vigilante de la esquina” es
Como tal, el “vigilante de la esquina” una figura que se sostiene en la añoran- 33
no alude necesariamente a personas za, este trabajo busca visitar también la
reales o sucesos más o menos verda- ligazón que se construye entre relato y

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deros, sino a modelos prototípicos que emoción, prestando especial atención
encarnan mensajes aleccionadores. Por- al rol de la nostalgia como herramienta
que no hay que olvidar que un relato es inherente a la construcción del pasado.
una pieza que no está gobernada por la
verdad empírica sino por la necesidad
narrativa, que pertenece al plano de la II
interpretación de los hechos y no de su
descripción y que lo que prima en ella no El “vigilante de la esquina” no es cual-
es cuánto se acerque o se aleje el suceso quier figura. No explota el abanico habi-
narrado de la realidad, sino la realidad tual de sentidos de lo policial: no se nutre
que ese suceso narrado ayuda a construir de la fuerza y el coraje, ni del combate al
(Bruner, 1991; Ochs y Capps, 1996). crimen, ni siquiera apela a la muerte he-
Sostienen Bruner (1998) y Lewkowicz roica y sacrificada. Su potencia de acción
(2008) que toda institución construye re- nace de la delimitación de una zona con
latos que la sostienen; que, para existir contornos más pedestres. Me gustaría en
como tal, toda institución debe narrar- este apartado repasarlos.
se, es decir, reproducirse. ¿Qué nos dice Una buena forma de delimitar esta
la estampa del “vigilante de la esquina” figura es rastrear los libros de memorias,
sobre la función policial? ¿Qué nos dice
acerca del entendimiento de su rol y de
su relación con la sociedad? ¿Qué del
contexto de descrédito en que esa ima-
gen es fecunda? Este trabajo se propo- 8
Las argumentaciones presentes en este artículo
ne analizar dicha figura tal como circula están basadas en mi investigación en el ámbito po-
licial, llevada a cabo ininterrumpidamente desde el
en la narrativa policial, reflexionando en
año 1999 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el
torno a material documental y experien Gran Buenos Aires. La misma implica una conjunción
de trabajo etnográfico – observaciones de campo,
entrevistas, registros— y, como se detallará a conti-
nuación, análisis documental específico —leyes, re-
glamentaciones, material de producción institucional,
libros de relatos y memorias policiales, etc.
cuentos y relatos policiales9. Estos volú- La calle del policía es su universo
menes de vivencias y recuerdos se ca- y él lo sabe […].
racterizan por intentar narrativizar, como En su natural no violencia, nunca
señalo, la experiencia profesional en base había pisado ni a un sapo saltarín en
a una serie de tópicos institucionalmente los zanjones donde transcurrió su in-
34
valorados. Escritos a lo largo de una ex- fancia y requería para reaccionar ser
tensa línea de tiempo, tienen en común motivado por un ataque o un insulto.
el uso del medio impreso para bregar Recién entonces solía ser de lo más
Mariana Sirimarco

por construir el perfil moral del policía drástico y efectivo.


ideal, valorizando sus actividades y brin- Su trabajo era cuidar los zaguanes,
dando una “versión oficial” respecto de velando en rondas silentes, en un pe-
su labor (Bretas, 2009; Galeano, 2009). regrinaje de todos los días, por aquel
Las escenas que estos libros ofrecen barrio suburbano donde lo habían
brindan un discurso dispuesto a dialogar destinado a cuidar una singular acua-
con la realidad del momento, a respon- rela de necesidades sociales […].
der agravios y cuestionamientos, a ci- Uno de los placeres que su profe-
mentar una buena imagen y a despertar, sión le daba era aquel que hacía a Juan,
en el lector, una cierta comunión, edu- Adán o el policía, juntarse con la barra
cándolo en la comprensión y aceptación en la esquina, bajo el farol, intercam-
de la labor policial, siempre compleja y biando opiniones en aquella dialécti-
peligrosa. El “vigilante de la esquina” es, ca de barrio en donde convivían los
en ellos, una figura recurrente. Gálvez con los Fangio, María Félix con
Empecemos por revisar un libro tem- Esther Williams, Al Jolson y D’Arienzo,
poralmente cercano. En 1999, el comisa- Boca y el Resto del Mundo […].
rio Plácido Donato publicó un volumen Jugaba con su silbato golpeán-
titulado Las anécdotas de la policía. De dolo en la palma de la mano hueca,
vigilantes y ladrones (el género viene ca-
haciendo un sonido particular que
yendo en desuso desde el retorno a la
determinaba su presencia y daba
democracia, en la década del ochenta). El
seguridad a esa gente que algunas
prólogo avisa que el libro ha sido urdido
veces reparaba en él y lo saludaba en
para dar a conocer la intimidad del poli-
el agitado trajinar de cada día. Solía
cía, el sacrificio de sus luchas sin tregua,
ser el mejor amigo de los chicos y,
y que en él se recogen anécdotas que
muchas veces, en su caminar casi so-
son leyenda. El relato “Aquel agente de la
berbio, con un solo gesto les avisaba
esquina” integra este volumen:
de la llegada del patrullero que venía
9
Por razones de espacio, no es posible extenderme
a buscar las pelotas que rebotaban
en sus características. Para mayores detalles, ver Siri- inquietando la siesta de la cuadra […].
marco (2014).
Se llamaba Juan o Adán o el po- De los condimentos que ensalzan
licía… Para la barra era el botón…, esta figura, Donato no prescinde del más
el agente…., el cana10 de la esquina importante: también su policía de la es-
(Donato, 1999: 161 164). quina es un hombre del pasado. “La ciu-
dad creció vertiginosamente”, nos dice,
Resuenan, en el relato de Donato, y a lomo del progreso este policía digno 35
los rasgos que ya adelantábamos con la perdió terreno y terminó habitando los
semblanza del teniente Garrido: el policía cuentos “que los viejos de hoy le cuentan

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humilde, alejado de la violencia, amigo a sus hijos y a sus nietos”. Algunas marcas
de la ciudadanía y compinche de los ni- de época parecen fijar los contornos de
ños. Donato lo dice con otras palabras, ese pasado: el tranvía, Fangio, Williams,
que significan lo mismo: “su gigante ves- Al Jolson. El primero, corredor argentino
tido de azul digno nunca había pisado ni de automovilismo, se retira en 1958. La
a un sapo saltarín en los zanjones”; inter- segunda, nadadora profesional y actriz,
cambiaba opiniones con “la barra en la termina su carrera artística en 1963. El ter-
esquina” y avisaba a los chicos “la llegada cero, músico, muere en 1950. El tranvía
del patrullero que venía a buscar las pe- deja de recorrer Buenos Aires en 1963.
lotas que inquietaban la siesta”.
Así, Juan o Adán o el policía resulta, for-
La lírica de Donato añade otros con-
zosamente, un hombre de los años 1940-
tornos a la semblanza. Nos dice que el “vi-
50, un hombre que vela los zaguanes de
gilante de la esquina” es aquel que vela la
los suburbios unos 60 años antes de que
calle de las afueras: no el centro vertigino-
Donato le rinda homenaje.
so de la ciudad “sino el barrio suburbano
Viajemos un poco más atrás en el
de miserias y riquezas, de culturas y anal-
tiempo. ¿Qué marcas se guardan, en re-
fabetismos”. El “vigilante de la esquina” es
latos policiales de años anteriores, sobre
el hombre de los contornos, el hombre de
el “vigilante de la esquina”? Un nuevo
la periferia. Donato nos dice también, en
rastreo bibliográfico nos lleva a un libro
concordancia con este contexto sin relie-
escrito en 1961: Recuerdos policiales, del
ve, que este policía es un hombre común,
comisario Guillermo Rodolfo Anzulovic11.
“un héroe cotidiano, sin mitos ni bronces
Ya desde el prólogo se aclara – refor-
que enaltezcan su nombre”. Podría decirse
zando la tesis de que el relato policial es
que es un hombre anónimo – por algo lo
una construcción narrativa y no necesa-
llama “Juan, Adán, o el policía” –, y tal vez
riamente una experiencia oída o vivida
por eso hasta invisible: a “veces [la gente]
reparaba en él y lo saludaba en el agitado – que el protagonista de las historias es
trajinar de cada día”.
11
El repaso bibliográfico no intenta agotar la tota-
10
Botón y cana: palabras lunfardas para “policía”, to- lidad de los registros, sino seleccionar aquellos más
davía hoy de uso cotidiano y coloquial. relevantes para los propósitos de este trabajo.
ese policía porteño arquetípico que re- estatura, más bien delgado, con 20 años
presenta a miles de hombres que han de servicio en la misma parada. Que tra-
actuado “en tiempos no muy distantes” bajaba en una comisaría suburbana; que
(Anzulovic, 1967). su parada distaba unas 30 cuadras de esa
El anclaje temporal, impreciso, sitúa comisaría; que estaba emplazada entre
36 las peripecias del policía arquetípico en un ramal ferroviario, un arroyo, terrenos
aquellos “felices tiempos […] en que los descampados y unos ranchos.
colectivos se detenían en las puertas de Una noche, un oficial se dispuso a
Mariana Sirimarco

los domicilios de los pasajeros” (Anzu- controlar dicha parada. Llegó caminando
lovic, 1967: 3) y en los cines siempre se hasta esas lejanías y el protagonista del
encontraba lugar. La imagen del illo tem- relato le agradeció el gesto: “pocas veces,
pore se delinea desde el principio. ya sea por las lluvias u otras causas, tengo
Las peripecias laborales que le suce- la satisfacción de ver algún superior por
den al protagonista se interrumpen de estos lados”. Avanzada un poco la charla,
pronto en el capítulo XXVII, titulado cla- el oficial le preguntó si le agradaría ocu-
ramente “El vigilante de acero”, cuando el par otra más poblada y más céntrica:
autor considera que puede permitirse un “Si me ordenan voy a la que me
pequeño desvío para reflejar la manden, pero en cuanto a gusto, es-
personalidad de hombres que ocu- toy bien aquí.”
pan el peldaño más bajo de la esca- “No veo la razón de su gusto”
lera jerárquica, por ser ellos quienes —afirmó el oficial.
llevan la representación institucional “Verá señor —dijo aquel apuran-
a las distintas esquinas de la ciudad y do su explicación—; esta parada es
enfrentan primero que ninguno, y a muy ‘brava’. Basta echar un vistazo
veces solos, situaciones difíciles en las en esos ranchos para darse cuenta
que sólo pueden confiar en su propia con qué clase de gente hay que tra-
capacidad y experiencia (Anzulovic, tar, pero yo los tengo ‘a raya’12 y si me
1967: 147). voy, pensarán ‘que me achiqué…’13,
perdone el término” —agregó […].
Llegado este capítulo, el protago- “De noche tengo que estar aten-
nista abandona el tiempo presente con to, pues de los muchos que viven en
que venía contando sus historias y en el los ranchos ‘unos cuantos son los que
homenaje al vigilante surgen los verbos andan rateando’14 por las casas de
en pasado, como si la historia no fuera las inmediaciones y entre ellos hay
experiencia cercana sino recuerdo que
tuviera que evocarse: nos dice que era 12
Tener a raya: tener bajo control, controlar.
un hombre de unos 40 años, de regular 13
Achicarse: acobardarse.
14
Ratear: robar.
unos pendencieros y cuchilleros. Mi Los “cirujas”15 lo temían, pues lo sa-
presencia les molesta mucho y hacen bían decidido para reprimir cualquier
lo imposible para alejarme de este contravención o delito y en general
lugar, logrando así campo libre para lo respetaban, pues el principio de su
sus actividades delictuosas. autoridad campeaba con su ejemplo
“Algunas veces y sobre todo en de virtudes ciudadanas y profesiona- 37
los primeros tiempos, cuando me les en todo el radio de su acción (An-
hice cargo de esta parada; en algunas zulovic, 1967: 147 151).

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oportunidades estos sujetos, para-
petándose en el puente por donde Reaparecen, en este relato, los trazos
pasan las vías y abajo el arroyo – dijo que enfatizaba Donato: el hombre anó-
señalando el lugar –, me han he- nimo y común, que actúa en solitario y
cho disparos de arma de fuego, con enfrenta primero que ninguno y a veces
el propósito evidente de hacerme solo las situaciones difíciles de la calle. Re-
abandonar la parada. aparece también el suburbio: emplazada
“Comprendí que si les daba el entre ranchos, vías y descampados, a la
gusto una primera vez, ellos serían los parada de este policía sólo se llega a ca-
que dominarían siempre la situación, ballo o a pie, siempre y cuando la lluvia
de modo que resolví enfrentarlos; ha- y el barro no lo impidan. La parada está
ciendo yo también uso de mi pistola, distante y aislada, y esta distancia y este
que de noche llevo en el bolsillo del aislamiento son literales y metafóricos.
capote para extraerla con mayor ce- Literal, porque a 30 cuadras de la co-
leridad.” (Anzulovic, 1967:147 151). misaría y a 10 de la parada más próxima,
en la parada de nuestro vigilante rei-
No había duda alguna, ese agente nan la oscuridad y el canto de las ranas.
era en ese lugar el jefe de policía, el Metafórico, porque todavía más allá de
intendente municipal... Los vecinos una comisaría ya suburbana, la parada
de las inmediaciones lo apreciaban a en cuestión se vuelve suburbio del su-
tal punto que cuando alguna vez se burbio, y en ese movimiento de ir cada
insinuaba la posibilidad de su trasla- vez alejándose, el desplazamiento geo-
do a otro lugar, ellos mismos se cons- gráfico se tiñe de temporal, como si lo
tituían en comisión y ya sea verbal- que pasara lejos pasara en el pasado. Se
mente o por escrito, no daban tiem- nos dice vagamente que todo sucede en
po a que se concretara el proyectado tiempos no muy distantes – recordemos
pase, pues se dirigían a la comisaría o que estamos en los años 1960 –, pero
la jefatura. las huellas que se escancian a lo largo

15
Ciruja: mendigo.
del texto – el barro, las ranas, el arroyo, el la fuerza no estaba descartado, pero en
hombre a caballo, los cuchilleros – con- un movimiento de prestidigitación nos lo
fabulan para presentar la imagen de un ocultaba. La sentencia quedaba sugerida,
tiempo largamente ido. La construcción pero no mostrada: ninguna de las imáge-
del paisaje suburbano que es propia del nes construidas nos presentaba al policía
38
“vigilante de la esquina” se vuelve, en en alguna situación de esa índole. Antes
este relato puntual, aun más bucólica. bien, el policía de Donato intercambiaba
Reaparece aquí también otro rasgo opiniones bajo el farol, mostraba la foto
Mariana Sirimarco

clave de esta figura: su valía entre vecinos de sus hijos con orgullo y evitaba que los
y maleantes. Anzulovic dice que los pri- chicos perdieran sus pelotas cuando ju-
meros “lo apreciaban” tanto que ni bien gaban al futbol en la calle.
se insinuaba la posibilidad de su traslado, La misma fuerza legítima pone en jue-
se dirigían a la jefatura para que no se go el vigilante de Anzulovic, pero ya sin
concretara el proyecto. Y que los segun-
ocultarla. Más bien lo contrario: se diría
dos “lo temían y lo respetaban”, conoce-
que el respeto que se gana este policía
dores de su autoridad y su firmeza para
gira en torno a estas acciones —tiros, en-
reprimir delitos.
frentamientos, persistencia en la parada—
La semblanza de Anzulovic abreva en
como si el principio mismo de la autori-
estos sentidos – el policía incorruptible
dad policial se fundara sobre la “bravura” y
ante la delincuencia, como dirían Garri-
ésta no tuviera que ser escamoteada, sino
ga Zucal y Melotto (2013) – pero echa
puesta en primer plano. Si el policía de
en falta al “vigilante de la esquina” como
Donato hacía hincapié en lo policial como
compinche de niños y vecinos. Y tal vez
servicio comunitario, el vigilante de Anzu-
esta ausencia de evocaciones de corte
lovic, sin abandonar estos valores, enraíza
sensible – los chicos jugando a la pelota,
su función en el combate al crimen.
el policía charlando con la barra – no sea
Vemos que los puntos de contacto
un detalle menor. Sobre todo si se aúna entre ambas figuras son claros, pero los
a otro rasgo que en este relato destaca corrimientos de sentido también son vi-
contrastivamente: el sentido de servicio sibles y conducen a una pregunta: ¿es el
de este “vigilante de la esquina” no ex- policía de Anzulovic el mismo policía de
cluye necesariamente el uso de la fuerza. Donato? ¿Aluden a una misma semblan-
Decía antes Donato que el policía de za? La respuesta es compleja y requiere
su relato nunca había pisado ni a un sapo de salvedades.
en los zanjones de su infancia. Decía tam- La primera, que un relato no es una
bién que para llegar a reaccionar tenía pieza acabada. Antes bien, un relato es
que ser motivado (Donato, 1999: 161). una pieza narrativa colectivamente pro-
Decía entonces que el uso (legítimo) de ducida, resultado de la intervención de
diversos materiales, personas, tiempos ambos relatos parecen confirmarnos en
y objetivos (Ewick y Silbey, 1995; Hohr, esa línea, así como la voluntad de presen-
2000). Lo que significa que un relato se tarnos a los protagonistas en su accionar
caracteriza entonces por contener hue- cotidiano. Si la descripción de ambos pu-
llas de variaciones. Esas discordancias no diera reducirse a unos pocos trazos, coin-
debieran sorprendernos. Un relato se teje cidiría en un mismo perfil: el suboficial de 39
con innumerables puntadas, y los nudos experiencia cuyo sitio es la calle y su honor
divergentes no anuncian la invalidez de el cuidado de bienes y vecinos.

El “vigilante de la esquina”. El rol de la nostalgia en la construcción de relatos policiales argentinos


la trama, sino su riqueza y el hecho mis- En este contexto, los diversos mati-
mo de su factura. Las variaciones están ces del relato bien podrían entenderse,
ahí para recordarnos que un relato es un más que como discrepancias radicales
artefacto que fue (re)hecho innumerables o estadios de una historia que evolucio-
veces, que fue manipulado, cambiado, na cronológicamente, como variaciones
re-narrado, que porta, en síntesis, un tipo en torno a una cierta línea temática, con
particular de manufactura y de historici- la licencia propia que da cada tiempo.
dad (Alberti, 2005; Gomes da Cunha, 2010). La siguiente constatación no busca ser
La segunda salvedad: que un relato determinante ni conclusiva, pero tal vez
es deudor de su construcción en tiempo no haya que olvidar que el policía de
presente. Y su anclaje, por más que inten- Donato mira al pasado desde 1999, a 16
te presentarse como un recuerdo “puro” años de la última dictadura militar, en un
del pasado, conlleva siempre el caudal tiempo de reformas policiales. El policía
interpretativo del aquí y ahora, que mo- de Anzulovic, por el contrario, ve la luz
dela su modo de ser contado, sus signifi- cuando el país acaba de entrar a un nue-
cados y sus efectos (Ewick y Silbey, 1995). vo período dictatorial que duraría siete
La relación de las representaciones pasa- años. ¿Cuánto de ese giro hacia el uso de
das con las actuales está simbólicamente la fuerza es deudor del perfil policial que
mediada y los elementos que se rescatan soportaba la época?
para conformar un relato se encuentran Un nuevo buceo retrospectivo podría
en función de los intereses y necesida- añadir luz a la incógnita, pero la figura del
des del contexto contemporáneo (Frank, “vigilante de la esquina” no vuelve a en-
1979; Piña, 1986; Linde, 1993; Barnes, 1995; contrarse en memorias policiales de años
Cavallaro, 2000). anteriores. Los libros son muchos al inicio
A la luz de estos argumentos, conviene del siglo XX, pero la mayoría se aboca a la
revalidar la pregunta: ¿aluden los policías tipología de delincuentes o a la biografía
de Donato y de Anzulovic a la misma sem- de policías célebres. Pocos son los que
blanza? ¿Hacen referencia ambos al famo- relatan anécdotas del oficio y, en éstos,
so “vigilante de la esquina”? Los títulos de las referencias a policías de tales caracte-
rísticas no aparecen. Aparece levemente, sin embargo un pasado aun más remoto.
sí, en el recuento de los años 1914-191616, Y lo curioso es que la remisión al pasado
la figura del vigilante, pero la semblanza nunca se rompe: el “vigilante de la esqui-
está allí con la intención de mostrar a un na” siempre está más allá de donde lo
funcionario cuya riqueza mayor radica buscamos, su anclaje continúa cayendo
40
en su honestidad y su simpleza, y que no hacia atrás.
aparece desarrollando acto policial algu- De lo que se desprende la segunda
no. Mucho menos aparece la semblanza conclusión: que su figura no habita en
Mariana Sirimarco

“el vigilante de la esquina” en memorias el pasado, sino en el tiempo mítico, es


más decimonónicas. decir en el tiempo irreal. El “vigilante de
Tal vez la figura se haya ido diluyen- la esquina” es un relato construido para
do (tal vez esta semblanza del vigilante no poder narrarse en sincronía. De esta
simple-pero-honesto fuera una variación característica fundamental extrae su po-
más del tópico que se aggiornaría lue- tencia discursiva: del recuerdo constante
go con el condimento comunitario), tal de un pasado glorioso, de la añoranza del
vez la figura sólo haya nacido y vivido en orden moral que alguna vez tuvimos (Cai-
un período determinado17, tal vez yo no mari, 2012; Garriga Zucal y Melotto, 2013;
haya sido capaz de dar con otros libros Sirimarco, 2014). Si algo caracteriza al “vigi-
que hubieran podido poner en cuestión lante de la esquina” es entonces su esen-
estas sentencias. En todo caso, llegados cia de habitar en lo lejano. O más bien en
a este punto, creo que las referencias es- lo inasible. Es decir, en la nostalgia.
grimidas bastan para habilitar algunas
conclusiones. Me gustaría señalar dos,
ambas obvias y visitadas, pero necesarias III
para continuar el argumento.
La primera: que la figura del “vigilante El término nostalgia fue acuñado en
de la esquina” siempre sucede en el pa-
el siglo XVII por un estudiante de medi-
sado. Lo encontramos en un volumen de
cina, Johannes Hofer, a partir de las pala-
1999 haciendo referencia aproximada a
bras griegas nostos, volver a casa, y algos,
los años 40-50, y antes en un volumen de
dolor. Refiere, literalmente, al dolor por el
1961 aludiendo explícitamente a un pa-
hogar, e intentaba en ese momento dar
sado “no muy distante” pero insinuando
nombre a la extraña melancolía que su-
frían los soldados suizos que servían en el
16
A. Donadio, Noticioso policial, 1943, Buenos Aires, extranjero, obsesionados con el deseo de
Ediciones Anaconda.
retornar. Fue por eso, en sus orígenes, una
17
Caimari (2012) sitúa la consolidación de esta figura
en el período de entreguerras, como una versión local
categoría médica y de raigambre en el
del más genérico policía “comunitario” que aparece cuerpo físico. Con el correr del tiempo, sin
por entonces en otras ciudades del mundo.
embargo, extendió su sentido de “año- arrolladora de la nostalgia. En tanto nexo
ranza por el hogar” a otra multiplicidad capaz de ligar – de un modo particular
de situaciones, hasta pasar a significar, de – el pasado con el presente (y por ende
modo más abarcativo, el anhelo de retor- con el futuro), su carga semántica resulta
no a circunstancias pasadas y de allí, tam- funcional a la construcción de la memo-
bién, en un nuevo salto a lo metafórico, ria y la identidad, individual y colectiva. 41
el deseo de un lugar perdido, ya sea real La nostalgia opera a través de una parti-
o imaginado (Beller, 1996; Fritzsche, 2001; cular concepción del ayer, del hoy y de su

El “vigilante de la esquina”. El rol de la nostalgia en la construcción de relatos policiales argentinos


Boym, 2007; Farrar, 2011). enlace. Pero vayamos por partes.
En ese espacio habita el “vigilante de La nostalgia propone, en primer lu-
la esquina”: en uno construido a fuerza gar, una clase determinada de pasado. El
de pérdida y objeto elusivo, en uno que relato del “vigilante de la esquina” es cla-
atesora el pasado por cualidades que ya ro: el pasado se presenta como el locus
no están y añora aquello que no puede de lo ido, de lo perdido. Los chicos jugan-
ser restaurado. Si en el apartado ante- do en la calle, los vecinos confiando las
rior revisábamos este relato desde sus llaves de sus casas, los delincuentes res-
contornos policiales, me gustaría ahora petando la autoridad: todo parece haber
profundizar en el mensaje específico que quedado atrapado en un lugar que ya
se despliega a través de la visitación de la está más allá de nuestro modo de vida. El
nostalgia, otra vez al interior de esos con- pasado se configura así como el espacio
tornos. ¿Qué transmite este sentimien- de lo irrecuperable.
to del modo de construir la memoria, la Pero si el ayer sólo puede re-visitar-
identidad y, en definitiva, la institucionali- se desde el ahora, ¿qué clase de presente
dad? ¿De qué habla un relato que se ver- queda enmarcado por un pasado seme-
tebra a partir de este sentimiento? ¿Qué jante? O mejor dicho: ¿qué es lo que su-
clase de pasado evoca y para qué? cede en el presente para proyectar, so-
A simple vista, y en tanto habitante bre el pasado, una mirada de ese tipo? La
de un mundo lejano y candoroso, la cla- nostalgia requiere, en segunda instancia,
ve del “vigilante de la esquina” parece una contemporaneidad atravesada por
esconderse en el pasado. Se oculta, sin el desencanto, desde la cual la mirada de
embargo, en el presente, o más bien en añoranza cobre sentido. Ésta parece resul-
un espacio a caballo de los dos. “La vida tar inentendible sin un contexto contem-
no es la que uno vivió”, dijo alguna vez poráneo en declive, sin un escenario que
García Márquez, “sino la que uno recuer- haga necesario re-visitar lo ido para afir-
da para contarla”. Lo que equivale a decir mar la pérdida (Fairley, 2003; Bissell, 2005).
que toda memoria – todo pasado – se Pero la nostalgia, más que delimitar un
construye desde los intereses del presen- pasado y un presente, delimita una ruptu-
te. Y en esto radica la fuerza emocional y ra. O mejor dicho: construye un hiato ca-
paz de producir dos momentos temporal en un colectivo mayor, los hilos indivi-
y socialmente diferenciados. La nostalgia, duales de la historia de una vida (Batcho,
y ésta es su característica primigenia, es la 2007; Farrar, 2011). La nostalgia opera así
instauración de un quiebre. Y esto en dos entre junturas: de tiempo, pero también
órdenes de sentido. El primero, claramen- de identidades, sirviendo de ajuste entre
42 te temporal, deudor de una concepción la biografía individual y la biografía de los
de proceso histórico como producción grupos, entre la memoria personal y la
continua de lo nuevo, donde el flujo del memoria colectiva.
Mariana Sirimarco

tiempo corre lineal y unidireccionalmente. Es por eso que el “vigilante de la es-


El segundo, montado sobre el primero, quina”, como todo relato institucional, de-
de corte si se quiere moral, donde el flujo viene un insumo clave en el proceso iden-
temporal, además de ser irrecuperable, titario18, al colaborar en la construcción
se tiñe de pérdida (Fritzsche, 2001; Bisse- de una memoria grupal forjada a fuerza,
ll, 2005). Esto logra el relato del “vigilante entre otras cosas, de revivir experiencias
de la esquina”: nos habla de la existencia pasadas (reales o ficticias). La figura de ese
de ese policía de antaño, pero además, vigilante aglutina mojones de sentido: las
y sobre todo, nos habla de lo triste e irre- vivencias del ayer, determinadas por las
mediable de su falta. En eso radica la es- necesidades del presente y a su vez en-
trategia de la nostalgia: en sumarle, a un marcándolo, funcionan como recuerdo
tiempo necesariamente ido, la eventuali- colectivo: evocar su figura y sus virtudes es
dad de su añoranza; en hacer de la impo- esforzarse en forjar un sentido compartido
sibilidad del retorno un motivo de deseo. de identidad grupal (Fairley, 2003; Bissell,
Porque el retorno puede ser imposible, 2005; Farrar, 2011). Baste si no reparar en
pero el ansia de regreso es opcional. La la nostalgia de los soldados suizos y en-
nostalgia parece haberse inventado para tender que se trataba, en última instancia,
de una estrategia de supervivencia, de
regodearse en ese quiebre.
un modo de dotar de sentido a la impo-
De esa amalgama de tiempos discon-
sibilidad de volver a casa. Cosa semejante
tinuos, la nostalgia construye su potencia,
ocurre con el “vigilante de la esquina”: la
estableciendo continuidades a partir de
nostalgia por ese policía no es más que un
las rupturas. Entre el ayer y el hoy, entre
modo entre otros de elaborar un pasado
el vigilante de antes y el policía de ahora.
en estrecha vinculación con el presente; es
Yendo y viniendo del pasado al presente,
decir, de producir memoria y comunidad.
la nostalgia no hace sino permitirnos ser
¿Qué clase de memoria, sin embargo,
transportados al lugar que recordamos,
construye un relato que pivotea tan fuer-
creando así un sentido de lugar en los
alrededores de uno. Es decir, sirviendo de 18
Aludo al plano de su pretensión, no necesaria-
conexión con el pasado y entramando, mente de su aceptación. Para mayores detalles, ver
Sirimarco (2013b).
temente en torno a la nostalgia? Remar- “vigilante de la esquina”, lo que nos con-
ca Batcho (2007) que se puede recordar duce a la segunda conclusión: su figura
sin ser nostálgico, pero no se puede ser resulta funcional al enmascaramiento de
nostálgico sin recordar: la nostalgia es relaciones de desigualdad. Repárese, si
una fuerza emocional que permite cier- no, en las líneas precedentes: revolucio-
tos tipos de reminiscencia, que resulta nes, imperialismos, guerras. La nostalgia 43
funcional al entendimiento de ciertos parece surgir allí donde sea necesario su-
eventos. La construcción nostálgica del primir observaciones dolorosas.

El “vigilante de la esquina”. El rol de la nostalgia en la construcción de relatos policiales argentinos


pasado encierra sentidos de tono parti- “La nostalgia es una emoción par-
cular. ¿Qué nos dice, el uso de la nostal- ticularmente apropiada de invocar para
gia, sobre la construcción del pasado y el intentar establecer la propia inocencia
presente de la institución policial? y al mismo tiempo hablar sobre lo que
Las conclusiones son al menos tres y uno ha destrozado” (Rosaldo, 1989: 108).
son a este punto evidentes. El relato del Sobre esa estrategia se monta también el
“vigilante de la esquina” resulta funcional, relato del “vigilante de la esquina”. Echa
en primer lugar, a un presente profesio- de menos las virtudes perdidas, pero de-
nal de descréditos. Con su honestidad y nuncia al mismo tiempo, implícitamen-
su autoridad ganada a fuerza de decen- te, que esa falta es responsabilidad de
cia, este policía de antaño se erige como cualquiera menos propia – del progreso,
el espejo embellecedor donde resolver de la sociedad, de la vida. La nostalgia,
las imágenes controversiales del ahora. A diría Rosaldo, opera enmascarando com-
la mala policía del presente se le opone promisos; encubriendo, bajo una mirada
el vigilante de un pasado feliz, convirtién- edulcorada e indulgente, la responsabili-
dolo así en prenda de un consenso que dad por las acciones propias.
logra quedar por encima de las denun- La nostalgia resulta, entonces, una
cias que cruzan el hoy de la institución fuerza emotiva de gran potencia para
(Isla, 2004; Caimari, 2012). escapar de una situación disconforme. El
No casualmente se ha señalado que escape, es evidente, se realiza hacia un
los brotes de nostalgia siguen a menudo aspecto más positivo de esa identidad
a los períodos de crisis – la Revolución amenazada: se realiza hacia el pasado irre-
Francesa, la Revolución Rusa, los solda- cuperable. La nostalgia resulta funcional,
dos suizos en el extranjero, los contextos entonces, y en tercer lugar, a la construc-
coloniales (Rosaldo, 1989; Bissell, 2005; ción de un pasado mítico, en tanto su ten-
Boym, 2007) –, como si un presente en dencia no es la búsqueda de un tiempo
convulsiones requiriera una estrategia perdido, sino la sustitución de la memoria
emocional elusiva para hacerle frente. Se- por un pasado ficcionalizado y retocado,
mejante hipótesis le cuadra al relato del la sustitución de la experiencia por la ilu-
sión (Beller, 1996). ¿Qué otra cosa, si no, se había revelado inicialmente producti-
es la figura del “vigilante de la esquina” vo para servir de puntapié a la reflexión
y su evocación de aquel policía amigo y de estas cuestiones, parecería ahora con-
valorado, de aquella sociedad más ino- tradecirlas. Esta tensión, me parece, es sin
cente, de aquel coqueteo con la fantasía embargo aparente, y despejarla requiere
44 de todo tiempo pasado como intrínse- realizar un movimiento aclaratorio. Para
camente mejor? La operación es clara: la ello, es preciso resaltar el hecho de que
visitación de esta figura permite a la ins- tal figura, en lo que a este caso respecta,
Mariana Sirimarco

titución policial asegurar, en un tiempo fue espontáneamente evocada por los


legendario, aquello que ya no encuentra vecinos de la zona, valiéndose desde ya
en el presente ni volverá a encontrar en de ciertos sentidos presentes en el relato
el futuro (y que tal vez nunca haya tenido institucional – la honestidad, la cercanía
en el pasado). La nostalgia convierte dicho a la comunidad, la no violencia – pero sin
pasado en un campo de invención, trans- retomar de él cuestiones más puntuales
formando la ausencia en pérdida. Es decir, como el posicionamiento de este funcio-
haciendo que algo inexistente aparezca nario en un pasado evocado y nostálgi-
como algo que se perdió. co. En este sentido, resulta significativo
En este sentido, la mirada nostálgi- comprobar que la propia institución no
ca es aquella que anhela volver a donde intentó homenajear al teniente Garrido
nunca estuvo. Lo que nos lleva a sospe- con esta semblanza (ni tampoco con
char que lo que importa en ella no es tan- otras relativas a la heroicidad o la muerte
to la vuelta al pasado, sino la necesidad en cumplimiento del deber). Por el con-
de volver: no la añoranza de un referente trario, obturó cualquier modo de narrati-
concreto, sino la añoranza de la fuga en vizar su vida o su muerte.
sí. La mirada nostálgica se regodea en En un trabajo que pasa revista a estos
la evasión. No propone —para retomar acontecimientos, Galvani y Maglia (2017)
nuestro caso— un tipo de actuación remarcan cómo la muerte del teniente
policial que se desea conseguir, sino un Garrido no fue apropiada por la PPBA:
modelo inalcanzable que se pueda se- en su tumba, sólo por dar un ejemplo
guir añorando. Esto es, que pueda seguir contundente, no hay rastros institucio-
habitando en ese horizonte ideal al que nales – escudo, bandera, placa – que lo
no llegan las manchas del presente. recorten como policía. Y así como queri-
Podrá decirse, sin embargo, que la fi- do por la gente, señalan las autoras, tam-
gura del “vigilante de la esquina” se utilizó, bién era desfavorablemente visto por los
en el caso del teniente Garrido, no para colegas: lejos de considerarlo un par, lo
aludir a un policía del pasado, sino a un veían como un “privilegiado” que no es-
policía contemporáneo. Así, un caso que taba sometido a la regulación laboral y
jerárquica en la que ellos se encontraban que la aparente contradicción de con-
(trabajaba en horario comercial y pasaba tar con un policía del pasado enraizado
por la comisaría sólo para “fichar”) ni se en el presente sólo es tal al poner lado
encontraba expuesto a situaciones de a lado dos ámbitos diferenciales en que
peligro. Esta situación ventajosa, insinua- esta figura se apropia y circula. El accio-
ban los colegas, se debía a contactos po- nar del teniente Garrido puede ligarse, 45
líticos que lo habían mantenido 26 años para los vecinos, al antiguo “vigilante de
trabajando en las mismas manzanas y en la esquina”, pero difícilmente podría ha-

El “vigilante de la esquina”. El rol de la nostalgia en la construcción de relatos policiales argentinos


una zona bastante segura, por fuera del ber sido recuperado en esos términos
juego de los pases, destinos y tareas adi- por la propia institución, pues adolece
cionales que el resto de sus compañeros del contexto adecuado que vuelve a
debía cumplir, y haciendo posible así un esta figura honrosa y valorada. La con-
modo de policiamiento prácticamente tradicción se disipa, entonces, al enten-
inviable en el contexto presente. der que proviene de la contrastación de
Así, donde los vecinos veían un po- dos esferas de significación diferentes19.
licía querido, cercano y arraigado en la Para la lógica policial, la asimilación del
comunidad, los policías de la zona veían teniente Garrido a la figura del “vigilante
un compañero ausente, privilegiado y no de la esquina” sigue siendo, creo yo, una
necesariamente solidario. Si los vecinos empresa rechazada, en tanto no se ve allí
veían en su presencia una garantía de el buen quehacer de un funcionario co-
protección, los policías veían una zona mún y corriente, sino el oficio infrecuente
comercial mayormente segura, con o de un policía con prebendas. El caso del
sin la vigilancia del teniente. Los vecinos teniente Garrido, aclamado por los ve-
veían en él un modo de policiamiento cinos pero desestimado por los propios
concretamente posible, los policías, una colegas, parece entonces confirmar, más
modalidad de trabajo virtualmente im- que contradecir, al “vigilante de la esqui-
practicable por fuera de dispensas políti- na”, al menos en términos estrictamente
cas. Para unos, era motivo de exaltación; policiales, como una figura imposible de
para otros, causa de descrédito. La sem- cuajar en el presente, toda vez que ese
blanza del policía honesto y respetado modo de policiamiento es ya “honesta”
que veían unos llevaba en sí la semblan-
za que veían otros: la del policía “acomo-
19
dado”. Ponerlas en relación implica un ejercicio suma-
mente interesante, que permite vislumbrar los pro-
No se trata, desde ya, de visiones cesos mediante los cuales se produce, circula, se
contradictorias sino complementarias. comparte y se re-significa un determinado relato a
O, en todo caso, de zonas privilegia- través de diversos niveles y ámbitos de análisis. Una
profundización en tal sentido excede, sin embargo,
das de visión. Se entiende sin embargo
los ejes de este trabajo.
y generalizadamente impracticable20. ficados y relaciones sociales. Esto es, una
La figura del “vigilante de la esquina”, tal herramienta política. El recurso, desde ya,
como el relato policial lo entiende, sigue no es monopolio exclusivo de la fuerza
siendo la del policía de un pasado mítico, policial, sino que habita toda institución
la de un policía cuyo proceder idealizado o grupo que busque significar la pérdi-
46 sigue dando cauce al desengaño. da. En el contexto policial, las complejas
De allí que sostenga que el “vigilante variables de su historia y su presente han
de la esquina”, como todo relato nostál- hecho de la figura nostálgica del “vigilan-
Mariana Sirimarco

gico, no pueda existir en lo simultáneo. te de la esquina” un insumo que opera,


Y de allí que la nostalgia se vuelva una mayormente, como espacio de reivindica-
herramienta política central en la ma- ción y posicionamiento. Para eso interesa
nufactura de memorias y relatos, pues la nostalgia: para facturar un estado de
parecería tener un valor específico en la bonhomía profesional inexistente. Porque
construcción de “ficciones tranquilizado- ya lo dijo Marcel Proust famosamente: los
ras”. La figura de ese policía inviste la acti- únicos paraísos reales son los perdidos.
vidad policial con valores de honestidad
y respeto, pero su semblanza no es sino
una alfombra cómoda bajo la cual barrer Referencias bibliográficas
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20
Lo que demuestra además que la vehiculización Beller, S. 1996. The world of yesterday revisited:
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